Método para detectar antibióticos en alimentos para lactantes

Un grupo de investigación la Universidad de La Laguna (ULL), en colaboración con otro del Instituto de Investigación de Ciencias de la Alimentación (CIAL), dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Autónoma de Madrid, ha desarrollado un nuevo método para la determinación de residuos de quince antibióticos en diferentes modalidades de leches infantiles.

Esta técnica incluye un análisis mediante la denominada “cromatografía de ultra presión” (UPLC) en menos de 10 minutos.

Los antibióticos son compuestos que se utilizan de manera cada vez más indiscriminada, produciendo problemas de resistencia bacteriana.

Más información: www.ull.es

La Casa Incierta

La Casa Incierta, compañía residente del Teatro Fernán Gómez, es una compañía de teatro que busca sus formas de expresión escénica en los límites del ser humano.

El trabajo de investigación y creación escénica para la primera infancia la sitúa como una compañía pionera de este género. En sus espectáculos utiliza palabras, imágenes, juegos de luces y muchas mascotas para conseguir estimular al bebé, llamar su atención a la vez que entretener al público.

Más información: http://teatrofernangomez.esmadrid.com

“Ego Shooter”: La espiral del estímulo

Los niños necesitan y tienen derecho a un mundo que los acoja y estime. Muy a menudo el estado anímico de los adultos está condicionado por la carga en el trabajo, por conflictos interpersonales y por miedos y temores. Los medios saben desplazar los problemas, creando estados de ánimo más placenteros. Esto, sin embargo, solo se consigue a cambio de intensificar los recursos para lograrlo. Sería más sensato fomentar la alegría de aprender, la creatividad y las facultades sociales para que la actividad del niño lleve a la formación de capacidades duraderas como el sentido estético frente a la pasividad y la falta de fantasía.

Dave Grossman realizó un interesante estudio sobre las masacres ocurridas en varias escuelas norteamericanas. Los inculpados mostraron tener una puntería superior al promedio existiendo un predominio de disparos en la cabeza. Se constató que todos ellos habían pasado mucho tiempo con los llamados juegos “Ego-shooter”: puntos extras por disparos en la cabeza. Se trata de herir, torturar o matar a personas, consistiendo el éxito en matar al mayor número de adversarios mientras que el fracaso significa la propia muerte, desarrollando así el llamado “Condicionamiento operante”. Apuntar y disparar de inmediato se practicaba tantas veces hasta funcionar finalmente como un acto reflejo, formando a los niños en el uso de armas y endureciéndolos emocionalmente mediante las simulaciones de matanzas a través de un video juego típico.

La representación en imágenes de asesinatos y agresividad lleva a una inmunización frente a la violencia real. Se entra en una apatía anímica sin indignarse. El hecho de mirar incontables muertes y otros actos de violencia conduce en lo anímico a un efecto comparable al que se produce en el cuerpo con la vacunación. Lo que en un primer momento provoca horror, es observado con placer después de un tiempo. El alma aprende a considerar estas imágenes como una agradable sensación de tensión. En ese momento comienza la “vacunación”. Según la Teoría del acostumbramiento emocional, escenas e imágenes de violencia que al principio resultaban chocantes, muy pronto son consumidas como un divertido entretenimiento.

Para los niños que aún se encuentran en la fase de imitación este efecto es especialmente acentuado. Un niño de 14 meses es capaz de imitar acciones, tanto constructivas como destructivas, que ha observado en la pantalla, ya que aún no puede diferenciar entre realidad y ficción. Frecuentemente sufren trastornos del sueño durante semanas tras haber presenciado este tipo de escenas.

La violencia sugiere a los pequeños que es correcto usar ese comportamiento en algunas situaciones, especialmente cuando la utilizan héroes carismáticos. Se erosiona su aversión natural a la misma. Este tipo de imágenes no solo aumentan la disposición a la violencia, sino que también llevan a considerar al prójimo como una persona más violenta de lo que en realidad es.

