La policía vuelve al colegio… por seguridad

Las aulas son sinónimo, para muchos, de «vuelta a las andadas». Por eso, ante los sucesos
de violencia escolar e incluso para evitar la venta de drogas en torno a los centros educativos
por parte de veinteañeros en busca de «víctimas» entre los escolares, muchos colegios
se han visto obligados a recurrir a la seguridad privada o a la Policía.

Autor: padresycolegios.com

En algunas zonas de nuestro país se está poniendo de moda que policías locales
vigilen los colegios ante la venta de drogas cerca de los centros educativos por
parte de veinteañeros ajenos a los colegios en busca de «víctimas» entre los
escolares. De hecho, el Ministerio del Interior prepara planes específicos de
lucha contra la delincuencia en las inmediaciones de colegios e institutos, que
se centrarán fundamentalmente en la vigilancia y control del tráfico de drogas,
así como en la actuación de bandas organizadas. Así lo ha anunciado el ministro
del Interior, José Antonio Alonso, asegurando que «la orden política está dada»
y que el objetivo es que estos planes, que en octubre comenzaron a estudiar un
grupo de expertos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, estén
concluidos antes de final de año.
Las fuerzas de seguridad estarán en
contacto con los responsables de los colegios e institutos y con las
asociaciones de padres.
El ministro explicó que, desde su llegada al
departamento, ha considerado precisa una «acción específica» contra ese tipo de
delincuencia y que ha dado la orden al secretario de Estado de Seguridad,
Antonio Camacho, para que desarrolle esos planes con los expertos de la Policía
y la Guardia Civil, ya que se ha registrado «un nivel de preocupación estimable»
en relación con este asunto.
Aunque la mayor incidencia de la delincuencia en
los alrededores de colegios e institutos se da en las grandes ciudades, también
la Guardia Civil en el ámbito rural participará en esos planes de seguridad
específicos, dijo Alonso. El ministro señaló que esos dispositivos especiales en
los alrededores de los centros educativos permitirán que alumnos y profesores
puedan denunciar de modo inmediato situaciones delictivas y recibir una
«protección específica».
También se refirió al incremento de la actuación de
las bandas latinas en las grandes ciudades y, tras recordar que su departamento
ya ha aumentado los recursos destinados a combatir este «fenómeno complejo»,
señaló que Interior combatirá estas bandas que pueden comprometer la seguridad
ciudadana.

LA VIOLENCIA NO SURGE DEL NIÑO: ES UN REFLEJO DE LA SOCIEDAD

Autor: padresycolegios.com

La catedrática de Psicología Evolutiva de la Universidad Complutense de Madrid,
María José Díaz-Aguado, defiende que «uno de los enemigos principales de la
lucha contra la violencia entre adolescentes es la creencia equivocada de que la
violencia forma parte inevitable de la naturaleza humana».
Según la
investigadora, «la violencia es un reflejo de la sociedad que los jóvenes
perciben». Sin embargo, Díaz Aguado añade que, según datos del Instituto de la
Juventud, el papel más frecuente que los adolescentes desempeñan en situaciones
de violencia es el de espectadores (81%), y en mucha menor medida el de víctimas
(34% de agresiones físicas y 13% de agresiones psicológicas o emocionales) o el
de agresores . «Sólo el 18% reconoce haber ejercido agresiones físicas», explica

Armas contra las garras del consumismo

En una sociedad rica y ostentosa como nunca, no resulta fácil
abstraer a nuestros hijos de tendencias de consumo cada
vez más arraigadas. Pero no debemos olvidar que su imadurez
y falta del sentido de responsabilidad hace de ellos
víctimas especialmente apetecibles. Hay recursos para evitar
que se conviertan en insoportables caprichosos. Ante todo,
predicar con el ejemplo.

