Las alubias mágicas

La compañía “La bicicleta” de la Sanpol, bajo la dirección de Ana María Boudeguer, representa la versión teatral del cuento Las alubias mágicas. El mundo mágico de las hadas, ogros y milagros de estos cuentos tradicionales tiene su contrapartida en la vida real. Y si la mitad del gozo de los niños al seguir la peripecias de estos ya mitológicos personajes consiste en emocionarse con la vitalidad de la aventuras, la otra mitad surge del reconocimiento, en los exagerados personajes y situaciones con las que se encuentra en su mundo real.

Más información: http://www.teatrosanpol.com

La importacia de los tres primeros años de vida

El palabras de Emilce Dio Bleichmar, “El apego es un sistema motivacional del niño recíproco a los cuidados del adulto, que será el encargado de la heteroconservación de la cría humana, debido a la prematuridad para la autoconservación con la que nacemos”.

En la Segunda Guerra Mundial, diferentes profesionales de la medicina pudieron trabajar con niños huérfanos en internados. Estos infantes estuvieron perfectamente atendidos desde el punto de vista nutricional, higiénico y educativo por médicos y enfermeras que rotaban constantemente. Cumplían rigurosamente las normas de las diferentes instituciones que los acogieron, se adaptaban sin problemas a unos hábitos que regulaban la convivencia en los centros y promovían la autonomía progresiva de los niños, para que éstos pudieran ser independientes cuando alcanzaran la edad adulta.

A pesar de estas condiciones favorables, muchos niños murieron o sufrieron graves trastornos mentales que la ciencia no sabía bien a qué variable atribuir. Padecieron la depresión anaclítica (Spitz). No hace falta ir tan atrás en el tiempo para observar casos así. En muchos internados de Rusia y China vemos niños con esa desconexión interpersonal cada vez que alguien con una cámara de video cuelga unas imágenes de la vida en estos centros por internet.

Estos casos constituyeron una situación extrema y promovieron una profunda reflexión entre educadores, asistentes sociales, psicólogos, psicoanalistas y personal médico.

Lo más interesante y paradójico de estos niños es que ninguno de ellos pidió ayuda. No fueron bebés querellantes, no gritaban ni se enfadaban con los distintos educadores y enfermeros que cuidaban de ellos, no sonaron las alarmas, no constituyeron un motivo de preocupación porque aparentemente su crecimiento procedía más o menos bien. Habían desarrollado lo que hoy se conoce como un apego evitativo.

Los niños con esta modalidad de vínculo son aquellos que interiorizan progresivamente una falta de atención por parte de los tutores adultos a sus necesidades afectivas más nucleares, y por lo tanto no muestran un comportamiento de querella con sus referentes afectivos porque no tienen las suficientes expectativas de que su queja pueda tener sentido práctico. Lo más interesante de este patrón es que la ruptura de las expectativas de cuidado y atención por parte de los padres tiene lugar en interacciones pequeñas, que no llaman la atención del adulto y que no se procesan de forma consciente por parte del niño. Se van almacenando modularmente en un tipo de memoria que se denomina procedimental (aquélla que se adquiere a base de hábitos regulares y que posteriormente no exige un procesamiento por parte de la conciencia: la utilizamos para caminar, hablar, conducir, tocar un instrumento, etc).

Este proceso tiene diferentes consecuencias en el niño: la vinculación no atendida queda registrada en un órgano cerebral denominado amígdala, que es un archivador de nuestro repertorio emocional. Sin embargo, al no tener conciencia de lo que ocurre, no habrá una memoria episódica de dichas rupturas. Por lo tanto, estas vivencias no se almacenarán en el hipocampo, la región cerebral encargada de memorizar sucesos relevantes para la subjetividad del niño. En resumidas cuentas: la falta de conexión intersubjetiva con el adulto hace que el niño no sea capaz de registrar sus propias necesidades emocionales, desatendiéndolas y mostrando un aparente estado de serenidad. Es lo que ocurre en el famoso cuento de El traje del Emperador, en el que éste no se percata de su desnudez y no es capaz por tanto de atender una necesidad nuclear como es el cuidado y la protección de su vulnerabilidad.

