¿Quién se anima a ser mamá?

Es evidente que en España las mujeres no tienen más aliciente para tener hijos que el simple deseo de ser madres. Un permiso por maternidad insuficiente, una mentalidad social con poso machista y un mundo laboral que exige lo mismo a una mujer que a un hombre pero por menos dinero hacen que las prioridades en casa sean las laborales para él y las domésticas –ámbito en el que no sé muy bien por qué entra el cuidado, educación y entretenimiento de los hijos como si de limpiar el polvo se tratase– para ella.

Pocas son las ayudas sociales y familiares que tenemos y buena fe de ello dan informes como el recientemente publicado por Chicco, que no hace más que ratificar lo que ya sabíamos: que las madres dedican el triple de tiempo que los padres a los niños.

El caso es que esta especie de transición en la que la mujer trata de dejar de ser el ángel del hogar para ser considerada una persona exige que, mientras resolvemos nuestro trabajo fuera de casa y cuadramos las tareas y horarios familiares, sigamos haciendo hincapié en que este chollo se tiene que acabar. La educación de los hijos no es pasar el paño el sábado por la mañana, es mostrar interés cada día y dedicar tiempo a hacer cosas con ellos, a solas o en familia, eso ya es una cuestión de organizarse… ¡los dos!

El amor es el alma de la educación

El niño, desde el momento de su concepción, goza de toda la dignidad de la persona humana. Esa criatura tiene el derecho a la vida y a la educación. Guiar y desarrollar el intelecto son el fundamento de la tarea educativa de los progenitores.

Los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos ya que existe una continuidad entre la transmisión de la vida humana y la responsabilidad educadora. La familia tiene, por lo tanto, el deber de educar a la prole ya que es esencial, es original y primario frente a otros agentes educativos y es insustituible e inalienable, no puede ser usurpado ni delegado.

El fin de la misión educativa de los progenitores no puede ser otro que enseñar a amar a sus hijos. El amor es el alma de la educación. La meta y el motor interno de la educación es el amor de los padres hacia sus propios hijos.

La educación de los descendientes es una proyección y continuación del amor conyugal. No se puede olvidar que todos los agentes educadores son siempre colaboradores de los padres. Los padres deben educar a sus hijos en y para la libertad.

La misión educativa de los padres, más que en transmitir, se trata de contagiar el amor a la verdad que es la clave de la libertad. Por lo tanto la educación bien lograda es una formación para el uso correcto de la libertad.

Los padres deben dar un testimonio del valor de la vida, encarnado en una existencia concreta. Cuando los hijos son mayores, no hay nada que agradezcan más, a sus padres, que una educación libre y responsable. La educación de los hijos es el mejor negocio que pueden llevar a cabo los padres, es el negocio de su propia felicidad.

En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se declara que “los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”. Son los progenitores y no el Estado los titulares del derecho a la formación de sus hijos.

Zumos sin azúcar

La Comisión Europea se encuentra en plena fase de análisis de la propuesta de modificación de la directiva europea de zumos. En julio de este año se espera que esté aprobada la nueva directiva en la que de momento la comisión tiene decidido por unanimidad prohibir el azúcar añadido en los zumos envasados.

Otras de las medidas en las que parece estar de acuerdo toda la comisión, según ha explicado en Madrid Andrés Perelló, eurodiputado y ponente de la comisión encargada de sacar adelante esta directiva, es en confirmar la distinción entre zumo de frutas o a base de concentrados. Entre el 28 de marzo y el 18 de abril los diputados presentan sus enmiendas. El 24 de mayo se vota el primer dictamen de las enmiendas y se espera que esté aprobado alrededor del 7 de julio. A partir de la aprobación Perelló calcula que pasarán 18 meses hasta su aplicación.

Por supuesto esta normativa es de aplicación en el ámbito europeo, lo que quiere decir que no se le exige a quien fabrica para la exportación, pero sí a los productos importados de fuera.

Etiquetado

Actualmente existen en el mercado distintos tipos de zumos que no siempre se saben diferenciar. En este sentido mostró su desacuerdo Manuel Chico, de Juver Alimentación ante la imposibilidad de poner en el etiquetado ‘sin azúcar añadido’ debido a un problema jurídico ya que la UE prohíbe poner lo que no tiene. “No es verdad que el consumidor distinga entre néctar y zumo”, afirmó. En el mismo sentido Gema Trigueros de la OCU exigió que el etiquetado nutricional, que ahora es voluntario, fuera obligatorio además “de estar en el frontal de envase y con un tipo de letra y un contraste adecuado para facilitar la lectura”.

