Seducidos por universidades extranjeras

Un grupo de estudiantes de Bachillerato de Caxton College, con ofertas para estudiar en prestigiosas universidades, como la de Cambridge en Reino Unido, nos cuentan su experiencia para acceder a este tipo de ecosistemas académicos.

[dropcap font=»arial»]C[/dropcap]ada vez son más los alumnos que apuestan por realizar sus estudios superiores en el extranjero debido a la globalización y a las limitadas expectativas que existen en el mercado laboral español. Reino Unido y Estados Unidos son algunos de los principales países a los que acuden los estudiantes españoles para cursar una carrera universitaria fuera de nuestras fronteras. Una de las razones fundamentales de este interés reside en que en ambas áreas se encuentran las universidades públicas y privadas que habitualmente se sitúan entre las diez mejores del mundo.

Stanford, MIT, Harvard, Berkeley, Oxford o Cambridge forman parte de ese conjunto académico de prestigio con el que todo buen estudiante, y todo padre que busca el mejor porvenir para su hijo, sueñan en alguna ocasión.

Son muchas las dudas que surgen cuando llega el momento de tomar la decisión para emprender una vida universitaria independiente fuera del país de origen. La primera es la barrera idiomática. En este sentido, los alumnos de centros británicos e internacionales tienen ventajas al respecto ya que el currículo que han seguido durante su trayectoria escolar tiene continuidad en el ámbito universitario anglosajón. A este respecto Sandra, quien debe decidirse por cursar Psicología y Criminología entre cuatro universidades británicas en las que ha sido aceptada, recuerda que “en mi caso la decisión la tomé al comparar un sistema educativo con otro. El británico no me conduce solo a entender la teoría sino a aplicarla. Es en ese punto donde puedes empezar a mejorar tus habilidades que te ayudarán a enfrentarte a tu profesión futura”.

La segunda barrera es la financiera. Sin embargo, llama la atención las ayudas que el sistema británico dispone para estudiantes autóctonos y foráneos. El precio del curso universitario ronda los 11.600 euros. Pero cualquier estudiante de la Unión Europea “puede acceder  a un crédito universitario para devolver cómodamente una vez termine la carrera y obtenga un trabajo por encima de los 27.000 euros anuales. Mientras no lo consiga, no comenzará a pagar y, si pasados 35 años no lo ha logrado, la deuda se le condona”, atestigua Fernando, quien espera respuesta para estudiar Relaciones Internacionales en tres ecosistemas académicos: en la Universidad de California, en la John Hopkins en Baltimore o en la Hkust en Hong Kong. “Pero lo justo es luchar para devolverlo porque con ese dinero otro estudiante podrá financiarse”, añade Fernando con un sentido de la responsabilidad verdaderamente llamativo para su edad.

 

ESTADOS UNIDOS

En Estados Unidos las matrículas en las universidades célebres no bajan de los 53.000 euros, más alojamiento y comida. En ese sistema los alumnos extranjeros pueden conseguir ayudas muy gratificantes a través del deporte. En este terreno el proceso para solicitar beca es todavía mucho más intenso que en el ámbito académico por lo que conviene comenzar con dos años de anterioridad. En la documentación toma mucho protagonismo un vídeo que demuestre los atributos y habilidades atléticas en el deporte que practica el alumno. Además tendrá que pasar un examen de ingreso que valorará sus conocimientos y lenguaje. Por último tiene que tener en cuenta que solo podrá optar a las universidades que sus equipos estén en la I División (LNAA). Las becas pueden ser parciales o completas, cubriendo así matrícula, tasas, alojamiento, comida y todo lo relativo al deporte.

La tercera barrera es la académica. Si las calificaciones no son todo lo buenas que se espera, los alumnos no podrán optar a un pupitre en la universidad elegida. La cuarta barrera es la emocional. Muchas veces no es fácil romper el cordón umbilical que une a padres e hijos. Es una decisión muy reflexiva por parte de ambos por lo que habitualmente los padres asumen el distanciamiento y los jóvenes apuestan por su autonomía como primer grado de madurez. Sobre este asunto Sofía, quien ha sido aceptada en la Universidad de Cambridge para realizar Ingeniería Aeroespacial, asegura que “en mi casa no estaban de acuerdo, pero al final confiaron en mí para que tomase la mejor decisión posible. Siempre pensé que estudiar en Inglaterra me podría abrir muchas puertas de mi futuro profesional”. Por otra parte, Fernando explica que “tuve claro desde hace muchos años que quería ir a una universidad extranjera ya que las oportunidades y el abanico de trabajos a posteriori son mayores que en España”. En el caso de Sandra, afirma que “si tus padres te ven segura te apoyan aunque a veces no es la opción que más les gusta porque quieren tenerte junto a ellos pero como a la vez quieren lo mejor para ti lo aceptan y te acompañan en esta apasionante aventura”.

