Claves para disfrutar las comidas en familia

Las cifras crecientes de obesidad infantil alertan sobre la necesidad de una mayor educación alimentaria desde la infancia. El ejemplo, la paciencia y pasar tiempo en familia son claves en este aprendizaje.

 

Por Diana Oliver

 

No es posible vivir sin alimentarnos –comer es un acto irrenunciable para lograr nuestra supervivencia– pero también se trata de un acto social, cultural y emocional. Nos reunimos alrededor de la mesa para celebrar, para relacionarnos o para disfrutar de nuestras tradiciones más antiguas. Sin embargo, la mayoría de nosotros no tenemos unos buenos hábitos alimentarios. Tampoco nuestros hijos. Lo dicen las encuestas de salud y los estudios que arrojan cifras preocupantes de obesidad. Según una investigación publicada en la revista «The Lancet», en 2016 había 124 millones de niños en el mundo entre 5 y 19 años con obesidad o sobrepeso. La Organización Mundial de la Salud advierte también que si se mantienen las tendencias actuales, en 2025 habrá 70 millones de niños menores de 5 años con este problema. La educación alimentaria desde la infancia, incluyendo a las familias, es clave para erradicar un problema de compleja solución.

La Organización Mundial de la Salud advierte que si se mantienen las tendencias actuales, en 2025 habrá 70 millones de niños menores de 5 años con obesidad.

 

En la mesa, mejor en familia

Un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Minnesota, publicado en la revista Pediatrics en 2014, concluía que comer en familia durante la adolescencia se asocia a una menor probabilidad de sobrepeso u obesidad en edad adulta. Para Griselda Herrero, dietista-nutricionista y fundadora del centro Norte Salud, y Cristina Andrades, psicóloga especializada en nutrición, ambas autoras del libro ‘Psiconutrición. Aprende a tener una relación saludable con la comida’ (Editorial Arcopress, 2019), es muy importante comer en familia, sobre todo desde la infancia, porque es cuando se aprenden y adoptan patrones de conducta. “Cuando comemos en familia estamos compartiendo un tiempo con nuestros hijos y padres, vivimos una experiencia gastronómica, mostramos una dedicación, se respira educación y cariño”, explican las expertas, e insisten en que los niños no sólo aprenden en la mesa cosas como la utilización de los cubiertos, a servirse o recoger sino que aprenden a relacionarse emocionalmente con otras personas en un ambiente en el que hay comida.

Además, Herrero y Andrades consideran que comer en familia ayuda a establecer unas raciones más adecuadas, a respetar la sensación de hambre y saciedad y a fomentar el vínculo con la familia, beneficios que son más difíciles de obtener cuando el niño o la niña acude a un comedor escolar. También apuntan que tener patrones ordenados favorece el orden mental, de manera que los niños que tienen una mayor organización en casa, tienden a ser más responsables y a hacer elecciones alimentarias más saludables. “Todo ello, siempre que el ambiente alrededor de la comida sea propicio, saludable y adecuado, claro, con alimentos saludables, sin castigos y sin peleas”, añaden.

 

El valor del ejemplo y los buenos hábitos

El ejemplo de los padres es importante en la educación de nuestros hijos, también cuando hablamos de hábitos alimentarios. Lo explicaba Julio Basulto en ‘Se me hace bola. Cuando no comen como queremos que coman’ (Random House Mondadori, 2013): cuando en un hogar los padres tienen unos hábitos saludables, es mucho más probable que haya alimentos sanos al alcance del menor. Esto se traduce en que cuantas más frutas y hortalizas, los niños consumen mayor cantidad de ellas. Y al revés: si en casa hay más alimentos insanos, la ingesta de los hijos será menos saludable.

En cuanto a hábitos como el uso de la tablet o el móvil los expertos en nutrición consideran que no son recomendables. ¿Afecta la tecnología a la relación con la comida en este sentido? Responden Griselda Herrero y Cristina Andrades que cuando comemos viendo la tablet, la televisión o el móvil, además de los efectos sobre la atención que pueden crear en los niños, estamos dando de lado la parte social. “Dejamos de conectar con los demás componentes de la mesa, se pierde la comunicación, no se comparte y, sobre todo, no prestamos atención a lo que estamos comiendo: ni a los sabores, ni a las texturas, ni a nuestras sensaciones de hambre y saciedad. Nos convertimos en autómatas y puede que no seamos ni conscientes de lo que hemos comido”, explican.

El tipo de alimentos que se asocian al momento de “ver la televisión” suelen ser también de peor calidad. Según Herrero, se asocia a alimentos superfluos, snacks, refrescos o comida rápida por lo que insiste en que para adquirir unos buenos hábitos alimentarios es fundamental comer en la mesa, lejos de estímulos que nos distraigan del objetivo principal que debe ser pasar un buen rato en familia.

 

5 recomendaciones básicas para disfrutar de las comidas en familia

Ocurre que muchas veces la hora de la comida se convierte en un caos y puede que nos preguntemos si se puede disfrutar de las comidas en familia cuando los niños son pequeños. Se puede y se debe. Griselda Herrero y Cristina Andrades nos dan cinco recomendaciones básicas que debemos tener en cuenta:

  • Los adultos debemos crear un ambiente agradable con la premisa de que debe ser un momento de compartir, de hablar con nuestros hijos y de pasar un rato divertido.
  • La comida debe pasar a ser un elemento secundario y no convertirse en el foco principal. En la mesa no se habla de comida sino de cómo hemos pasado el día, de planes para el fin de semana o de anécdotas divertidas.
  • Es importante respetar el hambre y la saciedad de los demás. Los padres tendemos a decidir qué, cuánto, cómo y cuándo (incluso a qué velocidad) deben comer nuestros hijos. Sin embargo esto es un error. Dejemos que ellos decidan (siempre con opciones saludables), confiemos más en ellos y respetemos su decisión. Debemos pensar si nos gustaría que nuestra pareja o amigos nos dijeran cada vez que comemos juntos cuánto servirnos, qué comer o cuándo tenemos que terminar.
  • Demos libertad de probar alimentos nuevos, y respetar que no les gusten. Si no ha gustado algo, volveremos a ofrecerlo en otra ocasión, incluso preparado de otra forma, pero no entremos en pánico. Todos necesitamos tiempo para aceptar nuevos sabores y texturas.
  • A veces damos tanta importancia a la comida que se convierte en un campo de batalla y dejamos de lado lo más importante: el aspecto social que rodea al momento de comer. Si cuidamos esto, las comidas familiares serán mucho más divertidas y amenas.

