Ahora estás a tiempo

Guillermo, de 11 años, tendrá que aplicarse más este curso. El pasado no
le fue del todo mal en los dos primeros trimestres, pero cuando recibió las
notas finales recibió una mala noticia: dos suspensos en matemáticas e
inglés. No tuvo que repetir curso, pero durante todo el verano acudió a una
academia para fijar conocimientos que en su día no comprendió o no
estudió de la forma más adecuada.

Autor: padresycolegios.com


Situaciones como éstas son muy habituales, y, en un primer momento, tendemos
a culpar al niño, pero cuando nos paramos a pensarlo con detenimiento nos damos
cuenta de que, quizá, tendríamos que haber planificado un horario de estudio,
evitar demasiadas actividades extraescolares, conocer las técnicas de estudio
más apropiadas para su edad, saber qué libros y herramientas de consulta tiene
que tener a mano o cómo debe preparar los trabajos de clase. Ahora no te
tortures! porque aún estás a tiempo. Sólo hace unas semanas que ha comenzado el
curso y, si tienes en cuenta algunos de los consejos que te proponemos, puedes
conseguir que tus hijos obtengan buenas notas y que su rendimiento escolar sea
el mejor posible.

10 PREGUNTAS Y RESPUESTAS
ÚTILES

01¿Cómo debemos planificar y diseñar el horario
de estudio?

Tenemos que diseñar el horario de forma conjunta con
los niños para que no lo conciban como una imposición, sino como un acuerdo. En
primer lugar, escribiremos las tareas de horario fijo: horario escolar, comida,
cena y merienda y actividades extraescolares. El segundo paso será el de
distribuir las demás tareas con descansos entre todas ellas y, finalmente,
situaremos en primer lugar el estudio de las asignaturas con mayor dificultad
para dejar en último término las más fáciles.
El horario ha de ser muy
personal y ajustado a las necesidades, capacidades y disponibilidad de nuestro
hijo. Los niños necesitan ver que pueden cumplirlo. Si no es así, lo rechazarán.
Por este motivo, la flexibilidad debe ser una condición indispensable. La
rigidez en las horas no es recomendable porque, en mayor o en menor medida,
siempre surgen imprevistos, cambios de última hora que impedirían cumplir el
horario de estudio.

02 ¿Cuáles son las técnicas de estudio más
adecuadas?

Existen cinco técnicas de estudio básicas para
cualquier estudiante. Son las siguientes:

Lectura comprensiva del texto.
El estudiante tendrá que leer la materia tantas veces como sean necesarias hasta
que comprenda su contenido. Es muy probable que para ello tenga que utilizar un
diccionario para conocer el significado de alguna palabra.

Subrayado de
las ideas más importantes. Las claves se marcarán con un bolígrafo, lápiz,
rotuladores de colores o fluorescentes. Les ayudarán a memorizar y recordar
dónde se encuentran las ideas más destacadas.

Esquemas o resúmenes. Bien
a modo de cuadro o mediante guiones, puntos importantes o similares. Es una de
las técnicas que proporciona mayor rendimiento para fijar conocimientos, porque
la memoria visual actúa inconscientemente.

Retención del contenido.Se
refiere al momento en el que el estudiante retiene toda la información. En este
punto existe una gran variedad de estrategias de estudio: repetición escrita,
hablada, rehacer esquemas aún más pequeños, anotar números, dibujos,
asociaciones… Cada «estudiantillo» tiene su librillo.

Reproducción de la
información memorizada.Es la forma de saber que los conocimientos se han fijado
en la memoria. Del mismo modo que la anterior técnica puede ser escrita o
hablada. Ninguna de ellas es más recomendable que otra. La forma de saber su
eficacia es la práctica de todas ellas y, sobre todo, de aprovechar el tiempo.

03 ¿Qué libros de consulta son
imprescindibles?

En la estantería nunca puede faltar algunos
libros de consulta básicos: un diccionario enciclopédico, un diccionario de
inglés –o de tantos idiomas como estudie el joven– y un atlas. Estos son
básicos, pero cualquier otra enciclopedia de naturaleza, libros específicos de
historia, matemáticas, etc. Son muy recomendables. La biblioteca personal irá
aumentando a medida que avance de curso e incluya también sus libros de lectura.

04 ¿Internet es una buena herramienta para el
estudio?

Internet es una herramienta más de consulta, pero su
buen uso determinará si verdaderamente es eficaz para el estudio. Se recomienda
que los niños comiencen a manejar manuales, enciclopedias y libros de consulta.
A medida que van creciendo pueden emplear Internet, pero siempre de forma
responsable y al cuidado de los padres (ver página 6). Cuando conozcan su
funcionamiento y los contenidos a los que pueden acceder comprenderán que puede
ser muy útil en algunos casos, mientras que en otros no.

