A 6 de cada 10 padres les gustaría tener más tiempo de ocio con sus hijos

Según el estudio “Hábitos de Ocio Familiar desde la Irrupción de las Nuevas Tecnologías”, elaborado por Ipsos para Oreo, el 61% de los padres querrían disfrutar más de sus hijos a pesar de que solo el 37% de su tiempo libre pasan con ellos al salir de trabajar.

 

A los padres y madres españoles les gustaría disfrutar más tiempo de sus hijos teniendo en cuenta que casi la mitad de ellos invierte más de ocho horas al día en el trabajo. Esta es una de las principales conclusiones del estudio “Hábitos de Ocio Familiar desde la Irrupción de las Nuevas Tecnologías”, elaborado por Ipsos para Oreo. Así, a seis de cada diez padres les gustaría poder tener más tiempo para estar con sus hijos y, a pesar de que la jornada laboral es de más de ocho horas para casi la mitad de los progenitores (43%), solo el 37% de su tiempo libre está con ellos.

Pasar más tiempo libre en familia, en cambio, empieza a no ser una necesidad entre los niños de hoy en día. El 53% de los hijos considera que está suficiente tiempo con sus progenitores. Y, mientras el 71% de los padres prefiere pasar su tiempo de ocio en familia, la mitad de los niños encuestados se decantan por sus amigos, o bien jugando con la consola o el móvil, más que a otro tipo de juegos.

En este sentido, la irrupción de la tecnología en el ocio familiar ocupa ya un lugar privilegiado. De hecho, el estudio pone de manifiesto que un 29% de los niños prefiere jugar delante de una pantalla (móvil, ordenador o consola) a disfrutar de su tiempo libre en familia, con sus padres y/o hermanos.

 

Un 29% de los niños prefiere jugar delante de una pantalla (móvil, ordenador o consola) a disfrutar de su tiempo libre en familia, con sus padres y/o hermanos.

 

Si se atiende al tiempo que los niños de hoy en día invierten delante de una pantalla, el 21% de los niños consultados confiesa que pasa más de dos horas al día jugando con estos dispositivos.  Al llegar el fin de semana, se duplica el número de niños (un 49%) que está más de dos horas delante de una pantalla. Son los hijos mayores, de entre 13 y 16 años, los que llegan a jugar más de cuatro horas cada día del fin de semana.

“En la sociedad actual, la tecnología ha ganado terreno al ocio familiar donde padres e hijos se relacionan de forma natural y esto no solo es un tema de niños delante de una pantalla. Los padres también lo están. Sin embargo, no comparten ese tipo de ocio y cada vez es más común ver en el salón de casa a padres e hijos conectados cada uno a una pantalla, pero no todos a la misma”, afirma el sociólogo de Ipsos, Mario Arquet. Tanto es así que, preguntados por el tiempo real de ocio que pasan con sus hijos, solo el 39% dedica algo de rato a jugar con sus hijos y las nuevas tecnologías al mismo tiempo.

Los juegos que sí comparten padres e hijos son los de mesa. Un 80% de los padres asegura haber jugado con sus hijos en el último año a alguno de estos juegos y el 82% de los hijos también, mientras que la televisión se ha quedado como una medida de entretenimiento residual para todos los miembros de la familia.

Adolescencia, el momento en que el ocio familiar desaparece

El estudio elaborado por la consultora Ipsos refleja también que, con la llegada de la adolescencia, el ocio en familia empieza a difuminarse y a partir de los 12 años, los niños prefieren disfrutar de su tiempo libre con sus amigos, en vez de con sus padres. Continuando con las preferencias de ocio entre los menores, se observa cómo cuanto mayor son los hijos, menos necesitan a sus familias. Por eso, los que tienen edades comprendidas entre los 8 y 12 años prefieren jugar con sus padres mientras que los que están entre los 12 y 16 se decantan por sus amigos.

A la hora de hacer planes en familia, el 46% de los padres preguntados querrían hacer con sus hijos planes educativos y/o culturales, pero solo uno de cada tres niños finalmente los hace, por lo que se pone de manifiesto que existe una falta de oferta cultural y educativa que satisfaga a las familias. Sin embargo, sí tiene impacto en el ocio familiar las actividades al aire libre, ya que el 75% de los niños juegan en la calle de forma habitual.

 

El 46% de los padres preguntados querrían hacer con sus hijos planes educativos y/o culturales, pero solo uno de cada tres niños finalmente los hace, por lo que se pone de manifiesto que existe una falta de oferta cultural y educativa que satisfaga a las familias.

 

Por sexos, las niñas parecen ser las más responsables y aquellas con edades comprendidas entre los 13 y 16 años dicen tener menos tiempo para jugar por tener que hacer deberes. De hecho, y relacionado con su jornada diaria, el 47% de los niños y niñas de entre 8 y 16 años les gustaría tener menos horas de clase a la semana.

Aun así, y de acuerdo a la encuesta de Ipsos, todavía el 35% de los menores de entre 12 y 16 años (81% en edades de entre 8 y 12 años) prefiere jugar fuera de casa, sea cual sea la compañía. Le siguen jugar a videojuegos o con los móviles con un 29%.

 

 

Los logopedas españoles denuncian las dificultades para ejercer en el ámbito educativo

La ratio de logopedas en el sistema público de salud español es de 19,12 por cada 100.000 habitantes, lo que nos sitúa a años luz de países como Francia (38,2) o EEUU (51,1).

 

Los logopedas denuncian que, a nivel educativo, la ley vigente no permite la contratación de logopedas si no poseen, además, el título de maestro. Este hecho, según Ana Vázquez, presidenta del Consejo General de Colegios de Logopedas de España, comporta que los servicios de “logopedia” ofrecidos por algunos centros no siempre sean cubiertos por logopedas (profesionales sanitarios), sino por maestros con un complemento formativo en audición y lenguaje.

