Fracaso escolar

Contestamos a muchas preguntas de familias que tienen la pesadilla de cómo lograr que sus hijos vayan bien en los estudios y cómo evitar el fracaso escolar.

Uno de los objetivos prioritarios de cualquier centro educativo es aportar los apoyos necesarios a cada alumno para evitar que ocurra esto. No obstante, es necesario tener clara la diferenciación entre fracaso escolar y bajo rendimiento académico con el fin de tratar este fenómeno con el máximo rigor posible en cada caso.

No podemos encasillar a todos los alumnos que no obtienen resultados suficientes en sus estudios –es decir, una nota de 5 ó más– como alumnos con fracaso escolar.

Este fenómeno se da en aquellos chavales cuyos potenciales intelectuales en general o en un área concreta le permiten obtener resultados suficientes –lo que se traduce en notas que van de 5 a10– en la o las diferentes materias que estudian y, sin embargo, no los obtienen. En estos casos, efectivamente, se produce un fracaso escolar porque sus resultados no son satisfactorios, es decir, no hay una correlación entre sus potenciales intelectuales y su rendimiento académico. En estos casos siempre hay unas causas que hay que averiguar y que son la razón del mal rendimiento. Una vez detectadas, si se da el tratamiento adecuado, se suele corregir con cierta facilidad.

Otro enfoque radicalmente diferente se le debe dar a aquellos alumnos cuyos potenciales intelectuales son cortos y no le permiten superar los contenidos abarcados por una determinada o determinadas materias.

A estos alumnos no se les puede incorporar al cómputo de alumnos con fracaso escolar, ya que casi siempre logran obtener resultados satisfactorios aunque no superen el suficiente (de 5 a 10) según los baremos de evaluación establecidos. Estos alumnos no fracasan, es que no pueden.

En estos casos el enfoque educativo e instructivo es diferente al de alumnos con potenciales altos. Se trata de establecer unos mínimos normativos que abarquen los contenidos estrictamente necesarios y que estos sean los conocimientos que se les exige a estos alumnos, pues son los que realmente pueden lograr.

Se acabó –y nunca debió existir– aquello de “el que quiere puede”. Es una afirmación radicalmente falsa y generadora de graves conflictos.

Para facilitar el aprendizaje a cada uno de estos alumnos, se les debe incorporar en clases de apoyo y programarles unas sencillas actividades de retroacción.

Quizás los que hacen estudios estadísticos no tengan en cuenta esta diferenciación y, por lo tanto, los datos que nos aportan sobre el fracaso escolar no sean del todo ciertos.

Los centros educativos y las familias deben disponer de la información necesaria que les facilite conocer las potencialidades intelectuales en cada rasgo aptitudinal para adecuar los niveles de exigencia a la singularidad del alumno.

Volvamos a dejar claro la radical diferencia entre fracaso escolar y bajo rendimiento académico.

Estudiar biología

Hola, soy un alumno de 4º de ESO. Cuando llegue a la Universidad me gustaría cursar Biología. Tengo poca información sobre esta carrera y me gustaría saber más sobre ella, así como cuáles son sus salidas profesionales. Gracias.

Estimado amigo, si te gustan las Ciencias y el estudio de los seres vivos y de la naturaleza, ésta es tu carrera. El objetivo fundamental de la disciplina se centra en el estudio de los procesos vitales de los seres vivos, la evolución de las distintas especies, las zonas donde viven, su influencia en el entorno, etc.

Los estudios de Biología se adentran en el conocimiento de la estructura de las moléculas, las células, las plantas y los animales, analizando los procesos físico-químicos de los seres vivos, su origen y las relaciones que se mantienen entre ellos y su ambiente.

Como en toda carrera científica, la dificultad de los estudios se debe medir por el grado de facilidad que un estudiante tiene para asumir conceptos científicos y para saber llevarlos a la práctica.

La base de esta carrera es la biología, la química y la bioquímica. A partir de ahí, se profundiza en otras ciencias como la ecología, la zoología o la botánica.
En cuanto a las salidas profesionales, en la actualidad ha habido un crecimiento positivo de los departamentos de investigación y desarrollo de empresas químicas, farmacéuticas, petroquímicas, etc.

Desde aquí te animamos a que sigas estudiando y, si tienes alguna pregunta más, no dudes en consultarnos.

Mayores de 25 años

Soy madre de dos chicos y, ahora que ya son mayores y tengo más tiempo, querría estudiar una carrera universitaria. He oído que los mayores de 25 años necesitan hacer una prueba de acceso concreta. ¿Podríais explicarme en qué consiste y cuáles son los requisitos? Muchas gracias.

La prueba de acceso a la universidad para mayores de 25 años se estructura en una prueba común y otra específica:

a) La prueba común, cuyo objetivo es comprobar la madurez e idoneidad de los candidatos para cursar con éxito los estudios universitarios, comprende tres ejercicios referidos a los siguientes ámbitos:
1. Comentario de texto o desarrollo de un tema general de actualidad.

