¡Mis primeros pasitos!

Qué alegría provoca ver a un niño dar sus primeros pasitos. A partir de ese momento, todo parece ir cada vez más rápido. La autonomía en el desplazamiento permite a los niños acercarse a un mundo todavía inexplorado.

Es fundamental favorecer el máximo desarrollo motor de los niños, como base para todos los aprendizajes. Este desarrollo, implica numerosas habilidades, entre las que cabe destacar el equilibrio, la coordinación corporal, y la conciencia de las propias posibilidades.

Productos como triciclos, correpasillos o bicicletas infantiles favorecen un adecuado desarrollo global de los niños. Aumentan su capacidad de exploración, autonomía, favorecen el desarrollo motor propiamente dicho, contribuyendo a aumentar su autoestima y confianza en sí mismos.

En una sociedad cada vez más sedentaria, es fundamental sentar las bases del ejercicio y del desarrollo corporal desde los primeros años de la vida. Es preciso valorar las capacidades de cada niño, así como las características individuales para ofrecer oportunidades saludables y enriquecedoras adecuadas a cada uno. Para ello, es imprescindible estar atentos a la evolución de los niños, y darles oportunidades de utilizar triciclos, bicicletas, partiendo de productos de más estabilidad, los cuales le permiten conocer la dinámica general, la orientación espacial, ampliar su campo de acción, etc.

Combinar el desplazamiento autónomo, con productos como los triciclos, va ampliar, por tanto, la gama de experiencias vividas por el niño, y consecuentemente, otras áreas del desarrollo de los niños.

Mamá, ¿por qué (no) voy a clase?

Comprarles la ropa dos tallas más grande es algo habitual en los padres precavidos. Sin embargo, cuando hablamos de niños menores de tres años, ¿es la escuela infantil otra medida con vistas al futuro o sólo una forma de que los cuiden mientras trabajamos?

"La gran mayoría de los padres ven la educación infantil como la antesala de primaria, sin ser del todo conscientes de las bondades de esta etapa". Habla Juan Sánchez Muliterno, Presidente de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles AMEI-WAECE. Él es la cabeza visible del recién publicado estudio de opinión de la Asociación en el que 69% de los maestros de infantil critican el escaso reconocimiento social de esta etapa. Mientras, ven con pavor como aumentan los recortes en esta etapa educativa.

"El Gobierno no para de hacer campañas sobre la seguridad vial pero ¿por qué apuestan por la educación desde sus inicios?". Los niños son el futuro y esta etapa puede ser la semilla de su éxito pero ¿somos conscientes de por qué debemos darle importancia? "Se está introduciendo la incongruencia pedagógica de las competencias básicas de esta etapa cuando, como mucho, habría que hablar de desarrollo de capacidades y preparación de la personalidad infantil de los niños. A veces, tenemos más prisa por las evaluaciones y calificaciones que por el desarrollo integral de la mente infantil", comenta Francisco José Silvosa, profesor de Didáctica y Organización Escolar en la Universidad de Santiago de Compostela.

Por su parte, Sánchez coincide también en la relevancia de este momento para "la formación de la personalidad y la socialización, un momento clave para que el niño encuentre su lugar". Somos seres sociales y, como tales, necesitamos entrar cuanto antes en la sociedad de la que formaremos parte. "Confrontar su personalidad con la de otros niños es lo que les hará crecer como personas", explica Sánchez.

Es una parte de su crecimiento que no pueden desarrollar en casa. Según el artículo 29 de la Convención de Derechos del Niño, la educación debe propiciar el desarrollo máximo de las posibilidades del niño, tanto físicas como mentales. Es decir, el crecimiento personal es igual de importante en esta etapa que los conocimientos adquiridos. "A partir de los 12-18 meses, es una buena edad para llevar al niño a clase porque empieza a ser muy importante la interacción. No se puede generar personalidad sin interacción", comenta Sánchez.

Entonces ¿debería ser obligatoria?

En España, tanto la primera (de cero a tres años) como la segunda etapa (de tres a seis) son opcionales. No obstante, cada vez son más los pedagogos que apoyan la obligatoriedad de la educación infantil -al menos, desde que el niño ronda los dos años-. Actualmente, más del 90% de los padres ya llevan a los niños a la guardería desde el primer ciclo.

"Al no ser una enseñanza obligatoria pero contar con tan alto grado de asistencia, lo que conseguimos es condenar al fracaso escolar a la minoría que no asiste", comenta Sánchez, "todos los que pueden pagar la educación privada, tienen a sus niños escolarizados desde los tres años, sino antes. Así, el resultado es la exclusión de aquellos niños cuyos padres no pueden pagarlo y que, en consecuencia, irán por detrás del resto de alumnos cuando alcancen primaria".

Por ejemplo, Lorena García, madre de la pequeña Loia -de cuatro años- tiene claro que "buscar la mejor educación para ella es fundamental pero evidentemente el precio también influye en la decisión". ¿Qué supondría hacerla obligatoria? "El Gobierno pagaría lo que ya es una mayoría e integraría a ese 10% de niños no escolarizados sin necesidad de que sus padres inviertan dinero en ello", sentencia el presidente de la AMEI-WAECE.

Enseñanza en casa

Frente a esta corriente que apoya la obligatoriedad, otros optan por la enseñanza en casa para disfrutar del tiempo con los niños a la vez que intentan mantener un nivel de aprendizaje. No obstante, y aunque la intención es buena, el proceso elimina el factor de interacción y no tiene claros los objetivos educativos de esta edad. "No hay una concienciación de cuáles son las metas a alcanzar. La finalidad es el desarrollo del niño físico e intelectual pero sobre todo de la personalidad; la gente no es consciente de esto.

