Al día: dos raciones de fruta y tres de verdura

Si bien casi el 74% de los individuos de entre 55 y 65
años procura ingerir esta cantidad de vegetales, el 57%
de los pequeños de la casa y los jóvenes no alcanzan
este umbral saludable propuesto por la OMS.

Autor: ALEJANDRA RODRÍGUEZ

Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una dieta equilibrada y saludable debe incluir, diariamente, unos 400 gramos de vegetales. Esta cantidad equivaldría a dos raciones de fruta y tres de verdura.
De cumplir con esta directriz, muchas de las enfermedades que se han erigido en auténticas lacras de las sociedades desarrolladas (hipercolesterolemia, hipertensión, obesidad, sobrepeso, diabetes del adulto, algunos tipos de cáncer…) estarían controladas. De hecho, muchas de las campañas que desde diferentes instituciones se han llevado a cabo, incluido en Ministerio de Sanidad, tratan de fomentar el consumo de cinco raciones diarias de productos vegetales.
Cualquiera diría que España, al estar protegida por los hábitos y costumbres mediterráneos, no tendría que preocuparse excesivamente de estos consejos. Sin embargo, los datos de un estudio llevado a cabo recientemente por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y Hero Nutrición demuestran que el mero hecho de estar situados en la cuenca del mar Mediterráneo no es suficiente para alejar el fantasma de la enfermedad.
Para empezar, según el seguimiento Hábitos alimenticios de los españoles 2006, el 43% de la población de nuestro país no cumple con esta recomendación; algo que se vuelve, si cabe, más preocupante en el caso de los niños y adolescentes. Si bien casi el 74% de los individuos de entre 55 y 65 años procura ingerir esta cantidad de vegetales, el 57% de los pequeños de la casa y los jóvenes no alcanzan este umbral saludable propuesto por la OMS en cuanto al consumo de fruta y verdura diaria. En cuanto a la distribución por regiones, los levantinos parecen estar mejor posicionados en este escalafón, aunque todavía tienen que mejorar. En el extremo opuesto, gallegos y madrileños merecen un tirón de orejas, puesto que, fundamentalmente en lo referente a la ingesta de fruta, reciben un suspenso.
No obstante, la población no ha dado la espalda a estos alimentos por ignorar sus beneficios. Todo lo contrario. La inmensa mayoría de los encuestados sabe que ingerir más cantidad de fruta y verdura tiene repercusiones muy positivas en su salud y es capaz, incluso, de referir algunas dolencias que se evitarían mejorando su dieta en este sentido. De hecho, muchos de ellos se han propuesto modificar este hábito para aumentar la presencia de estos productos en su cesta de la compra.
Y es que no todo son malas noticias. El trabajo recién presentado revela que en los últimos años se ha producido una sensible mejoría en los hábitos alimenticios de los españoles. De hecho, muchos de los individuos encuestados afirman haber incrementado el consumo de fruta y verdura (aunque admiten que sigue siendo insuficiente), que optan por alimentos lo más bajos en calorías posible y que han hecho un esfuerzo por reducir la ingesta de grasas saturadas.
En opinión de los especialistas, la población está aún a tiempo de revertir esta corriente que nos lleva a un desastre nutricional y, en consecuencia, a un problema de salud pública de dimensiones escalofriantes. En general, hay que recuperar los patrones tradicionalmente mediterráneos, y eso pasa indefectiblemente por reducir el consumo de carnes rojas y alimentos de origen animal, de elevar el de pescado y legumbres y, sobre todo, de incrementar las raciones diarias de vegetales.
Los antioxidantes que contienen estos productos no pueden almacenarse en el organismo, de manera que han de consumirse diariamente para gozar de sus bondades para la salud. Una buena manera de aumentar el protagonismo de frutas y verduras es, por ejemplo, meter una pieza de fruta en el desayuno o en la mochila para el recreo de nuestros hijos.
Por otro lado, es conveniente recuperar el hábito de ofrecer fruta en el postre. Antiguamente esto era prácticamente una norma. Sin embargo ahora, y fundamentalmente en los colegios, la fruta ha sido desplazada a favor de postres lácteos y dulces.

