GUÍA PARA PADRES CON HIJOS PREADOLESCENTES 

Mª Teresa Merino Martín, pedagoga del Gabinete Psicopedagógico Aula6 de Madrid apunta una serie de recomendaciones para padres en apuros:

Porque lo digo yo. Cuidado con las obligaciones. Es aconsejable noconfrontar ni obligar a hacer algo al joven que no quiera. Hay que valorar siempre la importancia de los hechos, pues de un suceso liviano puede desencadenarse un conflicto innecesario.   

Fomentar el diálogo. Hay que intentar hablar siempre y cuando haya oportunidad, pero respetando los tiempos del joven. Si no vemos una actitud de apertura por parte del adolescente para hablar, es mejor tener paciencia y dejarlo  para otro momento.  

Respetar su espacio. Es fundamental respetar el dormitorio y los objetos personales del adolescente. De lo contrario lo interpretará como una invasión a su intimidad y desconfiará de los adultos.  

Poner límites con cabeza. Los límites no  deben ser nunca una forma de dominación para ver quién manda, sino que se debe imponer en pro del     aprendizaje del adolescente.

Aprender de los errores. En lugar de someter al adolescente a un interrogatorio policíaco, los padres deben orientarle para que aprenda y saque provecho de sus equivocaciones.   

Enseñar a pensar. Los padres deben vigilar lo que el adolescente lee y ve en la televisión, pero no a base de represión sino de reflexión. Una película o una serie  pueden ser la excusa perfecta para charlar con el adolescente. En definitiva para ayudarles a formarse un criterio propio.   

La fuerza del elogio positivo. “Lo has hecho muy bien”. “Estupendo, hijo. Te has portado como una persona adulta y responsable” De la misma forma que le decimos lo que hace mal, es fundamental expresarle con palabras o gestos de cariño su buen comportamiento.    

La habilidad de negociar. Permitir que el hijo adolescente participe cuando se fijen normas nuevas en la familia. Así, se le enseñará la habilidad de la negociación.  

Dejarle crecer. Es necesario que los padres den la oportunidad al hijo de vivir sus propias experiencias en situaciones  que no impliquen mayor riesgo. Así aprenderán el sentido de la responsabilidad.        

Potenciar su autoestima. Otra labor de los padres es ayudar al adolescente a descubrir sus cualidades personales, sus virtudes. Es importante que los adolescentes tomen conciencia de que valen por lo que son, no por lo que traen puesto o por lo que tienen.

La diversión sana: un reto desde el primer año

Más del 80% de los jóvenes de 15 a 24 años centran su forma de ocio en la marcha nocturna.

Que a un adolescente le apetezca jugar un partido o ir caminar por la montaña un domingo por la mañana no va a brotar en él por ciencia infusa.

El ocio forma parte de la Educación y que sea saludable depende, en primera instancia, de los padres.

Todos los padres tenemos miedo al botellón, a las macrofiestas de miles de jóvenes desenfrenados, a los porros y las pastillas que acechan a la vuelta de la esquina, a las compañías que empujan a todo eso. Dado que no podemos evitar que nuestros hijos lleguen a la adolescencia, ¿acaso podemos evitar que se diviertan así cuando cada vez parece más habitual?

Según un estudio realizado en 2010 por la Fundaciónde Ayuda contrala Drogadicción,la Obra SocialCaja Madrid y el Ayuntamiento de Madrid, en la capital  más del 80% de los jóvenes de 15 a 24 años centran su forma de ocio en la marcha nocturna y afirman que les compensa salir toda la noche pese a los riesgos: embriaguez, peleas, relaciones sexuales sin protección, etc.  Un 64% asegura que desfasar es divertido y un 56% cree que la prudencia arruina la diversión.

¿Alarma? El mismo estudio, que analizó la respuesta de los padres, asegura que sí, que éstos se sienten muy preocupados por el ocio de sus hijos, pero su reacción mayoritaria es la resignación (“es lo que hay”), la  impotencia e invocar el manido mis hijos no son así, un acto de fe más que una constatación. El ocio de nuestros hijos se presenta, por tanto, como uno de los desafíos más complejos para los padres. Y afrontarlo es contrario a la resignación. Ocio mayoritario no es ocio único. Sabemos que hay otras formas de divertirse, pero la cuestión es cómo niños y adolescentes pueden sentirse atraídos por ellas para compensar la fuerza de la corriente más caudalosa y turbia.

Acudimos ala Universidadde Padres, de José Antonio Marina, con estas inquietudes y, lo primero, nos aseguran que sí podemos evitar que nuestros hijos estén en ese 80%. Como en todo lo demás, también en el ocio las bases de unos buenos hábitos y conductas se ponen en la primera infancia y nos compete a los padres asentarlas.

