Webinar: El deporte como transmisor de valores en los hijos

El pasado 8 de noviembre Alejandro Fernándezcoach de jóvenes en el programa Jove Oportunitat, donde ayuda a jóvenes en riesgo de exclusión social, habló desde Padres y colegios acerca de cómo la práctica del deporte desde una edad temprana no sólo es importante para la salud física, también para la emocional y para las relaciones familiares. Y es que, la práctica deportiva ayuda a niños y niñas a desarrollar las habilidades psicomotrices, sociales, culturales, además de adquirir valores muy importantes para la vida. Cuando el deporte de realiza junto a la familia también se puede reforzar el vínculo paterno-filial.

El webinar, gratuito y dividido en una parte teórica y otra de dudas de las familias, fue moderado por la psicóloga Paloma Maldonado, coach Educativa de Siena Educación dentro del programa Jove Oportunitat del IVAJ.

Si te lo perdiste o quieres volver a verlo, puedes acceder al webinar completo aquí:

 

 

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¿Enseñanza on line o presencial?

La pandemia ha traído un nuevo modelo de enseñanza: el colegio on line. Este sistema favorece a algunos niños pero perjudica a otros. ¿Por qué?

Por Olga Fernández

Carmen no quiere ir al cole. Ha descubierto que le gusta más la escuela on line. “Durante el confinamiento mejoró mucho en las notas. En su colegio tienen el proyecto iPad, no trabajan con libros en papel, todo es digital. Por eso se adaptaron rápido a las clases on line”, explica su madre. En el polo opuesto se encuentra su amiga Ángela: prefiere las clases presenciales porque le gusta participar, preguntar y hablar con los compañeros. “Sus notas bajaron durante el confinamiento porque perdía mucho la atención en las clases on line, se cansaba, y fallaba en los exámenes tipo test que les hacían a contrarreloj”, comenta la madre. ¿Por qué esta disparidad? “Hemos visto que hay niños que han experimentado una mejora en su rendimiento escolar con la enseñanza on line mientras a otros les ocurría lo contrario. Se ha debido básicamente a la falta de herramientas ante una situación de este tipo, junto con las fuentes de motivación intrínseca existentes en cada uno de ellos. En conjunto, ha podido deberse a los numerosos cambios que han sufrido en lo que entendían como su realidad instaurada: limitación de movilidad, suspensión radical de la asistencia presencial a la escuela, modificación de horarios y hábitos establecidos, gestión de emociones y situaciones…”, argumenta Silvia Alcarria, maestra de Educación Primaria y reeducadora pedagógica.

Los casos de Carmen y Ángela pertenecen a la misma clase de segundo curso de Secundaria. Son dos ejemplos antagónicos de las consecuencias del teleaprendizaje, un nuevo método de enseñanza que ha sacado a la luz importantes cuestiones. Por ejemplo, el estudio Seis semanas de confinamiento: Efectos psicológicos en una muestra de niños de Infantil y Primaria, realizado por las psicólogas especializadas en desarrollo infantil Marta Giménez-Dasí, de la Universidad Complutense, y Laura Quintanilla, de la UNED, ha desvelado que el estrés se redujo durante el confinamiento en los niños de 8 a 10 años y que solo un 9% echa de menos el colegio. Otra ventaja de la enseñanza on line reside en que los niños víctimas de acoso dejan de sufrirlo. “Los que se enfrentaban en su vida cotidiana a actos propios de acoso han vivido un respiro puesto que no han tenido que convivir con los acosadores. En consecuencia, puede haberse dado una mejora de su implicación escolar con las sesiones telemáticas. Pero desde mi punto de vista, no es una solución para los niños que sufren acoso escolar puesto que la educación es un derecho fundamental de la infancia y debe presentar las mismas oportunidades para todos”, puntualiza Silvia Alcarria. La pedagoga también advierte de que durante el confinamiento se ha detectado un aumento del ciberacoso, “es decir, el acosador seguirá ejerciendo conductas abusivas siempre y cuando no haya un trabajo de concienciación e intervención con todo el alumnado, no sólo con los perfiles existentes: víctimas y agresores”.

Alumno que mejora

El perfil de los niños que han mejorado su rendimiento académico en las clases on line responde a unas características muy concretas: el estilo de aprendizaje y los rasgos de su personalidad. “Los alumnos con una buena competencia digital y tecnológica, quienes disponen previamente de las habilidades informáticas necesarias para acceder al contenido escolar, han logrado alcanzar resultados favorables puesto que el dominio de las herramientas les ha supuesto una fuente de motivación frente a los aprendizajes. También los estudiantes cuya vía de aprendizaje dominante es la visual y auditiva, dado que la metodología más utilizada ha sido en forma de vídeos, videoconferencias, fotografías… Por otro lado, cabe destacar la importancia de las características individuales de dichos niños y niñas. Más allá de la manera de aprender, hay alumnos que han visto reforzado su rendimiento académico fruto de sus habilidades inter e intrapersonales, por ejemplo quienes poseen buena competencia social y autogestión emocional”, explica Silvia Alcarria. La pedagoga también añade otra característica: cuando el gusto o interés por permanecer en casa es superior al de estar en la escuela. Y en el caso de los adolescentes, el hecho de disfrutar de flexibilidad horaria: “Durante el confinamiento muchos adolescentes se han decantado por las clases online respecto a las presenciales porque se han dado cuenta que es una metodología con mayor flexibilidad horaria y con un menor desgaste energético”.

