Transparentes y de quita y pon

Descubre lo último en aparatos: invisibles, móviles… Las ortodoncias se ponen de moda y crecen las alternativas. Los especialistas aconsejan que cada tipo es para una edad diferente. También lo es su precio.

Corrige los dientes, no tiene hierros y no se ve, ¿qué es? Hasta ahora una adivinanza así tendría difícil respuesta. Desde que aparecieron las primeras ortodoncias hace cerca de tres siglos, todos los aparatos habían mantenido prácticamente la misma apariencia. Ya en 1728 Pierre Fauchar, que describió la primera ortodoncia en el libro Le Chirurgien Dentiste, lo trazó entonces a imagen y semejanza de los actuales: con una pequeña banda metálica y con hilos que pasan de unos dientes a otros.

Pero si pensaban que todo estaba inventado, se equivocan. En el siglo XXI cambió la forma de comunicarse, de informarse, de relacionarse. Y ahora le tocó el cambio a la dentadura. Desde hace dos años, en Estados Unidos una empresa californiana comercializa un aparato que pasa prácticamente inadvertido. Es lo que se conoce como ortodoncia invisible o Invisalign. Su versión para adolescentes –el Invisalign Teen– está disponible en España desde el pasado 3 de marzo.

Invisible pero caro

La doctora Alicia García-Yanes es una de las dentistas españolas que disponen de este tipo de aparatos en su consulta de Madrid. Su función es tomar medidas y crear los moldes para configurar las fundas. El resto del proceso se realiza en California. “Es por eso, entre otras cosas, por lo que es más costoso”, reconoce.

Su precio, incluido el estudio de la boca, moldes, fotografías y tratamiento completo, puede superar los 5.000 euros, hasta 3.000 euros más que los brackets de toda la vida. Pero para los bolsillos que puedan permitírselo, las peculiaridades de este tipo de tratamiento son sólo ventajas. Evidentemente, “la principal de ellas es la estética”, asegura la doctora. Y es “la que impulsa a la mayoría de sus usuarios a utilizarlo”, continúa. El Invisalign es totalmente transparente, no lleva gomas ni enganches y como su forma cubre cada uno de los dientes, pasa totalmente inadvertido. Sin embargo no es la estética, sino la ausencia de las molestias en encías y dientes que produce la ortodoncia convencional, su principal ventaja.

Además puede quitarse y ponerse, lo que facilita la higiene al permitir lavarse los dientes. Una ventaja que puede ponerse en su contra, en especial entre los más jóvenes que pueden tener la tentación de quitárselo para más de una ocasión especial. Por ello, “su versión para adolescentes incluye un detector que informa a los padres si se lo han quitado”, explica García-Yanes.

Una vez puesto, se acabaron las intervenciones del dentista. Un programa informático estudia al ritmo que se desplazarán los dientes y el paciente tan sólo tendrá que cambiar de aparato cada 15 días.

Cada uno con el suyo

Cada vez es más habitual observar como en el metro, en la oficina, en el supermercado, un gran número de adultos luce con orgullo una ortodoncia. En los últimos años se ha impuesto la moda de que el aparato ya no es sólo cosa de niños y un alto porcentaje de padres han seguido el ejemplo de sus hijos.

La doctora García-Yanes reconoce que esa tendencia es claramente evidente en su consulta en los últimos años. “Están aumentando el número de pacientes adultos considerablemente. E incluso tenemos casos en los que viene el padre con el niño”, reconoce. Sin embargo, la dentista advierte que no pueden tratarse todos los casos igual.

Cosas de mayores

Los brackets sigue siendo el método más demandado por todos los públicos y bolsillos. Sin embargo, aquellos adultos que por su trabajo de cara al público o por estética quieran un modelo más discreto, la opción ideal es el Invisalign. Eso sí, deben estar dispuestos a desembolsar en torno a los 5.000 euros.

Otra alternativa es el aparato lingual, que se coloca por dentro de los dientes y que es entre un 30% y un 45% más caro que el convencional. Este modelo cada vez está más en desuso por las molestias que provoca. A caballo entre el Invisalign y los brackets convencionales se encuentran los brackets transparentes. Algo menos apreciables que los de toda la vida y entre el 10% y el 15% más caros.

Cosas de niños

García-Yanes reconoce que es a partir de los 14 años cuando los jóvenes son más reticentes a ponérselo. Es en esa edad cuando el Invisalign puede considerarse una opción. La recién estrenada versión para adolescentes controla lo que suponía su mayor peligro, que era la movilidad. Aún así, García-Yanes reconoce que “los brackets siguen siendo la mejor alternativa para los niños”.

Ponga una tradición familiar en su vida

Las tradiciones han ido desapareciendo de nuestro entorno a caballo de un nuevo ritmo de vida. Sin embargo, las tradiciones son consustanciales a la vida social de los hombres. Sobre todo, pueden ser importantes para favorecer la cohesión familiar y dar sentido a sus miembros.

Las tradiciones son algo propio del ser humano que vive en sociedad desde el principio de la historia. El hombre, en cuanto se organiza para vivir con los demás, crea una serie de tradiciones que ayuden a crear una comunidad con una serie de puntos en común. Históricamente, las tradiciones nacen alrededor de dos hechos: los religiosos y los de conmemoración de los actos comunes de un pueblo.

Y dirá usted: y esto, ¿qué tiene que ver con mi familia? Pues lo cierto es que las tradiciones sirven para cualquier grupo humano, sea tan grande como el Imperio Romano o tan pequeño como una familia. Pero, ¿para qué sirven las tradiciones familiares?

