El hombre que conocía el infinito (The Man Who Knew Infinity) es una de esas películas que puede despertar el interés por las matemáticas en más de un chaval. Pues nos habla de la belleza y la armonía, a través de una relación maestro-discípulo, que acabará siendo también de amistad. Se estrena en cines de toda España el 13 de mayo.
La apasionante historia de un genio de las matemáticas, el indio Srinivasa Ramanujan, que sin contar con recursos ni con una Educación ad hoc, se formó de modo autodidacta en Madrás, en la segunda década del siglo XX, hasta plantear complicados teoremas y ecuaciones. Su talento natural llamó la atención del profesor G.H. Hardy, cuando el otro le escribió enviándole parte de sus investigaciones, de modo que se lo trajo al Trinity College en la elitista Universidad de Cambridge, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Aunque contaba con la comprensión de otro colega, Littlewood, las autoridades académicas recibieron a Ramanujan con prejuicios no exentos de connotaciones raciales.
El desconocido Matt Brown escribe y dirige un film que atrapa, a partir de la biografía de Robert Kanigel. Aunque su puesta en escena no sea deslumbrante, tiene entre manos un material magnífico, al que dan alma dos actores magníficos, Dev Patel (que se dio a conocer con Slumdog Millionaire) y, sobre todo, Jeremy Irons, un actor que nunca defrauda, aunque a veces se involucre en películas que no están a la altura de su talento (por fortuna, no es el caso de la que nos ocupa).
La película obra el milagro de que el interés no decaiga, con un tema de entrada tan abstracto como son las matemáticas. Lo consigue no enredándose en mil complejos teoremas, pero al tiempo se arriesga ofreciendo discusiones académicas que pueden herir el ego de los implicados, y alguna sencilla explicación muy pedagógica, como la relativa a las particiones. De modo que entendemos la belleza y la pasión por los números que subyugan al piadoso Ramanujan, que encuentra en ellos a Dios, y que también encandilan al en principio ateo Hardy, que no puede dejar de reconocer algo extraordinario en esa armonía objeto de su estudio, de la que su pupilo es un estudioso asombroso.
Los que saben hacer un buen uso de la curiosidad a la hora de aprender no dejarán de vibrar con un film que recuerda que en la ciencia no basta la intuición, por muy genial que ésta sea, sino que hay cultivar también una metodología que justifique los hallazgos, que no basta simplemente enunciar.
La cuestión profesional convive con la relación humana, aspecto bien trabajado. Lo que podría ser una relación de conveniencia profesor-discípulo va a crecer, gracias también a la calidad humana de Ramanujan, que lo pasa mal lejos de India, sin su esposa, que ha dejado de momento atrás, y con un mentor que se muestra demasiado frío y rigoroso. En tal sentido Littlewood, amigo de Hardy, bien interpretado por Toby Jones, hace de eficaz contrapunto que puede humanizar el trato. Todos los personajes secundarios ofrecen interés, incluido el famoso Bertrand Russell, al que da vida Jeremy Northam. Además se encajan bien en la narración las penalidades de la guerra, la delicada salud del protagonista, y lo que ocurre en la India mientras él está fuera.
Explica Patel sobre su personaje, Ramanujan, que «fue sacado de la oscuridad de la India y traído al Trinity College, Cambridge, una de las mayores instituciones de Gran Bretaña, donde trabajó junto al gran matemático G. H. Hardy, que es interpretado por Jeremy Irons. Ramanujan era muy religioso y pensaba que las matemáticas eran como pintar sin colores; creía que toda ecuación era una expresión de Dios. Hardy, por el contrario, era ateo y creía en la forma práctica de hacer las pruebas para explicar teoremas, que es lo que trató de inculcar en Ramanujan».
Ficha técnica
El hombre que conocía el infinito (The Man Who Knew Infinity)
Drama biográfico. 108 min. 2015. Reino Unido
Dirección y guión: Matt Brown. Intérpretes: Jeremy Irons, Dev Patel, Toby Jones, Jeremy Northam.
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Llega junio y con él llegan los planes de vacaciones, el fin de curso y… sí, las notas. Es un momento complicado para nuestros hijos, que ven con miedo cómo un número puede traerles nuestra mejor sonrisa o el peor de los castigos. Y aunque nosotros tenemos asumido que esa nota nos dice si nuestro hijo se ha esforzado o no durante el curso, ¿es posible que un número nos diga todo lo que necesitamos saber de nuestro hijo? Y lo que es peor: ¿Y si el hecho de recibir siempre el mismo número hace que él/ella crea que merece recibirlo para siempre?
Por Ana Veiga.
[dropcap font=»arial»]E[/dropcap]mpecemos por hacer un apunte: las notas son números. Y aunque parezca algo obvio, a veces olvidamos que es una medición cuantitativa del trabajo de nuestros hijos pero que hay vida más allá del suspenso.
Tendemos a exigir a nuestros hijos aprobados, notables y sobresalientes pensando que eso significa que van por el buen camino, que hacen lo que tienen que hacer y que serán adultos de provecho. Pero ¿es justo medir su trabajo con un número que presupone que todos son lienzos en blanco con las mismas oportunidades, ritmos de aprendizaje y contexto social y familiar?
“Las calificaciones son clasificaciones de los estudiantes en buenos, malos y regulares. Es un mandato que se le ha hecho a la escuela. Ahora bien, el profesor puede reproducir ese mandato tal cual –que no deja de ser una reproducción de las desigualdades sociales– o adaptarlo”, argumenta Ignacio Calderón, doctor en Pedagogía, profesor del Dpto. de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad de Málaga y padre.
Calderón se muestra totalmente convencido de que las notas reflejan las aptitudes del alumno pero también en gran medida su contexto. “Si yo me voy a un barrio, voy a encontrar mayoritariamente un tipo de calificaciones que muchas veces están relacionadas con el nivel socioeconómico. Así que las calificaciones están reproduciendo las desigualdades y convirtiéndolas en un problema individual, que es el expediente; porque la nota te la ponen a ti, no a tu barrio o ciudad”.
Eso acaba provocando exclusiones sistemáticas, como “el fracaso escolar acumulado de personas gitanas o de clase social humilde o de personas con discapacidad”, señala. El pedagogo considera que hay algo en la estructura de las escuelas que, por un lado, está continuamente condenando las diferencias y, por otro, enseña a los niños/as a ser individualistas y competitivos.
Así, le otorga a las calificaciones una connotación que quizá se nos había escapado: fomentan la competición en el grupo. “Recibir un ‘sobresaliente’ no tiene sentido si no es porque ‘sobresales frente a otras personas’. Cada calificación tiene sentido en la medida en que hay gente por debajo”.
Compara el sistemas de calificaciones escolares con el típico sueño americano donde te dicen que ‘puedes conseguir lo que tú quieras’. Sin embargo, incide en que no partimos todos de la misma situación y por tanto, la dificultad de alcanzar nuestros objetivos variará. Y lo mismo pasa en el colegio. “Hay niños y niñas con diferentes historias personales, orígenes y capacidades y eso afecta a que obtengan unas calificaciones u otras. Así que calificar puede ser un acto de injusticia o justicia social”. E insiste: “El fracaso escolar sin escuela no existe, es una construcción hecha por los adultos”.
Aprender o repetir
Como padre, Calderón conoce la perspectiva de los alumnos/as sobre nuestro modelo educativo. De hecho, cuenta que su hija -actualmente en Quinto de Primaria- le decía mientras estudiaba un examen: “Tengo que estudiar bien lo que está en negrita’. Y esto que parece una frase inocente pone de manifiesto para el pedagogo que “ella ya ha entendido el mensaje: lo importante es lo que vas a tener que reproducir en el examen; pero no se está cuestionando que, aunque apruebe el examen, lo que estudie con simple afán de reproducirlo se le habrá borrado de la mente en dos semanas”.
Según opina, hoy en día no se motiva a los niños a aprender sino a reproducir contenidos para intercambiarlos por una buena nota. “Si no fuese obligatorio ir a clase, veríamos un escenario muy diferente: o niños huyendo despavoridos o profesores estimulándolos para que tengan ansias de saber”.
Bajo su punto de vista, el sistema se ha acomodado y aferrado a esas evaluaciones cuantitativas de final de curso o trimestre, sin incidir en las otras muchas posibilidades que existen, como la autoevaluación, de la que, dice, “las veces que la he aplicado, la gran mayoría de los alumnos universitarios han resultado ser muy justo y creo que se podría aplicar en la etapa escolar como un ejercicio de análisis propio”.
De hecho, Calderón hace un llamamiento al profesorado y les recuerda que “parece que no hay más opción que hacer exámenes pero eso es una creencia; el profesorado puede hacer uso de cualquier herramienta que sirva para entender cómo están funcionando los procesos de enseñanza y cómo se están generando los procesos de aprendizaje”.
Es más, insiste en que cuando hablamos de notas, deberíamos distinguir entre calificar y evaluar. “La evaluación es un proceso enfocado a la mejora y la calificación es un proceso de clasificación. Se está tratando de poner nota a un proceso que es imposible de medir, como es el caso del aprendizaje”.