Juguetes de Ayer y Hoy

Autor: Laura del Pozo

Llegan las Navidades y estas son época de celebración, de estar en familia, pero también de nostalgia y recuerdo. Cuando nos sentamos con nuestros hijos a escribir la querida carta a los Reyes Magos, es inevitable recordar esos tiempos en los que una muñeca de trapo o un caballo de madera eran todo el universo de nuestros sueños. Los tiempos cambian, y mientras nos preguntamos cómo diantres se escribe Barbie, no podemos evitar recordar esos juguetes de nuestra infancia que tantas satisfacciones nos produjeron y que tanto han cambiado.
Pongamos por ejemplo las muñecas –uno de los regalos más demandados por las niñas–. Las primeras muñecas eran de porcelana y su disfrute estaba al alcance de muy pocos privilegiados que podían pagar estas obras de arte. Después llegó el papel y las muñecas entraron en las casa más humildes –por desgracia, más de una vio derretirse a su bebé de cartón piedra por un desafortunado accidente acuático. Con el plástico llegó la revolución. La fabricación de muñecas se disparó y empezaron a sonar con fuerza los primeros nombres propios: Barbie, Nancy… Pero no sólo cambió el material, también varió el físico, aparecieron los complementos y por primera vez ¡la muñeca hablaba! Inolvidables son sus primeros balbuceos: ¡Mamá!
Después, todo sucedió muy deprisa. La Barbie y las Barriguitas se sofisticaron y nuestro Nenuco pasó de hacer pis a hablar él solito.
¡Cómo cambian los juguetes!
A nadie le sorprende hoy en día ver a un pequeñín hablando por el móvil con su padre. Las nuevas tecnologías se han instalado en nuestras vidas y está claro que los que más disfrute encuentran en ellas son los jóvenes. Los juguetes han cambiado a tenor de este desarrollo, pero también han aparecido otros nuevos, inimaginables hace apenas veinte años, pero muy presentes en el ocio de nuestros hijos.
A veces esta explosión de tecnología nos llena de miedo y dudas, especialmente cuando los comparamos con nuestros juegos tradicionales, pero es importante que sepamos ver dos cosas: primero, que son absolutamente diferentes y que cada uno a su manera puede estimular el desarrollo del niño. Y segundo, que el peligro no reside tanto en el juguete en sí como en su adecuación a la edad del niño y la utilidad que se le dé al mismo –y esto dependerá en gran medida de los padres.
Los juguetes en general ayudan al niño a entrar en relación con su entorno, aprendiendo e imitando roles y adáptandose a nuevas situaciones. Es a partir de los cuatro años cuando el pequeño se fija en el adulto y copia sus actividades, actividades éstas muy relacionadas con el manejo de las nuevas tecnologías, por lo tanto no es de extrañar que demanden artículos que ellos identifican con lo que hace papá o mamá. El manejo de botones y joysticks es otro modo de capacitar al niño para su vida adulta. ¿Dónde reside el peligro?En el uso abusivo de estos juguetes y en que estos no se correspondan con la edad y necesidades del niño.

Respetar a los hijos

Esperamos que nuestros hijos nos traten con el respeto debido y que sepan respetar
a los demás. Pero, ¿respeta mos nosotros a nuestros hijos en la misma medida?

Autor: JOSÉ MARÍA LAHOZ

«Los niños pequeños tienen sentimientos pequeños»; «los jóvenes de pocos años tienen pocos sentimientos»… Evidentemente, sorprende leer estas dos premisas. Es muy probable que al leerlas pudiera pensarse que un servidor no sabe lo que dice. Pero en cambio no es demasiado extraño que actuemos como si fuera cierto que a menor edad correspondieran menos sentimientos y menos dignidad. Y si no, preguntémonos por qué en ocasiones la manera de tratar a nuestro hijo no se corresponde con el respeto que debemos a cualquier persona adulta.
Aunque son pequeños y de corta edad se sienten despreciados cuando les hablamos con altivez, humillados cuando les avergonzamos (a veces en público), y atropellados cuando les damos órdenes incomprensibles a sus ojos. Actuar así es la mejor manera de empezar a levantar barreras que dificultarán nuestro entendimiento con ellos. En cambio, si les tratamos con el mismo respeto que a cualquier persona, les ayudamos a sentirse tan importantes como los adultos, dignos de la misma consideración y favorecemos una comunicación fluida. Respetar es tratar a alguien con la debida consideración.
El respeto que les tenemos a los hijos se manifiesta en la calidad del trato que les otorgamos y en la atención que ponemos en tratar de no invadir sin permiso sus espacios de autonomía. No es lo mismo, por ejemplo:
– Supongo que esta mañana no has podido dejar ordenado tu cuarto. Me gustaría que lo hicieras ahora.
– ¡Eres un cochino, siempre lo dejas todo de cualquier manera! Haz el favor de ordenar tu cuarto.
Las ventajas educativas de tratar a los hijos con el debido respeto son decisivas. Si nuestra relación con ellos no se basa en la consideración, se vuelve imposible llevar a cabo una acción educativa eficaz y la convivencia, a medida que se van haciendo mayores resultará dificultosa. (Lectura recomendable: Ser padres con sensatez).