Algunos padres intentan acelerar la evolución del niño en casa e impartirle conocimientos para los que no está preparado aún". Por ello, jugar con otros niños es casi tan importante como aprender el alfabeto. Pedro Martín, psicólogo infantil del Centro de Psicología Integral, resalta la relevancia de estudiar fuera de casa. "Hay que llevarles lo antes posible para romper esos vínculos de dependencia con los padres. Socializarlos a una temprana edad es muy beneficioso, les ayuda a evolucionar.

La diferencia entre los niños que han ido a la guardería y los que no es enorme; los segundos se encuentran en desventaja porque su capacidad de relacionarse se desarrollará más lentamente".

Cómo escoger centro

La mayoría de los padres de niños de 0 a 3 años son jóvenes y tienen mucho trabajo o mucho estrés por buscarlo. A día de hoy, es aún más difícil por las condiciones laborales del contexto social. Necesitan que alguien cuide a los niños y suelen dejarse guiar por recomendaciones de amigos o familiares pero ¿cuáles son los criterios clave para tomar la decisión correcta? Proximidad al domicilio.

Además de hacer más fácil llevarlo, facilita la interacción con los demás niños, que desarrollan espacios comunes fuera del centro como el parque o el barrio. Nivel educativo. Conocer el programa es muy importante, tanto como saber qué principios éticos transmite dicho programa. Hay una obsesión por que aprendan a leer y escribir rápido pero a veces es más importante que aprendan a compartir los juguetes. La formación de la personalidad es intrínseca al crecimiento pero es importante no dejar que se forme espontáneamente sino orientarla a los valores que consideramos correctos.

Eso sí, todo esto puede hacerse llevando al niño cuatro o cinco horas por la mañana; no es necesario que esté en la escuela todo el día -por lo menos, no desde el principio-. Confianza. Creer en la seguridad del centro es, por supuesto, fundamental para que los padres dejen a los niños con tranquilidad. Sin embargo, no es conveniente dejarse llevar por recomendaciones de amigos. ¿Un consejo? Los padres pueden solicitar una cita con un profesor o coordinador del ciclo para que les explique en persona cómo se imparte su programa tutorial.

Conocer directamente a la persona, ver las instalaciones y hacer todas las preguntas que sean necesarias no sólo nos confirma cómo va a estar el niño sino que reduce la ansiedad de la separación que se provoca en algunos padres.

¡Mamá, suena el despertador!

¿Temes que llegue el día en que tu baja por maternidad se termine? No te preocupes. Como madre, día a día te enfrentas a muchos retos, pero te puedes preparar para enfrentarte con éxito a esta nueva etapa con la ayuda de una cuidadosa planificación.

Ahora que ha nacido tu bebé seguramente has pensado miles de cosas nuevas, pero tal vez has dejado en segundo plano una muy importante: ¿Cómo vas a manejar tu vuelta al trabajo cuando se termine la baja por maternidad? ¿De dónde sacarás el tiempo para atender a tu bebé?

Es normal que mientras estás todavía en la baja maternal confluyan en ti sensaciones de confusión, cansancio, tristeza unas veces, alegría en otros muchos momentos y todo ello debido no sólo a los cambios físicos y hormonales del embarazo y el parto y postparto, sino también a la psique femenina, que a veces juega un papel determinante en nuestros pensamientos y toma de decisiones. Por eso, antes de que llegue el momento de la reincorporación laboral sigue estos consejos que la Clínica Mayo de Estados Unidos te da.

Antes de que vuelvas a tu trabajo

  • Fuera culpas. Volver a trabajar muchas veces supone un conflicto emocional para madres primerizas. Pero trabajar fuera de casa no te hace una mala madre. Tampoco tiene nada de malo añorar los retos e interacciones de tu trabajo. Piensa que lo que estás haciendo es lo mejor para ti y para tu familia.
  • No te sientas culpable por dejar a tus hijos al cuidado de otros. Según la Academia Americana de Pediatría, los niños que son cuidados por personas que no son sus padres, son más independientes que otros niños. Además, una buena y estimulante guardería prepara al niño para la escuela, intelectual y socialmente. Por eso es importante que incluso antes de que nazca preveas como os organizareis cuando ambos estéis fuera del hogar por motivos laborales.
  • Habla con tu jefe. Clarifica tus deberes y tu horario para que sepas lo que se espera de ti después de tu baja por maternidad. Puedes preguntarle la posibilidad de tener un horario flexible, trabajar desde casa o trabajar con jornada reducida. Hazlo, de ser posible, antes de que tomes la baja por maternidad.
  • Mantente en contacto con tu oficina vía telefónica o correo electrónico. Esto no significa que tengas que trabajar. Puede ser que tengan una breve pregunta sobre la localización de un archivo, la cual puedes responder rápidamente haciéndote sentir útil y además evitando sentirte desconectada.
  • Si planeas continuar amamantando después de regresar al trabajo, pide una habitación privada para sacarte leche. Considera comprar un saca-leche eléctrico que te permita sacarte leche de ambos senos a la vez. Si el tiempo te preocupa, ofrece a la empresa alternativas como por ejemplo hacerlo durante los descansos o trabajar desde casa para recuperar el tiempo perdido.
  • Planea el día para volver al trabajo. Si puedes, vuelve a trabajar en uno de los últimos días de la semana. Eso hará que tu primera semana de regreso sea más corta y por lo tanto puedas hacer el cambio poco a poco. Evita volver al trabajo si la fecha coincide con otro gran evento familiar como cambiarse de casa o escuela, un viaje o una crisis personal porque no puedes evitar pensamientos negativos como el de tener la mente puesta sólo en tus hijos.

