Cumplimos dos años

PADRES 03 está creciendo y cumple dos años. Como otras publicaciones de su misma generación, ha nacido en un entorno digital. Por tanto, su hábitat natural es Internet y está muy familiarizada con palabras como servidor, link, e-mail, newsletter…

A través de estos canales llega a más de 3.000 escuelas infantiles que a su vez distribuyen la publicación a unas 10.000 familias.

Al igual que un niño de dos años progresa en sus destrezas, con un repertorio de palabras que ya empieza a combinar, relatando sus experiencias y señalando y nombrando objetos o personas de su entorno, nuestra publicación también va aprendiendo para ofrecer los mejores contenidos y cumplir con el compromiso con el que nació acompañar a las familias en el apasionante reto de educar a sus hijos desde cero. No debemos olvidar que los tres primeros años son fundamentales en la vida de una persona para bien o para mal. Representan el pilar sobre el que se va construyendo la trayectoria vital.

Para los niños, los dos años son una edad muy significativa. En el número 10, –en enero de 2011– PADRES 03 abría con el tema “Los terribles dos años: rabietas y otros retos para los padres”. En ese reportaje se afirmaba que “al llegar a su segundo cumpleaños, tu hijo deja de ser ese bebé plácido que te ganaba con una sonrisa, para plantearte nuevos desafíos como padre. Entre los más duros y desconcertantes: las rabietas, que por su intensidad y frecuencia pueden hacer perder la calma al más templado. No es que tu niño haya cambiado de carácter ni que lo estés educando mal; se trata, simplemente, de una etapa normal de su desarrollo que debes conocer”. Obviamente la revista no sufre rabietas, pero la difícil situación económica tampoco nos lo pone nada fácil.

Eso sí, como si fuéramos el padre de ese pequeño de dos años, sí afrontamos nuevos desafíos para seguir estando en la bandeja de entrada de vuestro correo.

Progresivamente el lenguaje del pequeño se hará más complejo y fluido, lo que permitirá conversaciones y realizar preguntas. Y se convertirá en un adolescente que se desenvolverá en el entorno digital como pez en el agua. PADRES 03, también.

¿Acogida o Escogida?

Muchas veces se lee en la prensa o se escucha hablar de adopción y acogida de niños como sinónimos, también de lo negativa que es la institucionalización de menores. Me voy a presentar. Me llamo María y soy la protagonista del libro: “Este lugar no es para ti” (Ediciones Carena). ¿Qué es lo interesante de mi vida? Para mí, toda, para mucha gente, mi paso por instituciones y familias de acogida hasta mi mayoría de edad.

Desde muy pequeña, pasé por varias familias de acogida que intentaron dar lo mejor de ellas mismas, cuidarme y protegerme como si fuera su hija, aunque legalmente, nunca lo fui. Una adopción no es igual a una acogida.
¿Qué es el acogimiento familiar? Es integrar a un menor en una familia, hasta que pueda volver con su familia biológica o se determine otra medida de protección más apropiada.

Así estuve yo, hasta los dieciocho años conviviendo con distintas familias y en instituciones. Si me preguntas, te diré, que me hubiera gustado más pertenecer a una única familia que conocer a tanta gente.

Mi familia biológica nunca consiguió ser capaz de cuidarme como corresponde a un niño y, se intentó, en mi caso, que a través del acogimiento familiar, tuviera un entorno afectivo adecuado para poder desarrollarme e integrarme en la sociedad. ¡Eso decían los trabajadores sociales, psicólogos y educadores!

Para orientarles, les diré que hay dos tipos de acogimiento:

  • En familia extensa: esto es, con algún familiar del menor. En mi caso no pudo ser, no había ningún familiar apto, capaz o disponible.
  • En familia seleccionada: es la alternativa a las residencias. Vives con otra familia, cuando la propia y la extensa no pueden o no son adecuadas. Este fue mi caso, cuando no vivía en residencias.

Con una familia de acogida tu acogimiento familiar puede ser:

  • Simple: es transitorio, ya que se prevé a corto plazo la vuelta con tu propia familia.
  • Permanente: es de duración indefinida. No se prevé tu retorno a corto o medio plazo.
  • Preadoptivo: tiene como finalidad la adopción.

Yo siempre estuve en acogimiento permanente. Ahora que soy mayor y que tengo criterio y recuerdos pienso, que en mi caso, como en el de otros muchos niños que conocí en las residencias y puntos de encuentro, en las que esperábamos ansiosos la llegada de una nueva familia o que apareciera algún familiar propio, lo más adecuado habría sido tener un acogimiento simple, quizás un año.