2. Lengua castellana.

3. Lengua extranjera a elegir entre inglés, francés, alemán, italiano y portugués.

b) La prueba específica, que pretende valorar las habilidades, capacidades y aptitudes para superar los estudios de la opción elegida, se estructura en cinco opciones: Opción A , científico-técnica; Opción B, de Ciencias de la Salud; Opción C, de Humanidades; Opción D, de Ciencias Sociales, y Opción E o Artes.

Únicamente se puede solicitar plaza universitaria en aquel centro donde se superan las pruebas o, en su caso, en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia). Igualmente te invito a entrar a la página web de nuestra universidad donde encontrarás la información correspondiente a la prueba de acceso para mayores de 25 años.

¿Panacea o despilfarro?

El Gobierno ha tirado la casa por la ventana con Escuela 2.0, el proyecto educativo más ambicioso en sus cinco años de mandato. Quiere inundar de portátiles nuestras aulas y situar a las nuevas tecnologías en el epicentro del aprendizaje. ¿Servirá para que nuestra maltrecha enseñanza comience a remontar el vuelo?

Hace dos años, Mark Lawson, director de instituto en Nueva York, dijo basta al reparto masivo de portátiles entre los alumnos del Lincoln High School. Los chavales se descargaban pornografía e ideaban chuletas digitales. Un hacker precoz se había colado por las rendijas de la seguridad virtual y explicaba, en una web creada al efecto, cómo emularle y bombardear el sistema del centro con todo tipo de gamberradas cibernéticas. Lawson declaró que, tras siete años de vida, el programa no había reportado beneficio académico alguno; se trataba de una mera “distracción”.

El caso del Lincoln no es único en Estados Unidos, un país con tres ordenadores por cada diez alumnos, una de las tasas más altas del mundo. Otros, como el Matoaca High School, han cerrado el chiringuito de informática escolar a gran escala por meras razones económicas. Rentabilidad pedagógica. ¿Por qué invertir 1,5 millones de dólares al año en una iniciativa de resultados académicos inciertos?

Por el momento, nadie ha conseguido demostrar las supuestas glorias de la medida de moda en los colegios de todo el mundo. Tiene glamour, queda perfecta en las inauguraciones, alberga LA fuente de conocimiento de nuestra era, aparenta igualdad (la famosa “brecha digital”), permite fantasías futuristas. Pero lo cierto es que no hay datos sólidos que refrenden su eficacia. Algún estudio desperdigado y sobre cuestiones muy concretas. Según el profesor Larry Cuban, de la Universidad de Stanford, “no existen pruebas de que el uso habitual de multimedia, internet, procesadores de texto y otras famosas aplicaciones tenga algún impacto sobre el rendimiento académico”.

¿Tecnología negativa?

Poca sustancia estadística al otro lado del espectro: tampoco sabemos hasta qué punto pueden las nuevas tecnologías entorpercer el aprendizaje. A la hora de analizar su impacto, los investigadores topan con muestras aún demasiado escasas e iniciativas tan recientes que casi no permiten estudiar cómo han evolucionado los alumnos. A esto se suma la esencia misma de la informática, mutable y polivalente, con evoluciones continuas y flamantes herramientas cada mes.

Sí existen, por el contrario, escuelas como el Lincoln o el Matoaca que ya han reculado e infinidad de testimonios de docentes contra la invasión de las máquinas en su lugar de trabajo. Y reflexiones que invitan al desánimo por venir de quien vienen. Steve Jobs, el jefazo de Apple, uno de los gigantes de la industria, hablaba recientemente en estos términos: “Soy probablemente la persona del mundo que más ha apoyado la introducción de equipamiento informático en las escuelas, pero he llegado a la conclusión de que el problema con el que tratamos no puede aspirar a resolverlo la tecnología”.

Nuevo modelo productivo

Curiosamente, el otro supermagnate de la informática, Bill Gates (éste sí defensor de la escuela digital), se entrevistó la semana pasada con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Para charlar sobre proyectos solidarios, marcaba el programa, aunque Gates no desaprovechó la ocasión para aplaudir la Escuela 2.0 con la que el ejecutivo socialista aspira a sembrar las semillas de un nuevo modelo productivo. Todo apunta a que el multimillonario de la sonrisa beatífica participará de un modo u otro en los fastuosos planes del Ejecutivo, nada menos que 420.000 portátiles antes de septiembre.

A la vista de lo ocurrido en el último encuentro entre el ministro Ángel Gabilondo y los consejeros de las comunidades autónomas, se trata de un proyecto en pañales que el Gobierno deberá perfilar cuanto antes si quiere cumplir sus ambiciosos objetivos. Quedán aún muchas dudas por resolver. ¿Cómo se va a financiar? ¿Quién va a formar a los profesores? ¿De qué manera afectará al empleo de otros materiales didácticos? Y sobre todo: ¿servirá de algo?

