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Con ojos del corazón
La soledad social es un concepto que pocas personas usan y que se repite desde las primeras edades. Viene a definir situaciones que convertimos en cotidianas y que están poniendo de manifiesto la necesidad de una reeducación del sistema y la obligatoriedad de dotar de emociones todo aquello que esté relacionado con el ámbito educativo desde la base.
Entendemos que la labor de mediación es responsabilidad de los mayores, atribuyendo ciertos roles a un sector de la población escolar, cuyo único criterio es la edad y la premisa de la intención de nuestros actos; criterio arbitrario y vacío, teniendo en cuenta que los casos más graves de acoso o aislamiento se dan en situaciones donde no ha habido ninguna experiencia relacionada con la prevención, la emoción y el respeto entre iguales.
Algo tan sencillo como es mirar con libertad, se convierte en un reto para muchos niños y niñas que surcan los patios fríos y gigantes de nuestras escuelas. Algo tan natural como pasar el tiempo jugando, viene a ser una odisea para los que encuentran en este momento un punto de soledad, de miedo y de conflicto. En este sentido, debiéramos hablar de “soledad social” (concepto que pocas personas usan y que se repite desde las primeras edades).
Este proyecto está basado en la experiencia de Primaria «Ojos de águila, corazón de elefante», cuya responsable y creadora es Pilar Pérez Parejo, un proyecto muy interesante que descubrí en un encuentro entre docentes amantes del cambio y decidí adaptar a los niños y niñas de mi clase de Educación Infantil.
¿En qué consisten nuestras actuaciones?
Estoy firmemente convencida de que es precisamente en Infantil donde deben asentarse las bases de la equidad, la tolerancia y el respeto a la diversidad, pues son aprendizajes básicos:
- no juzgar
- valorar
- abrirse a la comunicación
- sentirse escuchada, valorado, atendida
- desarrollar el compromiso con la otra persona
- mantener la calma y la mirada limpia
- hacer partícipe al otro
- invadirlo todo de sensibilidad y afectividad
¡Qué importante es concienciar a los más pequeños de la necesidad de saber ponerse en el lugar del otro!
El patio
Todos debemos saber empatizar e interactuar cuando vemos que algún compañero está solo. De la misma forma, como docentes, hemos de ayudar a los niños y niñas de 3 años, que perciben que el patio es un lugar demasiado grande y los hace sentir más pequeños si cabe.
La perspectiva de los niños cambia cuando se sienten necesarios al intervenir, desde el respeto y desde esa autoridad moral que sienten como los niños grandes que son, en actuaciones básicas como:
- acompañar a alguien en la soledad del patio
- preocuparse de que no haya conflictos
- saber mediar
- buscar soluciones sencillas y directas
Así, el proyecto pone, en los ojos de los más pequeños, la prevención ante el riesgo del acoso escolar y el aislamiento social.
Objetivos y desarrollo del proyecto
Ana González Herrera
CEIP «Maestro Eduardo Lobillo» (Rota, Cádiz)
Con ojos del corazón II
Perseguimos que ningún niño esté solo en el patio
Tratamos de trabajar la conciencia de grupo, la cohesión y las interacciones sociales, invitando a los compañeros a jugar, a dar un paseo, a que expresen qué necesitan o simplemente a dar la mano cuando alguno de los más pequeños se siente solo o desorientado.
Las emociones como recurso
“Con ojos del corazón” tiene como fin aprender a convivir felices, sabiendo que si partimos del respeto y de la palabra, estamos resolviendo conflictos desde el cariño y la empatía. Estamos usando las emociones como recurso para una convivencia natural, equilibrada y vital.
Pelear no es la solución
Es en esa edad, distinguen, de manera espontánea, que pelear es un recurso negativo, que no nos llevará a solucionar nada, y comprenden que un abrazo, quererse y hacer sentir que estamos cerca ayuda a que otros niños tengan seguridad, en un entorno que, a veces, es distante, ruidoso o demasiado grande. Por eso, la interacción entre iguales es necesaria y si los hacemos conscientes y protagonistas de sus emociones, es muy fácil que estas interacciones sean de calidad.
Dar voz a la infancia y descubrir sus talentos infinitos
Escucharles y dejar que expresen y proyecten cómo actuarían ante un determinado conflicto o qué harían para ayudar a un niño en apuros pone en evidencia un potencial natural que el adulto se empeña en reeducar y reconducir. Son ellos, en esencia, capaces de solventar situaciones que nosotros, como personas mayores, gestionamos de una manera totalmente contraria a la suya, desvirtuando el verdadero objetivo de la resolución en sí. Sin embargo, nuestro objetivo debe ser dar voz a la infancia para descubrir los talentos infinitos y enfoques que reorganizan cualquier realidad vivida.
Ana González Herrera
CEIP «Maestro Eduardo Lobillo» (Rota, Cádiz)
Con ojos del corazón III
Al plantear el Proyecto, iniciamos un debate en el que me hablaban desde la más absoluta sinceridad y me decían de una manera clara y concisa qué sentían cuando alguien los agredía o qué era para ellos una agresión, qué les daba miedo o qué les podía llegar a angustiar. Aquí algunos ejemplos:
- Si veo a alguien que está pegando, le digo STOP. Hay que hablar.