En ese sentido, desde el Consejo General de Colegios de Logopedas defienden la complementariedad en los roles y responsabilidades de ambos colectivos de profesionales y afirman que seguirán luchando por poder trabajar en equipo junto a los maestros de audición y lenguaje en los servicios educativos para garantizar una atención integral a los alumnos con problemas de comunicación y lenguaje.

Su presidenta, Ana Vázquez, destaca el papel “esencial” de los logopedas en los centros educativos, porque que considera “fundamental” la presencia de estos profesionales “por su valor de integración y de prevención, y para evitar el fracaso social y académico que presentan nuestras escuelas”.  Lamenta también que en la actualidad siga sin haber profesionales logopedas en todos los centros educativos y que las becas de educación para estos servicios externos no cubran a gran parte de los alumnos con trastornos del lenguaje, el habla, la voz, la audición o la deglución, lo que acaba obligando a muchos padres “a asumir el coste del servicio”.

 

Dificultades a nivel sanitario

 

La logopedia es una profesión sanitaria regulada por la Ley 44/2003 de 21 de noviembre de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS). En su artículo 7 apartado f, la LOPS define de forma breve la función de los logopedas como profesionales sanitarios que desarrollan las actividades de prevención, evaluación y recuperación de los trastornos de la audición, la fonación y del lenguaje, mediante técnicas terapéuticas propias de su disciplina.

“Un bebé que nace con dificultades para comer, un joven que después de un accidente de tráfico no puede hablar, un periodista que pierde la voz, un niño que no aprende a leer y escribir como lo hacen sus compañeros, un niño que lleva un implante coclear, un anciano que ha perdido la audición, un enfermo de Parkinson, alguien a quien han operado de un cáncer de lengua, una mujer transexual que desea una voz más femenina, una persona que sufrió una parálisis cerebral al nacer, una persona con autismo… Todas estas personas, de todas las edades, pueden verse beneficiadas por la ayuda de un logopeda”, enumera Ana Vázquez, que destaca la importancia de los logopedas como profesionales sanitarios especialistas encargados de garantizar una comunicación efectiva y una deglución eficaz y segura, “dos funciones que son clave para el mantenimiento de la calidad de vida de las personas”.

Pese a la importancia de los logopedas, sin embargo, desde el Consejo General de Colegios de Logopedas denuncian la escasez de estos profesionales en el sistema público de salud. Según los últimos datos del INE, correspondientes a diciembre de 2017, la ratio en España es de 19,12 logopedas por cada 100.000 habitantes, una cifra que, según Ana Vázquez, se encuentra muy por debajo de la que presentan países de nuestro entorno como Francia (38,2 logopedas por cada 100.000 habitantes) u otros que son referentes en la apuesta por la logopedia, como es el caso de Estados Unidos (51,1 logopedas por cada 100.000 habitantes).

“En España solo la Región de Murcia (38,92) y Cataluña (35,89) presentan datos similares a los de los países punteros”, señala la presidenta, que explica que la falta de logopedas “compromete la calidad de vida en personas de todas las edades”, algo que puede observarse en muchos ámbitos de actuación, entre los que destacan “la insuficiente atención logopédica en los servicios públicos de salud y las enormes dificultades para encontrar un logopeda en los servicios educativos públicos”.

 

Consecuencias gravísimas

Según destacan desde el Consejo General de Colegios de Logopedas, la falta de logopedas en el sistema público de salud “puede llegar a tener consecuencias gravísimas” para muchas personas. En ese sentido, señalan como paradigmático el caso de los pacientes con disfagia orofaríngea (DO), una alteración de la deglución altamente prevalente, sobre todo entre las personas de más de 75 años, que puede dar lugar a complicaciones graves como la desnutrición y la neumonía por aspiración, cuya tasa de mortalidad es del 50%.

“El deterioro de la calidad de vida en una persona con DO se produce por llegar a rechazar el comer en público, con el consiguiente aislamiento social, y también por una ausencia en el disfrute de los alimentos. Si una persona no puede deglutir con seguridad y/o eficacia, toda su vida se ve alterada”, explica Ana Vázquez, que destaca que gracias a una intervención multidisciplinar, en la que los logopedas son los especialistas en evaluar y tratar a los usuarios con problemas de deglución tanto en intervenciones directas como indirectas, entre el 65% y el 80% de los pacientes consiguen una alimentación oral más segura y eficaz.

“Existe la necesidad urgente de homogeneizar la atención a la disfagia orofaríngea en todos los ámbitos del Sistema Nacional de Salud y de crear equipos de intervención multidisciplinares de atención a la DO, en los que se incluyan profesionales logopedas, en todos los hospitales”, reivindica la presidenta.

 

 

Nora Rodríguez: “La innovación debe educar en sintonía con el cerebro”

Para Nora Rodríguez es el propio cerebro social el que nos indica cómo y en qué momento potenciar aquellos valores que nos hacen esencialmente humanos, como la empatía, la generosidad o la gratitud.

 

Por Javier Peris

 

Educar en valores como la cooperación, la generosidad o la amabilidad no es una opción más ni un objetivo voluntarista: es reconocer y profundizar en que los seres humanos venimos preparados para conectar positivamente con los demás y aprender de ellos. Por ello la pedagogía de la felicidad responsable no es la búsqueda de una felicidad superficial para que los alumnos aprendan mejor, sino que los alumnos tengan en cuenta que la propia felicidad no excluye la felicidad de los demás.

¿Y eso quién lo dice? Responde la educadora Nora Rodríguez: “La ciencia, el conocimiento que tenemos de nuestro maravilloso sistema nervioso nos revela que en la evolución del ser humano también están presentes la cooperación y el altruismo. Se puede decir que la evolución ha diseñado nuestros cerebros para adaptarnos, interactuar y conectar con otros desde la bondad”.