Lo primero, cuando son vividas por los más pequeños, les crean un sentimiento de pertenencia muy fuerte y que los puede ubicar en y frente al mundo. Además, cuando la familia comienza a disgregarse de forma natural –cuando los hijos comienzan a dejar el nido–, siguen siendo un vínculo muy fuerte, aunque ya se mantenga sólo en el recuerdo.

Pero, sobre todo, pueden ser muy satisfactorias: primero, porque exigen hacer algo en común a la familia, y por tanto exigen un poco de sacrificio “del bueno” –es decir, el renunciar un poquito a mí para donárselo a otro–, lo que está en la raíz de la verdadera felicidad; segundo, porque vividas desde el punto de vista de la profundización humana, pueden ofrecer posibilidades de desarrollo insospechadas para niños, jóvenes y adolescentes; y, tercero, pocas cosas hay tan satisfactorias para unos padres que ver cómo han contribuido a crear una porción de la felicidad familiar que perdura en las familias de tus hijos.

Para “crear” o desarrollar una tradición hace falta pensarla un poco. Por ejemplo, es importante que las tradiciones puedan desarrollarse con la edad. La idea de una tradición es que se mantenga en el tiempo, y no algo que hacemos en un determinado momento y con niños de una edad concreta. Porque una tradición no es un hobby. Debe tener una proyección temporal doble: de mantenimiento y de profundización.

Tradición educadora
La tradición debe ser un poderoso motor educacional, un espacio único para desarrollar las posibilidades humanas de nuestros hijos. Por eso es importante pensar en ellos cuando planifiquemos las actividades, es importante anticipar los momentos y ponerse en la situación de cada uno de sus miembros. Y no debe ser tarea de uno –aunque siempre habrá alguien más implicado para que todo funcione–, porque si no nunca será visto por toda la familia como algo conjunto, propio. Y también pueden estar abiertas a la familia más extensa, sobre todo a los abuelos.

Y, cuidado, una tradición no debe ser una imposición. Las tradiciones se mantienen mientras haya personas que le den un valor, y desaparecen cuando no lo hacen. Si las convertimos en una obligación pierden todo su sentido.

Tampoco pasa nada si desaparecen, o algunos miembros de la familia dejan de otorgarles valor, muchas veces debido a edades complicadas o a que nuevos intereses absorben el tiempo y el interés de los jóvenes. Es algo normal, pero si han arraigado lo suficiente permanecerán en forma simbólica en los corazones de todos, y pueden cualquier día resurgir, de formas sorprendentes, en nuestra familia o en las nuevas que se formen.

Decenas de campos abiertos para desarrollarlas
¿De dónde sacar una nueva tradición familiar? Pues a lo mejor ya tiene varias y no se había enterado. O no las había explicitado como tales. De todas formas, hay decenas de campos en los que desarrollarlas e ir profundizando.

GASTRONÓMICAS. Las comidas en familia son uno de los momentos con más posibilidades educativas, y más ahora en los que los horarios laborales las convierten en un bien más escaso. Dotar algunas de ellas de cierto “toque especial”, convertirlas en un “rito de pertenencia” que pueda sostenerse en el tiempo, está al alcance de cualquiera. Sean sencillos: con el tiempo pueden ser una puerta de acogida a nuevos miembros de la familia, y se trata de poder integrarlos, no de que se sientan marcianos.

SOCIALES. Ayudar a los demás no tiene por qué ser una disponibilidad para “cuando ocurra”, sino que puede ser programado. Hay miles de actividades altruistas que se pueden realizar, actividades que pueden ir ganando profundidad y compromiso con la edad. Además, ahora hacen más falta que nunca, y su contenido educativo y formador está fuera de toda duda, sobre todo de cara a la adolescencia.

CULTURALES. Apoyándose en la música, la literatura, la pintura… El campo es amplio e inagotable. Pocas cosas unen más que tocar o cantar en familia.

NATURALES. La naturaleza es en sí inagotable: montañas, bosques, mares, ríos o lagos, prados y parques. España, además, tiene de todo en muy poco espacio. Sólo tiene que aprovecharlo.

FAMILIARES. No es una redundancia. Piense en lo que pasaba en su familia. A lo mejor hay cosas que se pueden readaptar a los nuevos tiempos manteniendo lo que tenían de valioso.

Un au pair en casa

¿Qué te parece que tus hijos tengan en casa una persona nativa con la que aprender inglés? ¿Y si además te ayuda con la organización de la casa y te hace de baby-sitter por un precio asequible?

Llega el verano. Los niños no van al cole pero tú sí tienes que ir a trabajar. Hasta agosto no coges las vacaciones. ¿Cómo os las arregláis con los niños? ¿Cómo hacer que aprovechen el verano hasta que os vayáis al apartamento de la playa? ¿Y si además queréis que aprendan idiomas? Pensar en acoger en el hogar a un au pair, por ejemplo, de junio a septiembre, está al alcance de casi todos los bolsillos.

La colocación au pair es la acogida temporal, en una familia y a cambio de determinados servicios, de jóvenes de países extranjeros que desean mejorar sus conocimientos lingüísticos de español al tiempo que aprenden todos los detalles de nuestra cultura y cocina mediterránea. Esta opción, de hecho, se está generalizando en España y ya hay algunas empresas que ponen en contacto a familias y candidatos profesionalizando en nuestro
país una fórmula que hace tiempo ya funciona en otros países de Europa –Reino Unido sobre todo– y Estados Unidos.

Eva Ramírez, con tres hijos, escogió la empresa Servihogar, que le había recomendado su cuñada, para probar el verano pasado. Durante tres meses Ann, de 18 años, se ocupó fundamentalmente del cuidado y la formación de sus gemelos de 12 años y del pequeño Alfredo, de 5. Eva cree que ha sido una buena experiencia, ya que sus hijos “además de avanzar con el inglés, se han divertido muchísimo”.