¿Y si trasladamos este modelo a familias con una forma de vida más normalizada? ¿Cómo podemos percatarnos de que este patrón está teniendo lugar en la motivación del niño? Son aquellos niños que pasan la mayor parte del tiempo desconectados de sus propias emociones y de la interacción emocional con los demás. Tienden a jugar solos, con poco sentido de la complicidad o de la empatía, y en general aparentan tener un estado de serenidad y falta de conflicto. Al estar desapegados, pueden dirigirse a cualquier adulto extraño y jugar con él sin mostrar ningún miedo. Sin embargo, como sus niveles de cortisol (hormona del estrés) en sangre indican, las situaciones cargadas de ansiedad les afectan igual que a los otros niños, pero ellos no tienen tendencia a expresarlo. Los adultos tenemos que tener mucho ojo con esta modalidad de apego, porque los padres tienden a pensar que a su hijo no le pasa nada.

Es más, cuando le ven dirigiéndose a extraños con aparente soltura piensan que su hijo es desenvuelto socialmente, sin trabas, sin condicionamientos ni prejuicios. Éstos son los niños que pasan desapercibidos en el colegio porque sacan buenas notas, tienen amigos, son responsables…y luego en la adolescencia tienen trastornos de alimentación, depresión o alexitimia. Es decir, en una época de descontrol como la adolescencia, tienden a compensar su angustia controlando el peso o las emociones de forma excesiva y patológica. ¿Cómo podemos percatarnos de que esto está ocurriendo? Porque son niños adultos. No se comportan como niños, y tienen una inversión de roles con el adulto, que da cuenta de su falta de espontaneidad en el contacto con el otro, de su escasez de genuinidad en el contacto interpersonal o intersubjetivo.

Otra modalidad de apego inseguro es el denominado ambivalente o resistente. En este caso comprende aquellos niños inquietos, nerviosos, siempre preparados para llamar la atención. Son los que no se calman con el consuelo de los padres. No olvidemos que los niños son esponjas que absorben el clima de ansiedad en el entorno familiar. Esta dificultad para tranquilizarse comienza en el proceso de amamantamiento. Dar el pecho no es sólo un gesto con finalidad nutritiva. En el momento de amamantar hay una madre que mira a los ojos del bebé, que hace arrumacos, busca la complicidad, proporciona calor corporal, sostiene físicamente, y todo esto concluye en un sentimiento general de seguridad que promoverá la futura autoestima del niño.

¿Y si en el amamantamiento el bebé se encuentra con una madre con dificultad para regular su propia ansiedad? ¿Qué ocurrirá si se encuentra con una madre de mirada esquiva, que se inquieta si el bebé come o no come, que no transmite seguridad, que tiene dificultad para regular los horarios de las tomas o tiende a compensar la intranquilidad del bebé amamantando a destiempo? Por supuesto, en este proceso educativo hay que incluir a la figura del padre en pie de igualdad, y no desestimar su papel como referente a la hora de transmitir calma y de entonar emocionalmente con el niño. Lo que tenemos que tener en cuenta es que el proceso de organización emocional del infante va de la heterorregulación (cómo se regulan emocionalmente los padres) a la autorregulación. Los padres se la juegan en esta etapa, porque de ellos depende ni más ni menos que la futura capacidad de sus hijos para regular sus propios estados anímicos. Estos niños, a través de la queja, la querella, la llamada de atención, la hiperactividad…nos están haciendo un inmenso regalo: nos envían el mensaje de que necesitan nuestra ayuda. Si no sabemos proporcionársela adecuadamente, pueden evolucionar hacia el nivel evitativo e instalarse en el desapego y la desconexión del
contacto con el otro.

Por último, tenemos a los niños con un patrón de apego seguro. Retomando el cuento de El traje del emperador, el niño protagonista que es capaz de percatarse de que el emperador va desnudo sería un buen ejemplo de lo que es la seguridad en el infante: la capacidad de mantener la espontaneidad a pesar del condicionamiento adulto. Son aquellos niños que crecen en un ambiente de incondicionalidad que les permite mirar con sus propios ojos, expresar sus propios sentimientos, idealizar la figura de los padres para mantener vivas sus ilusiones, mostrar su rabia abiertamente cuando se sienten excluidos, regular sus estados de ansiedad y miedo con un adulto que les procura tranquilidad y es capaz de ejercer de traductor de sus procesos emocionales.