 


 

Época para solicitar Universidad

Los alumnos que tienen claro que van a ser universitarios en un país extranjero deben empezar a planteárselo un año antes. “Lo ideal es que empiecen a trabajar sobre esa decisión a mediados del primer curso de Bachillerato”, confirma Sandra. Es el momento de explorar las universidades a las que les gustaría acudir y saber qué requisitos académicos le van a exigir. “Para dar este primer paso internet es el principal aliado. A través de páginas webs y blogs especializados en esta materia, recoges información (precios, notas para entrar, instalaciones, necesidades, etc.) que te ayudan, junto a los profesores que te guían en todo momento, a orientarte”, continúa Sandra. En el segundo curso de Bachillerato se inicia el proceso de solicitud. Todos los alumnos tienen la posibilidad de apostar por cinco universidades. En tres meses suelen tener una carta o un mail con la respuesta.

Los más tempranos en requerir las solicitudes de los futuros universitarios son Oxford y Cambridge. El plazo suele estar en torno al 15 de octubre. “El proceso es complicado sobre todo porque hay que recopilar todas las notas internas y externas que tengas en tu currículum”, afirma Sandra. Pero el protagonismo principal se lo lleva la carta de presentación que tienen que acompañar a la documentación. “Este escrito se puede convertir inicialmente en una pesadilla, pero pronto te das cuenta de que es un sueño. La razón es que te ofrece la oportunidad de no sentirte un número académico, una cifra de un expediente derivada de notas de exámenes. Este escrito, de dos folios de extensión, te permite demostrar algo más. Y lo puedes expresar en palabras. Puedes recoger tus emociones, tus inquietudes, tus ideas sobre el mundo, sobre la profesión que quieres ejercer, etc.”, concluye Sandra.

 

LA ENTREVISTA

Una vez los alumnos obtienen las respuestas y deciden apostar, si es el caso, por una de las diferentes universidades que les han aceptado, entran en relación directa con ella y comienza una nueva hoja de ruta donde caben visitas virtuales, visitas físicas, etc. Si son aceptados en alguna de las top británicas, como Oxford, tendrán que pasar por una prueba teórica de acceso y una entrevista personal bastante dura. “Me llamó la atención que las entrevistas fuesen más académicas que personales o emocionales. Me hicieron exámenes de Física y de Matemáticas. Quedé agotada porque a la vez que preparaba esas pruebas tenía que seguir preparando mis exámenes de Bachiller.”, manifiesta Sofía tras su difícil pero satisfactoria experiencia con Cambridge. Sin embargo, Fernando que ha tenido entrevista con MIT y Stanford, en sus oficinas de Madrid, dice que “en ese tipo de universidades las entrevistas son menos académicas y tienen en cuenta también tu inteligencia emocional”.

Universidad de Princeton
Cada universidad establece sus propias reglas para acceder a ellas.

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Caxton College

Alrededor del 20% de los alumnos que se gradúen este año buscarán un futuro académico fuera de nuestro territorio. En algunos casos lo harán en universidades internacionales de enorme prestigio como Cambridge, Bristol o Southampton donde se encontrarán con antiguos alumnos que ya están estudiando allí.

A pesar de estos buenos resultados, el método de enseñanza que se imprime desde la educación infantil no se instala en la consecución de estos triunfos sino en obtener lo mejor de cada alumno para que sea su valía humana la que le abra las puertas en su vida profesional. Sin duda, existe una satisfacción muy alta entre el equipo docente al ver cómo, año tras año, sus alumnos alcanzan notas extraordinarias que les ayudan a matricularse en universidades de reconocimiento internacional. Aun así, su principal objetivo pasa por una educación con un amplio abanico de asignaturas que se adecúa a sus perfiles académicos y personales más favorables para sus futuros estudios universitarios.

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La labor de enseñar a enseñar

La psicopedagoga Maite Vallet desmonta la idea de que los padres no dedican el tiempo suficiente a sus hijos.

Por: Gema Eizaguirre

Psicopedagoga y fundadora del colegio Montessori (Madrid), Maite Vallet (www.teachandteam.com) siempre ha mantenido su ilusión por enseñar, primero a niños, y, ahora, a padres y profesores. Dos ámbitos muy diferentes, y en los que queda mucho que hacer, explica.

“Hay una educación en la súper protección, nefasta para el niño”, asegura, y señala como culpable directo a “querer hacer todo con los hijos”. Desarma así, la idea de que los padres, debido a sus largos horarios laborales, no pasan mucho tiempo con sus hijos. “Les dedican mucho más tiempo del que deberían. Siempre digo que hay que dedicarles calidad de tiempo. ¿Qué haces jugando con tu hijo toda la tarde o haciendo los deberes toda la tarde? Los padres tienen que tener tiempo para ellos mismos, para su pareja, sus amigos… Su misión es enseñar a sus hijos a afrontar los retos de cada etapa de la vida. Me gustaría que se quitaran esa culpabilidad que, en cierta medida, causa la superprotección que tienen con los menores”.

Esta licenciada en Filosofía y Letras confiesa su vocación: “No quería educar, pero el método Montessori me pareció estupendo, entonces quise crear la escuela”. Corría el año 1977, y este colegio ya se basaba en el trabajo en equipo y la educación integral.