Cooperar es útil

Nora Rodríguez es autora del libro Educar para la paz. La neurociencia de la felicidad responsable (Kairós, 2019). En sus textos y en las conferencias que imparte por todo el mundo explica, apoyándose en numerosos estudios de psicología, antropología y neurociencia, que no hay buscar muy lejos las respuestas a las grandes preguntas de la pedagogía y la Educación: “Es nuestro propio cerebro el que está predispuesto a la interacción armoniosa entre los individuos de la especie. Tenemos un cerebro social que actúa ya en las primeras etapas de la infancia descubriéndonos la utilidad de la cooperación”.

Esta cooperación o interacción creativa de la tribu se puede encontrar también en otras especies, y el libro de Nora Rodríguez no escatima en ejemplos sacados de la investigación con animales, especialmente primates. “Pero hay una diferencia sustancial en el ser humano -señala-, y es que es capaz de enseñar a sus crías a ser felices haciendo felices a los demás”.

Nora Rodríguez señala que la empatía, la compasión, la generosidad, la amabilidad o el propio amor por la naturaleza se encuentran inscritas en la genética humana y se manifiestan abiertamente en el comportamiento neuronal. “Educar de esta manera es hacerlo a favor de la biología”, sentencia la autora. Rodríguez detalla en su libro numerosos experimentos y estudios que avalan que esta “educación no es sino el resultado de una necesidad evolutiva”.

La ‘felicidad responsable’ que promueve Rodríguez es el resultado de aceptar y fomentar esta “predilección por el bien”. Una relación que respalda el comportamiento neuronal: “La satisfacción que produce un dulce o un juguete nuevo en un niño dura… lo que dura la dopamina, que pueden ser unos minutos. Por el contrario, si has educado al menor en gestionar el deseo la dopamina prolonga sus efectos durante seis o siete horas”.

Los obstáculos no son las limitaciones personales, todo lo contrario: “Ya hemos visto que la biología juega a nuestro favor y hay que aprovecharla dejando que fluya, que crezca esa capacidad para la bondad y la felicidad”. No, los peligros, según la autora, proceden más bien de “una sociedad controladora, que ahora ejerce esa presión valiéndose de las enormes posibilidades de los medios digitales. Y esta omnipresencia de la tecnología está provocando que los jóvenes vivan en dos mundos paralelos, dos vidas diferentes, con consecuencias todavía imprevisibles”.

Nora Rodríguez ha dedicado al bullying muchas investigaciones y actividades en el aula. En su opinión, este fenómeno “no es sólo el ejercicio de poder de un matón, o el resultado de un conflicto que se agravó porque no se quiso o se pudo resolver a tiempo; hoy también se gesta como un mecanismo de liberación ante el control social que los jóvenes están siendo expuestos y cuyo resultado es la ruptura de los vínculos”.

 

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El hábito de la felicidad

Nora Rodríguez lidera el proyecto ‘Happy Schools Institute. Neurociencias y educación para la Paz’. No es una receta de la felicidad ni un manual de autoayuda: “La felicidad no se logra sin esfuerzo; hay que educar en la fortaleza para superar la incertidumbre y enseñar a tolerarla”.

¿Y eso cómo se consigue? Entre las numerosas propuestas que recoge el último libro de Rodríguez (siempre ordenadas por edades), ella misma destaca el éxito de esta actividad: “Durante varias semanas trabajamos con los chicos y chicas la forma de ser, por ejemplo, agradecidos. Así le llamamos: ’25 días para ser agradecidos’. Y hacemos lo mismo con la generosidad, con la amabilidad… Porque al final se trata de aprender un hábito”. Y no son desafíos complacientes porque “la Educación -sostiene Rodríguez- nos debe inspirar y proporcionar los medios para transformar la sociedad”.

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"Los profesores con alma de profesor son los mejores profesores"

María Rosa Espot y Jaime Nubiola llevan más de treinta años entregador a la docencia. Profesores de vocación y de corazón, publican ahora esa experiencia en Alma de profesor, un libro para todos aquellos interesados en la Educación.

 

María Rosa Espot y Jaime Nubiola llevan más de treinta años entregados a la docencia. Profesores de vocación y de corazón, publican Alma de profesor (Desclée De Brouwer, 2019), un libro dirigido a todos aquellos interesados en el mundo de la docencia, y en el que recogen todo lo aprendido en estos años. Porque a ser profesor, nunca se deja de aprender.

 

¿Qué significa tener «alma de profesor»?

Significa ser un profesor que vibra en el aula, que está convencido de que su profesión es la mejor del mundo y que una de las mejores cosas que le ha pasado en su vida es ser profesor, es decir, un profesor con entusiasmo, ilusión y pasión, con ardor docente.

María Rosa Espot (Alma de profesor)¿Se nace con “alma de profesor” o también debe aprenderse?

Los profesores con «alma de profesor» son los mejores profesores. Nacen con ella, aprenden a desarrollarla y consiguen resultados educativos muy buenos.

¿Cómo debería ser la tarea del profesor “más allá de la mera instrucción de contenidos”?

No basta que los profesores pongamos atención en los contenidos de la materia que impartimos, en la disciplina, en la asistencia a clase, en las calificaciones y en todas las cuestiones burocráticas propias de la práctica docente. Además, debemos intentar averiguar el sentir de los alumnos: qué les interesa, qué les preocupa y qué les hace sufrir. De ese modo el profesor podrá ayudar a sus alumnos más y mejor. El profesor, además de transmitir conocimientos, ha de ser capaz de transmitir emociones: ganas de aprender, de trabajar bien, de ser mejor. «Nuestro libro aspira a encender ese fuego en el corazón de tantos profesores que quizá se sienten quemados o desanimados ante la enormidad de su tarea».

¿Cuál debe ser el papel de las tecnologías en el aprendizaje de los alumnos?

El buen uso de las pantallas en las aulas nos parece excelente, si se emplea como lo que es: un recurso más para el aprendizaje. No debe copar —ni tan solo desplazar— la maravillosa y, sobre todo, humana tarea docente del profesor tanto en el aula como fuera de ella. Estamos convencidos de que ni la mejor de las tecnologías puede sustituir a un buen profesor.