 

No hay vacaciones para el ahorro

Claro que es posible ahorrar en vacaciones. Incluso es necesario para subir más ligeros la temida cuesta de septiembre. Para lograrlo hay que conocer todas las posibilidades de ahorro al contratar viajes, alquileres, actividades… Pero hasta quedarse en casa puede resultar muy caro si no tomamos algunas precauciones.

 

Los meses de verano empiezan con una buena noticia: los recibos de las empresas de energía se desploman porque hace tiempo que no necesitamos calefacción. Desgraciadamente no hay muchos más motivos para reducir los gastos domésticos… a no ser que nos lo propongamos. Además, el cambio de rutinas, o la ausencia de ellas, convierten esta época en la más peligrosa para el bolsillo.

Comencemos por los gastos generales. A pesar de que la luz natural nos permite prescindir de muchas horas de iluminación artificial, también son días en que se está más en casa, se usan más electrodomésticos, trasnochamos… Y está, por supuesto, el aire acondicionado. Se aconseja poner el termóstato entre 22 y 24 grados; casi siempre resultará suficiente y, en todo caso, hay que saber que cada grado menos que seleccionemos el consumo eléctrico del aparato crecerá entre el 7 y el 8%. Limpiar los filtros también contribuye a gastar menos.

Hay otros métodos tradicionales que han demostrado su eficacia para enfriar el ambiente y reducir las horas de funcionamiento del aire acondicionado. Desde los toldos, persianas y cortinas hasta el ventilador de techo: éste puede reducir hasta 5 grados la temperatura ambiental. Y si dejamos vacía la vivienda habitual hay que desenchufar todos los aparatos, por seguridad pero también porque los ‘pilotos rojos’ nos cuestan unos euros al cabo del año.

El agua es el otro suministro habitual y básico al que debemos prestar atención, y no sólo en verano: un simple grifo que gotea puede llegar a sumar una pérdida de más de 30 litros diarios. Con el calor, las duchas se hacen más frecuentes pero apenas notaremos la diferencia si bajamos la temperatura del agua en el calentador. El mayor riesgo de que el consumo se dispare se encuentra, sin embargo, fuera de la casa, en el jardín. Regar el césped o las plantas puede constituir una actividad muy relajante, pero hay que hacerlo de forma responsable. En realidad las plantas necesitan muy poca agua para sobrevivir al estío; requieren, eso sí, continuidad en el riego, que debe ser casi diario. El césped, por su parte, supone aproximadamente el 70% de consumo de agua en un jardín medio. Y quien disfrute de una piscina ya sabrá que no hace falta renovar el agua en todo el verano si se dispone de un sistema de depuración.

 

Viajes con antelación

El grueso del gasto veraniego se suele asociar a los viajes y estancias en hoteles o apartamentos. No siempre es así, pero sí es el capítulo donde más se puede ahorrar con una buena planificación. Una vez elegido el destino adecuado para los gustos y las necesidades familiares, hay que reservar con antelación. Es verdad que existe la posibilidad de encontrar una buena oferta de última hora en pleno mes de agosto, pero mejor no arriesgarse. También es recomendable pagar un extra por el seguro de cancelación, sobre todo si viajan con nosotros niños y personas mayores.

Como decíamos, ni el trasporte ni la estancia supone tanto dinero como parece si nos fijamos en los gastos diarios: comer tres veces al día, trasladarse de un lugar a otro, entradas a museos o centros de ocio… Hay que estudiar, por tanto, las ofertas de media pensión y pensión completa; reservar con tiempo el alquiler de un vehículo; comprobar si existen descuentos en las visitas recomendadas… En hoteles y agencias de coches de alquiler existen, por cierto, un gran número de descuentos que debemos averiguar por nuestra cuenta, porque benefician a ex alumnos de universidades, empleados de determinadas empresas, miembros de colegios profesionales… Los hijos mayores, por su parte, no deberían improvisar a la hora de elegir un festival o un concierto de música: los precios de las entradas pueden encarecerse hasta un 300% en apenas dos meses.

 

Inevitables gastos extra

Hemos planificado con cariño los precios de viajes y estancias, las entradas a los museos o centros de ocio… ¿Cómo es que hemos gastado tanto dinero? Simplemente porque hemos tenido más tiempo para hacerlo y las ocasiones, en estas fechas, nunca faltan. Los ‘extras’ son generalmente los que nos amargan la vuelta de las vacaciones. Esas cenas improvisadas; las copas con los amigos; las compras de ropa y recuerdos; la gasolina; los taxis; los caprichos de los pequeños; la última excursión…

Y de nada sirve para descansar ignorar la cuenta corriente. Desatender los pagos o quedar en descubierto puede salir muy caro.

 

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“Para que las vacaciones no causen un agujero en la economía familiar -explica Elena Bárcena Garnica, de Banca Privada de Banco Santander- lo más importante es presupuestar; es decir, ver cuánto dinero tengo para gastar en esta época y, al mismo tiempo hacer una lista de aquello que quiero hacer”. Para Bárcena, hay que pedir todos los precios posibles, comparar y ver si las ofertas se ajustan al presupuesto. Por otra parte, “es posible que algún gasto importante se pueda financiar, pero hay que saber que ello conlleva un gasto adicional y debemos saber si podemos asumirlo”. Bárcena concluye que “las decisiones deben ser pausadas, no dejarse llevar por impulsos.

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CONCAPA propone evitar anuncios televisivos que generen adicción al juego

CONCAPA pide una mayor sensibilidad en cuanto a la oferta de anuncios y promociones de juegos online por cuanto se multiplican las adicciones a este tipo de juegos entre los jóvenes españoles y menores. 

 

El Presidente Nacional de la Confederación Católica de Padres de Alumnos (CONCAPA), Pedro José Caballero, ha solicitado medidas a la Comisión Mixta de Seguimiento del Código de Autorregulación sobre Contenidos Televisivos e Infancia para la protección de los menores y jóvenes ante la creciente oferta de anuncios y promociones de juegos online que se vienen realizando en las televisiones, cada vez más en horario infantil.

