No quiere ir al cole

El rechazo a ir al cole no se limita a los primeros días de clase. Aunque es en ese periodo cuando más niños se oponen a integrarse en la dinámica escolar, no es difícil encontrar a algunos pequeños que, pasados unos meses, siguen llorando antes de entrar al centro mientras se aferran a sus padres. ¿Es un problema de adaptación o de otro tipo? ¿Cómo se puede ayudar al niño a sobrellevarlo mejor? Tenemos las respuestas que necesitas.

Marina tiene 22 meses y empezó hace cinco la guardería. Al levantarse por las mañanas, lo primero que pregunta, con su media lengua, es: “¿Hoy hay cole?”. Si no es fin de semana, sus padres librarán con ella una dura batalla para que desayune, para vestirla… Por fin logran ponerse en marcha, pero al aproximarse a la guardería la niña, que se conoce a la perfección el camino, comienza a decir que no quiere.

Hay días que llora y otros que está a punto. Sus padres, muy preocupados, han hablado con las educadoras, que les aseguran que se calma enseguida. Pero cuando van a recogerla, vuelven las lágrimas y ya no consiente en separarse de su madre en toda la tarde. ¿Qué harías tú en esta situación: retirar a tu hija del centro escolar, darle más tiempo para adaptarse, llevarla a un psicólogo infantil…?

¿Por qué no se adapta?

Los problemas de adaptación al centro escolar son absolutamente normales en todas las edades. Hay que tener en cuenta que para el niño supone enfrentarse a una situación nueva y, por lo tanto, estresante, donde no contará con el apoyo y la protección de sus padres. Es un entorno, además, donde hay unas rutinas establecidas y donde ha de competir con otros compañeros por la atención del adulto (mientras que en casa es el rey), por el juguete que le gusta (cuando en su hogar puede elegir)…

Por eso no es extraño que a muchos niños les cueste ir contentos al cole. Tal como detalla Belén Pozo, psicóloga del Centro Vaca-Orgaz, de Madrid (www.psicologoinfantil.es), en ese proceso de inevitable adaptación que se prolonga más o menos en cada caso según factores personales y del entorno, son totalmente normales algunas actitudes por parte del niño:
• Rabietas.
• Lloros antes de entrar o salir de casa.
• Negación a la hora de acudir al centro.
• Quejas de que se aburre.
• Dolores somáticos, como de tripa o de cabeza el mismo día o la noche anterior.
• Problemas para conciliar el sueño los domingos.
• Más peleas entre hermanos.
• Conductas negativistas en el ambiente familiar.

A la hora de habituarse al cole también pueden influir algunos otros condicionantes externos. Así, no se aconseja que el niño sea escolarizado por primera vez, coincidiendo con un cambio importante en su vida, como una mudanza o el nacimiento de un hermano, ante el riesgo de que lo pueda interpretar como una forma de apartarlo del entorno familiar para disfrutar del “recién llegado”.

¿Qué se puede hacer?

Ante todo, conservar la calma y ser pacientes. Es desgarrador ver cómo tu hijo se queda llorando en brazos de la cuidadora, pero, a menos que te plantees que abandone el centro escolar, lo mejor es seguir un minucioso plan para ayudarlo en ese proceso de adaptación.

El papel de los padres. “Los padres deben reflejar una actitud serena y firme. Deben exponerles la parte positiva. Expresarles que comprenden que se sientan nerviosos ante una situación nueva, que a ellos a veces también les ocurre. Que de esas situaciones se aprende. Es muy importante manifestarles que confían en el niño y que va a conseguirlo, que es muy valiente”, explica la psicóloga. Además, es fundamental mantener una comunicación fluida con el centro para adoptar acciones conjuntas que redunden en el bienestar del pequeño.

Un plan a su medida. Tal como relata Belén Pozo hay una serie de pautas que se pueden seguir para que el pequeño asista más contento a la escuela infantil:

  • Prepararlo con antelación. El niño debe saber a dónde va. “Unos 15 o 20 días antes, pasaremos por la puerta del centro y le diremos que va a ir a él y todas las cosas divertidas que va a hacer (pintar, jugar con amigos, aprender las letras…)”.
  • El Día del Niño Mayor. Es bueno que él participe en la elección y la compra del “material” (mochila, abrigo, pinturas…) que vaya a necesitar. “Dejaremos que se encargue de elegir lo que le guste, ofreciéndole nosotros dos opciones”.
  • Adaptar las rutinas. El niño tiene que adaptarse, de forma paulatina, al horario escolar con anterioridad al inicio de las clases. “Una semana antes de comenzar el colegio debemos despertarle y acostarle a las horas que lo haremos en horario escolar. También el tipo y el número de comidas deben ajustarse”.
  • Darle su tiempo. Cada niño es un mundo y necesita un periodo distinto para adaptarse. “Uno de los factores que influirán en que este periodo sea más corto o largo será el modo en que los padres reaccionen. Deben mantenerse de manera tranquila y positiva”.
  • Reforzar cualquier mejora. “Si los primeros días protesta o presenta un peor comportamiento, ante cualquier pequeña mejora le reforzaremos socialmente:’Se nota que ya eres mayor”.

