Escondite

Autor: padresycolegios.com

Escondite La madre de María siempre quería que sus hijos comieran sano. Verduras, frutas o legumbres estaban siempre en el menú sin opción alguna a que los niños comieran chucherías. Por eso, María siempre aprovechaba cuando venía visita a casa y sus padres estaban entretenidos para rebuscar en el frigorífico, en la despensa y en algún mueble, algo de comer que realmente le apeteciera como bollos, chocolate, etc. Pero un día, su madre fue a enseñarle la casa a los visitantes y al abrir la puerta de la despensa apareció María, que en «su defensa» sólo pudo alegar que estaba allí jugando al escondite y ¡horror!, la habían encontrado.

Si sale el sol

Autor: padresycolegios.com

A Angelines le tenía tan cansada su hija pidiéndole que la llevara al cine que, para que no se lo pidiera más y como estaba lloviendo le contestó que irían al cine «cuando volviera a salir el sol». La niña, que miró por la ventana y vio todo el cielo gris, un poco confusa, le preguntó a su madre. «Mamá, ¿y si el sol no vuelve a salir? ¿no vamos?»

Un armario sirve…

Autor: padresycolegios.com

Roberto se despertó en medio de la noche con ganas de hacer pipí. A sus cinco años y cuando sus padres se quisieron dar cuenta de que el niño se había levantado de la cama no pudieron evitar encontrarlo de cara al armario. Cuando se fijaron más, los padres de Roberto descubrieron la realidad. Había abierto el armario, confundiendo el fondo de uno de los cajones con la taza del WC.

Ni un pelo de largo

Autor: padresycolegios.com

La madre de Laura la dejó junto a su hermana Raquel en casa de la abuela materna mientras se iba a hacer la compra. La auela jugó un rato con las niñas y las peinó, haciéndoles sendas trenzas para que aunque jugaran no se despeinaran. Por si acaso se les ocurría quitarse la goma que sujetaba el pelo, la abuela les previno de que, si lo hacían, «las mataba». Las niñas al principo no hicieron caso de la advertencia pero al cabo de un rato y dándose cuenta de que estaban muy despeinadas, decidieron cortarse los pelos que se habían salido de la trenza y guardarlos debajo de la cama para luego hacer una almohada para las muñecas. Cuando la madre regresó y vio a las niñas no tuvo otro remedio que cortarles el pelo ¡casi al cero!

Baño de espuma

Autor: padresycolegios.com

El niño es capaz de ducharse sólo, o así lo pensaban los padres de Miguel, un pequeño de cinco años, cuando le dejaron para que se bañara en solitario por primera vez. Miguel, que en la etiqueta del gel de ducha vio una bañera llena de espuma quiso que su baño tuviera tanto jabon que virtió todo el bote –que estaba lleno –. Así, en menos de un minuto, sus padres vieron como el agua salía por debajo de la puerta entreabierta del baño. A Miguel no le había pasado nada, pero tardaron un buen rato en recoger todo el agua con espuma.

Luna, lunera

Autor: padresycolegios.com

Estaba Ana de vacaciones con sus padres y a punto de regresar al lugar de trabajo habitual. Una vez con las maletas en el coche y a punto de iniciar el viaje, Ana se fijó en la luna. ¡Qué luna más bonita!, dijo. Los padres asistieron sin darle más importancia hasta que al llegar a casa, Ana les dijo. ¡Mirar, la luna lunera se ha venido con nosotros!

Televisión, educación y familia

No se trata de censurar, de precisar
lo que se puede y lo que no se puede
ver por televisión, porque ya sabemos
cuan atractivo resulta lo
prohibido…

Autor: ENRIQUE ROJAS

V ivimos tiempos complejos,
repletos de contradicciones,
lo positivo y lo negativo andan
más mezclados que nunca.

Son muchos los factores que han contribuido
a ese estar perdido, desconcertado,
sin hacer pie y sin tener unos referentes
claros, coherentes, firmes, que empujen
con fuerza a toda la existencia hacia
delante, luchando por superar los obstáculos
que se van presentando. La televisión
es uno de ellos.

Los niños son, precisamente, quienes
más desprotegidos se encuentran ante
ese bombardeo constante de noticias, informaciones
y mensajes de todo tipo. Estudios
recientes ponen de manifiesto el
verdadero calado de este problema: largas
jornadas laborales mantienen a los
padres fuera de casa mientras los más pequeños
pasan horas y horas frente a la
«caja tonta». Dicen los especialistas que
la televisión, para ser buena, debe formar,
informar y entretener. Hoy por hoy, esto dista mucho de la realidad. La TV actual
no es formativa, ni muchísimo menos;
no hace al espectador más maduro, ni lo
mejora, ni lo enriquece.