CONCAPA pide una mayor sensibilidad en un tema cada vez más difícil, por cuanto se multiplican las adicciones a este tipo de juegos entre los jóvenes españoles y menores. En las promociones incluso se ofrecen cantidades de regalo para iniciarse en el juego, que a la larga generan serios problemas de adicción, perjudicando en casos extremos la estabilidad de las familias.

Para CONCAPA es preciso que se modifiquen y actualicen las regulaciones sobre este tema y que, en caso de incumplimiento (tanto de este aspecto como de otros susceptibles para los menores) se gestionen las reclamaciones oportunas de manera ágil y eficaz. En este sentido, cabe señalar que la web oficial para las reclamaciones televisivas es tvinfancia.es, cuyo enlace también figura en la web de CONCAPA.

Por último, señalar que CONCAPA no es partidaria de que “personajes famosos o conocidos” sean precisamente los que promuevan estas prácticas, que no hacen otra cosa que generar adicción en un colectivo tan vulnerable como el de los menores.

 

Escuela de padres 3.0: Bullying, señales de acoso escolar

Para algunos niños, ir a la escuela se convierte en una auténtica tortura. A su alrededor todo son burlas, amenazas y aislamiento. Y si cuentan lo que está sucediendo o se defienden, todavía puede ser peor. En el presente artículo nos gustaría explicar de la manera más detallada posible a qué nos referimos cuando hablamos de acoso escolar o bullying, ya que se trata de un problema demasiado importante y delicado como para que utilicemos este término a la ligera y desde el desconocimiento.

 

Por Marta Prado Bullido y Óscar González

 

El bullying consiste en cualquier forma de maltrato intencionado y repetido, ejercido por uno o más estudiantes contra otro u otros compañeros. Suele tener lugar en el aula (cambios de clase), en el patio (en las zonas no vigiladas), servicios o baños, autobús escolar, etc., pero puede darse también en otros contextos: actividades extraescolares, deportivas…

El acoso suele desencadenarse sin causa aparente o por algún hecho insignificante: cometer un error en clase, sacar una nota muy alta o muy baja, el aspecto físico… Entonces, ¿qué nos indica que se trata de acoso escolar? Estos son los indicadores clave:

  • Intencionalidad: existe la intención de hacer daño (físico, verbal y/o psicológico). Hay un propósito, un deseo de sometimiento y dominación por parte del agresor.
  • Repetición: no se trata de una agresión esporádica, sino que tiene continuidad en el tiempo de forma reiterada.
  • Desequilibro de poder: hay una desproporción de poder entre víctima y acosador (de fuerza física, popularidad, etc.).
  • Vulnerabilidad de la víctima: existen factores personales, sociales y estructurales que incrementan dicha vulnerabilidad (baja autoestima, falta de recursos propios para defenderse, aislamiento social, etc.).
  • Falta de apoyo por parte del acosado, ya que siente apartado y despavorido por temor a represalias.

Debemos ser muy cautos; no podemos hablar de acoso escolar por un desencuentro puntual con un compañero o por una pelea en la que se haya visto envuelto. Eso no es acoso escolar.

Tenemos que estar alerta ante cualquier pequeño detalle que haga disparar nuestras alarmas y ponernos en marcha activando la actuación ante un posible caso de bullying. Para ello, debemos hablar y comunicarnos frecuentemente con nuestro hijo y observar su actitud y reacciones. Hay que recordar que tan solo el 15% de las víctimas de bullying lo confiesan a sus familiares, de ahí la importancia de que madres, padres y docentes estemos atentos a las señales.

Estas son algunas que deberían hacer “saltar nuestras alarmas”:

  • Se queja con frecuencia de que se meten con él, le hacen la vida imposible o le pegan.
  • No quiere ir al colegio de manera continuada y pone excusas para faltar.
  • Explica o justifica la pérdida diaria de material escolar.
  • Llega a casa con la ropa rasgada, moratones o heridas y trata de justificarlas con frecuencia.

Por otra parte, hay otros signos no tan evidentes:

  • Baja su rendimiento escolar sin causa aparente.
  • Deja de mostrar interés por actividades y amigos que hasta el momento lo eran.
  • Presenta cambios bruscos de humor.
  • Manifiesta comportamientos de etapas anteriores.

 

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Uno de cada cinco

En la primera fase de detección, el centro educativo tiene una gran responsabilidad y puede identificar un caso de bullying a través de “pistas” que pueden ayudar a su detección. Veamos algunos ejemplos:

  • No dejan jugar al niño o lo aíslan socialmente.
  • Le insultan o le gritan.
  • Cuentan mentiras sobre él y hacen correr la voz.
  • Utilizan motes para llamarle.

Por consiguiente, tener en cuenta todo lo que hemos mencionado en el presente artículo y, sobre todo, abordar y tratar el tema con la seriedad, respeto e importancia que merece, es el primer paso para identificar un caso de acoso. Una vez identificado, estaremos en el camino de darle solución. España es el cuarto país de Europa con el índice más alto en acoso escolar. Uno de cada cinco alumnos escolarizados sufre acoso en nuestro país. El 85% de las víctimas no lo confiesa a sus familiares.

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Educar el pensamiento crítico: Los juegos de escape, aprender jugando

Escuchar, analizar, investigar, contrastar, buscar soluciones… son cualidades que ayudan a cultivar el pensamiento crítico. ¿Cómo fomentarlo en el aula?

 

Por Olga Fernández

“Cuestionar incluso aquello que parece obvio”, es la esencia del pensamiento crítico. Para activar esta forma de pensar es necesario que se den una serie de condiciones. El filosofo Francesc Torralba, director de la Cátedra Ethos de la Universidad Ramon Llull, en Barcelona, es coautor del informe “¿Somos críticos? Fundamentos para una educación comprometida”, donde resume cómo educar a los niños en el pensamiento crítico.

Una de las claves es “tener la audacia de criticar, de atreverse a decirle al emperador que va desnudo”, comenta en clave metafórica. La más importante de todas es distanciarse de la fuente de información a nivel intelectual, es decir, enseñar al niño a ser escéptico y no creer de entrada todo lo que transmite una fuente.

Otras serían no excluir ningún objeto de la crítica, evitar el principio de autoridad, realizar la crítica pensando en la comunidad y no a nivel individual, y actuar desde la humildad (aceptar las críticas de los otros).

