El aula, territorio femenino

Las chicas fracasan mucho menos que los chicos en Secundaria y son mayoría en la universidad. Se trata de una tendencia global, aunque en España las diferencias entre sexos se revelan más abultadas que en otros países. Motivos sociales, biológicos y didácticos contribuyen a explicar el reinado femenino en la Educación.

Si aquellos hombres que hace menos de un siglo se devanaban los sesos argumentando las carencias intelectuales de la mujer observaran el estado de la Educación actual, su sorpresa sería mayúscula. Para percatarse de su tremendo error, podrían, por ejemplo, echar un vistazo a un reciente informe del Consejo Escolar de Navarra que recopila los últimos datos del Ministerio de Educación y desglosa el rendimiento escolar según el sexo del alumnado.

Allí se constatan realidades que a día de hoy ya no asombran a casi nadie: las chicas repiten menos en todos los niveles educativos, arrasan en cuanto a titulados de Secundaria y siguen fortaleciendo su dominio en la universidad, nivel máster incluido.

¿Consuelos para el hombre? Los chicos son mayoría en los ciclos de FP relacionados con música y deportes. Y, si nos ponemos rigurosos, también presentan porcentajes más elevados que sus compañeras en ese último chaleco salvavidas que el sistema prevé para rescatar al alumno del fracaso absoluto: los programas de Garantía Social.

El éxito educativo en clave femenina no es, ni mucho menos, un fenómeno exclusivamente español. Como apunta José Saturnino Martínez García, profesor de Sociología de la Educación en la Universidad de La Laguna (Tenerife), “las chicas han empezado a sobrepasar a los chicos al mismo tiempo en casi todos los países desarrollados. Los chicos superaban a sus compañeras hasta los años 70. A lo largo de los 80 se llega a un empate, y, a partir de entonces, las chicas empiezan a obtener mejores resultados”.

No en vano, el mundo de la enseñanza quizá esté asistiendo a los primeros brotes de discriminación positiva en favor del sexo masculino. Para atajar el conocido como laddism (en resumen, adolescentes varones adictos a la juerga y alérgicos al estudio), las autoridades británicas promovieron en los 90 la introducción de nuevas técnicas didácticas que resultaran atractivas para los chavales descarriados. Más aún, un extenso artículo publicado en la revista Bussiness Week hace unos años insinuaba que los colegios de élite en EEUU estaban bajando –en sus pruebas de acceso– el listón para los chicos con el fin de mantener un cierto equilibrio de género en las aulas.

Turismo y ladrillo

Siendo un fenómeno global (o al menos extendido a casi todo el ámbito OCDE), la progresiva conquista de la excelencia por parte de las alumnas ha adquirido dimensiones especialmente preocupantes en nuestro país. En la Unión Europea, un 4% más de chicas obtiene al menos un título de Secundaria superior. Aquí, dicha cifra se dispara hasta el 12%. Cierto que, en términos generales, España dobla al resto del continente en cuanto al llamado abandono educativo temprano, por lo que cabría esperar que la distancia chicas-chicos fuera también más elevada. Pero no hasta el punto de triplicar la media europea.
¿Por qué el alumno español se muestra más proclive al fracaso que sus iguales de otros países? Todos los expertos coinciden en señalar a la estructura de nuestro modelo productivo como uno de los principales motivos que alejan a los chicos de las aulas. Ellos tienen “mayor posibilidad de entrar en el mercado laboral antes, sobre todo por la importancia que tiene el turismo en algunas regiones”, asegura Pablo Zoido, analista educativo que trabaja para la OCDE, en particular durante la elaboración del Informe PISA y otras comparativas internacionales.

Antes de la crisis, la fiebre del ladrillo también causó estragos en las tasas de fracaso masculino. Hasta hace bien poco, comenta Martínez García, “existía un mercado de puestos de trabajo relativamente bien pagados para hombres de baja cualificación. Si uno se iba a la construcción con 16 años, a los 30 podía tener un sueldo más que decente”.

Conscientes de que los empleos que requieren menor preparación (normalmente más físicos) suelen ser coto privado del hombre, las jóvenes tienden a esforzarse más con vistas a alcanzar un nivel de formación que les permita enfrentarse a la vida laboral con ciertas garantías de éxito. Además, en opinión de Martínez García, el no estudiar penaliza a las mujeres también en el entorno familiar, ya que una adolescente que decide dar carpetazo a su tránsito por las aulas “es probable que pase a ocuparse de las tareas del hogar, mientras que esto no está tan claro en el caso de los chicos.