Primera lección: “El ocio, en sí mismo, educa porque transmite valores. Por eso no debemos desentendernos de él si nos preocupa la educación de nuestros hijos”, señala Coti Coloma, psicóloga de la fundación.

“En la adolescencia, ellos deciden; los padres poco pueden hacer ya”, advierte el pedagogo Alejandro Iglesias, especializado en el trabajo con jóvenes. A esa edad tienen afianzada la inercia que empezaron a coger en la infancia.

Ya entonces, de niños, el ocio puede dividirse en dos tipos, según Coloma: el “dependiente” –que  encontramos en paquetes cerrados y juguetes limitados, con el que el niño aprende a disfrutar en función de lo que le marcan otros–, y el “independiente” –toda actividad que fomente la creatividad y la imaginación, donde el niño es parte activa hasta el punto de que de él depende la propia actividad–.

El primero acostumbra a depender de otros, a asumir con naturalidad modas e imposiciones de otros. El otro siembra la capacidad de elección y decisión, y proporciona más habilidades para la búsqueda de la satisfacción. “Como consecuencia, se enfrentará mejor al ocio dependiente”, señala Coloma.

VARIEDAD para elegir

Como teoría está muy bien. Pero en la práctica, ¿qué hacemos?  Nuestra primera responsabilidad, según la experta, es brindarle a nuestros hijos la variedad más amplia posible de actividades de ocio y diversión “para que puedan crear sus propios gustos”. Cuantas más cosas pruebe a lo largo de su infancia, más probabilidades tendrá de encontrar algo que le apasione y a lo que se mantenga vinculado a largo plazo. Para que los niños se sientan atraídos verdaderamente por alguna actividad, lo primero es que puedan elegirla ellos.

Muchos padres caen en el error de inculcarles una afición. Otros les apuntan a mil actividades. Las dos cosas pueden hacer que caigan en la desidia. Los expertos recomiendan introducir una o dos actividades cada curso y aprovechar los fines de semana para, con la familia o los amigos, acercarles a otras.

La segunda barrera que hay que vencer es la de rendirse al recurrente es que hay poca oferta de ocio alternativo. “Es menos visible, pero la hay”, asegura la psicóloga. “Lo más fácil es llevar a los pequeños a la piscina de bolas, pero hay muchas más actividades; la cuestión es que hay que hacer el esfuerzo de buscarlas”. En las ciudades no hay más que mirar las guías de ocio y la programación de los centros culturales; en los pueblos, nuestros aliados son los centros culturales de los ayuntamientos y las asociaciones.

En cualquiera de los casos, destaca  Alejandro Iglesias, “a partir de los 13 años, las asociaciones juveniles y de tiempo libre facilitan mucho la vida a los padres. Da igual que sea la parroquia, el club de senderismo, el taller de teatro, el equipo deportivo, el grupo de baile, la asociación del barrio”. Los hijos satisfacen esa pulsión de estar con sus iguales antes que con sus padres, pero en “formas de ocio organizadas” donde la diversión y el esparcimiento son controlados.

La psicóloga enfatiza: “Lo ideal para un padre es que tengan una actividad que fomente el autocontrol y un entorno en el que los demás también lo ejercen”. Y ¿cómo se llega a eso? Una vez más, “enseñándolo desde pequeño”, intentando evitar, desde la primera infancia, que la diversión vaya vinculada al desenfreno. Porque “el ocio tiene que tener un factor de libertad, pero no de libertinaje”. “En el juego y la diversión no hay que olvidar los límites; deben estar presentes”, subraya la especialista infantil. “No puedes decirle a un niño que tiene una vida organizada que un día, o en un sitio, puede hacer de todo”.

Para reforzar el sentido del autocontrol son clave las actividades extraescolares de colegios e institutos.

El tercer desafío para los padres, y tal vez el que mayor voluntad exija, es el de “transformar el entorno” y velar por él. “Que sea educativo es más importante y efectivo que cualquier cosa que hagamos”, sostiene la psicóloga.

Por eso, no debe importarnos ser el padre que “pringa”, el que embarca en actividades al vecindario, a los padres del colegio o al propio grupo de amistades del niño, el que lleva y trae a su hijo y sus amigos a lugares a los que, de otra manera, no irían.Sus ventajas no tienen precio: “Un padre implicado en el ocio del grupo es mejor visto por los amigos, y ello hace que el hijo se sienta más cerca y mejora la comunicación”, afirma Coti Coloma, que también advierte de lo útil que es conocer a los amigos de los hijos.

Excelente acogida de la I Sesión de 'Coloquios de película' con José Antonio Marina

Centenares de personas abarrotaron el cine Palafox de Madrid, el sábado 27 de abril, con motivo de la I Sesión de ‘Coloquios de película’, una iniciativa promovida por el semanario MAGISTERIO y la web de información cinematográfica decine21.com, que bajo el paraguas Educacine combina cine y educación.