Cuando vuelvas al trabajo es fundamental una buena organización. Por ejemplo, puedes hacer una lista diaria de cosas que hacer. Puedes dividir la lista en tareas del trabajo y tareas de casa, o tareas para ti y tareas para tu pareja. Identifica lo que necesitas hacer, lo que puede esperar y lo que te puedes

· Conéctate. Planea una llamada diaria a la cuidadora de tu bebé para saber cómo está. Deja tiempo después del trabajo para reconectarte con tu bebé.
· Haz planes de emergencia. Planea qué harás cuando tu bebé esté enfermo o cuando su cuidadora no esté disponible en un día de trabajo. Una opción es tomarte el día o llamar a un amigo o familiar que cuide a tu bebé.
· Busca ayuda. No trates de hacer todo. Acepta ayuda de tu compañero, de tu familia o de tus amigos. Si te sientes culpable, triste o abrumada ¡dilo!
· Descansa. Cuando el bebé se duerma relájate, lee tu libro favorito o pon música suave. Deshazte de compromisos innecesarios. Escoge una hora razonable para irte a la cama y apégate a ella. Los fines de semana, cuando el bebé duerma, duerme tu también.

Pero sobre todo mantén una actitud positiva. Dile a tu bebé lo emocionada que estás de verlo al final del día. Tu bebé no entenderá tus palabras, pero sentirá tus emociones.

El ejemplo paterno

El tiempo corre de forma distinta cuando hay un nuevo miembro en la familia para ambos. Piensa en el padre de la criatura. Ellos, que por regla general se reincorporan al trabajo a las dos semanas del nacimiento, sienten que necesitan más tiempo, pero poco a poco se habitúan al nuevo ritmo y las nuevas ocupaciones facilitan que la mente esté ocupada.

Sin embargo, eso no significa que no echen de menos el tiempo en familia y sufriendo y disfrutando al mismo tiempo al bebé. Incluso sus lloros o el cambio de pañal es una experiencia única para los padres. No obstante, hay que pensar en los aspectos positivos de la vuelta al trabajo como activarse tanto mental como físicamente, la relación con jefes y compañeros, el prepararse y preocuparse más por la imagen personal, incluso el tener algo de tiempo para uno mismo.

El aula, territorio femenino

Las chicas fracasan mucho menos que los chicos en Secundaria y son mayoría en la universidad. Se trata de una tendencia global, aunque en España las diferencias entre sexos se revelan más abultadas que en otros países. Motivos sociales, biológicos y didácticos contribuyen a explicar el reinado femenino en la Educación.

Si aquellos hombres que hace menos de un siglo se devanaban los sesos argumentando las carencias intelectuales de la mujer observaran el estado de la Educación actual, su sorpresa sería mayúscula. Para percatarse de su tremendo error, podrían, por ejemplo, echar un vistazo a un reciente informe del Consejo Escolar de Navarra que recopila los últimos datos del Ministerio de Educación y desglosa el rendimiento escolar según el sexo del alumnado.

Allí se constatan realidades que a día de hoy ya no asombran a casi nadie: las chicas repiten menos en todos los niveles educativos, arrasan en cuanto a titulados de Secundaria y siguen fortaleciendo su dominio en la universidad, nivel máster incluido.

¿Consuelos para el hombre? Los chicos son mayoría en los ciclos de FP relacionados con música y deportes. Y, si nos ponemos rigurosos, también presentan porcentajes más elevados que sus compañeras en ese último chaleco salvavidas que el sistema prevé para rescatar al alumno del fracaso absoluto: los programas de Garantía Social.

El éxito educativo en clave femenina no es, ni mucho menos, un fenómeno exclusivamente español. Como apunta José Saturnino Martínez García, profesor de Sociología de la Educación en la Universidad de La Laguna (Tenerife), “las chicas han empezado a sobrepasar a los chicos al mismo tiempo en casi todos los países desarrollados. Los chicos superaban a sus compañeras hasta los años 70. A lo largo de los 80 se llega a un empate, y, a partir de entonces, las chicas empiezan a obtener mejores resultados”.

No en vano, el mundo de la enseñanza quizá esté asistiendo a los primeros brotes de discriminación positiva en favor del sexo masculino. Para atajar el conocido como laddism (en resumen, adolescentes varones adictos a la juerga y alérgicos al estudio), las autoridades británicas promovieron en los 90 la introducción de nuevas técnicas didácticas que resultaran atractivas para los chavales descarriados. Más aún, un extenso artículo publicado en la revista Bussiness Week hace unos años insinuaba que los colegios de élite en EEUU estaban bajando –en sus pruebas de acceso– el listón para los chicos con el fin de mantener un cierto equilibrio de género en las aulas.

Turismo y ladrillo

Siendo un fenómeno global (o al menos extendido a casi todo el ámbito OCDE), la progresiva conquista de la excelencia por parte de las alumnas ha adquirido dimensiones especialmente preocupantes en nuestro país. En la Unión Europea, un 4% más de chicas obtiene al menos un título de Secundaria superior. Aquí, dicha cifra se dispara hasta el 12%. Cierto que, en términos generales, España dobla al resto del continente en cuanto al llamado abandono educativo temprano, por lo que cabría esperar que la distancia chicas-chicos fuera también más elevada. Pero no hasta el punto de triplicar la media europea.
¿Por qué el alumno español se muestra más proclive al fracaso que sus iguales de otros países? Todos los expertos coinciden en señalar a la estructura de nuestro modelo productivo como uno de los principales motivos que alejan a los chicos de las aulas. Ellos tienen “mayor posibilidad de entrar en el mercado laboral antes, sobre todo por la importancia que tiene el turismo en algunas regiones”, asegura Pablo Zoido, analista educativo que trabaja para la OCDE, en particular durante la elaboración del Informe PISA y otras comparativas internacionales.