Jaime Nubiola (Alma de profesor)¿Cómo se imaginan la educación del futuro?

Hay quienes pronostican que en las aulas escolares de un futuro no lejano —así lo hemos leído y transcribimos-: «las clases magistrales van a desparecer, el currículo estará personalizado a la medida de las necesidades de cada alumno y se valoraran las habilidades personales y prácticas más que los contenidos académicos. Internet será la principal fuente del saber». Está claro que esos vaticinios están por ver».

¿Cómo les gustaría que fuera la educación en el futuro?

Nos gustaría que fuera más personalizada y más rica emocionalmente para favorecer la creatividad del estudiante. Para esto, realmente, no hacen falta pantallas ni computadoras, sino profesores ilusionados con entregar un modo de vida a los estudiantes. Viene al caso recordar aquel dicho que ya aparece en Plutarco: «Educar no es llenar un vaso, sino encender un fuego».

¿Qué les gustaría aportar con este libro?

Nuestro libro aspira a encender ese fuego en el corazón de tantos profesores que quizá se sienten quemados o desanimados ante la enormidad de su tarea. Pretende persuadirles de que si se vuelcan efectiva y afectivamente en sus alumnos no solo harán un mundo un poco mejor, sino que ellos mismos serán mejores y por tanto más felices.

Te toca fregar: Pequeños responsables, adultos con éxito

Adjudicar tareas domésticas a los niños puede ayudarles a convertirse en adultos exitosos capaces de lidiar con problemas de forma más eficiente.

Por Ana Veiga

 

Fregar, barrer, poner la mesa… Son tareas comunes en todos los hogares que, al margen de nuestras querencias, son necesarias para la convivencia. Y esa idea de hacer algo obligatorio aunque nos cueste es algo que vamos comprendiendo a medida que crecemos, aunque sea mucho antes cuando empieza a ser importante para nosotros.

Los padres y madres saben que, en muchos casos, tratar de involucrar a nuestros hijos en el calendario de tareas domésticas suele ser complicado. Lo que quizá no saben es el impacto que pueden tener en su etapa adulta. Según el Harvard Grant Study, hay dos cosas que las personas necesitan para ser felices: amor y ética en el trabajo. Y esa ética del trabajo no empieza en la oficina, ni siquiera en el colegio, sino con las tareas de casa y desde la más tierna infancia.

El estudio se centró en analizar cómo – y desde cuándo – se construye el éxito profesional en la vida y curiosamente lo relacionó con las tareas domésticas en la infancia. La investigación creada Marty Rossmann -profesora emérita asociado de educación familiar en la Universidad de Minnesota- y Richard Weissbourd – psicólogo del Harvard Graduate School of Education– mantiene que, al involucrar a los niños en las tareas, los padres les enseñan a sus hijos un sentido de responsabilidad, competencia, autosuficiencia y autoestima que permanece con ellos a lo largo de sus vidas.

Al involucrar a los niños en las tareas, los padres les enseñan a sus hijos un sentido de responsabilidad, competencia, autosuficiencia y autoestima que permanece con ellos a lo largo de sus vidas.

Al parecer, “los niños que hacen tareas en casa se acostumbran a que hay trabajos que es necesario hacer, aunque no sean agradables, y que la responsabilidad de hacerlos a veces será suya”, explica Julie Lythcott- Haims, autora de Cómo criar a un adulto y el ex decana de primer año de la Universidad de Stanford, en su charla TED. Es decir, otorgarles tareas domésticas les ayuda a asumir responsabilidades. Además, los menores adquieren una visión más compleja de la vida y comprenden que el trabajo es parte de la vida y que esta no solo trata sobre mí y lo que necesito en cada momento.

Lo que está claro es que, si los padres comienzan a hacer que los niños tomen un papel activo en el hogar de pequeños, será más fácil será involucrarlos en la adolescencia. «Cuanto antes comience a encargarse de tareas, mejor», afirmaba contundente Julie Lythcott-Haims.

No obstante, advierten en el informe de que la forma en que se presentan las tareas también influye en las habilidades de los niños para convertirse en adultos bien adaptados. Es decir, no es cuestión de cantidad; no debemos saturar a los niños con demasiadas tareas ni imponérselas de malas formas, sino incluirlos en el reparto de forma proporcional a su edad y autonomía. Y sí, cómo les propongamos esos deberes determinará su aceptación de su cometido y su visión ante los retos.

Concuerda con esta idea la psicóloga y autora de Edúcame bien: 100 respuestas para madres y padres preocupados, Montse Domènech: “Los niños no tienen prejuicios sobre las tareas que pueden hacer y cualquier tarea, por desagradable que sea, se les puede plantear como una acción divertida y compartida. El hecho de capacitar para cualquier tipo de tarea, les da más fortaleza y facilita su adaptación a cualquier situación”, opina. Y anima a implicarlos en el reparto de tareas en casa “desde el momento en que saben jugar y manipular objetos porque ya demuestran tener una destreza suficiente para empezar a ayudar en casa”. Anima a empezar con cometidos relacionados con el propio niño, como recoger los juguetes o poner la ropa en la cesta de lavar. “El orden es la base para un buen aprendizaje porque estructura el espacio y la concentración”, expone Domènech.

La psicóloga no solo habla de la importancia de otorgarles responsabilidades en casa como parte de su aprendizaje sino como agente de cambio en la sociedad futura. “Los pequeños entienden que forman parte de una colectividad y que la responsabilidad es compartida, cada uno según sus posibilidades. A partir de estas tareas se inculca el valor de la solidaridad, generosidad y respeto hacia los miembros de la familia, que luego pueden generalizar a otros colectivos”.

 

Tareas domésticas

Las consideradas ‘tareas domésticas’ pierden el apellido en la pedagogía Waldorf y ganan estatus de asignatura. “Son enseñanzas importantes porque transmiten ideas como compartir, colaborar… son parte de su educación social. Son tareas que forman parte de la vida normal y por eso son asignaturas dentro del horario lectivo, igual que hay espacio para las actividades artísticas”, razona Antonio Malagón, presidente de la Asociación de Centros Educativos Waldorf en España y fundador de la primera escuela Waldorf en España.

