5 aplicaciones educativas a las que sacar partido durante el confinamiento

Encerrados en casa, sin posibilidad de buscar alternativas fuera, estas semanas de confinamiento están poniendo a prueba la imaginación de madres y padres para mantener activos y entretenidos a sus hijos e hijas a la vez que ejercen también su papel como «profesores» para que los menores no desconecten de las obligaciones educativas.

Motivar a los niños y niñas a seguir aprendiendo no siempre es fácil, porque ellos pueden vivir esta experiencia como unas vacaciones inesperadas. Sin embargo, hay herramientas que nos van a permitir lograr esa motivación por el aprendizaje sin que en muchos casos sean ni siquiera conscientes de eso, de que están aprendiendo. En ese sentido, nada como las apps por su potencial para unir tecnología y educación. En Padres y Colegios recopilamos cinco a las que sacar partido durante el tiempo que aún nos queda por delante de confinamiento.

1. Smartick: la aplicación de matemáticas por excelencia. Juego e inteligencia artificial se dan la mano en esta herramienta online que con sesiones de sólo 15 minutos al día mejora notablemente las habilidades con los números de niños y niñas de 4 a 14 años. Entre sus puntos fuertes, la capacidad que tiene Smartick para adaptarse al nivel de cada estudiante, de forma que los ejercicios son totalmente personalizados.

2. Fun English: Aprender inglés nunca ha sido tan sencillo como con esta aplicación multipremiada para estudiantes de 3 a 8 años, diseñada por docentes y expertos en aprendizaje de idiomas, que contiene en su interior una gran variedad de juegos con los que aprender vocabulario básico en inglés como los colores, los números, los animales, la comida o la ropa. Sesiones cortas, de 15 minutos, para mantener el interés y la implicación de los pequeños.

3. Smile & Learn: Esta app indicada para niños de 3 a 12 años encierra más de 5.000 actividades educativas con las que poner a prueba los conocimientos de todas las materias del currículo escolar. Juegos, vídeos y cuentos interactivos son la base de una aplicación que hace de la diversión el camino más directo hacia el aprendizaje.

4. Writing Wizard: Una aplicación ideal para niños de entre 4 y 7 años que están aprendiendo las letras y adentrándose en esa maravillosa aventura que es el dominio de la escritura. Dibujos y efectos visuales y de sonido sirven de acicate para que los pequeños estudiantes aprendan el trazo de las letras del abecedario y se adentren, a medida que asimilan conceptos, en la escritura de palabras cada vez más complejas.

5. TanGram: Esta aplicación no enseña ninguna materia en sí, pero no puede faltar en ningún listado de apps educativas que se tercie. Basada en un juego tradicional chino, TanGram ofrece a los usuarios una especie de puzles de siete piezas que forman figuras de animales. El reto es conseguir completar esos puzles que ayudan, además, a la familiarización de los niños y niñas con las figuras geométricas al mismo tiempo que desarrollan el pensamiento lógico y la motricidad fina.

YouTube saca toda su batería de recursos educativos para el confinamiento

Según datos de septiembre de 2019 de Alexa Ranking, YouTube es la segunda página web más visitada del mundo. Sólo le supera, como era de esperar, Google. La red social del vídeo por excelencia ha superado el duelo al que le ha sometido Facebook y hoy en día, en esta situación de confinamiento, es más que probable que sus estratosféricos números se hayan multiplicado aún más si cabe con la reproducción intensiva de vídeos infantiles, tutoriales de cocina y manualidades o clases de gimnasia, baile y zumba para ejercitar el cuerpo durante el gran encerrón que vivimos.

Pero si por algo se caracteriza también YouTube, es por la gran comunidad de profesores que se han cobijado bajo su paraguas para aprovechar las nuevas tecnologías y el formato vídeo para proporcionar a estudiantes de todo el mundo aprendizajes de las más variadas materias. En ese sentido, podríamos decir que YouTube es una aula infinita con recursos educativos para niños y niñas de todas las edades.

Ahora, en mitad del confinamiento provocado por el coronavirus, YouTube ha decidido poner orden en ese maremagnum de contenidos educativos que guarda en su interior para facilitar la búsqueda y el acceso a padres, madres y estudiantes.