Aprender con máquinas

La historia del medio cambiando el mensaje educativo viene de lejos. Ya en los años 50, cuando Estados Unidos convirtió la televisión en bien de consumo masivo, no faltaron profetas que anunciaron la llegada de una forma radicalmente distinta de concebir la enseñanza. Se contrataría a los mejores profesores para que emitieran sus lecciones a todo el país. Flora y fauna por vía catódica, demostraciones científicas, obras de teatro por doquier. La tele entró en el aula con más pena que gloria: los chavales vieron de pascuas a ramos un shakespeare en blanco y negro y quizá alguna emisión sobre protocolos de emergencia en caso de ataque nuclear.

Pasaron dos décadas y explotó el boom de los laboratorios de idiomas. Asépticos cubículos, fonética y gramática en uno, aprendizaje personalizado. Rápido, claro, sin distracciones. Un rollo tremendo: las clases de toda la vida con alumnos y profesor impusieron su ley social y hoy quedan pocos vestigios de magnetófonos y auriculares en las academias.

Ya en los 80, se dijo que el vídeo vendría a subsanar el gran inconveniente de la televisión: oferta rígida y decidida por instancias no educativas. Ahora el profesor podría elegir qué película, qué documental, según el momento y las dinámicas de la clase. Historias de superación en los entornos desfavorecidos, visionado de nouvelle vague para los privados hiper-élite. La cosa fue poco más allá de eso, pelis en la clase de Ética y esporádicas proyecciones de carácter científico.

El mundo de la informática pre-internet también tuvo sus incursiones didácticas; CD-Rom y juegos educativos en los 90, prestaciones Spectrum más modestas durante la década anterior.

Las revoluciones tecnológicas en la escuela han arrojado una única conclusión: aún está por demostrar que los cables y las pantallas puedan competir con un profesor armado de brillante oratoria, profundos conocimientos y pasión por su trabajo.

Portátiles para el Tercer Mundo: ¿idealismo lucrativo?

Mini-portátiles con conexión wifi en las polvorientas aulas de la sabana africana. Una virguería post-industrial como atajo para invertir las complejas dinámicas de la injusticia global. Nicholas Negroponte –hay quien piensa que un hábil comerciante con barniz de filántropo– pensó un día que en la lucha contra la pobreza pesaban más los supuestos beneficios del píxel que otras prioridades educativas quizá más acuciantes. Y hace tres años presentó a bombo y platillo el programa OLPC (One Laptop Per Child, Un portátil para cada alumno). Miles, millones de ventanas al universo digital en versión tercermundista (siete pulgadas) ante los ojos de alumnos obligados a sentarse en el suelo ante la ausencia de pupitres.

Por 100 dólares la unidad (luego el precio llegó a duplicarse), los estados podrían adquirir cuantos ordenadores quisieran (lote mínimo 15.000) a su particular organización mezcla de ONG y empresa high tech, que en breve recibió encargos de cuantía astronómica procedentes de varios países en vías de desarrollo. El utópico mercante se codeó con el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan, y la jet de la solidaridad global, tuvo rifirrafes con algunos de los capos del negocio (Microsoft o Intel) y sufrió demandas por supuestas infracciones en materia de patentes.

Negroponte no dudó en proponer la muerte del libro de texto si su supervivencia suponía un obstáculo para la implantación del OLPC. Llegó a decir que, en caso de que a los estados no les saliesen las cuentas, siempre se podía prescindir de los manuales clásicos y dejar paso al monopolio informático. Una disyuntiva que nunca nos planteamos en el mundo rico: en principio, nos quedamos con los dos. Él defendió que era viable construir una estructura educativa por el tejado cuando ni siquiera se habían comprado los más básicos cimientos.

Además de incontables problemas en la producción, distribución y funcionamiento del cachivache, el proyecto ha languidecido por la crisis y, claro está, porque no existe evidencia alguna de sus bondades pedagógicas. Lo que sí sabemos es que algunas mafias africanas comercian con los ordenadores como ya hacían con los uniformes escolares y el material didáctico tradicional. Aún existen bocetos o primeras fases en un buen puñado de países, pero parece que el OLPC se desinfla sin remedio. A principios de año ya tuvo que despedir a la mitad de su plantilla.

Padres en el banquillo

La noticia saltó hace unas semanas: un juez condenaba a un padre, que había instalado cámaras en el baño para comprobar si su hija era anoréxica, a cinco años sin ver a la menor y a otro de cárcel. La polémica no ha tardado en llegar: ¿hasta dónde se puede fiscalizar la acción de los padres?