Los medios visuales desplazan a la literatura: la lectura es el gran maestro de la fantasía. Cada lector crea su propio mundo. Las fuerzas de la fantasía pueden fortalecerse en todo aquello que es percibido o vivenciado por el hombre y que sólo se le revela íntegramente cuando él mismo lo complementa, pues ésta surge en el momento de la reflexión.

Mientras que para un niño con actividad propia siempre vuelven a ser interesantes los mismos juegos, en los medios virtuales rápidamente se manifiesta un fenómeno de acostumbramiento. Los recursos que incentivan su interés deben ser intensificados continuamente: es la llamada “Espiral del estímulo”. Este desarrollo lleva a una hiperactividad cada vez mayor y a contenidos cada vez más extremos.

Las principales organizaciones de Atención a la Infancia han estudiado los efectos que produce en los niños la violencia en los medios de comunicación y han publicado innumerables artículos en los cuales fijan su posición. Entidades tanto gubernamentales como académicas han hecho un llamamiento para poner freno a la violencia en los medios. Las conclusiones de todas ellas corresponden a más de 700 estudios ineludibles de decenios de investigación de las ciencias sociales, médicos, terapeutas, maestros … : M. Spitzer, B. S. Centerwall, Gadow y Sprafkin, A. Bandura, Drabman y Thomas, Gerbner y Gross, R. Feinbloom, Michael Rothemberg, Sue Aran Ramspott, Brandon S. Centerwall, M. Levine, L. Rowell Huesmann, Daniel Cohen …

Al dirigirse al Comité Senatorial de los Estados Unidos para asuntos gubernamentales, Leonard Eron, una autoridad en el tema de la influencia de los medios de comunicación en los niños dijo: "Ya no queda duda alguna de que la exposición repetida a la violencia en la televisión es una de las causas del comportamiento agresivo, el crimen y la violencia en la sociedad. La evidencia procede tanto de estudios realizados en laboratorios como de la vida real. La violencia de los medios afecta a los niños de ambos sexos, de todas las edades y de todos los niveles socioeconómicos y de inteligencia. Estos efectos no se limitan a este país ni a los niños predispuestos a la agresividad".

Uno de los análisis más completos sobre TV, realizado por un equipo de expertos que dirigió G. Gerbner demostró que el 80% de los programas emitidos contenían al menos un incidente violento y que los programas de dibujos animados tenían la más alta frecuencia de actos violentos. Los alumnos de 12 años pasan un promedio de 25.000 horas delante del televisor, al finalizar la escuela habrán visualizado 8.000 asesinatos y 100.000 actos de violencia. En el 73% de los casos los autores no sufren castigo. En el 58% de las imágenes de violencia no se muestran sus consecuencias. Sólo en un 4% se muestran formas no violentas de superar conflictos. A la cabeza de los programas que contienen violencia se encuentran los de entretenimiento y ficción (93% de estos contienen imágenes violentas), en segundo lugar los programas infantiles (89%). En un simple episodio de Popeye y sus amigos podemos contabilizar: 35 golpes, 8 mentiras, 24 burlas a una persona, 4 "dulces conquistas" a una mujer tales como: tirarle del pelo, retorcerle el brazo, pegarle y encerrarla en un armario.

Conflictos más frecuentes en la alimentación (1ª parte)

Este mes iniciamos un tema trascendente en los primeros años del niño y que preocupa especialmente a los padres, los conflictos más frecuentes en la alimentación. Lo daremos en dos partes: en la primera incluiremos los apartados “tener calma” y “Ana no quiere comer” y el próximo número trataremos: “Aarón se niega a cenar en su casa” y “Daniel se resiste a comer entero”.

TENER CALMA

El tema de la comida en las edades que nosotras nos movemos es de gran importancia; sabemos tanto como madres como educadoras que los niños aprovechan la comida y el sueño para hacernos frente.