Zumos y néctares

En los puntos de ventas podemos encontrar distintos zumos. En primer lugar el zumo de frutas o denominado comercialmente zumo directo o exprimido. Éste es el obtenido de exprimir una o varias especies de frutas u hortalizas sanas y maduras, frescas o conservadas por el frío, pasteurizado y envasado asépticamente.

“Zumo a base de concentrado”, que en unos meses la comisión obliga a etiquetar como “zumo a partir de concentrado” simplemente por una cuestión de traducción. Lo que va a suponer un gran gasto en imprenta y etiquetado a nuestras empresas. Se refiere en un producto obtenido a partir de un zumo concentrado, que se le restituye el agua extraída en su proceso de concentración.

Néctar de frutas. Se trata de un producto obtenido por adición de agua a un porcentaje de zumo fijado por la normativa. También puede añadirse azúcar, miel o edulcorantes en cantidades limitadas por la legislación.

Beneficios nutricionales de los zumos

Los zumos son una fuente importante de vitaminas y minerales con la ventaja de que algunos componentes pasan directamente a la sangre, sin necesidad de digestión previa ni de desgaste energético. Son una gran fuente de vitaminas, polifenoles y ácido fólico, sobre todo vitaminas con capacidad antioxidante como la vitamina C, A y E. Como fuente de minerales nos aportan potasio, magnesio y calcio y además suponen un importante aporte de agua a la dieta.

ASOZUMOS responde
(Asozumos es la Asociación Española de fabricantes de zumos)

¿Pierden propiedades los zumos en su elaboración?
El avance de la tecnología ha desarrollado procesos de elaboración de los zumos comerciales, consistentes en un tratamiento térmico y su posterior envasado aséptico, que permiten conservar sus características nutricionales y organolépticas, además de ser una garantía de su seguridad e higiene.

¿Se añade azúcar a los zumos?
Hasta ahora la Directiva Comunitaria 2001/112/CE y el correspondiente Real Decreto 1050/2003 permiten añadir a los zumos un máximo de 15g/l para corregir la acidez. Dicha adicción debe figurar en la lista de ingredientes del etiquetado. Para los néctares, la adición de azúcar o miel está permitida hasta un máximo del 20% sobre el peso del producto final. Este azúcar puede ser sustituido por edulcorantes.

¿Los zumos llevan conservantes y colorantes?
No. En la elaboración de los zumos y néctares de frutas no está autorizada la adición de conservantes ni colorantes.

¿Qué significa “contenido en fruta x% mínimo”?
En el néctar de frutas, el etiquetado debe indicar la cantidad mínima en zumo o puré de frutas o la mezcla de ambos que marca la legislación.

¿Se consume mucho zumo envasado en nuestro país?
España es un país con un gran consumo de zumos de frutas y néctares. Los principales zumos consumidores son los de naranja, piña y melocotón. También es característico de nuestro mercado el consumo de néctares sin adición de azúcares, así como los productos a base de mezcla de zumos de distintos tipos de frutas, como melocotón/uva o piña/uva.

Mi vida en la escuela: Desde el interior (3)

El último curso en la Escuela Infantil, fue el más divertido: allí estábamos todos de nuevo, con mis amigos. El primer día de clase, llevé mi cuento y dos fotos: en una estaba solo y en la otra con mis papas y mis hermanos; estas fotos eran para hacer mi tarjeta de identidad, que junto con las de mis compañeros, trabajaríamos a lo largo del curso las propuestas sobre este tema.

Es un momento muy agradable del día, cuando nos reunimos todos en un gran corro, y nuestra imagen en foto y la de mi familia cobran todo el protagonismo.

Mis educadoras, destacan de esta etapa, la autonomía: ya no necesitamos la ayuda del adulto, porque deseamos hacer todo solos, principalmente en la Escuela; queremos ser mayores, que nos lo digan y que nos dejen hacer cada vez más cosas solos; eso quiere decir que confían en nosotros.