Diferencias biológicas

Desde una perspectiva más amplia, no sólo circunscrita al caso español, existe una corriente de opinión que fusiona factores biológicos y pedagogía imperante para explicar la brecha educativa que separa a chicos y chicas. Ésta viene a decir, en síntesis, que ambos sexos presentan diferencias cognitivas considerables, y que la escuela actual prioriza una forma de enseñar que conviene sobre todo al cerebro femenino, en parte debido a que la mayoría de docentes son mujeres.

Según María Calvo, presidenta de la Asociación Europea de Centros de Educación Diferenciada (EASSE en sus siglas en inglés), “los niños y las niñas tienen una serie de habilidades, de actitudes y de ritmos cognitivos y de maduración distintos que, si no se atienden durante el aprendizaje, pueden dar lugar a mucha frustración”. Para ella, la enseñanza de hoy en día –cuyo espacio ideal serían aulas estáticas y silenciosas– está concebida para el alumnado femenino. Y “exigir al varón que se esté quieto y que tenga sus apuntes pulcros y minuciosos, igual que su compañera de pupitre, es una utopía”, afirma.

El presidente de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación en España (Copoe), Juan Antonio Planas, suscribe que la escuela “valora mucho que el alumno sea una persona sosegada, haga sus trabajos con una buena presentación y tenga un trato correcto”. Tras más de 30 años de práctica docente y algunas lecturas sobre evolución humana, Planas también ha llegado a la conclusión de que las chicas suelen demostrar mayores niveles de inteligencia emocional. Esto las convierte en personas más empáticas que se “adaptan mejor a este tipo de entorno escolar”. En su opinión, otro factor a tener en cuenta sería el mayor tiempo que los adolescentes varones emplean en practicar deportes, algo que “les resta tiempo para la lectura u otras actividades intelectuales”.

Enfoque individual

Para Calvo, la solución pasa por separar a chicos y chicas en clases o centros distintos: “Las metas han de ser las mismas, lo que hay que cambiar son las estrategias que utilizamos para llegar a un mismo punto”. Por su parte, Planas aboga por una atención individualizada y por introducir, para el conjunto del alumnado, “una metodología más activa y participativa”.

Esta disparidad cognitiva entre sexos –basada en recientes investigaciones científicas&#
8211; no convence a todos. Martínez García percibe que en los últimos tiempos está proliferando un afán excesivo por asociar las diferencias entre alumnos y alumnas al poder inmutable de la naturaleza. “Igual que en los 60 o 70 todo parecía ser una construcción social, ahora resulta que todas las explicaciones han de ser de corte biológico. Hay evidencias a favor, evidencias en contra… Lo que no se puede decir es que se trata de algo científico porque, por ahora, no hay consenso al respecto entre la comunidad investigadora”.

Sin descartar que chicos y chicas puedan poseer –en promedio, como grupo– habilidades distintas, el profesor de la Universidad de La Laguna considera que se debería prestar más atención a la idiosincrasia del alumno. “El enfoque adecuado no es a qué grupo perteneces, si eres chico o chica, sino cuáles son tus características específicas de aprendizaje”.

Brecha de género

Elaborado por la presidenta del Consejo Escolar de Navarra, Teresa Úcar, a partir del monográfico Las cifras de la Educación en España 2010, el informe sobre el desigual rendimiento de alumnos y alumnas pone de manifiesto desajustes por sexo que ya se manifiestan a los 8 años. A esa edad, un 2% más de niños han repetido curso, porcentaje que eleva hasta el 5% al final de la Primaria y el 11% cuando el alumnado alcanza los 15 años.

El abismo que separa a chicos y chicas en cuanto a la tasa de no titulados en ESO –dato que la mayoría identifica con el fracaso escolar– se antoja aún más preocupante: si un 22% de mujeres no obtiene la titulación mínima en su paso por las enseñanza obligatoria, la cifra crece hasta el 35% en el caso de los hombres. En algunas comunidades autónomas como Baleares o Extremadura, las diferencias se acercan peligrosamente a los 20 puntos porcentuales. Aunque el caso más llamativo es La Rioja, con un índice de fracaso femenino (17%) propio de un país con un sistema educativo saneado, y otro masculino (38%) que le acerca a las regiones con peores resultados de nuestro país.

Si nos fijamos en el reparto de títulos que ofrece el sistema español, las mujeres acaparan el 57% de certificados de Bachillerato, el 64% de las diplomaturas, el 59% de licenciaturas y el 55% de másters. Aunque por escaso margen, también son mayoría en cuanto a estudiantes que han completado con éxito un ciclo de Formación Profesional de grado medio o superior.