Si el bebé no come, nos ponemos muy nerviosas, porque cada mes debe ganar peso y así no lo conseguirá.

Me gustaría poner un ejemplo de una niña que, cuando comenzó este curso en la Escuela Infantil, tenía cerca de seis meses; se llama Lucía.

Cada día, a la hora de la comida, la educadora la sentaba en la mesa alta, tipo trona, donde podía permanecer cómodamente, junto con otros niños de su edad.

Pero desde el momento que veía acercarse el plato, Lucia comenzaba a llorar; estaba claro que teníamos un conflicto: ¿no aceptaba la comida?, ¿no le gustaba este momento porque no tenía hambre…?
Con sus casi seis meses había que introducirle el puré de verduras; ya había comenzado su mamá en casa y le costaba muchísimo.

¿Por qué siempre lloraba?
El primer paso a dar siempre es la entrevista con la familia, para que nos cuente todos los detalles sobre el tema; en este caso, acerca de la comida.

La mamá de Lucia nos decía que no había manera de meterle nada, con la expresión “no come ni para vivir”; teníamos que ponernos de acuerdo, para probar si en la Escuela cambiaría la actitud de la niña, aceptando los alimentos mejor, y viendo si sus reacciones serían positivas.

El primer acuerdo sería no forzar a la niña, acercándole la cuchara a la boca esperando que fuera ella la que succionara el puré.

Ya se sabe que a los bebés se les coge en brazos, echados mirando hacia arriba y se les echa las cucharadas de puré como si fuesen pollitos y si, además, rechazan la comida pues hay que bailarles, tener a otra persona que le haga juegos, teatro, para tenerles distraídos y así traguen sin enterarse. NO, por favor.

Porque comenzamos así y según se hacen mayores nos irán exigiendo que hagamos más concesiones: poner la televisión para ver los dibujitos o la película que le gusta al niño, en otro momento querrá bajarse de la trona o silla para que nosotros le persigamos por la casa con el bocado en la mano. Insisto: NO, por favor.

Otro acuerdo sería tener paciencia, en la convicción de que terminaría comiendo todo y de todo; pero cuando pasaban los días y aún seguía comiendo poco, todos sabíamos que el tiempo apremiaba y, por ello, comenzábamos a sentirnos impacientes.

Es precisamente en esos momentos cuando debemos seguir constantes y empeñados en que ganaremos.

Un aspecto importantísimo que no puedo olvidar es el tema afectivo: los niños por muy bebés que sean entienden de cariño y afecto, ellos saben qué personas les quieren, les dedican tiempo, les valoran y consiguen la empatía necesaria para sentirse bien con ellas; todo eso se nota y los bebés también.

Por lo tanto el conseguir la empatía con Lucía era el primero de los retos de la educadora.

Desde los primeros días nos dimos cuenta que Lucía nos iba a costar conseguir que aceptase la hora de la comida con sus alimentos; pero nos íbamos a empeñar para que llegase a disfrutar este momento.
¿Qué actitud debemos tomar con la niña (o niños), en general?

Principalmente muy tranquila y relajada, dedicándole tiempo y paciencia, sin agobios ni prisas; tenemos que tener claro que iremos consiguiéndolo poco a poco, y que el primer día comerá pocas cucharadas de puré, o quizás ninguna.

Pero es fundamental contar con el apoyo de sus padres, y su confianza en nosotras; es factor clave para conseguir el fin, que es que nuestra pequeña Lucía aprenda a disfrutar comiendo y compartiendo esos momentos con sus compañeros y educadoras. Y lo hemos conseguido.

ANA NO QUIERE COMER

Ana es una niña que tiene 2 años y medio; es su primer curso en la Escuela, viene muy contenta desde el primer día y disfruta jugando con sus compañeros.

Es una niña despierta, ingeniosa, alegre, divertida y le gusta participar en cualquier tarea colaborando con su trabajo; ella es muy responsable.