05
¿Cómo deben preparar sus trabajos?

Primero tienen que tener
claro cuál es el objetivo del trabajo y qué materiales son necesarios (libros,
manuales, dibujos, gráficos…). Harán un listado y, si no disponen de los
materiales, acudirán a la biblioteca para recopilar toda la documentación.
Cuando la tengan, comenzarán a realizar el trabajo. Durante este tiempo es
conveniente que estén solos pero, si solicitan ayuda, se les prestará en la
medida de lo posible. Eso no quiere decir que tengamos que hacer el trabajo por
ellos. Les explicaremos cómo hacerlo y les animaremos, pero que vean que los que
llevan la «sartén por el mango» son ellos.

06 ¿Es bueno que
estudien con sus amigos?

En algunos casos es recomendable, pero
en otros no. Por ejemplo, cuando tienen que realizar un trabajo en grupo es muy
conveniente que se reúnan en la casa de uno de ellos o en la biblioteca para que
conozcan las opiniones de todos y se asignen las tareas. Pero cuando se trata de
un examen, sea de la materia que sea, es mejor que cada uno estudie la materia
de forma individual y se reúnan en grupo todos los amigos para hacer los repasos
finales antes de la prueba. Muchos padres se preocupan cuando sus hijos les
dicen que van a estudiar con sus amigos porque dudan que vaya a ser así. En la
mayoría de los casos sí que estudian, pero la distracción es
mayor.

07 ¿Cómo tienen que enfrentarse a las asignaturas
«hueso»?

Asignaturas como matemáticas, física o lenguaje son las
conocidas y temidas asignaturas «hueso». El estudio de estas materias trae de
cabeza a los estudiantes y la mayoría de las veces no porque no las estudien,
sino porque no las comprenden. La falta de comprensión es el mayor impedimento
con el que se encuentran los jóvenes a la hora de aprobar una asignatura. La
mejor forma de enfrentarse a estas materias es preguntar todas las dudas en
clase, aunque sean obvias. De esta forma, sabrán que el modo o procedimiento que
siguen es el adecuado. Si ven que paso a paso comprenden la materia no tendrán
mayores problemas que los habituales en cualquier clase o ejercicio. En cambio,
un gran error es avanzar en una materia en la que no han comprendido alguno de
los pasos, como ocurre en las matemáticas o el cálculo de fórmulas químicas.
Preguntar hasta la saciedad es el mejor consejo y, sin duda, hacer aquellos
ejercicios en los que han encontrado mayor dificultad. El esfuerzo y la
constancia son las mejores fórmulas para superar estas
asignaturas.

08 ¿Academia o profesor
particular?

Es una gran duda que nos asalta cuando tenemos que
optar por clases de refuerzo. Ambas tienen sus ventajas e inconvenientes. El
profesor particular ofrece clases más personales, sin distracciones y con más
tiempo dedicado al niño en exclusiva. Sin embargo, no permite que el alumno
conozca otras dudas, quizá iguales a las suyas, pero aún por descubrir. Por otro
lado, en la academia nuestro hijo está con otros compañeros que comparten sus
mismas preguntas, le cansa menos la clase porque no está solo y, al mismo
tiempo, los profesores tienen más posibilidades de enseñarles con juegos de una
forma más divertida. Antes de tomar una decisión es bueno pedir opinión a otros
padres que ya hayan pasado por la misma situación y tengan referencias de las
dos opciones. Ambas son buenas y está demostrado que con cualquiera de ellas y
el esfuerzo del alumno se mejorarán los resultados.

09 ¿Hay que
premiar el aprobado y castigar el suspenso?

El esfuerzo siempre
tiene que tener una recompensa, independientemente de la nota que figure en el
expediente académico. Muchos niños obtienen un cinco y le han dedicado mucho
tiempo a esa asignatura, mientras que otros sin apenas esforzarse tienen un
resultado mayor. Nadie mejor que los padres saben cuándo su hijo se ha esforzado
y cuando no. Lo que no es nada recomendable es decirle «Si sacas X nota te
compro… te llevo al parque temático que tanto querías…». Del mismo modo que
tampoco se debe decirle: «Como suspendas inglés no vas a…no te compro…». Los
niños, jóvenes o adolescentes no tienen que concebir sus calificaciones como una
tarjeta de crédito o un pase para acceder o acudir a un lugar que
desean.

10 ¿Formación profesional o carrera
universitaria?

