¿Qué hacer con los niños especiales?

Una de las principales obligaciones de educadores y padres es descubrir cuanto antes las posibles deficiencias de aprendizajes de los alumnos e hijos para buscar un remedio. Pueden ser de calado o mínimas, pero cuanto más tiempo se tarde en actuar, peores serán las consecuencias no sólo para el aprendizaje de estos alumnos sino, también, para su mejora como persona.

Conviene, pues, en los primeros años de escolarización estar muy atentos. En este sentido es muy importante la información que reciban los padres del comportamiento de sus hijos en el colegio para tomar decisiones. Y al revés. En el fondo, de lo que se trata es de poner todos los medios posibles para ayudar a estos alumnos.

Aunque se ha avanzado bastante en este sentido, todavía muchas escuelas no cuentan con profesionales preparados para afrontar estos casos y tienen que derivar a estos alumnos a gabinetes externos que se encargan de hacer una valoración o seguimiento de cada caso. A los padres y madres habría que advertirles que, en principio, si aparecen problemas de aprendizaje, no deberían dramatizar y pensar ya en lo peor.

Por suerte, gracias a los avances que se han dado, muchos de estos problemas se corrigen con el tiempo, con un método adecuado y con un tratamiento específico. Si aparecen las dificultades, lo peor es mirar para otro lado y pensar que se trata de manías de los profesores o meros despistes sin importancia de sus hijos porque no saben concentrarse, se distraen demasiado o, sencillamente, son así. Como todos los padres quieren lo mejor para sus hijos, si se observa que las cosas no van bien, lo mejor es acudir a un especialista, sin que esto se convierta en una obsesión, pues tampoco resultaría lo correcto acudir a un especialista en cuanto surge un problema. Como siempre, el sentido común es la mejor receta.

Y aunque sea triste reconocerlo, también hay casos de niños especiales que necesitan un trato especial, pues las dificultades que tienen de aprendizaje son graves. Por ejemplo, niños hiperactivos, con déficit de atención o con el síndrome de Asperger. En Madrid hay varios colegios privados dedicados especialmente a este tipo de niños, como son el colegio Areteia o el BrotMadrid. El Areteia, situado en La Moraleja, cuenta con mucha experiencia; el BrotMadrid es un colegio nuevo situado en el bario de La Latina.

Con estos niños, el éxito se mide de manera muy distinta al del resto de los alumnos. Con un tratamiento adecuado, y conociendo bien el diagnóstico, muchos de estos niños salen adelante en los estudios y aprenden a convivir con su enfermedad y a desarrollar su personalidad. Cada uno tendrá una meta distinta, pero con el apoyo de especialistas y con la dedicación de los padres, se cumplen muchos de sus objetivos. Centros como éstos demuestran la necesidad de avanzar en esta dirección: descubrir el problema cuanto antes y darles el tratamiento personalizado y oportuno en el momento justo. Lástima que lo que más falle sea el diagnóstico, asunto que no tiene, por ahora, fácil solución.

¿Problemas de concentración o cuestión de tiempo?

Muchos adolescentes presentan dificultades para seguir el hilo de las explicaciones o pasar del pensamiento abstracto a la acción. Puede tratarse de alguna patología; pero lo más habitual es que esos problemas desaparezcan con el tiempo, ya que los científicos siguen retrasando la edad de la madurez cerebral.

Nadie se asusta de que un niño tenga voz aguda y pequeña estatura hasta que no finaliza completamente su etapa de crecimiento. En estos casos, los estudios científicos fijan con bastante precisión cuándo termina cada fase de desarrollo, pero la propia experiencia también es un indicador válido, ya que estamos acostumbrados a ver los cambios físicos que se producen en los adolescentes. Por eso, cuando se produce cualquier pequeño retraso en el desarrollo, dejamos que el tiempo pase sin mayores preocupaciones.

Sin embargo, las alarmas se suelen activar ante problemas de aprendizaje o dificultades de concentración cuando, en muchos casos, también están íntimamente relacionados con el crecimiento anatómico: exactamente con el desarrollo cerebral.

Madurez a los 30

Hace unos meses, unos investigadores del Institute of Cognitive Neuroscience, perteneciente al University College London, publicaron un artículo (Development of the Selection and Manipulation of Self-Generated Thoughts in Adolescence) en el que aseguraban que los adolescentes y adultos jóvenes tienen dificultades para concentrarse debido a que su cerebro no está todavía plenamente desarrollado. El estudio afirma que la madurez no se alcanza hasta rondar los 30 años de edad, mucho más tarde de lo que se venía admitiendo hasta ahora. En esta investigación, 179 adolescentes y adultos jóvenes realizaron un ejercicio delante de una pantalla de ordenador. El objetivo era medir su capacidad para alternar entre sus propios pensamientos y la concentración en el ejercicio, así como medir la capacidad para ignorar las distracciones que aparecían en la pantalla.