Me gustaría describir algún rasgo, que definiera a Ana, para conocerla un poco, ya que me voy a centrar en el gran reto de buscar estrategias para conseguir que la niña acepte comer.

Los adultos tenemos claro que la alimentación es muy importante en nuestras vidas, y queremos que nuestros hijos tengan una buena educación en ese aspecto.

Es importantísimo comer todo y de todo, y adquirir una alimentación sana desde pequeños, justo en la edad que nosotros estamos educando.

Cuando llegó Ana a la Escuela, ya estábamos informadas de sus gustos, sus juegos favoritos, su manera de comer y sus mañas para conseguir no comer; también conocíamos qué alimentos eran sus preferidos; éstos eran los que le daban en su casa cuando no había forma de que tomara nada.

Ana era una experta a la hora de la comida, porque sabía muchos trucos: llorar, patalear, negarse a sentarse en la mesa con sus compañeros… y, sobre todo, había que deshacer todas las mañas adquiridas: distraerla para meterle la comida cuando no se entera, hacer teatros, dejarle algún juguete… todos nosotros conocemos detalles de este estilo.
¿Qué recursos pondremos en acción y cómo vamos a actuar durante el tiempo de la comida, con la niña?

La premisa fundamental (recordad) es tener paciencia y tesón por parte de los educadores.

Y la parte fundamental del plan, es la colaboración y puesta en marcha del mismo con la familia.

Punto importante: poner en el plato de la niña poca cantidad de comida, en un principio, para que se sienta capaz de conseguir comerlo todo.

Es una buena estrategia darle la oportunidad a Ana de servirse la comida, para que sea ella quien decida la cantidad que quiere comer; podremos poner en práctica esta acción con todos los compañeros de su mesa, e incluso con todos los niños del grupo.

Dejar que sean los niños quienes decidan la cantidad que quieren comer es confiar en ellos; es una actitud novedosa que les resulta chocante y divertida a la vez; el educador dejará claro que hay que servirse cierta cantidad, porque no vale decidir que no se quiere nada.

Surge la algarabía y la conversación entre ellos, aparte de la organización, sobre quién se sirve primero, y los comentarios lógicos: yo me voy a echar mucho porque soy muy mayor, yo quiero poco porque no me gusta…

Tanto si es mucha como si es poca la cantidad la que cada niño ha decidido servirse, deberá comérselo todo; ese habrá sido su compromiso al aceptar el trato de servirse lo que quisiera.

Otra estrategia que suele dar muy buenos resultados es crear la figura del CAMARERO.

Cada día nombraremos un camarero en ca
da mesa, que será el responsable de repartir los platos y cubiertos a sus compañeros, además de retirarlos a un barreño cuando cada niño haya terminado la comida de su plato.

Para ser camarero se necesita tener eficacia, ser buen organizador, estar atento a las demandas que surjan en la mesa, terminar la comida del plato de los primeros para poder recoger y organizar los platos y cubiertos siguientes, con el fin de que no se le amontone todo y tengan que esperar mucho los compañeros.

A todos los niños les encanta ser camarero para mandar a los demás, para demostrar sus cualidades y para hacer crecer su autoestima.

Así que puede ser un buen recurso para que nuestra protagonista Ana quiera participar en el juego de ser camarera. El camarero se lo tiene que comer todo.

Estas estrategias suelen dar muy buen resultado; y debemos probarlas para poder opinar sobre su eficacia.

En el caso de Ana fue efectiva; solucionamos sus problemas. Terminó comiendo.

Más información en: www.acento.info

¿Por qué no duerme?

Tener un hijo es descubrir muchas cosas nuevas, como el amor sin condiciones, pero también circunstancias menos agradables, entre las que están nuestro aguante para dormir poco. El sueño del bebé en sus primeros tres años de vida suele ser caótico, pero, aunque te sorprenda, esto no tiene por qué significar que haya ningún problema.