Los medios de comunicación echaban humo cuando se confirmó la noticia: el Juzgado de lo Penal nº 3 de Lérida había condenado a un año de prisión y cinco de alejamiento a un padre por instalar una cámara en el baño con la que comprobar si su hija adolescente sufría anorexia o bulimia. El caso ha resultado, a la postre, algo más enrevesado, pero la polémica se mantiene. Además, la sentencia llega meses después de otra polémica judicial familiar, en este caso con una madre y un hijo como protagonistas: en Jaén, una madre fue condenada a 45 días de prisión y un año de alejamiento por haber propinado una bofetada a su hijo, al reñirle por no hacer los deberes del colegio. Los casos son distintos, pero mantienen una cuestión común de fondo: ¿hasta dónde puede interferir la Justicia en el ámbito paterno-filial?

José Luis Requero, magistrado de la Audiencia Nacional, ex vocal del Consejo General del Poder Judicial y padre de diez hijos, prefiere ser cauto respecto al caso de Lérida: “Creo que hay que ser muy prudentes a la hora de valorar estos hechos. Primero, es necesario conocerlos a fondo, leer la sentencia y conocer las circunstancias de esa familia y cómo se ha llegado a esa situación. De lo que sale en la prensa se deducen antecedentes no muy positivos: familia rota, el padre realizaba actos de exhibicionismo, el abuelo realizaba tocamientos a la hija… hechos por los que han sido procesados; luego podría darse el caso de que las grabaciones no fueran tan bienintencionadas”.

Aunque convenga, por tanto, valorar con cautela este caso, lo llamativo es que parece que llueve sobre mojado, al recordar la condena a la madre de Jaén. Y aquí Requero sí que habla con rotundidad: “Ese asunto era distinto. Tras leer las sentencias se deducía que no había ánimo alguno de maltratar, y se advertían incongruencias, dicho con todos los respetos. Por ejemplo, tras decir que no se trata de que los tribunales digan a los padres cómo deben educar a los hijos, sí que se daban máximas educativas”. Y no sólo eso, sino que “es excesivo que, tras derogar del Código Civil el llamado ‘poder de corrección’, se deduzca ni más ni menos que todo castigo físico, incluso el cachete, sea identificable con el maltrato”. ¿Solución? “Con sentido común, los límites del poder de corrección son fácilmente deducibles, lo malo es que se pierda la sensatez”, dice Requero. Un sentido común que pasa, claro, por que los padres sean los primeros buenos educadores de los hijos, con las menores interferencias externas posibles.

Papel de la justicia

Ahora bien: cuando un conflicto entre padres e hijos llega a los juzgados, ¿qué debe hacer la Justicia? Requero lo tiene claro: “Mal van las cosas si los tribunales se hacen presentes en la vida familiar. Si esto ocurre, es que en la familia no hay autoridad ni respeto. Como no se solucionan los problemas es agilizando los trámites para la disolución de la familia, o acelerando el divorcio, porque eso da por sentado que la ruptura es la solución, cuando antes hay que ver qué puede y qué debe hacerse para salvar ese matrimonio, que es como decir salvar la base de la familia. En estas situaciones es cuando la mediación familiar puede surtir efecto, entendida siempre no como una ‘negociación’ entre abogados para pactar la ruptura del enlace, sino para salvar la familia y el matrimonio”.

El padre, ¿bajo sospecha?

Un tipo de asociación de nueva creación en España es el de las plataformas de padres que reivindican su derecho a la paternidad. El motivo es que en la mayoría de los casos ellos son los grandes perjudicados, especialmente si hay separación. La figura paterna parece estar bajo sospecha. Así, estos días ha surgido en distintos foros una misma duda respecto al caso de Lérida: ¿qué habría pasado si la cámara la hubiera instalado la madre? José Luis Requero hace una valoración del papel del padre, avalado por ser educador de diez hijos: “La figura del padre no luce con la autoridad con que debería, y lo cierto es que muchos padres no saben ejercer de tales. Pero su figura es esencial, como la de la madre. Esto es una obviedad, pero es que la educación de los hijos necesita esa complementariedad. El padre tiene que aportar lo específico: ejemplo, cariño hacia la madre, saber oír, saber decir que no”.

