La anorexia ataca cada vez más pronto

Inmigrantes, preadolescentes, varones, mujeres e hijas de anoréxicas
son la nueva generación de afectados por los trastornos de la alimentación.
Frente a la anorexia, la obesidad y la bulimia (atracones y vómitos)
serán las enfermedades del futuro. La prevención debe empezar
cuanto antes y continuar durante la adolescencia.

Autor: MARÍA MIRET

La anorexia tiene nuevas víctimas y, sobre todo, ataca cada vez más a población muy joven.
Por un lado, los inmigrantes constituyen un núcleo de población de riesgo para padecer trastornos de la alimentación. Tienen hábitos alimenticios y una estética diferentes que aún no conocemos, pero lo que sí sabemos es que los niños y adolescentes inmigrantes están solos muchas horas en casa, por lo que nadie les organiza las comidas. Por todo ello padecerán sobre todo conductas del descontrol como la bulimia. Así lo considera la doctora Graell Berna, psiquiatra adjunto del hospital Niño Jesús, de Madrid, y lo saben muy bien en la Asociación de Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia (Adaner), donde los casos que más reciben en la actualidad son de «población inmigrante de habla hispana».

Otra tendencia que se observa desde hace 4 ó 5 años en todos los países occidentales es que se ha reducido la edad pico de inicio del trastorno de alimentación. Entre las niñas, «antes el pico era 14-15 años y ahora se sitúa en los 13-14, es decir, ha bajado uno o dos años», explica la doctora. Además, un estudio realizado por la Universidad Jaume I (UJI) revela que conductas de anorexia o bulimia que eran detectadas en adolescentes mayores de 15 años ahora son frecuentes en niños de 11. Asimismo los investigadores del departamento de Psicología Básica, Clínica y Psicobiología de la UJI entrevistaron a 819 alumnos de entre 11 y 14 años de 14 centros escolares de la Comunidad Valenciana y les preguntaron sobre sus hábitos y actitudes con la alimentación y el control del peso. Un 67,8% de los niños controlan su peso regularmente, casi el 40% reconoce que evita ciertos alimentos que engordan y un 72% realiza ejercicio no como una actividad lúdica, sino para quemar calorías. Además, más del 17% se ha sentido alguna vez tan mal por su aspecto que ha llegado a llorar por ese motivo, un 7,3% intenta vomitar después de haber comido mucho y un 4,2% toma laxantes.

Asimismo, según el estudio auspiciado por el Gobierno norteamericano un número alarmante de menores recurre desde los 9 años a los esteroides utilizados por los deportistas, pero en este caso para adelgazar. Según Charles Yesalis, profesor de salud y desarrollo humano en la Universidad Estatal de Pensilvania, nos encontramos ante «el mayor índice en la historia» de consumo de estas sustancias.

No obstante, la doctora Graell Berna opina que la situación no es aún dramática en nuestro país y considera que la reducción en la edad de la anorexia se debe, en primer lugar, al diagnóstico precoz por parte de los pediatras, que disponen de más información y, en segundo y más importante, a que los padres reconocen más los síntomas de la enfermedad y trabajan en la prevención.