BUENAS RAZONES

Dos grandes razones justifican la necesidad de otorgar a los hijos un trato basado en el respeto: Por un lado los niños tienen sentimientos igual o más intensos que nosotros y, por otro, los niños aprenden a relacionarse y a comportarse por imitación.
En cuanto a la primera razón, a menudo nos olvidamos y pensamos que no tener ni el poder ni la madurez de la edad adulta es sinónimo de no acusar lo que pasa alrededor de uno. Cuando a Pablo, en plena fiesta de cumpleaños de un amigo su madre empezó a limpiarle los pantalones sacudiéndole con fuerza e increpándole furiosa: «¡Qué cochino eres! !Mira como te has puesto! ¡Siempre has de ser el más desastrado!» le estaba poniendo en evidencia delante de todos y los sentimientos de Pablo fueron de vergüenza y de odio hacia su madre.

– Cuando reciben un trato considerado reaccionan con actitudes de colaboración. Pronunciar una frase amable para pedirles alguna cosa en vez de una orden autoritaria y cargada de reproches genera en ellos sentimientos de agradecimiento que les animan a identificarse y colaborar con la persona que no manda, sino que pide, recuerda, sugiere. No es magia: al igual que los adultos, los niños responden según los estímulos que reciben, se adaptan al trato recibido.

– Cuando reciben un trato desconsiderado o irrespetuoso,acaban por asumir conductas irrespetuosas, negativas e incluso agresivas. Al sentirse maltratado, el niño no puede por menos que sentir aversión hacia aquellos que le tratan mal, que no tienen en cuenta su dignidad. Y con esos sentimientos como cojín de su voluntad, es difícil que tenga ganas de seguir las indicaciones que ha recibido. Al contrario, es probable que por despecho, tenga ganas de desobedecer.

Imaginemos por un momento que en una reunión de amigos nuestra pareja se mancha la camisa y, en voz alta y con tono de reproche le decimos: «Eres un auténtico desastre, siempre haces igual, mira como te has puesto, da vergüenza ir contigo a cualquier sitio…». Una situación similar sería tan inaudita que el simple hecho de imaginarla nos resulta cuando menos gracioso. En cambio, si la escena se plantea entre padres e hijo, adquiere normalidad, pierde dramatismo. Incluso veríamos con relativa normalidad el pensar en un castigo si el hijo contestara una impertinencia. ¿Por qué nos parece normal destinarle un trato a nuestro hijo que de ninguna manera destinaríamos a nuestra pareja?

CONSEJOS ÚTILES

Esperamos que nuestros hijos nos traten con el respeto debido y que sepan respetar a los demás. Pero ¿respetamos nosotros a nuestros hijos en la misma medida?
– Hablar con amabilidad, sin expresiones groseras. Evitar los gritos y el crear mala atmósfera en casa.
– Usar las fórmulas de cortesía para saludarles, pedirles favores o darles las gracias y pedirles disculpas cuando nos equivoquemos.
– Felicitarlos por sus logros y advertirles de sus errores en privado, nunca en público.
– Pensar bien de ellos y darles oportunidades de rectificar.
– Escucharles con atención, interesarnos por sus cosas y respetar sus gustos, sus amistades, etc.
– Mantener siempre los compromisos y ser puntuales cuando nos esperen.

Perdido en los grandes almacenes

Las compras navideñas en familia, la elección de juguetes
por parte de los niños, las aglomeraciones de
gente… un caldo de cultivo perfecto para que un niño se
nos despiste. ¿Qué hacer?

Autor: LUZ BELINDA GIRALDO

Nada hay más fácil que perder a un niño en la vorágine de las compras navideñas.
¿Qué hacer? Primero, no perder los nervios. Después, actuar con un poco de
cabeza.