Todo por lograr plaza en el cole

En pleno proceso de matriculación, en determinados colegios financiados con fondos públicos –públicos y concertados– existen más solicitudes que plazas disponibles. La política de zonificación, que establecen algunas CC.AA., provoca que ciertos padres se tomen este proceso como una auténtica carrera de obstáculos y, para lograr que sus hijos consigan la anhelada plaza en el colegio que desean, no dudan en recurrir a prácticas poco honestas.

Pues bien, este asunto, que parece una cuestión aséptica y administrativa, se convierte todos los años en campo de batalla entre los padres, los centros y las Administraciones educativas, pues con tal de conseguir que sus hijos estudien en el colegio que han elegido son capaces de todo, sin que la Administración acierte –de manera deliberada o no– a la hora de solucionar este preocupante problema. Todos los años salen a la palestra casos de padres que han falsificado la renta, o que se han divorciado o cambiado de domicilio para conseguir esos puntos clave. Hay quien justifica estas trampas por la obligatoria rigidez de los requisitos de admisión; en muchos sitios, los padres se convierten en investigadores y espías de algunos casos, pues han denunciado mentiras explícitas de determinados padres a la hora de entregar la documentación (como inventarse enfermedades psicológicas de sus hijos o separaciones encubiertas de última hora).

La mayoría de estos problemas están relacionados con centros de prestigio que, como todos, tienen que someterse a estos criterios.

El debate no es baladí pues de alguna manera confirma que la libertad de elección de centro recogida en la Constitución no se cumple a las claras. Es cierto que algo hay que hacer cuando existen más solicitudes que plazas disponibles, pero también se podrían hacer las cosas de otra manera para alimentar la libertad de los padres.

En este asunto, como en tantos otros en la educación, hemos topado con la ideología y la politización. Hay Comunidades Autónomas que tienen una visión más estatalista de la educación; en ellas, los criterios suelen ser inamovibles y se basan sobre todo en la zonificación. Incluso quieren centralizar las solicitudes de admisión para que sean las Administraciones las que se encarguen de vigilar todo el proceso y de canalizar estos temas, sin que las opiniones de los padres ni de los centros se tengan muy en cuenta, pues también habría que medir el grado de implicación de los padres con el ideario del centro educativo al que desean asistir.

Hay libertad, sí, pero muy limitada, sólo para elegir colegios en una zona concreta; si quieres ir a un centro que se sale de esa zona, lo tienes crudo. Incluso durante años no se ha facilitado que los hermanos estudien en el mismo centro, ni que los profesores o trabajadores puedan enviar a sus hijos a su colegio; tampoco se ha tenido en cuenta el domicilio laboral, fundamental también para fomentar la conciliación de la vida familiar y laboral. Como se puede apreciar, aquí hay mar de fondo.

El debate sobre este asunto es políticamente incorrecto, pues detrás está la realidad de que los problemas de admisión se concentran en determinados centros concertados. Algunas Administraciones educativas siguen considerando la enseñanza concertada subsidiaria de la pública, y no van a tener en cuenta la demanda de los padres para, por ejemplo, ampliar el número de aulas concertadas con el fin de satisfacer las necesidades de escolarización de esos centros y, por lo tanto, fomentar la libertad de elección. Aquí está la madre del cordero.

Mientras tanto, por estas fechas son habituales los reportajes sobre las trampas que se cometen en los procesos de escolarización, sin entrar de verdad en el fondo del asunto o haciendo una fácil demagogia sobre la libertad de los padres. ¿Quién se pone en su sitio?

Valor de ley

• La Ley Orgánica de Educación (LOE) establece que “las Administraciones educativas regularán la admisión de alumnos en centros públicos, privados y concertados, de tal forma que garantice el derecho a la educación, el acceso en condiciones de igualdad y la libertad de elección de centro por padres y tutores”. Bonitas palabras un tanto utópicas.

• Los requisitos para el correspondiente baremo no son los mismos en todas las Comunidades Autónomas, aunque en casi todas se tienen en cuenta las mismas circunstancias: hermanos matriculados en el centro, padres o tutores legales que trabajen en el centro, proximidad del domicilio laboral o familiar, renta anual de la unidad familiar, discapacidades de los padres y de los alumnos, familia numerosa o monoparental, enfermedades crónicas, etc.