Ya hablo muy bien y cada vez me expreso mejor, mi mamá me dice que no callo; cada día le pido a mi papá que me cuente algún cuento de mis favoritos, antes de ir a dormir. En la Escuela, además de escuchar, soy capaz de contar pequeñas historias, cantar canciones, describir las imágenes de los cuentos…

En esta clase usamos el lenguaje para comunicarnos entre nosotros, con los compañeros y también con los educadores. Mi educadora dice que cada uno tenemos ritmos diferentes en la adquisición del lenguaje, y se preocupa mucho de que todos avancemos en este aspecto tan importante para nuestra maduración.

En mi clase de los mayores, tengo amigos desde que iba a los bebés; otros son más recientes. Cuando por las mañanas llego a la Escuela, siempre está Fernando, que es muy madrugador y me recibe con una sonrisa; que me hace sentir que podemos empezar a jugar a nuestros juegos favoritos.

Mi juego ya no es tan solitario, como cuando era pequeño, ahora cuento con los demás y elijo a los más allegados para estas pequeñas aventuras.

Me encanta el juego simbólico, empecé en la cocinita, haciendo comidas, preparando el desayuno, pasé a darsela a las muñecas, a comerla junto con mis compañeros, cada uno desempeña un rol: papá, mamá, hijo..

Pasamos a quitar y poner las ropas a las muñecas, darles el biberón, peinarles, acostarles y son los momentos donde expresamos nuestra afectividad. Cuando me disfrazo, me convierto en otro personaje: un gorro y una falda hacen de mí alguien importante.

Ha sido un año importante en mi vida; yo diría que todo mi paso por la Escuela Infantil. Me llevo muchas vivencias en mi equipaje: los afectos, la alegria, ilusión, los amigos,

No quiere ir al cole

El rechazo a ir al cole no se limita a los primeros días de clase. Aunque es en ese periodo cuando más niños se oponen a integrarse en la dinámica escolar, no es difícil encontrar a algunos pequeños que, pasados unos meses, siguen llorando antes de entrar al centro mientras se aferran a sus padres. ¿Es un problema de adaptación o de otro tipo? ¿Cómo se puede ayudar al niño a sobrellevarlo mejor? Tenemos las respuestas que necesitas.

Marina tiene 22 meses y empezó hace cinco la guardería. Al levantarse por las mañanas, lo primero que pregunta, con su media lengua, es: “¿Hoy hay cole?”. Si no es fin de semana, sus padres librarán con ella una dura batalla para que desayune, para vestirla… Por fin logran ponerse en marcha, pero al aproximarse a la guardería la niña, que se conoce a la perfección el camino, comienza a decir que no quiere.

Hay días que llora y otros que está a punto. Sus padres, muy preocupados, han hablado con las educadoras, que les aseguran que se calma enseguida. Pero cuando van a recogerla, vuelven las lágrimas y ya no consiente en separarse de su madre en toda la tarde. ¿Qué harías tú en esta situación: retirar a tu hija del centro escolar, darle más tiempo para adaptarse, llevarla a un psicólogo infantil…?

¿Por qué no se adapta?

Los problemas de adaptación al centro escolar son absolutamente normales en todas las edades. Hay que tener en cuenta que para el niño supone enfrentarse a una situación nueva y, por lo tanto, estresante, donde no contará con el apoyo y la protección de sus padres. Es un entorno, además, donde hay unas rutinas establecidas y donde ha de competir con otros compañeros por la atención del adulto (mientras que en casa es el rey), por el juguete que le gusta (cuando en su hogar puede elegir)…

Por eso no es extraño que a muchos niños les cueste ir contentos al cole. Tal como detalla Belén Pozo, psicóloga del Centro Vaca-Orgaz, de Madrid (www.psicologoinfantil.es), en ese proceso de inevitable adaptación que se prolonga más o menos en cada caso según factores personales y del entorno, son totalmente normales algunas actitudes por parte del niño:
• Rabietas.
• Lloros antes de entrar o salir de casa.
• Negación a la hora de acudir al centro.
• Quejas de que se aburre.
• Dolores somáticos, como de tripa o de cabeza el mismo día o la noche anterior.
• Problemas para conciliar el sueño los domingos.
• Más peleas entre hermanos.
• Conductas negativistas en el ambiente familiar.

A la hora de habituarse al cole también pueden influir algunos otros condicionantes externos. Así, no se aconseja que el niño sea escolarizado por primera vez, coincidiendo con un cambio importante en su vida, como una mudanza o el nacimiento de un hermano, ante el riesgo de que lo pueda interpretar como una forma de apartarlo del entorno familiar para disfrutar del “recién llegado”.