¿Debe quedarse en casa?

La mayoría de los progenitores que han vivido situaciones como la de los padres de Marina se han planteado en alguna ocasión si deberían dejar de escolarizar a sus hijos y dejarlos en casa. Esta es la opinión de la experta del Centro Vaca-Orgaz: “Por regla general, nunca debemos sacar al niño de la guardería o del colegio, ya que de esta manera estaríamos reforzando su comportamiento. En caso de que veamos que el colegio no colabora en el proceso de adaptación, no nos ofrecen ayudas o nos dan información contradictoria, y creemos conveniente el cambio lo llevaremos a cabo a ser posible después de un periodo de vacaciones o al finalizar un trimestre y se lo diremos al niño con anterioridad”.

Pero estos casos no son la norma, pues, en general, el pequeño acaba adaptándose, aunque en ese camino haya alguna que otra regresión momentánea, como volver al chupete o a hacerse pis encima. “Si estos cambios son transitorios y el entorno los trata con normalidad no tendrán consecuencias”, advierte Belén Pozo. No obstante, en algunas ocasiones las dificultades de adaptación escolar son la punta del iceberg de otro tipo de problemas, que podemos sospechar cuando los cambios de comportamiento del niño se extrapolan a otros ámbitos, mantiene esas nuevas actitudes durante más de un mes, y los síntomas van aumentando en frecuencia e intensidad.

Las dificultades de adaptación, por edades

En cada momento de su corta vida, tu hijo reaccionará de forma diferente ante el reto que le supone integrarse en la comunidad escolar. Estos son los principales problemas de adaptación que plantean los pequeños, según la psicóloga Belén Pozo.

A los 4 meses: Al haber cambios en sus rutinas de sueño y comida, el bebé puede mostrarse más irritable, con más llantos y con un cambio en las pautas del sue
ño o evitación de la comida.

Entre los 6-9 meses: Cuando algo sale de su campo visual, el bebé cree que ha desaparecido para siempre, por eso a esta edad le puede costar más la adaptación (no sabe que sus padres van a volver). Así, puede mostrarse más inquieto durante el primer mes o con problemas en las rutinas.

A los 2 años: La adaptación del pequeño va a depender de si ha sido escolarizado antes o no. En el caso de que lo haya cuidado alguien ajeno al entorno familiar, por lo general, se adaptará más fácilmente. Como sus rutinas están más arraigadas, cambiarlas puede alterar el comportamiento del niño, provocando que se vuelva más negativo ante las normas. También pueden aparecer problemas en la alimentación y producirse un incremento tanto en la frecuencia como en la intensidad de las rabietas.

A los 3 años: En general, la adaptación es más fácil por el desarrollo y la evolución cognitiva del niño, aunque manifiestan ansiedad por la separación de sus padres, no sólo en el ámbito escolar sino en otros: no quiere ir a cumpleaños, prefiere estar con ellos… Por otra parte, puede mostrar celos, lo que dificultará su adaptación escolar, si hay un hermano pequeño (éste se queda con sus padres y él debe marcharse).

Encuentros Pedagógicos

¿Cómo evitar los celos cuando viene un hermanito nuevo? ¿A qué edad aprenden los bebés a calcular las distancias? ¿Qué beneficios tiene la música en la vida del bebé? Y sobre todo, ¿por qué es tan importante jugar con nuestros hijos?

Esta preguntas son algunas de las que responderán las pedagogas colaboradoras de Imaginarium durante los encuentros educativos programados hasta el 18 de marzo. Estas preguntas son algunas de las que responderás las pedagogas colaboradoras de Imagimarium durante los encuentros educativos programados hasta el 18 de marzo.

Más información: www.imaginarium.es

Walkodile, caminar sobre seguro

Elaine Stephen, profesora de Primaria en Aberdeenshire (Escocia) e inventora del sistema de paseo infantil Walkodile, ha sido condecorada con la medalla que la distingue como Miembro de la Orden del Imperio Británico. La condecoración reconoce los esfuerzos realizados por Stephen en materia de seguridad infantil.

El nuevo sistema de seguridad infantil ha obtenido distintos premios a la innovación y al diseño, incluyendo la invención británica del año. Además de comercializarse entre escuelas y guarderías del Reino Unido, Walkodile se ha empezado a vender en España, Estados Unidos y Canadá, entre otros países.

Más información: www.walkodile.es

Conciertos familiares

La música nos abre un mundo lleno de emociones y sensaciones, nos proporciona vivencias irrepetibles que llenan nuestro presente y poco a poco configuran un espacio de cultura musical al servicio siempre de nuestro disfrute personal.