Los niños aprenden a hablar en el encuentro con el adulto, que es capaz de simbolizar lo que al bebé le pasa. Las diferentes sensaciones que atraviesa el infante son puestas en palabras y el lenguaje se convierte en la puerta de acceso al mundo de los mayores. Los niños que se encuentran con buenos traductores, que saben ponerse en su lugar y acertar con precisión cuáles son sus verdaderas necesidades, son aquéllos que pueden acceder a este patrón de apego seguro.

Bugaboo y Natalia Vodianova se unen para luchar contra el SIDA

La supermodelo y (Bugaboo)RED aúnan fuerzas para incrementar la aportación de recursos al Fondo Mundial en la erradicación del SIDA en África. De esta forma, Bugaboo continúa con su firme compromiso de reducir el número de transmisiones de esta enfermedad de madres a sus hijos nonatos.

Una vez más, Bugaboo, empresa líder de movilidad, ha reunido el esfuerzo desinteresado de una mujer ejemplar que ha sabido combinar una dura labor profesional con la maternidad, la supermodelo Natalia Vodianova. Fundadora y presidenta de Naked Heart Foundation (Fundación Corazón Desnudo), una organización solidaria que lucha por proveer a los niños de un entorno seguro y estimulante donde jugar en zonas urbanas de Rusia, Natalia afirma que la campaña (BUGABOO)RED es “una maravillosa e inteligente colaboración”.

Desde el 1 de octubre de 2009, Bugaboo realiza una aportación única del 1% de todos sus ingresos al Fondo Mundial para ayudar a financiar programas contra el SIDA en África. “El virus es un enemigo muy listo y el hecho de que niños nazcan con este enemigo me pone enferma”, señala Natalia. La campaña gira entorno a la imagen de la supermodelo de 28 años, madre de tres hijos, rodeada de bebés de diferentes etnias y nacionalidades –que simbolizan la gran familia mundial de Bugaboo–, y cubierta por una vaporosa tela de seda roja, representativa de la colaboración con (RED)TM –programa solidario para la captación de recursos del Fondo Mundial en el que se incluye (BUGABOO)RED-. “No me involucro en cada acción solidaria que se cruza en mi camino. (BUGABOO)RED vale particularmente la pena porque el SIDA es el mayor enemigo de la humanidad”, apunta la joven estrella.

El mensaje que lanza la compañía con (BUGABOO)RED expone una nueva manera de entender la responsabilidad global. “Algo realmente positivo está pasando en el mundo de la moda”, dice Natalia. Programas como el de (RED)TM son cada vez más visibles en el actual mundo de las pasarelas. “Si no tomas una posición socialmente responsable, estás fuera del club”.

Los orígenes humildes de su familia le hacen tener más que presente la necesidad de contribuir de forma solidaria con la sociedad. “Fui criada por una madre soltera, con una hermana pequeña que está discapacitada mentalmente”, dice. Para paliar estos apuros, Natalia trabajó desde los 11 años en la parada familiar del mercado de su ciudad natal –Nizhni Novgorod, la tercera ciudad más grande de Rusia-, y continuó trabajando para la familia después de mudarse a los 15, antes de ser descubierta a los 17 y de mudarse a París para ser modelo.

Su vida la llevó desde muy pequeña a ser responsable de si misma y de quienes le rodean. Sin embargo, la maternidad supuso un gran cambio positivo. “Te vuelves más consciente y responsable. Cuando te involucras en la infancia de tus propios hijos, es muy triste ver a otros niños sufriendo”, asegura Natalia.

Así, la estrecha colaboración de la supermodelo con Bugaboo tratará de incrementar los 19.3 billones de dólares que ya destina el Fondo Mundial a la financiación de programas contra el SIDA.

Educar las emociones a través de los cuentos

Durante su intervención en las V Jornadas de Educación Infantil, la psicóloga y terapeuta Begoña Ibarrola definió la importancia de que los niños adquieran habilidades emocionales y el papel del cuento para trabajar las emociones en el aula.