Ciberacoso. Chateando con mi enemigo

El 44 por ciento de los menores que navegan por Internet conoce algún caso cercano de ciberacoso. Con más de 700 denuncias al año, se ha convertido en una realidad palpable entre nuestros jóvenes.

“Todo se ha modernizado, aunque todo sigue siendo lo mismo. Y no por ello es poco grave, por supuesto”. Son palabras del catedrático de pediatría Julio Ardura al respecto del acoso escolar. Ahora, además, las herramientas para el acoso se han adaptado a los tiempos. Vemos niños acosados por sus alergias alimentarias, por su aspecto o por su condición. Pero además los lugares de desencuentro y acoso también han ido ampliándose. Si antes, el recinto escolar era el lugar donde se producían cerca del 70% de los acosos, la Comisión Europea viene alertando del incremento y diversificación de las acciones que, bajo la denominación de ciberacoso, definen comportamientos agresivos practicados a través de muy diferentes dispositivos tecnológicos. El escenario del insulto, la vejación o las amenazas, por citar algunas de las manifestaciones más señaladas y frecuentes, ha traspasado hace ya unos años la línea del espacio físico, del contacto directo, de los espacios analógicos, tangibles, verificables con la mirada y el tacto. Ahora las redes sociales y los servicios de mensajería instantánea que pueblan la red son recintos utilizados por los agresores de manera habitual.

Facebook, Tuenti o Twitter son nombres que, cada vez más, deberían ser habituales para los padres. Ya no es el futuro: estamos hablando de una herramienta habitual. Los datos de la realidad en nuestro país muestran que el 70% de los internautas son usuarios de alguna red social, y que el 70% de los niños y adolescentes del país entre 6 y 18 años poseen algún perfil en dichas redes. En no pocos casos, los más jóvenes pueden ver atacada su privacidad por un exceso de confianza y una escasa información de padres e hijos sobre los riesgos que se pueden correr.

Según la reciente “Guía de recursos para centros educativos en casos de ciberacoso”, publicada por el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, el Ciberbullying es un fenómeno que preocupa por la relativa novedad que supone en el comportamiento de nuestros adolescentes, con las consiguientes dudas que puede generar su abordaje y tratamiento. Entendemos por ciberbullying el acoso de una persona a otra por medio de tecnologías interactivas.

Los últimos estudios aportan datos preocupantes. En España, el Estudio sobre hábitos de seguridad en el uso de las TIC por niños y adolescentes y e-confianza de sus padres, del Observatorio de la Seguridad de la información de INTECO, elaborado a partir de encuestas a menores entre 10 y 16 años y a sus padres o tutores, muestra como un 5,9% de los chicos afirma haber sido víctima de ciberacoso, mientras que un 2,9% afirma haber actuado como acosador. Mensajería instantánea, chats, mensajes de móvil, correo electrónico y redes sociales se convierten en nuevos espacios para la burla, las exclusiones y, en no pocas ocasiones, la vulneración de principios básicos relacionados con el honor y la intimidad.

El coordinador de la Guía de Ciberbullying del Defensor del Menor, José Antonio Luengo, aporta una serie de conclusiones en la guía:

  • ¿Ha de actuarse por parte del centro cuando los hechos no son cometidos en las aulas o espacios de los mismos? Sin duda, sí.
  • La implicación de la familia es imprescindible.
  • Las características de la intervención dependerán de diversos factores, entre otros, la condición de víctima o agresor de nuestros alumnos (pueden darse ambas), la colaboración de las familias afectadas, la naturaleza e intensidad de los comportamientos detectados, su duración y difusión, las propias características personales (empezando por la edad) de los implicados, la interposición de denuncia por parte de los padres o familiares del alumno o alumnos afectados…
  • Niños y, sobre todo, adolescentes van a seguir asumiendo riesgos en la red. La primera intervención debe ser, sin duda, la prevención.
  • La intervención en los centros debe regirse por principios esencialmente educativos. El reto es modelar, enseñar a hacer.

“Te veo, ¿me ves?”

Microsoft Ibérica, BT España, Tuenti, la Jefatura de Policía Judicial de la Guardia Civil y la Asociación Protégeles han firmado con el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, el proyecto “Te veo, ¿me ves?” que tiene como objetivo ofrecer información a padres y adolescentes sobre cómo navegar de forma segura a través de Internet y las redes sociales. La iniciativa se suma al trabajo de los Agentes Tutores de la Policía Municipal, especializados en prevenir y atender todas las situaciones de riesgo para los menores.