Los espectáculos familiares están rodeados de otras formas de expresión como la danza, el teatro o las artes plásticas, lo que desarrolla la creatividad e imaginación de los más peques.

Más información: www.palaumusica.org

La importancia de las vitaminas y minerales en la alimentación infantil

Las vitaminas y minerales son componentes de la alimentación necesarios en cantidades muy pequeñas pero indispensables para la vida. En etapas de fuerte crecimiento se necesitan cantidades mayores de determinadas vitaminas y minerales. Por ello, en la etapa infantil hay que poner especial atención en proporcionar estas vitaminas y minerales en la cantidad adecuada.

El hierro:
La deficiencia de hierro es un problema importante de salud, y los niños son especialmente vulnerables. La incidencia de anemias por deficiencia de hierro es elevada en los primeros años de vida debido a que el rápido crecimiento condiciona unos elevados requerimientos de este mineral. Por lo tanto, el hierro es un mineral imprescindible en la alimentación del bebé.

El hierro ayuda a las defensas naturales del organismo así como al buen funcionamiento de los músculos del niño; además desempeña un papel muy importante en el desarrollo y crecimiento cerebral, que tiene su máximo crecimiento durante los primeros años de vida.

El calcio:
El calcio es muy necesario para la construcción y mantenimiento de huesos y también interviene en otras funciones metabólicas.

El yodo, zinc y selenio:
Son minerales importantes con efecto protector, ayudando a reforzar el sistema inmunitario.

Las vitaminas:
Entre ellas, destacar la importancia de la vitamina A que ayuda a reforzar el sistema inmunitario y la función visual; la vitamina D, esencial para la formación de los huesos y la vitamina C, que ayuda a una mejor absorción del hierro.

¿Cómo sé si mi niño recibe las cantidades necesarias?
Si el niño recibe una correcta alimentación, lo normal es que se cubran los requerimientos de estas vitaminas y minerales.

Como la leche de vaca es deficitaria en hierro y en la mayoría de las vitaminas, es conveniente que su introducción se realice lo más tarde posible. Por eso, a partir del año es muy importante que el niño tome una leche especialmente preparada para él, como son las leches de crecimiento, ya que le aportan el hierro y las vitaminas que son deficitarias en la leche de vaca.

El dilema de la repetición

Existen países (como España) que utilizan habitualmente la repetición de curso con la certeza de que ciertas trayectorias erráticas imponen un alto en el camino. Otros sólo echan mano de ella para casos extremos. Algunos obligan al alumno a permanecer en su grupo de edad durante toda la enseñanza obligatoria. ¿Resulta eficaz volver a empezar?

Arraigada como un roble centenario o absolutamente excepcional, el mayor o menor uso de la repetición –concluye un reciente informe de la Comisión Europea– se explica si atendemos a un único factor: la tradición educativa del país.
Casi todas las naciones contemplan la medida en sus leyes como opción para que el alumno ahogado por un retraso kilométrico pare y vuelva a empezar. Aún así, las diferencias en su aplicación se antojan inmensas. “La existencia de una cultura de repetición es la razón por la que esta práctica se utiliza con mayor frecuencia en determinados países”, resumen sus autores. Normativas equivalentes, enorme disparidad en su traslado a las rutinas escolares.     
De manera indirecta, el informe viene a mostrar que la alternativa más temida por las familias guarda escasa relación con los resultados globales del sistema. Hay países (Holanda por ejemplo) que puntúan excelente en PISA y en los que más de un 20% de chavales ha repetido a los 15 años. Por el contrario, un fracaso escolar abultado no es incompatible con mantener porcentajes de repetidores que apenas superan el 5%, como es el caso de Italia.       
Repetición de curso durante la enseñanza obligatoria en Europa detalla cómo y quién decide si un alumno puede matricularse o no en el curso siguiente. Disecciona los mecanismos internos del centro en cada país a la hora de acordar un veredicto. Compara la importancia que cada sistema otorga a la opinión de los padres (en algunos estados –Polonia, Reino Unido– se necesita el consentimiento de la familia, al menos en Primaria). Analiza qué se hace allá donde no pasar de curso goza de escaso predicamento: adaptaciones curriculares específicas, grupos que dividen según el nivel que presentan los alumnos de una misma edad, diversificación de itinerarios desde el comienzo de la Secundaria…