La brecha educativa también ha aumentado con la entrada en escena del teleaprendizaje. No todos los alumnos tienen los mismos recursos tecnológicos y esto incrementa las diferencias sociales. La ONG Save the Children ha asegurado que la pandemia y el confinamiento podrían provocar diversas consecuencias emocionales, sobre todo en los niños con menos recursos. “Un alto porcentaje de estudiantes no ha podido acceder a contenidos ni ha desarrollado las competencias previstas. Además, ir a la escuela no se reduce única y exclusivamente al acto de aprender, sino que también brinda la oportunidad de cubrir servicios básicos para el alumno: becas de comedor, apoyo emocional para alumnos con NEE, atención individualizada, etc.”, concluye Silvia Alcarria.

Cómo aumentar el rendimiento en el «telecole»

  • En el caso de los niños que han bajado el rendimiento, la pedagoga Silvia Alcarria recomienda una serie de rutinas que ayudan a mantener la concentración y mejorar el trabajo.
  • Respetar los hábitos de realización de las tareas académicas y domésticas.
  • Elaborar un horario base flexible y modificable que sirva de soporte para la distribución del tiempo los siete días de la semana.
  • Configurar un protocolo de actuación para las tareas académicas. Instaurar franjas de 45 minutos como máximo y priorizar descansos de 15 minutos, jugar con el tiempo según la edad cronológica del niño/a.
  • Crear un espacio de estudio con las condiciones óptimas y con el menor número de distractores posibles: distribución del espacio, condiciones acústicas y lumínicas…
  • Confeccionar un listado de normas consensuadas por los miembros de la familia que atiendan al nuevo funcionamiento en el hogar.
  • Establecer un límite temporal para el uso de dispositivos electrónicos: tablet, móvil, ordenador, consolas…
  • Ayudar a mantenerle motivado/a haciendo uso de un lenguaje positivo y asertivo.
  • Propiciar la realización de tareas que combinen distintas disciplinas: físicas, culinarias, científicas, artísticas y musicales, entre otras.
  • Fomentar el placer por la lectura y por dinámicas de relajación, ‘mindfulness’ y de meditación guiada.

José Antonio Luengo: “El acoso escolar físico desaparece con las clases on line, pero el ciberacoso se mantiene”

Entrevista a José Antonio Luengo, psicólogo de la Unidad de Convivencia y Contra el Acoso de la Comunidad de Madrid.

Por Olga Fernández

¿Ha bajado el acoso escolar con el colegio on line?

Lo que hemos podido constatar es que el acoso escolar físico desaparece con las clases on line, pero el ciberacoso se mantiene a través de Internet o redes sociales. Esto indica que la tendencia de los acosadores a hacer sufrir a otros compañeros, a pesar de no verles físicamente en el aula, se ha mantenido.

Entonces, ¿este tipo de enseñanza no sería una opción para los niños que son víctimas de acoso escolar?

No. La responsabilidad del sistema educativo, del profesorado y de las familias, es guiar la educación y el desarrollo de los chicos y chicas en un entorno seguro. La opción del tele aprendizaje priva a los alumnos de una necesaria e imprescindible experiencia de trato y relación con los demás. La escuela debe seguir invirtiendo para que los entornos escolares sean cada vez más seguros y estables. Un estudio de la Universidad Complutense ha visto que el estrés ocasionado por las clases presenciales en los niños ha descendido con el colegio on line.

¿No es esto una llamada de atención?

Sí, esto debe llamar la atención al sistema educativo. Pero desde mi punto de vista, no para facilitarles una salida muy ligada a la consideración de fracaso: como no consigue encontrar su hueco en el centro escolar, se refugia en casa. Hay que trabajar para afrontar el problema. Al individuo hay que pedirle un elemento de autosuperación, pero el elemento de superación mayor hay que exigírselo al sistema. Es decir, los profesores deben cuidar especialmente cómo se va a tratar y a acoger a estos niños cuando vuelvan a las clases presenciales.

Al volver a las clases presenciales, ¿el profesor debería estar más atento con los niños que han mejorado con el colegio on line porque se sintieron más cómodos y seguros en casa?

Sin lugar a dudas. Estos niños deben hacer un esfuerzo y entender que las clases on line son una situación excepcional y que deben volver a relacionarse con sus compañeros. Pero el profesorado también ha de desarrollar las herramientas de prevención del maltrato entre iguales, detectarlo y tratarlo inmediatamente.