Las instituciones, comprobando, que la situación de mi familia biológica no era fácilmente recuperable me debían haber facilitado una adopción, una familia para siempre o también podían haberme dejado en la residencia; me habrían ahorrado muchas decepciones y quizás, ahora tendría una familia sólida y estable: unos padres, abuelos, tíos… que recordarían mi vida, tendrían fotos mías y con los que, en definitiva, habría crecido. Ser escogida para siempre y no acogida sin fecha.

El acogimiento permanente, vivido con varias familias, no me permitió estrechar lazos. Todo era gente de paso a la que no volvería a ver. Quizás me querían, pero desaparecían de mi vida.

Eso no es bueno para un niño. Un niño necesita una familia, una, pero estable, la gente no cambia de familia como de camiseta; no es igual.

Ahora que soy mayor, considero que el acogimiento simple es fantástico, todos tenemos derecho a equivocarnos y a pasar una mala racha en la vida sin por ello perder a nuestros hijos. Pero, si por la razón que sea, no podemos hacernos cargo de nuestros niños de forma permanente, debemos de facilitarles a ellos que puedan tener lo que nosotros no hemos sabido o podido proporcionarles, una familia.

En mi experiencia, conocí a niños muy pequeños, menores de 3 años. El propio sistema intentaba por todos los medios buscarles un acogimiento de urgencia para que pasaran el menor tiempo en residencias y así que no sufrieran desde tan pequeños las carencias afectivas y una incapacidad para desarrollar apego.

Cuando un niño nace comienza a establecer unos vínculos con su entorno, surge el apego, su familia es su mundo, si desvinculamos a un niño del afecto desde su inicio ¿Qué clase de adultos tendremos? Si no te quieren ni te dejan querer, ¿cómo crecerás?

Por tanto, recuerden: adopción no es acogimiento. El acogimiento puede ser temporal o permanente, para el niño, no para la familia acogedora. En cualquier caso, ninguno es indefinido; prevalece el retorno con la familia biológica.

El perfil de una familia acogedora no es el perfil de una familia adoptante, de ninguna manera.

Por último, yo como niña que fui, hubiera querido que mi familia biológica hubiera podido ocuparse de mí. Ya que no pudo, que otra familia me hubiera adoptado y fuese su hijo de pleno derecho. En última instancia, habría preferido vivir en la Residencia, donde siempre me trataron bien y que en realidad fue mi refugio ante los cambios.

Espero haberles ayudado con mi opinión.

Aprovecho la ocasión para enviar un beso a todos los que me cuidaron, siempre con su mejor intención.

Howard Gardner a pie de aula

En el Colegio “Orvalle”, de Madrid, sus alumnas aprenden de una manera dinámica y diferente, respetando los ritmos y capacidades de cada una de ellas. Desde hace dos años, el centro aplica un programa educativo donde se combinan la teoría de las inteligencias múltiples con el aprendizaje por competencias.

¿Ser un alumno brillante es sinónimo de éxito en la vida? Seguramente, nuestra respuesta inmediata sería sí, ya que tradicionalmente se han relacionado las buenas notas en el colegio con un porvenir prometedor. Sin embargo, la realidad del mercado laboral nos ofrece respuestas muy diferentes y alumnos excelentes languidecen en puestos mediocres, mientras que otros menos brillantes, destacan en su campo.

Entonces, ¿dónde reside la clave del éxito en el aprendizaje? Según la teoría de las inteligencias múltiples, elaborada por Howard Gardner –PADRES publicó un extenso reportaje en su número de febrero–, el cerebro humano es capaz de aprender y llegar a un mismo concepto de maneras diferentes, dependiendo de las capacidades de cada uno.

De este modo, la inteligencia se percibe, no como un bloque homogéneo en el que se agrupan diferentes capacidades, sino por un compuesto indeterminado de inteligencias múltiples –matemática, lingüística, musical, cinestésica, espacial, intrapersonal, musical, naturalista e interpersonal–.

El planteamiento de Gardner no sólo ha arrojado una nueva luz sobre el campo de la investigación neurológica, sino que ha contribuido notablemente al desarrollo de nuevas metodologías en el aula. De hecho, cada vez son más los colegios que, animados por las posibilidades que ofrece, implantan programas basados en las inteligencias múltiples para mejorar el aprendizaje de sus alumnos.

Es el caso del Colegio Privado “Orvalle” de Madrid.

Este centro femenino de Educación diferenciada, con una larga trayectoria en el sector –se fundó en 1978–, aplica desde hace un par de años, en las etapas de Infantil y Primaria, un nuevo modelo pedagógico en el que se combinan inteligencias múltiples y aprendizaje por competencias. “Básicamente, consiste en abordar un mismo concepto desde las diferentes inteligencias, reforzando aquellas en las que una alumna tiene una especial capacidad”, explicaba su directora, María Turiel.