La Educación social es una forma de intervención social que, a través de contenidos educativos, promueve el bienestar social y mejorar la calidad de las personas, en especial de los grupos marginados del sistema. Y propone hacerlo con prevención y con protección de los derechos, optimizando los procesos de socialización.

Aplicado a las tareas domésticas en la infancia, se traduce en enseñar a niños y niñas a ser autónomos para crear adultos independientes y así reducir la brecha de desigualdad de género en el hogar. Y dado que esta Educación empieza en la primera infancia -de 0 a 6 años- cuando los menores imitan a su familia y maestros, es desde ese momento inicial cuando la pedagogía Waldorf introduce las tareas domésticas. “Desde que entran en la escuela Waldorf, chicos y chicas barren, friegan, recogen los platos, recogen juguetes,… incluso tenemos un tiempo dedicado a cuidar la huerta para que entren en contacto con la naturaleza”, explica Malagón. En estas escuelas, tienen hasta una clase de confección donde aprenden a hacer ropa para ellos, sus familias o para las obras de teatro del colegio.

“Estas enseñanzas son necesarias para la formación del adulto futuro, son educación para la vida, para la autonomía, para la libertad. Tienen que saber hacer de todo porque no van a tener servidores que se lo hagan; no solo es importante memorizar datos”, confiesa y apuesta por una enseñanza que mezcle teoría y práctica. “Mezclamos las enseñanzas prácticas con el temario obligatorio; por ejemplo, cuando damos química, hablamos de la alimentación y de la química orgánica de nuestro cuerpo, conocemos el aparato digestivo, lo que se relaciona con aprender a comer y escoger alimentos, leer las etiquetas…”.

Además, enseñar a los niños cómo se hacen las tareas y lo que cuesta hacerlas también “es una educación moral para agradecer lo que hace tanta gente por nosotros a nuestro alrededor, es la consciencia global de quién cubre nuestras necesidades”.

Como ventaja añadida, Malagón habla del trabajo doméstico como creador de habilidades. “Trabajos manuales crean capacidades para el aprendizaje intelectivo: la memoria, concentración… Hoy en día se vive en la dispersión con todo lo que nos ha dado la tecnología y estas tareas ayudan a centrarse”.

El fundador de Waldorf en España cree que “las tareas domésticas ponen a los niños ante situaciones que deben afrontar y frente a problemas que deben aprender a solucionar, así que cuando en su vida afronten dificultades, van a tener la disposición para enfrentarse a ello y para buscar soluciones.

 

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El reparto de tareas en el mundo

Con motivo del Día Internacional de la Niña en 2016, Unicef publicó el informe ‘Aprovechando el Poder de los Datos para las Niñas: balance y perspectivas para el 2030′ en el que analizaban el reparto de tareas del hogar durante la infancia en el mundo.

En él, encontraron que las niñas de entre 5 y 14 años dedican un 40% más de tiempo a las tareas domésticas que los niños de su misma edad, lo que supone 160 millones de horas al día. Y cuando hablamos de tareas domésticas, esto incluye cocinar, limpiar, cuidar de familiares e incluso ir a buscar agua o leña, según el país en el que lo evaluemos.

Esta desproporción en el reparto de tareas empieza a los 5 años y crece con ellas, llegandoal50% más de dedicación al hogar que los niños entre los 10 y 14 años. ¿Dónde sucede? Los países en los que las niñas de entre 10 y 14 años soportan la carga más desproporcionada de tareas domésticas en comparación con los niños son: Burkina Faso, Yemen y Somalia. Pero no son los únicos.

«La sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado empieza en la primera infancia y se intensifica cuando las niñas llegan a la adolescencia», afirma la asesora de género de Unicef, Anju Malhotra, que insiste en que el resultado de esto es que “las niñas sacrifican oportunidades importantes de aprendizaje, crecimiento, y simplemente de disfrute de su infancia, perpetuando los estereotipos de género y la doble carga sobre las mujeres y las niñas de generación en generación”.

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Prevenir el acoso escolar… ¡con cuentos!

El próximo 2 de mayo se celebra el #DíaInternacionalContraElAcosoEscolar. La web especializada en literatura infantil Eleenfant Cuentos ha iniciado una campaña para visibilizar el problema del acoso escolar a través de los libros infantiles.

 

La iniciativa, bautizada como ‘Prevenir el acoso escolar… ¡con cuentos!’, se ha puesto en marcha en diversos colegios del municipio madrileño de Alcorcón y ofrece a las familias una gran variedad de herramientas para reflexionar sobre el acoso escolar con sus hijos.

“Nunca es demasiado pronto para hablar de acoso escolar con nuestros hijos y con nuestros alumnos”, asegura la fundadora de la web y periodista Sara Rojas, quien comparte en estas acciones formativas una selección de libros para niños de entre 3 y 12 años con los que construir un escenario apropiado para hablar sobre acoso escolar en casa y en el aula.

Durante aproximadamente las 2 horas que duran estos talleres, los padres y docentes no solo descubren libros infantiles relacionados con esta temática, sino que reciben pautas sobre cómo presentárselos a sus hijos para iniciar una conversación y cómo crear un marco de comunicación efectiva alrededor de la literatura.

Las sesiones formativas, que se enmarcan dentro del ciclo de talleres escolares ‘Hablar con cuentos’, pretenden prevenir el acoso escolar no solo poniendo el foco en el acosado o el acosador, sino fundamentalmente destacando la importancia del grupo.

“Cada vez hay más cuentos que ayudan a los niños y niñas a entender que, si son testigos de un caso de acoso escolar, no pueden quedarse con los brazos cruzados”, explica Rojas, quien cree que es fundamental involucrar a todos los alumnos para combatir el acoso escolar.