Grooming: Dejarlos solos en internet es abandonarlos

La culpa, el miedo y la vergüenza de los niños son las armas de los ciberacosadores, un problema que crece con la hiperconexión de los menores.

Por Eva Carrasco

En los últimos cinco años el grooming, o lo que es lo mismo, el ciberacoso de adultos sobre menores con fines sexuales, ha aumentado exponencialmente. “Las redes sociales han ido evolucionando para ser utilizadas por los millenials, centennialls y generación X. De esta forma, Snapchat, Tiktok, Youtube, Twitch e Instagram se convierten en los sitios comunes donde los menores se pueden llegar a relacionar con desconocidos”, explica Laura Sali, CEO de White Rabbit y madre de dos niños. Pero no sólo las redes sociales, los juegos online son puerta de contacto con extraños.

Este problema se ha intensificado desde que comenzó la pandemia ya que, desde la opinión experta de la psicóloga escolar Mercè Rovira, “en este tiempo la conectividad ha llegado a tener el estatuto de normalizada a consecuencia de que los niños y adolescentes han tenido que usar Internet con una normalidad a la que ninguno de nosotros hemos estado preparados. No era pensable que la escuela se haría on line, utilizaría videoconferencias y redes sociales para compensar la falta de escuela presencial”.

Hablar el mismo idioma

Por ello, los padres deben conocer ese mundo on line de los niños para hablar el mismo idioma. Jugar y compartirlo con ellos para que cuando lleguen las dudas, tengan la confianza de hablarlo con sus padres y les puedan dar herramientas para reaccionar ante lo que se pueden encontrar. En el caso de los adolescentes es importante respetar su espacio privado, pero, la psicóloga recomienda hablar con ellos sobre los peligros de la red. “Los chicos, las chicas han de ver que entendemos que todos estamos expuestos a ser víctimas de ciberacoso y que ante ello lo primero es comunicarlo, hablarlo con un amigo, con un profesor. A veces los padres son los últimos en enterarse, pero lo importante es que alguien lo sepa para que corra la voz, generalmente el amigo no se lo puede callar y habla con sus padres y los de la víctima.” La culpa, el miedo y la vergüenza de los niños son las armas de los ciberacosadores, un problema que crece con la hiperconexión de los menores.

La mejor manera de concienciar y prevenir el ciberacoso en los niños es que los padres se pierdan por la red, curiosear, jugar on line con ellos, aconseja la psicóloga. “Eso nos permitirá conocer el medio y nos dará la complicidad para compartir con ellos nuestras experiencias. Pedirles ayuda. Los cambios generacionales son eso, llega un momento que los padres piden ayuda a los hijos. Cuántos mayores de 70 años han pedido ayuda para tener una cuenta de e-mail o un WhatsApp.

Las generaciones evolucionan y los padres quedamos desfasados a no ser que avancemos con ellos. Si no queremos entrar en internet, ellos no tendrán nuestra ayuda y estarán solos en ese mundo”, advierte.

En el aspecto más técnico Laura Sali nos, CEO de White Rabbit y madre, recuerda que “es importante concienciar a la sociedad y ayudar a viralizar medidas de prevención. Hay que explicarle a niños y padres que es necesario pensar antes de hacer clic, no confiar en desconocidos, no compartir vídeos o imágenes comprometidas, proteger la identidad digital, usar contraseñas complicadas y, sobre todo, denunciar el ciberacoso”.

Cómo detectar si un niño es víctima de ‘grooming’

  • Los cambios de comportamiento, de humor, pérdida de apetito, insomnio, irritabilidad en el entorno familiar, con los padres y hermanos, son señales que deben alertar. A nivel escolar también pueden darse muestras con un bajo rendimiento, o una apatía social. Una sensibilidad incomprensible. “No es que estas manifestaciones sean la muestra, la sintomatología del ‘grooming’, sino que es la manera que tenemos de expresar que algo no anda bien en nosotros. Y es a partir de ahí que hemos de estar atentos como buenos exploradores, recoger datos para poder valorar, hablar con ellos, con sus amigos, sus profesores’, aclara Mercè Rovira.
  • Sentimientos de miedo y de vergüenza impiden al niño hablar de lo que le ocurre. El acosador tiene como objetivo aislar a la víctima a través del miedo y muchas veces lo consigue. “La vergüenza es trabajo de los padres –asegura Rovira–. Los niños sienten vergüenza cuando creen que ellos son los culpables de lo que les está sucediendo, porque no han hecho caso a sus padres, porque creían que a ellos no les pasaría…”. Por esta razón, es muy importante que en la familia se hable del error y cómo nos enseña a aprender.

Derechos de los padres: Mi hijo tiene que hacer cuarentena

La nueva normalidad plantea dudas legales a las familias, especialmente en el caso de cuarentena o confinamiento de los niños.

Por Eva Carrasco

¿Si mi hijo está en cuarentena, qué hago con el trabajo? ¿Me puedo negar a llevar al niño al cole? ¿Puede el colegio comunicar quién está contagiado? Son muchas las cuestiones legales que se presentan a los padres respecto al impacto del coronavirus en escolarización de sus hijos.