DOS BUENOS EJEMPLOS

Sara María Lladó, profesora de Lengua castellana y tutora de 5º de Primaria, es una de las docentes que han implementado esta teoría en el desarrollo de sus clases. Trabajando de manera coordinada con el resto de las profesoras del centro, “especialmente la de Matemáticas”, Lladó trata de potenciar las ocho caras de la inteligencia de todas sus alumnas a través de divertidas y variadas dinámicas.

Así, en su clase los verbos se recitan o se cantan –todo dependerá de si la alumna ha desarrollado más su inteligencia lingüística o musical–, la gramática se refuerza mientras se juega a la goma –al tiempo que se trabaja la cinestésica– y la expresión oral mejora mediante exposiciones en las que las alumnas deberán desarrollar su inteligencia naturalista –observación–, matemática –análisis, deducción y conclusión–, y lingüística –capacidad de expresarse oralmente–.

En cuanto a las inteligencias intra e interpersonales, éstas se refuerzan fomentando el trabajo en equipo. “Es importante que se conozcan a ellas mismas, sus capacidades y limitaciones, y que aprendan a relacionarse con el resto”, comentaba. “Como estamos en la fase inicial, nos estamos centrando en aplicar el programa de inteligencias múltiples a la atención a la diversidad, porque arroja muchas pistas para que la profesora sepa cómo atenderla”, adelantaba la tutora de Primaria.

En Educación Infantil, la implantación del programa se produce de una manera menos estructurada, “casi sin darte cuenta”, aseguraba Loreto Abad, tutora en esta etapa. Ella aúna el trabajo “por rincones” con el desarrollo de las inteligencias múltiples, para abordar conceptos únicos, combinando música, plástica y TIC.

“Por ejemplo, hoy hemos trabajado el seis de diferentes maneras y en todas se han desarrollado varios tipos de inteligencia”. Para esta tutora de Infantil, la mayor ventaja de este tipo de aprendizaje es que “te permite ver hasta dónde pueden llegar en los diferentes campos”.

Dimensión intelectual, humana y espiritual

No es éste el único proyecto puesto en marcha por el Colegio “Orvalle”, María Turiel, su directora, ponía el acento en otras cuatro iniciativas con las que se refuerza la dimensión intelectual de las alumnas: bilingüismo –“en Infantil y Primaria todas las materias, salvo Lengua y Matemáticas, se imparten en inglés”– TIC, ya que “son un elemento motivador, sobre todo para alumnos con necesidades especiales”; deporte escolar, “visto como una escuela de hábitos y virtudes” y la adaptación al marco europeo, “a través del cual reforzamos aspectos como el liderazgo o la investigación”.

Asimismo, el centro da una gran importancia a la dimensión humana y espiritual de las jóvenes. Por ello, el colegio cuenta con actividades de voluntariado para las alumnas y sus familias, así como una preceptora, que se mantiene en contacto con los padres y sigue a la alumna a lo largo de su vida escolar. “Procuramos ofrecer una atención muy personalizada y, sobre todo, muy cercana en el trato con las familias”, concluía su directora, María Turiel.

2º ciclo: cambio radical

En este ciclo –3º y 4º de Primaria– junto a lengua castellana y matemáticas empieza a ganar mucha carga la asignatura de conocimiento del medio. Los alumnos deben conseguir resolver con éxito problemas de dos operaciones.

Sin darnos cuenta nuestros hijos ya han completado 5 años de escolaridad entre Infantil y los dos años que componen el primer ciclo de Primaria, ahora empiezan el 2º y, junto con ellos, debemos afrontar una gran cantidad de novedades.

En estas edades (8-9 años) los niñ@s son ya muy independientes (para lo bueno y lo malo), la premisa que deberá prevalecer es la de “autonomía supervisada”, no es bueno estar siempre encima de ellos diciéndoles lo que tienen que hacer pero, al mismo tiempo, es nuestro deber velar por su proceso educativo.

Ahora empezaremos a ver si son capaces de poner en práctica todo lo trabajado en los cinco años anteriores. Los niños a partir de 3º de Primaria ya están integrados en la etapa de las operaciones concretas (Piaget) y tienen una serie de capacidades y habilidades mucho mayores y por lo tanto ya están preparados para metas mucho más ambiciosas.

Aunque cada ciclo de Primaria comprende dos cursos académicos, deben entenderse como una sola unidad en la que los objetivos han de cumplirse al acabar el mismo, siendo el momento de valorar la promoción al siguiente ciclo o no. Dicha estructura de la etapa de Primaria en ciclos no es aleatoria sino que está elaborada según las capacidades de los niños y niñas en cada edad y lo mismo pasa con los materiales que les sirven de apoyo.

