En la infancia y adolescencia, la depresión es una de las enfermedades mentales más prevalentes y, además, conlleva una gran afectación a nivel funcional. Se calcula que uno de cada cinco jóvenes de 18 años habrá sufrido en su vida al menos un episodio depresivo clínicamente relevante. En la adolescencia se asocia a abuso de sustancias, a trastornos de conducta alimentaria y al riesgo de desarrollar trastorno bipolar. Es, además, uno de los principales factores de riesgo de suicidio y autolesiones en los adolescentes.