Sin embargo, reconoce: “También ha habido momentos en los que he tenido que hablar seriamente con la au pair porque al principio era muy desordenada y no estaba familiarizada con las normas de la casa”. Aún así recomienda la experiencia y es probable que repita de nuevo este verano.

Por su parte, Marta Hernando, coordinadora de programas de Agencias Au Pair en España, afirma que “sólo trabajamos con estudiantes universitarias, a las que pedimos una actitud responsable, positiva, buena capacidad de adaptación y un carácter abierto y agradable capaz de salvar con simpatía cualquier pequeña contrariedad”. Según Marta, “la au pair debe estar abierta a ayudar tanto en pequeñas tareas caseras como en los deberes de los niños si lo precisan, pero es importante que las familias tengan claro que no es una empleada del hogar y pongan de su parte para integrarla, sobre todo al principio, cuando las jóvenes extranjeras llegan solas”.

Más allá de la fantasía

En cualquier caso, para Marta, que lleva al frente de www.aupairinspain.org más de siete años, “la experiencia prácticamente es siempre positiva para las familias que, trabajen los padres o no, consiguen que en verano sus hijos estén ocupados y al mismo tiempo aprendan idiomas de una manera divertida”. Además, aunque el 80% de las familias buscan au pair con inglés como lengua materna, también atienden solicitudes de familias cuyos hijos estudian en el Instituto Alemán o en el Liceo Francés y que prefieren una au pair con la que hablar estos idiomas –hasta un 20% del total–.

Para hacer que el programa sea un éxito, Marta hace un cuestionario tanto a familias como a candidatas de cualquier país para saber detalles y habilidades que permitan poner en contacto a las personas más adecuadas y cuyos gustos y aficiones coincidan con las de la familia de acogida.

Tener conocimientos musicales, cursos de primeros auxilios, el gusto por los animales o por la naturaleza, así como no fumar, pueden ser características que estrechen el vínculo entre au pair y familia desde el primer momento. Además, se envían fotos tanto de la familia a la au pair como al revés y en caso de que hubiera problemas, “se podría cambiar a la au pair”, afirma Marta.

La familia espera encontrar siempre una ayuda en la au pair y de ninguna manera encontrarse con una hija más, sino más bien una segunda madre o hermana mayor de sus hijos. No obstante, la flexibilidad es una de las claves: “Las familias no deben ser excesivamente exigentes, pues si una noche la chica tiene que quedarse más tiempo con el niño porque está especialmente cansado o porque los padres lo necesitan, ella seguramente lo va a hacer”.

Una de las mayores ventajas de este intercambio es que el precio de contratar a un au pair ronda los 300 euros. Mientras los jóvenes obtienen nuevos amigos y aprendizajes, además de madurez, los padres a menudo consiguen una valiosa ayuda con los niños durante un tiempo, y los pequeños conviven con alguien que acaba siendo “un miembro más de la familia” con el que aprenden cosas nuevas y mejoran su nivel de idiomas.

Derechos y deberes

• No es un trabajo, sino un intercambio lingüístico/cultural, entre la familia anfitriona en España y el/la au pair.

• El régimen au pair está regulado por un acuerdo del Consejo de Europa de 24 de noviembre de 1969. España se incorpora al acuerdo el 24 de junio de 1988 –BOE nº 214 de 6 de septiembre de 1988–. Más tarde, se aprobó la Resolución de 15/6/89 del Ministerio de Asuntos Exteriores –BOE nº 152 de 27 de junio de 1989– referente al trabajo.

• Un au pair trabaja 30 horas semanales repartidas en 6 horas de lunes a viernes, o 5 horas de lunes a sábados. Si trabaja los sábados, será por la mañana, y le quedará libre la tarde del sábado y el domingo.

• El/la au pair tendrá su propia habitación, con una mesa de estudio y un dinero de bolsillo semanal de 70 € cada viernes.

• El dinero de bolsillo que paga la familia incluye dos noches de babysitting semanales. Si la familia en España necesitara que la au pair trabajara alguna hora más –por enfermedad de los niños, vacaciones escolares…–, las dos partes llegarían a un acuerdo en el que, en compensación por ese tiempo de trabajo extra, se le pagaría más.

• Un au pair debe disponer de tiempo cada día para asistir a sus cursos de idiomas, si así lo quisiera, encontrarse con amigos, etc.

• Como cualquier otro miembro de la familia que lo acoge, un au pair debe ser tratado con respeto y consideración, comer con la familia, colaborar al poner y quitar la mesa, ayudar a dejar los espacios de la casa recogidos y limpios, así como participar en las actividades familiares siempre que sea posible.

Fracaso escolar

Contestamos a muchas preguntas de familias que tienen la pesadilla de cómo lograr que sus hijos vayan bien en los estudios y cómo evitar el fracaso escolar.

Uno de los objetivos prioritarios de cualquier centro educativo es aportar los apoyos necesarios a cada alumno para evitar que ocurra esto. No obstante, es necesario tener clara la diferenciación entre fracaso escolar y bajo rendimiento académico con el fin de tratar este fenómeno con el máximo rigor posible en cada caso.

No podemos encasillar a todos los alumnos que no obtienen resultados suficientes en sus estudios –es decir, una nota de 5 ó más– como alumnos con fracaso escolar.