Cada etapa tiene unos objetivos

En sus libros, que ahora reedita en la editorial Wolters Kluwer, cuenta las metas que deben tener los padres, según sea su edad: De 0 a 6, de 6 a12 y la adolescencia. “A los padres les enseño es enseñar a sus hijos a ser autónomos, asumiendo los retos de cada una de sus etapas. En la primera etapa, a comer solos, vestirse, temas de higiene, a dormir en su cama y no en la de los padres… En la segunda, a organizar su espacio personal, su cuarto y su mesa de estudio, también a tener un tiempo libre que implique movimiento, no sólo frente a audiovisuales. Les enseño a que sus hijos estudien solos, porque los padres no  tienes que sentarse a estudiar con sus hijos”.

Vallet, consciente de la omnipresencia de consolas y móviles, indica que hay que poner normas “con autoridad; que no significa ni autoritarismo, ni sobreprotección”, aclara.

“Autoridad es la persona que sabe, y que le tiene que decir al menor que no esté con el móvil en la mesa; aunque papá o mamá si lo hagan, porque ellos están en una etapa diferente. Porque que lo haga un padre no significa que, entonces, el hijo lo pueda hacer”.

La adolescencia y los pactos.

En la adolescencia enseña a los padres a cómo enseñar a sus hijos a salir sin ellos. “En esas edades hay que pactar, poner límites y afrontar consecuencias. “Si se educa a los adolescentes de una forma que no se sientan comprendidos, dónde no hay diálogo, ni pacto, ellos no van a contarles lo que van a hacer con sus amigos fuera de casa. El adolescente tiene verdaderos deseos de tener un adulto que le entienda, que le guíe y que le ponga límites”.

El lugar idóneo para estas conversaciones es: en la intimidad: “El adolescente odia que se aproveche el momento de la comida para hablar con él, necesita un rato con sus padres o sólo con uno, y en la intimidad. Los padres no son los amigos de sus hijos, pero su relación es algo más parecida a lo que es la amistad, al sincerarse en cuanto a sentimientos”.

Tras muchos años de orientar a padres y de impartir clases, indica una frase muy afianzada: “Mi niño o no me estudia”. A esto, la experta en educación le da una vuelta: “No sólo tienen que ver si estudian o no, sino cuáles son sus sentimientos, cómo afrontan el reto de aprobar. Cuando hay malas notas, el principal pensamiento del adolescente es ‘la que me va a caer en casa’”.

 

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Bienvenido a Leolandia

Las ganas por transmitir sus conocimientos y su experiencia le llevó, tras su trabajo de enseñanza la electroescritura (leer y escribir), desde mediados de los 90 en El Salvador, Costa Rica y Honduras, a traer su método a España. Esto es Leolandia: un método basado en las imágenes y en las sílabas, que apunta directamente al objetivo del Ministerio de Educación español de desarrollar la comprensión lectora de los alumnos. Algo en que los escolares españoles suspenden año tras año, y que reflejan informes como PISA.

“El sistema que sigue en la mayoría de los colegios de nuestro país no está encaminado en la comprensión desde el primer momento, hay mucha lectura mecánica y después la comprensiva… y eso no tiene ni pies ni cabeza”, señala. También critica que se enseñe primero todo en mayúsculas, para luego decirle al niño, que sólo sirven a principio del escrito y después de punto; es un esfuerzo inútil.

“Una diferencia abismal entre lo que se enseña y mi método es que se sigue todavía con el método fonético, que considero que es lógico, pero si se trabaja la sílaba el niño está integrando dos sonidos (ma). Se empeñan solo en las letras, pero si aprenden las sílabas se salva la dificultad que tiene el castellano al tener fonemas de igual sonido y diferente grafía, como c, k, q, z, g, j. Si ven “ge-“, “ji-“ están visualizando que se escribe de otra manera; y eso facilita mucho”.

Leolandia se apoya en imágenes y también en la discriminación auditiva, los sonidos. “Los pequeño ven qué sonidos suenan en su nombre, y que luego lo descubren en el resto de palabras”, relata Vallet.

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Claves para hablar a los niños sobre los atentados: “¿Por qué ponen bombas?”

Conseguir que nuestros hijos se sientan seguros frente a los atentados terroristas no es fácil, pero tampoco imposible. Animarles a contarnos cómo se sienten ante estos sucesos, responder siempre a sus preguntas y elegir con mucho cuidado las palabras que empleamos en nuestras explicaciones son algunas de las pautas que aconsejan los expertos para lograr que estos terribles acontecimientos no les quiten la sensación de vivir a salvo.

