El castigo, inmediato pero equilibrado

Las acciones tienen consecuencias y los más pequeños
de la casa deben tenerlo como norma clara si queremos
ayudarles a ser responsables de sus actos y conscientes
de su posible repercusión. Pero ante conductas
negativas no vale cualquier castigo.

Autor: MARTA SERRANO

Eduardo vuelve del colegio sin ganas de hablar y con ojos llorosos. Dice que va a hacer los deberes y va directo a su habitación. Somos sus padres y sabemos que le pasa algo porque es un niño muy alegre por regla general. Sólo a la hora de la cena nos cuenta que le han castigado sin postre hasta final de curso. ¡Y fue en febrero!
Nos asustamos porque lo que había hecho –esconder la comida que no le gustaba en los curruscos del pan para poder tirarla luego– no nos parecía tan grave como para un castigo tan extraño. Pero tampoco queríamos ir en contra de la autoridad en el colegio, de los profesores y del personal del comedor. Estábamos confusos.

 SENTIDO COMÚN

Nuestro sentido común nos dice que castigos tan largos no son eficaces, y los padres y especialistas con los que comentamos el asunto ratificaron nuestra posición. La opinión del psicólogo Javier Urra nos acabó de convencer. «Los castigos duraderos no son efectivos y cuando se pone un castigo tan absurdo y duradero es de sentido común que no se va a cumplir», nos dijo. Es más, «el uso sistemático del castigo como acción correctora puede acarrear consecuencias negativas que deben evitarse», añade el profesor Zaldívar Pérez.

 EL CASTIGO TAMBIÉN EDUCA

El castigo educa. De hecho, tanto los premios como los castigos (siempre que no sean físicos) han de servir como reforzadores de la correcta conducta de nuestros hijos. Por eso, para decidirnos por uno en concreto hay que tener presente el carácter de nuestro hijo y las cosas que le gustan y las que no.
«El castigo debe ser siempre inmediato y proporcional», asegura Urra, para quien lo mejor es recurrir al sentido común y a la prudencia si queremos obtener resultados positivos. Urra también precisa que «en muchos casos la respuesta no será inmediata e incluso el castigo ni siquiera resultará eficaz». Por eso, lo más importante a la hora de decidirse por un castigo es poder razonarlo con nuestro hijo y explicarle el sentido de una actuación u otra.
En este sentido, Lahoz señala que los castigos «no están clasificados ni ordenados por edades o sexo», por lo que dependerá de cada situación. Por eso, tan importante a la hora de educar como los castigos es la conducta de los padres. Vuestro ejemplo cuenta, y mucho, sobre todo cuanto menor es el niño. Como señala Zaldívar Pérez, «educar es paciencia, dialogar, persuadir y enseñar con el ejemplo».
Antes de castigar, por tanto, hay que agotar el resto de recursos a nuestro alcance. Estos pasan por mostrar al niño con nuestro ejemplo que hay alternativas de comportamiento. Es necesaria la adecuada comunicación con el niño, la exigencia apropiada pero siempre con argumentos lógicos que inviten al niño a reflexionar.

 NO AL CASTIGO FÍSICO

No hay recetas mágicas ni castigos infalibles. Sin embargo, uno de los aspectos que presenta más unanimidad entre los expertos es el rechazo al castigo físico «porque no es educativo», según señala el psicólogo Javier Urra.
Claro que una cosa es intentar evitar el castigo físico, y otra intentar que un leve castigo lleve a una condena penal a los padres, como pretende la ONG Save the Children, a través de varias campañas.
Actualmente, en colaboración con el MTAS, ha iniciado una campaña contra el castigo físico con el lema Corregir no es pegar, todo indica que el verdadero objetivo es castigar penalmente el azote, lo que según algunos especialistas equivale a socavar aún más la difícil relación padres-hijos.

 PERO POR SI ACASO

Aunque no acudamos a los premios o castigos por regla general, siempre es positivo que, como padres, tengamos distintos recursos que nos pueden sacar de más de un apuro.
El pedagogo José María Lahoz nos propone como castigos, entre otros, limpiar algo, encargarse en solitario de alguna tarea tediosa, continuar estudiando, estar un tiempo en otra habitación, acostarse antes, no salir con los amigos, una multa de dinero para pagar destrozos, reparar un daño de otro tipo siempre que se pueda, escribir una reflexión sobre lo hecho y cómo hacerlo mejor, no usar el teléfono, no asistir a una reunión, etc.
Por el contrario, si queremos premiar una conducta, Lahoz ofrece como idea subir la paga, celebrar una comida especial o regalar un disco.

Enseña a tu hijo a enfrentarse al bullying

El bullying, matonismo o acoso es una de las preocupaciones de los padres con hijos en
edad escolar. Se ha dicho mucho sobre como deben actuar los centros. Sin embargo, tú
también puedes ayudar a tu hijo a no ser una víctima, o un cómplice silencioso.

Autor: JOSÉ MANUEL LACASA

Hace poco más de un año se puso tristemente de moda, y las primeras víctimas hicieron que todos conociésemos la famosa palabra: bullying o matonismo. Es el acoso, sea este moral o físico, de un grupo de compañeros a una o varias víctimas y prolongado en el tiempo. Esta última parte es importante para no sobredimensionar el problema: las cifras reales apuntan a que alrededor de un 2% de los chavales sufren este acoso en algún periodo de su etapa escolar, aunque estudios poco rigurosos hayan disparado su frecuencia.
Aunque pueden darse casos en Primaria (6-11 años), el acoso escolar se agrava al entrar en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO, entre los 12 y los 16 años). Antonio Matamala, psicólogo, orientador y coautor del libro El maltrato entre escolares. Técnicas de autoprotección y defensa emocional (Antonio Machado Libros, 2005) «el número de casos tiene su punto álgido en medio de la ESO (13-14 años), y luego desciende por varias razones», entre ellas «una mayor personalización y seguridad de los chavales».
Aunque en teoría cualquier preadolescente puede ser víctima del bullying, en la práctica los alumnos que mejor son capaces de hacerle frente lo sufren menos, durante menos tiempo y se sienten menos afectados. Pero, ¿cómo se le hace frente? O, ¿cómo le enseño a hacerle frente? La palabra clave es la asertividad, la capacidad de autoafirmarse.
El acosador no actúa al azar. «Sin que ello signifique culpabilizar a la víctima», matiza Matamala, «el acosador elige cuando algo le rompe los esquemas». «Hay un punto que llama la atención del acosador», afirma Vicente Garrido, doctor en Psicología y profesor de la Universidad de Valencia. El primer ´ataque´ es siempre una prueba, y es ahí donde entran en juego los recursos personales de la víctima.

 ASERTIVIDAD

La asertividad –o capacidad de autoafirmarse– es entonces esencial: «el niño asertivo, con una buena red social, con una buena autoestima y bien integrado en el grupo tendrá menos problemas», indica Garrido, «aunque eso no le hace invulnerable: depende también de la violencia del ataque».
Para educar la asertividad, hay que comenzar desde pequeños: hay que fomentar su independencia, aunque eso signifique renunciar un poco al control; hay que fomentar su autoestima, evitando que tenga imágenes distorsionadas de sí mismo; hay que dejarle convertirse poco a poco en adulto desde muy pronto.
Para saber si tu hijo es víctima del bullying, hay que escucharle y observarle, aunque sin transmitirle tu propia angustia. Se trata de detectar síntomas de tensión o estrés: «llegar a casa y no hablar del colegio, no querer ir el lunes, que llegue con cosas rotas si habitualmente es pacífico, destrozos injustificados en libros o material escolar», según Matamala, «deben ser síntomas tan importantes como los moratones».
Después, actuar con cuidado, y siempre a través de un mediador: «nunca enfrentarse a los padres del agresor», indica Matamala.

 SI LA VÍCTIMA ES OTRO

Pero aunque nuestro hijo no sea víctima del acoso de ningún aprendiz de matón, no podemos quedarnos ahí: debe saber evitar que otros compañeros sean víctimas. Para ello, según José Mª Avilés, psicólogo y experto del sindicato docente STE, «es importante trabajar el desarrollo moral, enseñarles qué es justo o injusto, y qué posicionamiento tomar ante ello». El bullying existe por la pasividad de los que rodean al agredido.
Según Avilés, «callarse es dar la legitimación del silencio, es dar apoyo al agresor». Tu hijo no debe ser indiferente a lo que ocurre alrededor, y hay que enseñarle a actuar ante las dificultades.

 A TENER EN CUENTA

El fenómeno del bullying es complejo, y a una edad compleja, y por ello hay que maniobrar con mucho cuidado.

1 Nunca te enfrentes a los padres del agresor. Lo normal es que no te crean y que refuercen el comportamiento de su hijo. Utiliza siempre de mediador a algún responsable del centro escolar.

2 Refuerza a tu hijo, explícale que no tiene por qué tolerar ese sufrimiento, no dejes que la situación afecte a su autoestima. Asegúrate personalmente de que sus profesores conocen su situación.

3 Escucha a tu hijo. Cuando el niño comienza a abandonar la niñez intenta no destacarse de sus compañeros. Hazle caso si rehuye la colonia que le pones con tanto cariño, o si no quiere ese lazo tan mono.

4 Estar atentos. Hay síntomas que indican que tu hijo sufre una situación de estrés, pero hay que saber verlos.

5 No angustiarse ni transmitir angustia a tu hijo. Intenta averiguar qué le pasa. Pero tampoco lo consideres «una etapa normal».

6 Potencia desde pequeño a tu hijo la asertividad, la independencia, la autoestima.

7 Intenta que tu hijo pase el mayor tiempo posible jugando con compañeros de su edad desde pequeños. Los juegos virtuales o el ordenador potencian otras cosas, pero no las habilidades sociales.

8 Enseña a tu hijo lo que es el pesimismo y cómo funcionan sus mecanismos. Enséñale a desactivar los insultos, que entienda que su pensamiento no es la realidad y que no debe afectarle.

9 Ellas sufren acoso, pero también acosan. Muchas veces el acoso femenino esconde una competitividad de tipo intelectual, académica.

El armario

Autor: padresycolegios.com

Cuando Rafael era pequeño le
encantaban las visitas de su tío
Antonio. Se pasaban horas peleándose
de broma y también
tenían la costumbre de jugar al
escondite. Rafael se ocultaba
en el armario empotrado de la
alcoba de sus padres y su tío
–aunque sabía de sobra donde
se ocultaba– fingía buscarlo por
toda la casa, hasta que lo encontraba
con grandes gritos de
alegría por parte de ambos. Un
día, al enterarse de la llegada de
Antonio, Rafael se fue directamente
al armario sin saludar ni
nada. Sus padres pensaban que
estaba en la calle jugando con
sus amigos, así que su tío no se
puso a buscarlo. Acurrucado
entre la ropa, el niño se quedó
dormido y no salió del armario
hasta horas después, ante el alivio
de su familia, que creía que
se había perdido. Avergonzado,
mintió para justificarse: «Alguien
cerró por fuera y no podía salir».

Incontinencia verbal

Autor: padresycolegios.com

Los niños lo repiten todo de sus
mayores. Así, estando en un
bautizo, en el silencio de la ermita,
el pequeño Manuel se percata
de que su tío Agustín –al
que todo el mundo conoce por Titín– está haciendo de monaguillo.
Sin importarle lo que allí
se estaba realizando, se escapa
de los brazos de su madre
y cruza todos los bancos gritando
«Ti–tí» una y otra vez. El
pobre párroco mira atónito como
pasa a toda velocidad… Sólo
sonríe: cosas de niños.

Dios se enfada

Autor: padresycolegios.com

Carmen tomó la costumbre de
rezar con su abuela antes de
acostarse, pero aunque oraba
cada noche no tenía ideas muy
claras sobre lo que era la religión.
En su familia había tantos
creyentes como no creyentes,
así que la niña escuchaba opiniones
muy distintas sobre el
tema. Cuando tenía ocho años
decidió realizar un experimento
para descubrir si Dios existía
o no. Durante una semana rezó
con mucho fervor pidiendo
que el equipo de fútbol de su
ciudad –la niña solía ir a los partidos
con sus padres– ganara
el próximo encuentro por cinco
goles a cero. Resultó que el
marcador fue el que Carmen
había pedido pero al revés, ganó
el equipo contrario por 0-5.
Impresionada, les dijo muy seria
a sus padres: «¡He descubierto
que Dios existe, pero hay
que tener cuidado porque tiene
mal genio y si le pides tonterías
se enfada mucho!».

La cacaracha…

Autor: padresycolegios.com

Cuando tenía tres años Marisa
se marchó de Madrid con
sus padres para ir a vivir a Gran
Canaria. En las islas las cucarachas
son bastante habituales,
y a la niña –que nunca las había
visto antes y las llamaba «cacarachas»–
le daban un asco
especial. Una madrugada de
verano Marisa vio una cucaracha
entrar volando en su habitación.
Le daba verguenza despertar
a sus padres y reconocer
que tenía miedo, pero tampoco
podía dormirse pensando en el
insecto, así que decidió buscarlo
y empezó a registrar la habitación.
Al día siguiente su madre
encontró todo el cuarto tirado,
la ropa de los cajones por el
suelo y a la niña, con un sueño
tremendo pero sin atreverse a
dormir, sentada en su silla con
una sábana por encima: «Mamá,
la cacaracha…».

¿Dónde vas?

Autor: padresycolegios.com

Abraham era un niño muy despistado.
Un día, cuando tenía
seis años, acompañó a su abuela
a la tienda. Como se aburría
salió a la calle y se puso a mirar
las portadas de las revistas del
kiosco con tanto interés que se
olvidó de su abuela. Esta, al no
verlo, pensó que se había vuelto
a casa y se marchó. Cuando
el niño volvió a entrar en la
tienda resultó que se encontraba
dentro una señora que
vestía igual que su abuela y
además se parecía mucho, y al
verla de espaldas Abraham las
confundió. La señora salió y el
niño se fue detrás. Como veía
que no iban hacia casa empezó
a preguntar: «Abuela, ¿qué
pasa? ¿Dónde vamos?» Cuando
ya lo había preguntado varias
veces la señora se volvió y
le respondió: «Niño, tú no sé, pero
yo me voy a mi casa». Avergonzado,
Abraham corrió como
alma que lleva el diablo.

Marie Claire, Marie Claire…

Autor: padresycolegios.com

Alejo y Ana acompañaron a su familia
al modista. Como se aburrían la encargada
los dejó salir al jardín interior de la
tienda. Lo que no sabía la dependienta
es que en el patio había una manguera.
A los pocos minutos entra Ana empapada
de arriba abajo y cantando un slogan
de la televisión: «Marie Claire, Marie
Claire, un panty para cada mujer».

EDUCAR CON…cine cómico mudo

Sábado por la tarde.
Llueve. En la TV sólo
ponen películas para
educar asesinos en serie
o acosadores familiares.
Y está harto de
los DVD de dibujos
animados. Pruebe con
algo «nuevo»…

Autor: padresycolegios.com

LA QUIMERA DEL ORO
The Gold Rush (USA, 1925). Int: Charles Chaplin, Mack Swain, Georgia Hale. Dir: Charles Chaplin.
Una de las características del cine cómico mudo era que estaba hecho para que lo entendieran todos los públicos, de todas las naciones y de todas las edades, supieran el idioma que supieran. La quimera del oro es un ejemplo clásico: tras 80 años la puede disfrutar cualquiera.

EL COLEGIAL
College (USA, 1927). Int: Buster Keaton, Anne Cornwall, Flora Bramley. Dir: James W. Horne (y Buster Keaton).
Un cerebrito saca las mejores notas, pero no consigue que la chica de turno se fije en él, obnubilada por los músculos de los deportistas. Así que decide apuntarse a un deporte, pero parece que ninguno se le da bien. Lo de siempre, dirán ustedes, aunque en 1927 el argumento estaba bastante menos manido. Y sería lo de siempre, pero con uno de los mejores cómicos de la historia al frente.

EL HOMBRE MOSCA
Safety Last! (USA, 1923). Int: Harold Lloyd, Mildred Davis, Bill Strother. Dir: Fred C. Newmeyer y Sam Taylor.
Un anodino comerciante organiza una exhibición promocional en la que un «hombre mosca» trepa por un edificio. Pero las circunstancias obligan al comerciante a trepar él mismo por el edificio. Un divertidísimo clásico.

MI TÍO
Mon Oncle (Francia, 1958). Int: Jacques Tati, Jean-Pierre Zola, A. Servantie. Dir: Jacques Tati.
La última gran película «conceptualmente» muda hasta el momento: una moderna familia se ve obligada a soportar a un familiar chapado a la antigua, que valora las tradiciones del pueblo por encima de las modas. El problema es que el niño prefiere a su tío…