Este fenómeno se da en aquellos chavales cuyos potenciales intelectuales en general o en un área concreta le permiten obtener resultados suficientes –lo que se traduce en notas que van de 5 a10– en la o las diferentes materias que estudian y, sin embargo, no los obtienen. En estos casos, efectivamente, se produce un fracaso escolar porque sus resultados no son satisfactorios, es decir, no hay una correlación entre sus potenciales intelectuales y su rendimiento académico. En estos casos siempre hay unas causas que hay que averiguar y que son la razón del mal rendimiento. Una vez detectadas, si se da el tratamiento adecuado, se suele corregir con cierta facilidad.

Otro enfoque radicalmente diferente se le debe dar a aquellos alumnos cuyos potenciales intelectuales son cortos y no le permiten superar los contenidos abarcados por una determinada o determinadas materias.

A estos alumnos no se les puede incorporar al cómputo de alumnos con fracaso escolar, ya que casi siempre logran obtener resultados satisfactorios aunque no superen el suficiente (de 5 a 10) según los baremos de evaluación establecidos. Estos alumnos no fracasan, es que no pueden.

En estos casos el enfoque educativo e instructivo es diferente al de alumnos con potenciales altos. Se trata de establecer unos mínimos normativos que abarquen los contenidos estrictamente necesarios y que estos sean los conocimientos que se les exige a estos alumnos, pues son los que realmente pueden lograr.

Se acabó –y nunca debió existir– aquello de “el que quiere puede”. Es una afirmación radicalmente falsa y generadora de graves conflictos.

Para facilitar el aprendizaje a cada uno de estos alumnos, se les debe incorporar en clases de apoyo y programarles unas sencillas actividades de retroacción.

Quizás los que hacen estudios estadísticos no tengan en cuenta esta diferenciación y, por lo tanto, los datos que nos aportan sobre el fracaso escolar no sean del todo ciertos.

Los centros educativos y las familias deben disponer de la información necesaria que les facilite conocer las potencialidades intelectuales en cada rasgo aptitudinal para adecuar los niveles de exigencia a la singularidad del alumno.

Volvamos a dejar claro la radical diferencia entre fracaso escolar y bajo rendimiento académico.

Estudiar biología

Hola, soy un alumno de 4º de ESO. Cuando llegue a la Universidad me gustaría cursar Biología. Tengo poca información sobre esta carrera y me gustaría saber más sobre ella, así como cuáles son sus salidas profesionales. Gracias.

Estimado amigo, si te gustan las Ciencias y el estudio de los seres vivos y de la naturaleza, ésta es tu carrera. El objetivo fundamental de la disciplina se centra en el estudio de los procesos vitales de los seres vivos, la evolución de las distintas especies, las zonas donde viven, su influencia en el entorno, etc.

Los estudios de Biología se adentran en el conocimiento de la estructura de las moléculas, las células, las plantas y los animales, analizando los procesos físico-químicos de los seres vivos, su origen y las relaciones que se mantienen entre ellos y su ambiente.

Como en toda carrera científica, la dificultad de los estudios se debe medir por el grado de facilidad que un estudiante tiene para asumir conceptos científicos y para saber llevarlos a la práctica.

La base de esta carrera es la biología, la química y la bioquímica. A partir de ahí, se profundiza en otras ciencias como la ecología, la zoología o la botánica.
En cuanto a las salidas profesionales, en la actualidad ha habido un crecimiento positivo de los departamentos de investigación y desarrollo de empresas químicas, farmacéuticas, petroquímicas, etc.

Desde aquí te animamos a que sigas estudiando y, si tienes alguna pregunta más, no dudes en consultarnos.

Mayores de 25 años

Soy madre de dos chicos y, ahora que ya son mayores y tengo más tiempo, querría estudiar una carrera universitaria. He oído que los mayores de 25 años necesitan hacer una prueba de acceso concreta. ¿Podríais explicarme en qué consiste y cuáles son los requisitos? Muchas gracias.

La prueba de acceso a la universidad para mayores de 25 años se estructura en una prueba común y otra específica:

a) La prueba común, cuyo objetivo es comprobar la madurez e idoneidad de los candidatos para cursar con éxito los estudios universitarios, comprende tres ejercicios referidos a los siguientes ámbitos:
1. Comentario de texto o desarrollo de un tema general de actualidad.

2. Lengua castellana.

3. Lengua extranjera a elegir entre inglés, francés, alemán, italiano y portugués.

b) La prueba específica, que pretende valorar las habilidades, capacidades y aptitudes para superar los estudios de la opción elegida, se estructura en cinco opciones: Opción A , científico-técnica; Opción B, de Ciencias de la Salud; Opción C, de Humanidades; Opción D, de Ciencias Sociales, y Opción E o Artes.

Únicamente se puede solicitar plaza universitaria en aquel centro donde se superan las pruebas o, en su caso, en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia). Igualmente te invito a entrar a la página web de nuestra universidad donde encontrarás la información correspondiente a la prueba de acceso para mayores de 25 años.

¿Panacea o despilfarro?

El Gobierno ha tirado la casa por la ventana con Escuela 2.0, el proyecto educativo más ambicioso en sus cinco años de mandato. Quiere inundar de portátiles nuestras aulas y situar a las nuevas tecnologías en el epicentro del aprendizaje. ¿Servirá para que nuestra maltrecha enseñanza comience a remontar el vuelo?

Hace dos años, Mark Lawson, director de instituto en Nueva York, dijo basta al reparto masivo de portátiles entre los alumnos del Lincoln High School. Los chavales se descargaban pornografía e ideaban chuletas digitales. Un hacker precoz se había colado por las rendijas de la seguridad virtual y explicaba, en una web creada al efecto, cómo emularle y bombardear el sistema del centro con todo tipo de gamberradas cibernéticas. Lawson declaró que, tras siete años de vida, el programa no había reportado beneficio académico alguno; se trataba de una mera “distracción”.