Es menester saber hacer una criba de
todo lo que recibimos, sobre todo por higiene
mental. Es menester descifrar el criptograma
de datos que nos llegan como en
cascada, unos detrás de otros, y nuestros
hijos no lo pueden hacer solos. La solución
no está, como creen muchos, en establecer
un límite de horas. No es un tema
cuantitativo, sino cualitativo. Yo abogo por
una exposición controlada, en compañía
de los padres. No se trata de censurar, de
precisar lo que se puede y lo que no se puede
ver, porque ya sabemos cuan atractivo
resulta lo prohibido… Ver la televisión en
familia permite la reflexión, el debate; tenemos
que explicar a nuestros hijos lo que
están viendo, qué es lo que significa, por
qué sucede… en definitiva, enseñarles a
tener una visión más activa, más crítica.

El sociólogo francés Pierre Bourdie
habla de ello en el libro Sobre la televisión:
«el paisaje mediático constituye hoy
una amenaza para la sociedad. Hay que
buscar la justa medida. Mantenerse informado
sin perder el equilibrio psicológico».

Si ya es difícil para un adulto,
imagínese cuánto más ha de serlo para
un niño.

Nada más alejado de mi intención que
sembrar el pánico. Es una situación fácilmente
reversible, sólo debemos tomar
conciencia del peligro que supone para
nuestros hijos una exposición descontrolada.

La educación, en mayúsculas,
empieza por nosotros mismos. Los colegios
desempeñan una labor importante,
fundamental, pero en ningún caso pueden
sustituir a la familia.

En estos tiempos complejos se hace
más necesaria que nunca la figura de un
líder, de una persona que vaya por delante
enseñando con su tipo de vida un
estilo superior de existencia. Esa difícil tarea
nos corresponde como padres, no podemos
eludir tal responsabilidad. Nadie
velará mejor por la seguridad de nuestros
hijos, invitándoles a seguir en la dirección
adecuada, a la vez que ayudándoles a desarrollarse
como individuos.

Convierte al televisor en tu mejor aliado

Se acerca la Navidad, y con ella comienza el bombardeo de anuncios de juguetes en televisión,
al tiempo que la programación televisiva se transforma. Con la llegada de las vacaciones
escolares los niños pasan más tiempo en casa y, generalmente, frente a la pequeña
pantalla. Aunque según datos ofrecidos por el Estudio General de Medios (EGM), en
los últimos meses de 2005 ha descendido el consumo de televisión en nuestro país a favor
del ordenador y los videojuegos, en la actualidad niños y jóvenes pasan más de 3 o 4 horas
al día frente al televisor, tiempo que se incrementa en periodos como el navideño.

Autor: MARÍA MIRET

Poner límites al consumo de televisión se hace ahora más imprescindible que nunca. Y los principales responsables de ello son los padres. Así lo recuerda el Código de Autorregulación sobre contenidos televisivos e infancia firmado el 9 de diciembre de 2004 por las principales cadenas de televisión españolas, en el que se puede leer que «la mejor protección a la infancia y a la juventud exige un comportamiento activo de los padres y educadores, a quienes de forma más directa atañe la responsabilidad de la educación de los niños y los jóvenes»
La emisión, un año tras otro, de películas como Mujercitas, Solo en casa o las entrañables Sonrisas y lágrimaso Siete novias para siete hermanos por Navidad puede parecer un aburrimiento a los mayores, hartos ya de ver por enésima vez las mismas cintas, que las cadenas repiten una y otra vez por estas fechas. Sin embargo, para los pequeños de la casa estos filmes son toda una novedad, lo que supone una ocasión única para enseñarles a descubrir el cine de siempre sin temor a exponerles a contenidos poco adecuados ante la pequeña pantalla.
Aprovechar los contenidos positivos de la televisión es, pues, otro de los hábitos del buen televidente. Porque no se trata de prohibir a nuestros hijos ver la tele, sino de regular su consumo, evitando siempre usar la televisión como niñera. Cuando se acerca la Navidad, conviene volver a recordar algunos de los principios básicos que los padres deben de seguir para hacer un buen uso de la televisión en sus hogares.

PRINCIPIOS BÁSICOS PARA HACER UN BUEN USO DE LA TELEVISIÓN
LA TELE SE PONE SÓLO PARA VERLA

La televisión no debe nunca dejarse puesta sin voz o el sonido sin imagen, como «ambiente de fondo» de nuestos hogares. Hay que enseñar a los niños a conectar el aparato sólo cuando empiece el programa que les interese y acostumbrarles a cambiar de canal cuando un programa no sea conveniente, así como apagar la tele cuando termine lo que están viendo o cuando la programación no sea adecuada para ellos y en todas las cadenas pongan lo mismo.