En esa política se enmarca precisamente el microsite Aprende desde Casa, en el que YouTube ha unido a muchos de los youtubers de educación más conocidos de habla hispana. Además, no se trata únicamente de una recopilación, sino que los vídeos de estos youtubers están ordenados según la materia que tratan en cada uno de ellos. Desde «fundamentos de matemáticas», hasta «eventos históricos», pasando por filosofía, química, inglés e incluso tutoriales para estudiar desde casa sin caer en la desconcentración, la pereza y los estímulos de las redes sociales y los videojuegos. Si quieres aprender divirtiéndote, no puedes dejar de entrar en este microsite.

En esa misma línea, se enmarca también otra iniciativa de la red social del vídeo, la Plataforma Aprendizaje de YouTube, un centro temporal de información y recursos educativos durante la alerta por coronavirus que YouTube ha desarrollado en colaboración con Khan Academy y otros creadores en el área de educación, para ofrecer recursos y actividades a padres y familias para los próximos días, y hacerlo de una forma educativa y divertida. «Lógicamente, estos recursos no sustituyen los deberes asignados por los maestros y profesores, pero son un buen complemento a los mismos», matizan desde YouTube.

La Plataforma permite el acceso a los vídeos educativos por rangos de edad (estudiantes en edad preescolar, para niños a partir de 5 años y para adolescentes a partir de 13). En el caso de los estudiantes más mayores, también se puede acceder al contenido en función de la materia que se desea abordar con los vídeos. Al acceder a cada una de las categorías de edad, los usuarios tendrán a su disposición diferentes listas de reproducción, así como un listado de canales educativos que se han sumado a la iniciativa y que ofrecen vídeos para los niños de cada uno de los grupos de edad.

Decálogo para hacer un buen uso de los videojuegos durante el confinamiento

Los videojuegos se han convertido en los reyes del ocio en casa. Más aún en tiempo de confinamiento. Según el informe La industria del videojuego en España, publicado por la Asociación Española de Videojuegos (AEVI) en 2018, casi 17 millones de personas jugaban ya entonces a videojuegos en España. Y no todos los jugadores son niños, aunque sí son el colectivo mayoritario. No en vano, el 80 % de los niños de 6 a 11 años son videojugadores, igual que el 78 % de los menores de 11 a 14 años.

El hecho de que sea una actividad que puede disfrutarse desde casa y que resulta atractiva para distintas generaciones —de abuelos a niños, pasando por los propios padres— la ha convertido en una de las preferidas para las familias. Y también hay cifras de ello: según un estudio de Microsoft, tres de cada cuatro familias en España afirman jugar juntas a videojuegos un promedio de nueve veces al mes.

«El objetivo es reproducir la experiencia que disfrutamos al reunirnos en torno a una actividad en grupo, como los juegos de mesa, pero con los atractivos y las posibilidades que ofrece el videojuego desde la pantalla del televisor o la tableta», explica Joan Arnedo, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación y director del máster universitario de Diseño y Programación de Videojuegos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Joan Arnedo y Daniel Aranda, también profesor de la UOC, han elaborado un décalogo con consejos para hacer un buen uso de los videojuegos en estos días de encierro domiciliario.

  1. Jugar a videojuegos es bueno (o no es malo): los videojuegos, según los expertos, fomentan la capacidad de concentración, requieren de compromiso y, entre otras cosas, generan un interés por el descubrimiento.
  2. No existe un baremos de horas de juego correcto o incorrecto: Cada familia debe decidirlo. En todo caso, según Arnedo y Aranda, es más relevante «valorar qué se deja de hacer por jugar a videojuegos que el número de horas concretas dedicadas a los mismos».
  3. Es importante revisar el código PEGI y los gameplays antes de comprar un juego: Los códigos PEGI dan una del tipo de contenido del juego y de la edad recomendada. Los gameplays son cortes o fragmentos de alguna partida subidos a YouTube. Estas informaciones nos permitirán valorar la conveniencia o no de comprar el juego.
  4. Son herramientas de relación social: Según los portavoces de la UOC, los videojuegos son el nuevo patio de recreo. Su gracia, no en vano, reside cada vez más en jugar en grupo.
  5. Los juegos con modalidad en línea son una oportunidad para interactuar: El modo en línea puede hacer entrever más peligros, pero también aumenta las habilidades relacionales. La familia debe decidir en última instancia a qué valor da prioridad.
  6. Los videojuegos deben formar parte de la conversación en casa: Deben ser un tema de debate y que además puede ser una oportunidad para que se cambien los roles y los menores enseñen a los adultos.
  7. Es necesaria la supervisión de un adulto: Explica los expertos que a medida que los niños se hacen más mayores la supervisión debería ser menor porque los videojuegos ya forman parte también de las conversaciones domésticas.
  8. El juego debe empezar en un lugar social y posteriormente pasar a un espacio privado: Es decir, primero el comedor y con el tiempo dar el salto a la habitación del niño o niña.
  9. Vigilancia con los juegos con apuestas y las compras en línea: Señalan Arnedo y Aranda que existen medidas de control parental para controlar este tipo de gastos y que los códigos PEGI de los videojuegos incorporan etiquetas informativas al respecto.
  10. Es necesaria una alfabetización sobre el juego tanto en la escuela como en casa: Los expertos señalan la pertinencia de incorporar a las políticas educativas una buena propuesta de alfabetización digital que permitiría a los niños y niñas tener más capacidad crítica, desarrollar la competencia creativa y entender, opinar y generar nuevas experiencias de juegos y proyectos.