En la escuela

Todo niño tiene capacidad de pensamiento crítico, solo hay que cultivarlo. Uno de los más novedosos es el room escape, un juego de escape que permite aprender matemáticas de forma lúdica. En el aula, el profesor reúne a un grupo de alumnos en una sala de la que se tienen que escapar en un tiempo determinado.

Para hacerlo, deberán resolver unos problemas y seguir unas pistas que estarán relacionadas con los contenidos curriculares que trabajan en clase, y deberán utilizar sus capacidades intelectuales, creativas y de razonamiento deductivo y hacerlo en equipo. “Fomenta el trabajo cooperativo entre alumnos, el razonamiento deductivo y la práctica de las habilidades sociales.

Y resulta especialmente interesante cuando los niños pueden descubrir nuevas facetas de sus compañeros”, explica Amalia Gordóvil, profesora de Psicología de la Universitat Oberta de Catalunya. El juego permite poner en marcha y fomentar actividades mentales complejas y habilidades socioemocionales, como “observar, adivinar, anticipar, ponerse en el lugar del otro, expresar sentimientos, …”, enumera Gordóvil.

 

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El scratch, aprender a investigar jugando

“Otra forma de aprender jugando es el scratch, un lenguaje de programación creado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)dirigido a niños y niñas de entre 8 y 12 años, que también fomenta el pensamiento lógico y la creatividad. De manera que los niños aprenden a programar sus propios juegos, historias y animaciones y que lo hacen de forma lúdica y sencilla.

“La actividad intelectual asociada a la programación enseña a pensar de forma abstracta, lógica y estructurada. El scratch potencia el aprendizaje por indagación, por investigación y por resolución de problemas”, explica Adriana Ornellas, profesora de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. Para los expertos, este lenguaje de programación tiene varios beneficios:

  1. Desarrolla el pensamiento lógico: el niño es capaz de descomponer un problema en pequeñas partes, lo que le obliga a realizar un seguimiento secuencial para encontrar la solución.
  2. Fomenta la creatividad: tienen que imaginar historias y crear juegos..
  3. Mejora la comprensión: pueden comprobar cómo el ordenador ejecuta sus órdenes.
  4. Facilita el pensamiento sistémico: la programación les permite entender cómo funciona un sistema y cómo se relacionan sus partes.
  5. Mejora el rendimiento escolar: “aprenden programación, conceptos matemáticos, inglés, etcétera.

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Los buenos libros son para el verano

Como las bicicletas, los buenos libros y las buenas lecturas tienen cabida durante todo el año, pero nunca se disfrutan tanto como en la paz, la calma y el sosiego de las vacaciones de verano. Durante los meses de julio y agosto no pueden faltar los libros. Ni en casa, ni en las maletas. Porque no hay mayor viaje que el que nos ofrece las páginas de un libro, en Padres y Colegios hemos seleccionado una serie de lecturas para que el verano de los pequeños lectores sea inolvidable.

 

Por Adrián Cordellat

Para los amantes del cómic

El cómic es una extraordinaria herramienta para incentivar el hábito de la lectura, sobre todo entre aquellos niños más reacios a ella. También una magnífica fórmula para transitar del álbum ilustrado infantil a los libros donde prima la letra sobre la imagen. Y si hablamos de cómics, no hay editorial más especializada en el ámbito que La casita roja. Mateo, el protagonista de Caja, es un cicerone perfecto para enganchar a la lectura. Las aventuras vividas junto a su amigo de cartón en los dos volúmenes escritos por Patrick Wirbeleit e ilustrados por Uwe Heidschötter son una garantía de éxito.

Para los que no tienen miedo

Francesc Gisbert y Cristina Durán son los autores de la saga Los amigos de los monstruos, publicada por Andana Editorial, que da una vuelta de tuerca a muchos de los personajes fantásticos de la cultura tradicional. De momento cuenta con dos volúmenes (Los amigos del Coco y El Cole de los Monstruos) protagonizados por María, una niña intrépida que pasa las tardes con su abuela y que se ve envuelta en una historia de aventuras plagada de personajes malvados (o quizás no tanto) que es un canto a la literatura popular y a todos esos personajes que más de una vez nos quitaron el sueño durante nuestra infancia.

Para los fanáticos del balón

En la literatura infantil enfocada al deporte rey hay vida más allá de Los Futbolísimos. La prueba es la colección Gol o penalti que publica la editorial Bookolia y que centra su atención en algunos de los futbolistas más carismáticos de la historia del balompié, aquellos que no ganaron un Balón de Oro (ni lo pretendieron), pero que dejaron un recuerdo imborrable por su forma de ser y de concebir el fútbol como lo que es: un deporte y un juego que debería estar siempre por encima de cualquier fanatismo o negocio. Los dos primeros títulos de la colección están dedicados al mítico portero colombiano El loco Higuita y al irrepetible centrocampista salvadoreño Mágico González.

Para despertar conciencia feminista

El prolífico autor norteamericano James Patterson ha dado por inaugurada este año una nueva saga que sumar a su inabarcable bibliografía: Max Einstein. Publicado en España por Duomo Ediciones, el libro narra las aventuras de una niña de 12 años poco convencional (Max), que va a la Universidad, desarrolla inventos y habla con Albert Einstein. Una pequeña genio que tendrá que poner en liza todo su conocimiento para usar la ciencia con el fin de acabar con los problemas del mundo.

Y si en vez de aventuras te van más los cuentos de princesas, nada como el libro Princesas que cambiaron el cuento (Lumen), escrito por Virginia Mosquera e ilustrado por Lydia Sánchez, que transforma en cuento clásico la vida de algunas de las mujeres más emblemáticas de la historia moderna, mujeres que hicieron su propio camino obviando el que tenían marcado. Entre ellas Patti Smith, Malala, Michelle Obama o Penélope Cruz.

Para quienes sienten devoción por los clásicos

Hay muchas editoriales españolas haciendo una labor maravillosa por recuperar para los niños de hoy clásicos de la literatura universal. Una de ellas es Nórdica. Imprescindible es su edición de Cuentos de la selva, del reconocido cuentista uruguayo Horacio Quiroga, que ilustra con mimo Antonio Santos. Premio Nacional al mejor libro editado en 2017, las fábulas de Quiroga son una joya que no debe faltar en ninguna librería doméstica.

También de cuentos, aunque en este caso de dragones y niños y niñas intrépidos, está conformado El último dragón y otros cuentos, una recopilación de cinco de las mejores historias escritas por la autora británica Edith Nesbit, considerada la madre de la literatura infantil moderna.