Examen: ¿ángel o demonio?
Ignacio Calderón está convencido de que el examen “no es ni un ángel ni un demonio” y que puede ser de utilidad en determinados momentos, como una herramienta más de evaluación. Sin embargo, cree que el fallo está en ver al examen “como la gran herramienta para evaluar cuando no lo es”, ya que no te permite mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje ni saber si el niño ha conectado sus experiencias con lo aprendido, creando un aprendizaje significativo y relevante.
Tira de filmografía y repasa algunos de los títulos que hablan de problemas en las aulas como Mentes Peligrosas, Diarios de la Calle o El club de los poetas muertos y señala una cosa en común en todas ellas: “Vemos un conflicto en clase que empieza a resolverse cuando el profesor dice ‘cerrad los libros’ o ‘tiradlos a la papelera’. Y es por que hay una ruptura con el mandato de hacer caso a un texto y, de repente, el profesor es capaz de salir de ahí y conectar el nuevo aprendizaje con su vida personal. Ahí es donde se produce el aprendizaje realmente valioso”.
Y añade: “Tenemos la tradición de que el examen es individual y que el maestro tiene que hacer de juez y policía para que la persona no copie. ¡Imagínate qué sinsentido porque hoy en día estamos rodeados de información a la que tenemos acceso!”. Calderón cree que lo interesante no debería ser que el niño/a acumule mucha información sino que sea capaz de acudir a la fuente que le ofrezca la información y saber comprenderla y usarla; pero “seguimos anclados en que no se copie y que lo importante es que tenga la información en su cabeza, repitiendo lo que dicen otros en el libro de texto. Pero ¿qué dices tú?”
En cambio, los trabajos son investigaciones sobre la realidad que permiten al niño indagar, buscar y poner en común lo que ya sabías con lo que has aprendido. “En la medida en que el proceso de calificación se hace más participativo – a través de trabajos, autoevaluaciones o actividades en clase-, empieza a cobrar más sentido. Si yo hago que mi alumnado se ponga a pensar en el proceso de evaluación como parte del proceso formativo, de enseñanza-aprendizaje, ellos le darán sentido a esa evaluación”. Es decir, cuanto más participativa y personal es la evaluación, más significativo es el aprendizaje y mejor se refleja en la nota.
Pedagogía Waldorf: ¿un aula sin exámenes?
Uno de los talleres artísticos en la “Escuela Libre Micael”.
La pedagogía Waldorf es uno de los métodos de enseñanza alternativos, aunque no es nueva. Nació en 1919 de la mano de Rudolf Steiner cuando creó una escuela para los hijos de los trabajadores de la fábrica de cigarrillos Waldorf Astoria, en Stuttgart (Alemania).
Actualmente, disfruta de un gran en auge en España. Cuentan ya con cerca de 40 centros en nuestro país y basan su sistema en la educación integral del menor, desarrollando en el niño todas las cualidades que tiene y las que puede tener, respetando los ritmos de cada niño/a.
Como explica Antonio Malagón, presidente de la Presidente de la Asociación de Centros Educativos Waldorf y profesor en la Escuela Libre Micael, en la metodología Waldorf se tiene en cuenta “el proceso evolutivo del niño, la antropología y el momento en que el niño-adolescente va adquiriendo capacidades diferentes que le ayudan a comprender el mundo de otra manera”, aclara.
Las evaluaciones en los centros Waldorf se hacen en base a tres tipos de pruebas:
Pruebas de estudio cotidianas. Hacen una investigación y la presentan a la clase para trabajar la dicción, hacer un guión y explicar el tema a los demás.
Cuadernos de clase: En base a los conocimientos expuestos por el docente y libros de referencia, los alumnos hacen su cuaderno propio que muestra la construcción de su conocimiento en cada materia y lo que han anotado en cada clase.
Pruebas objetivas, es decir, exámenes. Sin embargo, estos exámenes se elaboran en base a preguntas abiertas como, por ejemplo, construye un esquema sobre la economía de Asia. En esa pregunta, los niños/as tienen que conectar conocimientos y se les incite a elaborar pensar por ellos mismos.
“Nosotros tenemos todas las asignaturas oficiales y además algunas añadidas, que son asignaturas artísticas y de proyectos prácticos para la vida donde se trabajan materiales naturales como cobre, madera o lana así como clases de canto, teatro o canto”. Malagón aclara que estas materias permiten ayudan a “desarrollar habilidades y trabajar la voluntad, como un impulso transversal a lo largo de toda la educación – infantil, primaria y secundaria-”.
Al contrario, se elimina el contacto con los ordenadores e Internet hasta Secundaria, para aprender a buscar la información con su propio esfuerzo y crear si propio criterio. “Así los chicos son los propios hacedores de su conocimiento porque le damos tiempo para que digieran; porque un conocimiento que se digiere, se convierte en capacidad”.
Las notas, para los padres
Es importante resaltar que esta pedagogía no es totalmente libre como sucede con Montessori o Summerhill donde cada niño decide qué asignatura estudiar en cada momento. En Waldorf, se siguen las pautas la enseñanza tradicional y está por supuesto dentro de la Ley de España, es decir, entregan notas a final de curso.
Aunque en algunas escuelas, los niños no lo sepan, como sucede en la Escuela Libre Waldorf Meniñeiros (Lugo) donde Diego Taboada es tutor de Tercero de Primaria y profesor de Educación Física de todo Primaria.
“En Primaria no hay ningún examen del centro porque cualquier maestro sabe cómo va su alumno sin necesidad de examen. Ponemos notas porque lo exige el Ministerio de Educación pero solo lo saben los padres que además reciben informes cualitativos de sus hijos”, explica. Los niños viven sin exámenes tal y como los entendemos en los colegios tradicionales y reciben solo la parte de reporte cualitativo que tiene una parte dedicada exclusivamente para que lean ellos, con un poema sobre lo que tienen que mejorar a nivel individual.
En lo referente a la nota, hace hincapié en que lo importante para ellos no es ese dato numérico sino cómo llegan a ella, teniendo en cuenta su situación y transmitiéndola al niño/a en positivo. Es decir, no se fomenta el miedo a suspender sino que, si no alcanzan el nivel, se le anima a reforzar su conocimientos con un trabajo y a esforzarse en las áreas que son más difíciles para el alumno. “Es una metodología muy comprensiva con los diferentes ritmos de cada niño”, resalta.
Ese fue precisamente uno de los factores que hizo que, tras años de trabajo en escuelas convencionales, Taboada se interesase por las escuelas Waldorf. “No me gustaba lo que veía porque se le hacía mucho daño a los niños enviándolos a refuerzo educativo porque no sabían multiplicar o ‘poniéndoles etiquetas’. Cuando me llamaron para este colegio Waldorf, me gustó el especial respeto que hay hacia al niño y a sus ritmos”.
Reconoce que esta pedagogía “da mucho trabajo porque tienes que crear tu propio material –cada docente construye el libro de texto para su grupo-, tienes muchas reuniones con las familias, en el cole siempre hay muchas actividades… pero merece la pena”.
El choque entre pedagogía tradicional y Waldorf
En la metodología Waldorf original, se plantean tres sextenios: siete cursos de infantil, siete de primaria y siete de secundaria. En España no se mantiene esto sino que se han adaptado a la Ley de Educación y mantenido las etapas educativas habituales.
Lo que no han querido perder es mantener al mismo tutor en un grupo a través de todos los cursos de una etapa, como es el caso de Taboada, que está con su clase desde Primero de Primaria y estará hasta Sexto. Por eso, conoce muy bien a sus alumnos/as y ha visto las incorporaciones de nuevos niños al grupo.
Como anécdota, Taboada cuenta cómo se vivió en su clase el examen obligatorio que existe en tercero de primaria, al estilo de la antigua reválida. “De 10 niños, vinieron solo dos a hacer la prueba porque los padres no querían meterles esa presión. Por parte de los niños, aquellos que llevan años en esta escuela, querían hacerlo porque no se les ha inculcado ese miedo al examen sino que lo ven como un juego. Pero es llamativo ver que la niña que se ha trasladado este año desde una escuela tradicional, estuvo toda la semana sin dormir y llorando en casa del agobio. Para ella es una tortura”.
De forma general, lo principal que notan en los alumnos que vienen de educación convencional, es que llegan con un comportamiento extremadamente correcto que pierden a los pocos días, cuando entran en una fase de locura; y después se calman y recuperan el equilibrio.
Según Taboada, esto sucede “porque que la norma era algo impuesto y rígido, algo que es así y punto pero porque ellos entiendan el porqué”. Por ejemplo, no se puede pegar pero no es porque sí, sino porque le haces daño al otro, llora y se siente mal. “Y para entenderlo, alguna vez van a pegar porque se tienen que equivocar y aprender de forma vivencial”, dice el docente, que insiste: “Para nosotros, es la forma de enseñar es primero despertar el interés, segundo manipular lo aprendido para entenderlo y tercero aplicarlo al mundo. Y en la última parte de voluntad es donde fallan más porque están acostumbrados a que les den todo hecho, pero no a hacer”.