Autor: padresycolegios.com

Para unos, no hay escapatoria. La bonanza económica en los países ricos impone
la ley del consumo masivo, algo que no es malo en sí mismo. «A fin de cuentas, a
todos nos gusta vivir bien», aducen. Sus razones tienen: ¿recuerdan cuando la
mayoría nos mofábamos de aquellos «snobs» que paseaban por la calle los primeros
móviles?
Sin negar los beneficiones de la sociedad de mercado, otros opinan
que sí habría que poner coto a la compra desenfrenada. Sobre todo cuando toca
educar en la responsabilidad al más inerme. Es decir, dotar de recursos a los
más pequeños para que las garras de la publicidad y la presión social no les
arrastren de lleno a la superficialidad de la apariencia.
¿Pero cómo hacerlo?
Primero está el temor a que nuestros hijos pasen por pringaos ante su círculo de
amigos. A que su móvil quede desfasado y esto le suponga ser el hazmerreír de la
clase. A que su ropa pase de moda o no luzca las marcas adecuadas, y por ello
sea marginado e incluso acosado por sus colegas de dentro y fuera del
colegio.
Para los sociólogos y educadores, éste es un círculo fácil de
explicar: el niño pide, los padres (por ese miedo a la burla ajena) acceden, el
niño pide más y, como el padre X transige, el padre Y se deja llevar. Una
dinámica sencilla que funciona sobre cimientos sólidos como el descenso de la
natalidad (atención más individualizada, el hijo único…) y el aumento del
nivel de vida.
«Está claro que el fenómeno del consumismo ha aumentado en
todas las edades, así que también entre los niños y adolescentes», asegura
Javier Guri, asesor en Protección sociocultural del Defensor del Menor de la
Comunidad de Madrid. «Cada vez hay más fechas para regalar: a las navidades y
cumpleaños se han sumado el fin de curso, los carnavales… Cualquier momento es
bueno».

RESPONSABILIDAD

Para más inri,
muchos padres se encuentran ante un dilema no siempre fácil de resolver.
«¿Educar a mi hijo en el consumo responsable cuando yo mismo renuevo vestuario,
coche y electrodomésticos sabiendo con certeza que no lo necesito?» Es inútil
negarlo: hay familias que no sólo consienten (tirando, claro, de billetero) que
su hijo sea un consumista de pro, sino que lo alientan e incluso se enorgullecen
de ello. «En muchas casas, todos los años hay nuevos chismes, el padre cambia de
coche cada tres o cuatro años… Así es difícil inculcar valores de
responsabilidad en el consumo», añade Guri.
Enseñar con el ejemplo se revela,
pues, como el mejor camino para evitar que nuestros hijos se conviertan en
caprichosos pidelotodo. Los expertos lo tienen claro: sólo cuando la frivolidad
materialista deje de formar parte de nuestras vidas estaremos legitimados para
argumentar ante nuestros hijos que la presión de grupo es una tontería, que hay
que tener más personalidad, que la obsesión por el objeto es un insulto para los
que no tienen ni para comer, etc…

EL VALOR
DEL DINERO

Luego están los medios de comunicación,
con sus mensajes de éxito
fácil en los que la apariencia y la
ostentación se erigen en reyes absolutos.
Mucha publicidad y mucho
programa en el que lo que
cuenta es el tener, no el ser. Demasiados,
coinciden todos. Ante
ellos, sólo queda prevenir desde
edades tempranas, viendo la tele
en familia y dejando claro qué es
realidad, qué ficción y qué una realidad
adulterada y muy alejada del
día a día.
Por último, los padres pueden
y deberían esforzarse en transmitir
el valor del dinero. «Los niños
tienen que aprender que el dinero
no llueve del cielo, que conseguirlo
implica un esfuerzo», señala
Guri. Y también en controlar cómo
consiguen y emplean los recursos
económicos de que disponen.
Más que paga sí, paga no, la
cuestión es envolver el tema gastos
con «diálogo y confianza», en
palabras del asesor del Defensor
del Menor.