En caso de que los niños no estén infectados, pero estén obligados a cumplir cuarentena, las familias pueden acogerse al programa Me Cuida, según nos confirma Jesús Pascual, director del Departamento de Derecho del Trabajo en el despacho de abogados dPG. Este programa permite a los trabajadores flexibilizar su jornada laboral, incluso al 100%, para adaptarse a las necesidades de atención de los menores. “Se abre así la opción de modificar horarios, siempre que esto cuadre con el tipo de trabajo, o no ir a trabajar en esa situación, sin que ello pueda ser causa de sanción o de despido”, explica el letrado.

Una segunda opción, quizás más recomendable y realista, sería plantear en el centro de trabajo pasar a la modalidad de teletrabajo. Esta opción, requiere, en primer lugar, que realmente sea posible desarrollar la actividad laboral desde casa y, en segundo lugar, que la empresa lo vea con buenos ojos y acceda a la petición.

Sin embargo, la situación cambia si finalmente el resultado de las pruebas del menor es positivo. Pascual aclara que “en este caso se puede contemplar una baja médica, concedida por el Servicio Público de Salud, que conllevará una prestación por Incapacidad Temporal. Cuando la baja está motivada por aislamiento por Covid, se calificará como enfermedad común: el empleado percibe el 60% de la base reguladora desde el 4º día de la baja hasta el 20º inclusive y el 75% desde el día 21 en adelante, y la empresa debe hacerse cargo del abono de parte de la prestación ya que en este caso sería necesario un aislamiento profiláctico por contacto directo con un positivo.”

Absentismo Escolar

¿Pero qué ocurre si se decide no llevar al niño al colegio por miedo al coronavirus? Las familias absentistas sí que pueden tener consecuencias legales si sus hijos se encuentran entre los 6 y los 16 años, ya que en este caso sí existe obligatoriedad. En este sentido el abogado es claro: “Sí que podrían tener problemas legales al activarse el protocolo de absentismo escolar, que podría provocar la incoación de un procedimiento administrativo y, en los casos muy graves, podrían llevarlos a verse condenados a penas de prisión que pueden ir hasta los seis meses de prisión o multa por dejar de cumplir los deberes legales de asistencia inherentes a la patria potestad”.

Bien es verdad que, por otra parte, los formularios de exención de responsabilidad que se han hecho firmar a los padres en algunas comunidades para eximir a los centros de toda responsabilidad, según Pascual, no tienen validez si se demuestra que el colegio no cumplió con la normativa. “Si se prueba que un colegio está incumpliendo claramente los protocolos marcados y no está adoptando las precauciones establecidas es difícil que pueda eximirse de responsabilidad. De hecho, los padres de un niño contagiado podrían plantearse reclamar al centro, emprendiendo acciones civiles e, incluso, penales, si hubo una absoluta negligencia”.

Derecho a la educación

Sin embargo, realmente es una obligación equilibrar el derecho que todo niño posee a la educación y el derecho a la salud. La primera medida que tomaron los centros para garantizar una educación segura ha sido la de organizar a los alumnos por grupos “burbuja” o “grupos de convivencia estable”. Si un niño da positivo habría que confinar a este “grupo burbuja” y a los contactos estrechos. Esto no debería aislar a los niños ni impedir que reciban las clases: si no es posible por las cuarentenas acudir a una clase presencial, el colegio debería ofrecer un mínimo de horas diarias de clase por videollamada.

Conciliación: ¡medidas urgentes ya!

El cuidado de los menores, si no pueden acudir a clase, recae sobre las familias. El Club de Malas Madres reclama al Gobierno cuatro medidas correctoras urgentes y temporales para solucionar los problemas de conciliación.

 

Por Eva R. Soler

Si durante el confinamiento, la falta de los tradicionales pilares del cuidado de nuestros menores (abuelos y colegios) obligó a que muchas mujeres renunciaran a su trabajo de diferentes maneras (excedencias, reducción de jornada, permisos no retribuidos e, incluso, abandono del puesto de trabajo); desde septiembre, con la reapertura de los colegios y las posibilidades de que la clase de nuestros hijos se tenga que someter a una cuarentena por un caso positivo de coronavirus, el cuidado de los menores, si éstos no pueden acudir a clase recae, principalmente, sobre las familias. “La crisis sanitaria del Covid- 19 ha destapado la falta de estructuras necesarias por parte del Estado y las empresas para que las familias puedan conciliar. Se ha dado por supuesto que somos las madres, las familias, las que vamos a cuidar, somos el principal sostén de esta crisis, pero parece que nadie nos va a acompañar, nos han dejado solas y ni siquiera nos han dado las gracias”, denuncia la socióloga Maite Egoscozabal, responsable de la Asociación “Yo no renuncio” del Club de Malas Madres.

¿Con quién los dejo?

