Un figura en casa

Que tu hijo juegue al fútbol como Ronaldinho o pueda convertirse en el próximo Gasol suena maravilloso. Eso si sabes cómo dirigir sus pasos y organizar su tiempo y su formación convenientemente.

Autor: Sergio SÁNCHEZ

Imagina por un momento que ese sueño que tuvo cuando supo que iba a ser padre se convierte en realidad y que su hijo resulta tener un talento oculto. Suele traer los zapatos rotos por la puntera y la camisa arrugada por los agarrones de los compañeros. Algo después comienza a despuntar en el equipo del colegio. Una temporada excelente en el club local y un ojeador que le pide el teléfono al entrenador. Una llamada y comienza una historia diferente a la que pocos padres están acostumbrados.

En los Estatutos y Normativas de la Federación y en la Ley Española del Deporte se recoge explícitamente la irregularidad que supone proporcionar beneficios económicos a las familias como medida persuasiva para adquirir los derechos de la tutela futbolística de los chavales. Se entiende por esa tutela el derecho de traspasar o mantener al jugador menor de edad dentro de los clubes, y con ello asegurarse no sólo la preparación más adecuada, sino su debut profesional, así como una posible venta después a otro club.

Una práctica habitual

Sin embargo, comprobamos que es una práctica muy habitual que los clubes negocien con las familias honorarios más o menos enmascarados. Como nos cuenta Pedro de Felipe, representante de jugadores, puede hacerse en forma de ayudas para estudios o manutención: “Es lo que yo llamo el ‘Caballo de Troya’. Parece muy bonito por fuera, pero luego pueden existir engaños”. La proposición se le ofrece a los padres. Ellos, como representantes ante la ley de los niños, son quienes firman esas ‘ayudas’.

El asunto es como sigue: un equipo coge un chaval con 11 años. Promete. Lo une a sus equipos de fútbol base pagándole la manutención, los estudios y el material deportivo, junto con una pequeña ayuda mensual para transporte, unos 500 euros. A los 18 años sale Iniesta, Messi o Agüero. 24 millones de euros por traspaso que el club se lleva íntegros al ser de su ‘propiedad’. Un solo jugador de estas características consigue saldar la ‘deuda’ del 84% de los futbolistas de las categorías inferiores que nunca llegarán a ser profesionales. Un buen negocio para los clubes y para los representantes. Para los niños que llegan a ser estrellas, sin duda también. Pero hay un buen número de ellos que se quedan en el camino. Los chavales, de esta manera, entran en una cadena en la que la opinión de los adultos está por encima de muchas de las prioridades que los expertos en educación y desarrollo consideran esenciales, como la estabilidad y un entorno en el que se prime por la educación integral.

En manos del experto

Nos pusimos en contacto con la oficina del Defensor del Menor para conocer la opinión de un experto en la materia y allí conocimos a José Antonio Luengo, Secretario General del Defensor del Menor y psicólogo deportivo de las categorías inferiores del Getafe CF.

Según él, “Como en Fuenteovejuna, es un poco culpa de todos, pero la familia es quien tiene la última palabra. Los padres de los chicos que reciben la tentación del fútbol tienen varias alternativas: seguir apostando por la educación integral del chaval complementada por la aparición del deporte digamos de una manera más comprometida, o pueden perder un poco los papeles, vestir al niño de lagarterana si hace falta y pensar que el chaval va a llegar a ser el mejor del mundo. El problema mayor viene cuando son los padres los que priorizan el futuro deportivo de sus hijos por encima de todas las cosas, y esto con chicos de muy corta edad”. 

Si la opción es la de que sea deportista, hay que tener en cuenta algunos aspectos. Como vemos, no es sencillo asumir la responsabilidad de dotar a tu hijo de un ‘empleo’ a corta edad. Varios son los riesgos desde el punto de vista del padre. El primero, pensar que el niño no se está esforzando al realizar una práctica que a él le gusta. “Un deporte de elite”, nos comenta María José Ordóñez, psicólogo, “exige un esfuerzo al que el niño puede no estar acostumbrado, tanto en uso del tiempo como en el cese de otras actividades propias de su edad”.


DECÁLOGO VÍA AL ÉXITO

1- Prepárale para el exíto: los deportistas de elite son superdotados de alguna manera y por eso es importante que el niño se sitúe en su entorno.