Un verano diferente

Nos pasamos todo el año deseando que lleguen las vacaciones y según se van acercando nos preguntamos qué podemos hacer para que este año sea distinto, algo que realmente nos ayude a desconectar de la rutina y no se quede en uno de esos veranos fácilmente condensable en un puñado de fotos. Ahora quizás sea el momento de hacerte la pregunta: ¿qué es lo que esperas de tus vacaciones? La mayoría responde: “tener tiempo para mí”, y los menos egoístas quizás añadan “y para los míos”. Sin embargo, pocos se plantean lo que supondría para ellos y sus familias dedicar ese tiempo a hacer algo por los demás y que eso precisamente haría que este verano fuera diferente: gente inolvidable, realidades que dejan huella…

Son pocos, es cierto, pero cada vez más los que tienen la iniciativa de acercarse a una ONG para averiguar qué podrían hacer para sentirse útiles ante tanta injusticia. “Casi todo el mundo que se acerca a la ONG lo primero que te dice es que quiere ayudar, pero no se puede hacer mucho en 20 días y lo que realmente ocurre es que la balanza se inclina a favor del voluntario. Todos partimos de la voluntad solidaria, pero lo que van a hacer es una experiencia intercultural, pues para producir un cambio real en la situación de un lugar debe haber un mismo grupo en un mismo sitio y con una misma línea de acción”, explica Ana Eseverri, directora del Departamento de Proyectos de la Asociación para la Integración y Progreso de las Culturas Pandora.

Aún así, muchas ONG han sabido aprovechar esta voluntad de ayudar ‘cuando se tiene tiempo’ con iniciativas pensadas para las vacaciones como pueden ser viajes de turismo solidario y responsable, acogida de niños en familias o proyectos concretos como la sensibilización medioambiental en las cataratas de Ouzoud (Marruecos), la reparación de un centro educativo en Chortí (Guatemala), la construcción de estufas ahorradoras de leña o de cisternas para almacenar agua de lluvia en Araguero (México)…

“La experiencia nos ha servido para saber que cuanto más personalizado sea un proyecto, mejor sale”, explica Ana. Dentro de estas iniciativas, sin embargo, conviene diferenciar entre el turismo solidario –basado en la justicia socioeconómica y el respeto al medio ambiente y la cultura– y los microproyectos ya mencionados.

Donde comen dos…

Otra manera de dedicar tu veraneo en familia a alguien más sin necesidad de grandes costes es recibir en tu casa y en tus planes de vacaciones a un niño saharaui o de Chernóbil, pues su salud te lo agradecerá el resto del año.

Vacaciones en paz: se trata de un programa de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui ( www.amigosdelpueblosaharaui.org ) para acoger a un niño de 7 a 12 años desde finales de junio a finales de agosto, cuando se pueden superar los 50º en su país, dándoles la oportunidad de mejorar su alimentación y su salud con revisiones médicas. Se puede dejar al niño en campamentos de verano y luego llevárselo a la playa o al pueblo; cada uno se organiza a su manera avisando del destino y sin salir de España.

• Carencias nutritivas: Asistencia a la Infancia es una asociación que trabaja con orfanatos –donde vive la mayoría–y familias de Chernóbil para mejorar las condiciones de vida de los niños, su alimentación y su educación con acogidas temporales. En su web ( www.alainfancia.org ) hay disponible un Código Ético para las Familias Acogedoras. El programa Cigüeña de la asociación cordobesa Miguel Vacas ( www.abmiguelvacas.org ) gestiona la acogida de niños de Kiev, que llegan muy delgados y con retraso de crecimiento. Familias Solidarias con el Pueblo Bieloruso ( www.familiassolidarias.org ) se encarga de las vacaciones en España de un máximo de 300 niños de Moguilev.

Turismo solidario

• El viaje parte de una necesidad local.
• Se convive y se comparte con los habitantes.

• Consumo de productos locales.
• El programa comienza antes del viaje con acciones solidarias y de formación, se desarrolla durante y después del regreso dependiendo de la implicación de cada persona.
• Reparto equitativo de los ingresos (sabemos dónde va nuestro dinero).

Acogida familiar

• Es un régimen de acogida sin posible adopción, pues su familia está en campamentos de refugiados.
• Se deben respetar las normas de casa, pero hay que ser respetuosos con sus diferencias y comprensivos durante su adaptación.
• Los niños de Vacaciones en paz suelen repetir familia y ésta puede visitar después el campamento. Para apuntarse sólo se precisan fotocopias del DNI y de la tarjeta sanitaria y original del padrón.

Microproyectos

Duran unos 21 días y son flexibles. En la charla a la que asistimos comprobamos que los proyectos eran bastante adaptables al tiempo disponible o a peticiones como la de un joven que quería ir con sus padres a Mali. En este caso, consiguieron organizarse entre todos para que los padres fueran a un taller infantil, mientras que su hijo iba a montar un centro multimedia para ciegos. El interés es lo fundamental, lo demás se puede hablar. www.aipc-pandora.org

“Los padres no se dan cuenta de la importancia que tienen como grupo”

Víctor Pérez-Díaz es catedrático de Sociología en la UCM y director-fundador de Analistas Socio-Políticos (ASP), gabinete de estudios que lleva publicando desde hace años diversos estudios sobre educación. Los dos últimos son una encuesta a profesores y otra a padres, de la que ya les dimos cuenta en el último número. Hoy nos cuenta algo más de este estudio.