En primer ciclo normalmente los alumnos trabajan directamente en el libro, en muchos casos son métodos globalizados (cada libro abarca varias asignaturas), y sólo tienen una libreta a mayores.

Más libros y exámenes

A partir de 3º de Primaria todo cambia: más libros y libretas, más contenidos, exámenes… Cambios y más cambios que no todos los niños son capaces de asimilar de forma inmediata, es aquí donde la comunicación casa-colegio juega un papel fundamental pues nos ayudará a detectar posibles dificultades lo antes posible.

En segundo ciclo los niños empiezan a realizar con frecuencia pruebas objetivas de evaluación (exámenes). Es básico que desde casa fomentemos el estudio diario y así evitar los inútiles atracones de codos antes de un examen para llevar al día los contenidos y que se refleje en unas buenas calificaciones.

Refiriéndonos a las asignaturas, y teniendo en cuenta el número de horas semanales, además de la lengua castellana y las matemáticas empieza a ganar mucha carga la asignatura de conocimiento del medio. Ésta es una asignatura muy amplia pues abarca las antiguas ciencias sociales y ciencias naturales. Los niños en segundo ciclo comienzan a trabajar con los esquemas y resúmenes para organizar la información y economizar esfuerzos. Contenidos de este ciclo referidos a conocimiento del medio son: los estados del agua, animales y plantas, el cuerpo humano, geografía de España… contenidos para los que todos los padres estamos sobradamente cualificados para ayudarlos. Lo mejor es intentar mostrarles de una forma práctica lo que ven en los libros: experiencias con agua, visitas a zoológicos y jardines botánicos,… siempre algo que se experimenta, se entiende, se pone en práctica… permanece mientras que algo meramente teórico se olvida rápido por mucho que se memorice.

Aumenta la dificultad

En el área de matemáticas los niños continúan adquiriendo práctica en las operaciones básicas. En primer ciclo han trabajado sumas, restas e inicio a la multiplicación. En este ciclo se perfecciona la multiplicación y se inicia la división.

Para ambas es básico el aprendizaje de las tablas de multiplicar. Se debe intentar adquirir de forma que su estudio no resulte monótono y se aburran en exceso (juegos, competiciones, dictados de operaciones,…) El trabajo con problemas matemáticos sigue siendo muy importante.

Progresivamente la dificultad de los mismos aumenta. En segundo ciclo deben de conseguir resolver con éxito problemas dónde es necesario realizar dos operaciones básicas combinadas. La lectura comprensiva, la organización y el dominio del cálculo son imprescindibles para que se puedan resolver problemas con éxito y sin ayuda.

Los pasos necesarios para resolver los problemas son: leerlo las veces que sean necesarias, identificar los datos necesarios y lo que nos preguntan, elegir y resolver con éxito las operaciones, escribir la solución o soluciones, los pasos. Los polígonos, cuerpos geométricos, la longitud, la masa, la capacidad, tiempo, moneda, inicio de fracciones y decimales completan los contenidos de esta asignatura.

Por último en lengua castellana se trabajará la lectura comprensiva, la expresión escrita y oral, la gramática, la ortografía, la caligrafía… el dominio de algunas normas de ortografía es uno de los objetivos en este ciclo. Los buenos hábitos lectores les ayudarán mucho a adquirir dichas normas. Como padres y madres debemos buscar fuentes de lectura que les interesen, no solo libros, (revistas temáticas, cómics e incluso muchos videojuegos tienen un fuerte componente de lectura) .

Además deben ser capaces de sintetizar y extraer la información global y específica de lo que leen y escuchan. Para fomentar la lectura comprensiva y la expresión oral, debemos preguntarles sobre como lo interpretan, lo que han leído y como podrían resumirlo con sus propias palabras.

Niños hiperactivos y deporte

El deporte ayuda a los niños hiperactivos a canalizar toda la energía que poseen, siempre que la actividad no se centre en la competición si no en el aspecto lúdico y socializador.

Los niños hiperactivos, especialmente aquellos en los que además hay alto grado de impulsividad, se desarrolla una gran energía física. El deporte resulta para estos niños una actividad terapéutica que les ayuda a ejercitar su autocontrol ya que ponen en marcha su cuerpo con el fin de lograr una meta.

Carmen Castelló, pedagoga y directora del colegio Areteia de Madrid advierte que para que un deporte sea útil para un hiperactivo tiene que tener en cuenta que estos niños son inquietos, mantienen el interés por poco tiempo, se cansan de las actividades que inicialmente fueron atractivas y son inconstantes…

Por otro lado, según estudios realizados sobre las variables motrices de los niños hiperactivos, un 52% de estos niños tiene como trastorno asociado, una menor habilidad motora, tanto a nivel gruesa como a nivel de la motricidad fina, que los convierte en más torpes que los niños de su edad (sobre todo en el caso de los de predominio inatentos).