RECETAS PARA CASA

1 Aségurate de que tus hijos hacen cinco comidas al día, empezando por un buen desayuno. La merienda también es importante. Que coman de todo un poco. Que coman sentados, acompañados por un adulto y sin prisas. Si puedes, haz al menos con ellos una comida al día y con la televisión apagada.
2 Que hagan deporte: en grupo con amigos, bajo supervisión de un entrenador y… ¡para divertirse! Nunca debe hacerse ejercicio físico por obligación, y menos para adelgazar.
3 Ayúdales a respetar sus cosas y las de los demás, a cuidar de sus amigos y enséñales también a defenderse sin ser por ello agresivos ni pasivos.
4 Deben tener una actitud crítica ante la publicidad y puedes ayudarles a expresarse con los demás y a tener una opinión propia: que no le laven el cerebro.
5 Ayúdales a que se atrevan a ser diferentes. Si te sientes feliz por dentro se te notará por fuera y estarás aún más guapo. Si crees que alguien de la familia tiene un problema de peso, lo mejor es ir al médico.
6 Los amigos están para compartir los problemas. Cuídales y deja que cuiden de tí y los tuyos. Si un amigo cae enfermo, no le etiquetes ni le aísles. Escúchale y ayúdale en sus estudios, pero no le imites: convéncele para que le cuente a sus padres lo que le pasa.
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Si eres tú el enfermo, conserva a tus amigos, acepta el tratamiento y, sobre todo: no olvides que la anorexia se puede curar.

El retraso escolar esconde a veces un niño disléxico

Tras el concepto de retraso escolar se esconden muchos
alumnos con dislexia u otras dificultades de apredizaje
no diagnosticados a tiempo. Son los famosos «vagos»
que sufren un auténtico calvario cuando saben que sus
padres y profesores piensan que no quieren aprender.
Sus dificultades en lectoescritura son ya un síntoma.

Autor: SILVIA SABATÉS

La dislexia no es una enfermedad, por lo tanto no es algo que haya que curar. La
dislexia es una inhabilidad lecto-escritora y a veces también una inhabilidad en
la asignatura de matemáticas, por lo tanto es algo que se puede corregir y que
aparece en el niño cuando comienza a aprender la abstracción del símbolo o
letras y números. ¿Por qué?

Porque es algo que tiene que ver con la forma
de aprender del ser humano. Hay personas que aprendemos con el sonido de las
palabras y otras mediante imágenes. Estas últimas, son las que tienen más
posibilidades de desarrollar dificultades de este tipo.

La habilidad para
aprender mediante imágenes la desarrollan más o menos como a los cinco años, por
lo que es muy importante a esas edades enseñar los símbolos o la abstracción de
las letras de forma visual, auditiva y gráfica, asegurándonos de que el niño
relaciona bien el sonido de esa letra con su imagen y todas las posibles grafías
de la misma.

Cualquier sistema que se aleje de estos principios
ocasionaran el fácil desarrollo de una dislexia.

Algo parecido ocurre con
las Matemáticas porque el dígito no deja de ser un símbolo. Este símbolo
abstracto hay que relacionarlo con algo concreto, algo que los niños puedan ver
y tocar. Ellos aprenden mejor así, es decir, ellos aprenden desde sus
habilidades, no desde sus inhabilidades.

SABER ENTENDERLOS

Los disléxicos unas veces
son capaces de hacer las cosas bien por la mañana y lo mismo por la tarde
hacerlo mal. Con presión y prisa funcionan mal aunque sepan las respuestas.
Desconciertan mucho a padres y educadores, por eso se piensa muchas veces que
son vagos, también se dice que son inmaduros.

Pero la realidad es que en
la mayoría de los casos son niños que trabajan seis veces más y rinden seis
veces menos. ¡Cuántos son los padres que dicen; «se sabía la lección al dedillo
y llegó la hora del examen y le suspendieron, no supo qué contestar». La pelota
del problema se la pasan los maestros a los padres y los padres al
niño.

La vuelta del colegio es una tortura con los deberes y la casa se
convierte en un infierno. Si no entendemos lo que le pasa a nuestro hijo con el
tiempo acudiremos al especialista (psicólogos, logopedas, psicopedagogos, etc.).
Cuando se llega al especialista es ya porque los padres están hartos, cansados,
y, sobre todo, con mucho miedo e incertidumbre hacia el futuro escolar y laboral
de nuestro hijo.