En primer lugar, Áureo Ruiz de Villa, director general de Estrenos 21 (editora de decine21.com) y presidente del Grupo Siena (editora de MAGISTERIO) presentó el acto y también introdujo al invitado, el prestigioso filósofo, ensayista y pedagogo José Antonio Marina. A continuación tuvo lugar la proyección de la película francesa Solo es el principio, un documental de Pierre Barougier y Jean-Pierre Pozzi. Describe una experiencia pedagógica que tuvo lugar en el parvulario Jacques Prévert de Le Mée-sur-Seine, en Francia, donde se les impartía a los niños rudimentos de filosofía para enseñarles a pensar, en torno a diferentes temas como el amor, la muerte, etc.

Finalmente, Marina entabló un debate con el público en torno al tema «Enseñar a pensar desde la infancia: ¿Es posible?», moderado por José María Aresté, crítico cinematográfico y director de decine21.com. El autor de libros como «El aprendizaje de la creatividad» o «La educación del talento», tuvo unas palabras de elogio hacia las iniciativas similares a la que se puede ver en la película, llevadas a cabo en la Escuela Maternal Francesa. «Frente a las tesis defendidas erróneamente por Jean Piaget, algunas funciones del cerebro de los niños se pueden acelerar», comentó Marina, que defendió también que «no hay talento antes de la educación» y que «todos los niños nacen genios, lo que viene después es la decadencia».

El filósofo supo animar al público a participar, pues aunque reconoció que habría que establecer un premio al que fuera capaz de hacer la primera pregunta –siempre la más difícil en este tipo de actos–, dejó claro que se trataba de un coloquio, y no de una conferencia.

«La falta de normas da lugar a niños impulsivos»

Por fin, uno de los asistentes le inquirió sobre si los niños necesitan límites y reglas durante el proceso educativo. Marina lo tiene muy claro. «Los necesitan porque aprenden lo que es la libertad obedeciendo. Los límites le dicen al niño que el mundo es seguro», comentó. Aprovechó para criticar las teorías que han tenido una mayor influencia en la confección de los planes educativos de las últimas décadas. «Ha habido un movimiento peligroso que defiende que si les das amor ya es suficiente. Pero eso es estar en la luna», comentó. Opina que la falta de normas da lugar a niños impulsivos que «no tienen método de control de su propio comportamiento». Por tanto «hay que enseñarle al niño a que se dé órdenes, porque los niños impulsivos no son libres».

Otro espectador quiso saber cómo se puede enseñar filosofía a los niños en casa. «Tienen que aprender, pero una vez que asimilen los conceptos, deben expresarlos». Marina comparó la educación de la inteligencia con aprender a conducir. «En un primer momento estás completamente pendiente del manejo del coche y no puedes pensar en nada más. Luego coges soltura. De la misma forma, el niño primero sólo es capaz de buscar en su memoria conceptos que ha escuchado. Una vez que ya los ha asimilado, puede empezar a relacionarlos».

Una profesora aseguró que llevaba a cabo iniciativas similares a las del film, pero que los padres subían la ceja cuando les explicaba que enseñaba Filosofía. «Es cierto, en Francia la asignatura está mejor vista que aquí. Diles que vas a enseñar a pensar», le aconsejó Marina, que también tuvo unas palabras en contra de que actualmente en los colegios todo deba ser necesariamente creativo. «La escuela no debe matar la creatividad, pero la creatividad no es todo», explicó en referencia a que en algunos momentos se debe enseñar a los alumnos a aprender a multiplicar, por mucho que estudiar la tabla del 3, por poner un ejemplo, no se pueda considerar ‘creativo’. “El niño tiene que aprender unas cosas tal cual y en otras se debe fomentar su creatividad. Hay que buscar un equilibro”.

Aresté aprovechó la presencia de José Antonio Marina para sacar a colación el tema de la Educación para la Ciudadanía, puesto que el filósofo estuvo al frente del manual de la polémica asignatura para la editorial SM. El filósofo respondió advirtiendo del peligro de los intentos de adoctrinamiento en las escuelas, en lugar de promover el pensamiento crítico. «Todo el mundo intenta convencer, en lugar de enseñar a pensar, lo que lleva a tener que comulgar con ruedas de molino».