“Pueden tener una gran capacidad para el movimiento, pueden ser incansables y sobresalen en potencia muscular y agilidad, sin embargo, –explica la pedagoga– les cuesta aquellas actividades que requieran una buena coordinación visomotora y tono muscular”. Esta dificultad motriz tiene que ver con la forma de coger el lápiz, con la calidad de la caligrafía y de sus dibujos, con el andar desgarbado, el saltar, con el baile, que siendo incansables y haciendo piruetas no las coordinarán con facilidad con el ritmo de la música.

Otra característica motriz de estos niños es la gran elasticidad ligamentosa que tienen y una hipotonía constitucional exagerada que les permite mover los dedos, los hombros o las piernas con una flexibilidad atípica, esto les faculta para determinados deportes.

Los entrenadores

Por tanto, los entrenadores deben entender que, en el caso de niños hiperactivos, interés y atención no van unidos, de manera que pueden tener interés y no prestar atención a lo que se dice.

Pueden entender las reglas, pero la impulsividad les puede llevar a no respetarlas. Pueden correr con fuerza con la pelota, pero no la pasan en el momento adecuado.

Estos comportamientos no los realizan de forma consciente y no los pueden controlar con la voluntad, sí con el entrenamiento. “Es preciso confiar en ellos y que se den cuenta de esta confianza, generando cierta complicidad”, aconseja Castelló.

Los padres

Es importante que desde pequeños, los padres de niños hiperactivos fomenten la realización de actividades físicas y deportivas, pero deben ser conscientes de que estas actividades les van a resultar dificultosas. Tienden a ser competitivos, pero no siempre son eficaces y la frustración que les genera les puede llevar al desánimo y al abandono.

Castelló explica los benficios: “Si los padres ponen empeño y consiguen que su hijo lo ponga, puede tener unos efectos muy positivos, ya que el deporte se desarrolla en un ambiente estructurado que les permitirá aprender, con el tiempo, a tener un compromiso, planificar su actuación, actuar con autocontrol, respetar las reglas, ser consciente de que su éxito es el éxito de otros (en los deportes de grupo).

Un entrenamiento continuado, unido a su tratamiento psicológico, les puede facilitar un buen manejo de su hiperactividad.”

Deportes más adecuados

Les van mejor aquellas actividades deportivas individuales: las actividades gimnásticas, el atletismo, el ciclismo, las artes marciales: –judo, kárate y taekwondo,– la natación, el patinaje sobre ruedas o sobre hielo–, la equitación, el surf, el golf, el tiro con arco y la natación; o de parejas: el bádminton, el tenis, paddle… Se les da inicialmente peor aquellos deportes que son de equipo y más competitivos: el fútbol, el baloncesto, el balonmano, etc.

El deporte de equipo preferido es el fútbol, pero sus cualidades físicas no son idóneas por falta de habilidad para regatear cubren puestos de guardameta o defensa; pocos son delanteros.

Casi todos los niños españoles inician su actividad deportiva con el fútbol en los patios de los colegios intentando darle patadas a un balón. Muchos se convencen de que este deporte no es en el que sobresalen, no obstante, un buen entrenamiento y un buen entrenador (que les entienda y ayude) puede hacer que un amplio número de estos niños continúen jugando y lo puedan hacer bastante bien.

First Lego League

Lego, puzzles, ajedrez… ¿por qué no dentro del aula? Sus beneficios son innumerables para el proceso educativo. Los puzzles además de desarrollar habilidades cognitivas como la observación y la atención, favorecen la madurez emocional.

Presente en España desde 2006, la First Lego League es una iniciativa en la que participan más de 350 colegios de todo el país. Los equipos han de resolver cada año un desafío mundial que se da a conocer en septiembre. El de esta edición: Food Factor, o cómo mejorar la calidad de los alimentos y prevenir la contaminación alimentaria. Y todo ello con el mítico juego de Lego como base.

Más que ensamblar

“Nuestro objetivo principal es fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas en edades tempranas para que se decanten por estudiar carreras con estos perfiles”, afirma David Serra, director de la Fundación Scentia, que organiza la Liga en España.

Los equipos, integrados por escolares de entre 10 y 16 años, deben elaborar un proyecto científico, que luego presentarán ante un jurado, a partir de sus propias investigaciones, para solucionar el problema planteado. Además, y utilizando las piezas de Lego, cada grupo diseña, construye y programa un robot que deberá contribuir a la solución de la cuestión y que se mostrará en las distintas competiciones locales y nacionales.

