Ver para aprender

Cuando nacemos el sistema visual no está maduro hasta los 7-8 años de edad. De hecho, evoluciona a lo largo de toda nuestra vida, pero los cambios más significativos se producen en los primeros años de vida.

Muchos problemas visuales deben ser tratados durante la infancia. Por eso es importante que los niños pasen revisiones lo antes posible y siempre antes de comenzar el colegio.

En la detección de estos trastornos es fundamental el papel de los padres, de los maestros y del óptico-optometrista. La detección y el diagnóstico precoz de algunas anomalías visuales, es crucial para prevenir futuros desórdenes en el aprendizaje, de ahí la importancia de un examen visual completo. Un tratamiento adecuado permite que los hijos tengan una buena visión durante el resto de su vida.

Se debe realizar la primera revisión visual completa en el primer año de vida y, sobre todo antes de los 3 años (previa al inicio de la Educación Infantil), y a los 6 años (inicio de la Educación Primaria). Consiste en una evaluación completa que, además de la agudeza visual, valore si la visión del niño está preparada para afrontar con éxito la escolarización, pues el 80% de lo que el niño aprende entra por sus ojos.

Si observáramos alguna anomalía, el óptico-optometrista les explicará con detalle en qué consiste y les asesorará sobre el mejor tratamiento: lentes de contacto, gafas, terapia y/o entrenamiento visual, etc.

Las revisiones rutinarias que se recomiendan:
• De 0 a 3 años si los padres, maestros o pediatra notan cualquier anomalía ocular (pupila blanca, desviación de los ojos, etc.)
• A los 3-4 años: Revisión obligatoria sobre todo si los padres llevan gafas. A esta edad el niño puede colaborar en ciertos test de visión por lo que se puede detectar defectos de refracción y ojo vago poniendo un tratamiento eficaz.
• Cada año hasta los 14 años, dependiendo si existe o no defectos de refracción
Los motivos más frecuentes de consulta de optometría infantil son los siguientes:
• Si se observa que el ojo se desvía frecuentemente
• Si el niño tiene lagrimeo
• Si aparecen legañas frecuentemente al levantarse
• Ojos rojos de manera frecuente
• Pupila de color blanquecina o no es redonda
• Acercarse mucho viendo la televisión o al papel cuando escriben
• Dolores de cabeza cuando escriben o leen mucho
• Entornar o guiñar los ojos
• Rascarse los ojos con frecuencia
• Diferencias de visión al taparse los ojos
• Caída de los párpados superiores

Eva Barrado y Navascués
Directora y óptico-optometrista de Opticlinick.es Las Rozas
www.opticlinick.es
 

Con 4 meses ya empiezan a entender normas gramaticales

Una investigación financiada por la UE ha revelado que los bebés son capaces de identificar, desde los cuatro meses, las normas gramaticales de un idioma extranjero, según publica Tendencias 21.

Los científicos enseñaron a bebés alemanes de cuatro meses algunos conceptos básicos del italiano. Durante poco más de tres minutos, los bebés escucharon frases en italiano que contenían dos construcciones sencillas. Mediciones realizadas sobre su actividad cerebral demostraron que, en fases avanzadas de este sencillo aprendizaje, surgieron patrones de actividad neuronal en el cerebro de los niños que indican que los pequeños habían desarrollado una sensibilidad ante las regularidades gramaticales mostradas. La capacidad de los bebés no alcanza al reconocimiento de errores relacionados con el significado de las frases, explican los investigadores, pero sí que les permite reconocer las regularidades del sonido de un idioma.

Más información: www.tendencias21.com

Sin palabras

No hacen falta palabras para comprender cómo la arrogancia, el egoísmo o la soberbia nos pueden alejar de los demás y aislarnos en nosotros mismos.

Con unos sencillos dibujos, Too late, un cuento sutil y delicado, recuerda la importancia del diálogo, de saber escuchar y de abrirnos a los que nos rodean. Mas Cerdà, autora del libro, solo ha necesitado una metáfora, una pecera, para explicar a los más pequeños que nunca es tarde para transformar el corazón… aunque, en cambio, si puede serlo para compartirlo.