2 -. . . y para el fracaso: un niño mal preparado psicológicamente puede sufrir depresión y obsesiones si fracasa. Hay que hacerle ver que perder es una parte de la vida igual a la que supone ganar.

3 – Abajo esos humos: el niño puede creerse superior o hacerse mayor antes de tiempo. No conviene que se sienta más que nadie.

4 – Que no se convierta en un consentido: el ‘mini deportista’ puede utilizar su esfuerzo para ‘conseguir rebajas’. Es necesario establecer normas que le igualen con los demás niños.

5 – Busca apoyos: sus profesores, su pedagogo en el colegio, su entrenador… Hay personas que pueden echarle una mano en esta situación.

6 -Que no se obsesione: la capacidad de superación es importante siempre y cuando no se convierta en obsesión.

7 – La gallina de los huevos de oro: tu hijo podría ganar dinero a corta edad y en abundancia. Ese flujo económico debe ser enfocado en su vida con mucha responsabilidad.

8 – Está en edad escolar: es difícil compaginar estudios, aficiones y obligaciones deportivas, pero es necesario.

9 – Relaciónale: deja que tenga novia y un grupo de amigos nutrido. Su mundo podría verse reducido al deporte, y si fracasa necesitará un grupo de apoyo.

10 – Comunicación: con sus   hermanos, su entorno, el resto de la familia. Que no se aísle.

En busca de colegios más sanos con EducaSalud

En un mundo en el que más del 90% de la mortalidad precoz está relacionada con el estilo de vida, nace un nuevo portal, EducaSalud (en www.educared.net/educasalud), que trabaja desde la red de redes en la promoción de los hábitos saludables en las escuelas con un objetivo final: que padres, educadores y alumnos se conviertan en agentes de salud, medio ambiente, higiene e incluso justicia social.

Autor: Zaida Pérez de Aranda

Ante la necesidad de contar con un espacio que aborde específicamente la educación para la salud, acaba de nacer EducaSalud (www.educared.net/educasalud), un portal abierto a la colaboración de todos que pretende crear hábitos saludables entre los alumnos y en la comunidad educativa en general..
Así, este sitio web, perteneciente al programa EducaRed, aborda las áreas de alimentación, comportamiento, sexualidad y afectividad, salud del alumno, deportes, juegos y hábitos saludables, entre otras. Todo ello con un marcado carácter formativo y también de actualidad.
Pero como la salud va mas allá de un conjunto de normas y hábitos, EducaSalud abarca también cuestiones como el medio ambiente, la educación en valores y la justicia social. Se trata de que las escuelas se conviertan en espacios que generen salud y que, a través de ellas, padres, educadores y alumnos se conviertan en agentes de salud que transmitan e impregnen con su mensaje a toda la sociedad. Para ello se ofrecen materiales docentes y se promueven acciones en la escuela.

OBESIDAD INFANTIL

Consejos, enlaces interesantes, foros de opinión, un tablón de anuncios, noticias y temas tratados en profundidad es lo que podemos encontrar en la sección dedicada a la alimentación dentro de EducaSalud. De hecho, éste es un buen sitio para informarse de temas tan de actualidad como la obesidad infantil o de trastornos alimenticios como la bulimia y la anorexia.
La obesidad infantil se ha convertido ya en toda una epidemia de los paises industrializados, que ha crecido como una bola de nieve y que, según las previsiones para los próximos años, será imparable, con graves consecuencias como la aparición de enfermedades exclusivas de los adultos hasta hace sólo unos años, y su relación cada vez más estrecha con la muerte prematura y diversos tipos de cáncer. Además, no hay que olvidar que las personas afectadas por obesidad o sobrepeso son, a menudo, víctimas de estigmatización y discriminación social a todas las edades.
Lo cierto es que la herencia es algo que no podemos modificar, pero nuestra forma de vida puede influir positiva o negativamente en su comportamiento. Los genes no son una condena del destino, la obesidad se puede prevenir o controlar con una combinación de dieta, actividad física y medicamentos. En muy contadas ocasiones, las personas sufren mutaciones en genes individuales que resultan en una obesidad severa que se inicia en la infancia. El estudio de estos individuos ofrece conocimientos sobre los complejos mecanismos que regulan la ingesta y el gasto de energía. Pero la prevención sigue siendo el mejor frente de acción contra la obesidad.