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El boli verde: subrayando los aciertos.
¿Qué pasaría si, al corregir un examen, marcáramos los aciertos del alumno en vez de los errores? Esto es lo que se ha planteado el sistema del boli verde, que empezó en 2013 una redactora del blog ruso Real Parents de nombre Tatiana Ivanko.
La periodista publicó un post donde explicaba cómo enseñaba caligrafía a su hija, marcando con bolígrafo verde sus aciertos, en vez de utilizar un boli rojo para redondear sus errores. Es decir, aplicando el refuerzo en positivo.
Y se dio cuenta de que su hija se interesaba por aquellas letras que le habían salido mejor y se esforzaba por repetirlas. “La fuente de motivación es completamente diferente: ya no intentamos evitar los errores, sino que nos esforzamos por repetir lo que está bien”, explica Ivanko, que cree que esto muestra un cambio en la estructura del pensamiento.
El método no es nuevo sino que ya se había hablado de algo similar en un libro sobre educación del pedagogo soviético Chalva Amonachvili en 1983. No obstante, incluso en el actual 2016, este método sigue siendo considerado novedoso.
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*Más información:
Libro ‘Fracaso escolar y desventaja sociocultural’, de Ignacio Calderón.
Quiero esas zapatillas o llegar más tarde a casa. Cualquier detalle basta para desatar el infierno. La violencia no es sino un medio para lograr aquello que los chicos consideran que merecen. Son hijos que agreden a los padres. Cada vez son más jóvenes y cada vez hay más casos.
Por: VIRGINIA MADRID
“Es que eres tonta no te dije ayer que necesitaba tener limpios los vaqueros azules para este viernes. Es que no vales para nada”. Con insultos y descalificaciones así empezó todo”, recuerda María Hernández (nombre ficticio) divorciada y madre de un joven de diecisiete años. Esta diseñadora gráfica de 48 años prefiere ocultar su identidad, porque le avergüenza explicar que durante un año su hijo la estuvo agrediendo tanto física como verbalmente. “Cuando miro atrás y recuerdo las cosas que me ha dicho y hecho mi propia hijo no me lo puedo creer. Me gustaría decir que ha sido un mal sueño, pero por desgracia las faltas de respeto, los empujones y los golpes han existido y me han hecho mucho daño a nivel emocional, tanto que estoy yendo a terapia psicológica. Tras buscar ayuda, localicé a un grupo de expertos (psicólogos, trabajadores sociales) con amplia experiencia en este tipo de casos y ahora estamos un poco mejor. Principalmente, porque los psicólogos nos aconsejaron que lo más adecuado era que mi hijo se fuera a convivir con mi ex marido y su nueva familia durante un tiempo para erradicar la violencia del día a día. Desde entonces, mi hijo acude a terapia dos días a la semana y ha mejorado mucho su conducta. Y mi ex marido y yo cada dos semanas acudimos a un grupo de padres e intercambiamos experiencias”.
Vergüenza y culpabilidad
LO cierto es que el caso de María no es un hecho aislado. Según datos de la Fiscalía General del Estado, las agresiones de hijos a padres han aumentado considerablemente en los últimos años. En 2006 se cuantificaron en nuestro país 2.000 casos y en 2013 un total de 4.760. Pero en realidad, hay más casos insisten los expertos. “No es fácil denunciar a tu propio hijo. Los padres sienten vergüenza, se sienten culpables e incluso consideran que han fracasado como educadores y otros también tienen miedo a sufrir una nueva agresión. Es muy duro reconocer que tienes un hijo que te golpea, te humilla y te insulta”, afirma Javier Urra, Presidente de la Comisión Rectora del Programa RecURRA- GINSO. Pero hay más cifras significativas. Se estima que el 13% de los hijos ejercen violencia física contra los progenitores, el 70% de los agresores son varones, y el 100% de víctimas son mujeres (madres), mientras que padres varones lo son en un 50%.
Estadísticas que manejan con frecuencia el gran equipo de expertos que trabajan a diario con los menores ingresados voluntariamente en el centro terapéutico RecURRA-GINSO (www.recurra.com / Teléfono: 900- 65-65-65) especializado en adolescentes que ejercen violencia filio-parental y situado en la localidad madrileña de Brea de Tajo. El Director del centro Campus Unidos RecURRA-GINSO, Eduardo Atarés, señala el perfil de los chicos que agreden a sus progenitores: “Son menores inmaduros, a los que les cuesta tolerar la frustración, porque están acostumbrados a conseguir lo que desean sin tener que luchar por ello, algo que a la vez les hace ser dependientes de sus padres y que les hace tener una baja autoestima, ya que en seguida abandonan sus retos. Además, no están acostumbrados a las rutinas diarias y realizan un consumo habitual de cannabis y alcohol”. Una de las particularidades de este centro privado en el que los chicos continúan con sus estudios y asisten a terapias individuales, en grupo y con los padres, es que durante los diez meses que dura el tratamiento, los chicos no tienen acceso ni a teléfonos móviles ni a redes sociales. Además, realizan con frecuencia actividades de ocio y todos los días practican deporte, porque fomenta la vida saludable, el valor del esfuerzo y la labor en equipo. En el centro RecURRA-GINSO, que cuenta con 96 plazas y que tiene un porcentaje de éxito del 70%, los expertos trabajan no solo con los hijos, sino también con los padres, porque ambos deben aprender a cambiar su actitud y conducta para lograr una convivencia respetuosa y recuperar la relación entre ellos.
Señales de alarma
Lo evidente son los empujones, golpes e insultos de hijos a padres, pero este proceso comienza mucho antes y se va gestando poco a poco a lo largo del tiempo. Magdalena Mayorga, Subdirectora del programa RecURRA-GINSO en la sede central, apunta las señales de alarma que indican que se debe buscar ayuda profesional cuanto antes: “Las pequeñas desobediencias y faltas de respeto (como es que tu eres tonta o llegar tarde a casa continuamente), el chantaje emocional (si no me compras estas zapatillas, no estudio), las amenazas constantes, las faltas de asistencia al colegio. En definitiva, percibir que la jerarquía de la familia ha ido cambiando y ahora son los hijos los que ejercen la autoridad y los padres bailan al son de los menores. Lo que sucede es que en la mayoría de los casos, los padres no le dan la importancia a este tipo de actitudes, porque piensan que esos arrebatos de ira o esos cambios de carácter pasarán y lo que suele suceder es que el problema se agrava. Y cuando se animan a llamarnos suele ser, porque ya están desesperados y la relación está muy deteriorada a causa de la violencia”. En cuanto a las causas que se esconden tras la violencia filio parental son multifactoriales. “Cada familia tiene una problemática. Pero los motivos que pueden desencadenar que un hijo pueda agredir a sus padres pueden pasar desde por un duelo y un divorcio conflictivo, pasando por ser víctima de acoso escolar en el colegio hasta las malas compañías y el consumo de drogas” apunta Eduardo Atarés. Y, ¿cómo se logra que estos chicos salgan de la espiral de violencia que ejercen contra sus padres? La trabajadora social Magdalena Mayorga lo tiene claro: “Es fundamental restablecer el diálogo entre padres e hijos. Debe haber algo más que el “dame, dame, dame o el quiero, quiero, quiero tan frecuente en los chicos del siglo XXI. Pero esto es una labor de hijos y padres. Los hijos deben realizar cambios respecto a su conducta en casa y deben aprender a respetar las normas, y los padres también deben modificar su comportamiento. Es esencial establecer una nueva dinámica familiar”.
Para concluir, uno de los más de cuatrocientos menores que han pasado por el Campus Unidos, y que ejerció la violencia contra sus padres, explica cómo superó su problema gracias a su estancia de nueve meses en este centro terapéutico: “Recuerdo que llegué al centro muy enfadado y descolocado, porque me separaron de mis amigos y la calle. Además, no tenía el menor interés por los estudios, me sentía muy distanciado de mi familia y no estaba dispuesto a cumplir ninguna norma. Hoy, superado el tratamiento de nueve meses, me siento satisfecho del trabajo que hemos realizado mi familia y yo durante este tiempo. Especialmente, destaco lo unidos que estamos, cómo ha cambiado la forma de hablar entre nosotros y sobre todo que he aprendido a cumplir horarios y normas y me siento bien. Me siento muy orgulloso de haber recuperado la relación y el respeto hacia mis padres”.
ENTREVISTA AL EXPERTO.
Javier Urra, Presidente de la Comisión Rectora del Programa RecURRA- GINSO y ex Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid
“Hay padres que creen que decir No a su hijo les puede crear un trauma y lo que provoca problemas es no ponerles límites.
¿La violencia de hijos a padres sigue siendo una realidad oculta?
Es un secreto que suele quedar en el ámbito en la familia. Cuando se da el paso de contarlo es porque ya están desbordados y las agresiones son considerables. Para los padres provoca mucha vergüenza y sentimiento de culpa esta difícil situación que ha ido en aumento con el paso de los años. A pesar de la gravedad de la situación, son pocos los progenitores que dan el paso de denunciar a sus hijos.