Más información: www.editorialproteus.com

Chiribitas

La historia de una niña que se sabía tan grande como los sueños de los corazones.

Un alegre relato de una actriz y sus muñecos que recrean los deseos, sueños y la cotidianidad de los pequeños. Un relato que cautiva a los bebés, los niños grandes y a sus padres. Chiribitas, la mujer chirriquitica vive los lugares más pequeños de los espacios más grandes, de los grandes… El juego se convierte en hilo conductor de una historia que contrapone lo grande y lo pequeño, lo cercano y lo lejano… lo justo y lo injusto.

Más información: http://teatropradillo.com

Carmelo, cantes por Caramelo

Carmelo, Cantes por Caramelo es un espectáculo musical infantil, dirigido a todos aquellos, ya sean menudos o bigotudos, que de un modo divertido aunque sin perder la profundidad, quiera aprender un poquito más sobre los cantes tradicionales y la necesidad, de aprender para ser y saber.

La línea argumental del musical viene marcada por una serie de recetas que va recopilando Carmelo y que explican la historia de los diferentes cantes a través de una puesta en escena muy cuidada.

Más información: http://arteria.com/obras/2448/1/11

Autonomía a cambio de evaluación

Tras décadas de escuela pública uniforme, la autonomía se abre paso con fuerza en los centros españoles. Varias comunidades han aprobado normativas que otorgan a sus colegios e institutos un mayor margen de actuación en cuestiones curriculares o de gestión de personal. La contrapartida pasa por aplicar una rigurosa evaluación que obligue a los colegios e institutos a rendir cuentas ante las administraciones.

Un instituto ubicado en una zona residencial a las afueras de la gran ciudad. Abrumadora mayoría de padres universitarios, 95% de titulados en ESO cada curso, 300 plazas, problemas de disciplina leves y esporádicos. Otro en un barrio marginal con más de 1.000 chavales matriculados. Tasas de absentismo por la nubes, casi la mitad de repetidores, familias por lo general con un nivel sociocultural paupérrimo. Un tercero enclavado en un entorno montañoso ajeno al frenesí urbano. Apenas 80 estudiantes de procedencia variopinta: hijos de agricultores, ganaderos, pequeños empresarios rurales…

No hace mucho tiempo, estos tres centros hubiesen seguido en España idénticas directrices concebidas y enviadas desde los despachos de la Consejería de Educación pertinente. Mismo enfoque pedagógico, organización curricular clónica, semejantes recursos y equipamiento. Sin atender al contexto ni a las necesidades específicas del alumnado. Con un equipo directivo atado de pies y manos a la hora de emprender iniciativas propias.

Tras la avalancha de cifras que certifican las bondades de conceder un elevado margen de maniobra a los centros públicos, la autonomía avanza firme en la Educación de este país. Varias comunidades como Cataluña, Madrid o Andalucía han aprobado en los últimos años normativas que animan a sus colegios e institutos a adquirir personalidad propia y romper con la uniformidad del sistema. Lo han hecho al amparo de la Ley Orgánica de Educación (LOE), que estipula –dentro de unos límites– el derecho a la “autonomía pedagógica, de organización y de gestión” de toda la red de centros públicos.

El texto marco de la enseñanza estatal concreta que las instituciones de la Pública deben aprobar un “proyecto educativo” que recoja sus “valores, objetivos y prioridades de actuación”. Más aún, la LOE da vía libre para que las administraciones regionales asignen “mayores dotaciones de recursos” a los centros cuyos proyectos “así lo requieran”. E incluso aborda –si bien de forma algo vaga– un tema espinoso como pocos en el imaginario educativo patrio: la posibilidad de seleccionar personal de acuerdo a su “capacitación profesional” para cubrir “determinados puestos”.