Antes de la crisis, la fiebre del ladrillo también causó estragos en las tasas de fracaso masculino. Hasta hace bien poco, comenta Martínez García, “existía un mercado de puestos de trabajo relativamente bien pagados para hombres de baja cualificación. Si uno se iba a la construcción con 16 años, a los 30 podía tener un sueldo más que decente”.

Conscientes de que los empleos que requieren menor preparación (normalmente más físicos) suelen ser coto privado del hombre, las jóvenes tienden a esforzarse más con vistas a alcanzar un nivel de formación que les permita enfrentarse a la vida laboral con ciertas garantías de éxito. Además, en opinión de Martínez García, el no estudiar penaliza a las mujeres también en el entorno familiar, ya que una adolescente que decide dar carpetazo a su tránsito por las aulas “es probable que pase a ocuparse de las tareas del hogar, mientras que esto no está tan claro en el caso de los chicos.

Diferencias biológicas

Desde una perspectiva más amplia, no sólo circunscrita al caso español, existe una corriente de opinión que fusiona factores biológicos y pedagogía imperante para explicar la brecha educativa que separa a chicos y chicas. Ésta viene a decir, en síntesis, que ambos sexos presentan diferencias cognitivas considerables, y que la escuela actual prioriza una forma de enseñar que conviene sobre todo al cerebro femenino, en parte debido a que la mayoría de docentes son mujeres.

Según María Calvo, presidenta de la Asociación Europea de Centros de Educación Diferenciada (EASSE en sus siglas en inglés), “los niños y las niñas tienen una serie de habilidades, de actitudes y de ritmos cognitivos y de maduración distintos que, si no se atienden durante el aprendizaje, pueden dar lugar a mucha frustración”. Para ella, la enseñanza de hoy en día –cuyo espacio ideal serían aulas estáticas y silenciosas– está concebida para el alumnado femenino. Y “exigir al varón que se esté quieto y que tenga sus apuntes pulcros y minuciosos, igual que su compañera de pupitre, es una utopía”, afirma.

El presidente de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación en España (Copoe), Juan Antonio Planas, suscribe que la escuela “valora mucho que el alumno sea una persona sosegada, haga sus trabajos con una buena presentación y tenga un trato correcto”. Tras más de 30 años de práctica docente y algunas lecturas sobre evolución humana, Planas también ha llegado a la conclusión de que las chicas suelen demostrar mayores niveles de inteligencia emocional. Esto las convierte en personas más empáticas que se “adaptan mejor a este tipo de entorno escolar”. En su opinión, otro factor a tener en cuenta sería el mayor tiempo que los adolescentes varones emplean en practicar deportes, algo que “les resta tiempo para la lectura u otras actividades intelectuales”.

Enfoque individual

Para Calvo, la solución pasa por separar a chicos y chicas en clases o centros distintos: “Las metas han de ser las mismas, lo que hay que cambiar son las estrategias que utilizamos para llegar a un mismo punto”. Por su parte, Planas aboga por una atención individualizada y por introducir, para el conjunto del alumnado, “una metodología más activa y participativa”.

Esta disparidad cognitiva entre sexos –basada en recientes investigaciones científicas&#
8211; no convence a todos. Martínez García percibe que en los últimos tiempos está proliferando un afán excesivo por asociar las diferencias entre alumnos y alumnas al poder inmutable de la naturaleza. “Igual que en los 60 o 70 todo parecía ser una construcción social, ahora resulta que todas las explicaciones han de ser de corte biológico. Hay evidencias a favor, evidencias en contra… Lo que no se puede decir es que se trata de algo científico porque, por ahora, no hay consenso al respecto entre la comunidad investigadora”.

Sin descartar que chicos y chicas puedan poseer –en promedio, como grupo– habilidades distintas, el profesor de la Universidad de La Laguna considera que se debería prestar más atención a la idiosincrasia del alumno. “El enfoque adecuado no es a qué grupo perteneces, si eres chico o chica, sino cuáles son tus características específicas de aprendizaje”.

Brecha de género

Elaborado por la presidenta del Consejo Escolar de Navarra, Teresa Úcar, a partir del monográfico Las cifras de la Educación en España 2010, el informe sobre el desigual rendimiento de alumnos y alumnas pone de manifiesto desajustes por sexo que ya se manifiestan a los 8 años. A esa edad, un 2% más de niños han repetido curso, porcentaje que eleva hasta el 5% al final de la Primaria y el 11% cuando el alumnado alcanza los 15 años.

El abismo que separa a chicos y chicas en cuanto a la tasa de no titulados en ESO –dato que la mayoría identifica con el fracaso escolar– se antoja aún más preocupante: si un 22% de mujeres no obtiene la titulación mínima en su paso por las enseñanza obligatoria, la cifra crece hasta el 35% en el caso de los hombres. En algunas comunidades autónomas como Baleares o Extremadura, las diferencias se acercan peligrosamente a los 20 puntos porcentuales. Aunque el caso más llamativo es La Rioja, con un índice de fracaso femenino (17%) propio de un país con un sistema educativo saneado, y otro masculino (38%) que le acerca a las regiones con peores resultados de nuestro país.