La trayectoria académica nos orienta a decidir
cuál puede ser el camino profesional de nuestro hijo, pero tenemos que tener en
cuenta muchos aspectos por este orden:

1. Qué
profesión quiere desempeñar nuestro hijo.
2. Cómo se accede a ella.
3. Qué
calificaciones ha obtenido hasta el momento en las materias relacionadas –si las
hay– y también en las demás.
4. Qué opina su tutor.
5. Pedir una segunda
opinión al orientador del centro.
6. Explicarle a nuestro hijo su duración,
el plan de estudios y las salidas profesionales.

Cualquier opción
que nuestro hijo escoja no impide que estudie FP de grado medio o superior, o
una carrera universitaria, más adelante pero, para ello, es necesario que
finalice los estudios de Bachillerato y realice la Prueba de Acceso a la
Universidad. Siempre que tenga aprobado el Bachillerato y la prueba de acceso a
la universidad podrá acceder a FP o a una carrera universitaria. No obstante, si
se decanta por realizar unos estudios de FP de grado medio, el acceso a la
universidad es más complejo (depende de la media y hay pocas plazas).
Hoy en
día la FP pisa muy fuerte en el mercado laboral porque las empresas demandan
cada vez más técnicos. La idea errónea de que la universidad es «mejor» que la
Formación Profesional está desapareciendo precisamente por eso, por ser errónea.

LOS NIÑOS QUE VEN MUCHA TELEVISIÓN SACAN PEORES NOTAS

Autor: padresycolegios.com

El último número de la revista «Archives of Pediatric and Adolescent Medicine» (julio de 2005) incluye tres estudios que relacionan el uso de la televisión con las calificaciones escolares: en todos los casos, los niños que más televisión ven, sacan peores notas. Por el contrario, los niños que tienen ordenador en casa obtienen, al menos en algunos casos, mejores calificaciones.

PRIMER ESTUDIO. El primero de los estudios, realizado por las universidades de Stanford y Johns Hopkins, comparó niños que tenían televisión en su cuarto con quienes no la tenían. Todos ellos veían la misma cantidad de televisión, pero los que tenían televisor en su cuarto sacaban notas «notablemente peores».
En este mismo estudio se comparó también a los niños que tenían ordenador en casa con los que no lo tenían, y el primer grupo sacaba notas «notablemente mejores».

SEGUNDO ESTUDIO. El segundo estudio, de la Universidad de Washington, mostró que los niños que empiezan a ver televisión antes de cumplir tres años, al llegar a los seis presentan, en proporción superior a la media, dificultades para aprender a leer y otros problemas de aprendizaje.

TERCER ESTUDIO. El tercer estudio, realizado en Nueva Zelanda con más de mil niños a lo largo de casi 30 años, muestra que quienes más televisión vieron cuando tenían entre 5 y 15 años, forman el grupo con menos graduados universitarios al llegar a los 26. Por término medio, quienes llegaron a obtener un título universitario veían algo menos de dos horas de televisión por las tardes entre semana; los que hicieron estudios de grado medio, 2,3 horas; los que solo terminaron estudios elementales, 2,5; y los que no obtuvieron ninguna graduación, 2,8 horas.
La Academia de Pediatría de EE.UU. aconseja que los niños menores de dos años no vean televisión en absoluto, y que el resto de niños no vea más de una o dos horas «de programas de calidad» al día. Sin embargo, estudios recientes de la Kaiser Family Foundation muestran que, por término medio, los chicos norteamericanos de 8 a 18 años, ven tres horas de televisión al día, y los niños menores de 6 años, una media de una hora al día.

Los padres con autoridad son los más queridos

Los estudios psicológicos apuntan a que los padres con un
grado medio de autoridad, ni demasiado autoritarios ni demasiado
permisivos, son más apreciados por sus hijos y más
positivos para su educación. Sin embargo, la autoridad hay
que cultivarla desde la niñez.

Autor: padresycolegios.com

Aunque el problema de autoridad de los padres sobre los hijos parezca un tema de
actualidad, lo cierto es que es una cuestión que lleva preocupando tanto a los
expertos como a las familias desde tiempo atrás. A mediados del siglo pasado las
discusiones no eran menores que hoy día, y en aquél momento tampoco era un tema
nuevo. La pregunta sigue planteándose cuando hay que educar a los hijos: ¿qué es
más efectivo la mano dura o el laisser faire?
Pues ni un extremo ni otro. El
punto medio de autoridad es, según los estudios, lo más aconsejable. Por citar
algunas investigaciones consolidadas, G. H. Elder en 1963 diferenciaba tres
tipos de control parental: control autocrático, en el que los padres dicen al
hijo lo que debe de hacer; control democrático, donde se permite que el
adolescente participe en la toma de decisiones pero siendo la última palabra
facultad de los padres, y control permisivo, en el que el joven decide por sí
mismo. El estudio de Elder indicó que los hijos bajo el segundo tipo de control,
que adoptaban decisiones bajo la supervisión de sus padres y que reciben
explicaciones por parte de ellos, tendían a ser más independientes, a desear
parecerse a sus progenitores y tener amistades del gusto de sus padres.