Abuelas quemadas

Autor: padresycolegios.com

Desde hace tiempo se habla cada vez más de el «síndrome de la abuela quemada». El término se refiere a las abuelas que no dan abasto con sus muchos quehaceres, pues, además de los propios, tienen que cargar con los que depositan en ellas sus hijos, ya independizados. El principal sería el cuidado de los nietos, de quienes muchas parejas de padres, ambos trabajando, se desentienden –es un decir– durante muchas horas al día.
Llevar a los niños al colegio, recogerlos, darles de comer, volver a llevarlos, quizá volver a recogerlos y darles de merendar es la rutina de muchas abuelas con nietos en edad escolar. Con nietos preescolares las rutinas son distintas, pero ocupan aún más tiempo. Los abuelos ayudan en lo que pueden. Lo cual no sería mayor problema si las fuerzas fueran las de una mujer joven o si no tuvieran otras ocupaciones, no sólo las de su hogar. Pero la juventud quedó atrás y sí, pueden tener otras ocupaciones. Cada vez son más las mujeres mayores que han trabajado, o que trabajan, y/o que llevan una vida de ocio o de cultivo personal propia, no necesariamente vinculada a la familia. En estos casos, puede darse un conflicto de intereses o una sobrecarga de ocupaciones, que llegue a quemar a bastantes mujeres.
Algunos, sin embargo, se refieren a la carga de los nietos como si fuera algo actual y extraordinario, un invento del siglo XXI, de una generación de hijos aún más oportunista de lo habitual. Muy al contrario, la necesidad de compartir ese tipo de cargas, además de otras importantes funciones sociales, son las que explican, incluso, que exista la figura de la abuela.
Los psicólogos evolucionistas se hacen preguntas tan descarnadas como las siguientes: ¿cómo es posible que las mujeres sobrevivan tantos años después de su edad fértil? ¿cuál es el mecanismo que ha seleccionado vidas tan duraderas si a edades avanzadas la prole ya se vale por sí misma? Es decir, ¿para qué sirve, biológicamente, una mujer si ya no puede ser madre ni es necesaria para cuidar a sus hijos?
Es posible que la utilidad biológica de las mujeres de edad avanzada fuera alta en el entorno original en que evolucionamos los humanos, esto es, en un grupo pequeño de cazadores y recolectores. Por una parte, tendrían conocimientos muy relevantes para la propia familia y para el grupo, sobre todo, información de cada uno de los miembros del grupo, muy útil a la hora de formar matrimonios, alianzas o seleccionar líderes. Por otra, ayudaban a sus hijas a sacar adelante a la progenie de éstas, con buena parte de la carga genética de las abuelas. Por entonces las mujeres se pasaban embarazadas o dándoles de mamar a sus hijos casi toda su vida fértil y, por tanto, no podían llevar esa carga solas sin ayuda de otras mujeres de su familia. Los varones se ocupaban del sustento y tendían a mantener su compromiso con sus mujeres y sus hijos a largo plazo, lo cual no era (ni es) baladí.
De modo que, para abuelas quemadas, aquéllas, que, además, vivían, como los demás humanos, en condiciones muy limitadas. Otra cosa es si hijos tan oportunistas como lo somos los actuales los había entonces. No sé por qué, eso sí que me parece un invento del siglo XXI. Pero es tema para otra ocasión.

Ni maleducados ni vagos, hiperactivos

Dificultades de atención, de organización, para controlar los impulsos o para regular la actividad. Estos son algunos de
los síntomas del Transtorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), que bien pueden confundirse con comportamientos
propios de niños más inquietos, de bajo rendimiento escolar, vagos o maleducados.

Autor: padresycolegios.com

A cualquier niño nervioso o simplemente un poco «trasto» se le tilda de
hiperactivo. Según María Jesús Mardomingo, jefa de la Sección de Psquiatría
Infantil del Hospital Gregorio Marañón, «el Trastorno de Déficit de Atención e
Hiperactividad (TDAH) está de moda porque ha aumentado la prevalencia de los
niños y jóvenes que lo sufren». Lo cual no quiere decir que sea un trastorno
nuevo: «los psiquiatras infantiles lo conocen desde hace un siglo».
Ahora
bien, las cifras se han disparado en los últimos años: «el TDAH no tiene
fronteras –afirma Preston J. Garrison, secretario general y consejero delegado
de la Federación Mundial para la Salud Mental– y afecta a entre un 3% y un 7% de
niños en todo el mundo». Centrándonos en España, se calcula que hay un 5% de
menores de 18 años que padecen el trastorno. ¿Por qué cada vez hay más niños
hiperactivos?
A pesar de tratarse de un trastorno genético (uno de cada
cuatro niños afectados tiene uno de los padres hiperactivo), el TDAH es sensible
al entorno, a las características del medio donde vive el niño. Por tanto, se ha
visto afectado por «factores sociales y culturales, por los cambios en los
valores de la mujer y, en general, por el modo de vida que llevamos. Las
características del mundo de hoy, sin duda, están influyendo en que aumente»,
afirma la Dra. María Jesús Mardomingo.