Durante estos últimos meses, a la asociación han llegado testimonios que reflejan lo dramático de esta situación: hay muchas mujeres que han tenido que abandonar su puesto de trabajo para poder cuidar a sus hijos. En otros casos, las familias han tenido que recurrir a los abuelos, sabiendo que son grupo de riesgo, porque no les quedaba otra opción. Otras mujeres les han contado que han tenido que dejar a sus hijos solos en casa cuidando de su hermano menor. Hay familias monomarentales que no tienen red de apoyo familiar y tienen que escoger ir al trabajo para ganar dinero o quedarse en casa sin cobrar… “Es una situación lamentable”, clama Egoscozabal, “y en este sentido, creemos que es fundamental contar con medidas correctoras temporales en este contexto tan extraño que nos ha tocado vivir”.

Hace cinco años y para dar voz a las mujeres y familias que tienen dificultades para conciliar ámbito laboral y privado nació el Club de Malas Madres y, un año después, la asociación “Yo no renuncio”. “La fundadora del club, Laura Baena, comenzó exponiendo en redes por qué se sentía mala madre, porque le parecía imposible cumplir esos cánones de perfección que te exige la sociedad después de la maternidad”, explica Maite Egoscozábal. Baena tuvo que renunciar a su carrera como creativa publicitaria cuando nació su primer hijo, se dio cuenta de que la carrera profesional y el cuidado de los hijos eran incompatibles. Al exponer este problema en redes conectó con otras mujeres en la misma situación y así nació el club que, a día de hoy ,suma más de 800.000 socias.

Los estudios que realizan con periodicidad suponen una radiografía de los problemas de conciliación que existen en España: “El primer estudio que realizamos en 2015 reflejó que 8 de cada 10 mujeres en nuestro país renuncian a su trabajo al convertirse en madres”. El último informe, presentado en octubre de 2020, destaca lo opuesto: hay un 68% de mujeres que renuncian a tener hijos o retrasan la edad de maternidad por falta de medidas de conciliación. “Es un problema que muchas mujeres conciben como algo personal. Sin embargo no hay que confundir la renuncia con la elección y hay que darse cuenta de que es un problema social, no individual, que afecta a la tasa de fecundidad, supone una grave dificultad para el reemplazo generacional y una pirámide poblacional invertida”, sostiene rotunda.

Otros datos

Según un informe de CCOO, en España el paro femenino continúa aumentando (2,2 millones de desempleadas frente a 1,6 millones de hombres) y las mujeres están más afectadas por la alta tensión en el trabajo y los cuidados que están empeorando la salud del 41% de ellas. Y en EEUU, el informe Mujeres en el lugar de trabajo 2020, elaborado McKinsey mediante 40.000 encuestas en 317 compañías, indica que una de cada cuatro mujeres se plantea abandonar su carrera por los efectos del coronavirus.

Cuatro medidas correctoras urgentes

Durante este año, hemos trabajado intensivamente para reivindicar y reclamar medidas y dar visibilidad a una realidad que queda oculta, porque se ha dado por supuesto que somos las familias las que vamos a cuidar y volvemos a convertirnos en el principal sostén en tiempos de crisis. En este contexto (especial y esperamos que temporal) reivindicamos cuatro medidas correctoras urgentes”, explica la responsable de la Asociación “Yo no renuncio”, Maite Egoscozábal:

1. Teletrabajo por imperativo legal. Las malas madres comenzaron a reclamar ésta y otras tres medidas para facilitar la conciliación en mayo de 2020 con la publicación de un manifiesto y una campaña de recogida de firmas vía change.org. La aprobación en septiembre de la Ley del Teletrabajo recoge en parte esta medida pero, a juicio de Maite Egoscozábal, se queda corta. “Es positivo reconocer los derechos de los teletrabajadores, que la empresa asuma los costes derivados de esta modalidad y que se contemple el derecho a la desconexión, pero no estamos de acuerdo en el carácter voluntario por ambas partes (empresa y trabajador) que recoge la ley. Si un trabajador expone la necesidad de teletrabajar para cuidar de su hijo o hija, la empresa debería estar obligada a aceptarlo”.

2. La regulación inmediata de bajas laborales de forma centralizada para no crear desigualdades cuando tu hijo o tu hija resulta caso sospechoso y se tiene que quedar en cuarentena en casa. “Somos conscientes de que los protocolos sanitarios son importantes y los reivindicamos en la vuelta al cole”, afirma Maite: “Si tu hija/o está en contacto con un positivo tiene que permanecer 15 días en casa y lo vemos bien. Lo que no vemos bien es que ese protocolo no vaya acompañado de medidas de protección. Con todos los casos de positivos que se están dando, recibimos miles de llamadas preguntando: ¿Qué puedo hacer con los niños? En esos mismos protocolos se incluyen las advertencias de que los abuelos no deberían acompañar a los nietos al colegio o cuidar de ellos o la obligación de no llevar a tu hijo con fiebre al colegio. En este último caso ponemos el foco en culpabilizar a la familia si lleva a su hijo enfermo al colegio. Pero deberíamos preguntarnos: ¿por qué está ocurriendo esto? Porque en muchos casos, esa madre o ese padre no puede faltar al trabajo, no puede contar con abuelos… Cambiemos el foco: ¿Por qué se llega a esto? Porque faltan medidas y una estructura de apoyo por parte del Estado y por parte de las empresas”.

