El Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia, The Family Watch, ha elaborado una Guía práctica sobre el reconocimiento y la prevención familiar de adicciones dirigida a padres y profesionales de la salud. El documento arroja datos como que sólo el 2% de los padres acude a los programas de prevención de adicciones organizados en colegios, en los que participan cerca de 100.000 alumnos de 3 a 18 años.
Más de dos tercios de los adolescentes reconocen que hace botellón y, sin embargo, según un estudio de la Universidad de Valencia sólo un 6,7% de los padres afirma saberlo. Por lo tanto, explica Ignacio Socías, director general de The Family Watch, “a la vista de estos datos la conclusión es que los padres no están muy informados, sea por la razón que sea. El problema de esta desinformación es que ese contacto de los jóvenes con el alcohol puede degenerar y convertirse en un grave problema”.
Por otra parte, otro dato recogido en la Guía práctica sobre el reconocimiento y la prevención familiar de adicciones, señala que en la Comunidad de Madrid un 3,5% de los jóvenes escolarizados de entre 15 y 18 años padecen un trastorno de la conducta alimentaria y un 7,5% están en riesgo de padecerlo.
Paloma de Cendra, psicóloga y experta en alcoholismo y en el fenómeno del botellón apunta que “la familia es el núcleo básico para la persona, y juega un papel crucial en la prevención, evaluación, diagnóstico y tratamiento del problema del alcohol. A la hora de prevenir la familia es importante siempre, pero especialmente hasta que el hijo cumple 12-13 años. Si los padres se ven incapaces o necesitan ayuda para informar y educar a sus hijos es aconsejable que pidan apoyo, ayuda y orientación profesional”.
Diálogo y respeto
Para esta experta “a la hora de prevenir es bueno que los padres cuiden mucho el diálogo con sus hijos porque (siempre que éste sea sano) tiene un efecto preventivo ante la adicción al alcohol. Cuando la comunicación es inadecuada, e incluye gritos, descalificaciones, insultos y faltas de respeto en general, se puede estar facilitando el consumo excesivo de alcohol, sobre todo en la etapa de la adolescencia”. Hasta tal punto que esa falta de comunicación de padres e hijos podría ser uno de los motivos por los que sólo el 2% de los padres acuda a los programas de prevención de adicciones organizados en colegios.
Respecto a la función de los centros educativos a la hora de detectar y prevenir problemas de los jóvenes con el alcohol, de Cendra sostiene que “dentro del ámbito educativo, es necesario organizar cursos, charlas, conferencias, talleres sobre temas como la educación, las normas, los límites, la comunicación… Hay que buscar maneras de actuar desde la familia y en colaboración con el colegio y otras instituciones”.
En cuanto a los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia o la bulimia, también en estos casos la familia juega un papel clave en la prevención, creando hábitos saludables de alimentación y ejercicio y favoreciendo una autoestima adecuada en los hijos. La psicóloga clínica del Hospital Infanta Leonor y experta en trastornos de la conducta alimentaria, Tanit Grande, considera que hay que recordar el papel de los centros educativos en la prevención porque “muchas veces la comida principal del día se hace en los colegios y es ahí donde los chavales empiezan a no comer. Si desde el centro no se avisa a los padres, éstos no perciben el problema”. Además, subraya Grande, “en los centros también se debe fomentar la autoestima de los jóvenes, haciéndoles conscientes de sus éxitos e insistiendo en lo que valen por todos los aspectos de su persona, no sólo por su físico.