SOBREDIAGNÓSTICO

El TDAH afecta a la
capacidad del niño de regular su nivel de actividad (hiperactividad), inhibir o
frenar sus pensamientos o su comportamiento (impulsividad) y prestar atención a
las acciones que realizan (inatención). En Convivir con niños y adolescentes con
TDAH, de César Soutullo (Editorial Médica Panamericana), se define al niño
hiperactivo como aquel que «tiene gran dificultad o incapacidad para prestar
atención y concentrarse, presenta un nivel alto de actividad inadecuado para su
edad, se distrae muy fácilmente y es muy impulsivo».
Esta definición, unida a
la avalancha de información que últimamente se ha producido en torno al
trastorno, puede dar lugar a equivocaciones: «el sobrediagnóstico escolar y
familiar es muy frecuente y alto. La labor del médico es decir si ´sí´ o ´no´ y
dar un diagnóstico adecuado, lo que requiere de mucha valoración conductual. Hay
que ser muy prudente y en caso de niños límite y dudosos, hay que decir que no»,
asegura el dr. Alberto Fernández Jaén, jefe del Servicio de Neuropediatría del
Hospital de la Zarzuela de Madrid.
El tratamiento del TDAH incluye el uso de
medicación y apoyo psicosocial. Lógicamente, la psicoterapia conductual
–actuando a nivel familiar, social y escolar– no es objeto de ninguna
controversia. El problema está en los fármacos. Muchos padres son reticentes a
medicar a sus hijos. Según el dr. Fernández Jaén, «los fármacos no producen
dependencia. Cuando se dejan de tomar, pueden aparecer otra vez los síntomas. Es
lo mismo que ocurre con los hipertensos, lo que pasa es que con los hiperactivos
hay más prejuicios».
Sin embargo, no cabe duda que es imprescindible el rigor
médico: «si a un niño no hiperactivo se le diagnostica como hiperactivo, hay
diatrogenia [producción de efectos nocivos debidos a la actuación médica] y los
efectos adversos de los medicamentos caen sobre los niños», afirma la Dra.
Mardomingo. Por tanto, resulta fundamental el buen diagnóstico del especialista.

Tweenies: gustos adolescentes con cara de niño

Rasgos esenciales del comportamiento adolescente parecen haber invadido los últimos años de la infancia,
desdibujando los límites de las etapas de crecimiento y creando confusión a padres y educadores.

Autor: padresycolegios.com

¿Pero qué hay de cierto en todo esto? Desde luego, existen datos objetivos que corroboran esa exportación a la infancia tardía de hábitos que solían pertenecer a la etapa adolescente. Hace ya tiempo que el mundo del marketing maneja el concepto tweenie como objetivo comercial de primer orden. Traducido al español como algo parecido a mini-adolescente, tweenie es todo niño entre 9 y 12 años que influye decisivamente en la decisión de compra y es consciente de sus gustos, sobre todo en cuanto a moda se refiere.
Algunos consideran que la industria de la publicidad se ha inventado un nuevo público para asentar la extensión de sus mensajes y aumentar el consumo entre los niños de edad avanzada, colectivo antes casi ignorado en los anuncios salvo en época navideña. Probable que haya contribuido a hacer del fenómeno algo tangible. Pero también es cierto que el sector de moda infantil creció en España a un ritmo del 20% entre 2000 y 2004. Sólo hace falta salir a la calle: los niños y niñas más mayores visten mucho más sofisticado de lo que lo hacían sus iguales hace 20 e incluso 10 años. A estas edades, los chavales ya llevan a sus padres de compras, y no al contrario.
Para el profesor Joaquín de Paúl, experto en temas de psicología infantil de la Universidad San Pablo- CEU, la cosa es más complicada de lo que parece. Por una parte, algunas formas de actuar propiamente adolescente han sido adoptadas por ciertos niños del tramo 9-12 años, pero en lo fundamental nada ha cambiado. «Es más cuestión de forma que de fondo. Por ejemplo, esa rebeldía del adolescente basada en el pensamiento crítico, en el cuestionamiento de la norma desde la madurez, se sigue produciendo a la misma edad. Puede que los niños mayores sean más insolentes, pero creo que esto se debe sobre todo a la falta de límites en la que se han criado».
Luego, añade De Paúl, está la «variabilidad de entrada en la adolescencia», lo que hace más difícil medir el impacto de este supuesto adelanto en la fecha de inicio habitual a la etapa de transición entre la niñez y la edad adulta. «Además, hay que tener en cuenta que hace 50 años había niños que a los 12 años ya trabajaban y tenían responsabilidades. Esto no se da ahora. De hecho, en algunos aspectos la adolescencia se está retrasando». Y alargando: «hay muchos que siguen siendo adolescente hasta los 20 años», afirma.
Distinta es la visión de Elisabeth Hartley-Brewer, una de las autoras sobre temas de infancia con más éxito en el mundo anglosajón. Hartley- Brewer sostiene que el cambio es real, que los niños-adolescentes sufren cada vez más presión de grupo y tienden a desapegarse antes de las familias, que están siendo sustituidas por los amigos como personas de referencia. Para ella, esto genera problemas que antes no existían: «Uno de los desafíos a los que se enfrentan padres y educadores es cómo reconciliar y equilibrar el deseo emergente de los tweenies de ser diferentes de sus familias con su necesidad de sentirse seguros, conectados y controlados en límites seguros».