“Educar para la vida es hacer ver a los niños que no todos los días son felices y esto no se consigue edulcorando los cuentos”, según declaró la psicóloga y terapeuta infantil Begoña Ibarrola durante la celebración en Madrid de la V Jornadas de Educación Infantil, organizadas por Ediciones SM bajo el lema “Educar las emociones a través de los cuentos”.

Durante el acto, al que asistieron más de 1.200 docentes de educación infantil, Ibarrola señaló que “desarrollar las habilidades emocionales de los alumnos hace que disminuya el fracaso escolar, previene el acoso y crea climas más saludables en los colegios”. “Para tener éxito en la vida es más importante que los niños adquieran determinadas habilidades o competencias emocionales a que sean inteligentes”, entendiendo por competencias el conjunto de conocimientos, capacidades, cualidades y comportamientos que contribuyen al éxito en un puesto de trabajo o en la ejecución de una determinada tarea, afirmó Ibarrola.

Vivir en otros

En este sentido, defendió el papel de los cuentos para trabajar las emociones en el aula ya que “gracias a los cuentos el niño tiene la posibilidad de multiplicar o expandir su experiencia a través de las vivencias de los personajes y tiene la oportunidad de explorar la conducta humana de un modo comprensible”. Tradicionalmente se han atribuido al cuento cinco funciones. La función mágica, por estimular la imaginación y la fantasía; la lúdica, por entretener y estimular; la estética, por servir para transmitir enseñanzas morales e identificar valores; la espiritual, al contribuir a comprender las verdades metafísicas y filosóficas y la función terapéutica. A las que Ibarrola, durante su intervención, incorporó una sexta, la del cuento “como factor clave para la educación emocional de los más pequeños”.

Así pues, los cuentos se convierten en magníficas herramientas para educar las emociones y comprender nuestro mundo interior, a la vez que permiten adentrarnos en la vida de otros, observando el mundo y las miles de vivencias que en ellos se plasman desde una distancia de seguridad. Cada cuento es un mundo donde se presentan situaciones que el niños puede imaginar y con el que se puede identificar fácilmente, por lo que su lectura tiene sentido por sí misma. Pero, además ofrecen la posibilidad de realizar actividades prácticas relacionadas con el cuento en la que se emplean los diferentes tipos de lenguaje –corporal, pictórico, verbal…-, lo que permite explorar el mundo de emociones y sentimientos de los niños a partir de diferentes ángulos, al mismo tiempo que ofrecen la posibilidad de desarrollar su creatividad y su capacidad de generar respuestas propias.

Garabatos (II)

Continuamos con la segunda parte de Garabatos y en este número trataremos el garabato controlado o longitudinal, el circular y con nombre.

Habitualmente, entre los 18 meses y los 3 años el niño inicia la primera etapa de autoexpresión, nombrada el Garabateo. Dentro de esta etapa, el garabateo irá evolucionando, y por ello se diferencian cuatro periodos: descontrolado (PADRES 03 abril), controlado o longitudinal, circular y con nombre.

Controlado o longitudinal

En cierto momento el niño descubre que hay vinculación entre sus movimientos y los trazos que ejecuta en el papel. Esto suele ocurrir unos seis meses después que ha comenzado a garabatear, es un paso muy importante, pues el niño descubre el control visual sobre los trazos que ejecuta, y representa una experiencia vital para él. En esta etapa los niños se dedican al garabateo con mayor entusiasmo, debido a que coordinan entre su desarrollo visual y motor, lo que estimula e induce a variar sus movimientos en forma horizontal.

En esta etapa los trazos del niño serán casi el doble de largos, y en algunas ocasiones tratará de emplear colores variados en sus dibujos. También les gusta llenar toda la página. Ensayan varios métodos para sostener los lápices, procurando agarrarlo de forma parecida a los adultos. Los trazos toman una dirección impredecible. En este periodo el niño tampoco tiene intención creativa, simplemente su placer deriva de las sensaciones kinestésicas y de su dominio sobre sus movimientos. De manera general en esta etapa se pueden destacar las principales características:

  • Dirige su mano, con la vista, sobre la superficie donde grafica (coordinación visual-motora).
  • Al placer táctil y kinestésico se le suma su interés visual por las conquistas gráficas que va obteniendo.
  • Aparecen trazos horizontales combinados con verticales.
  • Emplea diferentes colores en sus dibujos.
  • Experimenta con diferentes intensidades de prensión del trazo.
  • Se interesa por investigas con utensilios nuevos qu le permita dibujar o moldear.