Un cuentacuentos interactivo como alternativa a las pantallas durante el confinamiento

Si hay algo evidente es que en este confinamiento estamos abusando de las pantallas más de lo habitual. Clases online, recursos educativos en formato vídeo, apps educativas, vídeos con clases de zumba, yoga o gimnasia, series, películas, videoconferencias por WhatsApp, Skype o Zoom… El listado de veces que cada día recurrimos a las pantallas es infinito, hasta el punto de que éstas parecen haber colonizado nuestras vidas durante el confinamiento.

Como contraposición, y para hacer frente a esa supremacía de las pantallas, también están resurgiendo muchos recursos para prescindir de ellas, aunque sea por unas horas: lectura de libros, manualidades, pintura, juegos de mesa, etc. En ese sentido, una peculiar alternativa es la que ofrecen desde la empresa Sikii, responsable del cuentacuentos interactivo más vendido en europa.

Se trata de un aparato que se asemeja mucho a los transistores de radio de toda la vida, los que escuchaban nuestros abuelos y nuestros padres. Sin embargo, no funciona a través de las ondas, sino que es un gadget totalmente digital, pensado para niños de entre 3 y 8 años, que permite disfrutar de cuentos ‘a medida’ como alternativa a las pantallas.

Mi Fábrica de Historias, como se conoce el dispositivo, se presenta en un diseño caracterizado por sus atractivos colores, su textura suave y sus llamativos. Además, como los transistores clásicos a los que recuerda, cuenta  con una rueda para regular el sonido y otra para elegir los elementos que participarán en la historia: es decir, los personajes, el lugar y el objeto del cuento que se va a escuchar.

El tamaño de Mi Fábrica de Historias es aproximadamente el de un libro de bolsillo y tiene una memoria con capacidad para almacenar hasta diez álbumes distintos que permiten cada uno de ellos desarrollar entre 6 y 48 historias diferentes, lo que equivale a 14 horas de escucha para que los niños participen en las aventuras que han elegido y echen a volar su imaginación.

La importancia de la imaginación es un aspecto fundamental de este aparato, ya que las historias están creadas con el objetivo de estimular la imaginación de los más pequeños de una manera activa y atractiva, en contraposición a la pasividad que suele caracterizar la actitud ante una pantalla. Además, Mi fábrica de historias ayuda también a desarrollar el vocabulario de los niños, fomenta su curiosidad e inspira un pensamiento creativo y animado al lograr que ellos tengan el control de sus historias.

Este dispositivo que hace las delicias de los más pequeños, sobre todo de aquellos con interés por los libros y por escuchar historias, permite continuas actualizaciones de la base de datos de la memoria gracias a la existencia de una librería online, Sikiistore, en la que se pueden comprar y descargar nuevos álbumes con contenido original que se trasladan de forma muy sencilla desde el ordenador al dispositivo mediante un cable USB.

Ludopatía online: “Los padres no son conscientes del riesgo”

La adolescencia es una etapa del desarrollo en la que los jóvenes pueden resultar especialmente vulnerables a desarrollar ludopatía. Y si tenemos en cuenta el aumento de juegos on line, el resultado es inquietante: uno de cada cinco adolescentes españoles hace apuestas.

 

Por Ana Veiga

Un informe de la Federación Española de Jugadores Rehabilitados (FEJAR) y de la Asociación Madrileña de Psicólogos sostiene que uno de cada cinco adolescentes españoles de entre 14 y 21 años son adictos a las apuestas deportivas y otros tipos de juegos de azar. Este dato sitúa a España con el índice de ludopatía juvenil más alto de Europa.