3. Facilitar la adaptación de jornada y la reducción de la misma sin pérdida salarial (siendo el Estado quien paga la diferencia, con similitud a la articulación de los ERTE). Cuando el teletrabajo no sea posible, el trabajador o trabajadora tendrá opción a adaptar su jornada laboral lo máximo posible. Este derecho debe ser de obligado cumplimiento para la empresa sin necesidad de acudir a la vía judicial para hacerlo valer. El mero hecho de tener menores a cargo o personas dependientes ha de suponer una presunción de la necesidad de conciliar vida laboral y familiar y no anteponer los criterios empresariales a las necesidades vitales de niños, niñas y dependientes. En este sentido, El Plan Me Cuida, puesto en marcha por el Gobierno, permite flexibilizar la jornada laboral en un 100% pero con un coste sobre el salario del empleado que lo solicite.

4. Ayuda económica para la contratación de personal para aquellas familias en las que los progenitores o tutores legales están trabajando fuera del hogar o para la madre o el padre que cuida a un menor con necesidades especiales de cuidados. “Es un problema estructural que requiere la coordinación de varios ministerios como el de Trabajo, el de Seguridad Social, el de Hacienda y, sobre todo, el de Igualdad”, apunta la socióloga experta en conciliación, Maite Egoscozábal. En el mes de septiembre fueron recibidas por el ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá y está prevista una reunión con la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. “Las medidas necesitan aprobarse de forma urgente”, expone Egoscozábal.

Tania García: “Si ellos se enfadan, nosotros no”

Por Eva R. Soler

Porque no se quieren ir del parque, porque quieren comprarse un juguete, porque no quieren ir al colegio, porque quieren ir a casa de su primo o porque quieren comer más chocolate…hay mil y un motivos por los que un niño puede enfadarse. “Sea por la razón que sea, el adulto no tiene que contagiarse de la misma emoción, sino expresar todo lo contrario: calma, cariño, comprensión… lo que todos necesitamos cuando nos enfadamos”, afirma Tania García, autora del libro ¿Qué necesito cuando me enfado? (Ed. Penguim Random House), y de Educar sin perder los nervios (de la misma editorial).

Para saber qué necesita un niño cuando se enfada, explica García, sólo hay que pararse a pensar qué es lo que necesitamos nosotros, los adultos, en la misma situación. Comprensión, tranquilidad, abrazos, que nos escuchen, que nos quieran, que nos entiendan… Sin embargo, añade, cuando los niños se enfadan, nosotros lo que solemos hacer es enfadarnos más, cuando esto no tiene ningún sentido: “Si nuestros hijos se enfadan, lo van a hacer por unos intereses diferentes a los nuestros, porque están en una etapa vital muy distinta y en un momento de desarrollo donde en su cerebro sólo cabe la emoción”.

¿Por qué los adultos solemos temer al enfado de los niños?

Porque, en realidad, no sabemos cómo funciona el enfado, las emociones o el cerebro y pensamos que los enfados de las niñas y de los niños es algo que tenemos que reprimir y que evitar. Creemos que los niños están teniendo un mal comportamiento cuando se enfadan, pero niñas y niños son seres humanos y, como tales, tienen miedos, alegrías, tristezas, intereses… y es necesario que los saquen hacia fuera.

¿Cómo debe actuar un adulto cuando un niño o niña se enfada?

Comprendiendo su enfado, aunque no compartamos sus motivos o no estemos de acuerdo. No tenemos que decir que “sí” a algo si creemos que por su seguridad, su salud o su bienestar no es posible. El “no” es completamente lícito, como no podría ser de otra manera, pero la clave está en que debe ser un “no” empático, cariñoso y que atienda en todo momento a sus necesidades. Aunque no compartamos sus motivos, debemos tener un buen comportamiento en esta situación. Sobre todo, debemos tener mucha tranquilidad y acompañarles emocionalmente poniéndonos a su altura, mirándoles a los ojos, entendiéndoles, escuchándoles, dejándoles expresarse sin reprimir, sin coartar, sin calificar, ni hacer juicio adulto sobre lo que está pasando.

¿Qué consejos recomiendas para situaciones en las que aparece el enfado?

Lo que debemos hacer con las emociones de nuestros hijos y nuestras hijas es acompañarlas. He acuñado el término “acompañamiento emocional”, que de lo que trata es precisamente eso, no centrarte sólo en ti cuando estás ante un enfado de tus hijos, sino que debes procurar centrarte en sus emociones, en saber estar, en permanecer calmados, porque, de esta forma, proyectas también calma. Debemos permanecer tranquilos, comprensivos, cariñosos, amables y en una escucha continua. Si vemos que, al enfadarse, pueden hacerse daño a ellos mismos o a los demás, frenamos ese golpe poco a poco, con calma, hablando y manteniendo mucho contacto físico. El contacto físico es esencial para el desarrollo de las niñas y los niños. Les podemos abrazar y si no quieren, les acariciamos el pelo, los brazos, la espalda… Eso sí, sin distraerles con otras cosas: debemos centrarnos en su necesidad que es la de tenemos a su lado cuando están sintiendo.