“¿Cuándo dormirá del tirón?”, “se despierta tres y cuatro veces cada noche y yo ya no puedo más, al día siguiente voy medio zombi a trabajar”, “el cansancio me puede, mi hijo no duerme si no me tumbo a su lado”, “¿qué estamos haciendo mal? ¡No consigo que tenga un sueño tranquilo!”… Quejas como ésta son muy frecuentes entre los padres con un bebé en casa. El sueño es uno de los asuntos más planteados en la consulta del pediatra. Los casos en los que el bebé duerme del tirón son mucho menos frecuentes de lo que pudiera parecer, pero hay que lanzar un mensaje de tranquilidad. Una cosa es que esta forma de dormir del niño hasta que cumple aproximadamente tres años resulte extenuante para el adulto, y otra bien distinta es que el niño tenga algún problema

¿Cuántos despertares son normales?

“Los recién nacidos duermen muchas horas al día. Digamos que unas 16, aunque es muy, muy variable. Se distribuyen en una tirada más larga por la noche, tal vez unas cinco horas, y varias sesiones más cortas. En las primeras semanas va aumentando la sesión más larga de sueño y algunos niños llegan a dormir más de siete horas de un tirón. Pero a partir de los 4 o 5 meses habitualmente eso cambia y los niños empiezan a despertarse cada hora y media o dos horas, más o menos, con una sesión nocturna más larga, de alrededor de cuatro horas. Y así siguen despertándose varias veces cada noche… toda la vida. Porque los adultos también nos despertamos, lo que pasa es que por la mañana no nos acordamos, porque son los llamados despertares parciales”, comenta el pediatra Carlos González, autor, entre otros libros, de Bésame mucho.

Al nacer, el bebé no diferencia entre el día y la noche, por eso no se ajusta a los patrones habituales de sueño de los padres, y no lo hace porque su cerebro aún no ha madurado lo suficiente (es el núcleo supraquiasmático del cerebro el que dirige nuestro reloj biológico, y en el recién nacido necesita de unos meses para concluir su evolución). Este mecanismo adaptativo es beneficioso para él en ese momento porque le permite, entre otras cosas, comer con más frecuencia. A medida que pase el tiempo, su organismo se irá pareciendo más al del adulto, hasta que “hacia los dos o tres años comience a despertarse menos por la noche o, más exactamente, a volverse a dormir como los adultos, sin llorar ni mamar ni buscar a su madre”, explica Carlos González.

¿Qué factores influyen en el sueño?

Ya hemos visto que es normal biológicamente hablando que un bebé se despierte muchas veces por la noche, pero, además de lo que te acabamos de contar, hay otras circunstancias que, a medida que el niño va evolucionando, pueden influir en la manera en que duerme. Son las siguientes:

Hasta los 3 meses: El bebé pasa gran parte del día durmiendo, por lo que no experimenta cansancio físico; esto hace que necesite menos cantidad de sueño profundo, que es el más reparador. Sin embargo, el sueño ligero (REM) le ayuda en su maduración cerebral, lo que es muy importante, ya que el bebé llega a la vida extrauterina con muchos procesos que completar.

Hacia los 6 meses: Hay factores externos que suceden en esta etapa a los que el bebé debe adaptarse. Quizá el más complicado para él es la incorporación de su madre al trabajo tras la baja maternal, sumado al inicio de la alimentación complementaria. Todos estos cambios pueden alterar de nuevo sus ciclos de sueño y hacer que se vuelva más demandante.

A partir de los 9 meses: El bebé sufre intensamente lo que se denomina “angustia por la separación”, que es la que siente cuando se separa de sus padres o de sus cuidadores habituales, ya que él no sabe si cuando deja de verlos se enfrenta a una separación definitiva. Esto puede condicionar que su sueño nocturno sea mucho más inquieto.