Medir la eficacia

Por desgracia, el estudio no aborda la gran pregunta que siempre ha rodeado a la repetición: ¿resulta eficaz desde un punto de vista pedagógico? Cuestión difícil de responder por dos motivos fundamentales. Primero, porque aquí (como casi siempre en Educación) no proceden las verdades absolutas: lo que puede funcionar para un alumno, resultará desastroso para otro. Y segundo, por la dificultad intrínseca para establecer comparaciones, ya que nunca sabremos qué hubiera ocurrido si el alumno no hubiese repetido (o al contrario).
Rafael Feito, profesor de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense, admite los obstáculos metodológicos con que topamos al intentar medir la eficacia de la repetición (“con esto no se pueden hacer experimentos”, dice). Aún así, Feito menciona un estudio publicado hace años en la Revista Francesa de Pedagogía que trató de sortear dichos escollos centrando el análisis en aquellos alumnos que, a final de curso, se debatían entre repetir o no. Unos acabaron haciéndolo, mientras que otros avanzaron al curso siguiente. Cuando se tomó la decisión, las diferencias de rendimiento entre ambos grupos eran exiguas. Un año después, comenta Feito, éstas “se habían incrementado considerablemente”.
Según Francisco Luna, director del Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa (IVEI), “no existe una evidencia empírica fiable que nos diga si se trata de una medida ventajosa o no”. No obstante, el IVEI publicó en 2009 una investigación cuyos resultados arrojan algo más de luz sobre el eterno dilema: “Vimos que el 30% de repetidores en el País Vasco llevaban una trayectoria positiva, puesto que habían aprobado las dos últimas evaluaciones. Para el 70% restante, la repetición no había funcionado”. ¿Y si no hubieran repetido? “Es algo que nos preguntábamos constantemente al elaborar nuestro informe”, reconoce Luna.  

Modelo heredado

Lo que sí parece claro es que el sistema educativo español suele anteponer los supuestos beneficios de repetir curso frente a la conveniencia de mantener al alumno en su grupo de edad con el fin de evitar, como dice Feito, su “estigmatización, sobre todo en edades tempranas, cuando resulta evidente quién es mayor”. Para Luna, promocionar también resulta la opción más recomendable “si tenemos en cuenta la dimensión afectiva del alumno”.  
Nuestro país (ver gráfico) sigue siendo una de las grandes canteras de repetidores de Europa. Los datos globales de alumnos que no han promocionado al menos una vez a los 15 años de edad nos sitúan en el grupo de cabeza, aunque hay países como Francia que nos superan. En Secundaria obligatoria, somos líderes continentales con un 32% de chavales que han pasado más de un año en un mismo curso durante la ESO.
Luna achaca esta tendencia a ideas preconcebidas entre un colectivo “heredero de un modelo en el que se repetía bastante y que cuesta mucho soltar. Incluso observamos que algunos profesores y directivos se muestran favorables a la repetición aun sabiendo que no existen datos rotundos que la aconsejen”. Más explícito, Feito opina que “muchos profesores, al no haber itinerarios o alternativas a la Secundaria académica, entienden que hay que suspender a la gente. Es una mentalidad jerárquica que pervive en el subconsciente de la docencia como grupo profesional”.
Aunque la LOE prevé la puesta en marcha de un plan personalizado para el alumno que no promociona, muchos perciben que repetir en España equivale a hacer exactamente lo mismo que ha conducido al fracaso durante el curso anterior. “Aunque es cierto que en ocasiones se introduce alguna modificación y se hace un seguimiento individual, esto suele ser la excepción”, sostiene Feito.


Posturas enfrentadas

Al plantear la repetición de curso, las dos asociaciones de padres mayoritarias en nuestro país (Ceapa en la Pública; Concapa en la Privada) han mantenido tradicionalmente posturas enfrentadas. Un desacuerdo que podemos extrapolar al ámbito político, con la izquierda en principio favorable a mantener al alumno en su grupo de edad, y la derecha más proclive a que los pupilos con grave retraso repitan.
Según Jesús María Sánchez Herrero, presidente de Ceapa, su organización entiende que “cuando un alumno repite, por lo general es el sistema el que ha fracasado antes: quizá no se han detectado a tiempo sus carencias, o no se han puesto en marcha apoyos y refuerzos educativos, o el currículum es demasiado academicista y poco práctico”.
Por su parte, Luis Carbonel, presidente de Concapa, sostiene que “no se puede pasar de curso sin tener la base consolidada, ya que esto significa abocar al alumno a que fracase en el curso siguiente”. En su opinión, “promocionar con más de dos asignaturas suspensas no resulta nunca beneficioso”.
Sánchez Herrero aclara que Ceapa no se opone “a la repetición en sí, sino a que se utilice de forma indiscriminada”. Por el contrario, Carbonel confía a ultranza en el buen criterio de los docentes: “Cuando un profesor suspende, es porque ve que el alumno no ha asimilado los conocimientos para pasar al curso siguiente”.
El presidente de Ceapa admite que repetir puede tener “un efecto motivador en casos excepcionales”. Para la mayoría, sin embargo, se inclina por “mejorar la formación psicopedagógica del profesorado y hacer más extensivos los planes de refuerzo”, entre otras medidas.