Para los que no se cansan de aprender

Hay libros que son una herramienta fantástica para aprender mientras se disfruta de la lectura y de la belleza de las ilustraciones que lo acompañan. Un ejemplo de ellos es Un mundo por descubrir (Maeva Young), que recopila en una edición maravillosa 30 inventos y descubrimientos llevados a cabo a lo largo de la historia y que de una u otra forma han cambiado nuestra manera de vivir.

Otro ejemplo lo constituye La increíble vida de los paisajes (Errata Naturae), en el que podemos conocer la historia y la evolución de 20 emblemáticos paisajes del mundo. Lugares tan fotografiados en la era de Instagram como el desierto del Sahara, las Cataratas del Niágara, el Gran Cañón o La gran barrera de Coral. Lugares que sentimos tan conocidos, pero que a la vez desconocemos mucho.

Por último, Peces por todas partes (Andana Editorial), en el que la escritora e ilustradora alemana Britta Teckentrup realiza un maravilloso trabajo gráfico y de investigación para mostrarnos la vida que brota fuera del alcance de nuestra vista, en las profundidades del mar. Una delicia.

 

 

 

Katia Hueso: "La hipervigilancia del juego tiene como consecuencia que dejamos poca autonomía a los niños”

Para Katia Hueso la esencia del juego está la creación del mismo, la alegría con la que se inicia y la despreocupación con la que se deja de hacer. Aspectos que no encontramos en las actividades organizadas.

 

Por Diana Oliver

De la experiencia de Katia Hueso, bióloga y cofundadora en 2011 de Naturaleza Saltamontes –la primera escuela infantil al aire libre de España–, nace ‘Jugar al aire libre’ (Plataforma Editorial), el segundo libro publicado por Hueso, en el que explica por qué es imprescindible para los niños el juego al aire libre, y sin más elementos que los que encuentran en la naturaleza. A lo largo de más de 200 páginas nos invita a reflexionar sobre el tiempo de juego que tienen los más pequeños en la actualidad y cómo les afecta. También ofrece ideas para saber dónde, cuándo y cómo se puede disfrutar del juego al aire libre, incluso en los entornos más urbanitas, en un parque o en el propio colegio.

 

Dices en el libro que la proliferación de actividades organizadas, extraescolares e incluso la industria de los juegos educativos “nos han llevado a un juego desprovisto de la alegría, la improvisación y la despreocupación que deberían definirlo”. Ese juego “más organizado” o previsible, ¿tiene menos beneficios que el juego libre?

Creo que en la esencia del juego está la creación del mismo, la alegría con la que se inicia y la despreocupación con la que se deja de hacer –cuando ya no apetece–. Las actividades organizadas, de ocio o escolares no recogen ninguno de estos aspectos. El juego está prediseñado, tiene una ejecución prefijada y una duración finita. Perdemos, pues, todo el valor del proceso de creación autónomo, en el que los niños aprenden a decidir, describir, negociar, persuadir, escuchar a los otros.

Pierden también la oportunidad de conocer sus límites de forma autónoma, de saber hasta dónde quieren llegar o con quién lo desean hacer. Y, por otro lado, la asertividad necesaria para decidir cuándo lo abandonan, sin la obligación de permanecer en el juego hasta que alguien jerárquicamente superior lo determine.

 

El juego está prediseñado, tiene una ejecución prefijada y una duración finita.

 

¿Qué necesitan los niños para desarrollar el juego?

Para poder jugar, un niño ha de sentirse confiado y seguro. Necesita saber que dispone de la libertad para hacerlo, y un entorno física y emocionalmente amable. Y poco más. Se sabe de niños que jugaban en los campos de concentración alemanes, así que, si ellos lo podían hacer, qué no se podrá hacer hoy. Paradójicamente, de lo que les privamos es de libertad, y de tiempo, para jugar. Lo hacen en cuanto pueden, pero disponen de tan poco margen, que no llegan a desplegar el juego en su esplendor. Los niños del Holocausto disponían de poca seguridad, pero les sobraba tiempo y, en cierto modo, libertad, pues no se les prestaba mucha atención. Tremenda paradoja.

 

¿Hasta qué punto hipervigilamos su juego y qué consecuencias tiene eso para su desarrollo físico, intelectual y emocional?

La hipervigilancia del juego tiene como consecuencia que dejamos poca autonomía a los niños. No les dejamos aprender de sus errores, de desarrollar habilidades sociales, resolver conflictos o solucionar problemas por su cuenta. Si esto lo trasladamos al plano físico, son niños que tienen una motricidad más limitada, que no se atreven a asumir riesgos o a afrontar retos físicos, que tanto nos enseñan sobre la vida. En última instancia, ya como adultos, podemos tener una visión distorsionada de nuestras capacidades, dificultad para asumir nuestra responsabilidad y sufrir de dependencia emocional de otros.

 

Portada- Jugar al aire libre¿Qué dirías que aporta la naturaleza a la Educación que no podrá aportar nunca un aula?

La naturaleza difiere del aula en aspectos fundamentales. En primer lugar, es un espacio de vida, en el que podemos encontrar seres con los que empatizar y a los que cuidar, con todo lo que ello conlleva de valores éticos. Podemos aprender sobre procesos y sistemas vitales afines a los humanos y descubrir, mediante este conocimiento, cuánto dependemos de ella y ella de nosotros. La naturaleza, además, es por definición cambiante. Esto supone una importante lección de vida, pues nos será imposible controlar todo lo que nos pasa. Aprendemos a ser flexibles, resilientes, a manejar riesgos y a adaptarnos a la realidad, sea ésta como sea. Un entorno controlado como un aula, por serena y armónica que ésta sea, no nos puede dar todo esto.

 

Hablas también en este sentido de lo infrautilizados que están los patios en las escuelas. Algunos colegios están tomando en serio el rediseño de sus patios de cara a conseguir precisamente un juego más libre…

Hay en efecto muchas iniciativas de reverdecer patios e incluso de usarlos para fines curriculares. Son, como es natural, muy variopintas y algunas profundizan más que otras en ese proceso. Pero me alegra mucho observar que está surgiendo esta necesidad de permeabilizar los espacios escolares, de dejar entrar la naturaleza en la escuela. Como en todo, lo que de momento son proyectos individuales y poco estructurados, espero que se convierta en una tendencia generalizada y consolidada, con el apoyo de las instituciones y de las familias.