PROBLEMAS DE VOZ

Dejando a un lado la alimentación, el portal EducaSalud también ofrece otros temas de interés para padres y profesores, como que el 40% de los niños en edad escolar y hasta un 22% de sus docentes padece algún tipo de problema en la voz, según la Sociedad Española de Otorrinolaringología (Seorl). En el niño, como en el adulto, este problema puede ser ocasionado por una alteración anatómica de la laringe o por una disfunción entre los diferentes órganos fonatorios. En ellos la patología más frecuente (50 a 80%) son los nódulos.
También los padres y profesores navegantes pueden hacer uso de un canal dedicado a los primeros auxilios, con consejos sobre lo que debe contener un botiquín de urgencia, qué hacer ante una intoxicación o cómo reaccionar ante una urgencia por consumo de drogas, entre otros.

IMPLANTE COCLEAR

Otro aspecto en el que se profundiza desde esta web tan saludable es el del implante coclear (IC). En torno a 150-300 niños y 250 adultos necesitan un implante coclear cada año para recuperar su capacidad auditiva. Sin embargo, la tasa de implantación en nuestro país sigue siendo baja, en torno al 70%.
Los mejores resultados se obtienen en niños nacidos con una pérdida de audición severa –sordera prelocutiva–, donde el IC tiene una efectividad del 95%. Este problema afecta a 1 de cada 1.000 recién nacidos en España, y es importante evaluar cuanto antes la posibilidad de un IC. Diversos estudios han comprobado que si la intervención se realiza antes de los dos años el desarrollo del lenguaje es el mismo que el de un niño sin problemas de audición, sin necesidad de aprender el lenguaje de signos ni leer los labios.
Diabetes, piojos, fobias, ansiedad, depresiones, adicciones, problemas de la piel como el acné o la dermatitis, gastroenteritis o vacunas  son sólo algunos de los otros temas que se pueden encontrar y sobre los que se puede opinar en EducaSalud.


               El asma, principal causa de ausencia escolar, afecta hasta al 12% de niños


El portal EducaSalud cuenta con una interesante sección dedicada a novedades y noticias, donde aparece destacada este mes el asma, enfermedad que es la principal causa de ausencia escolar y afecta hasta al 12% de los niños. Lo cierto es que su incidencia aumenta cada año y que, con la llegada de la primavera, se incrementa el número de casos de asma alérgica, debido a alérgenos como el polen.

Según el doctor Julio Ancochea, presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), “el asma es una enfermedad muy frecuente cuya prevalencia se ha incrementado debido al estilo de vida actual de las sociedades occidentales. Sin embargo, es una enfermedad infradiagnosticada; es decir, hay muchos asmáticos que desconocen que la padecen y relacionan sus síntomas con otras muchas causas como alergia, catarros, ansiedad…”

De hecho, existen falsas creencias, como confundir el asma con una simple alergia o pensar que el asma provoca sólo ahogos y no tos u opresión en el pecho.

Según un estudio realizado por la Fundación AstraZéneca, 2 de cada 5 asmáticos padecen síntomas diarios (tos y dificultad para respirar) de la enfermedad. No obstante, la mayoría de estos pacientes piensa erróneamente que controla su asma.

El tratamiento debe ser individualizado para cada paciente, ya que, de ser así, el asma se puede controlar totalmente y, en la mayoría de los casos, el paciente lleva una vida completamente normal. Ahora bien, los pacientes asmáticos demandan tratamientos más simples y menos agresivos, que les permitan tener una mejor calidad de vida. Y es que, según afirma la presidenta de la Asociación de Asmáticos Madrileños (Asma Madrid), Genoveva Villar, muchos de los medicamentos que toman tienen efectos secundarios graves.

Más información en www.educared.net/educasalud/info/info_noticias.asp?idn=2521.

No olvides que eres su espejo

Los niños hacen lo que ven hacer. El primer aprendizaje del niño, el inmediato, el espontáneo, es por imitación. De ahí la importancia de que lo que los niños vean hacer sea algo digno, con categoría.

Autor: RAFAEL GÓMEZ PÉREZ


Los niños aprenden por imitación. Que se sepa, fue Aristóteles el primero que lo dejó escrito. En su Poética dice así: “El imitar es connatural al hombre desde la niñez, y se diferencia de los demás animales en que es muy inclinado a la imitación y por la imitación adquiere sus primeros conocimientos”.

En algunas pinturas rupestres, de unos treinta mil años de antigüedad, se ve a veces la impronta de una pequeña mano. A mí me gusta imaginarme que un niño o una niña, hijos del artista paleolítico, al ver a su padre pintar, quisieron hacer lo mismo.