Alumnos de 15 años que han repetido al menos una vez

Diferencias en la práctica. Como se observa en el gráfico, el recurso a la repetición en Europa presenta cifras muy dispares. Salvo en Noruega –que establece por ley la promoción automática en toda la enseñanza obligatoria– y Bulgaria –ídem para Primaria–, todos los países contemplan la repetición y la reservan para casos concretos. Las diferencias, insiste la Comisión Europea, se observan en la desigual aplicación de marcos normativos similares. Un primer grupo de países (entre ellos España) ofrece porcentajes superiores al 30%.  También por encima de la media europea (16%) se sitúan varias naciones de centroeuropa como Holanda o Alemania. Por debajo del promedio continental figuran sistemas educativos excelsos (Finlandia) y otros donde la mediocridad campa a sus anchas (Grecia).  
Caso excepcional es el Reino Unido, que no regula la repetición y deja a los centros un amplio margen de autonomía. La costumbre (base del Derecho anglosajón) hace que muy pocos alumnos repitan, ya que existe una suerte de pacto tácito según el cual el alumno ha de seguir en su grupo de edad salvo en situaciones extremas.

La importancia de la educación musical

Se tiende a minusvalorar la importancia que tiene la educación musical para los jóvenes alumnos, en relación con otras asignaturas. Sin embargo, los expertos coinciden en que se trata de una disciplina de lo más valioso.

“La música expresa lo inexpresable”, dijo Aldous Huxley. A pesar de eso, no todo el mundo está de acuerdo con integrar la educación musical en la enseñanza general. Pero los estudiosos han señalado que se trata de una asignatura imprescindible. Por ejemplo, el educador musical austriaco Émile Jacques-Dalcroze llegó a la conclusión de que “para el niño, la educación rítmica supone un factor de formación y de equilibrio del sistema nervioso, ya que cualquier movimiento adaptado a un ritmo es el resultado de un complejo conjunto de actividades coordinadas”.
La música ayuda a desarrollar  la percepción rítmica, el control motor, y sobre todo la creatividad y la fantasía, algo un tanto denostado en la sociedad del consumismo, pero muy útil en general.
Además, es una parte tan importante de la cultura universal que desconocer su historia es igual de grave que ignorar los principales movimientos de otras disciplinas, como la pintura o la arquitectura. La música tiene también una presencia indispensable en los medios de comunicación actuales, pues ayuda a construir un anuncio publicitario, y supone una parte importante de las películas, series televisivas, concursos, etc., donde ayuda a reforzar ideas y emociones. Para gran parte de los alumnos, la música puede ser una parte importante de su ocupación en el futuro: pensemos en lo valiosa que es para un locutor, o hasta para el gerente de un supermercado, establecimientos que usan la música para estimular las compras…
“Los alumnos llevan el mp3 a todas partes, escuchan música durante horas y horas y horas… ¿Cómo es posible que se les enseñe tan poco sobre algo que es tan importante en su vida?”, señala Ana Molinero, profesora de música en el IES Laguna de Joatzel, que aún así se muestra positiva, porque aunque se da poca música en los institutos, puede servir para que algunos alumnos la descubran, y decidan por ejemplo aprender a tocar un instrumento, una actividad gratificante y divertida que abre muchas puertas.
Para esta profesora, lo más importante es que los chicos aprenden respeto por los demás, colaboración, igualdad y participación. “Cuando estamos todos tocando, si uno se equivoca y empieza a hablar –siempre hay alguno de vez en cuándo–, paro la clase y le pregunto: Perdón, ¿ya has acabado? ¿Podemos seguir los otros 24 trabajando? Y así aprenden a respetar el trabajo de los demás… Un alumno mío aprende para el resto de su vida que si llega a un sitio y alguien está tocando, hay que esperar para respirar alto…”.

Musicoterapia

¿Tiene la música propiedades curativas? Aunque no puede curar por sí sola, puede ayudar, nadie duda de la influencia de la música sobre el cuerpo humano, y en la actualidad sirve como apoyo para diversos tratamientos. En los últimos años se ha extendido por todo el mundo la musicoterapia, como una disciplina de salud, y se han desarrollado carreras universitarias, en diversos países de Europa, EE.UU. y Canadá.

¿Qué es la musicoterapia? Consiste en la utilización de la música y todos sus elementos (sonido, ritmo, melodía, armonía) para ayudar emocionalmente a un individuo o para conseguir diversos objetivos terapéuticos. No se debe confundir la musicoterapia con la educación musical. En la primera, la música es un medio para conseguir un fin, mientras que en la educación musical, la música es un fin en sí misma.

“Mis padres me educaron desde la óptica de la responsabilidad”

El hombre siempre se ha hecho preguntas. Está en su esencia cuestionarse lo que le rodea. ¿De dónde venimos? ¿Qué hacemos en este mundo? ¿Cuál es el propósito del ser humano? ¿Cuánto va a subir el euribor este mes?