 

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El acoso escolar, en cifras (*):

  • Uno de cada tres niños afirma que en su clase hay acoso escolar
  • El 66,7% de los casos de bullying se producen en grupo
  • Más del 50% de los casos de acoso escolar tienen que ver con el aspecto físico del acosado
  • Los insultos y las agresiones físicas son las formas más habituales de acoso (85%)
  • 1 de cada 3 víctimas sufre diferentes formas de presión psicológica: aislamiento, exclusión y difusión de rumores

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(*)Datos extraídos del tercer estudio sobre acoso escolar y ciberbullying, realizado por la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación ANAR.

 

¿Verano fácil con niños? Pasos para decidir cuáles son las mejores actividades para tus hijos

Las familias ven estos meses de verano como un periodo especialmente complicado. ¿Es posible un verano fácil con niños? 

 

Las vacaciones escolares se hacen cuesta arriba para los padres, quienes no saben qué hacer con sus hijos. Ante la llegada del calor, los padres se plantean cómo seguir con la Educación de sus hijos en un ambiente lúdico. Esto, junto a actividades que fomentan el “no hacer nada”, conlleva un desajuste en el comportamiento de los más pequeños y la ruptura de la dinámica mantenida durante todo el curso escolar.

Una situación que complica la vida a los padres, los cuales ven estos meses como un periodo especialmente complicado. ¿Es posible un verano fácil con niños?

Nuevas opciones

La explosión del ocio infantil de los últimos años ha generado un incremento de la oferta de campamentos en verano. También la especificación. Los padres pueden escoger actividades basadas en los hobbies e intereses formativos de sus hijos.

Si hace unos años los campamentos enfocados a la naturaleza y al deporte eran la opción mayoritaria, ahora los estudiantes pueden acudir a centros de especialización en ciencias, fútbol, inteligencia emocional…  Las opciones tradicionales también se han modernizado, generando una oferta que sobrepasa la capacidad de información de los padres.

 La explosión del ocio infantil de los últimos años ha generado un incremento de la oferta de campamentos en verano.

Éstos, aturdidos, tardan semanas en decantarse por una u otra actividad. El principal motivo es la solicitud de información a todas las empresas del sector, sin ningún tipo de criterio.

Para ello, la primera pregunta que hay que hacerse es la de qué queremos para nuestros hijos. Desde Padres y Colegios proponemos desgranar toda la oferta en cuatro grandes grupos: campamentos dentro y fuera de la ciudad, en el extranjero y viajes en familia.

 

 

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Campamento, ¿dónde?

Los campamentos se han consolidado a lo largo de los años como una de las variables más escogidas entre los padres para cubrir las vacaciones escolares. En un primer momento, éstos eran urbanos y ofrecían solución a las familias durante los meses de junio y julio. Actualmente, los campamentos urbanos se han posicionado como un salvaguarda durante todo el año, incluidos los periodos de fin de semana, Semana Santa y puentes.

Si bien en una primera fase ofrecían ocio, actualmente incorporan planes educativos en idiomas, habilidades cognitivas y deportes, entre otros. Y lo hacen tanto en la ciudad como fuera de ella.

Los padres acceden así a empresas que les permiten un verano mixto: en la misma localidad, durante unas semanas; y fuera de la ciudad, para dar al niño un respiro en los hábitos invernales.

Las instalaciones se han mejorado y las opciones se han profesionalizado. Esto es, se han creado subgéneros dentro del sector de los campamentos que permiten a los niños, por un lado, enfocarse en sus hobbies. Por otro, contar con un plan de estudio que respalda la decisión de los padres.

 

 

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Yes, I do

Si bien existe un sinfín de actividades en otros idiomas en España, los padres aprovechan el buen tiempo para proporcionar a sus hijos una experiencia única, ya sea en familia de acogida o en residencia de estudiantes.

Cada vez más, la oferta de idiomas se multiplica. La hegemonía del inglés ha dado paso al francés, portugués, italiano e incluso chino. Se trata de aprovechar el tiempo no lectivo para desarrollar habilidades en el lenguaje extranjero.

Pero, ¿cuándo es el mejor momento? No todos los niños son capaces de enfrentarse a una estancia fuera del país, especialmente en lo que concierne a la edad. Aquellos pequeños que aún no sean independientes en las tareas básicas de vestirse y comer deberían optar por campamentos urbanos.

No todos los niños son capaces de enfrentarse a una estancia fuera del país.

A partir de los diez años es una buena edad para la primera aventura fuera de España. Ésta, aparte de la lengua, le dará autonomía y capacidad de desenvolverse en nuevas situaciones.

 

 

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Libro de familia

Cada vez más habitual es la opción de viajar en familia con un propósito educativo. Si antes los esfuerzos económicos se centraban en formar a los hijos en otros idiomas, ahora todos los miembros de la familia desean formación en este ámbito.

Pero las familias no sólo requieren formación en otras lenguas, también actividades al aire libre o en ciudad que les aporte conocimientos extra en cualquier ámbito.

Rutas culturales, deportes de aventura, estancias en la naturaleza… actividades que rompen con la tensión del día y que dan la oportunidad a las familias de permanecer tiempo juntas de una manera original y divertida.

Para poder elegir opciones dentro de este campo, hay que tener en cuenta las capacidades de cada miembro, así como sus gustos. Se ha de adaptar la actividad familiar a todos sus componentes. Se recomienda que sean los más pequeños los que elijan, siempre dentro de una preselección paterna en lo que se refiera a distancias y precios. De esta manera, se genera una expectativa y diversión adicional para nuestros hijos.

El verano, bien planificado, puede dar lugar a experiencias únicas para los más pequeños. Para ello, basta con desgranar las opciones y pensar en las aficiones y deseos de los más pequeños, siguiendo, siempre, un criterio educativo.