¿Qué se puede hacer?

Ante todo, conservar la calma y ser pacientes. Es desgarrador ver cómo tu hijo se queda llorando en brazos de la cuidadora, pero, a menos que te plantees que abandone el centro escolar, lo mejor es seguir un minucioso plan para ayudarlo en ese proceso de adaptación.

El papel de los padres. “Los padres deben reflejar una actitud serena y firme. Deben exponerles la parte positiva. Expresarles que comprenden que se sientan nerviosos ante una situación nueva, que a ellos a veces también les ocurre. Que de esas situaciones se aprende. Es muy importante manifestarles que confían en el niño y que va a conseguirlo, que es muy valiente”, explica la psicóloga. Además, es fundamental mantener una comunicación fluida con el centro para adoptar acciones conjuntas que redunden en el bienestar del pequeño.

Un plan a su medida. Tal como relata Belén Pozo hay una serie de pautas que se pueden seguir para que el pequeño asista más contento a la escuela infantil:

  • Prepararlo con antelación. El niño debe saber a dónde va. “Unos 15 o 20 días antes, pasaremos por la puerta del centro y le diremos que va a ir a él y todas las cosas divertidas que va a hacer (pintar, jugar con amigos, aprender las letras…)”.
  • El Día del Niño Mayor. Es bueno que él participe en la elección y la compra del “material” (mochila, abrigo, pinturas…) que vaya a necesitar. “Dejaremos que se encargue de elegir lo que le guste, ofreciéndole nosotros dos opciones”.
  • Adaptar las rutinas. El niño tiene que adaptarse, de forma paulatina, al horario escolar con anterioridad al inicio de las clases. “Una semana antes de comenzar el colegio debemos despertarle y acostarle a las horas que lo haremos en horario escolar. También el tipo y el número de comidas deben ajustarse”.
  • Darle su tiempo. Cada niño es un mundo y necesita un periodo distinto para adaptarse. “Uno de los factores que influirán en que este periodo sea más corto o largo será el modo en que los padres reaccionen. Deben mantenerse de manera tranquila y positiva”.
  • Reforzar cualquier mejora. “Si los primeros días protesta o presenta un peor comportamiento, ante cualquier pequeña mejora le reforzaremos socialmente:’Se nota que ya eres mayor”.

¿Debe quedarse en casa?

La mayoría de los progenitores que han vivido situaciones como la de los padres de Marina se han planteado en alguna ocasión si deberían dejar de escolarizar a sus hijos y dejarlos en casa. Esta es la opinión de la experta del Centro Vaca-Orgaz: “Por regla general, nunca debemos sacar al niño de la guardería o del colegio, ya que de esta manera estaríamos reforzando su comportamiento. En caso de que veamos que el colegio no colabora en el proceso de adaptación, no nos ofrecen ayudas o nos dan información contradictoria, y creemos conveniente el cambio lo llevaremos a cabo a ser posible después de un periodo de vacaciones o al finalizar un trimestre y se lo diremos al niño con anterioridad”.

Pero estos casos no son la norma, pues, en general, el pequeño acaba adaptándose, aunque en ese camino haya alguna que otra regresión momentánea, como volver al chupete o a hacerse pis encima. “Si estos cambios son transitorios y el entorno los trata con normalidad no tendrán consecuencias”, advierte Belén Pozo. No obstante, en algunas ocasiones las dificultades de adaptación escolar son la punta del iceberg de otro tipo de problemas, que podemos sospechar cuando los cambios de comportamiento del niño se extrapolan a otros ámbitos, mantiene esas nuevas actitudes durante más de un mes, y los síntomas van aumentando en frecuencia e intensidad.

Las dificultades de adaptación, por edades

En cada momento de su corta vida, tu hijo reaccionará de forma diferente ante el reto que le supone integrarse en la comunidad escolar. Estos son los principales problemas de adaptación que plantean los pequeños, según la psicóloga Belén Pozo.

A los 4 meses: Al haber cambios en sus rutinas de sueño y comida, el bebé puede mostrarse más irritable, con más llantos y con un cambio en las pautas del sue
ño o evitación de la comida.

Entre los 6-9 meses: Cuando algo sale de su campo visual, el bebé cree que ha desaparecido para siempre, por eso a esta edad le puede costar más la adaptación (no sabe que sus padres van a volver). Así, puede mostrarse más inquieto durante el primer mes o con problemas en las rutinas.