Entre el primer y el segundo año: Algunos hitos en su desarrollo, como la salida de los dientes, el gateo y comenzar a andar pueden alterar su sueño. ¿El motivo? Con la irrupción de los dientes el bebé está más irritable y molesto, y para él descubrir mundos totalmente nuevos al poder deambular por sí mismo le supone una fuente de ansiedad que repercute en su sueño. Igual sucede con la retirada del pañal y con todos aquellos acontecimientos que alteren su rutina. Por ello es totalmente normal (aunque sí, realmente cansado para los padres) que el pequeño se siga despertando por la noche a estas edades.

Desde los tres años. Lo más habitual es que el niño comience a dormir mejor de noche. A eso ayuda mucho el hecho de que ha adquirido un cierto dominio del lenguaje y puede expresar sus inquietudes de día. No obstante, el comienzo de su etapa escolar puede alterarlo un poco, e incluso perder algunas costumbres como la siesta, que obligarán a adaptar su sueño nocturno.

Entonces, ¿qué puedo hacer?

Lo primero, dejar de culparte por la forma en que duerme tu hijo: ya sabes que es totalmente normal que no duerma como un adulto; no lo hace así porque estés haciendo algo mal. De hecho, no es necesario que “enseñes” a tu hijo a dormir. “Todos los niños duermen. Los fetos duermen antes de nacer. Es imposible sobrevivir más de unos pocos días sin dormir. Otra cosa es dormir en la forma en que nos conviene a nosotros… Eso todos los niños lo aprenden solos, no hay ningún adulto que no lo sepa hacer. ¿Por qué intentar enseñar a un niño de un año algo que los niños de esa edad todavía no saben hacer si cuando tenga cuatro años lo hará sin problemas?”, recalca el pediatra Carlos González. Pero ¿cómo actuar ante los despertares? “Si tu hijo está a tu lado, normalmente no hace falta hacer nada. Ni conviene hacer nada. Cuanto menos te muevas, mejor; tu hijo se moverá, hará ruiditos, tal vez mamará, se acurrucará contigo y se calmará otra vez. Si no está a tu lado, debes ir a consolarle”, recomienda. Además, puedes seguir estos consejos que ofrece la psicopediatra Rosa Jové en su libro Dormir sin lágrimas:

1. Sé realista en tus expectativas. No esperes que tu hijo duerma más horas ni haga menos interrupciones de lo que le corresponde por su edad.

2. Haz un registro de sueño. Para valorar profesionalmente si en realidad tu hijo tiene un trastorno a la hora de dormir, apunta la hora en que se acuesta y en que se levanta durante un periodo de tiempo.

3. Descarta que tenga alteraciones. No son muy frecuentes, pero pueden producirse. Pueden ser apneas (pausas en la respiración), terrores nocturnos (el niño llora dormido aunque no está soñando nada), pesadillas, sonambulismo o insomnio (el niño quiere dormir, pero no puede y se pasa el día agotado).

4. Controla las siestas. A partir de los seis meses, el beb&#2
33; necesita sólo dos siestas diurnas, y desde el año, una única siesta. Si duerme demasiado de día, le costará más conciliar el sueño de noche. Y por la noche, acuéstalo en cuanto notes los primeros indicios de sueño.

5. Revisa el ambiente. A la hora de irse a dormir, procura que no hay mucha luz ni ruido y que la actividad de la casa sea relajada.