- El miedo está muchas veces en el corazón, porque al final no pasa nada.
- Yo sí quiero ayudar, porque muchos días veo a los niños de 3 años solitos y no juegan.
- Yo muchas veces les doy la mano y se ríen.
- Los mayores nos quitan la pelota y nos dicen que ellos mandan porque son más mayores y nos quedamos sin jugar.
- A mí, antes, el recreo no me gustaba.
En estos testimonios, se evidencian situaciones que desgraciadamente están normalizadas en los patios de los colegios e implican una carga emocional y un miedo a la expresión de lo que nos pasa, que dará lugar a cicatrices futuras.
Nuestra misión
A raíz de este debate y tras detectar que sería una experiencia positiva y eficaz, diseñamos unas gorras que serán el símbolo distintivo de nuestra misión. Hablamos de misión, porque este proyecto se va a materializar en rescatar de la soledad y hacer felices a nuestros compañeros en el tiempo dedicado al recreo, ese tramo lectivo que se convierte en muchos casos en un tiempo de crisis, de sufrimiento y de ausencia y aislamiento.
¿Cómo? Asociando cualidades físicas a emociones para demostrar que nos movemos por sensaciones, sentimientos y por la manera en que percibimos lo que nos rodea. Así, necesitaremos dos gorras blancas caracterizadas, una de búho y la otra de águila para el capitán de la clase y un compañero elegido en la asamblea, quienes, cada día, tienen el recreo como tramo horario para el cumplimiento de la misión. Se encargan de observar qué está pasando en el patio, de observar qué problemas pueden tener los más pequeños, qué niños están solos y por qué no juegan, cómo les podemos ayudar o cómo podemos acompañarles.
Destrezas para resolver conflictos
La interacción entre ellos, el uso de la expresión oral y corporal, la realización de círculos de paz, para ponerse en frente y aclarar, resolver y subsanar, así como los abrazos vitales hacen que adquieran estrategias y destrezas para la vida y para la resolución de conflictos cotidianos, que, a veces, se convierten en verdaderos problemas de supervivencia cuando no tenemos la posibilidad de conocerlo, expresarlo y resolverlo.
Las dos gorras se convirtieron en cinco, dada la demanda de participación e implicación de mis alumnos. Seleccionamos en asamblea a tres animales más que tomaban especial significado para ellos.
Seguimiento del proyecto
Pasados unos días, se produjo la presentación en clase de los nuevos personajes, acompañados de una hoja de control, que se debía cumplimentar diariamente, con el fin de analizar qué estábamos consiguiendo, cómo estábamos ayudando y cómo nos sentíamos.
Resulta maravilloso ver a cinco amigos con ojos del corazón, que proceden a ayudar, a transmitir calma y a resolver situaciones difíciles, en un espacio que, en la mayoría de los casos, es un lugar duro para el alumnado más vulnerable y que se convierte en un tiempo de soledad, ausencia y distanciamiento social. El recreo para muchos alumnos es el viaje diario al horror.
Con estas actuaciones, se produce un aumento de calidad en las intervenciones, en el tipo de mediación, en las interacciones y en la resolución efectiva y positiva de lo que va aconteciendo.
Poco a poco, van entendiendo que, gracias a ellos, el número de niños que estaban solos disminuye. Sin duda alguna, los conflictos y las agresiones decrecen de manera considerable y efectiva, siendo menos frecuentes los actos en los que los mayores quieren imperar y dominar. Como consecuencia de todo ello, aumenta la paz en el recreo, el bienestar y la tranquilidad para sus usuarios.
[quote]Esta afirmación de mejora es fruto del análisis de los datos extraídos de la plantilla de control y de los debates diarios a la vuelta del recreo. Exponen cómo ha ido, qué han hecho, cómo han resuelto los conflictos:
- Ya no hay niños pequeños llorando
- Sólo he tenido que llevar al baño a una niña pequeña. Ya van solitos.
- Yo creo que ya pronto no nos vamos a tener que poner la gorra. Se portan genial.
Así se originan propuestas nuevas, maneras distintas de enfocar, formas de intervención…que concluyen con un incremento en la calidad del ambiente y de las relaciones entre iguales.
[/quote]
Conclusiones
Este tipo de reflexiones espontáneas y sinceras explican gráficamente que, cuando dejamos que sean los niños y niñas los responsables y artífices de sus historias, todo es posible. Son capaces de solventar situaciones difíciles, si les dotamos de los medios y de las experiencias adecuadas, trabajando en los contextos adecuados. Podemos educar en el respeto, en la empatía y en la igualdad desde las primeras edades.
A veces, hacer sentir especiales a los más vulnerables les dota de superpoderes, les hace enfrentar con coraje y valentía situaciones que, hasta el momento, solucionaban los adultos.
Cuando un niño siente que gracias a su potencial, a su poder de ayudar, de empatizar, de saber gestionar y que, gracias a su valía en la resolución positiva de conflictos, la vida es un poco mejor para otros niños, le estamos dotando, de manera natural, de herramientas de supervivencia social.
Ana González Herrera
CEIP «Maestro Eduardo Lobillo» (Rota, Cádiz)
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