El caso del Lincoln no es único en Estados Unidos, un país con tres ordenadores por cada diez alumnos, una de las tasas más altas del mundo. Otros, como el Matoaca High School, han cerrado el chiringuito de informática escolar a gran escala por meras razones económicas. Rentabilidad pedagógica. ¿Por qué invertir 1,5 millones de dólares al año en una iniciativa de resultados académicos inciertos?

Por el momento, nadie ha conseguido demostrar las supuestas glorias de la medida de moda en los colegios de todo el mundo. Tiene glamour, queda perfecta en las inauguraciones, alberga LA fuente de conocimiento de nuestra era, aparenta igualdad (la famosa “brecha digital”), permite fantasías futuristas. Pero lo cierto es que no hay datos sólidos que refrenden su eficacia. Algún estudio desperdigado y sobre cuestiones muy concretas. Según el profesor Larry Cuban, de la Universidad de Stanford, “no existen pruebas de que el uso habitual de multimedia, internet, procesadores de texto y otras famosas aplicaciones tenga algún impacto sobre el rendimiento académico”.

¿Tecnología negativa?

Poca sustancia estadística al otro lado del espectro: tampoco sabemos hasta qué punto pueden las nuevas tecnologías entorpercer el aprendizaje. A la hora de analizar su impacto, los investigadores topan con muestras aún demasiado escasas e iniciativas tan recientes que casi no permiten estudiar cómo han evolucionado los alumnos. A esto se suma la esencia misma de la informática, mutable y polivalente, con evoluciones continuas y flamantes herramientas cada mes.

Sí existen, por el contrario, escuelas como el Lincoln o el Matoaca que ya han reculado e infinidad de testimonios de docentes contra la invasión de las máquinas en su lugar de trabajo. Y reflexiones que invitan al desánimo por venir de quien vienen. Steve Jobs, el jefazo de Apple, uno de los gigantes de la industria, hablaba recientemente en estos términos: “Soy probablemente la persona del mundo que más ha apoyado la introducción de equipamiento informático en las escuelas, pero he llegado a la conclusión de que el problema con el que tratamos no puede aspirar a resolverlo la tecnología”.

Nuevo modelo productivo

Curiosamente, el otro supermagnate de la informática, Bill Gates (éste sí defensor de la escuela digital), se entrevistó la semana pasada con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Para charlar sobre proyectos solidarios, marcaba el programa, aunque Gates no desaprovechó la ocasión para aplaudir la Escuela 2.0 con la que el ejecutivo socialista aspira a sembrar las semillas de un nuevo modelo productivo. Todo apunta a que el multimillonario de la sonrisa beatífica participará de un modo u otro en los fastuosos planes del Ejecutivo, nada menos que 420.000 portátiles antes de septiembre.

A la vista de lo ocurrido en el último encuentro entre el ministro Ángel Gabilondo y los consejeros de las comunidades autónomas, se trata de un proyecto en pañales que el Gobierno deberá perfilar cuanto antes si quiere cumplir sus ambiciosos objetivos. Quedán aún muchas dudas por resolver. ¿Cómo se va a financiar? ¿Quién va a formar a los profesores? ¿De qué manera afectará al empleo de otros materiales didácticos? Y sobre todo: ¿servirá de algo?

Aprender con máquinas

La historia del medio cambiando el mensaje educativo viene de lejos. Ya en los años 50, cuando Estados Unidos convirtió la televisión en bien de consumo masivo, no faltaron profetas que anunciaron la llegada de una forma radicalmente distinta de concebir la enseñanza. Se contrataría a los mejores profesores para que emitieran sus lecciones a todo el país. Flora y fauna por vía catódica, demostraciones científicas, obras de teatro por doquier. La tele entró en el aula con más pena que gloria: los chavales vieron de pascuas a ramos un shakespeare en blanco y negro y quizá alguna emisión sobre protocolos de emergencia en caso de ataque nuclear.

Pasaron dos décadas y explotó el boom de los laboratorios de idiomas. Asépticos cubículos, fonética y gramática en uno, aprendizaje personalizado. Rápido, claro, sin distracciones. Un rollo tremendo: las clases de toda la vida con alumnos y profesor impusieron su ley social y hoy quedan pocos vestigios de magnetófonos y auriculares en las academias.

Ya en los 80, se dijo que el vídeo vendría a subsanar el gran inconveniente de la televisión: oferta rígida y decidida por instancias no educativas. Ahora el profesor podría elegir qué película, qué documental, según el momento y las dinámicas de la clase. Historias de superación en los entornos desfavorecidos, visionado de nouvelle vague para los privados hiper-élite. La cosa fue poco más allá de eso, pelis en la clase de Ética y esporádicas proyecciones de carácter científico.

El mundo de la informática pre-internet también tuvo sus incursiones didácticas; CD-Rom y juegos educativos en los 90, prestaciones Spectrum más modestas durante la década anterior.

Las revoluciones tecnológicas en la escuela han arrojado una única conclusión: aún está por demostrar que los cables y las pantallas puedan competir con un profesor armado de brillante oratoria, profundos conocimientos y pasión por su trabajo.

Portátiles para el Tercer Mundo: ¿idealismo lucrativo?

Mini-portátiles con conexión wifi en las polvorientas aulas de la sabana africana. Una virguería post-industrial como atajo para invertir las complejas dinámicas de la injusticia global. Nicholas Negroponte –hay quien piensa que un hábil comerciante con barniz de filántropo– pensó un día que en la lucha contra la pobreza pesaban más los supuestos beneficios del píxel que otras prioridades educativas quizá más acuciantes. Y hace tres años presentó a bombo y platillo el programa OLPC (One Laptop Per Child, Un portátil para cada alumno). Miles, millones de ventanas al universo digital en versión tercermundista (siete pulgadas) ante los ojos de alumnos obligados a sentarse en el suelo ante la ausencia de pupitres.