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Una plaga en alza: Autolesiones en adolescentes

 

Los sanitarios han dado la voz de alarma: cada vez hay más adolescentes que se autolesionan intencionadamente. Tras esta práctica tan peligrosa hay distintos motivos.

 

Terry Gragera

Si en los años 80, las autolesiones entre la población adolescente eran de apenas un 1%, estudios recientes revelan que en la actualidad entre un 13 y un 45% de los adolescentes se ha autolesionado en alguna ocasión. El problema es tan preocupante que incluso en España se ha constituido el Grupo de Estudio y Tratamiento de las Autolesiones (Greta).

Los especialistas hablan de autolesiones no suicidas para referirse a los daños que se infringen los adolescentes de forma intencionada. Se trata de conductas meditadas que hieren su superficie corporal y que se materializan en cortes, golpes, quemaduras… Las más frecuentes de todas son los cortes con objetos punzantes en los antebrazos, las piernas o la barriga. Hay más chicas que chicos con este problema en el que el adolescente no persigue el suicidio, pues tiene otras motivaciones.

 

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En cifras

Las crecientes cifras de autolesiones en adolescentes en España siguen la misma tendencia en el resto de Europa. Así, según el Estudio Seyle, un 29,9% de las chicas españolas se habría autolesionado a lo largo de su vida, frente a un 32,3% en la media europea. En los chicos, un 24,6% se autolesionan, frente al 25,8% que registra la media europea. La franja de edad en que se producen con más frecuencia estas autolesiones es entre los 12 y los 18 años, con una incidencia mayor entre los 13 y los 14 años.

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¿Por qué?

¿Están las autolesiones ligadas a algún trastorno mental o los adolescentes recurren a ellas por otros motivos? “Están más relacionadas con un proceso de crisis vital a nivel emocional, es decir, con un sufrimiento. De base puede haber, o no, un trastorno mental, como puede ser una depresión o unos rasgos disfuncionales”, subraya la Dra. Marina Romero González, psiquiatra infantil y de la adolescencia del Hospital Vithas Parque San Antonio de Málaga.

“La sociedad y la educación de hoy en día tienden a no tolerar el sufrimiento y, por lo tanto, los niños no aprenden a gestionar sus emociones negativas de manera adecuada”, puntualiza la experta. Así, los adolescentes que recurren a la autolesión pueden hacerlo:

  • Para librarse de un dolor emocional que no toleran (prefieren el daño físico que les hace olvidarse del otro).
  • Para experimentar sensaciones físicas muy intensas.
  • Para autocastigarse por algún motivo.
  • Para llamar la atención de su grupo social o virtual o de sus padres.
  • Para sentirse especiales, atrevidos o buscar reconocimiento.
  • Para imitar conductas que ven en las redes sociales o accesibles a través de Internet (hay páginas que cuentan cómo cortarse, por ejemplo).
  • Para comunicar a otros un malestar intenso que no saben transmitir de otro modo.

¿Qué hacer?

Los adolescentes que se autolesionan lo hacen en zonas del cuerpo poco expuestas para no ser descubiertos y proceden a ello cuando están solos. Por este motivo, el problema puede pasar inadvertido para muchos padres. Pero, ¿qué debe hacerse cuándo se descubre? “En primer lugar, pedir ayuda a un especialista en psiquiatría infantojuvenil para hacer una evaluación integral, incluyendo algún posible trastorno que requiera tratamiento”, recomienda la Dra. Romero. “Una vez realizada la evaluación, hay que hacer una intervención multidisciplinar que incluya psicoterapia y donde se involucre a los padres y los profesores. Independientemente de esto, los padres deben evitar dejar al alcance de sus hijos todo aquello que les sirva para autolesionarse, y guardar bajo llave cuchillos, cuchillas y tijeras hasta que sean valorados por un especialista”, aconseja.

Riesgos físicos

Al margen del “sufrimiento psíquico y de la falta de control de impulsos que hay tras muchos casos”, como apunta la especialista, las autolesiones pueden suponer ciertos riesgos físicos. “Pueden tener infecciones superficiales, ya que en muchos casos los adolescentes lo esconden y no se aplican ningún antiséptico para evitar infecciones. Además, utilizan los medios que tienen a su alcance para autolesionarse, los cuales, a veces, pueden estar oxidados y dar problemas mayores si no se está vacunado recientemente del tétanos”, destaca la psiquiatra.

 

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Se relaciona con el suicidio

Uno de los principales motivos de angustia entre los padres que descubren que sus hijos se autolesionan es pensar si estos comportamientos serán un predictor de futuros intentos suicidas. “Predecir es muy difícil porque cada niño es un mundo”, expone la Dra. Marina Romero González, psiquiatra infantil y de la adolescencia del Hospital Vithas Parque San Antonio de Málaga. “Pero es cierto que autolesionarse es una señal de alarma que debemos tener en cuenta, valorando la intencionalidad de la misma”, recalca. Según algunos estudios, haberse autolesionado durante la adolescencia puede incrementar el riesgo de intento de suicidio posterior en un 3%.

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Cocinar en familia tras el efecto Masterchef

Cocinar no solo alimenta sino que transmite disciplina y esfuerzo, potencia la creatividad y enseña a los niños el valor de una dieta equilibrada.

 

Ana Veiga

 

Los talent show proliferan a lo largo y ancho del mundo y España no iba a ser menos. En especial, entre ellos, MasterChef Junior se ha coronado como uno de los programas estrella y ha traído tras de si un tsunami de libros, campamentos, ofertas formativas… que se han ido abriendo para los niños y niñas.

Su más reciente ganador es Josetxo, que a sus 11 años ya tiene cuatro años de experiencia en la cocina. “Le gustaba estar conmigo cuando preparábamos la cena; al principio miraba pero, poco a poco, se fue animando a hacer cosas”, comenta José Luis Pérez, su padre. “En casa siempre hemos intentado mantener una alimentación saludable basada en la dieta mediterránea. Desde que Josetxo empezó a cocinar, desarrolló el gusto por ese tipo de comida y cada vez parece que le gusta más. De hecho, él siempre dice que le gusta cocinar porque le gusta comer bien”.