La final de España, que se celebra en marzo, dirimirá quién es el ganador que puede optar a la final europea y mundial. Los que acudan deberán buscarse financiación, pues, como comenta David Serra, este programa “conecta también con el emprendimiento, ya que los equipos buscan sus propios recursos y patrocinios, lo que es muy positivo para ellos”.

Pero, ¿cuál es el premio final? Consiste en una medalla y un trofeo hecho con piezas de Lego, ya que la filosofía del torneo es que “es más importante lo que aprendemos que lo que ganamos”.

Lo mejor de cada uno

La First Lego League está abierta a todo tipo de equipos; así, hay también grupos con niños de altas capacidades y otros en riesgo de exclusión social. “Dentro de un mismo equipo, cada niño encaja con el área que más le gusta, lo que le hace avanzar en sus propias capacidades, dando lo mejor de sí mismos”, apunta David Serra.

Pero, además, como punto importante, destaca la transversalidad de la iniciativa, ya que pueden elaborar el proyecto en inglés, disfrazarse… utilizando todos los recursos a su alcance.

Los entrenadores

Cada uno de los equipos tiene al frente a un entrenador, que puede ser un profesor, un padre, un hermano mayor. Su misión es la de guiar el proceso sin intervenir; es decir, favorecer que el niño, por sí mismo, encuentre las respuestas al problema planteado.

Para Mª Belén Serrano, profesora de Tecnología del IES Alhama, de Granada, y entrenadora de dos equipos, la experiencia está resultando muy enriquecedora: “Están súper motivados, acuden siempre a las reuniones, e incluso quieren que quedemos en festivos; tienen mucho interés por trabajar.

Creo que se les abre un campo muy grande, ya que desarrollan muchas competencias e inteligencias, y descubren que son capaces por sí mismos de desarrollar su trabajo. Pero, además, se implica todo el centro, buscando patrocinios, información…”.

Ajedrez en las aulas

Auspiciado por la Unión Europea de Ajedrez (ECU) y Chess in Schools, el proyecto “El Ajedrez en la Escuela” busca introducir este deporte en los programas educativos de la Unión Europea. Sus impulsores desean que, igual que sucede en países como Islandia o Rusia, el ajedrez se integre en los currículos educativos.

Por ello, al cierre de esta edición, habían logrado 377 firmas de las 380 necesarias entre los eurodiputados para poder presentar la declaración. ¿Qué sucederá si se aprueba? “Dependerá de los fondos que asigne la Comisión Europea, pero, en cualquier caso, el mero reconocimiento del valor educativo del ajedrez debería impulsar todo tipo de iniciativas en el ámbito local orientadas para llevar el ajedrez a las escuelas”, apunta Miguel Illescas, Gran Maestro de Ajedrez.

Sus beneficios son innumerables para este experto: “Desarrolla la memoria y la comprensión, el análisis, el cálculo y la evaluación, la toma de decisiones, la asunción de responsabilidades, ayuda a gestionar el éxito y el fracaso, fomenta la concentración, el orden y la disciplina, alimenta el respeto a las reglas y al rival…”.

Los puzzles potencian su habilidad espacial

Además del Lego, hay otros juegos que potencian la habilidad espacial de los niños; un ejemplo claro son los puzzles, según ha recogido una investigación estadounidense que afirma que los pequeños que dedican más tiempo a este entretenimiento potencian unas destrezas favorables para la ciencia, la tecnología, las matemáticas o la ingeniería. Imma Marín, directora de Marinva, Juego y Educación (www.immamarin.com), destaca su importancia: “Aparte de desarrollar habilidades cognitivas como la observación y la atención, favorecen la madurez emocional, ya que el niño aprende a diferir el deseo, a que no siempre se puede satisfacer lo que quiere en el momento”.

Pero, a pesar de sus ventajas, no hay que obligarlos a hacerlos: “Para que resulte beneficioso, el juego ha de ser libre y placentero para el niño, debe participar porque le apetezca y no porque se lo indiquen. La motivación y compartirlo con un adulto son fundamentales”, indica la experta Imma Marín.

Educar la fortaleza para formar el carácter

“In puero, homo”, en el niño ya está el hombre, escribieron los latinos. Y es cierto. La educación consiste especialmente en preparar a los niños para construir sus propias vidas, en enseñarles a madurar, en inculcarles una serie de hábitos que fortalezcan sus debilidades y multipliquen sus virtudes. Este recorrido no suele ser, precisamente, un camino de rosas.

La educación no consiste en fabricar para los niños y niñas una burbuja idealista, alejada de los afanes, obstáculos y sombras de la sociedad. Los padres superprotectores, de los que se habla a menudo en las páginas de PADRES, cuando pierden el norte, son un peligro para la educación del carácter de sus hijos. Si a los niños no se les fuerza a que se enfrenten ellos solos a sus problemas y debilidades, no estarán preparados el día de mañana para tomar las riendas de su propia existencia.