Circular

Después de asegurar su dominio, el niño empieza a realizar movimientos más difíciles. Él mismo se pone a prueba desde el momento en que se siente seguro al coger un lápiz, y a la vez, irá trabajando su tolerancia a la frustración cada vez que intente mejorar la reproducción que haya realizado. Como consecuencia, aparecen las líneas circulares, las cuales precisan de movimiento en los que interviene todo el brazo. El rol de los adultos (padres, maestros, etc.) en esta etapa es muy importante, ya que la participación con el reconocimiento en la experiencia es lo más importante, no el dibujo en sí. De manera general en esta etapa se pueden destacar las principales características:

  • Aparecen reiteraciones de trazos: circulares, líneas cortadas, puntos, etc. con centros de intersección.
  • Controla los espacios gráficos aunque a veces por el entusiasmo excede los límites del soporte.
  • Se reconoce autor por los trazos
  • Puede superponer y alinear algunas piezas de construcción, sin combinarlas entre sí.
  • Se interesa por dejar marcas reiteradas en los materiales moldeables.

Con Nombre

Alrededor de los tres años, el niño observa aquello que ha reproducido, y a veces, empieza a adjudicar un significado a su representación. Es entonces cuando el niño comienza a dar nombre a sus garabatos, aunque en el dibujo no se pueda reconocer a nadie. Esto indica que el pensamiento del niño ha cambiado, del pensamiento kinestésico asociado al movimiento, al pensamiento imaginativo y simbólico, pues conecta los movimientos realizados para el dibujo con el mundo circundante, y aunque no siempre exista una intencionalidad representativa antes de empezar el dibujo, sí se le otorga un significado al mismo al haberlo finalizado.

Poco a poco el niño, dibuja con una idea previa sobre lo que va a dibujar. Sigue disfrutando del movimiento físico y si le dan un nuevo instrumento para dibujar, el niño pasará un tiempo considerable para ver como es en todos sus aspectos, tal y como lo haría un adulto. En esta etapa se pueden mencionar las siguientes características primordiales:

  • Ejecuta formas cerradas, generalmente circulares y trazos sueltos que asocia con objetos de la realidad, dándoles así un nombre.
  • Dedicará mucho más tiempo al dibujo.
  • Los garabatos son muy diferentes entre sí.
  • Hay intención representativa previa o posterior, aunque un adulto no pueda reconocer el objeto representado.
  • A veces anuncia que es lo que hará antes de comenzar, y muy a menudo cambia de nombre mientras trabaja o cuando ha terminado.
  • Usa el color con criterio subjetivo para reforzar el significado de las formas.
  • Al modelar aísla trozos de material. Moldea estos trozos con intencionalidad, les da nombre y puede hacerlos actuar como si fueran objetos reales.
  • Con material de construcción logra estructuras sencillas.
  • Ante utensilios nuevos para dibujar, experimentará con él hasta hallar su menor uso.
  • Acostumbran a acompañar sus creaciones con descripciones verbales. Necesitan que el adulto les escuche, no que dé significado a las creaciones del niño.

Didáctica de las tarjetas de imágenes en educación infantil

Todos los conocimientos, basados en experiencias científicas, han demostrado que los primeros años de vida son muy importantes para la estimulación del cerebro infantil.

Esta estimulación debe ser adecuada, práctica y precisa para conseguir en los niños los beneficios y logros que pretendemos. Al nacer, el cerebro del bebé ha desarrollado aproximadamente 100.000 millones de células cerebrales, algunas ya se encuentran conectadas pero, la mayoría, están esperando a ser activadas. Mediante el trabajo didáctico.pedagógico en el aula con las tarjetas de imágenes lograremos que se vayan conectando unas con otras formando redes neuronales cada vez más complejas.