“Los padres no son conscientes del riesgo”, dice Francesc Perendreu muy serio. Él es presidente de la Asociación Catalana de Adicciones Sociales (ACENCAS) y ha vivido en propia piel los envites de las adicciones a los juegos de azar. Cuenta que la suya fue una adicción adulta –aunque le llegó tan solo a los 19 años–porque no consiguió sacudírsela de encima hasta los 28. Sin embargo, es consciente de que ahora las adicciones han cambiado y, así como la popularidad de las máquinas tragaperras ha bajado, sí ha aumentado la facilidad de jugar desde casa, lo que provoca que afecte a menores más de lo que lo hacía antes.

“El problema ya no es que vayan a salas de juegos, porque eso es anecdótico, sino que es tan fácil como entrar en Internet”.

Ciegos al riesgo

Uno de los peligros clave es que se empieza con juegos sin apuestas, que se perciben como inofensivos. Hay juegos de azar gratuitos donde se puede jugar sin gastar pero casi todos cuentan con funcionalidades que solo están disponibles si se compran con puntos; y esos puntos, con dinero real. De hecho, Perendreu cuenta que recibió en consulta a un menor de 12 años que se gastó 490 euros al mes en un juego mal llamado gratuito. “Pidió a sus padres comprar un arma de 90 céntimos en el juego on line porque sus amigos pasaban de nivel y él no. El padre puso su cuenta pero no pensó en quitar el número de la tarjeta hasta que vió los cargos a final de mes”.

Además de estos juegos gratis, existen también juegos de apuestas reales donde las campañas de publicidad usan a los ídolos de los más jóvenes como gancho. La Guía Clínica Jóvenes y Juego On line, elaborada por FEJAR y financiada por el Ministerio de Sanidad, indica que los mecanismos para que los operadores de juego on line puedan controlar que los jugadores sean mayores de edad “son todavía insuficientes”. Cualquier menor podría llegar a usurpar la identidad, por ejemplo, de uno de sus progenitores, con los datos de una tarjeta de crédito. “Los menores no pueden jugar, pero es tan sencillo como pedirle a un amigo que apueste por ellos. También hemos encontrado chavales que han robado la cuenta de su padre o hermano. Esto es imposible de controlar a no ser que hagamos educación”, admite Perendreu.

De todas estas prácticas, lo más peligroso es la falta de consciencia del peligro. “Los chavales no perciben el riesgo, esa sensación de invulnerabilidad es propia de los 15 o 16 años”, comenta Perendreu, que considera que los padres comparten esa irrealidad. “Hacen falta más charlas a AMPA, pero yo cuando voy, los padres y madres casi no van; y los que van ya están concienciados”. A esos progenitores que ignoran el riesgo les propone “espiar, con todas las letras; de vez en cuando hay que entrar y mirar en qué páginas navegan”.

Tras muchas charlas con padres y madres, Perendreu cree que, en general, la preocupación de los padres se centra más en los problemas tradicionales: drogas y alcohol. “Controlan que su hija no tenga los ojos rojos y con eso creen que cumplen pero no se dan cuenta de que hay otro riesgo que se llama pantallas. Algunos me dicen que como el chaval no salía, no fumaba, no bebía, pensaban que no había riesgo. Pero claro, tienes al chico 8 horas encerrado en una habitación con una pantalla; y cuando coges una pantalla, puedes hacer de todo: jugar on line, comprar, ver pornografía…”, avisa.

Cuándo es ludopatía

Se entiende por ludopatía cuando “hay una pérdida de control y el menor no puede dejar de jugar a pesar de las consecuencias negativas” que conlleva en su vida, explica Perendreu. Hasta hace una década, el término se refería a los juegos de azar pero, a día de hoy, la definición es más amplia. La ludopatía siempre provoca pérdidas, ya sean económicas –si incluye dinero– o por la pérdida de tiempo, de ocio, pérdida social, autoestima…

La psicóloga Amaya Prado, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, prefiere hablar de “juego patológico”, ya que tiene que ver con “un comportamiento adictivo, con componentes sociales, culturales y ambientales, junto con actitudes, percepciones y creencias alteradas con respecto al juego y su capacidad de control que van más allá de un juego ocasional y que afecta a diferentes áreas del menor: familiar, bajo rendimiento académico y absentismo escolar; económicos, sociales y personales”. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, ha incorporado el juego patológico en su clasificación de trastornos mentales, como un trastorno adictivo igual que lo es el consumo de sustancias, considerándolo una adicción conductual –es decir, sin sustancia–.