Hoy por hoy sólo se puede saber si una persona es
disléxica por sus síntomas, y se puede afirmar que estos síntomas varían mucho
de una persona a otra, sobre todo en intensidad. Además algunos síntomas
desaparecen o son intermitentes y otros se mantienen. Un menor no tiene porque
tener todos los síntomas, pero siempre que tenga una dificultad lecto-escritora
o se detecten complicaciones con los números sería bueno atender al niño porque
conforme aumenten los contenidos escolares aumentan las
dificultades.

OBSERVAR
HÁBITOS

Los niños viven la situación con muchos miedos no
expresados, sienten una cierta desventaja frente al resto en el colegio, no se
sienten comprendidos y, todo ello, genera introversión, frustración, enfado,
absoluto desinterés por todo, que con la edad puede derivar en rebeldía y
violencia.

Para corregir la dislexia hay que actuar desde varios frentes
y con la colaboración de diversos especialistas. Pero en casa la función
primordial es de los padres. Pasar tiempo con ellos y que se sientan
comprendidos es primordial. Hay que observar sus hábitos y costumbres en casa
porque esa será la mejor pista para poder hacer las cosas
bien.

SÍNTOMAS ANTES DE LA
LECTO-ESCRITURA

– Torpeza psicomotriz fina como :
abrocharse cordones de zapatos, colorear… y gruesa como: bajar escaleras,
volteretas…
– Dificultad para los juegos de pelota
– Parece que no
escuchan, están en su mundo
– A veces falta de equilibrio
– A veces
dificultad en pronunciar determinados fonemas
– Otitis serosa de
repetición
– Distorsionan el sentido del tiempo, les cuesta aprenderse los
días de la semana, meses del año, ayer, hoy, mañana…

CARACTERÍSTICAS

– Su lectura es
entrecortada, silábica, imaginativa (se inventan palabras) se pierde de línea y
sigue con el dedo.
– A veces tienen falta de comprensión lectora, por lo
general en voz baja se enteran mejor que en voz alta.
– Dificultad para
comprender los problemas de matemáticas o aprenderse las tablas de multiplicar.
Despistes de llevadas, comienzo de las operaciones por el lado izquierdo.

Mala ortografía.
– En la mayoría de los casos su letra es irregular y en
ocasiones ilegible.
– Cometen omisiones, sustituciones e inversiones de
letras o palabras.
– El copiado de la pizarra se les dificulta.
– Agarran
mal el útil de escritura, sobre todo al principio.
– Posturas inusuales al
leer y escribir, se acercan demasiado o tumban su cuerpo con exceso de
movimiento en la silla.
– Dolores de cabeza, de estomago y a veces
nauseas.
– Son lentos en la ejecución de los deberes, convirtiéndose en una
lucha diaria y necesitan que alguien esté con ellos.
– Confusión de derecha e
izquierda.
– Mala orientación en el papel y en el giro de las letras y
números.
– Lateralidad cruzada.
– Tienen falta de atención selectiva, es
decir sólo cuando estudian o hacen los deberes les cuesta concentrase, son
dispersos.
– Muy imaginativos, creativos y sensibles.
– Autoestima
baja.
– Terrores nocturnos, miedos.
– A veces eneuresis (pis).
– A
veces se hacen los payasos de clase.

Una revisión da un varapalo a los jarabes para la tos

Autor: A.R.P.

Ni los antitusivos ni los expectorantes son eficaces para acabar con la tos (ni la seca ni la que cursa con mucosidad), uno de los motivos principales por los que los pacientes suelen acudir a la consulta del médico o a la farmacia. Según indica una nueva guía terapéutica, llevada a cabo por el Colegio Americano de Neumólogos, y publicada recientemente en la revista Pediatrics, «no tenemos ninguna evidencia científica de que estos productos realmente sirvan de alivio para este trastorno», afirma Richard Irwin, uno de los especialistas que ha contribuido a la elaboración del documento. La revisión apunta, además, a que lejos de ofrecer alguna ventaja el uso de los jarabes para la tos puede ser, en ocasiones, contraproducente, ya que provocan una sedación excesiva, algo nada recomendable, especialmente en el caso de los pacientes pediátricos. ¿Qué hacer entonces cuando se quiere eliminar la tos?
Pues según los datos que han analizado los especialistas, los antihistamínicos clásicos y los descongestionantes convencionales son alternativas mucho más eficaces que los productos antitusivos, que normalmente están formulados a partir de principios activos como el dextrometorfano o la difenhidramina.