Los resultados indicaron que los cerebros de los adolescentes trabajan de manera mucho menos eficiente que los de los adultos, derrochando una enorme actividad cerebral innecesaria. Junto con esto, la investigación concluyó que la capacidad para pasar de la reflexión abstracta a la concentración, así como la velocidad en hacerlo, sigue desarrollándose durante la adolescencia y mejora con la edad.

Según una de las autoras del estudio, no siempre es fácil para un adolescente prestar atención en clase impidiendo vagar a su mente, o resolver un problema de matemáticas en casa haciendo caso omiso a las distracciones de un hermano menor.

Hay estudios científicos anteriores que confirman la necesidad de que pase el tiempo para que el cerebro se vuelva más eficiente. En uno de ellos, realizado por un equipo internacional de la Universidad de Northwestern, se analizaron los datos de seis amplios estudios previos terminados en los últimos cuarenta años. Los investigadores identificaron a los niños más problemáticos (calificados por sus profesores de antisociales o indisciplinados) durante la etapa de Educación Infantil, y observaron su evolución en los años sucesivos.

El resultado fue que al terminar la enseñanza Primaria esos niños eran estadísticamente iguales a sus compañeros. Los científicos no detectaron relación entre los problemas de conducta en las edades más tempranas y el rendimiento escolar posterior.

Otro de esos estudios que revela la necesidad de que pase el tiempo, elaborado esta vez por el National Institute of Mental Health, analizó el desarrollo cerebral de niños con trastorno por déficit de atención o hiperactividad, mediante técnicas de diagnóstico por imagen. Se estima que alrededor del 5% de los chicos en edad escolar son diagnosticados con este trastorno.

El equipo de investigadores concluyó que los cerebros de niños con hiperactividad se desarrollan con normalidad, pero más lentamente en algunas áreas. Esto explica por qué la mayoría de los chicos con ese trastorno lo superan en la adolescencia o incluso antes.

En el primer estudio citado, del University College London , también se utilizó la técnica de diagnóstico por imagen, y el resultado fue que el cerebro de los adolescentes realiza una actividad muy alta en la región cerebral encargada de actividades como procesar la información, pasar del pensamiento abstracto a la acción, planificar y tomar decisiones. Es decir, su esfuerzo cerebral es mucho más alto que el de los adultos para realizar la misma tarea.

Ante investigaciones de este tipo, muchos se preguntan si no se están “patologizando” comportamientos y conductas que obedecen a una falta de madurez cerebral. Está admitido que después de difundirse mucho las características de un trastorno, se puede producir un exceso de diagnósticos. La consecuencia es que puede haber, aunque no sea demasiado frecuente, niños diagnosticados con trastorno por déficit de atención cuando son más revoltosos de lo normal o padecen otros trastornos. Por esta razón, hay psicólogos infantiles que afirman que los profesores y educadores disponen de herramientas para resolver muchos problemas de conducta, de forma que los niños y niñas que los padecen puedan aprender exactamente lo mismo que el resto de sus compañeros.

Excelencia internacional

Algunos de los mejores alumnos madrileños estrenan este curso el Bachillerato de Excelencia en un céntrico instituto de la capital. Se trata de una iniciativa para diversificar la oferta y restaurar el prestigio en la escuela pública. Repasamos otras estrategias de selección académica emprendidas a nivel internacional.

Marcando frontera entre los castizos barrios de Malasaña y Chueca, en pleno epicentro de la modernidad madrileña, se alza el IES “San Mateo”. Un bloque de ladrillo rectilíneo que la Consejería de Educación ha acondicionado este verano para reconvertirlo en el primer instituto de España que congregue a la flor y nata del alumnado preuniversitario. Allí acudirán a clase 137 chavales (72 chicas y 65 chicos) divididos en cinco grupos, cuatro de Ciencias y uno de Humanidades. Todos con una media de más de 8 en ESO y seleccionados a partir de las 300 solicitudes recibidas desde junio.

El Bachillerato de Excelencia –o “exigencia”, como prefiere llamarlo la presidenta regional Esperanza Aguirre– arranca este curso con el fin de ampliar el horizonte formativo de los estudiantes que más han brillado en su tránsito por la enseñanza obligatoria. Se trata de juntar a los más capaces (o estudiosos) en un mismo espacio y plantearles retos académicos que expriman su potencial como sería imposible hacer en aulas que desplieguen aptitudes y actitudes heterogéneas.