 

¿Cómo sería para ti el patio escolar perfecto?

Pues empezaría por cambiarle el nombre y llamarlo jardín. Creo que sólo con eso ya cambia nuestra imagen mental de lo que estamos hablando. Me gustaría que fuera un lugar en el que predomine el verde y las líneas curvas; en el que haya posibilidad de que surjan sorpresas y los niños puedan crear sus aventuras. Un jardín con frutos cosechables y comestibles, con refugios para bichos, atractivo para las aves, insectos y tal vez algún mamífero pequeño. Que tenga árboles para trepar y rocas que escalar, arbustos en los que esconderse y elementos naturales con los que jugar. Y con rincones para el sosiego, la lectura, la conversación y el paseo.

Todo ello debería ser un espacio atractivo para los chavales en el recreo y para que los maestros deseen dar clase en él. Dejaría los balones y otros elementos que, de forma consciente o inconsciente, fomentan el sexismo, para las pistas deportivas. La naturaleza tiene la ventaja de ser inclusiva, todos (y todas) tenemos cabida en ella por igual.

 

Me gustaría que el patio fuera un lugar en el que predomine el verde y las líneas curvas; en el que haya posibilidad de que surjan sorpresas y los niños puedan crear sus aventuras.

 

Por último, no sólo es dónde jugar o cómo sino que es importante el tiempo, un bien difícil de conseguir. ¿Por qué es importante que haya tiempo para el juego y que sea un juego que se pueda desarrollar en calma, sin prisas ni parones?

Nuestro afán de criar ciudadanos competentes y competitivos hace que apuntemos a nuestros hijos a toda clase de actividades extraescolares, campamentos, cursos, etc. que hace que sus agendas se llenen enseguida. En los escasos huecos que les quedan, desarrollan un juego en staccato que no llegan a desplegar o desarrollar con plenitud. Mi sugerencia es que apuntemos a los niños a la “academia” del juego, que es gratuita y universal, y abre las 24 horas. Repensemos cuántas de esas actividades son necesarias, si con el dinero que invertimos en ellas no podríamos pagar a alguien que esté con ellos mientras juegan (o, mejor aún, si se puede: hacerlo nosotros). La mejor inversión que podemos hacer en nuestros hijos es darles tiempo para jugar. Curiosamente, puede que incluso nos ahorremos dinero en ese empeño.

 

 

Ya en Bachillerato y… Todavía no sabe qué estudiar

Muchos alumnos no tienen claro qué camino académico seguir tras acabar Bachillerato. La vocación no aparece en todos los casos, por eso es muy importante orientarlos de forma adecuada.

 

Por Terry Gragera

“Muchos estudiantes llegan a Bachillerato sin saber qué quieren hacer, incluso a segundo, aunque para entonces ya suelen tener una opción, aunque no estén totalmente convencidos de que ese es su sueño. En primero de Bachillerato ya suelen decidir porque no quieren aplazarlo a segundo: la preparación de la EVAU consume todas sus energías”, expone Mª Isabel Abradelo de Usera, vicerrectora de Estudiantes y Servicios a la Comunidad Universitaria de la Universidad CEU San Pablo.

Pero ¿es negativa siempre esta indecisión? “El mercado laboral actual es muy versátil y se prevé que aún lo será más en el futuro, por lo que veo positivo que nuestros chicos tengan cierta flexibilidad a la hora de decantarse por un grado universitario o estudios de FP”, aclara Antonio José Almagro Martínez, catedrático de Orientación Educativa.

A tener en cuenta

“Las preferencias personales, pero también las aptitudes son fundamentales”, destaca la vicerrectora. Insiste en este punto Antonio José Almagro: “No podemos dejar que el alumno se guíe exclusivamente por sus impulsos. Desgraciadamente siempre hay alumnos que toman decisiones basadas en criterios poco objetivos como hacer lo mismo que sus amigos u optar por estudios muy atractivos social o económicamente para los que no están preparados”.

Por ello, a la hora de escoger estudios hay que tener muy en cuenta la trayectoria académica, los intereses manifestados y las aptitudes personales. El error en la elección es posible, pero no ha de ser definitivo, “la persona puede cambiar mucho durante este periodo de transición a la adultez”, dice el catedrático, una idea que apoya la vicerrectora: “Siempre hay fórmulas de reconducir una elección que no nos satisface”.

Entre dos opciones

A veces los estudiantes no tienen una preferencia muy marcada y se debaten entre dos titulaciones. ¿Cómo decidirse por una de ellas? Estos son los consejos de Antonio José Almagro:

  • Elegir según la modalidad cursada en Bachillerato, descartando las opciones que estén fuera de la rama de conocimiento de esa opción.
  • Hacer una comparación entre las disciplinas que plantean la duda.
  • Tener en cuenta las salidas profesionales presentes y futuras.
  • Considerar la trayectoria escolar para tomar una decisión ajustada a las posibilidades reales. Si no hubiera posibilidad de decantarse por una u otra rama de conocimiento, la opción podría ser simultanear dos titulaciones o hacer un grado y completarlo con un máster de otra rama de conocimiento, como aconseja la vicerrectora de esta universidad, María Isabel Abradelo.

A veces, a pesar de la vocación o del convencimiento, la nota de la prueba de acceso a la Universidad no es suficiente para acceder a los estudios elegidos. ¿Es buena la idea de un año sabático para repetir la EVAU un curso después? “Es preferible empezar otro grado afín y luego, si es posible, reintentar el acceso a la titulación deseada, incluso hacer un módulo superior de FP que también tiene reconocimiento de créditos en algunos grados”, recomienda Mª Isabel Abradelo.

Hay que contar, además, con que en la nueva oportunidad existe, tal como expone Antonio José Almagro, “el riesgo de no superar la nota y quedarse con la triste sensación de haber malgastado un año de su vida”, por lo que aconseja “intentarlo un año más, pero matriculándose en su segunda o tercera opción”.

 

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La opinión de los padres

“La opinión de los padres es muy importante, pero no siempre objetiva. Con frecuencia vuelcan sobre sus hijos frustraciones no conseguidas y pretenden que sean lo que ellos no pudieron ser.