Por: SILVIA CÁNDANO

Es irremediable que los niños se enteren de que se cometen atentados terroristas. Aunque apaguemos la radio y la televisión en casa, se acaban haciendo eco de la noticia en el colegio, en el autobús o al pasar por un kiosco y ver las fotografías en los periódicos. Y ello, queramos o no, influye en su estado psíquico. Así lo demostró un estudio de neuropsiquiatría realizado en 94 escuelas públicas de Nueva York en 2002, justo un año después de ocurrir el atentado de las Torres Gemelas: un 12,3% de los menores continuaban sintiendo angustia al separarse de sus padres, un 10,5% sufrían trastorno de estrés postraumático, un 9,3% tenían ataques de pánico frecuentes y un 8,4% presentaban signos de depresión. Ante esta realidad, debemos estar preparados para saber qué responderles cuando nuestros hijos nos hagan preguntas del tipo “¿por qué hay gente que pone bombas?” o “¿por qué unas pocas personas matan a otras muchas, a las que ni siquiera conocen?”. Steven Berkowitz, un reconocido psiquiatra infantil de la Universidad de Pennsylvania, aconseja: “Si el niño es menor de 6 años, lo mejor es decirle que no tiene que preocuparse de nada, porque se trata de un asunto que los adultos arreglarán enseguida. Siendo tan pequeño aún no entiende conceptos como la muerte o el terrorismo y lo más importante para su bienestar emocional es conseguir que se sienta seguro. A partir de esta edad la situación cambia porque el niño va razonando mejor. Lo más acertado es dejarle hablar para saber cómo se siente y evitar que dé vueltas al suceso en soledad y a partir de ahí, proporcionarle la respuesta que creamos más adecuada para su grado de madurez. En cualquier caso, debemos hacerle ver que las personas que resuelven los conflictos con violencia son mucho menos numerosas que las personas que lo único que desean es vivir en paz”. Javier Urra, Primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid y doctor en Psicología y en Ciencias de la Salud, hace hincapié en esta última idea: “Hay que explicar a los niños que siempre habrá personas que no saben discutir ni debatir y que callan al que consideran su enemigo de la manera más violenta, pero frente a ellas, la gente de bien y las leyes de convivencia triunfarán. Si transmitimos a los niños esta idea totalmente convencidos de ella, sin dejarnos llevar por la tristeza y la ansiedad que los atentados pueden causarnos, evitaremos que pierdan la sensación de estar seguros. También es conveniente insistirles en que estos sucesos son puntuales y ocurren muy de cuando en cuando”.

Sí a la verdad, pero sin detalles

Está claro que si el niño pregunta, es porque necesita saber y debemos contarle lo que ha ocurrido. Psicólogos y pediatras de la Academia Americana de Pediatría insisten en que tratar de ocultárselo es un error porque el pequeño intuye que ha pasado algo malo y si pone a funcionar su imaginación, se dejará llevar por sus propios miedos y puede asustarse aun más que si le contamos la verdad con las palabras adecuadas a su nivel de entendimiento. “Pero al hacerlo debemos tener muy en cuenta algunas pautas, para no empeorar la situación”, apostilla Coks Feenstra, psicóloga y autora de varios libros sobre desarrollo infantil:

  • Atenernos única y exclusivamente a lo que él nos cuestiona. “De este modo nos aseguramos de que el niño está preparado para entender lo que vamos a explicarle”, afirma la psicóloga.
  • Intentar que no se entere de los detalles más escabrosos ni de las consecuencias que acarrea el atentado: personas mutiladas, huérfanos, niños fallecidos, gente sin hogar…
  • Sustituir los términos muy específicos por otros mucho más sencillos en nuestro discurso, como el bien y el mal. “El niño los entiende perfectamente y le facilitan el colocar los hechos en su sitio”, continúa explicando Coks Feenstra.
  • Poner palabras a sus sentimientos. Frases como “veo que estás muy triste por lo que ha pasado” ayudan al niño a descubrir qué le sucede y le hacen sentirse más aliviado.
  • Confesarle que nosotros también nos sentimos apenados. Demostrar al pequeño nuestra ansiedad no es bueno porque se contagiaría de ella. Sin embargo, sí es conveniente hacerle ver que a nosotros también nos apena mucho lo ocurrido. Comprobar que nos identificamos con su estado de ánimo y que es totalmente normal ante la situación, le sirve de estímulo para superarlo.

En cualquier caso, aunque atiendan nuestras explicaciones y traten de convencerse de ellas, es normal que los niños se sientan inseguros y nerviosos tras un atentado terrorista, sobre todo durante los días inmediatamente posteriores al mismo. Para solventar esta situación, dice Javier Urra: “Da muy buenos resultados convertir la presencia de las fuerzas de seguridad en algo positivo: no están ahí porque vaya a ocurrir algo, sino precisamente para que no suceda. Así los niños entienden que hay muchas personas que velan por su bienestar, tanto dentro como fuera de casa, y se sienten más protegidos”.

 

¿Y SI SE HA IMPRESIONADO MUCHO?

Es posible que un niño vea una imagen terrible de un atentado en la televisión y se impresione profundamente. ¿Qué hay que hacer en este caso, para que recupere su estado de bienestar?

  1. Hablar mucho con él, tantas veces como lo necesite, sobre qué es exactamente lo que le ha asustado. Que eche fuera lo que tiene dentro es fundamental para que recobre su ánimo.
  2. Mantener un ambiente especialmente agradable, cálido y armonioso en casa.
  3. Realizar actividades en familia que refuercen en el pequeño la sensación de pertenecer a un núcleo fuerte y unido.
  4. Observar su comportamiento durante un mes y si continúa angustiado e inquieto, buscar la ayuda de un psicólogo infantil.

 

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¡NO PODEMOS VOLVERNOS INMUNES A LA VIOLENCIA!

Miguel Ángel González Castañón, psicólogo del Centro de Psicología Conductual, de León, insiste en otro aspecto fundamental a la hora de tratar el tema del terrorismo y la infancia: “Actualmente los niños y adolescentes ven multitud de imágenes violentas en la televisión y corremos un alto riesgo de que acaben imitando la violencia que observan y/o de que se vuelvan inmunes a ella. Para evitar estas posibilidades sólo hay un camino: los padres y profesores deben hablar mucho con el menor a su cargo y enseñarle qué valores están detrás de cada uno de estos actos violentos y qué contravalores pueden anteponerse a ellos. Sólo así conseguiremos que el respeto, la paz, la cordialidad, el entendimiento, la democracia y la convivencia acaben primando sobre la fuerza bruta y que ésta siga pareciéndonos inaceptable a todos”.