En último término, la intención de la consejería madrileña es diversificar la oferta de la escuela pública, tal y como se ha conseguido con la introducción masiva del bilingüismo en la red de centros de titularidad regional. Y, de paso, devolver al instituto como entidad educativa el prestigio que muchos consideran erosionado tras décadas de igualitarismo a ultranza.

Desde que fuera anunciado en campaña electoral la pasada primavera, el proyecto ha cosechado tantas críticas como elogios. Segregadora para algunos, cargada de sentido común didáctico para otros, la iniciativa nace como experiencia piloto que, en caso de éxito, podría expandirse a partir del próximo año. Bien creando otros centros de élite similares, bien implantando programas específicos reservados a los mejores estudiantes en institutos regulares.

Notas más altas

Esta última opción –acelerar el aprendizaje de los que obtienen notas más altas sin desligarlos físicamente del resto de alumnos de su edad– ha sido puesta en marcha por algunas comunidades autónomas como Galicia, Cataluña o Andalucía. Se trata también del recurso utilizado por varios estados que suelen situarse a la cabeza del mundo desarrollado en las evaluaciones internacionales, caso de Finlandia o Canadá.

Tampoco escasean los sistemas educativos donde, desde hace tiempo, existen centros públicos que filtran a su alumnado a través de estrictos criterios de admisión. En la mayoría de los países anglosajones –cuyas bondades educativas no se cansa de repetir Esperanza Aguirre–, la Pública cuenta con escuelas sólo aptas para estudiantes con calificaciones muy por encima de la media. Las grammar schools británicas atesoran siglos de rigor académico y dura competencia en el acceso. En EEUU, las magnet schools atraen (magnetizan, como su propio nombre indica) a los adolescentes más dotados para la física o las lenguas clásicas, pero también a talentos emergentes en la danza, la interpretación o las artes visuales. Algunas sólo aceptan a un 10 o 15% de las solicitudes que les llegan anualmente.

En el lejano oriente, los alumnos de un buen número de naciones están habituados a luchar por una plaza en los institutos públicos de mayor alcurnia, aquellos que allanan el camino hacia las universidades con más demanda. Así ocurre en China, Japón, Corea del Sur o Singapur. En estos países, resulta común que el pupilo pueda adaptar el currículum general a su propio ritmo de estudio, de manera que no es infrecuente encontrar en la universidad a alumnos aún imberbes.

Y en Europa, Francia alardea de sus lycées d´excellence como la guinda de la Educación republicana, mientras que en los gymnasium alemanes (y en sus réplicas repartidas por toda Centroeuropa) se respira una atmósfera de orgullo, esfuerzo y pasión por el saber.

Gran Bretaña

Concebidas en la Edad Media para enseñar lenguas clásicas, las grammar schools británicas derivaron en la segunda mitad del siglo XX hacia un formato de escuela pública reservado para el 25% de alumnos de 11 años con mejor expediente. Aunque muchas desaparecieron durante la revolución igualitaria de los años 60 y 70, aún existen más de 160 en Inglaterra y casi 70 en Irlanda del Norte. Allí se enseña un currículo de corte académico mucho más exigente de lo habitual. El actual gobierno conservador ha anunciado que impulsará las grammar schools durante su mandato.

Francia

Los 95 lycées d´exce-llence repartidos por todo el territorio galo sólo aceptan a alumnos de Bachillerato que hayan obtenido más de un 17 sobre 20 de media en la Secundaria obligatoria. Otros factores a tener en cuenta en la admisión son la cercanía del alumno al centro y que este destaque sobremanera en un área específica como Lengua o Matemáticas. El 2008, Francia puso en marcha los conocidos como internats d´exce-llence, institutos de régimen interno en los que alumnos destacados de entornos desfavorecidos pueden aplicarse en una atmósfera favorable al estudio.

Alemania

Con uno de los sistemas que diversifica a edades más tempranas, el país germano obliga a sus estudiantes a optar por un itinerario formativo a los 10 o 12 años. Los gymnasium son la crème de la crème del modelo teutón en Secundaria: instituciones con la vista puesta en la universidad que exigen a sus alumnos ocho años de sacrificio académico en un ambiente sumamente competitivo. Se calcula que uno de cada cuatro adolescentes alemanes acude a un gymnasium, siendo su rendimiento medio en el informe PISA uno de los más altos del mundo.

UU.EE.