LA TELE SE VE SIEMPRE EN EL SALÓN
A pesar de que, en nuestro país, casi el 50% de los niños de ESO dispone de un televisor en su habitación, según la psicóloga María Jesús Álava, autora de El no también ayuda a crecer, poner televisión a los hijos en su cuarto «es uno de los mayores errores que los padres pueden cometer», ya que favorece que vean solos cualquier programa y que la pequeña pantalla interrumpa sus horas de descanso o la realización de las tareas escolares. La tele ha de estar siempre en el salón, que es un espacio compartido por toda la familia. Sin embargo, dentro de éste, algunos expertos recomiendan que, cuando hay niños pequeños en casa, se sitúe en un lugar de difícil acceso ya que, en palabras de Joan Ferrés, autor de Televisión y Educación, «el hecho de que el televisor esté situado en el lugar central de la casa llevará al niño a la convicción de que ha de ocupar el lugar central de su vida».

LA TELE SE VE EN FAMILIA
La recomendación de los expertos es clara: nunca debe dejarse a los hijos solos ante la pequeña pantalla. Sólo debería hacerlo cuando se emitan programas que le ofrezcan todas las garantías, por lo que antes deberá enterarse bien de lo que el niño va a ver, aunque en esos casos lo más recomendable es echar mano del DVD o del video para ponerles una película de confianza o un programa previamente grabado y visionado por los padres. Después pida siempre a su hijo que le cuente lo que ha visto. Según Joan Ferrés, «cuanto más pequeños son los niños más grave es el riesgo de que contemplen solos la televisión».
Por desgracia, según un estudio de Barlovento Comunicación «casi la mitad del tiempo que pasan los jóvenes españoles delante del televisor lo hacen solos», mientras que, según un estudio de la Universidad de Navarra, «un 42% de los niños españoles con edades comprendidas entre los 9 y 11 años ve habitualmente los programas de televisión sin ninguna compañía». El informe anual de la empresa especializada en marketing audiovisual GECA corrobora estos datos al poner de manifiesto que los niños «pasan solos el 28% de su tiempo televisivo».

DE LA TELE HAY QUE HABLAR
Pero no basta con que el niño no esté físicamente solo ante la pequeña pantalla. Es preciso que no se sienta solo como espectador, sino que pueda dialogar acerca de lo que ha visto. Como ya hemos dicho, lo recomendable es ver siempre la tele con los hijos para poder comentar sus contenidos en familia. Para Joan Ferrés, unas simples intervenciones durante o después del visionado «servirán para potenciar los valores de la televisión y para contrarrestar sus efectos negativos». No hay que olvidar que la interpretación que los niños hacen de los mensajes televisivos depende, en gran medida, de los comentarios de sus padres al respecto. Por ello conviene explicarles todo lo que han visto y, en especial, los contenidos delicados (como sexo o violencia) y todo aquello que les genere dudas. Cuando se acerca la Navidad, una buena opción es invitar a casa a amigos de su hijo para que vean juntos la tele y animarles a que hablen de ella.
Una vez más, la realidad es bien distinta. Aunque la mayoría de padres y madres creen que la televisión engancha, también reconocen que no la suelen utilizar para dialogar con sus hijos. Según una investigación de la CAM, «sólo un 19% de los niños encuestados ve la televisión acompañado de sus padres. Un 55% escoge los programas sin consultar, un 39% nunca comenta con sus padres los programas y un 21% lo hace rara vez». Y es que, según un estudio elaborado por la Ceaccu en 2004 entre sus asociados, sólo una tercera parte de los padres comenta habitualmente los programas de televisión con sus hijos, a pesar de que la mayoría reconoce que el consumo televisivo de los niños es ante todo responsabilidad suya.