Vas a estar muy guapa

Autor: padresycolegios.com

A Cristina le gustó tanto cortarse el pelo
en la peluquería que cuando llegó a
su casa se empeñó en cortarle ella la
melena a su hermana Pilar. Ya verás,
–decía– ¡vas a estar guapísima! Su madre
se dio cuenta cuando ya le había dejado
la parte izquierda de la cabeza casi
al cero, y no tuvieron más remedio que
cortarle la otra parte para igualar.

Yo voy a buscarme la vida

Autor: padresycolegios.com

Cristina, de tres años y medio
de edad, dice a sus padres y a
su hermano: –Yo, de mayor, me
buscaré la vida. Su madre le
pregunta: –¿Qué es eso de
buscarse la vida, hija? Pues,
–responde Cristina muy convencida–,
tendré mi familia, cuidaré
a mis hijos, vendré a veros
a papá, a ti y a mi hermano, pero
después volveré con mis hijos
a mi casa.

Educar en la autodisciplina

Disciplina no es castigo o exigencia
desmesurada, sino el orden que
uno mismo aprende a imponerse
para salvaguardar los derechos de
los demás y conseguir sus propósitos
y objetivos.

Autor: Bernabé Tierno

Los padres debemos tener muy claro que para educar convenientemente a nuestros
hijos es imprescindible educar su voluntad. La capacidad de hacer aquello que es
bueno y conveniente aunque no les guste. Y para lograrlo, no hay otro camino que
la disciplina. Pero disciplina no es castigo o exigencia desmesurada, sino el
orden que uno mismo aprende a imponerse para salvaguardar los derechos de los
demás y conseguir sus propósitos y objetivos.

Si entendemos la educación
como proceso de formación de la persona para saber tomar decisiones por sí misma
y auto orientarse, deberemos ayudar al educando mediante la experiencia gradual
de ir venciendo dificultades, de manera que la disciplina se convierta en su
orden de vida para ser dueño de sí mismo, saber orientar sus impulsos,
motivaciones y exigencias de su propia vida y adaptarse a las normas,
obligaciones y restricciones que le impone la convivencia con los
demás.

Podemos hablar de disciplina interior, entendida como auto
dirección, control de sí mismo y capacidad para canalizar las propias energías
con el fin de realizar un ideal, un proyecto personal de vida. La disciplina
interior es la verdadera. La disciplina exterior es sólo un medio, nunca un
fin.

Entendemos por disciplina exterior al conjunto de procedimientos
organizados para obtener de manera inmediata un efecto exterior (orden,
silencio, determinados comportamientos deseables, etc.). Esta disciplina
exterior (que es necesaria) debe subordinarse a favorecer en el educando una
progresiva experiencia de autocontrol.

Recordemos que sin disciplina
interior (verdadera disciplina) no hay carácter, no hay personalidad, sino un
mero amaestramiento.

La disciplina, sin la menor duda es el aprendizaje
de la libertad verdadera, de la libertad interior, pues como bien afirma F.W.

Foerster: «La disciplina y la obediencia sirven de preparación para la libertad
de la personalidad».

La disciplina que parte de una firme decisión
educativa y no de las compensaciones autoritarias de los educadores, proporciona
al niño una gran seguridad emocional, ya que, de no contar con unas normas
claras para orientar su conducta y controlar sus impulsos, el niño termina por
sentirse confuso e inseguro. Sin olvidar que toda disciplina debe estar fundada
sobre el amor.