Los casos de menores más habituales empiezan con los juegos de azar gratuitos, el juego semipúblico –como los ‘rasca y gana’– o los videojuegos que incorporan juegos de azar dentro, como las cajas mágicas…” –la compra de elementos como las cajas mágicas o las skins (imagen del arma de fuego) dentro de eGames considerados gratuitos–.

Por su parte, Prado tuvo la oportunidad de comparecer en el Senado como vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. En su ponencia, puso de manifiesto la necesidad de desligar los juegos de azar del deporte y de legislar la publicidad para proteger a los niños. “Es vital no relacionar apuestas con el ámbito deportivo, tan importante para los más jóvenes; por eso, pedimos control publicitario y prevención educativa”.

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¿Qué pueden hacer las madres y padres?

  • “Los padres tienen que saber dónde, en qué y cómo están jugando sus hijos e hijas, porque son la antesala de la adicción”, manifiesta la psicóloga Amaya Prado. Insta a “no normalizar el uso, a ejercer un control sobre lo que están jugando desde pequeños” y poniendo límites desde que empiezan a usar pantallas.
  • Si nuestro hijo ya es mayor para empezar desde la más tierna infancia, hay algunos signos a los que debemos estar atentos para determinar si necesitamos ayuda de especialistas. Podemos hablar de tres cambios clave. El primero, se produce un alejamiento de familia y amigos –la persona deja de estar con amigos y deja de hacer cosas que antes hacía–. El segundo, come mucho más deprisa de lo normal para volver a la diversión –si puede ser comida basura, lo agradece–. En tercer lugar, tiene fuertes cambios de humor. “Cuando les matan en el juego, les dan ataques de rabia y algunos golpean la pared, dan patadas… y les da igual que sean las 3 de la mañana porque el concepto del tiempo lo tienen distorsionado, pueden estar 8 o 9 horas jugando, para ellos es normal”, explica Perendreu.
  • Si los padres observan adicción a este nivel, es mejor que soliciten ayuda de un profesional”, insiste, porque es una situación que les sobrepasa. “Algunos me dicen ‘pues le apago el router’ pero vas a tener una explosión de violencia increíble en el chaval y encima aún le queda el móvil”.
  • Se trata de pactar y de ver por qué nuestro hijo está haciendo eso, qué carencia está llenando. “Cuando un adulto viene, es consciente de que tiene una adicción; pero los menores vienen porque los traen de la oreja. Es el chantaje de los padres: o vas o te quito el móvil. En esos casos es imposible avanzar a no ser que le ofrezcas algo que le interese más que su adicción, y ahí volvemos a mencionar el pacto. Tengo que intentar averiguar qué le motiva y ayudarle a ir por ese camino”.
  • Y, sobre todo, es esencial no recriminar, porque solo hará que se encierre más en sí mismo. “Pedimos que los padres tengan el equilibrio suficiente no solo para señalar fallos sino para aplaudir sus cambios”.

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Un monstruoso juego familiar para no pelear

Por Claudia Rodríguez Pacho (Docente y facilitadora del programa de alfabetización emocional «En Sus Zapatos»).

En una situación como la que estamos viviendo actualmente es fácil que surjan conflictos en casa y siempre deben ser abordados de manera respetuosa y amable por todos los miembros de la familia, especialmente en un momento tan crítico como este. Las emociones juegan un papel básico en las situaciones de aislamiento por ello será importante buscar la calma a la hora de resolver los conflictos. De esta manera evitaremos ser “secuestrados” por el miedo, la rabia o la tristeza. Aun así, en el caso de que eso ocurra, debemos perdonarnos. Para lograr todo eso, tenemos que empezar por identificar la emoción que nos está dominando.

Mediante el dibujo, los niños se expresan de manera más fluida, por eso, vamos a utilizar esa técnica en este juego.

Os propongo un juego muy sencillo para ayudarnos a empatizar en el seno de la familia. Es fácil, solo necesitamos un folio por persona, lápices de colores y mucha imaginación.

JUEGO “ADIVINA MI MONSTRUO”

1.Cada miembro de la familia en un folio se tiene que dibujar a sí mismo y detrás de él, debe dibujar a su propio monstruo. Pero, ¿quién es su monstruo? Este cartel que representa el dolor emocional, puede servirte de referencia, si quieres. Descargar el poster pinchando aquí.

