Este curso 2020-21, en mis clases de inglés en Primaria, me he planteado, como prioridad con mis alumnos, crear vínculos. Para ello, he buscado espacios, momentos donde pudiera tener un trato individualizado y personalizado con aquellos que lo necesitaban y que mostraban interés por tenerlo. Estos momentos ya los había planteado anteriormente en otro curso y había sugerido a mis alumnos la posibilidad de consultarme, en los momentos que yo estuviera en el patio, pero sin éxito. Este curso, lo he vuelto a intentar, con alumnos más pequeños, dando otra opción, la de encontrarnos cuando no tuviera patio y la respuesta ha sido muy diferente, con una buena acogida por parte de muchos.
Cuándo y cómo encontrarnos
Al inicio del curso, les dije a los alumnos los días que me tocaba el patio de media mañana, así estaban al tanto de mi disponibilidad horaria. Les indiqué el espacio que teníamos para poder vernos, un aula determinada y que me tenían que avisar para darle una cierta seriedad a los encuentros.
Les expliqué la razón de estos momentos y la explicación es muy simple, como especialista, dispongo de un tiempo limitado a la semana en el aula y me parecía que podría ser útil y necesario que supieran que era una oportunidad que podían aprovechar siempre que quisieran, que no era ni mucho menos una imposición, ni ninguna obligación, e incluso que nadie pensara que hacía méritos ante la ”profe de inglés” viniendo en algún momento.
En un principio me imagino que no sabían muy bien para qué eran esos espacios, para hablar ¿de qué? La verdad que tampoco les di muchas explicaciones, simplemente que, si me necesitaban, allí estaba.
Al poco tiempo de empezar el curso, llegó el momento de hacer un texto escrito, que previamente habíamos trabajado y tenían un tiempo limitado en el que no a todos les dio tiempo a acabar, un texto que me interesaba que lo hicieran sin hacer ninguna consulta. Así que recogí todos los papeles y, por primera vez, ofrecí la oportunidad a los que no habían tenido tiempo de terminarlo, de venir al aula y algunos vinieron.
Me parece interesante dejar abierta la puerta para todos, no solo para los alumnos con Necesidades Educativas Especiales, que los había.
Se estableció una dinámica de tiempo extra
A partir de ese momento, cuando hacíamos algún tipo de prueba o ejercicio individualmente, que quería recoger y no se había finalizado en la sesión, planteaba la opción de terminar dando un tiempo extra en el aula, fuera del horario de la sesión, en el patio de la mañana. Así se estableció una dinámica que potenciaba y ofrecía la posibilidad de afrontar las dificultades con otra actitud y en mi caso, el espacio como maestra de sentir que podía atenderlos individualmente.
Luego llegaron las notas de la primera evaluación y me sorprendió que hubo algunos alumnos que vinieron a preguntarme cómo podían mejorar las notas, con matices muy concretos, cómo podían mejorar la comprensión y la expresión oral o la comprensión y expresión escrita. Planteé la posibilidad de que podían devolverme las pruebas escritas que les entregaba con los errores marcados, corregidos y rectificados en otra hoja aparte, bien presentado y pulido.
Hubo algunos que mostraron interés y se esforzaron, aprovechando cualquier oportunidad de aprender y mejorar sus resultados.
A lo largo del segundo trimestre, vinieron otros, el boca a boca hace mucho, y esto animó a otros a venir. Fue un efecto llamada y, en el tercer trimestre, hubo algunos que me dieron las gracias, mostrándose agradecidos por esta atención personalizada.
Al final, de curso los alumnos hicieron una valoración de las clases de inglés por escrito y recojo algunos comentarios:
- “ Me has ayudado mucho”
- “ Gracias por escucharme”
- “ Gracias por tu esfuerzo”
- “ Me ha gustado mucho que nos dejes subir a la sala de inglés para acabar los tests”
- “First, I would like to tell you thank you for everything. Thank you for being with us, taking care of us, teach us and help us as much as you have done it during all this year”
Dar tiempos para la cercanía
Como dice Miguel Ángel Santos, doctor en Ciencias de la Educación y catedrático de la Universidad de Málaga, ”la Educación exige comunicación y encuentro”.
Nuccio Ordine, profesor de la Universidad de Calabria, afirma que, en la sociedad, se ha instalado un culto a la rapidez, que ha arrastrado a la enseñanza a olvidar que es una forma de humanizar la vida. Continúa señalando que el conocimiento, las relaciones humanas y nuestra relación con la vida necesitan sobre todo “lentitud”.
Carl Honoré nos dice que, en un mundo adicto a la velocidad, la lentitud es un superpoder, que lo rápido resulta superficial y lo slow es profundo y creativo.
Robert Poynton, nos señala que valoramos más la rapidez que la calidad de las respuestas y que, por otro lado, si le damos espacio al otro, siempre te devolverá algo.
Comparto tanto lo dicho por unos como por otros, necesitamos dar tiempos para que se elaboren las respuestas y, así, participar todos. Eso es lo que he intentado ofrecer a mis alumnos, poniendo de manifiesto el valor de la cercanía, el escuchar, en la escuela.
El coronavirus ha mostrado la urgencia de los encuentros y, por eso, estaremos poniendo nuestro granito de arena a que la humanidad sea más humana, si los maestros nos mostramos disponibles, con una actitud abierta y serena, sin prisas.
Generar un escenario seguro y de confianza, necesita su tiempo. Respetemos los diferentes ritmos y necesidades, valoremos de la misma manera a quién comparte y a quién escucha, así estaremos creando vínculos sólidos, de verdad.
ANA LEEDS
Maestra de inglés. Escola Betània-Patmos, de Barcelona