Por 100 dólares la unidad (luego el precio llegó a duplicarse), los estados podrían adquirir cuantos ordenadores quisieran (lote mínimo 15.000) a su particular organización mezcla de ONG y empresa high tech, que en breve recibió encargos de cuantía astronómica procedentes de varios países en vías de desarrollo. El utópico mercante se codeó con el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan, y la jet de la solidaridad global, tuvo rifirrafes con algunos de los capos del negocio (Microsoft o Intel) y sufrió demandas por supuestas infracciones en materia de patentes.

Negroponte no dudó en proponer la muerte del libro de texto si su supervivencia suponía un obstáculo para la implantación del OLPC. Llegó a decir que, en caso de que a los estados no les saliesen las cuentas, siempre se podía prescindir de los manuales clásicos y dejar paso al monopolio informático. Una disyuntiva que nunca nos planteamos en el mundo rico: en principio, nos quedamos con los dos. Él defendió que era viable construir una estructura educativa por el tejado cuando ni siquiera se habían comprado los más básicos cimientos.

Además de incontables problemas en la producción, distribución y funcionamiento del cachivache, el proyecto ha languidecido por la crisis y, claro está, porque no existe evidencia alguna de sus bondades pedagógicas. Lo que sí sabemos es que algunas mafias africanas comercian con los ordenadores como ya hacían con los uniformes escolares y el material didáctico tradicional. Aún existen bocetos o primeras fases en un buen puñado de países, pero parece que el OLPC se desinfla sin remedio. A principios de año ya tuvo que despedir a la mitad de su plantilla.

Padres en el banquillo

La noticia saltó hace unas semanas: un juez condenaba a un padre, que había instalado cámaras en el baño para comprobar si su hija era anoréxica, a cinco años sin ver a la menor y a otro de cárcel. La polémica no ha tardado en llegar: ¿hasta dónde se puede fiscalizar la acción de los padres?

Los medios de comunicación echaban humo cuando se confirmó la noticia: el Juzgado de lo Penal nº 3 de Lérida había condenado a un año de prisión y cinco de alejamiento a un padre por instalar una cámara en el baño con la que comprobar si su hija adolescente sufría anorexia o bulimia. El caso ha resultado, a la postre, algo más enrevesado, pero la polémica se mantiene. Además, la sentencia llega meses después de otra polémica judicial familiar, en este caso con una madre y un hijo como protagonistas: en Jaén, una madre fue condenada a 45 días de prisión y un año de alejamiento por haber propinado una bofetada a su hijo, al reñirle por no hacer los deberes del colegio. Los casos son distintos, pero mantienen una cuestión común de fondo: ¿hasta dónde puede interferir la Justicia en el ámbito paterno-filial?

José Luis Requero, magistrado de la Audiencia Nacional, ex vocal del Consejo General del Poder Judicial y padre de diez hijos, prefiere ser cauto respecto al caso de Lérida: “Creo que hay que ser muy prudentes a la hora de valorar estos hechos. Primero, es necesario conocerlos a fondo, leer la sentencia y conocer las circunstancias de esa familia y cómo se ha llegado a esa situación. De lo que sale en la prensa se deducen antecedentes no muy positivos: familia rota, el padre realizaba actos de exhibicionismo, el abuelo realizaba tocamientos a la hija… hechos por los que han sido procesados; luego podría darse el caso de que las grabaciones no fueran tan bienintencionadas”.

Aunque convenga, por tanto, valorar con cautela este caso, lo llamativo es que parece que llueve sobre mojado, al recordar la condena a la madre de Jaén. Y aquí Requero sí que habla con rotundidad: “Ese asunto era distinto. Tras leer las sentencias se deducía que no había ánimo alguno de maltratar, y se advertían incongruencias, dicho con todos los respetos. Por ejemplo, tras decir que no se trata de que los tribunales digan a los padres cómo deben educar a los hijos, sí que se daban máximas educativas”. Y no sólo eso, sino que “es excesivo que, tras derogar del Código Civil el llamado ‘poder de corrección’, se deduzca ni más ni menos que todo castigo físico, incluso el cachete, sea identificable con el maltrato”. ¿Solución? “Con sentido común, los límites del poder de corrección son fácilmente deducibles, lo malo es que se pierda la sensatez”, dice Requero. Un sentido común que pasa, claro, por que los padres sean los primeros buenos educadores de los hijos, con las menores interferencias externas posibles.

Papel de la justicia

Ahora bien: cuando un conflicto entre padres e hijos llega a los juzgados, ¿qué debe hacer la Justicia? Requero lo tiene claro: “Mal van las cosas si los tribunales se hacen presentes en la vida familiar. Si esto ocurre, es que en la familia no hay autoridad ni respeto. Como no se solucionan los problemas es agilizando los trámites para la disolución de la familia, o acelerando el divorcio, porque eso da por sentado que la ruptura es la solución, cuando antes hay que ver qué puede y qué debe hacerse para salvar ese matrimonio, que es como decir salvar la base de la familia. En estas situaciones es cuando la mediación familiar puede surtir efecto, entendida siempre no como una ‘negociación’ entre abogados para pactar la ruptura del enlace, sino para salvar la familia y el matrimonio”.

El padre, ¿bajo sospecha?

