La necesidad de incluir la movilidad en el aula

El libro El cuerpo entra en la clase, de Begoña Learreta y Kiki Ruano, detalla un programa que tiene como objetivo  mejorar la dinámica del aula y el propio proceso de enseñanza-aprendizaje. Opera a través del uso de actividades que dan protagonismo al movimiento y ponen en valor la dimensión corporal, física y motriz de la persona a través de lo que se ha dado en llamar: propuestas. Estas están planteadas para realizarse en el espacio del aula para romper con la visión   que se tiene de que las clases son un espacio de inmovilidad. Todos los espacios del aula (espacio entre pupitres, el espacio al lado de las puertas, las ventanas, la mesa del profesor, el fondo del aula…) se convierten en espacios útiles que enmarcan las propuestas motrices como descansos activos que realizar de manera intermitente. 

Las nociones de neuroeducación son la base del programa, ya que destacan la importancia de la necesidad de reactivar la atención tras prolongados periodos de concentración implicados en las tareas escolares. Las propuestas se organizan en diferentes áreas de trabajo (por ejemplo, área social o área de aprendizaje) y cada una de ellas se orienta a un objetivo concreto. El programa está constituido en torno a ejemplos prácticos de actividades basados en la experiencia que han tenido docentes en primera persona y, más tarde, han trasladado a sus alumnos en el aula. 

La posibilidad de dar alegría al aula, de mejorar las relaciones sociales y los aprendizajes, dinamizando lo que en ella acontece y ofreciendo respiros que reactiven la atención, es lo que se encontrará el lector en estas páginas.