¿Qué lleva a un chico a agredir verbal o físicamente a sus padres?
Somos conscientes de que los pequeños dictadores no nacen, se hacen. Hay padres que creen que decir que no a su hijo cuando es pequeño les crearía un trauma y es un grave error, porque lo que provoca problemas es no ponerles límites. No debemos olvidarnos del popular “aquí y ahora” una de las exigencias infantiles que no suele encontrar confrontación y que es necesaria para la aceptación de la frustración. A nivel social, es evidente que existe una pérdida de referentes de autoridad menoscabando la de los maestros, policías o ciudadanos cuando en defensa de la convivencia, reprenden a sus hijos.
Con frecuencia se relaciona la violencia filioparental con familias desestructuradas. ¿Qué hay de cierto en ello?
La visión que se tiene de que este tipo de violencia solo ocurre en familias desestructuradas, en el umbral de la pobreza o en riesgo de exclusión social, no es real. Esto sucede en las mejores familias, en hogares donde o bien el padre, la madre o ambos, tienen una licenciatura universitaria y buenos puestos de trabajo. Se trata de una patología social que cada vez va a más y por eso debemos concienciar a la ciudadanía y a las administraciones para reducirla.
¿Qué se puede hacer desde las instituciones para prevenir y solucionar la violencia filio parental?
Esta denominada patología del amor, este tsunami relacional, demanda no solo una mayor implicación de la Justicia, sino también de los Organismos de salud mental, así como su inclusión en los seguros médicos.
Para concluir, ¿Hay esperanza para poner freno a este problema social?
Si enseñamos a sentir y decir gracias; si variamos actitudes; si reequilibramos el cuerpo social donde antes muchos padres eran autoritarios, mientras que ahora son autoritarios muchos hijos; si intervenimos con prontitud, criterio y sin miedo ante las faltas de respeto y los desafíos; si partimos de que ser víctima o victimario es un estado pasajero, no un carácter inalterable y crónico; si los profesionales apoyamos, empoderamos y exigimos y si trasladamos a los padres la convicción de que ellos también tienen derechos. Sí, hay esperanza.
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DECÁLOGO PARA LOS JÓVENES DEL SIGLO XXI
Javier Urra, Presidente de la Comisión Rectora del Programa RecURRA- GINSO, apunta una serie de claves vitales para los chicos de las nuevas generaciones.
Lo importante no es el Yo, sino el Tú.
Aprende a la aceptar la crítica y la sanción cuando la mereces.
La vida te vencerá. La clave es levantarse y tirar adelante.
No olvides que el respeto y el deber son esenciales.
Es fundamental que aprendas a respetar la autoridad de los padres, los profesores y demás adultos con los que convives a diario.
Es fundamental aprender a tolerar la frustración. No siempre se consigue todo lo que uno desea y no pasa nada.
Procura realizar actividades en contacto con la naturaleza. Una excusión por la montaña, un paseo en bicicleta por el campo son solo dos opciones.
Practica deporte varias veces a la semana. Los deportes en equipo fomentan el compañerismo, el esfuerzo y el respeto.
Incorpora el sentido del humor a tu vida cotidiana. Tomarse la vida con alegría y buen humor es una estupenda vacuna contra la frustración y el desánimo.
Aprende de quien de verdad lo necesita. Visitar a enfermos de Alzheimer o a niños enfermos te enseña a cambiar las prioridades y lo esencial de la vida.
Los niños y los adolescentes cada vez usan más y desde antes los teléfonos móviles. Lo que podría haber sido una perfecta herramienta de comunicación está convirtiéndose en un problema para muchos, debido a una adicción que no pueden controlar. El objetivo es desengancharse cuanto antes. Y el verano, aunque parezca lo contrario, puede ser la época perfecta.
POR: TERESA ALONSO
Es una escena habitual a la salida de cualquier centro escolar: los adolescentes revisan con ansiedad su móvil en el mismo instante en que cruzan la puerta del colegio o del instituto. Dentro no pueden utilizarlo, pero parecen movidos por una especie de urgencia inaplazable en cuanto están fuera del centro. Algunos de ellos sufrirán una adicción al móvil, un problema creciente que afecta a menores, pero también a adultos. De hecho, la Policía Nacional reconoce que en los últimos tiempos ha aumentado el número de intervenciones motivadas por llamadas de los padres que no pueden controlar la ira de sus hijos cuando se les retira el teléfono. Los pediatras también se han hecho eco de la gran impronta que los dispositivos electrónicos están teniendo en los niños y en el XXII Congreso de la Sociedad de Medicina de la Adolescencia se puso de manifiesto cómo el uso intensivo de estos aparatos está provocando la activación de determinadas zonas del cerebro en perjucio de otras como la memoria o la capacidad organizativa.
Las tres motivaciones principales de los menores para conectarse al móvil son: acceder a redes sociales, escuchar música y buscar información relacionada con los deberes. Ya a mayor distancia están revisar el correo electrónico, buscar información de interés personal, ver series de televisión o películas, jugar y hacer compras. Mientras que las chicas oyen música, ven series de televisión, realizan compras y consultan información que les servirá en sus estudios, los chicos se conectan principalmente para jugar, buscar información personal (no de estudios) y ver fotos y otros archivos.
Aunque sociedades médicas, como la Sociedad Americana de Pediatría, alertan de los peligros de que los menores de tres años se expongan de manera habitual a pantallas electrónicas, los niños se inician cada vez con mayor precocidad en ellas. Así, en España, la edad media en que los bebés comienzan a usar TICs (tecnologías de la información y la comunicación) está en el año de edad.
Nativos digitales vs inmigrantes digitales
Por primera vez en la historia, los niños se han convertido en los maestros de sus padres en un ámbito: el de las nuevas tecnologías. Ellos son nativos digitales, mientras que sus progenitores deben conformarse con ser inmigrantes digitales. Esta es la situación, pero a pesar de todo, los padres deben seguir manteniendo el control. Los adultos deben formarse y acercarse al mundo de sus hijos para instruirlos en el buen uso y advertirlos de sus peligros. “Debe haber un diálogo entre padres e hijos. Darles confianza y saber en qué redes sociales están; como padres debemos conocer su lenguaje y hablar con ellos abiertamente acerca de su mundo digital. Como padre debo tener la confianza plena de que mi hijo esté bien educado en lo digital para que acuda a mí enseguida si tiene un problema en este ámbito”, destaca Pere Cervantes, responsable policial y provincial de un grupo de delitos tecnológicos y coautor, junto con Oliver Tauste, de Internet Negro (Ed. Temas de Hoy) y Tranki pap@s (Ed. Oniro).
¿Cuándo hay adicción al móvil?
Los estudios revelan que los niños que más abusan del móvil tienen entre 12 y 16 años. “La adicción al móvil es una adicción sin sustancia, pero es una adicción en cualquier caso. Cualquier actividad que provoca satisfacción en nuestra vida diaria puede convertirse en una conducta adictiva si se pierde el control sobre su uso, si nos hace perder la libertad, sin nos hace opacos, nublados ante lo que ocurre a nuestro alrededor”, destaca José Antonio Luengo Latorre, psicólogo, vicesecretario del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Camilo José Cela de Madrid.
Un menor con adicción al móvil muestra “inquietud, impaciencia e irritabilidad, especialmente cuando no puede tener acceso a sus dispositivos. También hay una disminución significativa en la comunicación con las personas con las que convive y el deterioro de estas relaciones, olvido o descuido de tareas o responsabilidades esenciales, abandono de actividades que eran corrientes y dejan poco a poco de serlo, o cambios de hábitos básicos de alimentación o sueño”, explica el experto.
Si la adicción es grave, estar en contacto con el móvil se convierte en la forma de aliviar la sensación de inquietud y malestar que supone no permanecer en línea.
Tal como advierte el psicólogo, “cada vez son más frecuentes las consultas a especialistas por situaciones de este tipo. Chicos y chicas que dejan de hacer cosas que antes hacían en el domicilio familiar, que apenas salen de sus habitaciones, que se muestran esquivos, con pocas ganas de relacionarse o tensos e inquietos cuando tienen que hacer otro tipo de actividades”.
Los adolescentes, más vulnerables a las adicciones
La posibilidad de presentar adicción al móvil no es exclusiva de los menores, pero los adolescentes sí tienen algunos riesgos añadidos derivados de esa etapa del desarrollo en que se sienten invulnerables, tienen necesidad de intimar con otros jóvenes de su edad y no son conscientes de los riesgos.
Las nuevas tecnologías les permiten vivir en un mundo confeccionado a su medida, donde prima la fantasía y no lo real, y donde pueden presentarse como les gustaría ser y no como son verdaderamente. Además, participando del mundo on line sienten que forman parte de la comunidad de sus iguales y pueden establecer relaciones sin perder su anonimato y sin contacto directo, lo que resulta muy atractivo a estas edades para expresar sus ideas sin sentirse juzgados. Igualmente, el teléfono les permite acceder a información ilimitada y estar en contacto con sus amigos, escapando del control paterno.