Si nos fijamos en el reparto de títulos que ofrece el sistema español, las mujeres acaparan el 57% de certificados de Bachillerato, el 64% de las diplomaturas, el 59% de licenciaturas y el 55% de másters. Aunque por escaso margen, también son mayoría en cuanto a estudiantes que han completado con éxito un ciclo de Formación Profesional de grado medio o superior.

Todo por lograr plaza en el cole

En pleno proceso de matriculación, en determinados colegios financiados con fondos públicos –públicos y concertados– existen más solicitudes que plazas disponibles. La política de zonificación, que establecen algunas CC.AA., provoca que ciertos padres se tomen este proceso como una auténtica carrera de obstáculos y, para lograr que sus hijos consigan la anhelada plaza en el colegio que desean, no dudan en recurrir a prácticas poco honestas.

Pues bien, este asunto, que parece una cuestión aséptica y administrativa, se convierte todos los años en campo de batalla entre los padres, los centros y las Administraciones educativas, pues con tal de conseguir que sus hijos estudien en el colegio que han elegido son capaces de todo, sin que la Administración acierte –de manera deliberada o no– a la hora de solucionar este preocupante problema. Todos los años salen a la palestra casos de padres que han falsificado la renta, o que se han divorciado o cambiado de domicilio para conseguir esos puntos clave. Hay quien justifica estas trampas por la obligatoria rigidez de los requisitos de admisión; en muchos sitios, los padres se convierten en investigadores y espías de algunos casos, pues han denunciado mentiras explícitas de determinados padres a la hora de entregar la documentación (como inventarse enfermedades psicológicas de sus hijos o separaciones encubiertas de última hora).

La mayoría de estos problemas están relacionados con centros de prestigio que, como todos, tienen que someterse a estos criterios.

El debate no es baladí pues de alguna manera confirma que la libertad de elección de centro recogida en la Constitución no se cumple a las claras. Es cierto que algo hay que hacer cuando existen más solicitudes que plazas disponibles, pero también se podrían hacer las cosas de otra manera para alimentar la libertad de los padres.

En este asunto, como en tantos otros en la educación, hemos topado con la ideología y la politización. Hay Comunidades Autónomas que tienen una visión más estatalista de la educación; en ellas, los criterios suelen ser inamovibles y se basan sobre todo en la zonificación. Incluso quieren centralizar las solicitudes de admisión para que sean las Administraciones las que se encarguen de vigilar todo el proceso y de canalizar estos temas, sin que las opiniones de los padres ni de los centros se tengan muy en cuenta, pues también habría que medir el grado de implicación de los padres con el ideario del centro educativo al que desean asistir.

Hay libertad, sí, pero muy limitada, sólo para elegir colegios en una zona concreta; si quieres ir a un centro que se sale de esa zona, lo tienes crudo. Incluso durante años no se ha facilitado que los hermanos estudien en el mismo centro, ni que los profesores o trabajadores puedan enviar a sus hijos a su colegio; tampoco se ha tenido en cuenta el domicilio laboral, fundamental también para fomentar la conciliación de la vida familiar y laboral. Como se puede apreciar, aquí hay mar de fondo.

El debate sobre este asunto es políticamente incorrecto, pues detrás está la realidad de que los problemas de admisión se concentran en determinados centros concertados. Algunas Administraciones educativas siguen considerando la enseñanza concertada subsidiaria de la pública, y no van a tener en cuenta la demanda de los padres para, por ejemplo, ampliar el número de aulas concertadas con el fin de satisfacer las necesidades de escolarización de esos centros y, por lo tanto, fomentar la libertad de elección. Aquí está la madre del cordero.

Mientras tanto, por estas fechas son habituales los reportajes sobre las trampas que se cometen en los procesos de escolarización, sin entrar de verdad en el fondo del asunto o haciendo una fácil demagogia sobre la libertad de los padres. ¿Quién se pone en su sitio?

Valor de ley

• La Ley Orgánica de Educación (LOE) establece que “las Administraciones educativas regularán la admisión de alumnos en centros públicos, privados y concertados, de tal forma que garantice el derecho a la educación, el acceso en condiciones de igualdad y la libertad de elección de centro por padres y tutores”. Bonitas palabras un tanto utópicas.

• Los requisitos para el correspondiente baremo no son los mismos en todas las Comunidades Autónomas, aunque en casi todas se tienen en cuenta las mismas circunstancias: hermanos matriculados en el centro, padres o tutores legales que trabajen en el centro, proximidad del domicilio laboral o familiar, renta anual de la unidad familiar, discapacidades de los padres y de los alumnos, familia numerosa o monoparental, enfermedades crónicas, etc.

Ciberacoso. Chateando con mi enemigo

El 44 por ciento de los menores que navegan por Internet conoce algún caso cercano de ciberacoso. Con más de 700 denuncias al año, se ha convertido en una realidad palpable entre nuestros jóvenes.