La búsqueda de estas respuestas es, precisamente, lo que le confiere a los seres humanos la segunda parte de la ecuación, la que se refiere a humanidad. Responder a esas preguntas ocupa una vida entera, acaso varias. De hecho, probablemente, nadie es capaz de obtener las claves definitivas, aunque ya conocemos aquellos versos de Kavafis:
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca / debes rogar que el viaje sea largo, / lleno de peripecias, lleno de experiencias (…)
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca: / llegar allí, he aquí tu destino. / Mas no hagas con prisas tu camino; / mejor será que dure muchos años, / y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla, / rico de cuanto habrás ganado en el camino.

Con esa premisa hablamos hoy con Javier Sierra, el tipo que más libros vende en nuestro país. Un escritor que, antes de nada, se propone responder preguntas con cada novela que publica. Por eso, cuando uno se planta ante él y charla sobre literatura, cultura, filosofía o paternidad, cuestiones todas ellas que en este país noventayochista suelen acabar con un ‘qué se le va a hacer’, descubre una inusitada ilusión y una capacidad de asombro maravillosa:

P. Javier, ¿cómo es salir a la calle y ver la portada de tu libro en la marquesina de un autobús?
R. Es muy impresionante, porque piensa que esos espacios, tradicionalmente se reservan a otro tipo de servicios, y que el mundo del libro en general nunca había tenido acceso a esas exposiciones. Así que verlo ahí significa mucho, no solo para mí como autor, sino también para el mundo de la cultura. Significa que estamos conquistando un espacio público de gran repercusión y, que las obras literarias, que siempre tenían reservado lugares mucho menores, al final han conquistado ese sitio.
P. ¿Esto de de estar en el Top Ten de los que más venden, por encima de gente como Eduardo Mendoza o Ken Follet, es un orgullo añadido al hecho de escribir un libro?
R. Bueno yo, lo vivo desde la óptica de la responsabilidad. A mi me educaron mis padres en ese concepto: cuanto uno más tiene o llega a más gente, más responsabilidad tiene con lo que dice y con lo que hace. Lo que espero es estar a la altura de las circunstancias.
P. ¿A qué pregunta quieres responder con tus novelas?
R. Siempre pretendo que el lector descubra que existe todo un universo simbólico a su alrededor que a veces no sabemos interpretar, que no nos han enseñado desde niños: cómo leer las fachadas de las catedrales, o cómo acercarse a una obra de arte. Ponerse delante de un cuadro, estudiar su pintor, la época que pertenecía y los tintes o las mezclas que se emplearon en su confección. Yo pretendo invitar a preguntarse para qué fue pintada esa obra, o porqué fue construido tal templo y que veamos en ese universo simbólico las razones profundas las obras.
P. ¿Estamos perdiendo esa dosis de espiritualidad tan necesaria para darnos cuenta de lo trascendente?
R. La tenemos adormecida hasta que llegan situaciones importantes en nuestra vida y nos hacen recuperar las grandes preguntas. Aunque si es cierto que nuestra sociedad se ha vuelto muy materialista. No solamente en el sentido de que nos importe mucho llegar a fin de mes, algo que ha importado en todas las épocas históricas. Es materialista en su manera de entender la vida. Hay grandes temas que son tabú…
P. ¿En todos los ámbitos?
R. En todos, incluso en la educación. Y uno de los grandes temas tabú de nuestros días, quizá el mayor es precisamente el del final de la vida, el de la muerte. Vivimos como si nunca nos fuera a llegar ni la enfermedad, ni nos fuéramos a asomar nunca al fin.
P. Y eso condiciona nuestra existencia…
R. Por supuesto. Mucho. Al quitar ese elemento de nuestra vida nos hemos deshumanizado. Es, quizás, ese mirar a otro lado lo que nos hace no atender a nuestros ancianos como se debe. Incluso no atender a los niños como se debe, porque nos interesa el presente, el ahora, y los niños muchas veces son vistos como una carga que nos aleja de lo que tenemos que hacer de inmediato. Le damos importancia a lo urgente y no a lo importante.
P. ¿Qué haces para recuperar estas pequeñas dosis de espiritualidad?
R. Pues mira, lo mismo que hago como autor y, es básicamente no perder bajo ninguna circunstancia los ojos de niño, sorprenderme con todo, volver una y otra vez a los sitios, incluso a los sitios de la vida cotidiana y tratando de descubrir siempre algo nuevo, algo emocionante. Creo que eso es vital para poder disfrutar de la vida y luego hacerte preguntas sobre cuestiones elementales. Ignoro si esto es muy común o no en los padres de hoy en día.
P. Además lo dices con una cierta experiencia…
R. Si. En el tiempo que ha trascurrido entre “La Cena Secreta” y “El Ángel Perdido” he tenido dos hijos, y en ese periodo he aprendido a maravillarme con el origen de la vida, y a preguntarme por lo misterioso que es ese momento. Hoy lo vemos como una cosa casi vulgar si me apuras, y no lo es, no lo es. Es el momento supremo en la vida de un ser humano.
P. Ante todo esto te planteas, te preguntas y te preocupas.
R. Bueno, todas esa cosas para mi merecen una segunda mirada, una mirada que debe hacerse no con los ojos cansados del que sabe mucho, sino, con los ojos nuevos del que quiere saberlo todo. Yo prefiero estar en esa trinchera siempre, antes de pasar a la trinchera de los sabios.
P. El propio Aristóteles decía que para ser filósofo lo primero que hay que hacer es ponerse la careta de niño, asombrarse e ilusionarse con las cosas.
R. Es vital y vamos suscribo 100 por 100 esa aptitud. Creo que es la única capaz de sacarnos de cualquier circunstancia, de cualquier catástrofe, de cualquier crisis, de cualquier revés en la vida: el poder verlo todo con esos ojos y sobre todo empezar cada jornada como si fuera la primera de tu vida.
P. Es raro encontrar este entusiasmo en el mundo de la cultura actual…
R. El derrotismo es tirar la toalla y en un mundo como el de la cultura es lo último que debemos hacer. Piensa que la cultura al fin es ilusión. Parte de la nada, y de la nada tienes que construir un castillo tan grande o tan pequeño como seas capaz de imaginarlo. Puestos a imaginar imaginemos a lo grande. Puestos a luchar por la cultura, luchemos por ella a lo grande.