Del Phubbing al Vampig pasando por la nomofobia
Según destaca el psicólogo José Antonio Luengo, “algunos comportamientos recientes nos sitúan a adolescentes y adultos en la frontera de conductas que podrían llegar a ser claramente adictivas en relación a las nuevas tecnologías de la información”. Así, entre los nuevos fenómenos están los siguientes:
Phubbing: “menosprecio con el que tratamos a las personas con las que estamos físicamente, al dar prioridad a las relaciones que mantengo a través de mi dispositivo móvil”.
Alone togheter: “juntos, pero ausentes de lo que pasa a nuestro alrededor”.
Nomofobia: “ansiedad que pasan los usuarios de teléfonos móviles cuando se quedan sin acceso a este dispositivo, sin cobertura o sin conexión a Internet”.
FOMO: “miedo a perderse algo, a desengancharse de los grupos con los que mantengo contacto”.
Vamping: “uso de aparatos electrónicos durante la noche, reduciendo las imprescindibles horas de sueño”.
Pautas para un verano controlado
“El verano es el momento del año en que la luz nos permite más contacto con la naturaleza y con otros seres humanos. Es el momento propicio para iniciar una buena pauta de uso de dispositivos electrónicos”, insiste Pere Cervantes. Sus propuestas son:
“No dejar al niño con el móvil o la tableta mientras yo hago otra cosa. Cuando son pequeños debemos estar hombro con hombro con ellos para vigilar lo que ven y compartir ese espacio digital con ellos. La supervisión continuará hasta que el niño demuestre madurez suficiente”.
“Poner nuevos límites en el uso de los dispositivos electrónicos, aplicándolos a toda la familia y empezando por los padres”.
“No hacer reducciones drásticas del consumo de dispositivos; no son eficaces. Funcionan mejor las medidas progresivas”.
“Fomentar el diálogo entre padres e hijos, educándolos en el buen uso de la tecnología desde los 5-6 años (a los 16 ya es tarde), advirtiendo a los hijos sobre la importancia de la biografía digital que vayan creando y concienciándolos de los riesgos del mundo on line”.
Por su parte, José Antonio Luengo recalca la necesidad de que los padres sean “reflexivos y responsables, por ejemplo, a la hora de afrontar qué dispositivos y herramientas están dispuestos a poner en sus manos y a qué edad. No deberían valer excusas sobre si se trata de regalos familiares o si nuestro hijo puede ser el único que no tenga en sus manos determinado dispositivo”. Además, insiste en la importancia de que haya “coherencia entre lo que pedimos a nuestros hijos y lo que nosotros representamos” y en la “capacidad de influencia que tengamos para orientar y supervisar lo que hacen, cómo y cuándo lo hacen”. Igualmente destaca que se debe “procurar el equilibrio entre actividades, evitando el uso excesivo de estas tecnologías e incluyendo actividades físicas al aire libre, cuidar el sueño de nuestros hijos, fomentar la lectura y programar actividades familiares libres de móviles y dispositivos”. En definitiva, “los padres deberían proporcionar orientación, supervisión, diálogo y experiencias compartidas desde el ejemplo y el modelo”.
La “Generación Wikipedia”
“Los adolescentes de hoy conforman lo que yo llamo la Generación Wikipedia: se creen que todo lo que sale en la Wikipedia es real, que está certificado por un notario digital. Y la realidad es que en Internet todo el mundo miente. Por eso, cuando se ven envueltos en un delito como el grooming (un adulto se hace pasar por menor para entablar a través de la Red contacto o relaciones sexuales con niños), ellos siguen pensando que es un error y que se trata de un niño como ellos, aunque les demuestres lo contrario”, advierte Pere Cervantes.
“Además, los niños y los adolescentes de hoy viven en la cultura de la instantaneidad; no hay tiempo para la reflexión. En este sentido, los adultos debemos luchar contra esa cultura enseñando a nuestros hijos a pararse y pensar lo que van a hacer antes de comprar objetos por Internet o mandar fotos comprometidas”, destaca el policía y escritor.
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Educación digital: una asignatura pendiente
Los menores dominan las funcionalidades de la Red, pero no suelen ser conscientes de su peligro. Para Pere Cervantes, esto ocurre, en gran medida, debido a la falta de una verdadera educación digital. “La tecnología avanza a un ritmo mucho más rápido que nuestra educación digital. Cuanto más conectados estamos, más vulnerables somos nosotros y nuestros hijos. Sin embargo, hay cierta dejadez paterna, los padres deberían conocer los peligros de la Red y cómo evitarlos y no sucede así. El español suele pensar ‘a mí no me va a pasar’ o ‘eso no sucede en mi ciudad’, pero si los padres pudieran venir un día a una comisaría de delitos tecnológicos cambiaría su forma de actuar”, apunta.
Uno de los riesgos más dañinos de las nuevas tecnologías es el ciberbullying (acoso entre menores a través de Internet). Además, está el grooming, las amenazas, el chantaje, la suplantación de personalidad, ataques a la intimidad, pérdida de privacidad, pérdida del control de la propia imagen, acceso a contenidos inadecuados…
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Formación desde el colegio
“Aunque en los últimos años en los centros educativos se ha incrementado la demanda de conferencias acerca de los peligros de Internet, la realidad es que la afluencia de personas que asisten a estas charlas sigue siendo muy escasa, y donde debía haber 500 padres hay 50. Esto asusta, proque en otros países como los nórdicos, la presencia de padres sería casi absoluta”, reflexiona Pere Cervantes.
Para José Antonio Luengo, desde los centros educativos “se debe trabajar con acciones específicas en el marco de la acción tutorial y con el protagonismo del alumnado”. En este sentido cita la iniciativa Alumnos Ayudantes TIC, como un modelo de trabajo en los centros educativos en los que son los propios alumnos los que enseñan a sus compañeros el buen uso y los riesgos del mundo digital.
“En España somos escandalosamente tolerantes con el alcohol”
Aunque España avanza en la prevención y retraso del consumo de sustancias adictivas entre los menores, han saltado varias alarmas en los últimos años. Una, que el inicio del consumo del cannabis a destronado al del tabaco; y otra, la gran permisividad de los padres frente al alcohol. El Delegado de Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco Babín, reclama la apertura de un gran debate social sobre el consumo de alcohol, similar al que se realizó con el consumo de tabaco.
Por: Gema Eizaguirre
-¿Los adolescentes son el principal destinatario de las campañas de prevención?
Cuando se habla de prevención se tiende a simplificar, pero ésta se compone de muchos objeticos y estrategias diferenciadas según los públicos. No son lo mismo los niños que los adolescentes. La prevención en el nivel infantil es imprescindible, porque si se espera a la adolescencia, los consumos exploratorios ya se habrán realizado, por lo que, el objetivo de retrasar el nivel de inicio ya lo habremos perdidos.
-Entonces ¿a qué edades y cómo se debe empezar esa labor?
Se comienza a trabajar con pequeños de 7 y 8 años, encaminado al reforzamiento de la personalidad, para que, en el futuro, les lleve a superar la presión de grupo. Hay que empezar a trabajar con mensajes, pero no centrados en las sustancias, sino con una serie de valores, como la solidaridad y de participación con los iguales. Esta misma labor es la que se recomienda que realicen los padres.
-El principal objetivo es retrasar el consumo.
Hay dos planos de objetivos a conseguir. Uno, que de iniciarse un consumo de alguna sustancia se inicie lo más tarde posible. Porque todas las sustancias con capacidad adoptiva interfieren en el desarrollo madurativo y en el rendimiento de los chavales. Cuando más tarde es menos probable que se convierta en una adicción o consumo problemático. Y luego, que si se está consumiendo, seamos capaces de hacer un acercamiento al problema. Hay muchas razones para que nuestros hijos consuman sustancias, más allá que el mero disfrute o el consumo exploratorio.
-¿Qué razones destacaría?
Podemos estar hablando de maltrato, adicción o consumo abusivo de otras personas de su medio familiar. Y esto, indudablemente, induce a que los menores consuman. También podemos hablar de trastornos de la personalidad, déficit de atención o hiperactividad… Y todo esto se muestra de una forma beligerante en casa.
-¿Cuál es la actitud de los padres ante el consumo de drogas?
Cuando preguntamos a los menores sobre el grado de tolerancia de sus padres, nos encontramos con la paradoja, al día de hoy, de los padres son infinitamente más beligerantes con el consumo de tabaco que con el de alcohol. El 70% de los padres y madres están totalmente en contra de que sus hijos empiecen a fumar, pero sólo el 37% está en contra de que sus hijos empiecen a beber. Este es un reto importantísimo, porque podremos hacer verdaderas maravillas con la regulación del alcohol, pero si tienen el permiso de los padres, al final beberán.
-¿Los padres españoles son muy tolerantes?