“Todo se ha modernizado, aunque todo sigue siendo lo mismo. Y no por ello es poco grave, por supuesto”. Son palabras del catedrático de pediatría Julio Ardura al respecto del acoso escolar. Ahora, además, las herramientas para el acoso se han adaptado a los tiempos. Vemos niños acosados por sus alergias alimentarias, por su aspecto o por su condición. Pero además los lugares de desencuentro y acoso también han ido ampliándose. Si antes, el recinto escolar era el lugar donde se producían cerca del 70% de los acosos, la Comisión Europea viene alertando del incremento y diversificación de las acciones que, bajo la denominación de ciberacoso, definen comportamientos agresivos practicados a través de muy diferentes dispositivos tecnológicos. El escenario del insulto, la vejación o las amenazas, por citar algunas de las manifestaciones más señaladas y frecuentes, ha traspasado hace ya unos años la línea del espacio físico, del contacto directo, de los espacios analógicos, tangibles, verificables con la mirada y el tacto. Ahora las redes sociales y los servicios de mensajería instantánea que pueblan la red son recintos utilizados por los agresores de manera habitual.

Facebook, Tuenti o Twitter son nombres que, cada vez más, deberían ser habituales para los padres. Ya no es el futuro: estamos hablando de una herramienta habitual. Los datos de la realidad en nuestro país muestran que el 70% de los internautas son usuarios de alguna red social, y que el 70% de los niños y adolescentes del país entre 6 y 18 años poseen algún perfil en dichas redes. En no pocos casos, los más jóvenes pueden ver atacada su privacidad por un exceso de confianza y una escasa información de padres e hijos sobre los riesgos que se pueden correr.

Según la reciente “Guía de recursos para centros educativos en casos de ciberacoso”, publicada por el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, el Ciberbullying es un fenómeno que preocupa por la relativa novedad que supone en el comportamiento de nuestros adolescentes, con las consiguientes dudas que puede generar su abordaje y tratamiento. Entendemos por ciberbullying el acoso de una persona a otra por medio de tecnologías interactivas.

Los últimos estudios aportan datos preocupantes. En España, el Estudio sobre hábitos de seguridad en el uso de las TIC por niños y adolescentes y e-confianza de sus padres, del Observatorio de la Seguridad de la información de INTECO, elaborado a partir de encuestas a menores entre 10 y 16 años y a sus padres o tutores, muestra como un 5,9% de los chicos afirma haber sido víctima de ciberacoso, mientras que un 2,9% afirma haber actuado como acosador. Mensajería instantánea, chats, mensajes de móvil, correo electrónico y redes sociales se convierten en nuevos espacios para la burla, las exclusiones y, en no pocas ocasiones, la vulneración de principios básicos relacionados con el honor y la intimidad.

El coordinador de la Guía de Ciberbullying del Defensor del Menor, José Antonio Luengo, aporta una serie de conclusiones en la guía:

  • ¿Ha de actuarse por parte del centro cuando los hechos no son cometidos en las aulas o espacios de los mismos? Sin duda, sí.
  • La implicación de la familia es imprescindible.
  • Las características de la intervención dependerán de diversos factores, entre otros, la condición de víctima o agresor de nuestros alumnos (pueden darse ambas), la colaboración de las familias afectadas, la naturaleza e intensidad de los comportamientos detectados, su duración y difusión, las propias características personales (empezando por la edad) de los implicados, la interposición de denuncia por parte de los padres o familiares del alumno o alumnos afectados…
  • Niños y, sobre todo, adolescentes van a seguir asumiendo riesgos en la red. La primera intervención debe ser, sin duda, la prevención.
  • La intervención en los centros debe regirse por principios esencialmente educativos. El reto es modelar, enseñar a hacer.

“Te veo, ¿me ves?”

Microsoft Ibérica, BT España, Tuenti, la Jefatura de Policía Judicial de la Guardia Civil y la Asociación Protégeles han firmado con el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, el proyecto “Te veo, ¿me ves?” que tiene como objetivo ofrecer información a padres y adolescentes sobre cómo navegar de forma segura a través de Internet y las redes sociales. La iniciativa se suma al trabajo de los Agentes Tutores de la Policía Municipal, especializados en prevenir y atender todas las situaciones de riesgo para los menores.

Uso y abuso del teléfono móvil

El móvil está más presente que nunca en nuestro día a día. Los adultos lo usan como una herramienta de ocio y trabajo, y para los menores es uno de los regalos más habituales en Navidades o fin de curso, pero los expertos recomiendan dilatar al máximo la edad de posesión del móvil, no antes de los 12, y establecer normas referentes a espacio, tiempo y usos del teléfono. “Tener un móvil es una cuestión de necesidades y no de edades”, explica Guillermo Cánovas, presidente de la organización Protégeles, que aconseja buscar terminales adaptados para cada edad. “Un menor de 14 años debe tener un móvil sin cámara, que le permita limitar las llamadas que hace y recibe, y un adolescente va a tener un móvil con cámara y conexión a internet y debe saber utilizarlo de una forma segura y responsable”, argumenta Cánovas.

Cómo levantar la losa del inglés (I)


Aprender idiomas es una carrera de fondo, con muchos puntos de control. La peculiaridad del recorrido está en que no hay una única ruta, ni un solo destino ni un límite de velocidad para alcanzar el objetivo. Pero lo que no se puede dejar al azar es contar con una mínima estrategia para rentabilizar al máximo el esfuerzo.

La experiencia ha enseñado a miles de españoles que dejar y tomar indefinidamente el estudio del inglés no sirve de mucho, ni siquiera para impedir que los más jóvenes cometan los mismos errores. De hecho, según el último estudio de Education First, compañía especializada en el aprendizaje de idiomas, España figura en el puesto 24 del ránking mundial de 44 países en el Índice de Nivel de Inglés que elabora la empresa. En relación con Europa, nuestro país aparece en la zona baja de la lista, donde sólo Rusia y Turquía reflejan peores cifras. Veamos tres soluciones para que el estudio de idiomas deje de ser una pesada losa.