P. Esta encuesta se aleja mucho de los patrones habituales.
R. ¿En qué sentido?

P. Pregunta cosas que otras no miden, y le da mucha importancia a lo que la gente hace, y no a lo que la gente es y no puede cambiar.
R. Sí, esa es la orientación general. Los padres tienen un compromiso tremendo con la educación de los hijos. Siempre se habla de que son los responsables, pero eso es un lugar común del que no se sacan consecuencias. Lo que hemos hecho es preguntar por cómo ejercitan esa responsabilidad, y en qué medida eso es relevante. Queda bastante claro que hay cosas que son previas, como la carga genética o el nivel de estudios, que son relevantes. Pero los padres hacen muchas cosas: para empezar, se preocupan de llevar a sus hijos a la escuela antes o después, que es un tema que abre debates que no están claros. Por ejemplo, no es tan seguro que haya que escolarizarlos a los dos años.

P. En eso coincide con los datos de la OCDE…
R. Esto es importante, es una llamada de atención contra lo políticamente correcto. Cuidado. Yo me tomo eso en serio: me interesa mucho la cultura moral que los padres pueden transmitir. Si no la tienen, a lo mejor hay que escolarizarlos cuanto antes, pero si la tienen, será mejor que estén con ellos.

P. Parece razonable.
R. Segundo, la idea de que le dan vueltas para decidir a qué colegio lo llevan. A pesar de que este sistema no favorece mucho la elección, es muy frecuente que los padres se informen de varios, y eso es un dato que correlaciona favorablemente con los resultados de los hijos. Se ve que es un indicador interesante de preocupación por los estudios.

P. Sí es interesante.
R. Los padres también expresan interés por un tema tabú: el cheque escolar. Tabú porque la profesión no quiere discutirlo, porque la clase política –dominada por gentes “hiperprudentes”, por no llamarlas pusilánimes– tampoco, y porque hay unas organizaciones profesionales a las que se les han cruzado los cables, y en lugar de tener una lectura abierta y razonada, la tienen tosca y sin elaborar.
Cuando se les pregunta a los padres, hay un incremento por el interés por el cheque escolar a lo largo de los años, y eso en un país en el que los partidos políticos, las asociaciones profesionales y los medios de comunicación se han puesto de acuerdo para no hablar del tema. Pero la verdad es que estos cheques existen. Y hay dos tercios de los padres interesados en ellos.

P. Parecen muchos.
R. Un problema interesante es que “los padres” son un agregado desagregado y disperso que, como se decía antes, no tienen “conciencia de sí”, no tienen el mecanismo de reflexividad que les haga darse cuenta de la importancia que tienen y de cómo piensan ellos mismos.

P. Hablábamos de cómo se implican en la educación de sus hijos.
R. Cuando llega el momento de ocuparse de su educación, la evidencia es desbordante: se implican todo lo que pueden. Y la encuesta indica que el que se impliquen es bueno para los resultados escolares de sus hijos. Hay una implicación real: la buena noticia es que los padres están por la labor y que eso funciona. Luego viene otra noticia más compleja: ¿participan mucho en el funcionamiento de los colegios? No mucho. ¿Están enterados de cómo funcionan los centros? No mucho. ¿Los colegios hacen algo para facilitarlo? Casi nada. Por lo tanto, aquí hay un desencuentro, un problema, que unos y otros deberían plantearse.

P. Los profesores siempre se quejan de que los padres sólo quieren que sus hijos aprueben, pero muchos quieren que el colegio exija.
R. Ahí entramos en un terreno más complejo, que es lo que los padres tienen en la cabeza con respecto a lo que quieren para la educación de sus hijos, porque no lo tienen claro. Tienen un nivel de exigencia modesto (más en España que en otros países), fácilmente dicen algo así como “quiero que mis hijos estén a gusto allí, se adapten y aprendan a vivir juntos”. Eso sugiere una ambición corta y unos padres sin mucho criterio ni ambición. Si los padres quieren ser así, que lo sean, pero que sepan que en otros países son más exigentes, y que ellos mismos podrían revisar su planteamiento.
Además, no estamos muy seguros de que tengan una percepción del sistema educativo que tienen y a dónde les conduce. Por ejemplo, se imaginan que sus hijos irán a la universidad en una proporción mucho mayor de lo que luego ocurre en realidad, tienen una visión poco realista. Los padres tienen una buena impresión, grosso modo, de la educación que reciben sus hijos, mejor que la de los profesores, que son más autoexigentes en este punto. Siendo padres no muy educados, tienen un nivel de exigencia bajo con el sistema educativo, eso es como es. Por eso también una clase política poco educada tiene un nivel de exigencia poco alto, lo que lleva a una deriva del país en su conjunto. Y eso hay que decirlo.