No se trata de ofrecer continuamente a los niños una visión descarnada, agria y agónica de la vida. Algo así como si tuvieran que vivir una vida más propia de las que padecen algunos personajes de las novelas de Charles Dickens, ahora que estamos conmemorando su centenario.

Pero tampoco resulta útil hacerles creer a los niños que la vida es una sucesión de instantes sin fin en un parque de atracciones.

Hay, pues, en casa y en el colegio, que enfrentarles a sus responsabilidades. Hay que enseñarles a afrontar las numerosas adversidades con las que se van a encontrar ahora y en el futuro.

La vida es eso: superar con optimismo las dificultades. Esta actitud tiene un importante valor educativo, pues los niños forjan su carácter mucho mejor cuando aprenden a decir que no, cuando moderan sus caprichos, cuando controlan sus apetencias y cuando conocen a su alrededor experiencias que a veces no son nada gratificantes.

En primer lugar, está, como siempre, el ejemplo de los padres. No se puede predicar una cosa y luego, en casa, en la intimidad, dejarse arrastrar por una espiral de comodidades y caprichos sin fin. Todo se pega por ósmosis. Si los niños ven a diario a padres caprichosos en la comida, con las aficiones, con la televisión, con la bebida… será difícil que luego aprendan ellos de manera natural que deben controlar sus apetencias.

Después está la vida en el colegio. El contacto con los compañeros es la mejor escuela para poner los egos en su sitio. Incluso los libros que se recomiendan leer suelen ser una excelente escuela para aprender virtudes y conocer otras realidades sociales e individuales.

La madurez no se improvisa ni viene de golpe.

La madurez es el fin de un largo proceso educativo. Los niños deben, por eso, conocer que existen fatalidades. Como durante su vida, esto va a ser inevitable, es mejor educarles a que cuenten con ellas, sin ocultárselas.

¿Qué ha pasado?

La Fundación Mario Losantos del Campo, una ONGD especializada en la salud y la educación, trabaja para contribuir al desarrollo integral del ser humano. Además de promover acciones solidarias en países del Tercer Mundo, tiene en marcha una serie de programas educativos y psicológicos dirigidos a los menores.

En colaboración con la empresa Parcesa, dedicada a los servicios funerarios integrales, trabaja en un programa encaminado a explicar a los niños cómo afrontar la muerte de alguien cercano.

La realidad es, en este tema, tozuda: el 5% de la población sufre anualmente la pérdida de un ser querido muy próximo y una de cada diez personas requieren de ayuda terapéutica para superar esos difíciles momentos. Con este objetivo, estas dos instituciones acaban de publicar el libro Explícame qué ha pasado, del que es autora la psicoterapeuta Loreto Cid.

En esta sencilla guía (que puede consultarse en la página web de la Fundación Mario Losantos del Campo), la autora apuesta por decir a los niños siempre la verdad, adaptada lógicamente a su edad y al desarrollo cognitivo y emocional del menor. Se trata, en definitiva, de evitar tratar la muerte como un tema tabú y hacerles ver a los niños que forma parte inevitable de la vida.

Si no se hace así, puede ser peor el remedio que la enfermedad, pues para justificar la ausencia de las personas fallecidas se recurren a metáforas complejas que a menudo derivan en estrategias erróneas para evitar el dolor y el sufrimiento de los más pequeños. La guía recomienda incluso dar la oportunidad, según la edad, de dejar libertad a los menores para participar en los ritos de despedida de la persona fallecida y, además, que puedan expresar sus dudas y temores durante esos duros momentos.

No se trata de un tema fácil. Es quizás uno de los principales retos de una sociedad narcisista y egotista que intenta esquivar y esconder el dolor, la enfermedad y la muerte. Pero es un excelente ejemplo sobre cómo la mejor educación es la que enfrenta a los niños con la vida auténtica, sin cómodas falsificaciones ni adulteraciones.

Los pediatras apuestan por una educación sanitaria para combatir la fiebrefobia

Muchas veces el miedo de los padres a la fiebre de los niños surge por la creencia de que puede ser perjudicial y el temor a las convulsiones febriles, pero, según se ha afirmado en el IX Curso de Actualización en Pediatra, esto sólo ocurre en 4 de cada 100 casos.

El Doctor Ramón Ugarte, pediatra del Centro de Salud Olaguibel, de Vitoria, fue el encargado de exponer su teoría sobre la fiebre en el Curso y afirmó que “los antitérmicos, prescritos frecuentemente, no son tan eficaces como se cree y pueden suponer un gasto energético injustificado en niños pequeños”.