¿Y qué hay que evitar y por qué cuándo los más pequeños expresan su rabia?

Hay que evitar llenarnos nosotros mismos de esa rabia, enfado o miedo porque cuando nos sumimos en nuestras propias emociones lo que hacemos, únicamente, es centrarnos en lo que nosotros estamos sintiendo. Esto es lo que a muchas madres y a muchos padres les suele ocurrir. Los niños se enfadan y nosotros nos enfadamos más, cuando esto no tiene sentido. Si nuestros hijos se enfadan lo van a hacer por unos intereses muy diferentes a los nuestros, porque están en una etapa vital muy distinta y en un momento de desarrollo de sus vidas donde en su cerebro sólo cabe la emoción. Recientemente, hacía una serie de preguntas a mis seguidores y alumnos sobre qué necesitan cuando se enfadan. Las respuestas fueron muy similares. Todos los adultos decimos que necesitamos comprensión, tranquilidad, abrazos, que nos escuchen, que nos entiendan, que nos quieran, aunque no compartan nuestro motivo. Entonces, ¿por qué somos tan osados que pensamos que las niñas y los niños necesitan mano dura y todo lo contrario a lo que nosotros mismos sentimos cuando nos enfadamos? Lo que debemos evitar es pensar desde el ombligo adulto, llenarnos de nuestras propias emociones y enfadarnos más. Esto es totalmente incorrecto.

A veces los adultos no sabemos cómo tratar los enfados de los niños porque tampoco sabemos reaccionar bien a los nuestros.

Los adultos no tenemos ni idea del ámbito emocional, no tenemos conocimientos de educación emocional porque nos han educado en el adultismo, en el “calla y no llores”, “no grites” o “esto es así porque yo lo digo”. Al educarnos de esta forma, hemos obtenido esa educación emocional completamente errónea. Cuando nos enfadamos, necesitamos lo mismo que los niños: comprensión, apoyo, tranquilidad… Pero se supone que ya deberíamos tener una madurez emocional suficiente como para no pagar con los demás nuestras propias emociones. Tampoco con nosotros mismos. Es decir, ni boicotearnos, ni tampoco machacar a otros. Lo más importante es comprender que, como no tenemos esa madurez emocional, porque no nos la han enseñado cuando éramos niños, tenemos que aprenderla ahora y esto conllevará un acompañamiento emocional correcto en los enfados de nuestros hijos.

¿Qué van a encontrar padres e hijos en el libro ¿Qué necesito cuándo me enfado?

Con este libro, las familias saben ver cuál es la parte para los adultos y profesionales (porque ya se está usando en terapias como consulta) y, de un vistazo, también saben ver cuál es la parte para los niños. Los niños aprenderán el mecanismo cerebral del enfado y, por una vez, sentirán que su voz es escuchada y que alguien dice, realmente, lo que ellos sienten. Así, comprendiendo mejor qué sienten cuando se enfadan, las madres y los padres aprenden a acompañar estos mismos enfados. Se trata de un aprendizaje en cadena que se retroalimenta y puede tener un impacto social muy importante. Ayuda a los adultos a comprender y entender y a los niños sobre sus propias emociones y sus propios derechos como personas. En definitiva, como se afirma en la dedicatoria de la primera página, “se aprende a ver el enfado como un amigo al que comprender y no como un enemigo al que abatir”.

“Los tebeos nos han ayudado a todos en el proceso de aprender a leer y escribir”

‘El profesor Don Pardino contra los titis’ (Editorial Plan B) es un cómic con estética de los personajes de Bruguera que nos ayuda a no cometer faltas de ortografía.

Por Diana Oliver

Dice que al colegio hay que ir, sobre todo, “porque te da valor como persona” porque “lo material se puede perder, pero lo que aprendes se queda ahí para siempre”. Y no le falta razón al autor del profesor Don Pardino, un personaje de cómic que, a través del humor, resuelve posible dudas y errores de ortografía y la gramática. Sus viñetas aparecieron hace cinco años en redes sociales y hoy han terminado materializadas en un cómic: El profesor Don Pardino contra los titis (Editorial Plan B). En la estética del personaje y de las viñetas se reconoce la herencia de los autores de Bruguera, aquellos que marcaron la infancia de quienes somos padres y madres hoy. “Los tebeos nos han ayudado a todos en el proceso de aprender a leer y escribir. Hay menos letras que en una novela, por lo que «asusta» menos al joven lector. Y los dibujos ayudan a inferir el significado de palabras que no conocemos”. Su autor prefiere mantenerse en el anonimato pero en Padres y colegios no hemos querido perder la ocasión de preguntarle sobre algo que han demostrado saber: ¿cómo vamos niños, jóvenes y adultos de ortografía?