Otras veces los padres piensan que los hijos deben seguir sus pasos y estudiar lo que ellos estudiaron (algo muy habitual en médicos, abogados…). También los hay que no son conscientes de las limitaciones académicas de los hijos e intentan derivarlos hacia opciones poco realistas”, destaca Antonio José Almagro Martínez, catedrático de Orientación Educativa. “En general, detecto que la presión de los padres es más fuerte en los estratos socioeconómicos medio/alto y alto, siendo menos relevante conforme desciende el nivel cultural de las familias”, explica.

Por su parte, Mª Isabel Abradelo de Usera, vicerrectora de Estudiantes y Servicios a la Comunidad Universitaria de la Universidad CEU San Pablo, destaca cómo la opinión paterna es solo un paso más “cuando se ha conseguido una relación fluida con los hijos y cuando estos han ido aprendiendo poco a poco a tomar sus decisiones responsablemente a lo largo de su vida, en un entorno que les apoya, pero que no anula su responsabilidad sobre sus acciones”.

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Recuperaciones: Sin exámenes en septiembre

Desde hace varios cursos, algunas comunidades autónomas han suprimido los exámenes de septiembre, trasladando esta convocatoria a finales de junio.

 

Por Terry Gragera

Valencia, Madrid, Navarra, La Rioja, País Vasco, Cantabria, Castilla- León, Extremadura, Canarias o Cataluña son algunas de las comunidades autónomas en las que los alumnos ya no pueden examinarse en septiembre. Las materias suspensas a final de curso han pasado a evaluarse a finales de junio o en la primera semana de julio. Entre las razones para este cambio, las autoridades educativas han puesto sobre la mesa el gran desembolso económico que supone para muchas familias tener que pagar una academia de refuerzo en verano, además de las dificultades que para la conciliación familiar conllevan las pruebas en septiembre.

 

¿Funciona?

Los efectos de haber eliminado los exámenes de septiembre son desiguales, según las comunidades. “En la Comunidad Valenciana y el País Vasco el nuevo sistema está funcionando con normalidad. Sin embargo, en otras comunidades, como Madrid, no está dando los resultados esperados por el problema de organización que supone gestionar la asistencia obligatoria de alumnos que han superado todos los exámenes, por lo que se está pensando volver al sistema anterior”, comenta Javier Muñoyerro García, secretario general de FSIE (Federación de Sindicatos Independientes de Enseñanza).

Uno de los problemas de que no haya uniformidad en la fecha de examen en esta convocatoria extraordinaria para todo el territorio nacional es que los alumnos que realizan la prueba más tarde pueden encontrarse en desventaja para acceder a ciertas titulaciones o enseñanzas, “cuando muchas plazas ya han sido adjudicadas en julio para los que se han examinado antes”, denuncia Leticia Cardenal, presidenta de CEAPA (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado).

La eliminación de la recuperación de septiembre ha tenido consecuencias en la parte académica para alumnos y docentes. “En Primaria debería haber 875 horas lectivas, y en Secundaria, 1.050. Si acortamos los días de clase para tener la evaluación extraordinaria en junio se pierden días de clase y calidad en los contenidos, tanto para los que han aprobado como para los que han suspendido”, subraya Leticia Cardenal.

De la misma opinión es Javier Muñoyerro: “Puede suponer una desventaja para los docentes, ya que se adelanta todo el proceso de evaluación final, con el objetivo de reservar esas dos semanas finales de junio, lo que implica en muchos casos que no se llegue a impartir todo el currículo o de manera muy apresurada, como han manifestado profesores de diferentes comunidades”. No obstante, para los docentes puede tener alguna ventaja como “la mejor organización de cara al curso siguiente, ya que se conoce de antemano la distribución de alumnos por clase y se deja más tiempo a los profesores para preparar el curso académico”, destaca el representante de FSIE.

 

¿Más aprobados?

¿Qué sucede cuando los exámenes extraordinarios están tan próximos a la convocatoria ordinaria porque apenas pasan unos días de unos a otros? ¿Beneficia o perjudica a los estudiantes con suspensos?

“Si esa ‘segunda oportunidad’ se produce en un plazo de tiempo en el que no es posible prepararla adecuadamente, entonces es una oportunidad perdida”, afirma el representante de los profesores.

“Si se trata de alumnos con una sola asignatura suspensa es posible que les beneficie la recuperación a los 15 días, porque tienen los conocimientos más recientes y con un repaso los pueden superar; sin embargo, si se trata de alumnos con varias asignaturas suspensas, entendemos que es necesario más tiempo para poder asimilar los conocimientos que no se han podido superar en el curso ordinario”, puntualiza.

Leticia Cardenal mantiene una idea muy cercana: “Si durante el curso académico no consiguen sacar alguna asignatura, es muy complejo que lo puedan hacer en dos semanas. Por eso algunas comunidades autónomas, como Cantabria, realizan estos exámenes en la primera semana de julio, para dar más tiempo y facilitar la recuperación”.

 

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¿Favorece el absentismo?

  • La eliminación de la convocatoria de septiembre reconfigura junio como un mes repleto de exámenes y prisas. Las materias dejan de impartirse en los primeros días de ese mes y los alumnos que tienen todo aprobado no deben examinarse más.
  • En algunas comunidades, como Madrid, esto ha favorecido el absentismo escolar. “Los alumnos que han aprobado todo deben estar escolarizados, por ley, hasta el último día del curso escolar. La solución que han encontrado los centros es planificar actividades alternativas (talleres, excursiones, charlas…), lo que en muchos casos supone un problema organizativo, ya que no se cuenta con el personal suficiente y se termina sobrecargando aún más al personal del centro”, admite el secretario general de FSIE.
  • En algunos centros, se mete a los alumnos en la biblioteca o se les ponen películas. Ellos se aburren y al final las familias dejan de mandar a sus hijos”, destaca Leticia Cardenal.

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Niños hospitalizados: El arte como cura

Los niños enfermos sufren el estigma de ser ‘pacientes’ mientras su inocencia e infancia se pierden en un mar de preocupaciones. La arteterapia les da alas para soñar de nuevo.

 

Por Ana Veiga

En el Hospital Materno Infantil Teresa Herrera de A Coruña, los niños con enfermedades crónicas han tenido la oportunidad de soñar a través del arte. Se trata de una iniciativa dentro del programa Oncofrail que, el pasado abril, puso su foco en estos menores.