Son varios los ámbitos de la imitación y van cambiando con la edad. Primero, la familia; después, la escuela. Después, de forma creciente, el grupo de amigos. Y el cuarto ámbito, que es moderno por su intensidad, es el electrónico: televisión, videojuegos, internet.

Esencial es, como se sabe desde siempre, el ámbito de la familia. Ahí se adquieren o no las principales pautas que, de algún modo, permanecen siempre.
Lo que más se imita es “lo que entra por los ojos”, ya que la vista es el sentido principal. Y a quienes más se imita es a los padres.

Primera conclusión: los padres han de cuidar no hacer a la vista de los hijos lo que podría no ser conveniente para ellos, porque no lo entendieran o porque les sugiriese una mala imitación.

COSAS QUE SÍ Y QUE NO

¿Hace falta dar ejemplos? No discutir; no dirigirse palabras ofensivas; no hacer excesivas demostraciones de  caricias; no mostrar una preferencia por alguno de los hijos; no perder el tiempo. Y algo que puede parecer trivial pero que es esencial en cualquier hogar: no dejar las cosas por medio; por ejemplo, al quitarse la ropa. Conozco un caso patológico de alguien que, con casi diecinueve años, va dejando un reguero de ropa en el suelo desde su cuarto hasta el cuarto de baño, cuando va a ducharse. Está bien documentado que es una copia, aunque corregida y aumentada, de lo que hacía su padre…
O bien ejemplos en positivo: estar atareados; leer; saber apagar el televisor después de ver el programa que interesaba; ayudarse el uno al otro en la cocina y tareas de la casa, en el cuidado de los hijos; saber prescindir de algo que gusta, a favor de los demás…

La coherencia es muy importante: si los hijos, desde muy pequeños,  ven que los mayores no acaban nunca de recoger la cocina, que a veces se quedan cacharros sucios horas enteras, no se les podrá decir que recojan los juguetes…
Es importante alimentar estos hábitos buenos desde que los niños son pequeños; parece que no se fijan, que aún no entienden, pero se dan cuenta de todo, a su modo, y lo guardan en su experiencia.
Hablaba de estas cosas con un amigo, psicólogo profesional, uno de los que saben combinar (lo que no es corriente) la preparación científica con el sentido común, y me decía que la mayor dificultad en este asunto proviene más de los padres que de las madres, como media.

CUANDO SEAS PADRE…

Las madres poseen, por instinto, el sentido de la  protección inmediata y efectiva  de los hijos y entienden a bote pronto lo de saber dejar de hacer algo si es en beneficio de los niños.  En cambio, el padre tiene más tendencia a considerarse el señor de la casa, el de más privilegios, porque ya ha accedido por fin a lo que esperaba.  “Es lo más frecuente”, comentaba mi amigo psicólogo, “pero cada vez con más excepciones, porque las nuevas generaciones son más normales, más justas”.
Hay que desechar, en la familia, la misma idea de jerarquía, porque la familia, en sí misma, es lo opuesto a cualquier jerarquía. No al respeto, que es cosa muy distinta. También es importante el respeto allí donde se da la mayor familiaridad e intimidad posibles.

Me parece estar oyendo, si leyese esto, a mi amigo Henry, hippy  a mediados de los setenta y hoy soltero, cincuentón y un poco pasado. Para él, todo lo que no sea hacer ante todo lo que se te antoja en cada momento es hipocresía burguesa. Yo le digo que no me corto las uñas de los pies delante de todo el mundo, y no por eso me considero hipócrita. Por no poner ejemplos más gráficos.

Todas las sociedades tienen sus cautelas y  sus prohibiciones. Algunas son muy netas: “No matarás”. Otras son más tenues. Lo único que hay que esperar es que nunca sean irracionales, perjudiciales para alguien e indignas del ser humano. “Pero a nadie haces  daño, al contrario,  –le diría a Henry– si te tapas  la boca al bostezar en público, porque así evitas que tengan que ver tus fauces y tus caries”.

No le hagan caso a Henry, que se ha quedado tan atascado en su progresía que hasta se ha hecho, como le llama nuestro común amigo Sergio, “un beato de lo alternativo”. No hay que cansarse  de hacer el elogio de la bondad. Lo mejor es que los niños, que lo ven todo, vean en sus casas cosas buenas. Parece algo elemental, pero qué difícil es en la práctica.