Uso y abuso del teléfono móvil

El móvil está más presente que nunca en nuestro día a día. Los adultos lo usan como una herramienta de ocio y trabajo, y para los menores es uno de los regalos más habituales en Navidades o fin de curso, pero los expertos recomiendan dilatar al máximo la edad de posesión del móvil, no antes de los 12, y establecer normas referentes a espacio, tiempo y usos del teléfono. “Tener un móvil es una cuestión de necesidades y no de edades”, explica Guillermo Cánovas, presidente de la organización Protégeles, que aconseja buscar terminales adaptados para cada edad. “Un menor de 14 años debe tener un móvil sin cámara, que le permita limitar las llamadas que hace y recibe, y un adolescente va a tener un móvil con cámara y conexión a internet y debe saber utilizarlo de una forma segura y responsable”, argumenta Cánovas.

Cómo levantar la losa del inglés (I)


Aprender idiomas es una carrera de fondo, con muchos puntos de control. La peculiaridad del recorrido está en que no hay una única ruta, ni un solo destino ni un límite de velocidad para alcanzar el objetivo. Pero lo que no se puede dejar al azar es contar con una mínima estrategia para rentabilizar al máximo el esfuerzo.

La experiencia ha enseñado a miles de españoles que dejar y tomar indefinidamente el estudio del inglés no sirve de mucho, ni siquiera para impedir que los más jóvenes cometan los mismos errores. De hecho, según el último estudio de Education First, compañía especializada en el aprendizaje de idiomas, España figura en el puesto 24 del ránking mundial de 44 países en el Índice de Nivel de Inglés que elabora la empresa. En relación con Europa, nuestro país aparece en la zona baja de la lista, donde sólo Rusia y Turquía reflejan peores cifras. Veamos tres soluciones para que el estudio de idiomas deje de ser una pesada losa.

Inmersión total. Diana Cabezudo, autora del libro Estudiar en el extranjero, asegura que la forma más eficaz de aprender un idioma consiste en vivir, al menos un año, en otro país. Aún así, es necesario viajar con las ideas bien claras (el objetivo es mejorar el idioma) y con soluciones para los obstáculos más habituales. Por ejemplo, hay que estar dispuesto a vencer la timidez y el miedo al ridículo, así como derrochar paciencia, constancia y esfuerzo, unas habilidades que no se improvisan. Estas son algunas de las recomendaciones de la autora:

• Un idioma se aprende hablando. Hay que aprovechar todas las oportunidades para practicarlo, por ejemplo, formulando preguntas que requieran cierta explicación a nuestros interlocutores; y escuchar con atención para familiarizarse con el acento, que varía casi en cada localidad.
• Casi todas las personas tienden a aislarse cuando no son capaces de expresarse bien en otro idioma. Diana Cabezudo recomienda “pegarse” a otras personas, aunque no se pueda participar mucho en las conversaciones. Con una sonrisa se puede lograr que hablen despacio y traten de ayudarnos.
• Conviene apuntarse, con valentía, a actividades que exijan comunicarse, como teatro.
• Es necesario aprender de memoria frases hechas (saludos, expresiones de cortesía) y utilizarlas a la mínima ocasión.
• Hay que agradecer las correcciones, ya que es la mejor forma de mejorar el nivel y no cometer los mismos errores.
• Hay que estudiar el idioma a diario, al menos media hora, y tomar apuntes en el idioma local.
• Aprender a pronunciar un idioma es tan importante como saber escribirlo. Basta un ejemplo para entenderlo: es casi imposible saber cómo se pronuncia “schedule” si sólo lo vemos por escrito; y es casi imposible saber cómo se escribe “skedyul”, si sólo lo hemos oído alguna vez.

Estancias fuera+estudio. Como se ha visto, no basta con “irse fuera”. El aprendizaje de idiomas exige muchas rutinas, incluso en estancias anuales. Otra solución, aunque no logra los mismos resultados, consiste en permanecer en el extranjero, al menos un mes, durante varios años seguidos.
• Al regreso, conviene ver películas en versión original. Algunos recomiendan ver siempre la misma hasta que se aprendan casi de memoria los diálogos, ya que facilita el aprendizaje de expresiones habituales.
• Es muy útil leer en voz alta textos en otro idioma y hacer crucigramas o sopas de letras.
• Otra forma de mantener vivo el idioma es dar clases a amigos con un nivel más bajo, y estar en contacto con amigos o conocidos extranjeros, a través de chat o e-mail.
• Y, por su puesto, estudiar a diario o realizar cursos adaptados a nuestro nuevo nivel.