Rendición de cuentas

Según la opinión extendida, la otra cara de la moneda de una creciente autonomía, su complemento indisoluble, pasa por crear mecanismos de control que garanticen que los centros ejercen su libertad con responsabilidad. Pablo Zoido, analista de la OCDE y miembro del equipo que elabora el informe PISA, apunta que las cifras confirman que “las estructuras de evaluación externa y rendición de cuentas se antojan fundamentales para que [la autonomía] resulte eficaz. En los sistemas donde estas estructuras son fuertes, la autonomía lleva a un mejor rendimiento de los alumnos. Pero si son débiles, aquélla puede conducir a un empeoramiento académico”.

En la misma línea, Antonio Bolívar, catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la Universidad de Granada, comenta que “dar un impulso definitivo a la autonomía” dentro de nuestras fronteras implicaría invertir “radicalmente” el papel de la inspección. “En vez de vigilar en septiembre que se cumplen las mismas normas, se trataría de ver que todos los centros cuentan con proyectos de mejora adaptados a su situación. Y la tarea más importante llegaría en junio al verificar en qué medida se han conseguido los resultados previstos”.

Contrato-programa.

Una expresión a la que recurren tanto Bolívar como Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense, al referirse a los objetivos que habrían de fijar centros y autoridades como condición sine qua non para que los primeros puedan trazar su propio camino. A final de curso, se evaluaría el grado de cumplimiento del contrato y se actuaría en consecuencia. Si el centro ha logrado alcanzar o superar lo pactado, la administración podría premiarle mediante algún tipo de gratificación. En caso contrario, quizá haya llegado el momento de recortar privilegios autonómicos o, en situaciones extremas, de replantear quién debe ocupar el liderazgo (director, jefe de estudios) del colegio o instituto.

Aquí emerge una cuestión incómoda en una cultura docente poco acostumbrada a que se juzgue su labor con rigor empírico: ¿aceptaría el profesorado, los centros españoles, más autonomía a cambio de tener que demostrar sin ambages que las cosas se están haciendo bien? Fernández Enguita sostiene que “el colectivo de profesores y sus organizaciones hablan de manera distinta a como lo hacen los profesores individuales (quienes nos han hecho saber a través de encuestas que quieren más feedback sobre su trabajo) y casi siempre se manifiestan en contra (de robustecer la evaluación externa)”.

Desigualdad

Si estiramos aún más la cuerda, podríamos preguntarnos hasta qué punto la escuela pública de este país desea realmente que la administración les confiera un mayor grado de independencia. “Para muchos”, responde Bolívar, “la regulación es cómoda”, ya que “la libertad a veces da miedo”. Por su parte, Fernández Enguita explica que la idea “resulta atractiva para los mejores centros, los más innovadores, los más preocupados por emplear los recursos a su alcance con imaginación y responsabilidad, al servicio de la Educación y de la comunidad a la que sirven”. Sin embargo, “desagrada a quienes prefieren eludir toda responsabilidad, hacer sólo lo que se les dice (o menos) y no hacer nada si no se les dice”.

Los detractores de un incremento de la autonomía suelen aducir en su contra el riesgo de que se dispare la desigualdad en la escuela pública. Sobre todo si los resultados de las evaluaciones se dan a conocer abiertamente y se produce un éxodo de estudiantes hacia los centros que obtengan mejores puntuaciones. “Hablamos de un efecto posible”, admite Fernández Enguita, quien no obstante defiende que los colegios e institutos “deben aprender a errar, aprender de sus errores y aprender a aprender, más o menos lo mismo que les piden a sus alumnos”.

Sea como fuere, Bolívar piensa que no todos los centros están preparados para asumir el mismo nivel de autonomía. El catedrático de la Universidad de Granada ve incluso contradictorio exportar el café para todos en un asunto en el que la idiosincrasia de cada escuela cobra especial relevancia. “Lanzar un decreto con artículos que especifiquen que el conjunto de la red pública tiene autonomía para esto o lo otro… Eso no nos lleva muy lejos. Cada centro tiene una situación de partida, y es por ello que la autonomía tiene que ser diferencial. Pensemos en un colegio que acaba de constituirse, con un equipo directivo y un profesorado inestab
le. Quizá no esté maduro para tomar decisiones propias”, argumenta.