A los 2 años: La adaptación del pequeño va a depender de si ha sido escolarizado antes o no. En el caso de que lo haya cuidado alguien ajeno al entorno familiar, por lo general, se adaptará más fácilmente. Como sus rutinas están más arraigadas, cambiarlas puede alterar el comportamiento del niño, provocando que se vuelva más negativo ante las normas. También pueden aparecer problemas en la alimentación y producirse un incremento tanto en la frecuencia como en la intensidad de las rabietas.

A los 3 años: En general, la adaptación es más fácil por el desarrollo y la evolución cognitiva del niño, aunque manifiestan ansiedad por la separación de sus padres, no sólo en el ámbito escolar sino en otros: no quiere ir a cumpleaños, prefiere estar con ellos… Por otra parte, puede mostrar celos, lo que dificultará su adaptación escolar, si hay un hermano pequeño (éste se queda con sus padres y él debe marcharse).

Encuentros Pedagógicos

¿Cómo evitar los celos cuando viene un hermanito nuevo? ¿A qué edad aprenden los bebés a calcular las distancias? ¿Qué beneficios tiene la música en la vida del bebé? Y sobre todo, ¿por qué es tan importante jugar con nuestros hijos?

Esta preguntas son algunas de las que responderán las pedagogas colaboradoras de Imaginarium durante los encuentros educativos programados hasta el 18 de marzo. Estas preguntas son algunas de las que responderás las pedagogas colaboradoras de Imagimarium durante los encuentros educativos programados hasta el 18 de marzo.

Más información: www.imaginarium.es

Walkodile, caminar sobre seguro

Elaine Stephen, profesora de Primaria en Aberdeenshire (Escocia) e inventora del sistema de paseo infantil Walkodile, ha sido condecorada con la medalla que la distingue como Miembro de la Orden del Imperio Británico. La condecoración reconoce los esfuerzos realizados por Stephen en materia de seguridad infantil.

El nuevo sistema de seguridad infantil ha obtenido distintos premios a la innovación y al diseño, incluyendo la invención británica del año. Además de comercializarse entre escuelas y guarderías del Reino Unido, Walkodile se ha empezado a vender en España, Estados Unidos y Canadá, entre otros países.

Más información: www.walkodile.es

Conciertos familiares

La música nos abre un mundo lleno de emociones y sensaciones, nos proporciona vivencias irrepetibles que llenan nuestro presente y poco a poco configuran un espacio de cultura musical al servicio siempre de nuestro disfrute personal.

Los espectáculos familiares están rodeados de otras formas de expresión como la danza, el teatro o las artes plásticas, lo que desarrolla la creatividad e imaginación de los más peques.

Más información: www.palaumusica.org

La importancia de las vitaminas y minerales en la alimentación infantil

Las vitaminas y minerales son componentes de la alimentación necesarios en cantidades muy pequeñas pero indispensables para la vida. En etapas de fuerte crecimiento se necesitan cantidades mayores de determinadas vitaminas y minerales. Por ello, en la etapa infantil hay que poner especial atención en proporcionar estas vitaminas y minerales en la cantidad adecuada.

El hierro:
La deficiencia de hierro es un problema importante de salud, y los niños son especialmente vulnerables. La incidencia de anemias por deficiencia de hierro es elevada en los primeros años de vida debido a que el rápido crecimiento condiciona unos elevados requerimientos de este mineral. Por lo tanto, el hierro es un mineral imprescindible en la alimentación del bebé.

El hierro ayuda a las defensas naturales del organismo así como al buen funcionamiento de los músculos del niño; además desempeña un papel muy importante en el desarrollo y crecimiento cerebral, que tiene su máximo crecimiento durante los primeros años de vida.

El calcio:
El calcio es muy necesario para la construcción y mantenimiento de huesos y también interviene en otras funciones metabólicas.

El yodo, zinc y selenio:
Son minerales importantes con efecto protector, ayudando a reforzar el sistema inmunitario.

Las vitaminas:
Entre ellas, destacar la importancia de la vitamina A que ayuda a reforzar el sistema inmunitario y la función visual; la vitamina D, esencial para la formación de los huesos y la vitamina C, que ayuda a una mejor absorción del hierro.

¿Cómo sé si mi niño recibe las cantidades necesarias?
Si el niño recibe una correcta alimentación, lo normal es que se cubran los requerimientos de estas vitaminas y minerales.