Un tipo de asociación de nueva creación en España es el de las plataformas de padres que reivindican su derecho a la paternidad. El motivo es que en la mayoría de los casos ellos son los grandes perjudicados, especialmente si hay separación. La figura paterna parece estar bajo sospecha. Así, estos días ha surgido en distintos foros una misma duda respecto al caso de Lérida: ¿qué habría pasado si la cámara la hubiera instalado la madre? José Luis Requero hace una valoración del papel del padre, avalado por ser educador de diez hijos: “La figura del padre no luce con la autoridad con que debería, y lo cierto es que muchos padres no saben ejercer de tales. Pero su figura es esencial, como la de la madre. Esto es una obviedad, pero es que la educación de los hijos necesita esa complementariedad. El padre tiene que aportar lo específico: ejemplo, cariño hacia la madre, saber oír, saber decir que no”.

Un verano diferente

Nos pasamos todo el año deseando que lleguen las vacaciones y según se van acercando nos preguntamos qué podemos hacer para que este año sea distinto, algo que realmente nos ayude a desconectar de la rutina y no se quede en uno de esos veranos fácilmente condensable en un puñado de fotos. Ahora quizás sea el momento de hacerte la pregunta: ¿qué es lo que esperas de tus vacaciones? La mayoría responde: “tener tiempo para mí”, y los menos egoístas quizás añadan “y para los míos”. Sin embargo, pocos se plantean lo que supondría para ellos y sus familias dedicar ese tiempo a hacer algo por los demás y que eso precisamente haría que este verano fuera diferente: gente inolvidable, realidades que dejan huella…

Son pocos, es cierto, pero cada vez más los que tienen la iniciativa de acercarse a una ONG para averiguar qué podrían hacer para sentirse útiles ante tanta injusticia. “Casi todo el mundo que se acerca a la ONG lo primero que te dice es que quiere ayudar, pero no se puede hacer mucho en 20 días y lo que realmente ocurre es que la balanza se inclina a favor del voluntario. Todos partimos de la voluntad solidaria, pero lo que van a hacer es una experiencia intercultural, pues para producir un cambio real en la situación de un lugar debe haber un mismo grupo en un mismo sitio y con una misma línea de acción”, explica Ana Eseverri, directora del Departamento de Proyectos de la Asociación para la Integración y Progreso de las Culturas Pandora.

Aún así, muchas ONG han sabido aprovechar esta voluntad de ayudar ‘cuando se tiene tiempo’ con iniciativas pensadas para las vacaciones como pueden ser viajes de turismo solidario y responsable, acogida de niños en familias o proyectos concretos como la sensibilización medioambiental en las cataratas de Ouzoud (Marruecos), la reparación de un centro educativo en Chortí (Guatemala), la construcción de estufas ahorradoras de leña o de cisternas para almacenar agua de lluvia en Araguero (México)…

“La experiencia nos ha servido para saber que cuanto más personalizado sea un proyecto, mejor sale”, explica Ana. Dentro de estas iniciativas, sin embargo, conviene diferenciar entre el turismo solidario –basado en la justicia socioeconómica y el respeto al medio ambiente y la cultura– y los microproyectos ya mencionados.

Donde comen dos…

Otra manera de dedicar tu veraneo en familia a alguien más sin necesidad de grandes costes es recibir en tu casa y en tus planes de vacaciones a un niño saharaui o de Chernóbil, pues su salud te lo agradecerá el resto del año.

Vacaciones en paz: se trata de un programa de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui ( www.amigosdelpueblosaharaui.org ) para acoger a un niño de 7 a 12 años desde finales de junio a finales de agosto, cuando se pueden superar los 50º en su país, dándoles la oportunidad de mejorar su alimentación y su salud con revisiones médicas. Se puede dejar al niño en campamentos de verano y luego llevárselo a la playa o al pueblo; cada uno se organiza a su manera avisando del destino y sin salir de España.

• Carencias nutritivas: Asistencia a la Infancia es una asociación que trabaja con orfanatos –donde vive la mayoría–y familias de Chernóbil para mejorar las condiciones de vida de los niños, su alimentación y su educación con acogidas temporales. En su web ( www.alainfancia.org ) hay disponible un Código Ético para las Familias Acogedoras. El programa Cigüeña de la asociación cordobesa Miguel Vacas ( www.abmiguelvacas.org ) gestiona la acogida de niños de Kiev, que llegan muy delgados y con retraso de crecimiento. Familias Solidarias con el Pueblo Bieloruso ( www.familiassolidarias.org ) se encarga de las vacaciones en España de un máximo de 300 niños de Moguilev.

Turismo solidario

• El viaje parte de una necesidad local.
• Se convive y se comparte con los habitantes.

• Consumo de productos locales.
• El programa comienza antes del viaje con acciones solidarias y de formación, se desarrolla durante y después del regreso dependiendo de la implicación de cada persona.
• Reparto equitativo de los ingresos (sabemos dónde va nuestro dinero).

Acogida familiar

• Es un régimen de acogida sin posible adopción, pues su familia está en campamentos de refugiados.
• Se deben respetar las normas de casa, pero hay que ser respetuosos con sus diferencias y comprensivos durante su adaptación.
• Los niños de Vacaciones en paz suelen repetir familia y ésta puede visitar después el campamento. Para apuntarse sólo se precisan fotocopias del DNI y de la tarjeta sanitaria y original del padrón.

Microproyectos

Duran unos 21 días y son flexibles. En la charla a la que asistimos comprobamos que los proyectos eran bastante adaptables al tiempo disponible o a peticiones como la de un joven que quería ir con sus padres a Mali. En este caso, consiguieron organizarse entre todos para que los padres fueran a un taller infantil, mientras que su hijo iba a montar un centro multimedia para ciegos. El interés es lo fundamental, lo demás se puede hablar. www.aipc-pandora.org

“Los padres no se dan cuenta de la importancia que tienen como grupo”

Víctor Pérez-Díaz es catedrático de Sociología en la UCM y director-fundador de Analistas Socio-Políticos (ASP), gabinete de estudios que lleva publicando desde hace años diversos estudios sobre educación. Los dos últimos son una encuesta a profesores y otra a padres, de la que ya les dimos cuenta en el último número. Hoy nos cuenta algo más de este estudio.