Nuevas tecnologías con precaución

Autor: padresycolegios.com

La Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos de los Colegios de Fomento (Fapace) organizó, junto con los centros “Las Acacias” y “Montecastelo”, su 33º Congreso con el título  Familia y cibersociedad. El evento, que se desarrolló  los días 19, 20 y 21 de abril, mostró a los padres asistentes el efecto que las nuevas tecnologías pueden llegar a tener en sus hijos para  fomentar  su uso responsable y así enriquecer su formación

"He tenido mucho cuidado en que mis hijas no piensen que soy superfantástica"

Aunque afrontó la escritura profesional como una vocación tardía, Carmen Posadas se ha hecho un hueco en el privilegiado grupo de autores más leídos en España. Se casó a los 19 años y pronto fue madre de dos hijas. Autora consagrada de literatura infantil, Posadas es también una de las grandes retratistas de la alta sociedad.

Autor: RODRIGO SANTODOMINGO

P. En tu novela del año pasado, Juego de Niños (Editorial Planeta), hablas de la maldad en los niños, a los que has definido como “adultos en estado puro”, es decir, ni buenos ni malos, un poco las dos cosas. ¿Hasta qué punto tienen los padres responsabilidad para inclinar la balanza hacia uno de los dos lados?

R. Yo creo que hemos vivido mucho tiempo bajo la influencia de Rousseau y el asunto éste del “buen salvaje”; él decía que el hombre es bueno y que son las instituciones las que lo pervierten. Yo creo que está más que demostrado que es justo al revés: el ser humano tiene algunas pulsiones terribles, y el trabajo de la educación es irlas controlando.  

P. Hablabas en un artículo de “buenismo” para criticar a Angelina Jolie y sus recientes adopciones, este afán por convertirse en la madre Benetton, un hijo de cada color. Es un término que en educación se utiliza mucho para criticar esa pedagogía que aborrece los límites y la autoridad. Supongo que es el camino equivocado. 

R.  Yo me acuerdo que antes cuando me preguntaban por mis hijas, me decían: “bueno, ¿tú serás su mejor amiga”; estaba de moda decir esto… Yo siempre contestaba que no, que yo era su madre, algo mucho más importante que ser su amiga, que amigas ya tendría muchísimas en la vida. Eso del coleguismo entre padres e hijos ya sabemos el resultado que ha dado: muy malo. 

P. Hasta los 25 años no te decides a ser escritora, aunque tu vocación es muy anterior. Has dicho que en tu familia la literatura era “el territorio” de tu padre. ¿Quizá no seguiste tu camino antes por miedo a defraudarle?

R. Era una especia de respeto, porque él era un gran, gran lector, la literatura era lo más sagrado. Que la niña dijera que quería ser escritora le hubiera parecido como una profanación. Él era de los que pensaba que después de lo que habían dicho Shakespeare y Cervantes no había mucho más que añadir. No se sentía capacitado, a pesar de ser un gran lector, a ser también escritor. Y yo tuve mucho cuidado con eso, no sólo era el miedo a defraudarle, también hubiera sido una temeridad por mi parte.   

P. ¿En el sentido de que le hubiera obligado a enfrentarse a una vocación que no se había atrevido a afrontar?

R. Exactamente.

P. ¿Y con tus hijas? Siempre me he preguntado hasta qué punto tener un padre o madre triunfador, sobre todo en el ámbito artístico, condiciona la vocación de los hijos.

R. Siempre he tenido muchísimo cuidado en que mis hijas no pensaran en ningún momento que soy superfantástica o supermagnífica. Como decía Oscar Wilde, los hijos empiezan queriendo a los padres, más tarde los juzgan y raras veces los perdonan. Es muy peligroso eso de subirse a un pedestal porque muchas veces la realidad te baja a tierra y para las niñas puede ser una gran desilusión. Siempre he procurado ser una persona con todos mis defectos y con las virtudes que tuviera.  

P. ¿Alguna ha seguido tus pasos en la literatura?

R. No, una es médico y la otra se dedica a la publicidad. Sofía escribe muy bien, de hecho tiene una columna en La Razón, también hemos escrito algún libro juntas. Pero yo nunca la he animado a que siguiera mis pasos, ante todo porque la literatura es un mundo muy resbaloso, no creo que en España seamos más de diez las personas que podemos vivir sólo de esto.  