EN EL CENTRO
COMERCIAL

Las medidas de seguridad que se ponen en marcha
en un centro comercial son decisivas a la hora de encontrar a un menor que se ha
perdido. Es una de las situaciones más frecuentes: vas al centro comercial con
tu hijo y en un despiste, como casi siempre, desaparece. Dependiendo de la edad
y de cómo es el menor, los padres actuarán de una o de otra manera.
Hay niños
muy rebeldes que man tienen un pulso constante con los padres y salen corriendo,
se esconden o intentan dar esquinazo para ver su tienda favorita. En el Centro
Comercial Las Arenas, en Las Palmas de Gran Canaria, tienen como en todos los
centros, un protocolo de
seguridad establecido para estos casos.
Desde el departamento de Marketing
aseguran que en más de una ocasión «se ha perdido un niño, y en cuanto los
padres acuden al stand de información para comunicarlo, lo primero que hacemos
es activar la megafonía para llamar al niño y que acuda a donde están sus
padres, aunque dependiendo de la edad se les pide una descripción a sus padres y
el personal de seguridad se moviliza para encontrarlo».
Normalmente aparecen
a los pocos minutos, «como ocurrió hace poco con un niño que nada más activar la
megafonía apareció». Por lo general se quedan rezagados mirando algún juguete en
alguna tienda.
Sin embargo, estas medidas de seguridad tienen una segunda
parte –que casi ningún centro comercial quiere revelar por precaución– y que
incluye un protocolo de tiempos para evitar la posibilidad de un secuestro. En
casos en que la desaparición se alarga, los padres deben intentar controlar la
lógica angustia y dejar trabajar a los profesionales. Por ejemplo, en países
como Estados Unidos los secuestros de menores obliga a cerrar las puertas del
establecimiento para evitar que el secuestrador huya con el menor. En España, de
momento, el nivel de desapariciones de niños en estos contextos no es alarmante,
aunque cualquier precaución es poca.

VIGILAR LO IMPOSIBLE

Si
ya es difícil tener controlados a uno o varios niños, en situaciones en que
otras cosas requieren también atención y el ambiente es hostil, puede ser
imposible controlarlo todo. Por ejemplo, unos grandes almacenes con cierto grado
de masificación son un escenario muy poco favorable para mantener la vigilancia:
existen muchos recovecos y pasillos donde un niño puede despistarse o
esconderse, y es difícil mantener a la vista a un niño entre varias personas de
más edad. Los precauciones son las clásicas: dar instrucciones a los niños antes
de entrar, no soltar de la mano a los más pequeños, establecer «cadenas de
vigilancia», si van los dos progenitores, que uno se encargue especialmente de
la vigilancia. Por si ocurre lo peor, es importante establecer puntos claros de
reunión, sea para niños más mayores o, incluso, para el caso de que una de las
personas mayores se «despiste».

Reformas universitarias

Autor: padresycolegios.com

Tengo 16 años, estoy en 3º de Secundaria y no paro de escuchar en casa
de boca de mi hermano, joven universitario, que pronto va a haber reformas en la
Universidad, relacionadas con la normativa europea y no sé hasta qué punto van a
afectarme a mí cuando llegue la hora de ingresar en la universidad. Quiero
estudiar algo relacionado con lenguas extranjeras (francés), traducción o una
filología. ¿Cómo van a quedar estas carreras si finalmente se hace la reforma?
¿Va a alterar la normativa el acceso a la universidad o lo va a complicar aún
más?
SERGIO.
VALLADOLID

Las carreras mencionadas, como
Traducción o Filología, quedarán más o menos como ahora, es decir, cuatro años y
el último de formación práctica o trabajo fin de carrera. Con respecto a la
normativa de acceso a la Universidad no va a cambiar mucho, ya que se seguirá
exigiendo la selectividad.

Opciones en Bachillerato

Autor: padresycolegios.com

Soy madre de un chico que comienza este año el Bachillerato y el pobre
tiene muchas dudas sobre cuál de las opciones elegir, ya que aún no tiene clara
la carrera que quiere cursar en el futuro, por lo que tiene miedo a elegir
Ciencias Sociales, Humanidades, etc. y luego no poder estudiar la carrera que
dentro de dos años le apetezca. ¿Es posible estudiar, por ejemplo, Biología
habiendo cursado en el instituto la opción de Humanidades?
JOAQUÍN.

MÁLAGA

En una universidad privada no habría ningún problema, pero en las
universidades públicas tienen preferencia para matricularse en las carreras de
su elección los alumnos que provienen de las opciones vinculadas a la carrera
deseada.

Universidad privada o pública

Autor: padresycolegios.com

Como padre quiero lo mejor para mi futuro hijo universitario, por lo que estoy empezando a barajar distintas opciones universitarias para el próximo curso. Cuando hablo con mis amigos que ya tienen hijos de mayor edad no se ponen de acuerdo, para unos la pública garantiza una formación de mejor calidad, y para otros la privada supone una educación más personalizada y mucho más completa en lo referido a recursos y material. ¿Entonces, ¿en qué debo pensar a la hora de decantarme por un tipo de educación o por otra?
LAURA.
CASTELLÓN