¿Y qué papel han de jugar los padres en la definición del proyecto del centro en el que escolarizan a sus hijos? En él se incluyen objetivos e intenciones que “siempre van en relación con el contexto del centro, por lo tanto la voz de las familias debe ser tenida muy en cuenta. Es algo que no puede depender sólo de lo que quieran los profesores y el equipo directivo”, afirma Bolívar. A lo que Fernández Enguita añade que el centro no puede “actuar al margen o por encima de los padres (madres, tutores), como ahora viene sucediendo de manera generalizada”. El catedrático de la Universidad Complutense lanza no obstante un toque de atención dirigido hacia las familias, a las que, que según él, “les queda mucho que aprender en este terreno”, puesto que no “vale con convertir su experiencia personal (el caso de sus hijos) en criterio universal”.

Una tendencia global

Aunque Pablo Zoido, analista de la OCDE y miembro del equipo encargado del informe PISA, admite que en España “estamos por debajo de la media” en cuanto a autonomía en los centros públicos, también considera que las diferencias respecto a otros países del mundo desarrollado no son “exageradas".

Si dentro de nuestras fronteras las escuelas tomaban en 2007 el 36% de las decisiones que atañen a su funcionamiento, el promedio OCDE ascendía hasta el 51%. Según los datos de la organización para la que trabaja Zoido, existe una clara “tendencia” hacia la concesión de una mayor libertad pedagógica y organizativa en la Pública “en casi todos los países”, con los anglosajones a la vanguardia y el resto avanzando de manera más lenta pero en la misma dirección.

Lo que para Zoido sí “queda bien claro” a tenor de los datos extraídos del informe TALIS (la macroencuesta que la OCDE realiza sobre la actividad del profesorado de Secundaria), es que en nuestro país los “mecanismos de rendición de cuentas son bastante más débiles” que en otros lugares. La tasa de directores que declaró que en su centro no se había llevado a cabo ningún tipo de evaluación o diagnóstico en los últimos cinco años se situaba en el 25%, el quinto porcentaje más alto de los 24 países participantes. A nivel individual, la cuestión se torna más preocupante, ya que un 45% de profesores españoles aseguró que nadie había calibrado la eficacia de su trabajo durante el último lustro. Sólo nos supera Italia, con más de la mitad de su cuerpo docente desempeñando su tarea sin dar explicaciones a nadie. El tercer país donde menos se evalúa al profesor es Portugal, por lo que no hay duda de que la rendición de cuentas goza de escasa tradición en el sur de Europa.

Valores de futuro de BBVA: educación por un mundo mejor

Los ganadores del concurso ‘Los 1000 y 1 valores’, patrocinado por la entidad financiera, disfrutaron este verano de un campamento, organizado por Colegios del Mundo Unido, en el que ellos fueron los protagonistas.

No corren buenos tiempos para la economía y el provecho que de ella podemos extraer, pero si bien la coyuntura es complicada por culpa de la crisis, todos los agentes sociales están de acuerdo en que es fundamental aprovechar la situación para educar en valores, con responsabilidad y con sentido común, tres premisas no tan habituales como nos gustaría. BBVA, una de las entidades financieras más importantes de nuestro país, así lo lleva ejemplificando desde hace ya algún tiempo con su programa ‘Valores de futuro’, puesto en marcha en el curso escolar 2009-2010, con el objetivo de acercar la educación financiera a los colegios españoles y potenciar valores como la prudencia, la responsabilidad y la solidaridad. La educación integral puesta al servicio del futuro. Pues bien: este verano ha tenido lugar una de las actividades más importantes que se integran en este programa, enmarcada dentro del concurso ‘Los 1.000 y 1 valores’. En dicho concurso participaron hasta 583 clases de 170 colegios de las 17 comunidades de nuestro país, así como 1409 clases de 225 colegios en la categoría de Primaria.