Los bebés necesitan recibir estímulos diariamente desde su nacimiento. Si los estímulos son escasos o de pobre calidad el cerebro no desarrollará todas sus capacidades; si por el contrario los estímulos son ricos, variados y abundantes conseguiremos abrir caminos sensoriales en el cerebro que más adelante facilitarán y desarrollarán en el niño la atención, la concentración, la memoria y, en definitiva, todo el aprendizaje. La didáctica de las tarjetas de imágenes en los primeros meses del niño será diferente a la empleada cuando el niño tenga uno, dos o tres años. Esta diferencia se establece cambiando la forma, tamaño e imágenes de las tarjetas y por tanto su dificultad y ampliando la información que se les da con relación a la edad de los niños.

Bebés de tres a seis meses

Los bebés de tres a seis meses necesitan tener una experiencia extensa de mirar distintas formas y objetos para poder desarrollar habilidades sensoriales. En esta etapa es muy importante que el bebé disponga de una amplia y variada gama de cosas que mirar. También es necesario que pueda verlas desde distintos ángulos. Las tarjetas visuales empleadas para esta edad llevarán únicamente los colores blanco y negro. Dado su elevado contraste, les llamarán mucho más la atención consiguiendo que la estimulación visual recibida sea más efectiva.

Serán tarjetas blancas, con dibujos geométricos en negro. Estos dibujos serán espirales, círculos concéntricos y círculos con líneas convergentes. Lo ideal es que, cuando el bebé tenga todas sus necesidades de sueño y alimentación satisfechas y esté tranquilo en la cuna, una o dos veces en la mañana se les cuelguen de un hilo transparente, como si fueran móviles y se les enseñe, durante un breve periodo de tiempo, llamando la atención del bebé para que fije su mirada en las tarjetas. Si existe el movimiento se podrá agudizar su visión desde los distintos ángulos.

Bebés de seis a doce meses

Para los bebés de seis a doce meses emplearemos en las tarjetas de imágenes tres colores: rojo, blanco y negro. Los dibujos que utilizaremos serán dameros, contornos de líneas diagonales, puntos gruesos y caras esquemáticas. La posición corporal de los bebés ya no será tumbada en la cuna. Les sentaremos con los apoyos necesarios (bumbos, hamacas) en el tatami, formando un semicírculo y la educadora se colocará en medio para mostrarles las tarjetas.

Enseñaremos el material durante un breve periodo de tiempo, tres a cinco segundos cada tarjeta, mientras tarearemos una canción (sin la letra). Cuando se consiga que los bebés dirijan la mirada a las tarjetas haremos un comentario afectuoso.

Bebés de más de doce meses

A partir de los doce meses introduciremos otros cambios en las tarjetas ya que es entonces cuando los niños comienzan a pronunciar sus primeras palabras que son las que denominan lo que el niño tiene más cercano (mamá, papá, agua, chupete..) cosas que son importantes y que escucha a menudo.

Las imágenes que mostraremos al principio irán en esta línea, serán dibujos con colorido en los que reflejemos las primeras palabras del niño. Más adelante trabajaremos con imágenes que no son conocidas para él, generando su interés y favoreciendo así la adquisición de una nueva palabra (nombres de animales, vehículos, instrumentos musicales, frutas…)

La posición corporal del niño continuará siendo sentada en semicírculo junto a sus compañeros y la educadora en medio, de frente a los niños. Ya no se tarareará ninguna canción, se nombrarán las imágenes enseñándolas durante dos o tres segundos y cuando algún niño repita alguna palabra le reforzaremos afectuosamente.

Realizaremos este ejercicio con las tarjetas una o dos veces al día, relajadamente, creando entusiasmo en los niños.

A partir de los dos años

A partir de los dos años y si anteriormente estos niños han trabajado en el aula con las tarjetas de imágenes, comenzará nuestra labor didáctica con los bits de conocimientos enciclopédicos. Estos bits son tarjetas con fotografías de imágenes del mundo de las ciencias, de las artes: aves, mamíferos, flores, autores literarios, pintores, científicos…. . son unidades de información y estimulación que llegan al cerebro a través de las vías sensoriales: una imagen acompañada de su denominación verbal.

Los bits son una herramienta muy útil para la transmisión de información. Los niños reaccionan de forma muy positiva y desarrollan con ellos la capacidad de aprender y enriquecer su vocabulario potenciando al mismo tiempo la atención, la concentración y la memoria.

¡Es muy importante aprovechar estos primeros años en la vida de un ser humano! Y es gratificante observar el interés y la curiosidad de estos niños que despiertan al mundo y desean conocerlo y absorberlo para incorporarse activamente al mismo.