Aunque nacieron en los años 60 con el objetivo de atenuar la segregación racial en las escuelas de EEUU, muchas magnet schools se han granjeado con el tiempo un enorme prestigio y utilizan actualmente estrictos criterios de selección. Están especializadas en un área concreta para atraer a alumnos de diversa procedencia que compartan intereses comunes. Algunas sólo aceptan a no más de un 15% de los pupilos que solicitan plaza en ellas. Un buen número de centros normales han incluido programas magnet en su oferta.

Australia

El estado de Nueva Gales del Sur –el más poblado de Australia, capital Sydney– implantó a mediados del pasado siglo una tipología de instituto público con un nombre que arroja pocas dudas: selective schools (escuelas selectivas). Se trata de unos 30 centros con 3.600 plazas en primer año por las que compiten más de 13.000 alumnos cada curso. En 2005, de las 10 escuelas de Secundaria con mejores resultados en el estado, ocho eran selective. Los requisitos de acceso combinan las notas de Primaria con un examen de acceso similar a un test de inteligencia.

Singapur

Uno de los estados que más brillan en las evaluaciones internacionales ha establecido diversos mecanismos para sacar e
l máximo potencial a los alumnos que demuestren mayor capacidad. En Primaria, el Programa Superdotados agrupa al 1% de niños de nueve años con mejor puntuación en un examen creado al efecto. Y en Secundaria, el Programa Integrado permite avanzar de curso sin límites cronológicos e incluso empezar la universidad años antes de lo previsto. Más aún, los institutos públicos separan a los alumnos a los 12 años según sus habilidades.

“Mis retos están en superarme a mí mismo”

Vivir no es una tarea sencilla, claro que no. Levantarse cada mañana, aguantar a tu jefe, discutir con tu compañía de teléfono o ver cómo se te cuelan en la compra son tareas que al mismo Hércules le costaría superar hoy en día.

Si a todas esas, que superamos con más o menos gracejo, le sumamos algunas más serias, la cosa se pone interesante. Daniel Rodríguez nació con una parálisis cerebral neonatal, lo que le ha supuesto una dosis extra de dificultad a la hora de alcanzar sus metas, como dice él, porque la sociedad se ha empeñado en verle enfermo cuando no lo está.

Pero lo interesante de este asturiano de 33 años no está en sus logros únicamente, y no son pocos, sino en su ética, en su manera de enfrentarse al mundo con la naturalidad que el destino quiso robarle en su nacimiento y que él se ha ganado, no sin esfuerzo. Nos presenta una prueba más, ‘Cordones para las zapatillas’, un libro en el que desgrana la aventura de vivir y reflexiona sobre la diversidad funcional. Desde la azotea de la Fundación Mapfre, en Madrid, se ve medio Madrid. “Llegar hasta aquí no habrá sido fácil…”, le digo mientras entramos en una de las salas. “¿No has subido en ascensor?”, me responde, con una sonrisa pícara. “A base de superar los retos del día a día, hemos llegado hasta aquí. Pero es lo que hace todo el mundo”.

P. Así que estamos ante la historia de un cabezota…
R. Eso, sobre todo. Cuando me empeño en algo no paro.

P. ¿Y te empeñaste en escribir un libro?
R. En realidad, la idea del libro sale de una propuesta que me hace un profesor de Trabajo Social, en Gijón, donde estudié, en la que me anima a hacer un trabajo descriptivo en el que hable de las dificultades que se encuentra una persona con diversidad funcional.

P. Así que te propusiste un reto y lo superaste.

R. Bueno, como para cualquier otra persona, mis retos están en superarme a mí mismo. Así entiendo yo la vida. No la mía, por el hecho de tener diversidad funcional, sino la de cualquier ser humano. Lo importante de la vida es ir superando el día a día.

P. Pero el hecho de tener diversidad funcional añadirá algunas dificultades…
R. Yo no he vivido otra vida que la mía. Parece una respuesta de Perogrullo, pero la única manera que tengo de superar las cosas es a través de mi circunstancia, porque no conozco otra. Lo que sí puedo decir es que la sociedad lo pone difícil. Tenemos que demostrar el doble de cosas por nuestro escenario que el resto de la gente.

P. Supongo que el problema parte desde abajo, por la forma en que se nos educa.

R. Ah, por supuesto. Es la raíz del problema.

P. ¿En qué sentido?
R. Pues prácticamente en todos. El sistema educativo español falla desde la base. Yo no pido otra cosa que justicia, porque en la Constitución pone que todos tenemos el mismo derecho a la educación. El Estado debe velar porque esto suceda de esta manera, no creando mecanismos rehabilitadores. Yo no tengo que rehabilitarme de nada, soy así. Es el sistema el que tiene que ofrecerme un sitio, no crear uno diferente por mi condición ni ‘rehabilitarme’.