Cinco años más tarde, en 1968, D. Baumrind publicaba una investigación
parecida a la de Elder.Esta autora también establecía tres categorías de control
paterno, aunque sustituía el término «democrático» por «autoritativo», en
contraposición a «autoritario». Los padres y las madres autoritativos son
aquellos que potencian y valoran la autonomía de sus hijos a la vez de estimular
la responsabilidad y la disciplina personal.En cambio, los autoritarios no
tendrían en cuenta el primer punto y los permisivos, el segundo. De nuevo, y
como cabría esperar, el estudio apuntaba a que los jóvenes criados con autoridad
eran más independientes y más responsables que los de familias autoritarias o
permisivas.

Basándose en los autores anteriores, el psicólogo John
C.Coleman, en su libro Psicología de la adolescencia, llegaba a la conclusión de
que: «Los adolescentes precisan de dirección, pero, sobre todo, necesitan
oportunidad para observar a unos padres que compartan poder e influencia
viviendo con ellos, así como posibilidad de aprender a desempeñar un papel como
miembro responsable dentro del proceso de adopción de decisiones
familiares».

Sobre el ejercicio de la autoridad por parte de los padres y
madres, es interesante la investigación de Bowerman y Bahr de 1973. En ella que
se mostraba que en las familias en que el poder era compartido en igual medida
por ambos progenitores los hijos les respetaban más y deseaban parecer a ellos
más que en aquellas en los que uno tenía más poder que otro.

Pero hay que
tener en cuenta que la autoridad es algo que se debe cultivar desde que el niño
nace o llegada la adolescencia es imposible de recuperar. El logopeda Pablo
Pascual Sorriba, en su ensayo «Cómo lograr una autoridad positiva», da consejos
para reforzar el prestigio ante los hijos. Recomienda a los padres la fijación
de unos objetivos claros sobre lo que quieren lograr con la educación inculcada,
incluso ponerlos por escrito y revisarlos periódicamente para ver su evolución o
modificarlos. El logopeda advierte que no se pueden exigir resultados
inmediatos.

Otro consejo se refiere a la enseñanza clara de cosas
concretas, sobre lo cual comenta: «Al niño no le vale decir ´sé bueno´, ´pórtate
bien´ o ´come bien´. (…) Lo que sí le vale es darle con cariño instrucciones
concretas de cómo se coge el tenedor y el cuchillo, por ejemplo». En la misma
línea, señala la prevalencia de la acción sobre los discursos, la nula
efectividad de los discursos.

Auténticos centinelas durante la adolescencia

Hay que desterrar la creencia que tienen muchos padres
de que si se da amor, confianza y seguridad a sus hijos,
estos serán capaces de repudiar, por sí solos, las graves
tentaciones. La presión social y la influencia que tienen
los amigos son mucho más fuertes en este frente de batalla.
Los hijos tienen que volar solos, pero siempre vigilándolos
a distancia como un centinela que ampara y cuida
lo que es de su responsabilidad.

Autor: padresycolegios.com

Qué padres no se han desesperado cuando sus hijos les contestan de forma
inapropiada, no les cuentan qué hacen, con quién salen e incluso les evitan. La
adolescencia es la etapa en la que los jóvenes comienzan a transformase. Dejan
de ser niños para convertirse en adultos y todo su mundo cambia porque desean
afrontar más responsabilidades, ser más independientes y tener una parcela de
intimidad en la que nadie se inmiscuya. En términos generales, esta situación es
la más común y los padres se sienten confundidos y atemorizados porque no
reconocen al niño o niña al que estaban acostumbrados.