Liderado por el doctor Francisco Barón, es oncólogo de planta y especialista en bioética-, Oncofrail empezó en el área de Oncología del CHUAC y se ha ampliado al Hospital Materno Infantil Teresa Herrera, ambos en A Coruña. «Es un programa de humanización de planta pionero en España y Galicia», explica Rebeca Ponte, quien manifiesta que en países como Reino Unido, Alemania u Holanda la disciplina de la arteterapia está incluso reconocida e incluida en su sanidad pública.

Rebeca es la facilitadora en el taller Arte y Emociones, que desarrolla con niños enfermos crónicos y, en muchas ocasiones, a pie de cama. «Se trata de niños pacientes con largas estancias en el hospital en las que están gestionando miedo, dolor y emociones que, en muchos casos, son políticamente incorrectas – como la culpa o la sensación de fracaso- y que no siempre encuentran un lugar o modo de expresar». Por eso, nace este proyecto, financiado el Club de Leones Decano de A Coruña en colaboración con la Fundación Profesor Novoa Santos.

El taller Arte y Emociones está basado en metodología arteterapéutica aunque tiene un enfoque más cercano al ocio que a una intervención clínica. Su objetivo es facilitar «un momento de evasión y expansión a la persona de un modo muy cuidado pero no se trata de un programa terapéutico en si». Gracias a un equipo multidisciplinar, cuentan con otros especialistas en diversas áreas de la salud a quien recurrir en los casos en que es necesario.

Recuerda la facilitadora a Julio Cortázar cuando decía que las palabras se nos quedan cortas cuando el sufrimiento es muy grande. «El arte tiene esa capacidad de condensar muchos significados, más allá del signo que pueda representar», opina Ponte. Con este proyecto, ofrecen a los niños la oportunidad de usar la producción artística como «una vía de hablar de esas emociones y transformarlas en otra algo positivo».

Cómo son los talleres

Cada taller depende de la metodología propia del arteterapeuta. En el caso de Arte y Emociones, Ponte suele emplear sonidos de la naturaleza y, como primer acercamiento, les presenta los materiales, como primer acercamiento. «Ellos a veces nos tocan, nos miran, tocan los materiales y empezamos la actividad que, en mi caso, está basada en métodos de asociación libre». Para guiarlos, realiza unas preguntas muy abiertas donde cada persona irá imaginando y llevando sus ideas a la fase de producción. Y aunque la actividad se inicia con música, en la parte productiva se deja espacio al silencio creativo impregnarse de la sonoridad de los materiales y de su propio trabajo.

«El taller se basa en la libertad absoluta de elección, la elección del material y el desarrollo del tema que quiere hacer», aclara. Además de esto, un punto relevante es el tiempo: marcar una duración obliga a los pacientes a tomar decisiones y avanzar en su creación.

Durante este momento, los niños nunca están solos. A veces se les ofrece diálogo, otras se les deja trabajar en silencio. «Nuestro trabajo es acompañarlos en el proceso».

Pero aunque la facilitadora siempre está presente, en ocasiones no es la única. Y es que en el Hospital Teresa Herrera hay diferentes tipos de talleres: individuales solo con el niño, con el niño y sus progenitores o talleres grupales con los niños y sus padres.

Tras la producción, llega el momento de compartir la experiencia, es el momento en que el /los participantes hablan de a dónde les ha llevado esa producción. Esta es la oportunidad de verbalizar pensamientos e ideas que no siempre podemos decir. Las palabras que más se repiten son liberación, paz y libertad. El cambio de rutinas, el aislamiento de su entorno, las secuelas del tratamiento y la comprensión del diagnóstico son algunos de los factores a los que se enfrentan estos niños y sus familiares.

Niños con cáncer

Por suerte, la de A Coruña no es la única iniciativa que pone en valor el arte como medicina. Estibaliz Gutierrez es arteterapeuta y, en esta ocasión, voz de la Asociación Profesional Española de Arteterapeutas. Actualmente, trabaja en el Instituto MAP (Música, Arte y Proceso) de Vitoria-Gasteiz, sobre todo con casos de trauma infantil, con niños y adolescentes con situaciones familiares complicadas “porque para ellos resulta más fácil elaborar lo que están viviendo con la imagen que con palabras”. También ha trabajado con niños enfermos de cáncer. A la hora de asistirlos, es necesario tener en cuenta dos factores: su edad y la etapa del tratamiento en el que se encuentra, porque ambas cosas condicionan su percepción de la enfermedad.

“De una forma general, podríamos decir que hasta los 10 u 11 años los niños aún no son conscientes de la gravedad de su diagnóstico, por lo que para ellos las limitaciones sobrevenidas por la enfermedad tiene que ver con los síntomas objetivos y visibles -la caída o el crecimiento del pelo, las cirugías..-. A partir de los 11 años, los niños comienzan a comprender los diferentes niveles de gravedad de una enfermedad; y en la adolescencia ya tienen una concepción del cáncer similar a la de los adultos, por lo que a su pérdida de autonomía e intimidad, se suma la preocupación especialmente su pronóstico y las posibles secuelas físicas del tratamiento a largo plazo”.

Además, consciente del impacto de la situación en el seno familiar, Estibaliz ha publicado su tesis Arteterapia con familias de niños con cáncer. Dinámica familiar en la creación plástica. “El cáncer infantil no solo afecta a la persona enferma, sino que crea un impacto emocional en todo el entorno familiar y social del niño. Por ese motivo, arteterapia ofrece una alternativa para este contexto familiar.

 

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Terapia física y emocional

Los beneficios del arteterapia no son solo emocionales sino también físicos.

  • Resulta imprescindible prestar atención a la corporalidad y el movimiento durante el trabajo creativo. En el caso de arteterapia en oncología pediátrica, es importante conocer la realidad física del niño a la hora de diseñar la intervención, conociendo las secuelas físicas del tratamiento recibido que pueden repercutir en las sesiones”, explica Gutierrez.
  • Se puede ayudar en su recuperación física si se trabaja de manera multidisciplinar, coordinando los tratamientos de fisioterapeutas, logopedas, psicopedagogos y otros profesionales, para poder establecer unos objetivos comunes que ayuden en el proceso de recuperación. “En arteterapia, estos objetivos comunes se pueden trabajar transversalmente desde diferentes focos: estudiando la disposición de los materiales en la mesa para provocar que el niño haga o evite determinados movimientos, favoreciendo el desarrollo de la psicomotricidad fina, y por supuesto cuidando la inocuidad de los materiales”.

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