P. Y esas distinciones, ¿las viviste siempre en el colegio?
R. Para que te hagas una idea, hasta 5.º de EGB estuve siempre en la última fila del aula, discriminado, porque nadie quería ni sabía darme clase. No estaban preparados para afrontar la diversidad funcional en el aula. Y lo malo es que creo que muchos docentes siguen sin estarlo ahora, veinte años después.

P. ¿Por qué te sentías discriminado?
R. Hacía dibujos y recortaba papeles todo el tiempo. Nadie se creía que yo tenía capacidades para estar allí y nada se me exigía. Mi madre luchó muchísimo hasta que un profesor, Aniceto, me dio la oportunidad de pasar a la primera fila y seguir el ritmo de la clase. El trabajo extra lo hacía mi madre en casa. Entonces empecé a hacer exámenes orales y seguí haciéndolos así toda la vida.

P. Ahora has terminado Trabajo Social… Supongo que la elección de la carrera tiene mucho que ver con tus experiencias.

R. Claro, desde luego. Ten en cuenta que el escenario necesita, curiosamente, alguien que lo sepa explicar.

P. Es un cambio profundo, el que planteas…
R. No es que haya que cambiar el sistema. Es que hay que hacer las cosas bien. Si se nos dice que tenemos derecho a la educación, que entiendan y asuman mi condición, cómo soy. Yo no estoy enfermo: soy así. Que el Estado busque la fórmula para que yo estudie y me relacione. Que me trace un camino, que luego yo decidiré si quiero seguirlo o no. Es decir, como a cualquiera.

P. Vuelvo al sistema educativo. No quieres aulas de integración, por ejemplo.

R. Es que no somos enfermos. No hay que rehabilitarnos. El actual es un sistema sanitario, no educativo, y es un fracaso. Como te decía, los primeros años de mi vida me sentaban en las filas de atrás de clase y me ponían a hacer manualidades estúpidas mientras mis compañeros aprendían matemáticas o lengua. En aquella época muy poca gente confiaba en mis posibilidades. Yo era una carga para ellos, no tenía capacidad para aprender.

P. Imagino que en ese sentido has tenido un apoyo importante en tu familia.

R. Sin ellos no estaría aquí. Confiaron en mi futuro y supieron aguantar mis cabezonerías a diario. No hay forma de agradecer lo que han hecho por mí. Es gracias a ellos que puedo estar ahora mismo en igualdad de condiciones para decidir sobre mi futuro que cualquier otro joven de mi edad.

P. ¿Y no te resulta doloroso comparar tu situación con la de otros? ¿No hay días en los que las cosas no salen bien y culpas al mundo, a Dios o a los demás?
R. Hay días en los que las cosas no salen bien, claro. Pero imagino que no sólo me pasa a mí… Insisto en algo: yo no conozco otra forma de vida que la mía. Soy así, no estoy enfermo.

P. Un 71% de la gente con diversidad funcional no acaba el ciclo formativo básico y sólo un 10% llega a la Universidad… ¿Por qué?
R. Porque se nos exige más que a los demás. La escuela no está sabiendo dar respuesta a nuestra situación.

P. A ti la formación te abrió los ojos…
R. Desde luego. La formación intelectual es fundamental para cualquier persona, pero es cierto que para alguien con diversidad funcional es fundamental, porque la sociedad, como te decía, siempre nos exige más que a los demás. La formación para tener una vida independiente y digna es imprescindible.

P. ¿Habéis superado esa fase de invisibilidad que os acompañaba hace años?
R. Bueno, cuesta mucho llegar a la gente con propuestas diferentes y que te hagan caso, y que los medios te den bola más allá de la idea de la superación o del esfuerzo. Pero creo que poco a poco se va consiguiendo una cierta atención.

P. Pareces un tipo feliz, Daniel.

R. Lo soy. La vida me ha regalado muchas cosas buenas.

P. Como los conciertos de Bruce Springsteen…
R. Procuro no perderme ninguno. Ahora estoy intentando aprender a tocar la guitarra, pero es complicado, no te creas…

P. ¿Y nada te da rabia?
R. Ah, much
as cosas. Por ejemplo, que 30 años después, nada haya cambiado. Todo sigue exactamente igual que cuando empecé. La gente me pregunta si vamos a mejor y siempre digo que no. Y la gente se queda sorprendida… Pero ponía el caso de la educación, y siendo esta entrevista para PADRES y COLEGIOS, haré especial inciso en ello: se nos trata como a enfermos, y se nos envía a aulas especiales para rehabilitarnos. Si se nos envía a aulas especiales para que “mejoremos”, perdemos el ritmo de aprendizaje, nos quedamos atrás. Eso supone un fracaso escolar tremendo.