En España somos escandalosamente tolerantes. Convivimos con el alcohol desde hace miles de años y ha generado una cultura. Pero sabemos que cada vez que damos un decilitro de alcohol a un chaval, cuyo sistema central está en desarrollo, es como si les estuviéramos podando neuronas. Por lo tanto, estamos quitándole posibilidades para su futuro inmediato y pretérito, cuando tenga que rendir en un mercado laboral. A la vista de esto, está claro que tenemos que replantearnos los factores culturales, y esas ideas de que no pasa nada por consumir alcohol, que se puede realizar de cualquier manera y en cualquier momento. Y este es un debate social que debería producirse.
-¿Cómo ha evolucionado el consumo de sustancias entre menores de 14 a 18?
A la vista de la última encuesta presentada en marzo de este año, hemos evolucionado para bien, aunque no por igual con todas las sustancias. Si miramos datos de una década, la disminución de cocaína es un 60%; y de cannabis, el 30%. Son descensos importantes, pero hay muchas lagunas. Disminuimos el consumo de cannabis, pero no su consumo problemático; el que lo que consumen lo hacen peor. Y no estamos consiguiendo rebajar el consumo de alcohol.
-En esa encuesta el cannabis se posiciona como el rey…
En el mercado el cannabis es cada vez de mayor potencia. Los que consumen tienen más riesgo de tomar mayor cantidad de principio activo… Además, aumenta el consumo en chicas, que se aproximan más a lo que fueron los chicos. Incluso en sustancias lícitas, como el alcohol, las chicas les han superado a ellos.
-¿Cómo educar a los hijos para que no les arrolle el grupo o la moda?
Hay que enseñar a los hijos a decir “no”. No sólo en el asunto de beber alcohol, sino en cuestiones que se les presenten en la vida cotidiana: si no quieren prestar unos apuntes, si no quieren ir a una fiesta…. O sea, los padres debemos enseñarles habilidades sociales y, sobre todo, decirles que pueden encontrar otras alternativas de ocio.
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Marihuana y aprendizaje
La revista médica JAMA Psychiatry acaba de publicar el artículo de investigación “Effects of Cannabis Use on Human Behavior”, donde analiza los efectos del cannabis en el cerebro. Estas son algunas de sus conclusiones:
-El sistema nervioso central en los adolescentes es más vulnerable a sufrir alteraciones en su estructura y conexiones neuronales por la introducción de sustancias exógenas como el cannabis.
-A demás de consecuencias como la pérdida de concentración y de memoria, que afectan al aprendizaje, se añaden otras como el deterioro cognitivo, falta de reflejos y alteración de la capacidad motora o el «síndrome amotivacional», que implica apatía y desinterés por los estudios y el entorno.
-La alta concentración de tetrahidrocannabinol (THC) presente en la marihuana aumenta el riesgo de sufrir en un futuro brotes psicóticos y -en casos de predisposición genética- esquizofrenia.
-Ante un consumo abusivo pueden presentarse síntomas como despersonalización, ansiedad, trastornos de identidad e ideas paranoides.
Cuando vuelas con niños, no ves el momento de estar ya todos sentados en el avión. La documentación a preparar, facturación, espera y el embarque pueden convertirse en una auténtica gymkana.
Por: Eva Carrasco
La experiencia puede mejorar considerablemente si vamos preparados y seguros de que llevamos todo lo necesario. Además de conocer la ubicación de las zonas infantiles que ofrecen los aeropuertos te facilitará mucho el comienzo de las vacaciones.
Billetes
En la mayoría de las aerolíneas los menores de dos años vuelan sin asiento aunque es necesario comprar el billete. Los billetes para bebé, que no ocupa asiento, generalmente tienen un coste del 10% del billete de adulto, como es el caso de Iberia o un precio fijo que ronda los 20 o 30€ como en EasyJet. A pesar de no tener asiento sí tienen derecho a facturar equipaje, en función de las condiciones de la compañía aérea, y de llevar una sillita de bebé con la que podrás acceder hasta la entrada del avión y una vez allí la bajan a la bodega.
Entre 2 y 12 años ya ocupan asiento y los descuentos aplicables varían en función de la compañía. Los más pequeños, ocupando asiento, deben llevar un sistema de retención homologado. Conviene consultarlo en las condiciones de la compañía, porque si no lo aceptan lo tendrás que facturar. Por ejemplo, Lufthansa tiene publicada en su página web un listado de los sistemas de retención que acepta.
En el caso de que sea un bebé de menos de 10 kilos se ofrece la posibilidad de solicitar una cuna de forma gratuita para su comodidad. Air France e Iberia ofrecen este servicio aunque hay que pedirlo con antelación para verificar la disponibilidad.
Documentación
En cuanto a la documentación hay que tener en cuenta que hasta los 14 años no hay obligación de tener DNI y son los padres debidamente identificados quienes se responsabilizan de la identidad de los menores. Pero la mayoría de las aerolíneas lo exigen para el embarque de menores en vuelos nacionales. Además, si el vuelo hace escala y después continúa hacia otro país, pueden exigirte el pasaporte. Conviene consultar las condiciones en cada aerolínea y estar atentos, porque si se vuela en código compartido las normas a seguir son las de la compañía que opera el vuelo en cada trayecto. Los mayores de 14 años tienen la obligación de llevar el DNI aunque el vuelo sea doméstico. En vuelos internacionales es conveniente consultar con tiempo en una comisaría de policía, porque las condiciones dependerán del destino. Ten presente que para hacer el pasaporte al niño deben estar los dos progenitores presentes y, si no tiene DNI, deberás aportar certificación literal de nacimiento expedida por el Registro Civil. En el caso de volar con un billete subvencionado con descuento de familia numerosa os pedirán acreditarlo.
Facturación
El momento de es quizás el más estresante cuando vas con niños. Si la aerolínea te da la posibilidad, saca las tarjetas de embarque on line. Elige las primeras filas y para los niños asientos de ventanillas. Ten en cuenta que no podrás sentarte en las salidas de emergencias si vas con niños con sistemas de retención infantil. Realizando el check in on line evitarás colas y tener que llegar con tanta antelación al aeropuerto. Además, hay servicios, como el My Bag Tag de Iberia o en Air Europa, que te permite facturar el equipaje desde casa imprimiendo las etiquetas del equipaje y dirigiéndote directamente a los mostradores rápidos de recogida de equipaje.
Respecto al peso de las maletas, varía según la aerolínea y conviene consultar. Ten en cuenta que, generalmente, los bebés aunque no lleven asiento pueden llevar el mismo equipaje de un adulto y dos bultos de mano contando con la sillita de paseo o mochila portabebés. Cuando ya ocupan asiento y deben llevar sistema de retención, éste no cuenta como equipaje de mano. Respecto a las comidas de los bebés está permitido llevar en el equipaje de mano la necesaria para el viaje. Se debe presentar separadamente en los controles de seguridad.
Controles de seguridad
Las familias también tienen preferencia a la hora de pasar los controles de seguridad con pasos diferenciados con mesas de rodillos más largos para pasar los equipajes de mano. Te pedirán que cruces tú solo el arco detector y después volverás a cruzarlo con el bebé en brazos.
Los controles específicos para familias en el aeropuerto de Madrid están en las zonas centrales de cada filtro y cuentan con pasillos más anchos para que pasen los carritos y pequeños parques cerrados para entretener al niño mientras se realiza todo el trámite. En el Prat a la hora de pasar el arco de seguridad, las familias tienen uno específico en la T1 con un scanner más ancho para que entren los carritos, un parque y sillitas para dejarlos mientras se pasa el filtro. En el aeropuerto de Mallorca cuentan con filtros de seguridad con capacidad para cochecitos en la zona norte.
A la hora de embarcar, generalmente las familias con niños pequeños tienen embarque prioritario, como en Air Europa, para que la entrada en el avión sea más tranquila.
Entretenimiento a bordo
Una vez en el avión la mayoría de las compañías tienen pantallas individuales con canales y películas infantiles en los vuelos de larga distancia. Como es el caso de Air Europa que, de la mano de Panasonic, ha diseñado el nuevo sistema de entretenimiento EX3 en pantallas individuales para su flota de aviones de medio y largo radio. Air France ofrece a los niños juegos y dibujos para colorear y la aplicación Kids para realzar en 3 dimensiones su dibujo, además tendrán películas, videojuegos y dibujos animados especiales para el público infantil. KLM, mediante su programa Bluey, ofrece a los niños juegos de mesa, libros de actividades, barajas de cartas o una insignia de tripulante entre otras cosas. En Lufthansa tus hijos podrán conseguir su diario de abordo en el que apuntar todos los detalles de los vuelos realizados con pegatinas y mapas. Air Belín ofrece a los niños libros para colorear, puzles o cómics además de un programa propio de películas y audio para los niños.