Inmersión total. Diana Cabezudo, autora del libro Estudiar en el extranjero, asegura que la forma más eficaz de aprender un idioma consiste en vivir, al menos un año, en otro país. Aún así, es necesario viajar con las ideas bien claras (el objetivo es mejorar el idioma) y con soluciones para los obstáculos más habituales. Por ejemplo, hay que estar dispuesto a vencer la timidez y el miedo al ridículo, así como derrochar paciencia, constancia y esfuerzo, unas habilidades que no se improvisan. Estas son algunas de las recomendaciones de la autora:

• Un idioma se aprende hablando. Hay que aprovechar todas las oportunidades para practicarlo, por ejemplo, formulando preguntas que requieran cierta explicación a nuestros interlocutores; y escuchar con atención para familiarizarse con el acento, que varía casi en cada localidad.
• Casi todas las personas tienden a aislarse cuando no son capaces de expresarse bien en otro idioma. Diana Cabezudo recomienda “pegarse” a otras personas, aunque no se pueda participar mucho en las conversaciones. Con una sonrisa se puede lograr que hablen despacio y traten de ayudarnos.
• Conviene apuntarse, con valentía, a actividades que exijan comunicarse, como teatro.
• Es necesario aprender de memoria frases hechas (saludos, expresiones de cortesía) y utilizarlas a la mínima ocasión.
• Hay que agradecer las correcciones, ya que es la mejor forma de mejorar el nivel y no cometer los mismos errores.
• Hay que estudiar el idioma a diario, al menos media hora, y tomar apuntes en el idioma local.
• Aprender a pronunciar un idioma es tan importante como saber escribirlo. Basta un ejemplo para entenderlo: es casi imposible saber cómo se pronuncia “schedule” si sólo lo vemos por escrito; y es casi imposible saber cómo se escribe “skedyul”, si sólo lo hemos oído alguna vez.

Estancias fuera+estudio. Como se ha visto, no basta con “irse fuera”. El aprendizaje de idiomas exige muchas rutinas, incluso en estancias anuales. Otra solución, aunque no logra los mismos resultados, consiste en permanecer en el extranjero, al menos un mes, durante varios años seguidos.
• Al regreso, conviene ver películas en versión original. Algunos recomiendan ver siempre la misma hasta que se aprendan casi de memoria los diálogos, ya que facilita el aprendizaje de expresiones habituales.
• Es muy útil leer en voz alta textos en otro idioma y hacer crucigramas o sopas de letras.
• Otra forma de mantener vivo el idioma es dar clases a amigos con un nivel más bajo, y estar en contacto con amigos o conocidos extranjeros, a través de chat o e-mail.
• Y, por su puesto, estudiar a diario o realizar cursos adaptados a nuestro nuevo nivel.

Soluciones imaginativas. Si no podemos permitirnos viajar, existen fórmulas imaginativas que pueden minimizar ese inconveniente. Aunque también son muy útiles para mantener fresco el idioma después de una estancia en el extranjero.

• Los expertos recomiendan escuchar podcast (por ejemplo, eslpod.com) y transcribir lo que escuchamos para mejorar el oído y la gramática.
• Si tenemos amigos nativos interesados en aprender español o, si no, existen páginas como www.busuu.com, donde se pueden mantener conversaciones online, a través del micrófono del ordenador, con usuarios que hablan el idioma que queremos aprender.
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¿Qué tipo de padre soy?

Un informe ha trazado un retrato robot con las cuatro formas más habituales de entender la Educación entre los padres españoles. A pesar de las diferencias, todas convergen en su temor a que factores externos (medios de comunicación, amigos…) echen por tierra lo que la familia trata de inculcar en casa.

Los padres más autoritarios –o “patriarcales”, según la denominación de un reciente informe del Ministerio de Educación– suelen ser pequeños empresarios que viven en un entorno rural. Las madres más permisivas –o “instituyentes”– proliferan en la periferia de las grandes urbes.

Ambos enfoques educativos se revelan minoritarios en España, ya que lo que impera por estos lares es ser un padre “liberal” o “clientelar”, que a grandes rasgos significa, respectivamente, poner en un pedestal al esfuerzo o confiar en que las autoridades educativas allanen lo más posible el camino a las familias.

Elaborado para el ministerio por el Colectivo IOÉ, el estudio se autodefine como una “exploración cualitativa” en la que las aportaciones de varios “grupos de discusión” han servido como materia prima para perfilar los imaginarios educativos más habituales en las familias españolas. No se ha tratado pues de realizar encuestas, sino de dejar que los padres hablen y, a partir de sus opiniones, concluir cuatro “posiciones discursivo-ideológicas” que sinteticen sendas formas de entender la Educación tanto en la escuela como en el hogar. Son, reconocen los autores, “etiquetas, inevitablemente simplificadoras pero útiles como referencia”.

A pesar de que los cuatro perfiles muestran rasgos muchas veces antagónicos, existen nexos de unión que conectan a unos con otros. Por ejemplo, las posturas liberal y patriarcal confluyen al reclamar criterios de evaluación unificados y exigentes. Por el contrario, los padres clientelares e instituyentes se inclinan por un tipo de pedagogía más flexible e individualizada. Alianzas temporales que en otros campos pueden variar, acercando, por ejemplo, al padre clientelar y al liberal en su benévolo juicio del sistema socioeconómico que existe en España (las otras dos posiciones serían, por así decirlo, más antisistema).