 

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Cómo estudiar el Grado en Derecho en la modalidad semipresencial

Hola, me llamo Eduardo, quisiera información sobre OpenUAX y la posibilidad de estudiar el Grado en Derecho de forma semipresencial. ¿En qué consiste exactamente? Estoy acabando 2º de Bachillerato pero, por circunstancias personales, no creo que pueda asistir a clase el año que viene de forma continua. Gracias.

(Eduardo, 18 años)

Hola, Eduardo, como bien dices OpenUAX se adapta a las necesidades de nuestros estudiantes y da la posibilidad de estudiar online el Grado en Derecho, Ingeniería Informática y Administración y Dirección de Empresas, entre otras cosas. Pero nos centraremos en el Grado en Derecho, que es el que te interesa a ti.

Lo primero que queremos transmitirte es que, a través de OpenUAX, recibirás la formación de los mismos profesores que la imparten en el campus. Ellos te acompañarán durante todo el tiempo que permanezcas con nosotros y te irán guiando a lo largo del proceso. Por otro lado, las posibilidades de hacer prácticas en alguna de las más de 7.500 empresas con las que la UAX mantiene convenios de colaboración son exactamente las mismas que las del resto de estudiantes que acuden cada día a clase.

En el caso del Grado en Derecho, que es semipresencial, tendrás que venir a nuestras instalaciones solamente para realizar los exámenes al final de cada materia. Hasta ese momento, habrá una evaluación continua que seguirás desde casa.

Si necesitas ampliar información, solo tienes que entrar en la página web de OpenUAX o llamar al teléfono 918 10 99 99.

Aprender inglés sin salir de casa

Los campamentos de inglés dentro de España son una buena opción para los niños que nunca han estado fuera de casa y necesitan mejorar en la comprensión oral del idioma.

Por: OLGA FERNÁNDEZ

Que los españoles no se llevan bien con el inglés no es una novedad. De un estudio realizado en la Unión Europea (Estudio Europeo de Competencia
Lingüística) se desprende que, a pesar de que el número de horas semanales que nuestros estudiantes dedican al inglés es mayor que la de muchos de los países de nuestro entorno, obtienen peores resultados en cuanto a comprensión lectora y escrita y sobre todo en cuanto a comprensión oral. Los datos de otro estudio, realizado por el Cambridge University Press, reconoce que el miedo al ridículo es uno de los principales problemas de los
españoles a la hora de hablar inglés. La clave, según varios trabajos, reside en habituar al oído desde pequeños en la lengua inglesa más que en
estudiar de memoria. Pero, incluso con clases de profesores nativos en el colegio, muchos niños tienen dificultades en el aprendizaje. Es el caso de Elia Río (9 años), que cursa tercero de primaria. Por indicación de su profesora, sus padres la apuntaron el verano pasado a un campamento de inglés:
“La profesora nos aconsejó enviarla a un curso en Inglaterra, pero nos pareció muy pequeña para que estuviera fuera de España; así que optamos
por probar con un campamento de inglés aquí. Los resultados han sido muy buenos porque la niña ha conseguido romper la barrera que le impedía expresarse en inglés”, explica su padre.

APRENDER DIVIRTIÉNDOSE

El éxito de los campamentos de inglés se basa en ofrecer un programa divertido, con profesores nativos que hablan continuamente al niño en inglés, y sin salir de España. Okado Ochieng, director de GMR – Grupo Mundo en Red, que organiza campamentos en León, explica que “es mejor que haya clases divertidas, lúdicas, didácticas y relacionadas con las cosas que estamos haciendo en el campamento; no queremos que los niños se aburran y sientan que están en una clase del colegio”. Pero, ¿cómo es un día normal en el campamento? Ochieng lo describe así: “Los niños se levantan a las
8:30, desayunan y a las 9:45 se reúnen con los profesores; a las 10:00 comienza la clase de ingles (clases muy didácticas y lúdicas); a las 11:30
toman el bocadillo y a las 12:00 tienen juegos y talleres en ingles con los profesores; a las14:00 la comida (los profesores sirven la comida); a las 15:00 comienza su tiempo libre; a las 16:00 otra vez clase de inglés; a las 17:30 meriendan y pueden estar en la piscina y en la zona deportiva (fútbol, voleibol, baloncesto, baia las 20:00 tiempo libre y a las 21:00 cenan; a las 22:15 tienen la velada y se van a la cama a las 23:30/00:00”.
Uno de los problemas de este tipo de campamentos es que los niños tienden a hablar en castellano entre ellos. De ahí la importancia de que los profesores sean nativos y desarrollen todas las actividades en inglés. Aún así, Okado Ochieng reconoce que es casi imposible evitarlo por completo.
Otro aspecto que deben tener en cuanta los padres es que el hecho de que el niño acuda a un campamento de inglés con profesores nativos no significa que salga hablando inglés, “les ayuda a soltarse con el idioma, a sentirse cómodos al hablarlo, escucharlo y escribirlo, y a aprender muchos acentos en inglés”.