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Zonas infantiles en los aeropuertos españoles
Por Rutaenfamilia.com
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Adolfo Suarez Madrid Barajas
Cuenta con distintas zonas infantiles a las que se puede acceder de forma gratuita, con tan sólo mostrar la tarjeta de embarque y están abiertas todos los días de 8 de la mañana a 8 de la tarde. Hay una sala de espera con juegos en la T2 y dos guarderías en la T2 y T4 equipadas con parque de bolas, audiovisuales y cocina con microondas, bañeras para bebés, cambiadores, cunas y material de higiene. Para facilitar el tránsito por el aeropuerto hay dispensadores de sillas de paseo y carritos portaequipajes gratuitos con sillita para bebés incorporada hasta 6 meses en las zonas de embarque. Además hay 18 áreas infantiles en las zonas de embarque y en las salas 10 y 11 de recogida de equipajes.
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Barcelona El Prat
Cuenta con áreas de juego infantil, la mayoría en la T1 y dos en la T2. Para facilitar los desplazamientos dentro del aeropuerto con los niños y el equipaje dispone de carros portaequipajes con sillas porta bebés y para niños más mayores en la zona pública. Hay cambiadores en los baños de mujeres y en la T1 también los hay en el baño de hombres.
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El aeropuerto de Málaga-Costa del Sol
Tiene una zona reservada que denomina “territorio familiar” entre las terminales 2 y 3 con área de juegos, sala de lactancia donde además calentar la comida y aseos con cambiadores e inodoros mini. Los cambiadores de pañal están en los aseos de señoras, caballeros o independientes.
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Aeropuertos de Canarias
Canarias es un destino esencialmente familiar, algo que sus aeropuertos han tenido en cuenta. El aeropuerto de Tenerife Sur ha representado los atractivos turísticos de la isla en la zona de juego infantil. En Gran Canaria hay una zona infantil en el Burger King de la zona de embarque comunitaria y otra más pequeña en los embarque interinsulares. En Fuerteventura hay un parque en la zona de embarque para niños hasta 8 años. En La Palma el parque se encuentra junto al restaurante de la segunda planta del Edificio Terminal. El aeropuerto de El Hierro ofrece un parque infantil a dos alturas con piscina de bolas e instalaciones multijuegos en el hall de la terminal.
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Aeropuertos de Baleares
El aeropuerto de Mallorca ofrece a las familias una gran zona exterior ajardinada justo antes de entrar en los filtros de seguridad. Dentro del edificio también hay columpios y disponibles cambiadores Para el descanso de los bebés hay dos salas con cunas. En temporada alta se abre el módulo A con una zona infantil de recreativos.
El aeropuerto de Ibiza cuenta en la zona de embarque con zona de juegos con columpios, una televisión con Clan TV y un Burger King. Por su parte, el aeropuerto de Menorca tiene zona de juegos y una guardería en la que deben estar acompañados de los padres pues no tiene personal.
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Comer en las alturas
Podrás solicitar un menú infantil o para bebés en los vuelos de larga distancia en los que se sirve comida, pero tienes que solicitarlo con antelación, generalmente al hacer la reserva o al recibir la confirmación de la misma. Por ejemplo, Air Europa ofrece un menú especialmente diseñado para los más pequeños basado en la combinación de los alimentos tradicionales con formas divertidas y cuidando siempre el equilibrio alimenticio. Los pasajeros más pequeños pueden disfrutar de una pizza con forma de “Angry Bird” o sugerentes dulces con forma de animalitos.
Este servicio se ofrece gratuitamente en todos los vuelos en los que se sirve desayuno, almuerzo o cena. Igualmente, existe a disposición de los pasajeros menús para bebés. Se deben solicitar al hacer la reserva o con al menos 48 horas de antelación. Con el servicio Kids, de Air France en los vuelos de duración superior a dos horas y media, se ofrece a los niños una comida adaptada a sus gustos y sus necesidades que se sirve antes para que los padres puedan ayudarles antes de comer ellos. Para los bebés potitos y los niños carne o pescado cortado en una colorida bandeja. La compañía holandesa KLM ofrece la bandeja de comida Bluey con hamburguesas y patatas fritas en cajas.[/quote]
En verano apetece, sobre todo, playa. Pero también debemos aprovechar las vacaciones para poner rumbo a algún destino cultural. Podemos aprovechar para repasar de manera lúdica alguno de los temas que hayan tratado en el cole durante el curso o, simplemente, aprender y disfrutar juntos de la visita. Este verano, tenemos una cita ineludible con alguno de los museos más cercanos a nuestro lugar de vacaciones.
Un espacio dedicado a la ciencia a través de la experimentación de los cinco sentidos en el que podéis disfrutar de múltiples actividades para todas las edades. Sus exposiciones, actividades guiadas para familias y observaciones astronómicas públicas os ayudarán a conocer la ciencia de manera lúdica y con un gran rigor. Para conseguir plaza en las actividades guiadas, recomendamos ir temprano o sacar las entradas por Internet.
Tras una importante remodelación, el Museo Arqueológico de Madrid ofrece a sus visitantes una exposición permanente de objetos que pertenecieron a los distintos pueblos de la actual España y del ámbito mediterráneo, desde la Antigüedad hasta épocas recientes. Para enriquecer vuestra visita el Museo dispone de carpetas didácticas y visitas-taller. A los niños les encantarán las sals de la prehistoria y Egipto. No os perdáis la réplica de las Cuevas de Altamira que se encuentra fuera del edificio principal, a la entrada del museo.
Este museo propone a visitantes de todas las edades una experiencia completa especialmente pensada para grupos y familias. Incluye un viaje en un tren minero por el Valle de Samuño, un recorrido interpretado de un kilómetro por el interior de una mina de finales del siglo XIX, la visita guiada al conjunto minero del Pozo San Luis y la posibilidad de conocer un genuino poblado minero. La duración estimada de la visita es de dos horas y el tren minero parte de la estación de El Cadaviu. Podéis consultar horarios y reservar a través de su página web.
Territorio Dinópolis es un recorrido de 4.500 millones de años que abarca un parque central en Teruel y seis centros más en diversas localidades de la provincia. El viaje en el tiempo comienza montándonos en unas vagonetas que nos transportarán a la época de los dinosaurios. Después saldremos a la sala de juegos donde podremos hacernos fotos con dinosaurios, pintarnos la cara, jugar en el mini parque de bolas, o pintar las muchas figuras que nos proporcionan. Aquí haremos un poquito de tiempo hasta que podamos pasar al Museo Paleontológico de Teruel, donde destaca el laboratorio en el que podemos contemplar cómo los paleontólogos están trabajando con huesos reales. Las visitas son guiadas. El parque cuenta también con cine 3D y un espectáculo muy divertido con el temido T-Rex como protagonista, entre otras muchas atracciones.
Ubicado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, junto al Hemisfèric (la sala más grande de España con una pantalla cóncava de 900m2) y el Oceanogràfic (el mayor acuario de Europa), este museo divulga de forma didáctica, interactiva y amena todo lo relacionado con la evolución de la vida, la ciencia y la tecnología. Dentro del museo podemos destacar espacios como el Teatro de la Electricidad – una animación, incluida en la entrada general, rinde homenaje a la electricidad y la electroestática- o la Academia del Espacio que recrea a través de la simulación del movimiento tres etapas en la preparación al lanzamiento espacial hasta la Estación Espacial Internacional.
Fue el primer museo interactivo en el mundo dedicado de forma monográfica al ser humano. El edificio, del arquitecto japonés Arata Isozaki, alberga más de 200 módulos interactivos para divertirse y reflexionar sobre las características de la especie humana. Los módulos, que permiten engañar a los sentidos, son sorprendentes e instructivos. Descubriréis las diferentes características de la especie humana, como pueden ser el Yo (la identidad), Nosotros (la demografía), los Sentidos, el Corazón, el Sistema Motor, el Cerebro, las Habilidades o el Lenguaje. Cuenta con un salón para proyectar cine en gran formato, Magnavisión.
La colección de maestros antiguos y modernos de este museo le convierte en una de las pinacotecas más importantes de nuestro país. Cuenta con un amplio y variado programa educativo para niños de diferentes edades y visitas-taller para familias, una actividad de fin de semana, que tiene como objetivo acercar a las familias con niños entre 3 y 12 años al mundo del arte de manera lúdica. Este programa consta de varios itinerarios distintos a partir de los cuales los niños aprenden a mirar un cuadro, los adultos se integran en la actividad y todos juntos se divierten aprendiendo.
Sin duda, uno de los favoritos de los niños. Con más de 6 millones de ejemplares conservados en varias colecciones, es un centro de referencia de la fauna de nuestro país. Ofrece una variada propuesta educativa compuesta de talleres, cuentos, visitas guiadas y campamentos urbanos. Además, una vez al mes organizan una actividad que permite dormir en el museo.
Si a tus hijos les gusta el arte y la historia es obligatorio hacer con ellos una visita a la mayor pinacoteca de nuestro país. Cuentan con audioguías infantiles para niños entre 5 y 12 años, que incluyen una introducción y la explicación de 21 obras maestras de la Colección y un programa para familias en el que organizan diversas actividades vinculadas a sus exposiciones temporales. Para evitar colas puedes comprar las entradas on-line.