INFLUENCIA SOCIAL

Es precisamente en este
momento cuando los padres tienen que estar más atentos a sus hijos, que no es lo
mismo que dejarles hacer y deshacer a su antojo o, por el contrario, agobiarles
y someterles a interrogatorios constantes cada vez que salen de casa. Su función
debe ser muy similar a la de un centinela que vigila y observa, desde un punto,
el campo de batalla. Ya lo dicen los doctores Evelyn Prado y Jesús Amaya en su
obra «Padres obedientes, hijos tiranos» (2005), y los últimos estudios así lo
confirman: el apoyo afectivo, la confianza y una comunicación fluida entre
padres e hijos no es suficiente para prevenir problemas relacionados con la
adolescencia como las salidas nocturnas prematuras, el consumo de alcohol y
drogas o la iniciación de relaciones sexuales tempranas o no deseadas. Es cierto
que el control familiar, el monitoreo y la supervisión ayudan a prevenir las
adicciones en los hijos, pero no siempre es la fórmula.
Hay que desterrar la
creencia que tienen muchos padres en que si se les da amor, confianza y
seguridad serán capaces de repudiar por sí solos tentaciones como éstas. La
presión social y la influencia que tienen los amigos son mucho más fuertes en
este frente de batalla.
Quién no conoce a alguien que en su adolescencia ha
caído en las drogas, ha realizado algún acto vandálico injustificado, se ha
comportado de forma irracional o ha contestado sin tener en cuenta las
consecuencias de sus palabras?

¿QUÉ DEBES
SABER?


Durante esta etapa el hijo necesita tener sus
relaciones sociales al margen de la familia y una cierta independencia, pero los
padres siempre deben saber las respuestas a estas preguntas: ¿dónde está? ¿con
quién? ¿cómo está? ¿cuándo regresará? y ¿cómo lo hará?
A priori son preguntas
fáciles de responder cuando los niños son pequeños, pero con el paso del tiempo,
cuando crecen, sonadolescencia, se convierten en cruciales. Los adolescentes se
creen más adultos de lo que son, exigen ciertos derechos y no se ven obligados a
cumplir los deberes y normas. La clave está en que los padres tienen que conocer
muy bien a su hijo desde la infancia, ser personas en las que su hijo depositen
la confianza y proporcionar un apoyo en su toma de decisiones, pero al mismo
tiempo vigilarle y cuidarle porque para ellos su hijo siempre es lo más
preciado.
siempre es lo más preciado. Siempre hay que ser optimistas y creer
que podemos evitar situaciones de las que luego nos podamos arrepentir, pero
también hay que tener en cuenta que la adolescencia de los hijos suele coincidir
con una mala etapa para los padres, la llamada «crisis de madurez», entre los 45
y 55 años. Digamos que es el momento de hacer balance. «Hasta ahora he
conseguido… En cambio, no he alcanzado…». Sumado al estrés diario y todas las
preocupaciones típicas de la familia, la hipoteca, los gastos… Los padres dejan
de centrarse en sus hijos para ocuparse de muchas otras cosas y esto debe
evitarse. Es muy probable que si los padres no les dedican a sus hijos
adolescentes el tiempo que necesitan no acudan a ellos cuando tengan un problema
e intenten resolverlo como sea.
Los hijos tienen que volar solos, pero
siempre vigilándolos a distancia como un centinela que ampara y cuida lo que es
suyo, aunque a su vez, da libertad.

¿Cómo conseguir que los niños lean?

¡Mamá! ¡Papá!, ¿Me leéis otra vez el cuento de Caperucita? Se lo habrán
contado más de una quincena de veces, pero Marta no se cansa de escucharlo.
A muchos padres les agota repetir una y otra vez el mismo cuento
a sus hijos, pero muchos otros estarían encantados de que su hijo mostrase
curiosidad y entusiasmo por leer.

Autor: padresycolegios.com

Los videojuegos, el ordenador, la música y el cine han ocupado el tiempo de la lectura de muchos niños. Ahora los profesores y los padres en general se encuentran con un nuevo handicap, conseguir que los niños lean libros, cuentos, historias… Todos los estudios relacionados con la lectura en los jóvenes apuntan que el principal problema radica en la forma de enseñar a leer y las lecturas que se eligen para ellos. Generalmente, los chicos no tienen los mismos gustos que las chicas, y en cambio, creemos que un libro es para todos los públicos, incluidos en el saco todos los niños y las niñas, pero esta idea es errónea.

Para conseguir que los niños lean, en primer lugar tenemos que conocer sus gustos, preferencias y temas que despiertan su interés.Por muy raro que nos parezca, si les regalamos un libro que les guste, tendremos su lectura asegurada.

Pero no sólo es un problema de elección de temas. Tanto las clases en la escuela, el colegio e instituto, como la lectura compartida con los padres deberían de ser más interactivas. La tendencia natural de los jóvenes es la acción, independientemente del tema del libro. Por este motivo, necesitamos integrar esa energía en las lecturas que hagamos con ellos.