Consultado por PADRES sobre este punto, nos aclara que “cuando tenemos fiebre necesitamos gastar una gran cantidad de calorías para aumentar nuestra temperatura hasta alcanzar el punto de equilibrio que necesita nuestro termostato hipotalámico”.

Si una vez hemos llegado a esa temperatura, sometemos al niño a pérdida de calor por medios físicos, ya sea desnudándolo, con baños en agua templada, aplicando friegas de alcohol, o generando corrientes de aire con ventiladores puede que consigamos una pérdida temporal de temperatura, pero como no hemos tratado la causa de esa fiebre, que no es más que una respuesta del cuerpo para combatir una infección y activar las defensas del organismo, nuevamente el cuerpo necesitará obtener energía para recuperar la fiebre.

“Esto es un despilfarro energético. En niños pequeños este gasto de energía puede ser tan importante que se consuman todas las reservas de glúcidos haciendo que el organismo queme grasa y de esta manera se produzca acetona y empeore el estado general del niño”.

Buscar el origen. Hay que tratar el origen, atenuar el síntoma solo retrasa un correcto enfoque y diagnóstico. Ugarte aconsejó durante el Congreso que la educación debería iniciarse en la primera consulta del programa de salud infantil donde se contemple la vacunación. “También parece imprescindible que estos conceptos de actuación ante un niño febril sean compartidos por los servicios de urgencias, de atención primaria y hospitalarios, para no crear confusión en las familias.”

En definitiva, debe tratarse el dolor o las molestias que causen un proceso febril y no la fiebre en sí misma. En este sentido, sería razonable hablar a la familia sobre la eventual necesidad de analgésicos y no utilizar términos como antitérmicos, antipiréticos o medicamentos para bajar la fiebre.

Si pretendemos limitar el dolor o malestar y que el descenso térmico sea el menor posible parecería más adecuado usar paracetamol porque tiene un efecto analgésico similar y posee menos efecto antitérmico que el ibuprofeno. Frente a la tendencia de hace algunos años ahora los especialistas indican que paracetamol e ibuprofeno no deberían usarse conjuntamente en un niño con fiebre “paracetamol e ibuprofeno bajan la fiebre y quitan el dolor.

Lo que hay que hacer en un proceso febril es respetar la fiebre, buscar el confort del niño (ausencia de dolor-malestar) y por eso digo dar analgésicos para que se identifiquen estos fármacos con el alivio del dolor y no como tratamiento de la fiebre porque la fiebre en sí misma es un mecanismo de defensa adaptativo y no hay que luchar contra ella”, ha explicado el Doctor Ugarte a PADRES.

No obstante, la tolerancia a los fármacos, las preferencias del niño y la familia sobre cualquiera de los analgésicos y la seguridad en el uso de estos fármacos debería tenerse en consideración.

Posible diagnóstico y actuación más temprana en el autismo

Se abre la posibilidad de desarrollar un biomarcador de riesgo para el desarrollo del autismo ya que la enfermedad no se desarrolla rápidamente en el bebé sino que progresa durante la infancia del niño.

“Este descubrimiento permitirá interrumpir el proceso con una intervención dirigida a ello”, explica Jason J. Wolff, autor principal del Estudio de la Universidad de Carolina del Norte que ha encontrado evidencias sobre las evidencias anatómicas del cerebro de los niños con autismo desde los seis meses de vida.

Aunque las conductas que alertan sobre la enfermedad no aparezcan hasta alrededor de los 18 meses, los cambios se han producido mucho antes y este descubrimiento permite intervenir antes. El estudio se ha realizado durante dos años con recién nacidos y se han detectado diferencias en 12 de los 15 tractos de fibras de materia blanca del cerebro estudiados en el caso de los niños con autismo. Esta fibra es importante porque compone los caminos que conectan las regiones cerebrales.

Las medidas se realizaron analizando y midiendo la organización y el desarrollo de la sustancia blanca en el cerebro basada en el movimiento de las moléculas de agua en el tejido cerebral. “Esta evidencia, que implica vías fibrosas múltiples, sugiere que el autismo es un fenómeno en el cerebro completo y no está aislado a una región en particular”, concluye Wolf.

Metodología. Un equipo de 20 investigadores seleccionaron a 92 bebés de alto riesgo porque tenían un hermano autista. Los estudiaron con un tipo de resonancia magnética conocida como tensor de difusión, a los seis meses, a los doce y a los veinticuatro. Al cumplir los dos años también se les realizaba una evaluación conductual.

Pasado el tiempo y todas las pruebas, el 30% desarrolló autismo mientras el 70% no, es decir 28 niños eran autistas frente a 64 y los científicos encontraron diferencias en los cerebros de unos y otros.