Incluso hay temas en los que todos los padres parecen ponerse de acuerdo. Se observa unanimidad en su critica a los medios de comunicación que reproducen modelos de éxito opuestos a lo que ellos (sea lo que fuere) intentan inculcar a sus hijos. Y todos temen asimismo que, al llegar a la adolescencia, las malas amistades dilapiden años de esfuerzo formativo en casa.

Liberal

Glorifican la “ética del esfuerzo individual” según una fe a prueba de bombas en la “capacidad” del ser humano “para desenvolverse en un mundo plural y abierto a la competencia”. A partir de un planteamiento meritocrático, no tratan de imponer creencias o valores: simplemente aspiran a una “igualdad de oportunidades para todos” y a que “las cosas se hagan bien”. El docente ha de ser sin excepción un “especialista” competente, por lo que “el referente no es el funcionario sino el profesional de la empresa privada”. Postura extendida sobre todo entre las clases medias acomodadas, los padres liberales suelen considerar una desgracia que sus hijos no lleguen a la universidad. Del centro escolar esperan una evaluación rigurosa, ya que dar demasiadas “facilidades” a la hora de aprobar “desmotiva al alumnado”.

Clientelar

Confían en que la “autoridad que regula la vida social” ayude a las familias a “transmitir aquellos valores y pautas de conducta considerados más correctos” para que sus hijos lleguen a “ser buenos ciudadanos”. Asegura el informe que este tipo de padres se sienten “perdidos” y “desbordados”; es por ello que reclaman de instancias superiores algo así como un “manual de instrucciones que les explique cómo ser buenos padres”. Entienden que el profesor actúa como “portavoz legítimo del saber” y, en consecuencia, ha de reciclarse, comprometerse y motivar en clase con criterios pedagógicos que resulten atractivos al alumno. En caso de problemas, suelen adoptar una “actitud autoinculpatoria mezclada con una sensación de abandono por parte de aquellas instituciones que deberían encargarse de supervisar la Educación”.

Patriarcal

A partir de la “autoridad incuestionada del padre-varón sobre la madre-mujer y de ambos cónyuges sobre sus descendientes”, este tipo de progenitores inculcan “obediencia, constancia y buenos modales”, hacen gala de “mano dura” y tratan de crear un clima familiar con “normas claras”. Quieren para sus hijos un perfil de docente “riguroso” y no ven con malos ojos que se instalen tarimas en las aulas o se conceda al profesorado en su conjunto un estatus legal que refrende su superioridad sobre el alumno. Para ellos, el fracaso escolar es culpa del “proteccionismo de las familias”, “la permisividad del profesor” o el hecho de que todos los alumnos estudien lo mismo hasta los 16 años. Abogan por una diversificación temprana en Secundaria, a los 14 años como muy tarde. Muchos defienden también la vuelta del uniforme.

Instituyente

Creen firmemente en el poder de la Educación para luchar contra las desigualdades sociales y contribuir a transformar un mundo injusto. En casa, se prima un “clima de confianza” que no “cierre los ojos” a los hijos y les ayude a “superar el miedo” a intentar cosas nuevas. En la escuela, su preferido es ese perfil de profesor que establece una “relación de amistad e implicación con sus alumnos” para que estos puedan “abordar problemas personales” con él y en “estrecha cooperación con los padres”. Sostienen que el sistema educativo actual “estigmatiza socialmente a una gran parte de la juventud de los barrios obreros”, por lo que recomiendan relajar un “ritmo académico agobiante con excesivas asignaturas desconectadas de los intereses” del alumno. En definitiva, el fin de la Educación es formar a “profesionales felices”.

El juego de las trampas

Mickey Haller es un arrogante abogado de Los Ángeles, divorciado y con una niña, cuyo particular despacho es el asiento trasero de su vehículo, un Lincoln. A través de un conocido le llega un apetitoso caso, la defensa de Louis Roulet, un joven millonario de buena familia, acusado de atacar brutalmente a una prostituta en su casa.

Roulet sostiene su inocencia, le habrían tendido una trampa, y la víctima se habría dejado agredir por un cómplice para obtener una suculenta indemnización.

Entretenido thriller judicial, que adapta una de las novelas del popular Michael Connelly. De alguna manera el protagonista, Matthew McCounaghey, recupera las esencias de los inicios de una carrera venida a menos, la época de Tiempo de matar y Lone Star, cuando era saludado como un nuevo Paul Newman. El actor da bien el personaje, mezcla de cinismo y vulnerabilidad, que sabe que ha echado a perder su vida familiar y trata de salvar en lo que puede los muebles, y capaz de guardarse algún as en la manga, cuando su trabajo se complica.

El desconocido Brad Furman dirige con buen pulso el film, y John Romano ha hecho un buen trabajo de adaptación de la novela de Connelly, deja bien atados los cabos de las numerosas sorpresas de la enredada madeja argumental y perfila adecuadamente a los personajes secundarios. Se trata de un buen ejemplo del artesanal cine de Hollywood, capaz de ofrecer una historia tal vez no memorable, pero sí entretenida, perfectamente realizada, y que deja un agradable sabor de boca. Además, la incertidumbre de cómo discurrirá la narración, está bien entrelazada con los diversos dilemas morales que plantea la película: la confidencialidad abogado-cliente, la creencia en la inocencia de quien defiendes, los agujeros del sistema legal, el deseo de tomar la justicia por la propia mano…

Título: El inocente
Director:Brad Furman
Intérpretes: Matthew McConaughey, Marisa Tomei, Josh Lucas, Ryan Phillippe, William H. Macy, John Leguizamo..
Duración: 118 min.