P. Que nada te deje atrás, Daniel.
R. No se lo permitiremos.

Notas biográficas

Daniel Rodríguez nació en Gijón en 1978 con una parálisis cerebral neonatal. Diplomado en Trabajo Social por la Universidad de Oviedo, acaba de publicar ‘Cordones para las zapatillas’, un libro editado por la Fundación Mapfre donde hace una reflexión sobre la situación de las personas con diversidad funcional a través de sus propias experiencias. Le gusta leer, charlar con sus amigos y la música de Bruce Springsteen. Como a todos.

La Fundación Botín con la Educación Emocional y Social

Bajo el título Educación Emocional, Social y de la Creatividad: ¿cómo puede contribuir a la cohesión y desarrollo de la sociedad? la Fundación Botín organiza un encuentro internacional para aportar propuestas que contribuyan a la cohesión y desarrollo de la sociedad.

El congreso se celebrará el próximo 4 de octubre en el Palacio de Congresos de Madrid y va dirigido a miembros de equipos directivos de centros escolares, docentes, personal de administración y todos aquellos interesados en el ámbito educativo. El tema principal que se abordará en esta jornada es el de la inteligencia emocional y social, que tiene un papel clave en la Educación formal de niños y jóvenes. En palabras de la entidad organizadora, “existen numerosas investigaciones que muestran que está directamente relacionada con el bienestar de los menores, con su salud física y mental, sus resultados académicos y la prevención de conductas de riesgo. Además, la creatividad juega un papel determinante en el crecimiento, aprendizaje y desarrollo del talento desde la infancia”.

Durante el congreso se presentará el segundo Informe Botín sobre Educación Emocional y Social, un estudio internacional que analiza la situación de Australia, Canadá, Finlandia, Portugal y Singapur. Incluye además la evaluación del programa Educación Responsable, una iniciativa pionera promovida por la misma entidad, cuyos resultados han demostrado la eficacia de trabajar en el desarrollo emocional, social y de la creatividad tanto en el alumnado como en el profesorado participante.

Ponencias

El encuentro contará con la participación de nueve expertos de reconocido prestigio que compartirán experiencias, propuestas y ejemplos de buenas prácticas que servirán de inspiración y ayudarán a los profesores en su labor diaria. Algunos de ellos son:

• Christopher Clouder, director de la Plataforma Botín para la Innovación en Educación. Fue profesor de Inglés en un IES de un área marginal de Londres y desde entonces ha dedicado toda su carrera a trabajar por la mejora de los derechos de los niños.
• René Diekstra, director del departamento de juventud y desarrollo en la Universidad de La Haya. Es experto en materias como el suicidio durante la pubertad, el desarrollo en la juventud y la prevención en la adolescencia.
• Pablo Fernández Berrocal, director del Laboratorio de Emoción en la Universidad de Málaga. Es autor de numerosos artículos y libros sobre inteligencia emocional.
• Lucy LeMare, doctora en Psicología Evolutiva, es investigadora en un proyecto universitario, que estudia el desarrollo de huérfanos rumanos adoptados por familias canadienses.
• Anne Bamford, autora del libro El factor ¡Wuau! El papel de las artes en la Educación, ha desarrollado además varias investigaciones sobre pedagogía.
• Manuela Romo, profesora en la facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, es experta en psicología de la creatividad.

Inscripción

Hasta el día 1 de octubre se puede realizar la inscripción para esta jornada de forma presencial o vía on line a través de la página web www.fundacionmbotin.org. Las reservas efectuadas antes del día 15 de septiembre contarán con un descuento.

Apuesta educativa

  • La Fundación Botín apuesta por una Educación que promueva el crecimiento saludable de niños y adolescentes, potenciando su talento y creatividad para ayudarles a ser autónomos, solidarios, competentes y felices. Para potenciar una formación que genere desarrollo y contribuya al progreso social, la entidad trabaja a partir de tres proyectos concretos:
  • Un innovador programa didáctico denominado Educación Responsable en el que participan alrededor de 100 colegios de Cantabria, un modelo de actuación que en el futuro puede extenderse a otros lugares.
  • Becas y programas como el Máster en Educación Emocional, Social y de la Creatividad, un título propio de la Universidad de Cantabria para docentes.
  • La Plataforma Botín para la Innovación en Educación, una apuesta por el intercambio de experiencias y la realización de estudios que generen conocimiento.

Las sentencias contra menores crecen un 10%

Los expertos andan de cabeza por un dato inquietante. Las sentencias judiciales contra menores en relación a actos de violencia han aumentado un 10 por ciento en el último año. En la mitad de los casos es necesario que el menor reciba ayuda psiquiátrica.