Historia, cultura, arte, fantasía, cine, música, literatura, ciencia… A los niños les encantarán sus escenas sorprendentes y el virtuosismo de los creadores de todos los personajes que habitan este curioso Museo, ubicado en el corazón de la ciudad. El Museo está dividido en varias salas, como el Salón del Recital, el Patio de Cristal, el Salón Gótico y la Cámara Acorazada. Algunos espacios, como el del terror, habrá que pasarlos rápido con los niños. En julio, agosto y septiembre y en otras fechas especiales, organizan visitas nocturnas teatralizadas escenificadas los sábados a las 21 horas, el resto del año también organizan visitas comentadas. No os vayáis sin ver sus originales cafeterías: “Bosque de las hadas”, un espacio mágico en el que los gnomos habitan entre los árboles, y “Pasaje del tiempo”, donde se combina la comida con el entretenimiento.
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Todo lo que debes saber antes de ir a un museo con niños
Escoger muy bien el museo en función de la edad e intereses de nuestros hijos.
Hablar con ellos sobre lo que van a encontrar en el museo.
Consultar las actividades y visitas guiadas para niños y familias, escoger únicamente las que sean adecuadas a la edad de nuestros hijos y reservar antes de ir, en caso de que sea necesario.
Descargar la aplicación móvil del museo para que nos sirva de guía o pedir antes de entrar el programa específico para familias, si lo hay.
Explicarles ciertas normas de conducta antes de entrar. Dentro del museo no se puede comer, correr, ni hablar alto, hacer ruido o gritar y, a no ser que se indique lo contrario, tampoco se puede tocar nada.
Ir comidos y llevar un snack y agua para hacer una pausa en caso de que sea necesario.
Llevar ropa y calzado cómodos y dejar el exceso de abrigo y bolsas o mochilas que no vayamos a necesitar en el guardarropa al entrar.
No exceder el tiempo de la visita (una hora los más pequeños y entre una hora y media y dos horas máximo los mayores), es preferible que se queden con ganas de volver a saturarlos.
Más de ocho millones de niños acuden a un centro de enseñanza, cuyas proximidades se convierten en un punto de riesgo todas las mañanas. Coches en doble fila, niños que se bajan del coche por el lado de la calzada o que cruzan (muchas veces con sus padres) por cualquier sitio.
Las ampas, padres, abuelos, profesores, policías locales, ayuntamientos, transporte escolar y transporte público estamos obligados a velar por la protección de los niños en materia de seguridad vial. Los niños deben ser consientes de su importancia, no sólo cuando viajan en coche, sino también al subir y bajar del mismo, cuando van en bici o cuando van caminando. Para ellos, todos debemos ser muy conscientes y respetar las zonas de paso, los semáforos, las zonas de aparcamiento o los accesos. Debemos dar ejemplo con nuestro comportamiento para mejorar la educación vial de los niños y garantizar su seguridad.
En determinados momentos del día se concentran padres, niños y vehículos a las puertas de los colegios, produciéndose situaciones potencialmente peligrosas. Desde el RACE se aconseja, que los propios centros supervisen y vigilen los accesos al recinto para evitar que los coches aparquen de forma indebida, y que los niños salgan corriendo. Una manera muy visual es diseñar espacios de seguridad bien señalizados. Pero también se recomienda contar con la presencia de la policía local para regular el tráfico y hacer respetar las zonas de aparcamiento exterior y los pasos de peatones. Por su parte la Fundación CEA (Comisariado Europeo del Automóvil) ve necesaria la vigilancia policial en las entradas y salidas del los colegios. Si esto no fuera posible, los centros pueden proponer al ayuntamiento disponer de delegados de seguridad o movilidad que colaboren en esa tarea.
Coches en triple fila
Cualquiera que haya pasado por las proximidades de un colegio a la hora de entrada ha visto los vehículos en triple fila y los niños corriendo entre los coches con las mochilas. Esta situación representa varios peligros, además de afectar al tráfico en una hora de máxima afluencia. Los niños, por su tamaño, se exponen más que un adulto a sufrir un incidente con un coche que esté maniobrando y no le vea. Otro problema es la correcta colocación del niño dentro del coche. Un estudio del RACE refleja que incluso es el propio niño, el que muchas veces se sube al coche y se sienta solo en la silla ¡con la mochila puesta! Como regla general, se debe llevar a los niños con tiempo suficiente, y nunca esperar o dejar a los niños al otro lado de la calzada del colegio (lo que obligaría al niño a cruzar). Los niños deben ir siempre en su silla de retención infantil y en las plazas traseras y, si va en moto, debe ir con su casco, siempre y cuando tenga la edad mínima.
Somos su ejemplo
Si vamos al colegio andando con nuestros hijos, es importante salir con tiempo para ir tranquilamente y esperar a que los semáforos se pongan en rojo. Para cruzar, ya sea paso de cebra o semáforo es importante recordar la técnica de mirar a ambos lados antes de cruzar. Se trata de generar en ellos una rutina, un acto automático que luego harán cuando vayan solos. Formaster (Asociación Profesional de Empresas formadoras en Seguridad Vial) ya ha denunciado que muchas veces son los padres los que incumplen sistemáticamente los conceptos básicos de Seguridad Vial. “En 2014 hubo 495 atropellos a menores de 14 años mientras cometían una infracción de tráfico y en la totalidad de estas infracciones iban acompañados por un adulto”.
La barrera que separaba las artes de las ciencias comienza a derrumbarse. El método Singapur es un buen ejemplo: dibuja los problemas de matemáticas antes de escribir los números (la grafía). Esta forma de enseñar matemáticas ha conseguido que su país de origen, Singapur, se sitúe en los primeros puestos del Informe PISA (Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) y del Estudio TIMMS (Estudio de las Tendencias en Matemáticas y Ciencias). Así, el último Informe PISA, con datos de 2015, muestra imbatible a Singapur, mientras que España se estanca en ciencias y matemáticas y sube levemente en lectura. “He visitado durante 30 años centros educativos de todo tipo y realmente tenemos un problema con las matemáticas. Los niños no las comprenden. Trabajamos de forma repetitiva y mecánica, no les damos tiempo a entenderlas y no las trabajamos para que ellos puedan comprobarlas”, explica Soledad Hernández, maestra pedagoga y asesora de Polygon Education en Madrid, el distribuidor exclusivo en España del método Singapur.
Los tres pilares
El método Singapur aplica pedagogía –el profesor guía la clase con preguntas para que los alumnos piensen y encuentren las respuestas– y materiales didácticos (ruletas, balanzas, policubos encajables, etc.). Dos ingredientes esenciales para enseñar las matemáticas en base a esta secuencia en progresión: concreto, pictórico y abstracto. “Es concreto porque invierte tiempo en la manipulación con materiales, al mismo tiempo que el profesor lanza preguntas para que los alumnos piensen (no memorizan); después dibujan el problema (pictórico); y por último, se entra en la parte abstracta que consiste en realizar las operaciones con números”, detalla Soledad Hernández. Según afirma, en España, se enseña al contrario: “El método español empieza por lo abstracto y se salta los dos primeros pasos (concreto y pictórico). Al ser repetitivo y mecánico consigue que el alumno no se implique en el proceso ni lo comprenda, lo cual lleva al aburrimiento y a la pérdida de interés”.
La experiencia de Olga Micó, profesora de matemáticas con el método Singapur, es que “los niños más pequeños (1º y 2º de primaria) disfrutan mucho con la manipulación (materiales) y que los más mayores valoran la parte pictórica porque entienden mejor los problemas”.
Singapur da prioridad a la resolución de problemas, por eso insiste mucho en la manipulación con materiales y en la comprensión de los conceptos: “Esta metodología se centra en el desarrollo de destrezas de pensamiento y en la comprensión de los conceptos matemáticos, y coloca la resolución de problemas como el objetivo final del aprendizaje”, dice Pedro Ramos, matemático y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares y asesor pedagógico de Polygon Education.
La primera fase de la comprensión de problemas se realiza con materiales, gracias a los cuales el niño manipula para entender los conceptos. Existe una amplia variedad: contadores (pequeñas fichas de colores para que aprender a contar); bloques multibase para trabajar los conceptos de unidad y decena; balanza de números, que favorece el razonamiento numérico y la comprensión de la aritmética básica; billetes y monedas para el reconocimiento visual de la moneda, la comparación de cantidades y la asociación de las monedas con su escritura cifrada; bloques lógicos para conocer y discriminar formas, tamaños y grosores; reloj con agujas móviles; o los dados con números que refuerzan el aprendizaje mediante actividades lúdicas.
La segunda fase consiste en dibujar los problemas. ¿Cómo se pintan? El profesor de matemáticas Fermín Armendáriz, explica que si, por ejemplo, el problema habla de sumar canicas, los niños deben dibujarlas (no poner el número): “Primero dibujan dos canicas y luego otras dos, de manera que al contar, se encuentran con cuatro canicas”. Algo que también confirma Soledad Hernández: “Si hablamos de fresas, las dibujan. Esto hace que lo asimilen mejor”. Una vez que lo han entendido, se pasa a la parte abstracta, que consiste en realizar las operaciones con números.