Nos hace usted esta pregunta al Gabinete Psicopedagógico de una Universidad privada y estamos convencidos de que ofrecemos una enseñanza de calidad por lo que la contestación podría ser fácil, «Elija usted nuestra Universidad». No obstante, procuraremos darle nuestras opiniones con la mayor objetividad que nos sea posible.
En primer lugar, nos preocupan las generalizaciones, ni todas las universidades públicas mantienen el mismo modelo educativo, ni tampoco las universidades privadas, pues cada una es diferente al resto. En cuanto a las opiniones contradictorias de sus amigos es lógico ya que «cada uno cuenta la feria según le va en ella». Necesitaríamos varios folios para explicar las razones en que hay que apoyarse para elegir el Centro Educativo Universitario que más acorde esté en el desarrollo universitario de un alumno en concreto, con unas aptitudes concretas, unos intereses profesionales definidos, unos objetivos a medio plazo, etc., que es miembro de una familia concreta.
Probablemente la pregunta adecuada no es ¿Pública o Privada? en general, sino, cuál puede lograr que su hijo logre una excelente formación que le sirva de base para el ejercicio de su profesión, que le capacite para ir interiorizando las novedades científicas que esta sociedad le va a ir exigiendo, que dedique el tiempo suficiente para extraer lo esencial y le ayude a desarrollar su capacidad de pensar, de seleccionar la información, de elegir aquello que más refuerce el ejercicio de su profesión y a realizarlo eficazmente, etc. En los aspectos personales una universidad que le ofrezca una atención personalizada que le preste en todos los campos las ayudas necesarias y evite las ayudas innecesarias, que sea un complemento educativo de la formación recibida en la familia, que disponga de unos servicios que complementen la acción docente, que su estilo universitario abarque una acción educativa que le dé categoría de Educación Universitaria, que tenga como último objetivo, síntesis del resto, el logro de estudiantes felices para serlo posteriormente en toda su vida mediante el nivel de exigencia y comprensión coherente a su potencial intelectual y a su desarrollo personal.
No existe enseñanza ni educación en serie. Consideramos que los padres a la hora de elegir la universidad para sus hijos deben informarse y conocer lo más posible aquellas que ofrezcan lo que estos padres buscan y quieren para sus hijos y que sean compatibles con la situación familiar.

Eficacia educativa de padres y profesores

Autor: padresycolegios.com

Soy madre de dos hijos bastante rebeldes y no me obedecen nada. Si les
regaño o les amenazo al unísono dicen los dos que me van a denunciar por
«acoso». Tengo miedo. ¿Qué puedo hacer?.
PAULA.
ALCALÁ DE
HENARES

El miedo es una actitud cada vez más frecuente que interrumpe
cada vez más la eficacia en al acción educativa y como consecuencia un
desarrollo disármónico en un número significativo de jóvenes. Padres y
profesores van perdiendo eficacia en sus intervenciones educativas por miedo a
una absurda moda que están logrando los mass-media con el «método machaca», es
decir, repitiendo lo que ocurre en negativo en escasas «anécdotas» (que siempre
se han dado) y que aunque sean repudiadas al cien por cien no tienen autoridad
para proclamar estos acontecimientos como si fueran una generalidad. Estos
estilos de información generan efectos contrarios a los deseados. La prudencia
es la virtud reguladora del resto de las virtudes. El miedo es un obstáculo que
paraliza cualquier acción objetivamente buena. Obre usted con sus hijos como
considere más positivo para ellos.

Pasarelas al segundo ciclo desde Economía

Autor: padresycolegios.com

Soy licenciado en Economía por la Universidad Complutense de Madrid: ¿A
qué carreras puedo acceder en el segundo ciclo?
ANTONIO.

MADRID

Los licenciados en Economía así como los alumnos que hayan
superado el Primer Ciclo pueden acceder a los Segundos Ciclos de las Enseñanzas
siguientes:
– Licenciatura en Administración y Dirección de Empresas.

Licenciatura en Antropología Social y Cultural. 
– Licenciatura en
Ciencias Actuariales y Financieras. 
– Licenciatura en Ciencias y
Técnicas Estadísticas.
– Estudios Combinados de las licenciaturas en CC. y
TT. Estadísticas y en CC. Actuariales y Financieras. 
– Licenciatura en
Ciencias del Trabajo.
– Licenciatura en Investigación y Técnicas de
Mercado. 
– Licenciatura en Documentación. 
– Licenciatura en
Comunicación Audiovisual.
– Licenciatura en Humanidades.

Licenciatura en Periodismo. 
– Licenciatura en Publicidad y Relaciones
Públicas.
– Licenciatura en Traducción e
Interpretación.
– Licenciatura en Historia y Ciencias de la
Música. 
– Licenciatura en Lingüística.
– Licenciatura en Teoría de
la Literatura y Literatura Comparada.