GESTOS, TEATRO…

Si en el libro que estamos leyendo con nuestro hijo se describe una escena en la que el protagonista está bailando en una fiesta ¿Por qué no? Agarremos a nuestro hijo y echémonos un baile con él. Quizá no se parezca al baile que se describe, pero a nuestro hijo le resultará tan divertido que querrá volver a leer ese cuento o cualquier otro similar. Escenas como ésta u otras en las que un personaje esté escalando una montaña, corriendo evitando algún peligro o manteniendo una conversación podemos escenificarlas con gestos, con sus muñecos y juguetes, pero siempre, siempre con ellos.

Otro consejo muy práctico es preguntarle sobre los personajes, la historia y las situaciones que se relatan. De esta forma no sólo conseguiremos que nuestro hijo muestre más interés por el libro y su lectura, sino que le ayudaremos a comprender la historia, conoceremos sus reacciones ante situaciones ficticias o reales y, al mismo tiempo, daremos rienda suelta a su inagotable imaginación.

LECTURA COMPARTIDA

La lectura compartida es una de las experiencias más entrañables para los niños. Si echamos unos años atrás en el tiempo, recordaremos con mucha nostalgia cómo nuestros padres o abuelos se sentaban con nosotros y nos leían o leíamos a la vez un cuento. Es uno de los momentos más preciados que se quedan en nuestra memoria para siempre. Esta experiencia también puede ser eterna en la memoria de nuestros hijos. No sólo les enseñamos a leer, sino que aprendemos con ellos, ambos nos enriquecemos y conseguimos que vean en los libros un entretenimiento más con el que aprenden y se sumergen en muchas, muchas historias y aventuras nuevas.

"El amor comprometido es el amor ganador"

C.S. Lewis decía que imaginaba a los amantes mirándose
el uno al otro, mientras que los amigos caminan
juntos mirando el horizonte. Gerardo Castillo nos dice
en su último libro que el secreto de los matrimonios felices
quizás sea conjugar ambas cosas: ser capaz de
mirarse el uno al otro sin perder de vista el horizonte.

Autor: padresycolegios.com

En el libro, este profesor del Departamento de Educación de la Universidad de
Navarra muestra lo que piensan un centenar de matrimonios felices sobre lo que
les ha permitido llegar a serlo. Es, en palabras del autor, «destacar como
noticia a los matrimonios felices».

Pregunta. ¿Qué tipo
de amor destaca el libro?
Respuesta. Actualmente estamos
inmersos en el ejemplo de un amor-sentimiento (emoción, inmediatez, sexo…), pero
yo no sigo la corriente: hablo de un amor que nace de la admiración del bien del
otro, un querer como amor comprometido y que no tiene que ver con el sentimiento
light.

P.Parece que no está de moda hablar del amor como
voluntad de querer,y sin embargo, es el ejemplo que más abunda en su
libro.
R. Puede ayudar a los jóvenes comparar el amor con la
amistad: la amistad no es un flor silvestre, sino que hay que regar, cuidar,
podar… Entre verdaderos amigos hay exigencia, esfuerzo y dedicación al otro. Si
el amor naciera solo, se agostaría enseguida. La pregunta clásica de los
enamorados, «¿me querrás siempre?», muestra que el amor verdadero tiene un
anhelo de permanencia, y no hay permanencia sin exigencia. Todo eso es
voluntad.

P. Hay un detalle muy simple que se repite en
muchos de los matrimonios que analiza: llamarse diariamente al trabajo. Parece
muy simple, pero no debe serlo.
R. Lo que dice ese detalle
es que «no me olvido de mi cónyuge a lo largo del día», lo tengo presente. No
puede haber paréntesis de doce horas, hay que seguir siendo románticos en el
amor conyugal. La llamada es sólo un detalle, pero dice que no olvido, que tengo
presente.

P. ¿El olvido es uno de los peligros del
matrimonio?
R. El olvido tiene un aspecto bueno y uno malo.
El bueno es para las cosas desagradables del pasado. El malo es no revivir los
buenos recuerdos. Hay una pregunta clave: ¿qué fue lo que me enamoró de mi
pareja? Y tenerlo presente, sobre todo en los malos momentos, porque eso debe
seguir existiendo.

La pregunta de autoevaluación es: ¿admiro a mi mujer o
a mi marido? Porque la admiración es la raíz del amor, y hay que cultivarla. Y
mostrar que se admira.

P. Puede ser difícil recordar
cuando se está sumido en el día a día.
R. Hay que tener
presente siempre lo que se debe al otro. Soy lo que soy porque el amor me
recrea. Hay que vivir de los buenos recuerdos, y agradecérselos a esa persona.
Olvidar eso ante el problema diario es desenfocar el
problema.