Un trabajo de análisis

En ambos casos, el certamen consistía en realizar un trabajo colectivo que reflejara de forma innovadora los contenidos de los talleres, para posteriormente publicarlo en la web de Valores de futuro. Pues bien, después de analizar todos los proyectos presentados, BBVA ha premiado a la clase de 2º A de ESO del IES Comercio (Logroño) por la interiorización de los valores asociados al uso del dinero, el trabajo en equipo y una encuesta que les ha permitido conocer la realidad socioeconómica de la comunidad y su entorno.

Los ganadores asistieron al Campamento Valores de futuro en Alcalá de Henares, iniciativa de BBVA y Colegios del Mundo Unido. La profesora de Economía de estos alumnos riojanos, Isabel González, ha indicado que “el voluntariado estimuló a los alumnos en su implicación en dicho trabajo y por ello encontramos una puerta abierta para acercar la Economía con una visión cercana“. El campamento tuvo un aspecto lúdico importante, pero se detuvo especialmente en fomentar los debates y las sesiones en las que se les animó a valorar la diversidad y a celebrar las diferencias, a respetar el medioambiente, a ser emprendedores, a ser solidarios y a fomentar la creatividad. A fin de cuentas, a educar.

Crece el uso de las redes, baja su peligrosidad

El uso de las redes sociales entre los menores de edad de nuestro país crece de forma imparable. Un estudio de la Universidad Camilo José Cela (UCJC), presentado recientemente, apunta que un 79% de los adolescentes, entre 11 y 17 años, utiliza con frecuencia alguna red social –principalmente Tuenti–. Pero, a la par que crece su uso, las redes sociales son más seguras y los adolescentes más precavidos en su uso y disfrute.

Cada día más padres se hacen la misma pregunta: ¿constituye el uso intensivo de las redes sociales un problema para los adolescentes? Según el estudio de la UCJC –realizado sobre una muestra de 6.103 alumnos de entre 11 y 17 años– más del 40% de los adolescentes visitan las redes sociales “varias veces al día”, y casi un 20% lo hace al menos “una vez”; principalmente Tuenti, la red que usa el 91% de los adolescentes españoles en edad escolar. Aunque la respuesta es compleja, y hay opiniones dispares al respecto, los expertos coinciden en señalar que el uso de las redes sociales no repercute en el rendimiento escolar –todas las encuestas hechas al efecto constatan que no existe relación entre una cosa y la otra–, y, si su uso no es abusivo, tampoco en la socialización de los chavales.

Muchos expertos reconocen que puede ser un catalizador de problemas previos, como la inadaptación, o la baja autoestima, pero en ningún caso son problemas que tengan su origen en Tuenti o Facebook. Las redes sociales no dejan de ser un acelerador de las relaciones, y los adolescentes con problemas en ese ámbito pueden también acelerar los mismos. Tampoco la forma de relacionarse en Internet es la misma que en la vida real, así una persona tímida puede ser habladora en las redes sociales, algo que no tiene por que ser malo, más bien al contrario, si se sabe encauzar de la forma correcta. Hay algo en que sí coinciden todos los expertos, y es en la necesidad de que padres y educadores conozcan este entorno y sepan que hacen los adolescentes en el mismo.

Más allá de las disputas académicas sobre la influencia de las redes sociales, las encuestas desmienten el lugar común, tan extendido, según el cual “los niños ya no se relacionan en la vida real” y pasan los días “delante de la pantallita”. Un 90% de los adolescentes españoles, preguntados en la misma encuesta, no se plantea nunca que prefieran pasar tiempo online antes que ver a sus amigos. Los adolescentes usan las redes sociales, como ellos mismos indican en la encuesta, para mantener el contacto con los amigos, tanto los de su círculo cercano, como los que no ven habitualmente.