Soluciones imaginativas. Si no podemos permitirnos viajar, existen fórmulas imaginativas que pueden minimizar ese inconveniente. Aunque también son muy útiles para mantener fresco el idioma después de una estancia en el extranjero.

• Los expertos recomiendan escuchar podcast (por ejemplo, eslpod.com) y transcribir lo que escuchamos para mejorar el oído y la gramática.
• Si tenemos amigos nativos interesados en aprender español o, si no, existen páginas como www.busuu.com, donde se pueden mantener conversaciones online, a través del micrófono del ordenador, con usuarios que hablan el idioma que queremos aprender.
• También se puede contratar a un profesor online. En páginas como www.elance.com o www.freelancer.com hay ofertas de clases por menos de cinco euros la hora. Y si no se encuentra el servicio, se puede publicar una solicitud como contratante del servicio por el precio que fijemos.
• Una página con infinidad de recursos es www.bbc.co.uk. Aquí pueden encontrarse, entre otras cosas, actividades relacionadas con la pronunciación del sonido “schwa”, esencial para hablar y entender inglés. Y ejercicios sobre el llamado “connected speech”, algo que no se logra hasta que se ha pasado mucho tiempo practicando el inglés. Por ejemplo, “an elephant” se pronuncia “anélefant”; sin práctica, en una frase con varias palabras conectadas, los españoles solemos perdernos.
• Si preferimos el contacto directo, se pueden localizar intercambios de idiomas en páginas como lingobongo.com, ponerse en contacto con organizaciones que buscan alojamiento para estudiantes extranjeros en España o publicar anuncios en internet. Tener un nativo en casa es la forma más barata de viajar al extranjero. z

¿Qué tipo de padre soy?

Un informe ha trazado un retrato robot con las cuatro formas más habituales de entender la Educación entre los padres españoles. A pesar de las diferencias, todas convergen en su temor a que factores externos (medios de comunicación, amigos…) echen por tierra lo que la familia trata de inculcar en casa.

Los padres más autoritarios –o “patriarcales”, según la denominación de un reciente informe del Ministerio de Educación– suelen ser pequeños empresarios que viven en un entorno rural. Las madres más permisivas –o “instituyentes”– proliferan en la periferia de las grandes urbes.

Ambos enfoques educativos se revelan minoritarios en España, ya que lo que impera por estos lares es ser un padre “liberal” o “clientelar”, que a grandes rasgos significa, respectivamente, poner en un pedestal al esfuerzo o confiar en que las autoridades educativas allanen lo más posible el camino a las familias.

Elaborado para el ministerio por el Colectivo IOÉ, el estudio se autodefine como una “exploración cualitativa” en la que las aportaciones de varios “grupos de discusión” han servido como materia prima para perfilar los imaginarios educativos más habituales en las familias españolas. No se ha tratado pues de realizar encuestas, sino de dejar que los padres hablen y, a partir de sus opiniones, concluir cuatro “posiciones discursivo-ideológicas” que sinteticen sendas formas de entender la Educación tanto en la escuela como en el hogar. Son, reconocen los autores, “etiquetas, inevitablemente simplificadoras pero útiles como referencia”.

A pesar de que los cuatro perfiles muestran rasgos muchas veces antagónicos, existen nexos de unión que conectan a unos con otros. Por ejemplo, las posturas liberal y patriarcal confluyen al reclamar criterios de evaluación unificados y exigentes. Por el contrario, los padres clientelares e instituyentes se inclinan por un tipo de pedagogía más flexible e individualizada. Alianzas temporales que en otros campos pueden variar, acercando, por ejemplo, al padre clientelar y al liberal en su benévolo juicio del sistema socioeconómico que existe en España (las otras dos posiciones serían, por así decirlo, más antisistema).

Incluso hay temas en los que todos los padres parecen ponerse de acuerdo. Se observa unanimidad en su critica a los medios de comunicación que reproducen modelos de éxito opuestos a lo que ellos (sea lo que fuere) intentan inculcar a sus hijos. Y todos temen asimismo que, al llegar a la adolescencia, las malas amistades dilapiden años de esfuerzo formativo en casa.

Liberal

Glorifican la “ética del esfuerzo individual” según una fe a prueba de bombas en la “capacidad” del ser humano “para desenvolverse en un mundo plural y abierto a la competencia”. A partir de un planteamiento meritocrático, no tratan de imponer creencias o valores: simplemente aspiran a una “igualdad de oportunidades para todos” y a que “las cosas se hagan bien”. El docente ha de ser sin excepción un “especialista” competente, por lo que “el referente no es el funcionario sino el profesional de la empresa privada”. Postura extendida sobre todo entre las clases medias acomodadas, los padres liberales suelen considerar una desgracia que sus hijos no lleguen a la universidad. Del centro escolar esperan una evaluación rigurosa, ya que dar demasiadas “facilidades” a la hora de aprobar “desmotiva al alumnado”.