P. Te casaste y fuiste madre muy pronto, y luego te dedicaste a tu profesión de lleno. Es más habitual al revés: empezar a trabajar, casarse, tener hijos y dejar el trabajo para estar con ellos. ¿Crees que te ha beneficiado llegar a la madurez como mujer, a los 30-35 años, con tus hijas ya adolescentes?

R. Sí, lo hice todo al revés y tuve suerte. Cuando tenía 25 años las niñas ya estaban en el colegio. Pero no se lo recomiendo a nadie. A mí me salió bien, pero es un poco carambola.

P. Has comentado que cuando eras pequeña pensabas que lo de ser tímida –así te defines– tenía cura, pero que luego te has dado cuenta de que sólo podemos, por así decirlo, domesticar una timidez que nunca desaparece. 

R. Es como una enfermedad crónica: no se cura. De niña siempre pensaba, ante determinadas reacciones, “ya no me va a ocurrir, ya no me va a ocurrir”. Me sigue ocurriendo hasta el día de hoy. Lo que sí se aprende es, primero, muchos trucos para que no se note, y también que la timidez es bastante selectiva, que somos tímidos para algunas cosas y para otras no.

P. ¿Y la vagancia? Aseguras que eres muy perezosa, y sin embargo tienes un horario de trabajo muy disciplinado. Al parecer eres muy metódica.  

R. Yo creo que si hubiera sido una persona menos perezosa a lo mejor hubiera hecho menos cosas. Me fastidia mucho, y por eso he luchado y estoy luchando mucho contra ello. Ahora ya me sale natural, pero durante años y años era “bueno Carmencita, ahora te vas a levantar, te vas a sentar y no te vas a mover de la silla”. Ahora ya es como una conducta adquirida, estoy casi programada.  

P. Tu ascenso ha sido lento y gradual. Justo lo contrario del éxito rápido y fácil que tanto se estila ahora.

R.
Tengo un amigo psicólogo que me contaba que hicieron una encuesta con niños donde se les preguntaba qué querían ser de grandes, y que muchos contestaban que querían ser famosos, como si famoso fuera una profesión. Esto dice bastante lo que es la sociedad actual. Antes la fama era la consecuencia de algo, y ahora es algo que la gente busca per se como una forma de vida fácil y glamurosa. Yo creo que es importante inculcar a los niños que la fama es algo muy frágil.

P. A la hora de pasar al público adulto, ¿cuál ha sido la principal enseñanza que te ha reportado escribir para niños durante tanto tiempo?

R. El que consigue retener la atención de un niño consigue retener la atención de un adulto. Si a un niño no le gusta un libro, lo tira a las dos páginas. Un adulto puede leerse un libro por múltiples razones: porque está de moda, porque se considera culto… Escribir para niños es muy difícil, primero porque la oferta de ocio es enorme. Y después porque no hay que pasarse ni a un lado ni a otro: no puedes hacer ni una cosa muy obvia, como los cuentos que nos contaban a nosotros de pequeños, con una moraleja muy clara, y tampoco puedes escribir algo que no tenga valores en absoluto.

P. Ahora que escribes menos literatura infantil, ¿es para ti más que nunca ese refugio de la infancia que todos tenemos?

R.
Sí, además la única manera de escribir para niños es volver a ser el niño que uno ha sido. Hay muchos escritores de literatura infantil que son sumamente infantiles, que no han madurado. Creo que no es mi caso (risas).

El último de la clase

Hace tiempo que está mal visto que haya un último de la clase. Esto suele traer consigo que tampoco haya un primero. La aspiración es a la igualdad. Pero, ¿qué se consigue en realidad?

Autor: Rafael Gómez Pérez

Es inevitable que en una clase haya una o varias personas que son más ineficientes que el resto, no necesariamente menos inteligentes. Con determinadas mediciones,  la curva o campana de Gauss es implacable: unos pocos con lo menos, una media con lo medio, unos pocos con lo más. Como pasa, por ejemplo, en la altura, en el peso, en la belleza. Nadie tiene culpa de esto: las cosas son así. Es la distribución normal.