El monstruo va a representar la emoción que a cada uno le haya “secuestrado” en algún momento durante este tiempo de aislamiento. Aquella emoción que no hemos podido controlar y que nos ha hecho explotar o nos ha llevado a actuar de una forma de la que ahora nos arrepentimos.

Pero ese monstruo no puede ser un monstruo normal, tiene que “llevar puesto” características de la emoción o emociones que representa. Es decir, tenemos que dibujarlo pensando en lo que nos provoca y, pensando en eso, nos saldrán líneas rectas, o curvas, o líneas irregulares, o lo pintaremos en color rojo, o color negro, o dibujaremos lágrimas, o su cara estará tensa, o su cuerpo decaído… Dibujaremos todas aquellas características que nos produzca la emoción en el personaje del monstruo. Se puede ser tan creativo como se quiera, decorando su ropa, poniendo la forma del cuerpo que nos parezca que le identifica, se pueden usar texturas o distintos materiales… Todo destinado a que posteriormente nuestra familia pueda adivinar la emoción de la que se trata.

2. Cuando todos los miembros de la familia tengan su dibujo preparado, nos sentamos en un círculo y de uno en uno vamos intentando ver qué emoción ha “secuestrado” a cada miembro de la familia a través de lo representado en el monstruo. Por ejemplo, podemos analizar un dibujo y ver que la persona que lo ha hecho ha utilizado mucho el color rojo, que hay líneas muy rectas… ¿habrá dibujado el monstruo de la rabia?

3.Cuando tengamos identificada la emoción de una persona, le pedimos que comparta en el círculo en qué emoción pensaba cuando lo dibujaba, en qué momento el monstruo le secuestró, qué hicieron los demás miembros de la familia cuando pasó eso, qué hizo la persona “secuestrada”, qué hicieron los demás para ayudarle, qué podía haber hecho la persona para controlar a su monstruo o qué hará la próxima vez para ganarle la batalla…

4.Una vez que hayamos pasado por todos los miembros de la familia y cada uno haya identificado a su monstruo y “confesado” su “secuestro”, podemos firmar cada uno detrás de nuestro dibujo y una persona se encargará de guardarlos todos juntos en un cajón. Podemos agradecer a nuestros monstruos lo que nos han enseñado y decirles que por el momento no les necesitamos y por eso les vamos a dejar encerrados en el cajón, para que no nos molesten.

5.Sin embargo, es inevitable que en determinadas situaciones el monstruo nos vuelva a “secuestrar”, por eso hay que estar preparado para cuando vuelva a ocurrir y reconocerle para ganarle la batalla. Para salir victoriosos, y no hacernos daño ni a nosotros ni a los demás, lo primero que tenemos que hacer en cuanto nos damos cuenta de que estamos “secuestrados”, es calmarnos. Para eso usaremos la respiración, vamos a respirar como un árbol. Así que, ¡manos a la obra! (Descargar el poster de “El Árbol” pinchando aquí)

6.Para terminar el juego, nos damos un fuerte abrazo entre todos cuando acabamos. La próxima vez que nos “secuestre” el monstruo, nosotros y nuestra familia sabremos identificarlo y respirando llegaremos a la calma para ¡ganarle la batalla!

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Desde la Asociación Teatro de Conciencia, y desde el programa En Sus Zapatos, queremos seguir facilitando la alfabetización emocional de adultos y niños, en este caso sin teatro–como lo hacemos habitualmente, pero sí con otros recursos. Puedes sugerirnos temas escribiendo a: info@teatrodeconciencia.org

Ofrecemos también un Servicio de atención telefónica gratuito: TELECONVIVENCIA (teleconvivencia@teatrodeconciencia.org) para ayudarte a abordar de otra manera la comunicación con tus hijos en relación a su disciplina con las tareas escolares, a sus relaciones conflictivas entre hermanos, a su frustración o miedo por el momento en que vivimos… Envíanos un breve mail explicándonos el motivo y te concretaremos un encuentro telefónico con una de nuestras facilitadoras de “En Sus Zapatos”.

Discalculia, la dislexia de los números

Este trastorno de aprendizaje matemático es habitual pero desconocido. Detectarlo a tiempo es clave para prevenir futuras consecuencias negativas, tanto académicas (recurrentes suspensos en Matemáticas, abandono escolar) como psicológicas (pérdida de autoestima, ansiedad, etc.).