Sólo un 7% de los encuestados reconocen que tienen como “amigos” en las redes sociales a gente desconocida. Tampoco las actividades que se realizan dentro de la red social parecen especialmente perniciosas y, según la misma encuesta, las acciones preferidas de los adolescentes giran en torno a colgar y comentar fotos de su círculo de amistades.

Avances en privacidad

La privacidad es uno de los principales problemas que entrañan las redes sociales, pero también es el ámbito en el que más avances se están dando. Cada día las redes sociales son más seguras y las opciones para proteger las cuentas más complejas. Pero por mucho que las plataformas avancen, todos los expertos coinciden en la necesidad de que sean los usuarios los que tengan claro qué cosas no se deben hacer en la red.

El comandante Juan Salom, director del Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil, insiste en la necesidad de educar en seguridad: “Sabiendo lo básico estaríamos más alerta de los riesgos de Internet y los delitos se reducirían en un 90%”. Las redes sociales son entornos seguros, los contenidos denunciados son retirados con rapidez, y hay equipos que controlan qué se publica las 24 horas . Pese a esto, la Guardia Civil insiste en la necesidad de ser “restrictivos con nuestra privacidad”. Aunque no hay actividad delictiva en las redes sociales si pueden servir, en palabras de Salom, para “buscar información de la víctima”. En definitiva, y como para tantas cosas, las redes sociales no son buenas ni malas, depende del uso que se haga de las mismas.

El papel de la familia en la alimentación

En España al igual que en otros países de Europa, los hábitos de alimentación en la edad infantil cada vez son peores. Los niños y adolescentes se alimentan mal, emplean demasiado tiempo a ver la televisión y jugar a la videoconsola y apenas hacen deporte.

Los resultados de un reciente estudio realizado por el farmacéutico José Ramos Cerezo muestran que la alimentación de los más jóvenes es hiperproteica e hipergrasa, con altas cantidades de colesterol y deficitaria en carbohidratos y fibra. Se come en exceso carnes y embutidos, y hay un consumo deficitario de cereales, verduras, hortalizas, frutas y verduras. En definitiva no se consumen suficientes hidratos de carbono: cereales, legumbres, frutas, hortalizas y verduras.

El desayuno es la primera comida del día después de 8-10 horas descansando sin haber ingerido ningún alimento. Nuestro cuerpo necesita reponer nutrientes con un desayuno completo que aporte cereales, lácteos y frutas. Sin embargo son muchos los niños y jóvenes que no realizan un desayuno completo, cerca de la mitad de los niños optan por productos de bollería dejando de lado un desayuno saludable.

El error no sólo lo cometen los niños, los padres tienen una importante labor de educación alimentaria no sólo en el desayuno si no en las cinco comidas que deben realizarse a diario: desayuno, media mañana, comida, merienda y cena. Tanto la familia como el entorno educativo deben implicarse en los hábitos de vida saludables. Hay que ayudar a que los niños tengan una dieta variada y equilibrada adaptando tanto el menú del colegio como el resto de comidas, que se realizan en casa, a una alimentación equilibrada con un adecuado aporte de nutrientes: hidratos de carbono 50-60%, proteínas 12-15% y grasas entre 30-35% con un consumo prioritario de grasas insaturadas.

No sólo en materia de alimentación estamos suspensos, si no que también hay que dedicar más tiempo a realizar deporte. Se emplea de media entre 1 y 2 horas a actividades sedentarias, como ver la televisión, jugar a la videoconsola, ordenador, etc. El sedentarismo unido a los malos hábitos de alimentación complican la situación. Si no se toman medidas, dará lugar a enfermos cada vez más jóvenes, y al desarrollo de las llamadas enfermedades del mundo desarrollado. La enfermedad más importante es la obesidad, tanto por los problemas inmediatos que ocasiona (problemas psicológicos, dislipemias, etc.), como por los que se manifiestan más tardíamente (hipertensión, dislipemias graves, síndrome metabólico, etc.).