Obesidad infantil, aprende a prevenirla

España se ha colocado a la
cabeza europea de niños
obesos, sólo por detrás de
Reino Unido y pisándole los
talones a Estados Unidos.
Concretamente el 18% de los
chavales entre 6 y 12 años
sufre sobrepeso en nuestro
país.

Autor: padresycolegios.com

Tres años. Ésta es la edad a la que, según los especialistas, debe iniciarse la educación de los menores en materia de nutrición. ¿Por qué tanta urgencia? Pues sencillamente porque España se ha colocado a la cabeza europea de niños obesos, sólo por detrás de Reino Unido y pisándole los talones a EEUU, un país del que hace sólo unos años estábamos a años luz en cuanto a tasas de sobrepeso infantil. Concretamente, el 18% de los chavales españoles de entre 6 y 12 años pesa bastante más de lo que debería, una cifra que se ha multiplicado nada menos que un 11% en la última década.
Según un trabajo publicado recientemente en la revista Medicina Clínica, la magnitud del problema de la obesidad dentro de nuestras fronteras ha pasado a ser un asunto de primer orden en el área de salud pública sobre el que es necesario actuar «con urgencia».

MEJORAR LA DIETA

Por este motivo, se han puesto en marcha varias iniciativas dirigidas a modificar los hábitos nutricionales y de vida desde la infancia. El Ministerio de Sanidad ha iniciado la llamada estrategia NAOS, un compendio de medidas destinadas a mejorar la dieta de los pequeños y a fomentar estilos de vida saludables (deporte, disfrute al aire libre, educación nutricional en los colegios…) y varias instituciones privadas han aportado su granito de arena en este sentido. Por ejemplo, el Instituto de Estudios del Azúcar y la Remolacha (IEDAR) acaba de editar un simpático libro para los más pequeños en el que sus personajes preferidos de la factoría Disney de dibujos animados les explican las diferencias entre los diferentes nutrientes, para qué sirve cada uno, la importancia de hacer un buen desayuno e, incluso, incluye varias recetas sencillas para que los niños comiencen a disfrutar del placer de cocinar su propia comida.
En el VII Congreso Nacional de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, celebrado recientemente en Murcia, los especialistas allí reunidos se mostraron partidarios de comenzar con este tipo de pautas desde los tres años y mantenerlas durante una década; hasta que los chavales sean capaces de discernir qué productos son los más saludables y con qué frecuencia deben ingerirlos.

POCAS GOLOSINAS

Según los expertos, los progenitores y los centros docentes deben establecer una estrecha colaboración y complementar esfuerzos para llegar a buen puerto. Algunos consejos que dieron fueron desterrar las golosinas y no utilizarlas como premio a las tareas bien hechas. Es aconsejable sustituir las bebidas azucaradas por sus versiones sin edulcorar y fomentar la actividad física en polideportivos, parques y jardines, en lugar de favorecer el sedentarismo. Para ello es esencial limitar el tiempo que los menores pasan delante del televisor y de las videoconsolas. También es conveniente que los niños acompañen a los padres a hacer la compra y que participen en tareas sencillas en la cocina. Comer juntos siempre que se pueda también es fundamental.

Alternativas al botellón

Autor: padresycolegios.com

A pesar de que ellos no sean muy conscientes de ello, la ingesta compulsiva de
alcohol durante los fines de semana en lo que ya se conoce popularmente como
botellón, comenzará a pasar una importante factura en la salud de nuestros
hijos. Con el objetivo de frenar esta tendencia se han hecho campañas
publicitarias, se ha alertado a los pediatras para que indaguen en los hábitos
de sus pacientes jóvenes y traten de detectar si consumen alcohol en exceso e,
incluso, se ha prohibido (sin demasiado éxito) la celebración de estas
particulares fiestas en las que se bebe para pasarlo bien. Ninguna de estas
estrategias parece haber hecho la más mínima mella en los jóvenes.
No ha
ocurrido así con otras iniciativas que tratan de ofrecer alternativas de ocio
diferente. En este sentido, La Noche Más Joven, o Las mil y una Noches,
dependientes del Ayuntamiento de Madrid y del de Alcobendas, respectivamente,
son una buena prueba de que se pueden llenar las jornadas nocturnas de los
viernes y sábados con clases de aeróbic, bailes de salón, natación, baloncesto,
cartas o teatro. Estas actividades suelen desarrollarse en los polideportivos,
cuestan poco dinero y son muy divertidas. Sólo les falta algo más de promoción,
puesto que todavía hay muchos adolescentes que desconocen que cerca de su casa
se celebran estas jornadas.