La hora de comer

¿En cuántos hogares la hora de comer del bebé se convierte en un suplicio? Ocurre muy a menudo que los niños, al llegar a cierta edad (sobre todo a partir del primer año, ya que la velocidad de crecimiento disminuye) comienzan a comer menos o, incluso, mucho menos.

Esto se vive con angustia y ansiedad por parte de los padres, que, movidos por la preocupación por la salud de su hijo inventan todo tipo de estratagemas para que el niño ingiera lo que ellos creen que debe ingerir: amenazas, comentarios ofensivos, chantajes, castigos, súplicas, estimulantes del apetito, etc. Esta situación se ve agravada, en la mayoría de los casos, por el sentimiento de culpabilidad que les produce pensar que no están cuidando al niño debidamente. La consecuencia es que el momento de la comida se convierte en una batalla que provoca un sufrimiento terrible en los padres y en el bebé, que lucha con todas sus fuerzas para que no le obliguen a comer más llorando, manteniendo la comida en la boca durante horas, escupiendo e, incluso, vomitando.

Todos los seres vivos estamos programados genéticamente para ingerir la cantidad de alimento que necesitamos. Sobre todo los bebés, que aún no se ven influidos por el entorno. Lo que regula la ingesta es el apetito y está demostrado que los niños lo hacen correctamente según sus necesidades.

¿Se imagina cómo se sentiría si le obligaran a seguir comiendo cuando ya se siente satisfecho?

¿Quién no recuerda aborrecer algún alimento porque le han obligado a comerlo de pequeño?

No todos los niños necesitan lo mismo, ni al mismo ritmo, ni tienen las mismas preferencias. Si no existe ninguna enfermedad asociada a la falta de apetito, si no hay pérdida de peso, la preocupación de los padres debe centrarse en la calidad de los alimentos, en crear un ambiente agradable y en fomentar los buenos hábitos en la mesa. Nadie mejor que el bebé sabe lo que necesita.

Manual práctico para configurar los filtros

El libro Protege a tus hijos de los riesgos de Internet y otras tecnologías, editado por Anaya Multimedia, es un interesante manual para configurar el ordenador de cara a hacerlo más seguro para los niños. Escrito por Juan F. Marcelo y Eva Martín, permite que cualquier padre, que ignore la informática por completo, pueda usar las herramientas de Windows para controlar la utilización de Internet de los pequeños.

Para empezar, se debe dar a cada niño una cuenta de usuario, en lugar de permitirle usar el ordenador sin restricciones. El padre podrá de esta forma tomar numerosas decisiones sobre lo que el chico puede hacer o no. “Se debe enseñar seguridad como un juego, para aumentar nuestra comunicación con los niños”, comenta Juan F. Marcelo. “Le decimos al niño que escoja su contraseña, que sólo él conocerá, y el icono con el que aparecerá su cuenta en el ordenador”. Una vez creada una cuenta para el niño, el padre podrá escoger por ejemplo, qué juegos puede usar el ‘peque’ en el ordenador, y cuáles no, atendiendo a las clasificaciones por edades. Igualmente se pueden configurar qué páginas pueden ser visitadas o no, atendiendo a una serie de palabras clave que el padre puede vetar: sexo, violencia, discriminación racial, etc. También se pueden poner límites temporales, o sea que el ordenador permitirá al chico navegar por Internet sólo a unas horas específicas, y además, le avisará con tiempo de cuánto le queda de conexión. El libro enseña cómo hacerlo con una enorme claridad.

“Nuestro libro no les aportará nada a aquellas personas que han estudiado informática”, afirma Marcelo. “Pero no todo el mundo se dedica a ese tema, por lo que los profanos se enterarán con pelos y señales y mucha claridad, de qué es lo que tienen que hacer”.

Las 8 claves de la felicidad infantil

Sólo un 10% de la felicidad depende de las circunstancias externas, y aunque la capacidad para ser feliz es algo innato, está en nuestras manos incrementarla. Podemos trabajar con los niños para que aprendan a ser más felices desde pequeños.