Su sueño, tu sueño

Ya sabes que es normal que hasta que cumpla dos o tres años duerma “a su manera”, pero tú también necesitas descansar. En este caso, hay quien prueba métodos para que su hijo duerma según sus necesidades, como el de dejarlo llorar, y quien trata de adaptarse a las circunstancias, por ejemplo aprovechando sus siestas para descansar o fijando determinados momentos en que otras personas se hacen cargo del bebé para que la madre o el padre puedan dormir. Es tu decisión. En cualquier caso, debes saber que, tal como subraya el pediatra Carlos González, “la alimentación prácticamente no influye en el sueño del bebé. Los más pequeños necesitan comer por la noche y lloran porque tienen hambre; pero a partir de los siete o nueve meses no suelen necesitar comida por la noche, lo que necesitan es la presencia de su madre. Los niños de pecho aprovechan para mamar, es cierto, pero no es una cuestión de hambre, sino de seguridad y consuelo. Desde luego, no duermen más porque les demos cereales para cenar. Un niño de año y medio ya puede cenar fabada, que se despertará igual”, apunta. Igualmente, está en contra de administrar fármacos para que los niños duerman: “En general, no es conveniente dar medicamentos para dormir a los niños, salvo en casos muy raros, niños con verdaderos problemas serios de sueño, tratados por un especialista. Algunos padres creen que ciertos productos no tienen peligro porque son ‘naturales’. No nos engañemos: o un producto hace dormir o no. Si no hace dormir, no sirve para nada, y si hace dormir es un somnífero”.

VÍDEO

http://www.youtube.com/watch?v=_7rQIjyu70U&feature=related

Corea del Sur: todo digitalizado en 2015

Si los planes de una de las principales potencias económicas asiáticas llegan a buen puerto, Corea del Sur se convertirá en 2015 en el primer país con todos sus contenidos curriculares para la enseñanza obligatoria digitalizados.

Lo anunció el pasado octubre el ministro de Educación Ju-Ho Lee, quien también afirmó que la medida formaba parte de un programa global que, bajo el explícito nombre “Educación Inteligente”, aspira a conseguir un tipo de enseñanza verdaderamente personalizada para alumnos y profesores.

El programa –que arrancó el pasado verano– incluye asimismo conexión wireless en todas las escuelas con el fin de que, aseguró Lee, los alumnos puedan aprender “cuando sea y donde sea”. Está prevista (dentro de esta estrategia de largo alcance) la creación de un gran sistema de información educativa al que se podrá acceder sirviéndose de todo tipo de artilugios tecnológicos, desde PC y portátiles hasta tabletas y televisiones con conexión a Internet.

En declaraciones oficiales, el ministro dijo estar convencido de que “Educación Inteligente” cambiará “nuestra forma de percibir los libros de texto. La transición de los tradicionales libros de papel al formato digital permitirá a los estudiantes dejar atrás sus pesadas mochilas y explorar el mundo más allá de la clase”.

Algunos de los beneficios más evidentes de la digitalización curricular masiva son la posibilidad de ampliar el abanico formativo para los estudiante en zonas rurales, ya que uno de los objetivos básicos de “Educación Inteligente” pasa por que los alumnos puedan aprender desde sus casas.

Según un estudio de la OCDE sobre competencia digital realizado el pasado año, los alumnos surcoreanos son los que mejor manejan las nuevas tecnologías. Superaron al resto de sus iguales en otros países del mundo desarrollado a la hora de evaluar información en Internet, ponderar su credibilidad y navegar con fluidez por la red a la búsqueda de información relevante.

Sin paredes, sin pizarras, sin tizas

El sistema educativo sueco se ha caracterizado siempre por la innovación. Ahora, en el siglo XXI, con el desarrollo de las tecnologías de la información (TIC) y sus innegables y prácticas aplicaciones a la enseñanza, las escuelas Vittra han decidido asumir más riesgos y rizar el rizo: un aula no ya inteligente sino inexistente.

En la página web www.yoroko-bu.es/un-colegio-que-no-parece-un-colegio/ aparecen unas fotos que explican la novedad de este centro educativo sin clases ni aulas. El diseño del colegio, que forma parte de su filosofía pedagógica, se lo han encargado al estudio de interiorismo Rosan Bosch. El resultado es interesante y desconcertante, pues en España, y en el resto del mundo, estamos acostumbrados a otra cosa.