Sin embargo, sigue faltando la especialidad de psiquiatría infantil, un campo que sería imprescindible para la detección de problemas entre los jóvenes, a tiempo. Así se deduce de las conclusiones de la mesa debate Delincuentes Adolescentes, que se organizó en el marco del 60 Congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Por el momento se encargan se atender a los niños psiquiatras generalistas, lo que no es la opción ideal.

“La existencia de la especialidad de Psiquiatría Infantil es un derecho de todos los niños y adolescentes españoles. Actualmente existe el agravio comparativo con el resto de los países de la Unión Europea, donde sí que existe y está arraigada esta especialidad”, comenta Josep Cornellà i Canals, presidente de la Comisión Gestora de la Sección de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Esta carencia se suma al conocido colapso del sistema sanitario, por lo que en la práctica resulta imposible el diagnóstico de niños con problemas psiquiátricos.

Los trastornos de salud mental de los niños existen. Aproximadamente uno de cada cuatro niños necesitará, en algún momento de su vida, asistencia por parte de un profesional de la salud mental. Puesto que un niño no es un adulto en miniatura, sino que tiene unas características que le diferencian del adulto por el hecho del crecimiento y de la maduración, “debemos exigir que sus trastornos en salud mental sean tratados por un especialista en esta edad. De la misma manera que el niño debe ser cuidado y tratado por el pediatra (y no por el médico de familia ni por el internista), cuando se trata de salud mental también debe tener su especialista específico, que cuente con unos sólidos conocimientos de lo que suponen las distintas etapas de la infancia, hasta la adolescencia”, comenta Cornellà i Canals.

Según comenta la AEP, la ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín, ha manifestado que se va a crear esta especialidad antes del final de esta legislatura. Ha habido también la acción reivindicativa de la Plataforma de Familias, creada por un grupo de madres “disconformes” por el hecho de que los problemas de salud mental de sus hijos fueran tratados por psiquiatras generalistas.

Fomentan la violencia

El aumento de la violencia juvenil se produce en enorme medida por problemas en el núcleo familiar, si bien estos pueden ser lo bastante variados. Por un lado, resultan problemáticas las familias permisivas, en las que los padres, muchas veces por desconocimiento de sus responsabilidades, permiten al niño crecer sin límites, lo que en el futuro ocasiona problemas. Tampoco son beneficiosos los casos justamente contrarios, es decir las familias protectoras, que acostumbran a sus hijos a tener de todo, por lo que estos no necesitan esforzarse para conseguir nada.

Entre otras causas de la violencia, externas al entorno familiar, destacan la marginación socio-económica, y la pobreza, que lleva a los chicos a involucrarse en este tipo de actos. También produce violencia el fracaso escolar, pues muchos jóvenes se sienten frustrados, y los abusos de alcohol y drogas, que les ponen en una situación de no comprensión de la realidad.

En las últimas décadas han cobrado una importancia decisiva los videojuegos. “Cuando asociamos violencia y videojuegos nos referimos a aquellos de contenido extremadamente violento, donde se reproducen, con toda crueldad, escenas de guerra. Hablo de los llamados FPS (first-person shooter), en los que el niño dispara en primera persona”.

Un ejemplo sería el famoso Call of Duty, uno de estos juegos con imágenes muy reales, en los que el niño, apretando los mandos adecuados, con sus propias manos, logra matar, destruir, dañar… “No se trata de un espectáculo pasivo (como podría ser una película en la televisión), sino de una actividad real, de la que es protagonista en primera persona”, explica el doctor.

Aunque se advierte que son para mayores de 18 años, es fácil falsear la edad a la hora de entrar en ellos, por lo que son muchos los niños de 12 – 13 años (primera fase de la adolescencia; época de grandes cambios madurativos) que se conectan a ellos. La falta de madurez hace que el niño vaya perdiendo sensibilidad ante escenas de contenido violento.

Factores de protección

Desde la AEP confían en que el control paterno puede ser de gran ayuda en la formación del sentido crítico, y otros puntos. “Los padres no podemos eliminar los factores de riesgo que nuestros hijos van a encontrar a su alrededor”, comenta Cornellà. Pero podemos aumentar sus factores de protección ante el riesgo. Y los factores de protección son los individuales (autoconocimiento, autoestima y proyección social), los familiares (cohesión, coherencia y baja discordia) y los sociales (capacidad de reconocimiento de las acciones positivas que hace el niño, por incompletas e imperfectas que parezcan).