PAUTAS PARA ELEGIR

La psicóloga Renata Sarmento, del Centro Psicológico Loreto Charques, en Madrid, recomienda tener en cuenta estos aspectos antes de elegir el
campamento de inglés:

  1. Motivación del niño. Es importante que el niño esté motivado para vivir esta aventura. Si él no quiere ir, hay que plantearse si es necesario
    enviarle al campamento.
  2. Informarse de la empresa. Se debe hablar con antiguos clientes, si se conocen, para conocer su experiencia. Buscar claridad y transparencia en la información que aporta la empresa en su página web. Tener reuniones con los responsables también ayuda a estar más seguros de la elección del campamento para tus hijos.
  3. Profesores nativos y cualificados. Además de hablar bien el idioma, han de saber tratar a los niños. No basta con ser nativo, los monitores
    deben estar cualificados.
  4. Evitar las clases formales. El idioma no debe ser el centro del campamento: al ser una actividad de “vacaciones”, debe ser visto como algo
    accidental, es decir, que aprendan jugando. Hay que evitar, sobre todo con los niños  más pequeños (hasta los 12–13 años), las clases formales.
  5. Conocer el lugar. Interesarse por las instalaciones del campamento: limpieza, higiene, seguridad, protocolos de actuación en caso de urgencia
    (tu hijo se pone malo, sufre una caída, etcétera).

RECURSOS EN LA RED

  • http://www.mundoenred.com/es
  • http://inglesverde.com/campamento-ninos/
  • http://www.gmrcamps.com/es

Dar a las notas su valor… no más

CON ESTE NÚMERO DE PADRES CERRAMOS el curso escolar. O damos la bienvenida a las vacaciones de verano, después de todo un año de estudios en los centros educativos. También, es el momento en que llega el veredicto académico, los boletines de notas que pueden aguar los meses de verano para más de un estudiante.

 

POR ESO, ES UN BUEN MOMENTO PARAR EFLEXIONAR sobre el papel que juegan las calificaciones en las escuelas y también en las relaciones
entre padres e hijos. Es habitual escuchar que una nota no significa nada, o que todo lo aprendido no se puede llevar a la centésima de un número. Posiblemente sea realidad, pero es una cuestión que corresponde dirimir a los profesionales. El concepto es que las familias requieren de ser informadas sobre la evolución del aprendizaje del alumno, y éste tiene derecho a que se le evalúe no por ningún afán punitivo, sino para saber realmente si desarrolla con aprovechamiento su derecho a ser educado.
POR ELLO, LA MÁXIMA DE QUE NO TODO SE PUEDE resumir en una nota actúa como un bumerán que vuelve a los centros, para que
investigadores, docentes y autoridades establezcan los protocolos, los modelos y sistemas de evaluación pertinentes y científicos que sí aseguren que lo calificado –sea por nota, por rúbricas o por cualquier método– corresponda al aprendizaje y circunstancias del estudiante.
HAY QUE SER CONSCIENTES DE QUE DICHA EVALUACIÓN sí tiene consecuencias en la vida, y no sólo desde la perspectiva académica, de
los estudiantes. No sólo las más inmediatas de tener que recuperar asignaturas o repetir curso, sino que incluso condicionan, en el caso de la Selectividad, su futuro profesional y vital, y además se convierten en una referencia en las relaciones entre sus iguales y con sus padres.
DICHO LO ANTERIOR, EL RIESGO DE LAS NOTAS ES QUE etiquetan y condicionan, en ocasiones en exceso, la relación entre padres e hijos.
Por esto, también hay que hacer un esfuerzo, tanto dentro de los colegios como en las familias, para concretar y circunscribir la importancia que tienen a la que tienen, ni más ni menos. Nuestros hijos son mucho más que números y nuestra relación con ellos no puede ser medida por un número
que ni siquiera ponen los padres y que, a veces, nos dicen que no significa nada. En ese sentido, también es bueno dar algo de vacaciones al boletín de notas.

Deberes de verano

Muchos colegios recomiendan cuadernillos o fichas de tareas para el verano. Trabajo y vacaciones puede resultar un cóctel estresante: ¿cómo
organizarse y cuánto tiempo emplear cada día?

POR: OLGA FERNÁNDEZ

 