Cinco centros comerciales de diferentes ciudades españolas se han unido en la iniciativa Proyecto Felicidad para descubrir cuáles son las claves de la felicidad en la infancia. Su asesora es la psicóloga infantil Silvia Álava que ha desarrollado una serie de pautas básicas para ayudar a potenciar la felicidad en los más pequeños. Los centros comerciales realizarán talleres para padres capitaneados por el denomiado Comando Felicidad, un grupo de monitores que explicarán, adaptándose a cada edad y necesidad concreta, cuáles son las facetas a potenciar en la educación del niño.

Se celebrarán a lo largo de mayo y junio en los siguientes centros comerciales: Parque Principado, en Asturias; Valle Real, en Cantabria: Max Center, en Bilbao; Plaza Éboli, en Madrid Dos Mares, en Murcia. Según declara el portavoz de este Comando: “No queremos enseñar a los padres a educar a sus hijos, sino darles esas claves que hacen de un niño normal un niño feliz. Los padres en ocasiones no le dan importancia a actuaciones o conversaciones aisladas, pero los niños se quedan con detalles increíblemente pequeños que pueden afectar en su carácter y su desarrollo futuro”.

Según estos estudios, el 50% de la felicidad se debe a factores genéticos, un 10% a las circunstancias vividas, y el 40% a la actividad emocional. Partiendo de estos datos, podemos plantear la hipótesis de cómo pese a unas circunstancias difíciles, y a pesar de la carga genética, todavía nos queda un 40%, correspondiente a la actividad emocional, que podemos aprender a controlar.

1. Dar las gracias
Los niños que desarrollan su actitud de reconocimiento y gratitud hacia las cosas que poseen entienden lo habitual como un regalo que además, favorece la estabilidad mental y enriquece su crecimiento en el entorno familiar.

2. Inteligencia emocional
Es muy importante educar al niño para que desarrolle estas habilidades, eso es, aprenda a controlar y regular sus emociones para resolver los problemas de manera pacífica.

3. Autonomía
Los niños desarrollan su independencia del entorno paterno conforme van creciendo, esto potencia su autoestima y su confianza en sí mismos. Dejar que juegue solo o que realice algunas tareas del hogar sencillas es también una manera de educar en la igualdad.

4. Positivismo
Los niños educados en una interpretación positiva del mundo son más seguros y creen más en sí mismos. Las personas positivas tienen un mayor control de su mente y las interpretaciones que éstas hagan de la realidad son fundamentales para definir la calidad de vida percibida y alcanzar la plena felicidad.

5. Ser amable
Los niños amables experimentan mayores niveles de satisfacción y energía, se vuelven más cariñosos y agradables y gozan de estabilidad en su ámbito social (colegio fundamentalmente). No en vano, varios estudios han demostrado que en la edad adulta la amabilidad y la inteligencia son los rasgos más relevantes que se tienen en cuenta a la hora de buscar pareja en cualquier cultura.

6. No dramatizar
Cuanto antes comencemos a educar a los niños para que le den a las cosas su justo valor, mejor diferenciarán y aprenderán a distinguir los rasgos realmente importantes de la vida. En ocasiones, se ve a un padre que dramatiza porque su hijo ha suspendido un examen, cuando hay una recuperación posterior, y no le damos importancia a conductas que sí se deben extinguir, como pegar a sus hermanos o a otros niños, insultar o faltar al respecto.

7. Logro personal
Los niños son un 49% más felices si sonsiguen sus objetivos por méritos propios. Los psicólogos utilizan el principio de Restriccción de Privilegios (ordenador, móvil) para provocar la reacción de normalización por parte del niño “consentido”, que aparece tras reacciones iniciales de rabia del niño y resistencia de los padres ante la eliminación de objetos cotidianos, muchos padres lo verbalizan como “hace mucho tiempo que no veía a mi hijo tan tranquilo”.

8. No etiquetar
Las etiquetas limitan y perjudican el desarrollo de la identidad del niño. “Eres un niño malo” o “vaya niña más llorona” son descripciones que se utilizan cuando los pequeños reiteran sus actitudes y que predisponen al niño a moldear su actitud para encajar en este perfil. La mejor manera de desarrollar la felicidad en la infancia es tratar a los niños como si fuesen lo que deberían ser para convertirles en lo que potencialmente pueden ser.