P. Otro de los puntos más citados por los
matrimonios felices como secreto para perdurar es que»se casaron para
siempre».
R. No es lo que está de moda, ni lo que se enseña.
Prácticamente todos lo citaron en primer lugar. Es más que enamorarse, que es
emocional y egocéntrico, es una entrega total. Es casarse sin reservas, es
quemar las naves. Si uno se casa así, las dificultades se relativizan, se
toleran los defectos y se superan malas tentaciones. Los que no se casan para
siempre, están poniendo a prueba al otro, y eso es muy duro. Es apostar por un
amor perdedor: el amor comprometido es el ganador.

P.
Pero para comprometerse hace falta algo más que quererlo.
R.
Sí, hace falta un mínimo de madurez personal: capacidad de autogobierno, de
decidir prescindiendo de instintos y deseos. La madurez personal se relaciona
mucho con la madurez personal. El inmaduro es incapaz de llevar su parte de la
carga, sigue con la mentalidad de soltero: quiere las ventajas del matrimonio,
pero mantener su «independencia». Y no es capaz de llevar una vida en
común.

P. ¿Que pueden hacer los gobiernos para favorecer
los matrimonios perdurables?
R. Primero, no promulgar leyes
como la del «divorcio express», que es propaganda del divorcio. Mientras los
legisladores no crean en el matrimonio ni sepan lo que es, es difícil. Ese
confusionismo lleva a que quieran apagar el fuego con pirómanos. Si se está al
borde de la ruptura, no hay que facilitarla, sino dar
tiempo…

P. ¿Cuál es la mejor
escuela?
R. Desde luego, ni el estado ni el colegio, es la
propia familia: saber que tus padres se quieren y que dan buenos ejemplos. Y
formar a los hijos para el matrimonio. Es una contradicción dedicar un año para
preparar el día nuestra boda, y no dedicar un solo día a preparar los 40 ó 50
años siguientes.

Papá, quiero operarme

Ni viajes, ni motos… este
año vuestras hijas os pueden
pedir una operación de
estética como regalo de fin
de curso. Un ´premio´ de doble
filo que los padres deben
valorar en su justa medida.

Autor: padresycolegios.com

A Ana le acaban de practicar una mamoplastia. Era su,mayor ilusión. De hecho
reconoce que » de no habérmela pagado mis padres, hubiera sido capaz de dejar
los estudios y trabajar para costeármela.Al final les convencí y he seguido
yendo a clase. En un futuro incluso me pondré más talla». Como esta madrileña de
18 años existen cada vez más adolescentes que se unen a la moda del ´cuerpo 10´
y capaces de todo por conseguir su objetivo.

CHANTAJE

Para Fernando Chacón, decano del
Colegio de Psicólogos y profesor de la Complutense, la moda de la cirugía
estética entre adolescentes puede llevar a un «verdadero trastorno»: «Muchos
recurren al chantaje y establecen una dinámica que debe ser cortada de raíz.
Primero es el coche, luego la moto…». En muchos casos los progenitores ceden
bien por no saber controlar la situación, bien porque terminan creyendo que
pueden causar un ´trauma´ a sus hijos. Nada más lejos de la realidad: «hay que
mantenerse firme y evaluar todos los factores aunque hoy en día es difícil. Me
alucina la cantidad con la que van cada fin de semana sólo para ´cubrir
necesidades´»

La táctica más habitual en este sentido es convencer al
padre o la madre para que permita la intervención siempre y cuando sean los
ahorros del adolescente los que se hagan cargo de los costes. Una ´hucha´ que se
llena con constancia ante el asombro de la familia y que termina siendo moneda
de cambio ante una promesa dada ´demasiado a la ligera´. Y no exageramos,
recopilar los 4.000 euros de media que supone una mamoplastia o los 2.000 de una
liposucción no es una tarea tan difícil como parece (cumpleaños, regalos de fin
de curso…)
Superado el conflicto económico, otro de los principales ejes es
el emocional. En este sentido conviene recalcar que si el especialista no
recomienda la intervención por causas psicológicas reales, el verdadero ´trauma´
es el que puede aparecer después de la operación. Ángela y Diana son claros
ejemplos. La primera, de 18 años, fue intervenida a través de la Seguridad
Social ya que su médico de cabecera se lo recomendó por un claro desequilibrio
entre el volumen de su pecho y su complexión. La segunda, de 23, lo hizo por
´ilusión´ porque se la había hecho antes su madre, ´pero a ella le quedó mucho
mejor y no lo pasó tan mal…´.