Como la leche de vaca es deficitaria en hierro y en la mayoría de las vitaminas, es conveniente que su introducción se realice lo más tarde posible. Por eso, a partir del año es muy importante que el niño tome una leche especialmente preparada para él, como son las leches de crecimiento, ya que le aportan el hierro y las vitaminas que son deficitarias en la leche de vaca.

El dilema de la repetición

Existen países (como España) que utilizan habitualmente la repetición de curso con la certeza de que ciertas trayectorias erráticas imponen un alto en el camino. Otros sólo echan mano de ella para casos extremos. Algunos obligan al alumno a permanecer en su grupo de edad durante toda la enseñanza obligatoria. ¿Resulta eficaz volver a empezar?

Arraigada como un roble centenario o absolutamente excepcional, el mayor o menor uso de la repetición –concluye un reciente informe de la Comisión Europea– se explica si atendemos a un único factor: la tradición educativa del país.
Casi todas las naciones contemplan la medida en sus leyes como opción para que el alumno ahogado por un retraso kilométrico pare y vuelva a empezar. Aún así, las diferencias en su aplicación se antojan inmensas. “La existencia de una cultura de repetición es la razón por la que esta práctica se utiliza con mayor frecuencia en determinados países”, resumen sus autores. Normativas equivalentes, enorme disparidad en su traslado a las rutinas escolares.     
De manera indirecta, el informe viene a mostrar que la alternativa más temida por las familias guarda escasa relación con los resultados globales del sistema. Hay países (Holanda por ejemplo) que puntúan excelente en PISA y en los que más de un 20% de chavales ha repetido a los 15 años. Por el contrario, un fracaso escolar abultado no es incompatible con mantener porcentajes de repetidores que apenas superan el 5%, como es el caso de Italia.       
Repetición de curso durante la enseñanza obligatoria en Europa detalla cómo y quién decide si un alumno puede matricularse o no en el curso siguiente. Disecciona los mecanismos internos del centro en cada país a la hora de acordar un veredicto. Compara la importancia que cada sistema otorga a la opinión de los padres (en algunos estados –Polonia, Reino Unido– se necesita el consentimiento de la familia, al menos en Primaria). Analiza qué se hace allá donde no pasar de curso goza de escaso predicamento: adaptaciones curriculares específicas, grupos que dividen según el nivel que presentan los alumnos de una misma edad, diversificación de itinerarios desde el comienzo de la Secundaria…

Medir la eficacia

Por desgracia, el estudio no aborda la gran pregunta que siempre ha rodeado a la repetición: ¿resulta eficaz desde un punto de vista pedagógico? Cuestión difícil de responder por dos motivos fundamentales. Primero, porque aquí (como casi siempre en Educación) no proceden las verdades absolutas: lo que puede funcionar para un alumno, resultará desastroso para otro. Y segundo, por la dificultad intrínseca para establecer comparaciones, ya que nunca sabremos qué hubiera ocurrido si el alumno no hubiese repetido (o al contrario).
Rafael Feito, profesor de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense, admite los obstáculos metodológicos con que topamos al intentar medir la eficacia de la repetición (“con esto no se pueden hacer experimentos”, dice). Aún así, Feito menciona un estudio publicado hace años en la Revista Francesa de Pedagogía que trató de sortear dichos escollos centrando el análisis en aquellos alumnos que, a final de curso, se debatían entre repetir o no. Unos acabaron haciéndolo, mientras que otros avanzaron al curso siguiente. Cuando se tomó la decisión, las diferencias de rendimiento entre ambos grupos eran exiguas. Un año después, comenta Feito, éstas “se habían incrementado considerablemente”.
Según Francisco Luna, director del Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa (IVEI), “no existe una evidencia empírica fiable que nos diga si se trata de una medida ventajosa o no”. No obstante, el IVEI publicó en 2009 una investigación cuyos resultados arrojan algo más de luz sobre el eterno dilema: “Vimos que el 30% de repetidores en el País Vasco llevaban una trayectoria positiva, puesto que habían aprobado las dos últimas evaluaciones. Para el 70% restante, la repetición no había funcionado”. ¿Y si no hubieran repetido? “Es algo que nos preguntábamos constantemente al elaborar nuestro informe”, reconoce Luna.  