Hoy no es políticamente correcto que alguien sea más que alguien. O mejor: no es políticamente correcto decirlo, porque la realidad de las desigualdades está ahí. Hay quien tiene un Ferrari, quien un Audi, quien un Ibiza, quien tiene que ir en autobús. Se puede comer por 8 euros y por 100. Hay botellas de vino que cuestan un euro y otras seismil. ¿Para qué seguir? Y la hipocresía está en que esta sociedad, a la vez que deplora las desigualdades, las valora como dignas de interés, de aprecio. Se presume de coche, de móvil de nueva generación, de un crucero por el Índico, de un traje de Armani, de…

NADIE ES MÁS QUE NADIE

Es verdad  que nadie es más que nadie, en cuanto ser humano. Todos tenemos los mismos derechos y deberes, ni uno más ni uno menos. Nadie es más persona que nadie. No hay aristocracia de la sangre, eso es una antigua memez. Puede haber aristocracia del mérito, pero entonces, precisamente por que se es inteligente, no se emplea para nada la palabra aristocracia. Aristocracia quiere decir gobierno de los mejores. Pero los realmente mejores nunca se llamarían a sí mismos mejores.

La igualdad de comportamiento es imposible. Siempre se destaca o por exceso o por defecto. Lo triste de una situación muy difundida es que esté mal visto destacar por la inteligencia y bien visto destacar por haberse fumado ya un porro, ligarse (o presumir de eso) a más chicas o chicos o tener más piercings colgando…
Pero está claro, de nuevo lo implacable de la distribución normal: hay más gente superficial y voluntariamente ignorante que gente con la cabeza y el corazón en su sitio.

APOYAR AL DISTINTO

Como no todo el mundo es igual en características, cualidades, actitudes, virtudes, etc. parece razonable apoyar al que tiene menos para auparlo todo lo que sea posible, dentro de la justicia y de la equidad, no de la trampa. A nadie se le va a llamar el último de la clase, ni  se va a hablar de “pelotón de los torpes”, entre otras razones porque todo puede cambiar y colgar un sambenito nunca es digno.

Pero hay que apoyar también, de otra forma, a los que tienen más cualidades y están más dotados. Sería una injusticia aplicar eso que ha sido siempre la máxima de la envidia: hundir al que destaca.

Aunque sólo fuera por interés. Son de los que destacan de los que la sociedad podrá recibir las mejores prestaciones y los más extensos beneficios, a favor de todos, pero especialmente de los que menos destacan. Todos nos beneficiamos de que existan médicos competentes, en primera línea, eminencias, excelentes… Cuanto más sepan ellos, mejor para todos. El igualitarismo a cualquier precio es una trampa mortal.

Pero ahí está la última reforma del Bachillerato, que permite pasar curso  suspendiendo un montón. Se dice: es para integrar, para no excluir. Pero con ese premio a lo que casi siempre es consecuencia de la vagancia, el nivel se rebaja y se consigue el milagro: todos son los últimos de la clase.


VERGÜENZA DE SABER

Ricardo, un niño de doce años, hijo de un buen amigo, es de esas personas con las que da gusto hablar: porque, siendo muy listo, es niño y tiene de las cosas una perspectiva fresca, nueva, distinta.

Pues me cuenta su padre que sus notas son normales tendiendo a bajas. No porque no pueda sacarlas mejor, sino porque se avergüenza en clase de ser el más listo.

Prefiere destacar, como destaca, en el deporte, porque ahí la superioridad está no sólo reconocida, sino muy valorada. Al fin y al cabo no hay nada deshonroso en ser campeón de liga, de la Copa y de la Champions.

Hablo con Ricardo.
–Cuando preguntan en clase y nadie lo sabe y tú sí, ¿no levantas la mano, no te gustaría responder?
–¡Me dan unas ganas! Pero mejor que no. No me gusta nada pasar por empollón.
–No es ser un empollón, es saber.
–No, mejor así. Aunque me da no sé qué que el profe diga a veces que está aburrido con una clase tan pasiva…
–Tan pasota…
–Yo pienso a veces que lo importante es saber, no me importa que no lo reconozcan…
–Pero el día de mañana…
–El día de mañana no estaré metido en una clase, como en un corral.

Estimulación sensorial para madurar el cerebro

Vagancia o falta de interés: las causas más recurrentes para explicar el retraso escolar. Según el método Fay, la explicación puede ser una inmadurez cerebral a ser tratada mediante la estimulación de los sentidos.

Autor: ALBERTO BARTOLOMÉ

Existen niños a los que muchas labores escolares sencillas, como leer, seguir la clase con atención, estarse quietos o ser constantes, les parecen titánicas. Normalmente estos pequeños empiezan a mostrar malos resultados escolares y sufren un retraso frente a sus compañeros. Ante esta situación, padres y profesores solemos optar por exigirles mayor esfuerzo, más lectura y más ejercicios de concentración. Algo que raramente se revela como la receta del éxito.