RIESGOS DEL
CUERPO 10

El tercer vértice de este triángulo es el
riesgo. Una operación de cirugía estética es una intervención quirúrgica y como
tal son muchos los factores que antes se han de tener en cuenta antes de elegir
un especialista o centro. En ocasiones la precipitación y el desconocimiento
–sobre todo entre adolescentes que ´se van a encargar de todo porque así lo
prometieron´– pueden tener consecuencias nefastas. Para empezar, es necesario
comprobar la legalidad y experiencia de la clínica, del anestesista y del médico
que va a operar. En este último caso conviene destacar que, hasta 1995, se
expedía el título de Licenciado en Medicina y Cirugía, que permitía a todos los
médicos intervenir independientemente de estar o no en posesión de la
especialidad.
Una circunstancia que ha llevado a numerosos casos de
negligencia médica. Aunque sí pueden realizar ´pequeñas operaciones´ sin tienen
los conocimientos necesarios –los que sí se le piden a un especialista en
Cirugía Plástica, Estética y Reparadora– para reaccionar ante cualquier
incidente en la mesa de operaciones. Constatado este punto, los padres deben
tener en cuenta antes de tomar la decisión otras opiniones; verificar que la
clínica dispone de equipo de reanimación, exigir copia de todos los documentos
–presupuesto cerrado por escrito y compromiso de resultados– y comprobar que al
paciente se le va a mandar a casa sin drenajes y habiendo pasado al menos 12
horas en la clínica tras la intervención.

Conocer la naturaleza de cerca

Autor: padresycolegios.com

La vida en la ciudad hace que muchos niños pierdan el contacto con la naturaleza por completo, lo que en ocasiones conduce a situaciones tan paradigmáticas como que, a veces, los más jóvenes no sean capaces de reconocer a los animales cuando los ven en la naturaleza.

Evitar este desconocimiento del mundo natural es una de las principales funciones de los parques zoológicos, una creación del siglo XIX con una total vigencia hoy en día. Los zoos han sabido adaptarse a las nuevas demandas de sus principales visitantes, los niños, con programas infantiles de divulgación de la naturaleza. Entre estas adaptaciones, destaca la calidad de sus páginas web, en las que se pueden encontrar todas la actividades programadas.

Las actividades están enfocadas a los distintos grupos de edad, para hacer más cercano el mundo animal a los más jóvenes. De esta manera, se puede convertir un fin de semana en la ciudad en una agradable experiencia al aire y en contacto con la naturaleza más salvaje para mayores y pequeños. La página web www.waza.org/network permite consultar toda la información sobre sobre parques zoológicos de España y del mundo.

En nuestro país, uno de los centros de naturaleza que más expecta tivas ha levantado en los últimos años es Faunia (Avenida de las Comunidades 28, Madrid). Este centro cuenta con distintos ecosistemas que permiten conocer a los pingüinos en pleno mes de agosto, por poner un ejemplo. Además, una de las principales características de Faunia es que, a través de su página web (www.faunia.es) adultos y niños pueden preparar sus visita al parque a través de juegos y preguntas, que incluyen premios para los más audaces como entradas gratis para el parque.

Bajo las estrellas

Autor: padresycolegios.com

Durante los meses de más calor
surgen a lo largo de toda la geografía
española cines al aire libre, una
actividad muy asentada en la cultura
mediterránea. Los cines de verano
constituyen una doble oportunidad
para los padres: por un lado,
pueden aprovechar para iniciar a los
más jóvenes de la casa en el séptimo
arte, y por otro, pueden huir del
calor disfrutando de las mejores películas
del año.

En Madrid, una de las ciudades
en las que el verano se hace sentir
con más fuerza, se encuentra una
de las ´salas´ pioneras de este modelo,
la del Parque de la Bombilla,
conocido por los más castizos como
«la bombi». Este peculiar y tradicional
cine, que ya forma parte de
la historia del folclore madrileño, está
situado en la Avenida de Valladolid
y mantiene sus puertas abiertas
desde principios de julio, con sesiones
a las 22:00 y entradas que
tan solo cuestan 4,5 euros, frente
a los más de seis que alcanzan ya
los cines habituales.

Estas proyecciones al aire libre
han sido tradicionalmente actividades
para toda la familia, ya que las
películas suelen tener temáticas
adecuadas (comedias, películas infantiles)
y los precios tienden a ser
populares (algunos ayuntamientos
incluso organizan proyecciones gratuitas).

Al no ser salas cerradas, permiten
que los niños tengan cierta libertad
y que la proyección no les
resulte tan larga y tediosa, principal
problema que surge al llevar a niños
pequeños a salas ´clásicas´.

La programación de esta salas
´veraniegas´ suele estar compuesta
por las películas de más éxito de
la temporada, y por supuesto entre
ellas se encuentran.