Enderezar la adolescencia

El pasado año 170 chavales participaron en el programa Norbera de la Fundación IZAN que depende de la Diócesis de San Sebastián y lleva funcionando desde 1997. Son menores de entre 14 y 18 años que están atravesando esta etapa de una forma especialmente conflictiva, que se puede manifestar por un lado, con comportamientos inadecuados como consumo de drogas, absentismo escolar, comportamientos violentos y/o delictivos, y por otro, con problemas psicológicos y/o psiquiátricos. Adolescentes que en los casos extremos han acabado en el juzgado.

Según el artículo de Ane Urdagarin en el Diario Vasco, el 15% de los adolescentes que atendieron el año pasado habían agredido alguna vez a su padre y, casi uno de cada cinco, el 18%, a su madre. El porcentaje desciende al 5% en el caso de las agresiones continuas. “Son cifras altas”, reconoce Carlos Jiménez, director técnico de Norbera, en el citado artículo. ¿Y van a más? “Es un fenómeno que en los últimos 20 años ha ido en aumento, aunque desde hace unos años se mantiene al mismo nivel, lo que pasa es que ahora se denuncia más”, explica. “Hay un informe que dice que en Euskadi del 2004 al 2008 las denuncias por violencia filo-parental subieron un 80%”.

Uno de los pilares sobre los que se sustenta Norbera es que el plan de actuación con el adolescente discurre de forma paralela y coordinada a la de sus padres. Es un trabajo familiar, en el que cada uno tiene su propio educador. Que sus padres tengan entrevistas con los educadores, asistan a sesiones con otros progenitores en la misma situación o charlas con expertos es un aliciente para que los adolescentes conflictivos continúen, más allá de la primera sesión, a la que acuden obligados, yendo a Norbera. Se trata de un plan que de media suele durar año y medio.

Ape Scape, diversión para toda la familia

La Tierra ha sido invadida por un ejército de monos y la misión de aquellos valientes que se lo propongan es capturarlos. Se trata de un videojuego para disfrutarlo con los más pequeños de la casa.

Con el mando Play Station Move el objetivo es dar caza a los monos que van apareciendo en la colorida pantalla. Divertidos, simpáticos y revoltosos, serán cada vez más y pondrán las cosas más difíciles a medida que el nivel va subiendo. Los jugadores tendrán que ir avanzando en el modo historia para desbloquear armas necesarias para atrapar a estos molestos simios. Hacernos con la red atrapamonos, con el abanico, con el aspirador…etcétera será algo obligatorio para meterlos en vereda. Con estas armas y la ayuda de PlayStation Move no se te escapará ni uno.

El juego incluye también divertidos minijuegos y clases de entrenamiento para introducirnos en un juego donde además de la habilidad, también cuenta la estrategia. Incluye además una entretenida, divertida y didáctica “monopedia” con información de hasta 500 monos distintos donde descubriremos todos sus secretos.

Con el tutorial conoceremos algunas de las claves para cazar monos de la manera más fácil, como trucos que enseñarán qué armas utilizar en cada momento. Por ejemplo, cuando los simios están cerca un arma muy útil es la red atrapamonos; cuando estos están lejos es mejor recurrir al tirachinas. Pequeñas claves que facilitarán la caza de los simios y que pondrán a prueba la memoria de los peques, así como su velocidad de reacción, especialmente a medida que va aumentando el nivel de dificultad.

Ape Escape tiene un alto componente en sociabilidad ya que permite jugar a varios usuarios al mismo tiempo, y fomenta también la cooperación, ya que los pequeños tendrán que unir fuerzas y colaborar para derrotar al simpático enemigo, con lo que aprenderán también una importante lección a la hora de resolver pequeños problemas. Por otro lado, ganarán en destreza al tener que hacer movimientos muy precisos para conseguir su objetivo y no se cansarán de un juego que proporciona horas y horas de diversión, ya que incluye un montón de minijuegos a parte del modo Historia.

Características

  • Es un juego que divierte a la vez que desarrolla habilidades en los pequeños como la atención, la memoria o la rapidez en la reacción.
  • Tiene un importante componente de sociabilidad al permitir jugar con varios jugadores con los que se hace necesaria la cooperación por lograr un mismo objetivo.
  • Los jugadores ganarán en agilidad y destreza al tener que realizar movimientos precisos para atrapar a sus enemigos.
  • A partir de los tres años, el juego ofrece diversión para todos los públicos.

Ficha técnica

Plataformas: PS3
PEGI: +3
Género: Arcade. Minijuegos
Desarrollador: SCE Japan Studio
Distribuidor: Sony
Precio: 29,99€
Fecha de lanzamiento: 24 de junio
Multijugador: Sí