Vittra, que cuenta con una red de 30 colegios, totalmente gratuitos (suele ser lo normal en Suecia), propugna una educación más flexible donde el alumno es el centro del proceso educativo. Lo que se busca es escaparse de un sistema férreo y encorsetado que se traduce en la falta de innovación y de imaginación, con un modelo tan establecido y burocrático que impide salirse del guión.

Es cierto que en los últimos años, con la irrupción de las nuevas tecnologías, en muchos centros, también españoles, se han producido interesantísimos experimentos para introducir significativos cambios pedagógicos con el fin de acabar con la a menudo fría y distante lección magistral e implicar más al alumno en su proceso de aprendizaje, contando con sus gustos y opiniones. Las nuevas tecnologías, a su manera, han revolucionado mucho las cosas.

Una revolución

Pero lo que propone Vittra es un salto copernicano. En sus colegios no existen clases ni aulas. Los alumnos van por libre. Tienen zonas para trabajar de manera individual y otras zonas para realizar trabajos en equipo. Las prioridades son claras: primero, el uso de las tecnologías, indispensables para que el alumno pueda marcarse su propio ritmo; en segundo lugar, la enseñanza bilingüe (sueco-inglés); y en tercer lugar, un aprendizaje que está basado en la experiencia y en la cercanía de los alumnos, subrayando la necesidad de relacionarse con los demás.

El papel del profesor es la atención personalizada a los alumnos y el constante acompañamiento para guiar, sugerir, motivar, etc. No se trata, pues, de una educación individualista, donde todo dependa exclusivamente del alumno, sino que también hay un componente social. Ni tampoco tiene nada que ver este sistema con la modalidad homeschooling, la enseñanza en casa, otro estilo educativo que crece en algunos países (en Estados Unidos estudian en casa cerca de dos millones de alumnos).

Estos cambios chocan frontalmente con el modelo tradicional, apegado a unos esquemas y hasta a un diseño y una arquitectura donde no hay sitio para el cambio y la imaginación.

Este modelo ha propiciado un interesante y encendido debate sobre su viabilidad en otros países. Es cierto que está por ver si los resultados académicos de estos alumnos son iguales o mejores que los de las escuelas tradicionales; sin embargo, el debate que ha generado resulta ya positivo, pues las escuelas Vittra demuestran, en la práctica, que hay otros modelos de escuela posible.

El modelo sueco

En el número 135 de Nueva Revista, publicación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), aparece un artículo de Mauricio Rojas, profesor adjunto de la Universidad de Lund, La modernización de la educación española. El modelo sueco, del que extraemos los siguientes párrafos que sirven para explicar los últimos pasos dados en Suecia para reformar su modelo educativo, dando facilidades para la creación de “escuelas libres” (friskolor), financiadas con dinero público pero de gestión privada. Las últimas leyes fomentan la iniciativa de la sociedad civil para mejorar la calidad.

“El año 1992 el Parlamento sueco estableció la libertad tanto de elegir como de crear escuelas básicas no públicas plenamente financiadas por un bonus escolar que estas escuelas recibirían en la medida en que los ciudadanos las eligiesen. En 1993 se dio la misma libertad para los colegios secundarios y, posteriormente, la reforma se extendió a las escuelas infantiles. Condición para recibir el bono fue la de cumplir con una serie de requisitos de calidad y no efectuar cobros suplementarios ni discriminar a los alumnos por razones ajenas a su mérito o aptitud.

La reforma se fortaleció rápidamente debido al gran entusiasmo mostrado por docentes, padres y emprendedores educacionales. Esto hizo irreversible la irrupción de las llamadas “escuelas libres” (friskolor). Hoy existen 1.230 escuelas primarias y secundarias libres a las que asisten unos 200.000 alumnos (….). El éxito de las mismas se debe al gran compromiso de profesionales, padres y educandos en proyectos educacionales bien diferenciados y a su insistencia en la responsabilidad, la disciplina y el estudio”.