 

Por Eva R. Soler

Dificultades para leer la hora del reloj, aprender las tablas de multiplicar, memorizar números de teléfono o calcular la vuelta de una compra pueden ser indicativos de que un niño tiene discalculia. Este trastorno específico del aprendizaje suele traducirse en suspensos en la asignatura de Matemáticas. Sin embargo, no siempre afecta a las otras materias. Lo padece entre un 5% y un 7% de la población, es decir, alrededor de tres millones de personas en nuestro país. En una clase de 25 alumnos, es probable que al menos uno lo tenga.

Los síntomas se manifiestan de manera diferente en función de las edades, explican Daniel González de Vega, cofundador de Smartick y Javier García-Orza, profesor de la Universidad de Málaga: “En Infantil suelen tener problemas para aprender a contar, dificultades para entender términos como “más grande” y “más pequeño”, no pueden entender la relación entre número y cantidad (por ejemplo, no entienden que 4 se puede aplicar a cuatro amigos, cuatro pasteles o cuatro coches).

En Primaria, las dificultades pueden traducirse en suspenso en la asignatura de Matemáticas. En el resto de materias, las consecuencias son menores o imperceptibles. Sí les cuesta entender conceptos como “mayor que” o “menor que”; suelen confundir los símbolos aritméticos, les cuesta aprender y recordar hechos numéricos, tienen dificultad para entender el valor de la posición de los números o siguen usando, más allá de los 8 años, los dedos para contar en lugar de cálculo mental”.

Pero, ¡ojo!: tener dificultades con las Matemáticas no siempre implica tener discalculia. Hay otras causas como, por ejemplo, un bajo nivel intelectual, métodos educativos inadecuados o una reducida exposición a experiencias numéricas.

La edad ideal para detectar este problema está entre los 6 y los 8 años, aunque los primeros síntomas pueden aparecer en edad preescolar. “Un niño al que no se le detecta pronto es muy probable que sea etiquetado como torpe y vago. Esto tiene dos claras consecuencias: desarrollará una animadversión hacia las Matemáticas que va a agravar el problema; mientras que, psicológicamente, pierde autoestima, se siente incapaz, desarrolla ansiedad y esto puede repercutir enel resto de materias. Para estos niños, el diagnóstico representa no sólo una explicación, sino una liberación y permite rebajar esos elevados niveles de ansiedad y llegar a provocar el abandono escolar”, explican los expertos.

Una vez detectado el problema, hay que poner en marcha programas de intervención. “Se recomienda una enseñanza muy pautada, con secuencias de aprendizaje muy estructuradas y uso de objetos manipulativos (como regletas, cubos) que van a favorecer la comprensión profunda de los conceptos. Esto es esencial antes de progresar hacia conceptos más abstractos. Es muy importante que estos niños avancen al ritmo que les marca su propia capacidad, sin dejar lagunas en conceptos básicos que son fundamentales a la hora de construir conceptos más abstractos que se apoyan en los anteriores”, aconsejan González de Vega y García Orza.

Indicadores de discalculia en la Escuela Infantil

  • Problemas para aprender a contar.
  • No pueden entender la relación entre número y cantidad.
  • Les cuesta identificar y usar símbolos aritméticos.
  • Dificultad para aprender y recordar hechos numéricos.
  • Dificultad para entender palabras relacionadas con las matemáticas como “mayor que” y “menor que”.
  • Problemas con las representaciones visuales-espaciales de los números como las líneas numéricas.
  • No entienden el valor dela posición de los números.
  • Problemas para escribir los números o para ponerlos en la columna correcta en cálculos escritos.

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Un test online y gratuito que detecta la discalculia

Si los padres o tutores aprecian dificultades de aprendizaje de matemáticas pueden realizar un test a su hijo o alumno para conocer el riesgo de tener discalculia. Se dirige a niños de Primero a Cuarto de Primaria y lo ha desarrollado Smartick en colaboración con la Universidad de Málaga y la Universidad de Valladolid.

La prueba es gratuita y dura unos 15 minutos. Plantea ejercicios relacionados con las tres áreas fundamentales del aprendizaje matemático( comparación y reconocimiento de cantidad; números arábigos y numeración; aritmética). “Si se identifica que el niño tiene discalculia debe acudirse a un especialista en trastornos del aprendizaje que confirme el diagnóstico y descarte que no hay otro trastorno o condición que puedan explicar su bajo rendimiento en el test. El especialista deberá realizar una intervención específica e integral sobre las habilidades matemáticas básicas que fomente la comprensión de las relaciones numéricas y los procedimientos aritméticos sobre la memorización. Será necesaria la implicación de la familia y la realización de adaptaciones en el colegio”, explican Daniel González de Vega, cofundador de Smartick y Javier García-Orza, profesor de la Universidad de Málaga.