Clientelar

Confían en que la “autoridad que regula la vida social” ayude a las familias a “transmitir aquellos valores y pautas de conducta considerados más correctos” para que sus hijos lleguen a “ser buenos ciudadanos”. Asegura el informe que este tipo de padres se sienten “perdidos” y “desbordados”; es por ello que reclaman de instancias superiores algo así como un “manual de instrucciones que les explique cómo ser buenos padres”. Entienden que el profesor actúa como “portavoz legítimo del saber” y, en consecuencia, ha de reciclarse, comprometerse y motivar en clase con criterios pedagógicos que resulten atractivos al alumno. En caso de problemas, suelen adoptar una “actitud autoinculpatoria mezclada con una sensación de abandono por parte de aquellas instituciones que deberían encargarse de supervisar la Educación”.

Patriarcal

A partir de la “autoridad incuestionada del padre-varón sobre la madre-mujer y de ambos cónyuges sobre sus descendientes”, este tipo de progenitores inculcan “obediencia, constancia y buenos modales”, hacen gala de “mano dura” y tratan de crear un clima familiar con “normas claras”. Quieren para sus hijos un perfil de docente “riguroso” y no ven con malos ojos que se instalen tarimas en las aulas o se conceda al profesorado en su conjunto un estatus legal que refrende su superioridad sobre el alumno. Para ellos, el fracaso escolar es culpa del “proteccionismo de las familias”, “la permisividad del profesor” o el hecho de que todos los alumnos estudien lo mismo hasta los 16 años. Abogan por una diversificación temprana en Secundaria, a los 14 años como muy tarde. Muchos defienden también la vuelta del uniforme.

Instituyente

Creen firmemente en el poder de la Educación para luchar contra las desigualdades sociales y contribuir a transformar un mundo injusto. En casa, se prima un “clima de confianza” que no “cierre los ojos” a los hijos y les ayude a “superar el miedo” a intentar cosas nuevas. En la escuela, su preferido es ese perfil de profesor que establece una “relación de amistad e implicación con sus alumnos” para que estos puedan “abordar problemas personales” con él y en “estrecha cooperación con los padres”. Sostienen que el sistema educativo actual “estigmatiza socialmente a una gran parte de la juventud de los barrios obreros”, por lo que recomiendan relajar un “ritmo académico agobiante con excesivas asignaturas desconectadas de los intereses” del alumno. En definitiva, el fin de la Educación es formar a “profesionales felices”.

El juego de las trampas

Mickey Haller es un arrogante abogado de Los Ángeles, divorciado y con una niña, cuyo particular despacho es el asiento trasero de su vehículo, un Lincoln. A través de un conocido le llega un apetitoso caso, la defensa de Louis Roulet, un joven millonario de buena familia, acusado de atacar brutalmente a una prostituta en su casa.

Roulet sostiene su inocencia, le habrían tendido una trampa, y la víctima se habría dejado agredir por un cómplice para obtener una suculenta indemnización.

Entretenido thriller judicial, que adapta una de las novelas del popular Michael Connelly. De alguna manera el protagonista, Matthew McCounaghey, recupera las esencias de los inicios de una carrera venida a menos, la época de Tiempo de matar y Lone Star, cuando era saludado como un nuevo Paul Newman. El actor da bien el personaje, mezcla de cinismo y vulnerabilidad, que sabe que ha echado a perder su vida familiar y trata de salvar en lo que puede los muebles, y capaz de guardarse algún as en la manga, cuando su trabajo se complica.

El desconocido Brad Furman dirige con buen pulso el film, y John Romano ha hecho un buen trabajo de adaptación de la novela de Connelly, deja bien atados los cabos de las numerosas sorpresas de la enredada madeja argumental y perfila adecuadamente a los personajes secundarios. Se trata de un buen ejemplo del artesanal cine de Hollywood, capaz de ofrecer una historia tal vez no memorable, pero sí entretenida, perfectamente realizada, y que deja un agradable sabor de boca. Además, la incertidumbre de cómo discurrirá la narración, está bien entrelazada con los diversos dilemas morales que plantea la película: la confidencialidad abogado-cliente, la creencia en la inocencia de quien defiendes, los agujeros del sistema legal, el deseo de tomar la justicia por la propia mano…

Título: El inocente
Director:Brad Furman
Intérpretes: Matthew McConaughey, Marisa Tomei, Josh Lucas, Ryan Phillippe, William H. Macy, John Leguizamo..
Duración: 118 min.