[dropcap font=»arial»]S[/dropcap]e acabó el curso. Los colegios han colgado el cartel de “vacaciones” y, junto a la recogida de notas, muchos de ellos han adjuntado una lista de libros o cuadernillos para realizar en verano. Y aquí comienza la cruz para muchos niños. Al debate sobre el exceso de deberes durante el curso se añade ahora el de las tareas recomendadas para las vacaciones. Sus defensores argumentan que sirven para afianzar los conocimientos adquiridos durante el curso, mientras que los detractores esgrimen que el verano ha de reservarse al descanso y al juego siempre que el niño no necesite recuperar asignaturas. José Manuel Sánchez, profesor universitario y ex coordinador académico de Primaria y secundaria en el colegio “Estudiantes Las Tablas”, en Madrid, explica que en los últimos años han aumentado las investigaciones antideberes: “Muchas de ellas se han centrado en la relación entre cantidad de deberes y resultados académicos. Algunos de ellos han encontrado relación positiva, otros relación negativa y otros ninguna relación. Pero los beneficios o perjuicios de los deberes no se pueden valorar estudiando sólo la relación entre cantidad y aprendizaje, ya que éste depende de muchos más factores que la cantidad de práctica”. La pedagoga y codirectora del centro ISEP Clínic Las Palmas, Cristina Martín, es rotunda: “Los deberes entendidos de forma clásica no son buenos en verano. Durante el periodo veraniego, el niño tiene la necesidad de cambiar sus actividades diarias y no se deben reproducir los deberes de la etapa escolar. No obstante, para los alumnos de Primaria y Secundaria que han superado con dificultades el curso escolar, es recomendable que realicen algunas tareas escolares”.

 

EVITAR SATURARLO

Al margen de la controversia, la última palabra sobre los deberes de verano la tienen los padres. Ellos son quienes deben valorar si el niño realiza las fichas propuestas por el profesor o no. El debate también ha llegado a muchas familias, es el caso de Miguel Ángel Río y Ana Ruíz, que tiene dos hijos: “Con el pequeño, de nueve años, nos tiramos tres horas al día haciendo deberes, me parece excesivo para un niño porque no puede jugar», dice el padre, quien opina que extender esto al verano es arruinarle las vacaciones. Sin embargo, la madre cree que repasar en vacaciones es positivo:
“Los deberes de verano son más sencillos, no necesita emplear más de una hora al día y cuando llega septiembre le cuesta menos comenzar
el curso”.

Para quienes optan por los deberes en verano, Cristina Martín aconseja que los niños de Primaria que tengan que mejorar sus objetivos
escolares no deben estar más de dos horas y media a la semana distribuidas en sesiones de 30 minutos, de lunes a viernes, y siempre en horario de mañana, después del desayuno; mientras que para los alumnos de Secundaria es suficiente con dedicar entre 5 ó 6 horas a la semana. “De esta forma el niño no se siente agobiado ya que una vez terminadas sus tareas tiene el resto del día libre”, dice.

Por su parte, la psicóloga Renata Sarmento Henrique, del Centro Psicológico Loreto Charques, en Madrid, apunta un aspecto importante a tener en cuenta: los síntomas de estrés en el niño. “Un síntoma muy claro de que el niño está agobiado/sobrepasado es su desmotivación, sus quejas o sus excusas para no ponerse a estudiar”, explica la psicóloga. Ante esto, aconseja hablar con él para hacerle entender por qué debe estudiar en verano.

Pero, según esta especialista, el argumento no sirve para los niños con dificultades. En este caso, conviene explicarles que deben seguir trabajando en verano para que a principios de curso no les cueste tanto enfrentarse con los contenidos. «”En cualquier caso, tanto unos como otros (niños con dificultades o niños que han suspendido por no haber estudiado) necesitan descansar y desconectar del todo durante un tiempo”.

 

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Pautas para planificar sin estrés

renata-sarmiento RENATA SARMENTO

La psicóloga, experta en Educación, recomienda una serie de pautas para no estresar al niño con las tareas en verano.

 

  1. Realizarlos siempre por la mañana,es cuando la mayoría de los niños están más atentos y suelen trabajar mejor..
  2. Planificar el trabajo. Realizar un calendario con lo que hay que trabajar cada día, las horas de estudio y los tiempos de descanso.
  3. Fijar metas alcanzables diariamente, por ejemplo. «Hoy toca hacer 4 ejercicios de matemáticas, en cuanto termines y lo repasemos, podrás ir a jugar».
  4. Buscar alternativas a los deberes de verano. Hay muchos talleres, actividades, campamentos de verano que despiertan el interés de los niños y pueden hacerles aprender sin darse cuenta. Una actividad diferente para ejercitar la lectoescritura es realizar una diario de las vacaciones, donde
    se plasmen las cosas que más les han gustado, los lugares visitados, etcétera.

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“La amenaza del castigo no puede ser el recurso fácil”

J.A.: Está usted protagonizando Castigo ejemplar, una función que reflexiona sobre muchas cosas, entre ellas, las consecuencias que puede tener una educación equivocada…

R.S.H.: Sí, bueno, es una función muy compleja que está sorprendiendo mucho porque pienso que tiene un texto muy profundo que pone la lupa sobre muchas cosas importantes en la vida de las personas. Si hacemos una lectura correcta, creo que llama la atención sobre las conductas y actitudes que no se deben tener e ironiza sobre aspectos de lo cotidiano a los que alguna gente les da mucha importancia cuando, realmente, no la tienen.

J.A.: Supongo que será consciente de que es usted un privilegiado por estar en un proyecto tan poético y con tanto peso…

R.S.H.: Sí, claro. La vida me ha dado algunos regalos a nivel profesional y este es uno de ellos. La verdad es que las críticas están siendo muy buenas y yo estoy disfrutando mucho con el trabajo, aunque ha sido un proceso complicado porque el texto está lleno de matices y de registros y hay algunos momentos complicados. También es cierto que me siento muy cómodo con mi compañera de escena y eso es importante para que la función esté viva.