Modelo heredado

Lo que sí parece claro es que el sistema educativo español suele anteponer los supuestos beneficios de repetir curso frente a la conveniencia de mantener al alumno en su grupo de edad con el fin de evitar, como dice Feito, su “estigmatización, sobre todo en edades tempranas, cuando resulta evidente quién es mayor”. Para Luna, promocionar también resulta la opción más recomendable “si tenemos en cuenta la dimensión afectiva del alumno”.  
Nuestro país (ver gráfico) sigue siendo una de las grandes canteras de repetidores de Europa. Los datos globales de alumnos que no han promocionado al menos una vez a los 15 años de edad nos sitúan en el grupo de cabeza, aunque hay países como Francia que nos superan. En Secundaria obligatoria, somos líderes continentales con un 32% de chavales que han pasado más de un año en un mismo curso durante la ESO.
Luna achaca esta tendencia a ideas preconcebidas entre un colectivo “heredero de un modelo en el que se repetía bastante y que cuesta mucho soltar. Incluso observamos que algunos profesores y directivos se muestran favorables a la repetición aun sabiendo que no existen datos rotundos que la aconsejen”. Más explícito, Feito opina que “muchos profesores, al no haber itinerarios o alternativas a la Secundaria académica, entienden que hay que suspender a la gente. Es una mentalidad jerárquica que pervive en el subconsciente de la docencia como grupo profesional”.
Aunque la LOE prevé la puesta en marcha de un plan personalizado para el alumno que no promociona, muchos perciben que repetir en España equivale a hacer exactamente lo mismo que ha conducido al fracaso durante el curso anterior. “Aunque es cierto que en ocasiones se introduce alguna modificación y se hace un seguimiento individual, esto suele ser la excepción”, sostiene Feito.


Posturas enfrentadas

Al plantear la repetición de curso, las dos asociaciones de padres mayoritarias en nuestro país (Ceapa en la Pública; Concapa en la Privada) han mantenido tradicionalmente posturas enfrentadas. Un desacuerdo que podemos extrapolar al ámbito político, con la izquierda en principio favorable a mantener al alumno en su grupo de edad, y la derecha más proclive a que los pupilos con grave retraso repitan.
Según Jesús María Sánchez Herrero, presidente de Ceapa, su organización entiende que “cuando un alumno repite, por lo general es el sistema el que ha fracasado antes: quizá no se han detectado a tiempo sus carencias, o no se han puesto en marcha apoyos y refuerzos educativos, o el currículum es demasiado academicista y poco práctico”.
Por su parte, Luis Carbonel, presidente de Concapa, sostiene que “no se puede pasar de curso sin tener la base consolidada, ya que esto significa abocar al alumno a que fracase en el curso siguiente”. En su opinión, “promocionar con más de dos asignaturas suspensas no resulta nunca beneficioso”.
Sánchez Herrero aclara que Ceapa no se opone “a la repetición en sí, sino a que se utilice de forma indiscriminada”. Por el contrario, Carbonel confía a ultranza en el buen criterio de los docentes: “Cuando un profesor suspende, es porque ve que el alumno no ha asimilado los conocimientos para pasar al curso siguiente”.
El presidente de Ceapa admite que repetir puede tener “un efecto motivador en casos excepcionales”. Para la mayoría, sin embargo, se inclina por “mejorar la formación psicopedagógica del profesorado y hacer más extensivos los planes de refuerzo”, entre otras medidas.

Alumnos de 15 años que han repetido al menos una vez

Diferencias en la práctica. Como se observa en el gráfico, el recurso a la repetición en Europa presenta cifras muy dispares. Salvo en Noruega –que establece por ley la promoción automática en toda la enseñanza obligatoria– y Bulgaria –ídem para Primaria–, todos los países contemplan la repetición y la reservan para casos concretos. Las diferencias, insiste la Comisión Europea, se observan en la desigual aplicación de marcos normativos similares. Un primer grupo de países (entre ellos España) ofrece porcentajes superiores al 30%.  También por encima de la media europea (16%) se sitúan varias naciones de centroeuropa como Holanda o Alemania. Por debajo del promedio continental figuran sistemas educativos excelsos (Finlandia) y otros donde la mediocridad campa a sus anchas (Grecia).  
Caso excepcional es el Reino Unido, que no regula la repetición y deja a los centros un amplio margen de autonomía. La costumbre (base del Derecho anglosajón) hace que muy pocos alumnos repitan, ya que existe una suerte de pacto tácito según el cual el alumno ha de seguir en su grupo de edad salvo en situaciones extremas.