La opinión generalizada asegura que a estos chavales lo que les falta es interés o que son vagos. “Al niño no le gusta estudiar”, repiten los padres desesperados. Carlos Gardeta, director del Institutos Fay de Estimulación Sensorial, no piensa lo mismo: “Los problemas de aprendizaje suelen deberse a una leve desorganización del cerebro que es detectable a cualquier edad y que siempre se puede tratar. Hasta los siete años todos los seres humanos pasamos por ese proceso de maduración cerebral que, gracias a estímulos externos, da lugar a unas conexiones neuronales adecuadas”.

Según Gardeta, el proceso de maduración puede no haber sido el correcto debido a falta de estimulación adecuada en los primeros años de vida, a problemas genéticos o a falta de riego cerebral suficiente en algún momento de la gestación o la infancia, lo que puede dar lugar posteriormente a problemas de aprendizaje.

Por ejemplo, “una organización cerebral suficiente permite que un pequeño pueda manejar la musculatura ocular perfectamente para leer de corrido y comprender. Si lo hace mal, y no es un problema de la vista, el fallo estará  en cómo el cerebro maneja esos ojos. Cualquier deficiencia en la percepción visual va a repercutir en la lectoescritura”, afirma Gardeta.
Una pobre organización  no sólo se manifiesta en la lectoescritura, también en la comprensión verbal o, incluso, en la coordinación psicomotriz y de la manualidad. Todas estas funciones requieren una adecuada maduración.

El sistema escolar se suele enfrentar a estos casos por la vía de los síntomas. “Si lee mal les obligan a leer más”, continúa Gardeta;  “si no se entera bien de lo que lee, le encargan más deberes para trabajar la comprensión; si el pequeño es descoordinado, le apuntan a clases de gimnasia o artes marciales. Este abordaje no suele solucionar el problema”.

TRATAMIENTO

El método de los Institutos Fay consiste en buscar las causas de la deficiencia en el aprendizaje y detectar las funciones cerebrales que no están maduras o de las que el niño carece, que sería la verdadera raíz del problema: “Realizamos pruebas sencillas que nos muestran el estado organizativo de cada área significativa del cerebro del menor, como, por ejemplo, valorar el reflejo pupilar: un niño normal frente a un estímulo luminoso intenso retrae la pupila a gran velocidad, si no lo hace así nos muestra que hay algo que no funciona en el área cerebral que la rige. Este pequeño seguro que tiene problemas para leer porque no adecua su visión correctamente a la luz”.

Los psicólogos y educadores realizan muchas otras pruebas sencillas que detectan qué es lo que no funciona bien: reflejos, coordinación, tacto, ejercicios físicos simples, velocidad de respuesta a estímulos… “Vemos cuáles son los niveles inmaduros y, una vez detectados, elaboramos una terapia que tiene como objeto estimular el área cerebral afectada a través del sentido que más tiene que ver con ella. Estos tratamientos están basados en prácticas sencillas y repetitivas que se enseñan a los padres y que, a su vez, deberán realizarlas con su hijo en su domicilio de forma diaria”.
Aunque cada persona es diferente, “en un período de entre dos y tres años se puede conseguir que el niño esté a la altura escolar de sus compañeros, con un trabajo perseverante que ordena un cerebro que antes no estaba bien organizado”.
Los Institutos Fay llevan trabajando más de doce años en este campo y han tratado ya a más de 1.700 niños, adolescentes y adultos con problemas educativos.

En los Institutos Fay, además de médicos también trabajan psicólogos, fisioterapeutas y educadores, que realizan una evaluación cada tres y seis meses de la evolución del niño y adaptan el tratamiento posterior en función de los diagnósticos y las mejoras que se van produciendo.

“El sistema escolar normalizado no está preparado para tratar estos casos, que aunque son muy comunes, están lejos de ser contemplados bajo el enfoque de la desorganización neuronal”, remata Gardeta, para quien “los equipos psicopedagógicos de los colegios, y los padres, deben saber que hay otra forma de abordar las deficiencias en el aprendizaje que, aunque no está extendida, proporciona resultados efectivos”.

“Más información: 91 740 02 03 o en la página web: www.istitutosfay.com