LA TELE SE VE CON LÍMITES
«Antes de cumplir los 15 años, un niño habrá visto televisión durante un tiempo equivalente a 17 meses», lo que supone que «casi un año y medio de toda su existencia se habrá dedicado a ver televisión». Así lo aseguraba el informe Situación social de la infancia en España elaborado por la universidad deComillas para el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en 2003.
Ante esta situación se hace imprescindible comenzar a dosificar el consumo de televisión estableciendo unas normas claras en el hogar. María Luisa Ferrerós, autora de Enséñale a ver la tele. Guía útil para enseñar a tus hijos a ver televisión, propone «establecer un pacto sobre horarios y programación» en las familias, poniendo límites claros con el fin de controlar el tiempo que los niños pasan frente al televisor, siempre teniendo en cuenta la programación que echen en cada momento. Algo que, por ahora, parece que nos cuesta. El citado estudio elaborado por la Ceaccu en 2004 entre sus asociados constataba que aproximadamente un 30% de los padres reconoce no tener ningún control sobre el consumo televisivo de sus hijos.
Aunque el tiempo de visionado variará en función de la edad, tradicionalmente se ha recomendado que los niños no vean televisión hasta que cumplan los tres años y algunos autores consideran que, simplemente, durante los dos primeros años de vida las dosis de televisión deberían ser menores que en el resto. Por su parte, la Academia de Pediatría de Estados Unidos aconseja que los niños menores de dos años no vean televisión y que el resto no vea más de una o dos horas de programas de calidad al día.
Antes de los ocho o diez años, son los padres los que deben dete
rminar cuánto tiempo al día puede verse la tele en casa, pero a partir de esa edad es importante que el pequeño aprenda a dosificar la televisión para que de mayor sepa elegir sus programas. Según María Luisa Ferrerós, «la edad adecuada para empezar a trabajar el autocontrol y la responsabilidad del propio consumo televisivo sería de ocho años en las niñas y de diez para los niños, siempre bajo la supervisión de un adulto». Pero recuerde: «en última instancia, la decisión es de los adultos, somos los padres los que decidimos lo que ven nuestros hijos, cuándo y cómo lo ven».
Para que se respete el horario establecido, es muy recomendable usar el video para grabar los programas que interesen y verlos en otro momento, especialmente los espacios que no se adapten a los horarios infantiles: poner el DVD o programas previamente grabados es siempre un consejo útil que, además, evita el bombardeo publicitario tan excesivo en fechas como las navideñas.

TV CON PROGRAMAS ADECUADOS
Pero no se trata sólo de cuanto tiempo ver la tele, sino también de qué ver en ella. Cuando hablamos de los niños, extremar las precauciones sobre la programación televisiva es esencial. Y una vez más, vigilar lo que los pequeños ven en televisión es obligación de los padres. Sin embargo, se trata de otra práctica que tampoco parece estar muy de moda en nuestro país ya que, según alerta el profesor Fernando Tucho, en la actualidad «la totalidad de los programas más vistos por los pequeños de la casa no son espacios especialmente dirigidos para ellos». Por si fuera poco, según datos de Corporación Multimedia, más de 150.000 niños ven la televisión a partir de las 12 de la noche en España. Y según recoge el Anuario de la Televisión 2005 elaborado por el Gabinete de Estudios de la Comunicación Audiovisual (GECA), «el momento con más espectadores infantiles es a partir de las 10 de la noche, momento en el que se concentran 915.000 niños delante del televisor». Efectivamente, un 78´1% de los niños españoles admite ver la televisión en horario nocturno.
Una vez más, recordamos que informarse del contenido de los programas de televisión que ven sus hijos antes de su visionado es responsabilidad de los padres de familia. Pero no basta con dejarles ver la tele sólo en determinados horarios y elegir programas calificados «para niños», sino que los padres han de ser críticos también con los programas infantiles que no respeten los valores y derechos de los menores, ya que numerosas investigaciones demuestran que muchos de los productos de ficción que suelen consumir los niños no favorecen su desarrollo moral. Cuidado, por lo tanto, con los programas para niños y los dibujos animados, porque no todos son adecuados.

LA TELE TIENE QUE TENER ALTERNATIVAS
En vacaciones, una opción especialmente interesante para los hijos es ofrecerles actividades alternativas a la televisión en torno a las cuales se organice su tiempo libre. Por supuesto, una de las actividades sustitutorias del televisor que han de tener los más jóvenes es la lectura, pero en Navidad el abanico de posibilidades se amplía.
Proponemos aquí algunas de ellas: inventar juegos en lugar de ver la televisión; contar cuentos a los hijos; narrarles películas –preferentemente basadas en libros–; ir al cine; visitar exposiciones; mirar la realidad a través del objetivo de la cámara de fotos o grabar algo en video para aprender lo que es «estar detrás de la cámara», o pasar un día sin televisión en el que preguntemos a los abuelos qué hacían de pequeños, cómo era la vida sin tele.
Otra actividad muy divertida, ahora que hay tiempo de estar en casa, es «hacer la prueba del algodón» para enseñar a los hijos a comprobar por sí mismos cómo miente la publicidad: después de ver un anuncio de detergente o el spot en el que una gota de lavavajillas cae sobre un plato cubierto de grasa dejándolo completamente limpio, se puede trasladar a los niños a la cocina para experimentar con un plato sucio o ensuciando una prenda que ya no sirva para intentar quitarle las manchas con sólo meterla un segundo en el agua.