Entusiasmo y curiosidad. ¿Hace falta decir algo más?

La importancia de una alimentación variada y equilibrada

Una alimentación y hábitos de vida saludables pueden evitar el desarrollo de enfermedades como el sobrepeso, la obesidad, diabetes y colesterol.

El hecho más relevante que diferencia al niño del adulto es el crecimiento. Durante este periodo se necesita un aporte adicional de energía y nutrientes esenciales. En esta etapa se van a asentar los hábitos alimentarios que van a mantenerse durante la edad adulta. Una alimentación y hábitos de vida saludables pueden evitar el desarrollo de enfermedades como el sobrepeso, la obesidad, diabetes, colesterol, etc.

Por ello, es fundamental realizar 5 comidas al día, tres principales: desayuno, comida y cena, y dos más ligeras: media mañana y merienda.

A menudo los niños suelen saltarse alguna de estas comidas. Este hecho puede deberse a varios motivos, falta de apetito, aversión o intolerancia a ciertos alimentos, etc. Es muy importante que la alimentación de nuestros hijos sea variada y equilibrada, pero a la vez apetecible y divertida. Podemos conseguir evitar que la hora del desayuno, la comida o la cena dejen de ser una lucha y se conviertan en algo divertido a la vez que educativo. A continuación te damos una serie de consejos prácticos:
Desayuno: El desayuno es muy importante, es la primera comida del día después de pasar toda la noche sin haber comido. Además, estudios* muestran que realizar el desayuno contribuye a un buen rendimiento en el colegio. Uno de los motivos por los que los niños no quieren realizar esta importante comida, es porque si no la variamos puede ser monótona y aburrida. Varia y ofrece a tus hijos diferentes opciones de desayuno, juega con las texturas y la temperatura de los alimentos, en función de la época de año en invierno apetecen más desayunos con leche caliente sobretodo en los días más fríos del año. Sin embargo en verano un vaso de leche fría chocolateada, un zumo o batido de frutas con arroz tostado chocolateado pueden ser una opción muy refrescante. No olvides que un desayuno completo debe aportar: cereales, lácteos y fruta.

Para demostrártelo te proponemos un ejemplo de menú variado y equilibrado con cereales de desayuno, que te ofrece una gran versatilidad:
Lunes: Leche fría, arroz inflado chocolateado y zumo de naranja.
Martes: Yogur, copos de maíz tostados y una pieza de fruta.
Miércoles: Cuajada, copos de maíz tostados y azucarados y zumo de piña.
Jueves: Leche, trigo inflado con miel y una pieza de fruta.
Viernes: Cuajada, arroz tostado y zumo de melocotón.
Sábado: Leche caliente, bolas de maíz con miel y una pieza de fruta.
Domingo: Yogur, almohadillas de chocolate con avellanas y zumo de manzana.

Media mañana y merienda. A media mañana y a la hora de la merienda, es necesario reponer parte de la energía que ha sido consumida para no llegar a la hora del almuerzo o de la cena hambriento. Es importante incluir en estas comidas alimentos ricos en nutrientes y moderar el consumo de alimentos calóricos o ricos en grasas saturadas. Una alternativa muy buena para un tentempié a media mañana o a media tarde sería combinarlos los 3 grupos, como por ejemplo en un yogur o batido natural con cereales y frutas troceadas.