¿Cómo van los alumnos españoles en ortografía?

No me atrevo a generalizar. He leído noticias donde se señalaba que los alumnos llegan a la universidad con errores ortográficos. Quizá habría que valorar más este aspecto en las etapas anteriores y darle más peso en la evaluación. Y también habría que quitarle el estigma a actividades que han sido tildadas de antiguas o poco creativas (los dictados, por citar un ejemplo). Yo las incluiría en las rutinas diarias. La práctica controlada es un paso previo y necesario para luego poder escribir de manera creativa y libre.

¿Cuáles son los errores ortográficos que más hay que trabajar?

No se puede dejar de lado ninguno, pero yo insistiría mucho en la puntuación, que además enlaza la ortografía con la redacción. Una «v» mal puesta llama más la atención, pero para mí es fundamental saber usar las comas, los puntos, los signos de interrogación y exclamación, etc. De hecho, las principales carencias las observo en la redacción. Hay alumnos que escriben textos con las ideas desordenadas y sin ninguna coherencia. Si hay ilación y limpieza en un texto, luego resulta más fácil corregir los errores ortográficos.

¿Qué estrategias se usan en clase para evitar esos problemas con la ortografía?

Lo primero es trabajar mucho la lectura y ofrecer muchos modelos de habla culta. Lo segundo es enseñar a los alumnos a dudar y a acudir a fuentes que les resuelvan esas dudas en vez de poner lo primero que se les ocurra para probar suerte. En este sentido, y a partir de niveles que ya lo permitan, se debería trabajar más el uso del diccionario, tanto en papel como en formato digital. Y, en tercer lugar, hay que practicar la escritura, yendo de lo fácil y controlado hacia lo más libre y creativo.

Hablo de alumnos pensando en franjas de edad menores pero recordando una reciente oposición en la que hubo un inmenso número de suspensos por la ortografía me pregunto si es un “mal” que afecta tanto a niños y jóvenes como a adultos.

Afecta a todos. Yo mismo no hago otra cosa que dudar. Si nos damos una vuelta por las redes sociales, veremos grandes medios de comunicación y también cuentas de personas muy famosas con errores lingüísticos. Es más una cuestión de molestarse en dudar y de poner interés en no equivocarse que de edad.

¿Hasta qué punto es importante leer en este sentido? ¿Tiene una mejor ortografía quien lee más?

Yo entiendo que quien lee más tiene mejor ortografía. Pero deben ser modelos de calidad. Las obras editadas que han pasado por un corrector, por ejemplo, son un buen modelo. En este sentido, habría que mejorar los modelos de lengua escrita que ofrecen los medios de comunicación. Imagine la cantidad de maestros que hacen falta para enmendar un error ortográfico que han leído tres millones de personas en un faldón de un informativo o en un programa de entretenimiento.

¿Leen, leemos, o la tecnología nos ha arrebatado el placer de la lectura?

La tecnología ha ampliado las oportunidades para leer y escribir, ya que nunca en la historia nos hemos comunicado tanto y de manera tan inmediata por escrito. Es algo que puede jugar a nuestro favor si lo usamos bien. Yo intento poner mi granito de arena para que así sea.

El cómic recuerda mucho en estética a aquellos de Mortadelo y Filemón que tanto disfrutamos en la infancia quienes hoy somos madres y padres. Además del componente lúdico, ¿por qué dirías que el cómic debería estar presente?

No solo a Mortadelo y Filemón. También recuerda a Sir Tim O’Theo, a Zipi y Zape, al tío Vázquez… Yo me considero heredero de los autores de Bruguera. Los tebeos nos han ayudado a todos en el proceso de aprender a leer y escribir. Hay menos letras que en una novela, por lo que «asusta» menos al joven lector. Y los dibujos ayudan a inferir el significado de palabras que no conocemos. Por ejemplo, recuerdo que yo aprendí el significado de «sendos», «numismática» y «colombofilia» en los tebeos de Escobar.

“La letra con humor entra” es el lema del profesor Don Pardino. ¿”Sin emoción no hay aprendizaje”, que dirían los neuropsicólogos?

Para que haya aprendizaje hace falta motivación. Esa motivación puede ser la emoción en el mejor de los casos, por supuesto, pero no es lo único. Al colegio hay que ir, sobre todo, porque te da valor como persona. Cuanto más sabes, más vales. Lo material se puede perder, pero lo que aprendes se queda ahí para siempre. Mis viñetas tratan de aportar una motivación extra para llamar la atención sobre la ortografía y la gramática que, en principio, suenan a algo muy sesudo. Pero lo ideal es que ese «cebo» te lleve finalmente a amar la lengua y a abordar un estudio más científico.

¿Qué dirías que pueden hacer las familias en casa para fomentar una escritura libre de errores ortográficos?

Dar ejemplo en lo referente a la lectura y el cuidado por hacer las cosas lo mejor posible.