P. ¿Nuestro país puede permitirse un 30% de fracaso escolar?
R. El país ha vivido con esto durante mucho tiempo, y ser un país medio no es una tragedia. El problema está en con qué nivel de exigencia se mida. Si quieres un nivel que tenga lo que ahora estos políticos que tenemos por aquí llaman el cambio del modelo de crecimiento, pues olvídalo. Para eso necesitas un sistema educativo muy exigente. Pero si tu sistema económico es de poco valor añadido, de bienes y servicios de calidad modesta, de mucha importación, etc., bueno, se puede vivir con eso. Vale para países medianos. Si quieres otra cosa, pues no.

¿Quién cura a mi hijo en el colegio?

Los peligros que acechan la salud de los niños en el colegio sostienen el debate del enfermero escolar. ¿Basta con un botiquín y formación en primeros auxilios o debe haber un profesional específico?

“¿Un enfermero escolar? Hasta ahora nunca me lo había planteado. Confío en el buen criterio del colegio; después de tantos años y con tantos niños, creo que tendrán todo previsto”. Mónica tiene una niña de cuatro años. Aunque su pequeña Ángela padece algún problema leve de asma, siempre ha tratado el tema con naturalidad. Se fía de los profesionales: con grandes esfuerzos y privándose de muchos caprichos, ha conseguido que su hija acuda al mismo colegio al que fue ella, un centro de reconocido prestigio. Y realmente nunca ha pasado nada. Sin embargo, no todos los padres tienen esa misma relación de confianza con los centros educativos. Desde hace algún tiempo, el debate sobre la figura del enfermero escolar ha ido ganando peso en la escena educativa.

Por supuesto, nadie renunciaría a una seguridad extra para sus hijos: “Supongo que, ahora que me lo estoy planteando, sí, me daría mayor seguridad”, reconoce Mónica. Pero, ¿hasta qué punto la presencia de un especialista en cada colegio es una necesidad real?

Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología y Pedagogía y profesor de la Universidad Complutense, lo tiene claro: “Me parece fundamental, dado que su trabajo en el seno de un equipo interdisciplinar permitiría promover la educación para la salud en unas edades infantiles en que es esencial adquirir informaciones, actitudes, valores y hábitos que permitan llevar un estilo de vida saludable”.

Desde su posición de miembro de la Asociación Española de Salud Escolar y Universitaria, que entre otras cosas forma a diplomados en Enfermería para trabajar en la escuela, Martínez-Otero cree que “cada vez hay más conciencia, pero todavía es largo el camino que se ha de recorrer hasta impulsar genuinamente la salud desde las escuelas”.

En este sentido, la asociación Enfermería en Salud Escolar (ENSE) denuncia que en España sólo hay enfermeros escolares en los Colegios Específicos de Educación Especial –y no en todas las comunidades– y en algunos privados. Valentín Martínez-Otero sabe que “desde luego, los profesionales de la enfermería no son la panacea, pero su labor en entornos escolares ayudaría a prevenir, reducir o solucionar problemas: accidentes, consumo y abuso de drogas, dieta inadecuada, sedentarismo, conductas sexuales de riesgo, etcétera”.

Para él, el enfermero escolar, si se lo contempla desde una perspectiva integral, no se ha de considerar un gasto, sino una inversión, ya que “la prevención de muchos problemas de salud realmente aliviaría las cuentas”. Por supuesto, la teoría no presenta ningún obstáculo, pero la realidad de quienes tienen que hacer cuentas para llegar a final de mes habla por boca de Mónica. Cuando se le pregunta si sería un gasto excesivo no se limita al discurso políticamente correcto y matiza: “Depende de la cantidad de niños del colegio. Y también de si es privado, concertado o público. En el primer caso, es otra carga más para los padres, y en el último, creo que no tendría coste para los padres pero sí para el contribuyente”.

Otra cuestión es la de los Colegios de Educación Especial. Aunque no es su caso, Mónica, solidaria, reconoce que ahí sí que es necesaria la presencia de un enfermero. Martínez-Otero admite que en esos centros “acaso se advierta más la conexión entre las funciones de los diplomados en Enfermería y los escolares”, pero cree que se debe ir más allá: “Dichos profesionales son necesarios en todo tipo de colegios”.

Botiquín escolar

El rival del enfermero escolar es un viejo conocido de los colegios: el botiquín. Todos los centros educativos deben tener al menos uno, con los materiales necesarios para que alguno de los docentes con conocimientos de primeros auxilios realice una primera cura y prepare la evacuación del niño al centro hospitalario más cercano. Botiquín, profesores y un teléfono de emergencia bien localizado. Un circuito de seguridad cuya puesta al día aseguran las inspecciones regulares de los expertos de las administraciones públicas. ¿Basta con eso?