Comida y cena. La comida y la cena junto con el desayuno forman las tres comidas principales del día. En muchas ocasiones la comida se realiza en el colegio y puede resultar difícil elegir un menú para nuestros hijos. Es importante conocer el menú escolar semanal que ofrecen a nuestros hijos en el comedor del colegio para poder planificar y completar la cena con los alimentos que no han tomado a lo largo del día.

La cena debe ser más  ligera para evitar una digestión difícil antes de dormir, es importante incluir verdura, sopa, caldo, ensalada, arroz, pasta, etc. Y además debe realizarse un adecuado aporte proteico, un poco de pescado, tortilla o algo de carne blanca.

No dejes que tus hijos se salten ninguna comida, recuerda que están en continuo crecimiento y desarrollo. Deben realizar 5 comidas al día, siendo la base de su alimentación los alimentos ricos en hidratos de carbono como los cereales, el pan y el arroz, de esta forma aprenderán unos hábitos de alimentación saludables que ayudaran a mantener una adecuada salud física e intelectual.

Los test, una buena estrategia

Es relativamente frecuente que muchos padres y madres, y hasta los propios alumnos, echen la culpa de sus malos o mediocres resultados escolares a que no saben estudiar de forma correcta. Un experimento revela que los test son un excelente método.

En parte, no les falta razón. No basta con echar horas y horas a las materias que hay que estudiar; hay que hacerlo con un cierto método. Y los métodos se enseñan. Por eso, una reivindicación muy habitual de muchos padres y madres en los colegios es que los profesores dediquen tiempo también a enseñar a estudiar a sus hijos, a aprender las famosas “Técnicas de Estudio”, que, sin que se trate de asuntos “científicos” (en este tema, el sentido común es capital), contribuyen a que los alumnos y alumnas reflexionen sobre su manera de estudiar y cómo aprovechan el tiempo.

También las Tutorías deben ir encaminadas a enseñar a los alumnos a organizarse su horario de trabajo y estudio, el tiempo que deben dedicar a cada asignatura, la preparación de trabajos y exámenes, etc. Para los que tienen experiencia en estos temas, no se trata de un asunto baladí, sin importancia. Muchas veces, el orden fortalece la disciplina que todos los alumnos necesitan.

Un experimento

En línea con estas reflexiones merece la pena comentar la noticia publicada en la revista Science sobre un experimento relacionado con la manera de estudiar de los alumnos. El experimento se ha realizado a 200 alumnos norteamericanos y tiene que ver con la preparación de los exámenes.

Lo habitual es que los alumnos piensen que lo mejor es repasar una y otra vez la materia que deben aprender, bien mediante resúmenes, esquemas o diferentes métodos de codificación; los hay también que tiran exclusivamente de la memoria y se aprenden todo como los loros, repitiendo hasta la saciedad lo más importante. Sin embargo, el experimento dice que los alumnos que se preparan los exámenes mediante el uso de test tienen mejores resultados y suelen recordar mucho mejor las cosas. El experimento se hizo sobre un texto científico, y los que recurrieron al test superaron en un 50% a los que repasan sin más o mediante los métodos de codificación.

Dedicación y método

Los resultados tienen su lógica pues el sistema de test contribuye de manera muy práctica y repetitiva a fijar los conocimientos básicos, que pueden irse sucesivamente incrementando.

Salvando las distancias, es lo que sucede cuando se preparan las pruebas teóricas del examen del carné de conducir. El consejo más repetido es que, tras una lectura detenida y atenta del manual teórico, se hagan constantemente todo tipo de test para fijar las respuestas clave. Al final, sin darse cuenta, uno acaba fijando los contenidos y aprovechando al máximo el tiempo invertido en el estudio.

Pero recurrir a los test exige también su dedicación y su método, algo que no debe faltar en la vida de cualquier estudiante.

¿Tipo test o desarrollo?

Los expertos recomiendan la utilización de diferentes tipos de exámenes con el fin de que los alumnos se acostumbren a estudiar de diferente manera. Si un profesor sólo hace exámenes de tipo test, se corre el peligro de que los alumnos tengan una visión muy parcial de la asignatura y sólo aprendan cuestiones concretas y simples, sin que guarden relación con el resto.

Las ventajas de un examen de “desarrollo” son evidentes, y más en un tiempo en que está descuidando la correcta expresión escrita. En estos exámenes, los alumnos deben relacionar ideas, exponer conclusiones, destacar lo importante de lo superfluo y exponerlo todo con claridad y corrección. Sin embargo, también pueden promover el rollo gratuito y la verborrea.

Los exámenes de tipo test facilitan la concisión y el mejor rostro de la memorización. ¿Exámenes de tipo test o desarrollo? Depende. Como siempre, la decisión debe tomarse en función de los intereses de los alumnos. z