Dadabum, nuevo evento de IFEMA para el ocio infantil

En diciembre próximo, Madrid contará con una nueva y atractiva propuesta de ocio infantil en su agenda prenavideña. Del 6 al 11 de diciembre los pabellones 3 y 5 de Feria de Madrid se convertirán en un singular espacio de diversión, para disfrutar y aprender jugando, durante la celebración de DABADUM.

El primer evento, organizado por IFEMA, está dirigido a niños de 0 a 12 años, así como a colegios de Infantil y Primaria. DABADUM es un entorno pensado y diseñado para las familiar, con espectáculos de vanguardia y actividades participativas, pedagógicas y siempre divertidas, con el objetivo de transmitir valores y estimular la comunicación y la diversión.

Más información: www.dabadum.ifema.es

Avances tecnológicos y mejora de la calidad de vida de niños y jóvenes con problemas de corazón

Las cardiopatías son la patología congénita de mayor incidencia en España, lo cual quiere decir que unos 4.000 niños nacen al año en nuestro país con esta dolencia, de los cuales la mayoría necesita ser intervenido o tratado para solucionar este problema. La gran noticia, tanto para ellos como para sus familias, es que gracias a los avances tecnológicos de los últimos años, más del 90% de los casos tienen una solución.

¿Quién iba a pensar hace 25 años que el corazón del tamaño de una nuez de un niño recién nacido podría ser intervenido, en ocasiones sin llegar ni siquiera a abrir el cuerpo del bebé? Pues sí, una vez más, lo que parecía ciencia ficción se ha hecho realidad.

Sin embargo, esta magnífica realidad plantea, a su vez, nuevos retos. Hoy en día, ya no sólo preocupa la supervivencia de estos niños, sino su calidad de vida. ¿A qué problemas van a tener que enfrentarse, y cómo podemos ayudarles para que lo logren de la mejor manera posible? Pues bien, ahí es donde entra en juego la labor de entidades como la Fundación Menudos Corazones que, desde hace ya más de ocho años, se dedica a ayudar a estos niños y sus familias para garantizar la consecución de la mayor calidad de vida posible. Y entre las múltiples actividades que diariamente lleva a cabo esta fundación, destaca la labor de estimulación a través del juego y de la música de los bebés y niños mientras están hospitalizados, para prevenir retrasos cognitivos.

Asimismo, la Fundación Menudos Corazones ofrece espacios que fomentan la comunicación entre padres y maestros para evitar que el necesario absentismo por revisiones o tratamientos afecte de forma negativa la evolución escolar del niño cardiópata. También es fundamental su plena integración en el entorno social, y es aquí donde juegan un papel decisivo los campamentos de verano de esta fundación, que abren un sinfín de nuevas posibilidades en la vida de estos niños, adolescentes y jóvenes.

Y para promover su autosuficiencia, aumentar su autoestima, fomentar su sentido de la responsabilidad poniendo, en definitiva, en sus manos las riendas de su propia vida, la Fundación Menudos Corazones potencia el que sean los propios adolescentes y jóvenes los que elaboren los materiales de divulgación (por ejemplo, cómics) que luego van a contribuir a ayudar a otros niños que pasan o van a pasar por situaciones difíciles como las que ellos ya han enfrentado. En definitiva, se trata de apreciar y agradecer las posibilidades que la vida ofrece contribuyendo a que otros puedan beneficiarse igualmente de estas posibilidades. Magnífica cadena de favores en la que los niños se ayudan a si mismos ayudando a otros y aprenden así, desde pequeños, que no hay mejor forma de hacer crecer el corazón que compartiendo.

Nanas

La compañía La Canela presenta en el Auditorio del Museo Picasso de Málaga la obra Nanas de Analía Sisamón, para niños desde los 6 meses a 3 años. Nanas es el encuentro de un grupo de niños que provienen de diferentes culturam en el que se canta y se cuenta lo que cada uno sabe.

Así se descubren que hay otras, tal vez muchas, maneras de hablar, aprender, vivir y convivir. Comienza así un viaje hacia otros lugares donde la gente es igual y es diferente. La obra forma parte de la tercera temporada de Niños en el Picasso.

Más información: http://www.museopicassomalaga.org