El paso por Masterchef Junior le ha aportado es “mayor capacidad y conocimientos para trabajar en equipo”, expresa el padre del pequeño chef. “Además, probar nuevas recetas y técnicas culinarias e intentar mezclar productos y sabores fomenta su curiosidad. Y cuando alguna receta no le sale bien, la repite hasta que le sale, lo que también le permite ser persistente y aprender de los errores”.

En definitiva para Jose Luis, cocinar ha sido muy positivo para su hijo, como también lo ha sido su experiencia en Masterchef. “La mejor respuesta a cómo se puede valorar su paso por el programa es la que da el propio Josetxo: “Repetiría mil veces”. Seguramente no hace falta añadir más. Por mi parte, creo que cocinar juntos es una de las mejores cosas que se puede hacer en familia porque es divertido, instructivo y saludable; y creo que su paso por el programa ha afianzado y mejorado esos valores”.

Quizá programas como este ayuden a popularizar las verduras o legumbres entre la infancia española, como le ha pasado al propio Josetxo. Y dadas las cifras que retratan la nutrición infantil en nuestro país, puede que sean más necesarios de lo que pensamos.

La Encuesta Nacional de Salud de España 2017 indica que dos de cada 10 niños españoles tienen sobrepeso y que dos de cada 10 sufre obesidad, es decir, el 27,8% de los menores en nuestro país ya presenta algún tipo de problema de peso. “Los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares”, reiteraba la Organización Mundial de la Salud (OMS).

 

Cocinar y comer mejor

En 2014, un estudio realizado por el centro de investigación de Nestlé en Laussane, Suiza para la revista Journal Appetite sostenía que los menores entre 6 y 10 años de edad que ayudan a sus padres a preparar sus propias comidas, comen 76% más ensaladas y un 27% más proteínas que los que no lo hacen.

La Dietista-Nutricionista en la Clínica de Endocrinología Dr. Vidal- Ríos, Emilia Pena Rossler, apoya la idea de enseñar a los niños a cocinar para mejorar su dieta. “Poder tocar los alimentos antes de cocinarlos, olerlos y jugar con ellos va a influir en su relación con los mismos”. Incluso apoya la propuesta de incluir clases de cocina en los centros escolares, aunque “con cautela”, añade. “En muchos colegios se enseña a cocinar pero las recetas son galletas, pizzas, pasteles, roscones de reyes…y volvemos a empezar la rueda de la comida insalubre. Los niños deben aprender a preparar verduras, legumbres, ensaladas…y a conocer los alimentos y sus beneficios, siempre de la mano de profesionales”.

Los padres y madres también juegan un papel fundamental, al igual que pasa en otras áreas de su aprendizaje. “No basta con decir qué rico está el brócoli y luego comernos delante del pequeño una pizza. Si tu propia alimentación es pobre en verduras y legumbres o comes delante de tus hijos altas cantidades de procesados… Cada bocado que das va creando en tu hijo un recuerdo de lo que es saludable e influyendo en su comportamiento presente y futuro”, advierte. “Si el niño abre el frigorífico y encuentra fruta, frutos secos, verduras… esa será su elección. La clave Cocinar no solo alimenta sino que transmite disciplina y esfuerzo, potencia la creatividad y enseña a los niños el valor de una dieta equilibrada. no está en prohibir, sino simplemente no ofrecer”, explica.

Si el niño abre el frigorífico y encuentra fruta, frutos secos, verduras… esa será su elección.

Además del ejemplo, marcaremos sus hábitos en sus primeros años de vida. Decidimos qué consume y qué evita, por lo que esa será la oportunidad para fomentar una dieta equilibrada desde el inicio. “El problema actual es que pensamos que una buena dieta nos dará salud, pero no creemos que una mala alimentación nos la quitará; no somos conscientes de cómo influirá en nosotros lo que aprendemos y vivimos desde pequeños”. Por eso, la información puede darnos la clave para nuestra y su alimentación.

Pero no quiere que toda la responsabilidad recaiga en los padres y madres. Condena a entidades como la Asociación Española de Pediatría “que avalaba con su sello a distintas galletas y productos procesados dando a entender a los padres que dicho producto era saludable”. Habla también de la dieta de los comedores escolares que en muchas ocasiones ofrecen rebozados, pocas verduras o carnes procesadas.

 

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Cocinando autoestima para los niños

Jesús Ramírez es psicólogo en la UCM, Autor de Cocinoterapia y chef amateur. Su amor por la cocina no se debe solo al disfrute que genera sino a las bondades que supone para quienes la practican.

  • Cree que cocinar en la infancia no solamente es positivo sino “fundamental” porque “les ayuda a ser creativos y favorece su memoria olfativa y gustativa”. Además relaciona la cocina con la disciplina. “A la hora de elaborar una receta, hay que seguirla cumpliendo con los ingredientes, los tipos y tiempos de cocción, así como la preparación de todo antes de ponerse a cocinar-”.
  • Como valor extra, cocinar puede ayudar al niño a mejorar su autoestima. “Cuando alguien elabora una receta, lo que espera es un feed-back positivo por parte de los comensales. Esa retroalimentación genera un estado de bienestar que lleva a emociones positivas”. Incluso, añade, si el resultado no es del todo positivo, las indicaciones le ayudarán a seguir aprendiendo.
  • Cocinar también permite a los pequeños a combatir el estrés porque mantiene su mente centrada en el proceso, realizando actividades como pelar patatas o verduras. Y lo mejor es que es la actividad perfecta para hacerla en familia. “Al final del libro Cocinoterapia, pongo un ejemplo para cocinar en familia: los buñuelos de calabaza. Si el niño hace la masa y los padres fríen los buñuelos, estamos trabajando en equipo”. Al principio les costará más pero, en poco tiempo, habrán aumentado sus capacidades y se modificará hacia un estadio superior.

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