Así lo cree Mónica, por ejemplo: le parece suficiente para resolver alguna urgencia en el colegio de su hija. Pero el doctor Valentín Martínez-Otero va más allá: “Es cierto que el impulso de la educación de la salud exige ciertos recursos sanitarios, pero pasa sobre todo por la creación de un ambiente físico y psicosocial apropiado en el que se desplieguen habilidades personales, y esto reclama la presencia de profesionales, entre ellos los enfermeros”.

Martínez-Otero se refiere a la creación en el alumnado de una conciencia en materia de salud: buenos hábitos alimentarios, conocimiento de los peligros de determinadas sustancias y comportamientos… Habrá quien piense que esa misión corresponde a los padres, que deberían asesorarse al respecto y prestar especial atención a la comunicación con sus hijos también en este apartado. Se podría objetar que la ayuda de un profesional nunca vendrá mal, al contrario. ¿Fomento de la hipocondría o lógica responsabilidad? ¿Gasto excesivo o inversión en un activo tan importante como la salud? El debate está servido.

Accede al proyecto de ENSE pinchando aquí.

Desconectar sin perder la cabeza

Los escolares españoles tienen una media de más de dos meses de vacaciones. Para ellos, el verano es sinónimo de diversión, estar con los amigos y no tener preocupaciones. Pero para los padres, comienza ahora la búsqueda de la mejor solución para ocupar todo este tiempo libre.

Según el informe Organización del tiempo escolar en Europa, publicado por la Comisión Europea (ec.europa.eu/index_es.htm), España tiene uno de los períodos vacacionales más largos del continente: doce semanas y tres días, sólo superada por Italia. Después de tantos meses de rutina escolar, con deberes y actividades extraescolares, la mayoría de los niños afronta las vacaciones con el único objetivo de disfrutar, divertirse y desconectar. Sin embargo, los padres también queremos que sea un tiempo de provecho. Por eso, el portal Entre Padres de EducaRed (www.educared.net/entrepadres) dedica un especial este mes a las vacaciones útiles y al abanico de actividades veraniegas. Y es que afortunadamente, hoy en día, disponemos de una oferta más que variada.

Vacaciones útiles

Tanto lúdicas como educativas, a gusto de todos y para todos los bolsillos, las actividades veraniegas van desde las típicas colonias o campamentos, que permiten a los niños divertirse al aire libre, hacer amistades con otros niños de su edad, entrar en contacto con la naturaleza o iniciarse en la práctica de algún deporte, hasta las estancias en el extranjero, cada vez más solicitadas por los padres y que son una buena opción para aprender y mejorar idiomas.

A los padres nos preocupa que todo lo aprendido durante el curso escolar se olvide durante este período de vacaciones y, aunque es aconsejable que nuestros hijos aprovechen estos dos meses para realizar actividades más creativas, no podemos olvidar que un rato de repaso de lo aprendido o un buen libro nunca están de más. En este sentido, en los últimos tiempos se ha puesto de moda el concepto de ‘vacaciones útiles’, ligado al desarrollo de nuevas habilidades mediante cursos o talleres. La idea es que los niños aprendan y desarrollen valores afectivos, sociales o físicos mientras juegan.

En plena era de las telecomunicaciones, las vacaciones son asimismo un momento apropiado para aprender a utilizar internet como herramienta educativa. Para ello, os recomendamos los recursos educativos del portal EducaRed (www.educared.net), donde encontraréis servicios como la Escuela de Nuevas Tecnologías.

Otra opción recurrente es dejar a nuestros hijos con los abuelos mientras trabajamos. Esta posibilidad permite estrechar los lazos entre ellos; eso sí, sin llegar a abusar del llamado ‘abuelo canguro’.

INTERNET EN LA EDUCACIÓN ESCOLAR ESPAÑOLA

La escuela española está cada vez mejor equipada en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), aunque aún debe hacer un uso más pedagógico de estas herramientas, según un estudio de Fundación Telefónica que el ministro de Educación Ángel Gabilondo presentó la semana pasada. Del informe La integración de internet en la educación escolar española, que se puede descargar en su versión online en www.fundacion.telefonica.com/debateyconocimiento y se ha realizado a partir de una encuesta a más de 18.000 alumnos, profesores y directores sobre el uso de las TIC en el aula, se desprende que más del 70% de los docentes utiliza estas tecnologías en clase y un 26’4% lo hace semanalmente. Asimismo, el estudio manifiesta que los propios profesores y alumnos cuentan con un dominio instrumental de las TIC más que aceptable y por encima de la media de los ciudadanos españoles. Por su parte, los centros educativos poseen una dotación de recursos TIC –especialmente ordenadores, con una ratio de 7,58 alumnos por ordenador en Primaria y 7,45 en ESO– próxima a la media europea. Además, uno de cada cuatro centros emplea internet con frecuencia, sin embargo aún no se ha dado el salto para usarlo en actividades colaborativas o de participación de los padres.