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Silvia Alcarria: “Decir las calificaciones en alto crea víctimas del sistema educativo”

Entrevistamos a Silvia Alcarria, profesora de educación primaria y reeducadora pedagógica en ISEP Clínic Barcelona.

 

Por Olga Fernández

¿Tradicionalmente el profesor tenía la costumbre de leer en alto las notas de los alumnos. ¿Esto es recomendable hoy día?

Rotundamente no. Verbalizar las calificaciones es una de las prácticas que forma parte de la herencia educativa de antaño y que sustenta medidas objetivas para seres humanos cualitativos. Si bien es cierto, en muchos de los centros es todavía una de las herramientas utilizadas por el docente, sobre todo en Secundaria. En mi opinión, este ejercicio da como resultado un cóctel molotov cuyos ingredientes principales son: la exclusión, la rivalidad, la frustración y la desmotivación. En conjunto, lo que consigue son víctimas del sistema educativo, principalmente aquellos que están por debajo de la media establecida. Además de voluntad de competir respecto a sus compañeros, creación de categorías y estigmas y experimentación de sentimientos como el miedo y la angustia.

Hay alumnos que sufren acoso y, si sacan malas notas, ven cómo se recrudece el problema cuando el profesor las anuncia en alto. ¿Existe una relación constatada entre el acoso y esta costumbre?

En la actualidad existen muchas escuelas que siguen priorizando el resultado numérico final al proceso de aprendizaje. Ese es el principal lastre con el que conviven los alumnos, de poco sirve cómo hayan desarrollado sus habilidades y competencias puesto que la hoja de ruta de su enriquecimiento académico va a ser el resultado de un examen o, posteriormente el boletín de notas. Por esa razón, los alumnos sienten que existe una clasificación del alumnado según los resultados académicos con la confección de etiquetas por cada posición en el ranking. Esta competición crea una pirámide en el grupo en la que los estudiantes situados en la base son objeto de burlas y mofas (atenuadas en la valoración oral del profesorado) o propicia que se les infravalore por no lograr alcanzar la cúspide. El acoso puede desencadenarse fruto de esta clasificación. LaAgencia Española de Protección de Datos, en un informe dedicado a la privacidad en los centros, recomienda indicar a los alumnos su situación respecto el grupo y no el resultado obtenido. Al tratarse de información confidencial, los demás alumnos no interesados y no legitimados, no tienen por qué tener acceso a esa información.

Algunos profesores opinan que decir las notas en alto estimula a los alumnos que peor van, ¿qué hay de cierto?

Verbalizar las puntuaciones no es un ejercicio de estimulación en ningún caso. En la neuroeducación podemos encontrar los verdaderos estímulos motivacionales que nuestro cerebro necesita para fijar conexiones neuronales significativas. Es indudable que el aprendizaje va de la mano de la emoción. Enfrentarse al dictamen de las notas suscita en el alumnado varias emociones pero ninguna de ellas alimenta la estimulación o la fijación.

¿Cuál sería el procedimiento más adecuado?

Uno de los procedimientos más adecuados es la reflexión sobre los contenidos, dedicar una sesión después del examen para indagar sobre el proceso de aprendizaje y poder comprenderlo en profundidad. En esa misma sesión el docente puede compartir la calificación y las impresiones sobre la prueba de manera individualizada. Las tutorías personalizadas on una muy buena oportunidad para destinar espacios de comunicación fluida y sin condicionantes. Utilizar las herramientas tecnológicas también es una buena elección. Una de las más conocidas es ClassDojo, que promueve una comunidad educativa basada en la cultura positiva, dándole voz al alumnado y haciendo partícipes a las familias. Existe también la posibilidad que cada alumno escoja un muñeco con su nombre y reciba a través de él feedbacks, recompensas y estímulos. Es una buena herramienta porque promueve un aprendizaje globalizado e interactivo. Como profesionales debemos llevar por bandera la diversidad y eso implica la aceptación de diferentes ritmos de aprendizaje ajenos a resultados numéricos. Es fundamental que todo docente se cuestione los instrumentos de evaluación óptimos, priorizando siempre los cualitativos por encima de los cuantitativos.