J.A.: ¿Cree usted en esos castigos ejemplares a la hora de educar?

R.D.H.: Mire, yo creo mucho más en predicar con el ejemplo y en tratar de hacer entender a las personas las cosas con la razón. Eso es lo importante. Debemos educar sin tener que utilizar la amenaza del castigo como recurso fácil. Pienso que es mucho mejor elegir otros caminos y avanzar, dejando a un lado los lastres del pasado que todos hemos vivido y que tienen demasiadas carencias.

J.A.: ¿Ha tenido usted una educación restrictiva?

R.S.H.: Yo no diría que en mi caso haya recibido una educación con ese perfil. Mi padre era una persona con unos principios muy claros y sabía como quería que se hiciesen las cosas, pero no era una persona impositiva, aunque, lógicamente, también tenía unos anclajes propios de la época y de la educación que él también había recibido, pero yo creo que nos ha educado en una libertad contenida que me parece interesante. También confieso que mis padres no tenían mucho que ver con las personas de su generación. Ellos eran mucho más libres y poliédricos.

J.A.: ¿Qué quiere decir exactamente?

R.S.H.: Mis padres se separaron y vivieron sus vidas como les pareció mejor. Mi madre era muy avanzada, tuvo una vida muy corta, pero muy intensa. Era una mujer que apostaba por otras fórmulas de existencia, se marchó a París y fue muy libre al tomar sus decisiones, pero pienso que siempre fueron personas muy coherentes con sus planteamientos. La pena es que he podido disfrutar de ellos poco porque se marcharon demasiado pronto.

J.A.:  ¿Afecta mucho ser hijo de padres separados?

R.S.H.: Esas cosas siempre afectan o por lo menos a mi me afectaron en un determinado momento. Pertenecer a una familia desestructurada marca bastante; sobre todo, hace unos años. Ahora todo ha cambiado mucho y es algo bastante habitual, incluso se han creado familias con perfiles muy diferentes. Yo siempre recuerdo la relación idílica que teníamos con mi madre, a la que solíamos ver en verano y, claro, todo era fantástico porque solamente tenías la parte buena. Tengo unos recuerdos maravillosos aunque falleció cuando yo era todavía bastante pequeño.

J.A.: ¿Qué tipo de relación tenía con su padre?

R.S.H.: Mi padre era un tipo estupendo, elegante, muy educado, responsable. Yo le admiraba mucho y, además de padre, era un gran amigo y confidente. Era alguien con el que se podía contar para todo. Mientras vivió tuvimos una relación estupenda en la que siempre hubo un buen entendimiento porque era muy razonable. Todavía teníamos que vivir muchas cosas, pero también se marchó demasiado joven.

J.A.: Ahora es usted padre, ¿se sorprende muchas veces repitiéndole a su hijo cosas que le dijeron a usted en su infancia?

R.S.H.: Lo cierto es que sí, y esto es algo que me llama la atención bastante porque no pensaba que fuera a suceder de esta forma. Yo lo que trato es de quedarme con todo lo que considero que era muy bueno en la educación que recibí, que eran muchas cosas. Así que estoy siendo con mi niño todo lo cariñoso que fue conmigo mi padre aunque la historia se repite y él, como yo, no es muy mimoso. Es un niño muy independiente para lo pequeño que es.

J.A.: ¿Cree que hay que educar a los niños pensando mucho en su personalidad?

R.S.H.: Me parece algo fundamental. No se puede educar a los niños de la misma manera. No existen unas pautas válidas para todo el mundo, todo lo contrario.  Es necesario escuchar los gustos, los deseos, las ilusiones de nuestros hijos desde muy pequeños. Yo trato de escucharle y de entenderle aunque tenga pocos años. Esas son las claves para educar a un hijo en libertad, pero con responsabilidad. Soy absolutamente partidario del diálogo porque no se pueden imponer muchas cosas por la fuerza. Realmente no sirve de nada. Esto no quiere decir que no exista un respeto y unas normas.

J.A.: ¿Cómo actúa cuando no coincide en algún aspecto de la educación de su hijo con su pareja?

R.S.H.: No se piense que es fácil porque es algo delicado que puede llevar a enfrentamientos si no se tienen claras las cosas. Yo intento acercar posturas y si, finalmente, no se llega a ese entendimiento deseable, opto por ceder. Creo que eso es mucho mejor que una discusión, pero, en mi caso, he de confesar que tenemos las cosas bastante claras los dos y que no hay problemas porque en lo fundamental estamos absolutamente de acuerdo. Estamos en los primeros años y lo vivimos con mucha ilusión.

J.A.: ¿Los hijos únicos siguen estando muy sobreprotegidos?

R.S.H.: Es una tendencia natural, pero cada vez existen más parejas que tienen un solo hijo, porque en el mundo de hoy es complicado tener más, que son muy conscientes de estas cosas y ponen medidas para que no tengan muchos problemas. Hay que tratar de evitarlo porque es muy perjudicial para ellos y para la vida que después se van a encontrar. Nuestros hijos tampoco lo tienen muy fácil en una sociedad tan individualista en la que tienen todo a su alcance y en la que reciben más información de la que pueden asimilar. Cada día vemos que existen más problemas de violencia entre los adolescentes y sus progenitores y esto es porque algo falla.