P. Esta encuesta se aleja mucho de los patrones habituales.
R. ¿En qué sentido?

P. Pregunta cosas que otras no miden, y le da mucha importancia a lo que la gente hace, y no a lo que la gente es y no puede cambiar.
R. Sí, esa es la orientación general. Los padres tienen un compromiso tremendo con la educación de los hijos. Siempre se habla de que son los responsables, pero eso es un lugar común del que no se sacan consecuencias. Lo que hemos hecho es preguntar por cómo ejercitan esa responsabilidad, y en qué medida eso es relevante. Queda bastante claro que hay cosas que son previas, como la carga genética o el nivel de estudios, que son relevantes. Pero los padres hacen muchas cosas: para empezar, se preocupan de llevar a sus hijos a la escuela antes o después, que es un tema que abre debates que no están claros. Por ejemplo, no es tan seguro que haya que escolarizarlos a los dos años.

P. En eso coincide con los datos de la OCDE…
R. Esto es importante, es una llamada de atención contra lo políticamente correcto. Cuidado. Yo me tomo eso en serio: me interesa mucho la cultura moral que los padres pueden transmitir. Si no la tienen, a lo mejor hay que escolarizarlos cuanto antes, pero si la tienen, será mejor que estén con ellos.

P. Parece razonable.
R. Segundo, la idea de que le dan vueltas para decidir a qué colegio lo llevan. A pesar de que este sistema no favorece mucho la elección, es muy frecuente que los padres se informen de varios, y eso es un dato que correlaciona favorablemente con los resultados de los hijos. Se ve que es un indicador interesante de preocupación por los estudios.

P. Sí es interesante.
R. Los padres también expresan interés por un tema tabú: el cheque escolar. Tabú porque la profesión no quiere discutirlo, porque la clase política –dominada por gentes “hiperprudentes”, por no llamarlas pusilánimes– tampoco, y porque hay unas organizaciones profesionales a las que se les han cruzado los cables, y en lugar de tener una lectura abierta y razonada, la tienen tosca y sin elaborar.
Cuando se les pregunta a los padres, hay un incremento por el interés por el cheque escolar a lo largo de los años, y eso en un país en el que los partidos políticos, las asociaciones profesionales y los medios de comunicación se han puesto de acuerdo para no hablar del tema. Pero la verdad es que estos cheques existen. Y hay dos tercios de los padres interesados en ellos.

P. Parecen muchos.
R. Un problema interesante es que “los padres” son un agregado desagregado y disperso que, como se decía antes, no tienen “conciencia de sí”, no tienen el mecanismo de reflexividad que les haga darse cuenta de la importancia que tienen y de cómo piensan ellos mismos.

P. Hablábamos de cómo se implican en la educación de sus hijos.
R. Cuando llega el momento de ocuparse de su educación, la evidencia es desbordante: se implican todo lo que pueden. Y la encuesta indica que el que se impliquen es bueno para los resultados escolares de sus hijos. Hay una implicación real: la buena noticia es que los padres están por la labor y que eso funciona. Luego viene otra noticia más compleja: ¿participan mucho en el funcionamiento de los colegios? No mucho. ¿Están enterados de cómo funcionan los centros? No mucho. ¿Los colegios hacen algo para facilitarlo? Casi nada. Por lo tanto, aquí hay un desencuentro, un problema, que unos y otros deberían plantearse.

P. Los profesores siempre se quejan de que los padres sólo quieren que sus hijos aprueben, pero muchos quieren que el colegio exija.
R. Ahí entramos en un terreno más complejo, que es lo que los padres tienen en la cabeza con respecto a lo que quieren para la educación de sus hijos, porque no lo tienen claro. Tienen un nivel de exigencia modesto (más en España que en otros países), fácilmente dicen algo así como “quiero que mis hijos estén a gusto allí, se adapten y aprendan a vivir juntos”. Eso sugiere una ambición corta y unos padres sin mucho criterio ni ambición. Si los padres quieren ser así, que lo sean, pero que sepan que en otros países son más exigentes, y que ellos mismos podrían revisar su planteamiento.
Además, no estamos muy seguros de que tengan una percepción del sistema educativo que tienen y a dónde les conduce. Por ejemplo, se imaginan que sus hijos irán a la universidad en una proporción mucho mayor de lo que luego ocurre en realidad, tienen una visión poco realista. Los padres tienen una buena impresión, grosso modo, de la educación que reciben sus hijos, mejor que la de los profesores, que son más autoexigentes en este punto. Siendo padres no muy educados, tienen un nivel de exigencia bajo con el sistema educativo, eso es como es. Por eso también una clase política poco educada tiene un nivel de exigencia poco alto, lo que lleva a una deriva del país en su conjunto. Y eso hay que decirlo.

P. ¿Nuestro país puede permitirse un 30% de fracaso escolar?
R. El país ha vivido con esto durante mucho tiempo, y ser un país medio no es una tragedia. El problema está en con qué nivel de exigencia se mida. Si quieres un nivel que tenga lo que ahora estos políticos que tenemos por aquí llaman el cambio del modelo de crecimiento, pues olvídalo. Para eso necesitas un sistema educativo muy exigente. Pero si tu sistema económico es de poco valor añadido, de bienes y servicios de calidad modesta, de mucha importación, etc., bueno, se puede vivir con eso. Vale para países medianos. Si quieres otra cosa, pues no.