Desde la editorial Taurus queríamos anunciaros la publicación de La perversión del anonimato. El nombre propio y el peligro de sus máscaras, el nuevo libro de Álex Grijelmo. Así mismo queríamos informaros de la disponibilidad del autor para conceder entrevistas.
El anonimato es imprescindible en unas ocasiones, y deplorable en otras. Por eso el debate sobre su amparo o proscripción no se puede resolver de un plumazo, sino que requiere detenimiento en la exposición, sosiego en el análisis y comedimiento en el juicio. Hay casos en los que debe protegerse como un derecho fundamental de la persona, pero hay otros en los que se usa para atacar precisamente esos mismos derechos. La perversión del anonimato es el primer libro que aborda este tema aún poco explorado pero que es crucial hoy en día.
Partiendo de numerosos ejemplos amenos y reveladores, Álex Grijelmo razona y argumenta sobre los dilemas que el anonimato plantea, desde la importancia del nombre propio en la historia -especialmente en la cultura-, pasando por el relato de quienes se vieron obligados a esconderlo; para llegar finalmente a los atentados propiciados por su ocultación.
«Hace cinco mil años, en la ciudad de Uruk, un escriba sumerio llamado Kushim dejó grabada en una tablilla de barro la primera firma registrada de la historia. Así comenzó la interminable serie histórica del nombre como sistema de identificación y validación, pero también el persistente –y a menudo perverso– afán por ocultarlo».
Como bien expone Grijlemo, «el anonimato, en sus facetas perversas, constituye una afrenta a toda la cultura del nombre propio que se fue desarrollando desde la Antigüedad, y que evolucionó poco a poco hacia una regulación legal y administrativa como garantía de las sociedades, salvaguarda de derechos, exigencia de deberes y signo de la evolución».
Si los nombres propios dejan de corresponder a las cosas, animales o personas, pasan de designar la realidad a velarla. Y, si los escondemos, parece difícil no ver una dejación de responsabilidad, una mentira, incluso, que afecta y menoscaba la democracia. Suplantaciones, anónimos amenazantes y denuncias irresponsables campan a sus anchas en las redes en la actualidad al amparo de una dudosa libertad de expresión.
Dilemas del anonimato en la era cibernética
Los usos perversos del anonimato en la actualidad tienen su origen y mayor peligro en el universo digital, desde los más leves, como el abandono de la cortesía, a los más graves y delictivos que pueden llevar incluso al suicidio de los acosados. Son actos que hoy se cuentan por millones cometidos por toda clase de ‘agresores motivados’, ‘ofensas en enjambre’, bots y troles malvados que actúan con perfiles creados para la ocasión y amparados en el anonimato.
Estos falsos perfiles no solo ofenden y acosan. También manipulan la opinión pública, influyen en los juicios y los votos y alientan los fenómenos sociales de la espiral del silencio y el experimento de conformidad. La sociedad se muestra indefensa ante estas prácticas fraudulentas por exceso de buena fe y falta de información.
No resulta sencillo denunciar ciberacosos y otras agresiones digitales anónimas. Los trámites judiciales son arduos y costosos y escasean las políticas públicas destinadas a mitigarlos y proteger a las víctimas. Es necesario repetir una y otra vez que ninguna de estas horribles agresiones serían posibles de no ser por el anonimato. Los moderados, precarios y sometidos al impacto de textos e imágenes atroces, no bastan.
Twitter/X permite a una mujer bloquear a su acosador, pero esto no le impide que este siga acosando a otras mujeres. Las críticas de servicios, como bares y restaurantes, son campo abonado a las venganzas y a los chantajes. Cuentas falsas usurpan diariamente la identidad de las reales para difundir información perniciosa o ejecutar estafas. Los paños calientes no sirven de nada en la selva del anonimato digital en la que buscadores y plataformas evaden sus distintas responsabilidades
Además de analizar con brillante precisión y erudición este acuciante problema actual, Álex Grijelmo intenta ir un paso más allá y plantea algunas posibles propuestas para avanzar en su solución. La perversión del anonimato es, por tanto, también propositivo y plantea algunas ideas que permiten avanzar en una senda de cierta regulación. Con todo, la solución vendrá de una reflexión y consenso público, y para ello el primer paso es señalar el problema, y comenzar a analizarlo.
Alex Grijelmo (Burgos, 1956) es doctor en Periodismo y máster oficial en Divulgación. Desde 1983 está vinculado a El País, de cuyo Libro de estilo es responsable y en cuya Redacción ha ocupado puestos de responsabilidad; y también a Prisa, grupo de medios en el que ha desempeñado varios puestos directivos. Además, dirigió la agencia Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado, entre otras obras, El estilo del periodista (1997), La seducción de las palabras (2000), El genio del idioma (2004), La gramática descomplicada (2006), La información del silencio (2012) –todas ellas en Taurus– y la novela El cazador de estilemas (Espasa, 2019). Su último ensayo es Propuesta de acuerdo sobre el lenguaje inclusivo (Taurus, 2019). En 2018 ingresó en la Academia Colombiana de la Lengua, y en 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades.