Cuando esperamos a nuestro bebé

Cuando pensamos en un bebé, sabemos que “no habla” pero puede comunicarse de muchas maneras… Todos pensamos que comenzará a hablar “a su debido momento”, como si alguna información guardada en los genes se disparara y comenzara este largo y complejo proceso como el dominio del lenguaje. En realidad lo que heredamos es la “potencialidad de hablar” y para que esto se despliegue hace falta “seres humanos afectuosos” alrededor del bebé que pongan palabras a sus primeras señales de comunicación y a sus acciones.

Es decir que un vínculo afectivo sólido es la clave para que el bebé aprenda a comunicarse primero y a hablar, después. Aunque esto también vale para muchos otros aprendizajes.

Un bebé humano no puede sobrevivir sin los cuidados y el afecto de sus seres queridos. Antes de el niño comience a balbucear las primeras palabras como las entendemos la mayoría de los hablantes, los pequeños se comunican de muchas formas, la primera de ellas el llanto y los adultos vamos interpretando el mismo hasta distinguir cuando “llora de hambre” O “llora porque quiere que lo cambien” “ o bien “llora porque esta aburrido”. Agita sus brazos y piernas porque está contento o quiere llamar tu atención, sonríe cuando alguien le hace gracias frente a su carita, mira asombrado ante algún ruido sorpresivo…

Interpretar las reacciones y el por qué de su llanto o sus movimientos es la vital para establecer las primeras bases de la comunicación con el bebé.

Solo si las bases de la comunicación se han establecido, los niños comenzarán a balbucear y luego a hablar tal como lo hacen a su alrededor, los adultos que lo cuidan y se vinculan afectivamente con él.

El vinculo emocional con sus papás desde que nacen es fundamental para el desarrollo de sus conexiones cerebrales en relación con la adquisición del lenguaje. Las respuestas positivas que recibe el bebé de los adultos, favorecerá que esa comunicación primigenia y rudimentaria se vaya especializando y complejizando cada vez más.

Si observamos a adultos comunicándose con sus bebés, observamos lo que se ha dado en llamar el “baby talk”, es decir una voz melódica, casi cantada, un tanto aguda, poniendo énfasis en algunas palabras sobre otras. Poner palabras a las rutinas de cuidado y relación diaria mejorará las posibilidades de aprendizaje y comunicación del bebé.

Durante el primer año de vida, los intercambios y la comunicación entre la madre y su bebé son exclusivamente pre-verbales y se apoyan en la habilidad para “interpretar” las necesidades y emociones de su bebé (empatía) y en la imitación de las expresiones faciales; esto promueve un “diálogo” que influye en el desarrollo del pequeño. La información que le llega, a partir de los cuidados que le prodigan sus padres, favorecerá el despliegue de sus potencialidades y propiciará el desarrollo de su madurez cerebral.

“El ser humano nace con un sistema nervioso que necesita desarrollar y madurar, y con una mente que debe estructurarse. El afecto será la chispa que encienda, conecte y despliegue todas sus posibilidades biológicas, emocionales y cognitivas a partir de los primeros intercambios”. Así vemos la importancia de los primeros intercambios emocionales con sus padres, que tendrán la función más importante de todas, la de “humanizar” al bebé, ayudándole a desarrollar su lenguaje y a organizar sus pensamientos “El desarrollo de un niño está sujeto no sólo a las leyes naturales que rigen la evolución, sino también al elemento organizador que promueve el vínculo con sus padres. La comunicación pre-verbal juega un papel clave en el desarrollo cognitivo, la comunicación y la integración socio-emocional del niño”

“La mayor parte de los intercambios en este diálogo bebé-adulto están basados en procesos inconscientes que escapan al control racional de los padres. La respuesta que los adultos ofrezcan a las primeras manifestaciones favorecerá el despliegue y la riqueza de nuevas formas de comunicación. Esto es lo que se conoce como ilusionar a un bebé, es decir, que comprenda que cada manifestación suya provoca una respuesta en los otros y que erá respondida inmediatamente y de la manera adecuada. Así irá desarrollando la confianza en los adultos que le cuidan y esto, a su vez, alimentará su deseo de conectar con ellos y enriquecerá sus recursos para comunicarse”.

De 0 a 8 meses. El descubridor
Cómo se expresa: carece de intención comunicativa, es decir, no tiene una idea en mente para comunicar. El llanto es una de las primeras formas de expresión. Sonríe y devuelve la sonrisa a alguien que lo mira expectante o con alegría y emite sonidos de placer o de molestia (vocalizaciones y balbuceos). Más adelante, moverá sus manos para coger un objeto o extenderá sus brazos para dirigirse a un adulto. Cambia el volumen y tono de su voz; puede tratar de imitar un sonido o alguna expresión facial del adulto que tenga en frente.

Qué comprende: responde al tono de la voz del adulto, pero no comprende las palabras. Comienza a reconocer rostros, objetos, voces y sonidos con los que se relaciona habitualmente. Comprende gestos sencillos (si mamá le extiende los brazos, es posible que él extienda los suyos para que lo alcen) y anticipa lo que sucederá a continuación en una rutina cotidiana o algún sonido que le resulte familiar (como el agua de la bañera, que asociará al baño).

De 8 a 13 meses. El comunicador
Cómo se expresa: a los 8 o 9 meses, los bebés dan un salto cualitativo muy importante, despliegan la intencionalidad comunicativa. Coincide con una maduración cortical y con el hecho de haber establecido una confianza con el adulto. No expresa ninguna palabra “comprensible”, pero tiene una idea en mente y envía mensajes “comprensibles” para los adultos que tienen contacto habitual con él. Señala, triangula (atención conjunta) la mirada entre el adulto y el objeto que quiere, y puede seguir el interés de otros (puede mirar donde el adulto señala o mira). Protesta, mueve sus manos para saludar o despedirse, emplea vocalizaciones y balbuceos más complejos y parecidos a los de su lengua materna.

Qué comprende: primero, las cosas que suceden en las rutinas cotidianas y más adelante, el lenguaje que se repite una y otra vez durante las mismas. Esto es fundamental porque lo primero que se desarrolla es la comprensión del lenguaje y más tarde comienzan a aparecer balbuceos que intentan imitar las palabras que comprende.

De 12 a 18 meses. Palabras-frase
Cómo se expresa: la primera palabra es un momento muy especial. La reacción que percibe el bebé de su alrededor le alienta a seguir intentándolo. Las primeras palabras pueden “parecerse” poco a la forma que tienen en el lenguaje adulto y son mejor comprendidas por las personas que habitualmente están con ellos.

Los niños usan una sola palabra para expresar muchas cosas: “oche” puede significar que quiere un coche, que se ha roto el coche o tantas cosas que solo en la situación puede ser comprendida por el adulto.Qué comprende: aumenta su nivel comprensivo de las palabras que escucha en las situaciones cotidianas. Puede señalar cosas o personas cuando se lo piden y comprender &#2
43;rdenes sencillas, sobre todo, si se relacionan con sus hábitos diarios o son acompañadas por señalizaciones.

De 18 a 24 meses. Combinaciones de dos palabras
Junta dos palabras, pero sin nexos, artículos, preposiciones o verbos, es decir, sin una estructura gramatical semejante a la del adulto. Por ejemplo: coche papá. Estas combinaciones también deben ser descifradas en el contexto porque podrán tener muchos significados, vamos en coche, ¿dónde está mi coche?

De 24 a 36 meses. Oraciones simples
Poco a poco, estas frases sencillas serán cada vez más complejas con los elementos que los adultos empleamos en nuestro lenguaje coloquial y podrán sostener conversaciones cada vez más largas.

La Psicomotricidad, una forma de educar bien

Muchas personas piensas que está de moda; pero la psicomotricidad no es cuestión de modas; igual que no lo es el andar, entender, relacionarse o aprender todos los días cosas nuevas. Y esos son sólo unos pocos de los aspectos que desarrolla esta disciplina, fundamental en la vida de las personas y que debe empezar a aplicarse en los niños desde que son unos bebés.

El concepto de psicomotricidad no está claramente definido, puesto que poco a poco se incluyen más actividades y se va extendiendo a nuevos campos. Al principio eran un conjunto de ejercicios utilizados para corregir alguna debilidad, dificultad o discapacidad, pero hoy en día ocupa un lugar destacado en la educación infantil, sobretodo en los primeros años de la infancia, ya que existe una gran interdependencia entre los desarrollos motores, afectivos e intelectuales.
“El beneficio que la psicomotricidad puede aportar en la Escuela y tanto en la infancia como en la adolescencia es muy grande y en cualquier tipo de dificultad, problema o patología; ya que siempre están afectados los principales parámetros psicomotores: tono, espacio (lateralidad), tiempo y memoria con el nexo común de la relación psicoafectiva” asevera Lina Rubio, fundadora y creadora de la Escuela Internacional de Psicomotricidad, que es pionera en España.

La psicomotrocidad es fundamental en el desarrollo evolutivo del niño, y por eso, las actividades relacionadas con esta materia, ocupan gran parte de la educación que el niño recibe.
“En nuestra guardería, los niños con los que trabajamos tienen de 0 a tres años, damos clases de psicomotridad todos los días de la semana durante media hora y, después, hay cinco minutos de relajación”, afirma María Martín Garcia- Abril, profesora de Educación Infantil y que lleva dando clase de psicomotricidad tres años.

Ladillo: Teoría y práctica de la psicomotricidad
Dentro de esta disciplina se pueden diferenciar dos tipos de ejercicios: los motores y los perceptivos. Los primeros son una serie de ejercicios que se le presentan al niño donde él, a modo de juego, interactúa con el medio y con los materiales que se le presentan; y los perceptivos se engloban en un método en los que la profesora dirige una clase cuyo fundamento es el juego con unos objetivos a alcanzar, y estos objetivos son la búsqueda del conocimiento corporal y del entorno.
“Nosotros utilizamos la metodología del programa motor, que opta por el juego dirigido, donde la profesora organiza, propone y vigila, con el propósito de lograr el aprendizaje de los niños y obtener una serie de beneficios. Así, desarrollamos unos aspectos como el físico, donde se incluye la motricidad gruesa o fina. Al estimular la motricidad gruesa ayudamos a que coordine mejor y que conozca su cuerpo, y se realizan ejercicios como hacerles gatear, arrastrase, andar… y la fina es la que aglutina una serie de actividades que necesitan un elevado nivel de coordinación.

El segundo aspecto que se desarrolla es el cognoscitivo, que es el que desarrolla el tamaño y forma de las cosas y soluciona los problemas entre otras variantes; el tercero hace referencia a los aspectos sociales, en el que los bebés aprenden a relacionarse y respetarse; y por último los emocionales, en los que se les enseña a ordenar las emociones y la autoestima, entre otras muchas cosas” nos explica María Martín.

A través de la psicomotricidad se puede estimular y reeducar los movimientos del niño y para ello es muy importante que se realicen las actividades apropiadas y con gente lo suficientemente formada.

“Está claro que hay que fomentar este tem, pidiendo a los profesionales que trabajan con estas disciplinas y que se formen en ellas seriamente.

Sólo es con una buena formación como se pueden afrontar dichas dificultades. Y como siempre, tener claro que debemos abordar la globalidad del individuo, es decir: lo físico, psíquico, social y cognitivo” afirma Lina Rubio

Objetivos de la psicomotrocidad:

• Motivar la capacidad sensitiva a través de las sensaciones y relaciones entre el cuerpo y el exterior (el otro y las cosas).
• Cultivar la capacidad perceptiva a través del conocimiento de los movimientos y de la respuesta corporal.
• Organizar la capacidad de los movimientos representados o expresados a través de signos, símbolos, planos, y de la utilización de objetos reales e imaginarios.
• Hacer que los niños puedan descubrir y expresar sus capacidades, a través de la acción creativa y la expresión de la emoción.
• Ampliar y valorar la identidad propia y la autoestima dentro de un grupo.
• Crear una gran seguridad al expresarse a través de diversas formas como un ser único.
• Crear una conciencia y un respeto al espacio de los demás.

Los probióticos y la protección

El sistema inmunitario es el encargado de defender y proteger nuestro cuerpo de una amplia variedad de agentes externos patógenos (dañinos) que nos rodean.

¿Qué es el sistema inmunitario?
Es un conjunto de células y órganos que, mediante diversos mecanismos, protegen al cuerpo de las infecciones. Durante el primer año de vida, el sistema inmunitario del bebé está todavía en proceso de maduración. Esto le hace estar menos preparado que los adultos para combatir las posibles infecciones.

¿Cuándo se empieza a desarrollar ?
La colonización bacteriana comienza nada más nacer y las defensas se van desarrollando durante el primer año de vida.

¿Qué son los probióticos?
Los probióticos, entre ellos los bífidus, son unas bacterias beneficiosas que ejercen un efecto positivo sobre la salud y el bienestar de las personas al mejorar el equilibrio de la flora intestinal.

¿Qué efecto tienen los bífidus sobre el sistema inmune?
Ayudan a mantener una flora intestinal saludable, manteniendo el equilibrio entre las bacterias beneficiosas y las perjudiciales, evitando que predominen estas últimas. También refuerzan el sistema inmunitario y ayudan a regular el tránsito intestinal, reduciendo los posibles casos de diarrea o estreñimiento en el bebé.

¿La leche materna tiene probióticos?
Se ha comprobado que la leche materna tiene probióticos, entre ellos las bifidobacterias. Por tanto, los bebés alimentados con leche materna tendrían una flora intestinal más rica en bifidobacterias, y por ello un sistema inmune más fuerte y protegido frente a infecciones.

¿Y que pasa si alimento a mi bebé con una leche de inicio?
En la actualidad, existen fórmulas de inicio en el mercado con bifidobacterias (bífidus) similares a la leche materna. Así, los bebés alimentados con estas fórmulas podrán beneficiarse de los efectos positivos de los bífidus y, al igual que los bebés alimentados con leche materna, reforzar sus defensas naturales.

La introducción de la alimentación complementaria, ¿Puede afectar el equilibrio de la flora intestinal?
El momento de introducción de la alimentación complementaria es crítico para el lactante, ya que el número de bacterias beneficiosas de su intestino puede verse disminuido por la introducción de bacterias no deseables con los alimentos y por las propias características físicas de los mismos. En esta etapa, también es importante que siga protegido; por ello, algunas papillas de cereales han sido enriquecidas con bífidus activos

¿Cómo elegir los zapatos adecuados?

Entre el primer y el cuarto año de vida, el pie del niño aumenta anualmente dos tallas y pasa por distintas etapas. ¿Cómo saber que lleva el zapato que más le conviene?

Todos los pediatras están de acuerdo en que utilizar un calzado adecuado desde los primeros años de vida es fundamental para el correcto desarrollo del pie. Evitar futuras deformaciones y problemas, que posteriormente puedan afectar a la salud del niño, está en nuestra mano. En esta primera etapa, se deben evitar francesitas o mocasines que obliguen al niño a esforzarse en exceso al caminar. Conviene decantarnos por materiales naturales como la piel o la tela que permiten transpirar al pie y no abusar de las deportivas ya que favorecen la sudoración.

Cuestión de talla

En los primeros años, los pies de los niños son blandos y flexibles por lo que es importante usar un calzado apropiado y de la talla correcta, que evitará que el niño adopte posturas forzadas. Un zapato demasiado grande no soporta suficientemente el pie, mientras que uno pequeño lo comprime obstaculizando su crecimiento.

Debe haber una distancia mínima entre el dedo gordo del pie y la puntera de 6 milímetros o el equivalente al pulgar de un adulto. El ancho también es importante para que los dedos no queden comprimidos. Una prueba es pellizcar el costado del zapato en la parte más ancha sin tocar el pie del niño.

Los expertos recomiendan medir cada tres meses el pie para comprobar que la talla que usa el niño es la correcta, ya que si se le han quedado pequeños y le molestan no lo dirán. Una forma es tratando de mantenerlos con el pie completamente apoyado encima de una hoja de papel y dibujar su contorno.

Otros factores

Es importante que el zapato proporcione una distribución adecuada del peso del cuerpo sobre el suelo, dando espacio para que los dedos queden bien extendidos y paralelos. El calzado debe ofrecer protección y seguridad, por lo que hay que comprobar periódicamente su estado ya que se deforma con el uso. Puede ocurrir que la suela no se desgaste uniformemente, lo que puede perjudicar el crecimiento del pie e incluso afectar a la columna vertebral.

Zapatos para bebés

Conviene que un bebé utilice zapatos de tela o lona con suela delgada y flexible, nunca zapatos de caña alta. En cualquier caso, no debemos olvidar que en esta etapa el calzado es realmente un complemento, y el bebé hasta los 7 u 8 meses como mejor está es con los pies descalzos o con calcetines de hilo, lana o algodón. Siempre se deben evitar los materiales acrílicos.

Gateo

Cuando el niño empieza a gatear es cuando los pies necesitan la mayor libertad posible para adquirir el control de los movimientos. Por eso, deben estar adecuadamente protegidos con un calzado con suela flexible, antideslizante y con puntera reforzada para facilitar el gateo.

Primeros pasos

La transición del gateo a los primeros pasos depende de cada niño. Al principio es normal que deambule de un lado para el otro, ya que la coordinación de movimientos se adquiere lentamente.

Cuando el niño comienza a caminar es fundamental un calzado que se ajuste a sus nuevas necesidades. Las suelas deben ser sólidas, gruesas y antideslizantes, aunque a la vez tiene que dejar al niño libertad de movimiento y ha de ser ligero y flexible para acompañar la flexión fisiológica del pie. Asimismo, la estimulación en la planta del pie favorece un desarrollo sano y equilibrado. En esta etapa, por tanto, el zapato tiene una doble función. Por un lado, el pie debe estar protegido sin estar apretado y, por otro, es importante ayudarlo a que adquiera sensibilidad y equilibrio a cada paso.

En cualquier caso insistimos que, tampoco en esta etapa, conviene tener cazado a un niño todo el día. Es conveniente que camine descalzo por terrenos de desnivel como playa, césped o arena ya que este ejercicio estimula la planta del pie y tiene un efecto tonificante sobre ella.

A partir de tres años

A partir de los tres años el niño comienza a moverse de forma autónoma, y su pie experimentará un rápido crecimiento. Algo que obligará a cambiar los zapatos cada tres o cinco meses. Si tiene la impresión de que es difícil ponerle los zapatos a su hijo, asegúrese de que sigan siendo adecuados para la longitud del pie. Suele ser la señal de que ha llegado el momento de cambiar de número. Asimismo, controle cómo camina el niño verificando eventuales desviaciones del eje de la rodilla.

Evitar problemas

  • Es importante observar al niño mientras juega o camina para detectar posibles anomalías.
  • Conviene consultar a un pediatra periódicamente, ya que sólo el especialista podrá hacer un diagnóstico adecuado y plantear la solución oportuna.
  • Las uñas de los pies hay que cortarlas con sumo cuidado para evitar problemas de encarnamiento.
  • El uso de calzado de mala calidad favorece también este problema, ya que los pies no transpiran correctamente y el tejido que rodea la uña puede reblandecerse.
  • Cada niño imprime al zapato su propia forma de caminar y lo deforma de un modo diferente. Por eso, nunca deben pasarse los zapatos de uno a otro.

Talla según la edad

nº16 0-3 meses
nº17 4-6 meses
nº18 6-8 meses
nº19 8-10 meses
nº20 10-12 meses
nº21 18-24 meses
nº22 24-36 meses
nº23 +de 3 años

Elige el mejor juguete para esta Navidad

Dentro de poco los padres se tendrán que plantear la misma pregunta de todos los años, ¿cuál es el juguete más adecuado para esta Navidad? Todos quieren que sus hijos disfruten, pero también que a través del juego puedan desarrollar una serie de habilidades y destrezas que no siempre se tienen claras cuando llega la hora de comprar. ¡Nosotros te ayudamos!

En poco tiempo, los catálogos de las tiendas de juguetes empezarán a llegar, y los más pequeños de la casa comenzarán a hacer la lista de lo que quieren. Los padres deben estar preparados ya que, en ocasiones, no son conscientes de cuáles son los mejores, y el deseo de hacer felices a sus hijos prima sobre cualquier cosa. Pero hay que tener clara una cosa, y es que juego y aprendizaje van de la mano y hay juegos que saben fomentarlo y otros no. Sólo hay que seguir unas pautas para saber cómo identificarlos.

Para acertar

“La primera pregunta que se deben hacer los padres para elegir bien es, ¿se divertirá con él? y, después de un tiempo, ¿le seguirá divirtiendo y mantendrá su interés? Creo que esta es la pregunta clave que se le ha de exigir a todo juguete para tener éxito. Los propios envases o instrucciones de los juguetes nos informan de sus posibles aportaciones pedagógicas. Pero hemos de saber, que todo juguete bien concebido puede aportar importantes estímulos para el desarrollo infantil. No sólo los juguetes tradicionalmente catalogados como didácticos sirven para aprender, sino que también una bicicleta o una pelota pueden ser excelentes recursos para desarrollar la coordinación de movimientos, un peluche para el desarrollo afectivo o una muñeca para el aprendizaje de roles familiares y sociales”, afirma Maite Romero Berenguer, doctora en Psicología y miembro del Departamentote Pedagogía-Producto del Instituto Tecnológico del Juguete, (AIJU).

También hay que tener en cuenta que la publicidad juega un papel muy importante y muchas veces, los niños se dejan llevar por las primeras impresiones. Desde iCmedia, la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de los Medios, afirman “que lo primero a lo que hay que aludir es a la responsabilidad social de la publicidad. No podemos olvidarnos de que uno de los objetivos de la publicidad es transmitir cultura y contribuir a crear valores. Éstos pueden ser positivos: solidaridad, valores familiares, uso responsable de recursos naturales… Pero también pueden ser negativos: fomento del consumismo, creación de estereotipos, entre otros. Con esto, hay que tener especial cuidado por la delicada situación que atravesamos”, afirma María Muñoz del Guayo, directora de iCmedia.

No debemos dejar pensar que el niño es niño, y que querrá tener lo que su amigo tiene o lo que está de moda; no querrá sentirse diferente. Y en muchos casos, esos juegos no son los mejores, ni los más adecuados y, además, suelen tener un precio elevado.

Debemos conocer a nuestros hijos para saber cuáles son sus gustos y hacer que disfruten y desarrollen sus habilidades. No hay que dejar que se lleven por modas o catálogos que sólo llevan juegos que desecharán al primer día, ya que estas peticiones vienen determinadas por los constantes mensajes de las marcas comerciales en televisión.

Para acertar, desde Imaginarium recomiendan fijarse siempre en los gustos de los niños. Ellos muestran preferencias desde muy pequeños que los padres tienen que identificar para dar con el juguete que más le gustará a su hijo. Además, aseguran, tenemos que tener en cuenta su edad y nivel de desarrollo para que el juguete elegido se adapte a las habilidades y destrezas que necesita desarrollar en ese momento y el niño no rechace el juguete. Por último, aseguran que los padres son los encargados de elegir los valores humanos y pedagógicos con los que quieren que sus hijos crezcan, por lo que los deseos del niño hay que complementarlos con aquellos juguetes que trasmitan los valores que ellos consideren más adecuados para el crecimiento de sus hijos como personas.

Un claro ejemplo de juguetes que transmiten valores positivos son Makedo y ItsImagical Beep-Beep Airport, ambos de Imaginarium. El primero es perfecto para aprender a reciclar y fomentar la creatividad y el segundo favorece la coordinación, ya que con los personajes identificarán las personas y objetos de su entorno.

Debemos aprovechar la Navidad para elegir los productos más adecuados para los pequeños. La infancia es un periodo muy corto y su futuro vendrá determinado por las experiencias que vivan durante esos años.

Nueva vacuna frente al neumococo

“La nueva estrategia preventiva frente a neumococo, con una cobertura más amplia, implantada por ejemplo en Madrid, permitirá evitar más del 80 por ciento de las infecciones graves en la infancia, lo que se traducirá en la reducción de la incidencia de enfermedades tan graves como meningitis, neumonía, bacteriemia/sepsis, etc.”, ha afirmado el profesor Juan José Pizaco, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid.

Esto es lo que se desprende del estudio Heracles, que evalúa prospectivamente las hospitalizaciones por enfermedad invasora en niños menores de 15 años en esta Comunidad. Hasta la fecha más de 500 niños hospitalizados han sido evaluados, que supone aproximadamente 170 casos al año.

Más información: www.redheracles.net

¡Camisetas que cobran vida!

La primera llave para entrar en el mundo Artoons son las camisetas Artoons. Con ellas, y sólo con ellas, al ponerse frente a la webcam del ordenador puedes dar vida a los simpáticos Nitaboo, Palook, Watoon y Pinook. Hay cuatro camisetas distintas, cada una de ellas interactúa con un personaje diferente.

Están especialmente diseñadas para niños de 2 a 5 años, para que jueguen y aprendan con los personajes. Las animaciones son dinámicas, divertidas, con música y responden a los movimientos de los niños, que también tendrán que activar con sus gestos las peripecias de los personajes.

Más información: http://elblogdeartoons.blogspot.com/

Ciclo bebés

Un gran juguete pone en marcha el tiempo escénico y musical en ¡Ahora! un espectáculo para bebés a partir de 6 meses que Tyl Tyl representará el próximo día 5 de diciembre.

En otra de las funciones del Ciclo Bebés que ha diseñado esta compañía teatral, En el jardín, un actor con su imagen e interpretación va contando a los niños asistentes el sorprendente universo de un jardín. Por su parte, la compañía Katarsis representará el día 26 en Vitoria ¡Grande más Grande!, un espectáculo visual para la primera infancia. Una historia de grandes y pequeños que se podrá ver en A Coruña.

Más información: www.tyltyl.org

¿Por qué no funciona el cachete? Alternativas al uso del castigo físico con los hijos

El cachete, el azote y la bofetada son formas de castigo físico frecuentes y ampliamente aceptadas por los padres para corregir y controlar a sus hijos. Expresiones cotidianas como “a mí me dieron un cachete y no me ocurrió nada”, “más vale un azote a tiempo”, “o a veces es necesaria una bofetada” reflejan la normalidad con la que se percibe el uso del castigo corporal.

Pero este tipo de comportamientos, ¿son realmente eficaces?, ¿hay ocasiones en las que son imprescindibles?, ¿no usarlos significa permisividad y falta de control y de normas?

Sobre la eficacia del castigo físico

Aunque el castigo físico puede disuadir al menor de manera inmediata, sabemos que su uso no es recomendable por diferentes motivos. En primer lugar, el azote o la bofetada enseñan al menor que la agresión es una forma aceptable de conseguir los objetivos y de modificar el comportamiento de los demás. Por ello, si un niño ha recibido castigo corporal es más probable que responda con una agresión al propio padre o a sus compañeros o amigos. Por otra parte, el castigo es percibido a menudo como injusto y arbitrario por parte de los hijos, lo cual hace más probable que el menor se muestre progresivamente más desafiante con la autoridad. Dado que el efecto inmediato del castigo físico es habitualmente la obediencia del hijo, es probable que los padres tiendan a emplearlo en el futuro en perjuicio de la utilización de otras estrategias alternativas igualmente eficaces pero que requieren de mayor autocontrol.

Por esta razón, muchos padres tienden a depender de este método disciplinario con el riesgo de que escale hacia conductas cada vez más severas. Además, los menores se acostumbran con rapidez al cachete o al azote, razón por la cual éstos resultan cada vez menos efectivos y los padres tienen que incrementar su frecuencia e intensidad progresivamente para lograr los efectos iniciales. Finalmente, el castigo corporal no ayuda a que el niño entienda e interiorice el mensaje y el razonamiento que se le intenta trasmitir, sino que, más bien, le enseña a no comportarse de determinada manera sólo en presencia de las personas que aplican el castigo.

En definitiva, dar un cachete o un azote tal vez requiera menos esfuerzo y autocontrol por parte de los padres que aplicar otras estrategias de disciplina parental. Sin embargo, en el mejor de los casos, no resulta efectivo para corregir el mal comportamiento de los hijos y, como hemos señalado, en no pocas ocasiones puede ser contraproducente.

Alternativas al castigo físico

Algunos padres creen que prescindir del cachete o la bofetada equivale a una excesiva permisividad o a que sus hijos no aprendan a respetar a la autoridad. Sin embargo, estas son creencias erróneas. Los niños, durante su desarrollo, necesitan en numerosas ocasiones ser supervisados y corregidos. Prescindir del castigo físico no significa falta de disciplina, de supervisión o de control. La experiencia de muchos padres y educadores, así como los resultados de numerosos estudios científicos, demuestran que existen otras muchas estrategias más eficaces para corregir y controlar el comportamiento de los hijos de todas las edades.

Cuando se hace necesario aplicar un castigo, se recomienda el empleo de castigos moderados no físicos como la retirada de un permiso o privilegio durante un periodo de tiempo (por ejemplo, quedarse sin salir de casa, sin ver la tele, sin su juguete favorito, etc.). También se puede hacer que el niño lleve a cabo alguna tarea o comportamiento como una forma de arreglar lo que ha hecho mal (por ejemplo, limpiar la comida que ha derramado, pedir perdón o pagar con sus ahorros el jarrón que ha roto). Estas estrategias tienen como objetivo corregir las consecuencias externas de las conductas indeseadas además de permitir que se practiquen y aprendan los comportamientos adecuados e incompatibles con los que se quiere corregir.

Por esta razón, conllevan una función educativa no presente en otros tipos de castigos más severos. También pueden emplearse reprimendas verbales (hasta los niños más pequeños entienden el tono de una reprimenda) o el uso del bloqueo físico (por ejemplo, retirar al niño de un enchufe cuando se acerca a introducir los dedos).

Igualmente, puede ser útil el empleo del tiempo fuera, sacando al niño del contexto en el cual se ha comportado mal por un periodo de tiempo determinado (le sentamos en un silla o le enviamos a su habitación) para que pueda calmarse, reorientar su atención y redirigir su comportamiento. Para que sea efectivo se requiere que el lugar al que se envía al niño sea aburrido y neutral y que el aislamiento se acabe sólo cuando se haya tranquilizado. Esta técnica funciona bien para niños desde 18 meses y es especialmente eficaz para corregir rabietas, llantos, gritos y agresiones.

Más allá de los castigos, el manejo que los padres hacen de su atención es de gran relevancia. No es recomendable ignorar a los hijos cuando éstos se comportan bien y prestarles atención sólo cuando se están comportando mal. Por otra parte, puede ser también importante ignorar comportamientos negativos leves con el objetivo de extinguirlos.

Tan importante como corregir el comportamiento inadecuado es recompensar lo que el niño hace bien. Las recompensas de tipo social como el elogio y la aprobación verbal, así como las expresiones no verbales (por ejemplo, una sonrisa o un gesto) o el contacto físico son formas muy efectivas para enseñar al niño a comportarse adecuadamente.

Educar sin pegar

En definitiva, el control y la disciplina parental son imprescindibles en la educación de los hijos. Partiendo de este hecho, creemos que siempre existe una alternativa mejor al castigo físico. Estas alternativas incluyen el razonamiento, la comunicación y el apoyo, prestar atención y proporcionar recompensas cuando el niño se comporta bien, el uso de castigos no físicos cuando sean necesarios (tiempo fuera, pérdida de privilegios, etc.) y la necesidad de establecer límites y normas desde edades muy tempranas.

Direcciones relacionadas

  • Estudio reciente sobre la prevalencia y consecuencias del castigo físico en España.

http://www.psicothema.com/psicothema.asp?id=3762

  • Artículo “Los niños españoles todavía se educan con el azote”

http://www.elmundo.es/elmundosalud/2010/11/15/psiquiatriainfantil/1289817023.html

  • Artículo “El cachete duele, pero no funciona”

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/cachete/duele/funciona/elpepisoc/20101117elpepisoc_1/Tes

  • Artículo “Educar sin pegar”

http://blogs.elpais.com/mamas-papas/2010/11/educar-sin-pegar.html

Navidad, algo más que luces y regalos

La Navidad para los bebés debe convertirse en un momento especial con mamá y papá para aprender cosas los más pequeños y para que los mayores descubramos cuáles son sus sueños. Aprovechemos las próximas fiestas para crear vínculos familiares más estrechos por medio del tiempo tan especial que compartimos más allá de las luces y los regalos.

En Navidad la atmósfera se transforma y aunque nuestro hijo sea muy pequeño seguro que ya puede respirar ese aire mágico de los últimos días de diciembre y de los primeros días de enero. Sólo es necesario tener en cuenta los ritmos y exigencias de los bebés para disfrutar las fiestas a tope en familia.

Y aunque los adultos solemos ser perezosos para el juego, una vez en faena tirados sobre la alfombra nos damos cuenta de que nos estamos riendo y disfrutando con los peques, que nos estamos relajando y olvidando de los problemas, que estamos siendo nosotros mismos, compartiendo unos momentos irrepetibles con los seres queridos. Por eso a veces hay que “perder tiempo” para intentar ver la navidad desde los ojos del bebé y “ganar tiempo” y jugar con nuestros hijos esos ratitos extra que nos permite la Navidad y que son ya de por sí un buen regalo para pedir a los Reyes Magos y para que se multipliquen para 2011.

Desde el nacimiento los bebés percibirán los estímulos de las luces y el ambiente de nerviosismo y de que “algo pasa” en Navidad, por lo que será muy importante mantener horarios de sueño y comida sobre todo para alejar de ellos todo el estrés posible. Lo ideal sería mantener intactas las costumbres en la medida de lo posible y por ejemplo, rechazar ir con un bebé de meses de una casa a otra durante las fiestas.

Precauciones

Otras medidas a tener en cuenta serían por ejemplo, evitar disfraces si el bebé es menor de dos años y comprender que es normal que se asuste ante Papa Noel u otros muñecos, objetos como pelucas o vestimentas raras o personajes navideños. Si la casa de repente se llena de gente a lo mejor el pequeño también se asusta y no es recomendable obligarle a sonreír o besar a los abuelos u otros familiares si no se siente seguro. Poco a poco el bebé se soltará y será un ser más social. Tampoco es conveniente obligarle a sentarse en las rodillas de los Reyes Magos para entregarles la carta aunque sí lo hagan otros hermanos más mayores.

A la hora de evitar peligros ni que decir tiene también que demasiados regalos bajo el árbol desorientan a los niños, sobre todo si son muy pequeños. Es mejor que ayude o vea como se monta el belén con su pesebre y sus figuritas o el árbol para que empiece a estar familiarizado con ellos.

Poner la decoración fuera de su alcance es básico para evitar accidentes domésticos con bolitas, luces, adornos o figuritas. Asimismo, es recomendable evitar las velas, tener cuidado con los cables eléctricos escondidos y es importante saber que las plantas ornamentales navideñas con las hojas rojas y verdes como la flor de pascua (la ponsetia) son tóxicas si se ingieren. Sucede lo mismo con el acebo y el rusco, cuyas bayas pueden causar naúseas y vómitos.

Adornar la mesa también es un bonito detalle en navidad y con un poco de imaginación puede ser muy estimulante para los bebés y los más pequeños de la casa, pero no olvides recoger frutos secos, palillos o todo aquello que pueda coger en un descuido y pueda traer consigo atragantamientos u otros problemas. Si dormís fuera del hogar, la cuna debe ser apropiada y será más fácil moverse con un bebé menor de seis meses que con uno mayor si decidís pasar la Nochebuena o la Navidad fuera de la casa familiar.

Juguetes y pistas

Para estimular sus sentidos:
Si el bebé no llega al año estimularás su oído en navidad gracias a la música o cantando los típicos villancicos. Enséñale fotos donde reconozca el pesebre, el árbol o los adornos y muéstrale las luces, que le encantarán.

Su tacto y su olfato los puedes estimular acercándole objetos para oler o manipular. Además de los cinco sentidos por los que percibimos el mundo exterior todos tenemos un sexto sentido interno, llamado propiocepción que informa a nuestro cerebro de la posición de nuestros músculos. Es el sentido que indica si el cuerpo se está moviendo así como la posición relativa de diversas partes del cuerpo con respecto a otras. Sin la propiocepción seriamos incapaces de movernos en la oscuridad o percibir la posición de nuestras extremidades. Ayudemos a los bebes a conocer su capacidad muscular. Jugar con luces, sonidos y movimientos será el reto para la próxima navidad.

Para reconocer un mal juguete:
1. No lleva etiqueta CE con la identificación del producto y la empresa.

2. Tiene piezas pequeñas
3. Parece poco resistente
4. No es adecuado para la edad
5. Transmite valones violentos, sexistas o no deseados
6. No estimula la imaginación y el protagonismo del niño
7. Parece poco manejable o con instrucciones poco claras
8. Su envase es engañoso o requiere otros elementos para poder jugar
9. No coincide con los gustos y preferencias de los más pequeños
10. Es sorprendentemente barato o caro o lo ofrecen en comercios sin garantías