“Parchís no es un juego”

Contar historias es una de las actividades más antiguas del ser humano. Sin embargo, ya en la era audiovisual, la supervivencia de la ilustración es un reto para captar a las nuevas generaciones. Enrique Flores, ilustrador y autor de Parchís, nos habla de su trabajo y de la ilustración ante los ojos de los niños.
Enrique va al grano. Sus ilustraciones, dice, se explican por si solas; tanto es así que recurre a ellas constamente para aclarar cuestiones para las que las palabras no le bastan. Desde pequeño, ha sido un aficionado a comics y cuentos ilustrados pero, desde hace años, llena con sus lápices y acuarelas libros de texto infantiles, clásicos juveniles e incluso revistas o periódicos. Dice no ser más que un “contador de historias” a las que sólo les da “lo que ellas piden”. Ahora, les cuenta Parchís a los pequeños de la casa.

La mayoría de las reseñas sobre Parchís hablan del libro como una historia de amistad y de colores. ¿De qué trata parchís?

Bueno, para mi es difícil explicar un libro. Es como explicar una poesía; la lees y entonces la entiendes. Igual que una poesía, Parchís se explica él solo. Basta cogerlo en las manos para entenderlo.
Sólo diré que trata de amigas en una ciudad hostil, una ciudad que no es la suya. Y ellas no se conforman y salen a buscar aquello que les interesa. Contado así, suena un poco tonto (risas). Por eso digo que es mejor simplemente verlo. Ah, y ojo, hay sorpresa final.

¿Se puede decir que es una historia con moraleja?
Sí… si moraleja no fuese una palabra gastada. Parece que los cuentos con mensaje están pasados de moda. Todos los cuentos tienen moraleja porque, de hecho, moraleja viene de moral y, en cierta forma, siempre se transmite con la historia.

¿Por qué son los colores importantes en Parchís?
El color es una de las herramientas fundamentales para contar cualquier historia. Pero lo principal es que todo vaya acorde con la historia que queremos contar. Ese es el punto uno que determina todo lo demás. El tamaño, el color, acuarela o lápiz… dependen de lo que la historia pida.
Hay historias, como se ve en mi libro El Encuentro, en que todo transcurre en blanco y negro. Los editores me decían que quizá, con más color, se vendería mejor entre los padres. Pero no voy buscando que un libro se venda mucho. Me interesa más contar la historia como que tener un libro pinturero para enseñar.

¿Crees que los niños unos lectores más fieles?
No sé si más fieles pero sí más apasionados. Se meten en las historias muy fácilmente, a los adultos les cuesta más…

¿Hay un “dibujo para niños”?
No. Lo que hay son historias para adultos e historias para niños. Se pueden contar de muchas maneras, incluso cantando. Yo las dibujo porque canto muy mal (risas) pero son formas de contar.
¿La Isla del Tesoro, por ejemplo, es para niños o para adultos? Los niños no necesitan simplicidad, pueden entender dibujos complicados sin problema… Sí es cierto que intento ir cambiando mis dibujos pero no para adaptarme al lector, sino a la historia.

Con el mundo digital siendo el protagonista de las infancias actuales, ¿crees que hay futuro para el libro impreso en los niños de hoy en día?
¿Acabó la guitarra eléctrica con la acústica? No. Son historias. Todos queremos que nos cuenten historias. La importancia del soporte es sólo para la industria pero da igual que se cuenten cuentos en papel o en pantalla.
Si el papel desapareciese, pues las contaríamos de otra manera. Pero es un tema que siempre se plantea desde el punto de vista industrial, de “no se vendería”. Contarlas es lo importante. Si estamos en una plaza y nos escuchan 50 niños, pues genial. Si imprimimos y les llega a 500, perfecto.

¿Opinas que las ilustraciones fomentan más la imaginación que creaciones audiovisuales que dan todo más “mascado”?
Lo que más dispara la imagiación es la literatura y, más que leida, narrada. Contar cuentos y seguir la tradición oral es lo que aumenta de verdad la imaginación del niño… porque lo interpreta y crea sus propias imágenes.
En teatro, iustracion, en lo audiovisual…. les ponemos las imágenes ya construidas delante. Lo oral es lo que más poder tiene.

Has dibujado desde paisajes hasta temática social o, en el caso que nos ocupa, temática infantil. ¿Qué faceta prefieres?
Yo tengo trastornos de personalidad… Prefiero todas. Son facetas que se mezclan. No puedo elegir, me gusta todo. Me gusta contar historias.

¿Qué libros infantiles recomendarías?
Cualquiera de Maurice Sendak o Tomi Ungerer.

Cuestión de responsabilidad

La práctica totalidad de los padres españoles vacuna a sus hijos. Pero la corriente antivacunación, más popular en países del norte de Europa, empieza a gotear en España. Basada en creencias infundadas y en actitudes egoístas, según los pediatras, pone en riesgo la salud de los niños y es una amenaza para la salud pública.

Como ocurre con casi todo en internet, si un padre recurre a ella para indagar sobre las vacunas, acabará más desinformado de lo que estaba, además de preocupado y temeroso. Pese a ser una cuestión de salud y responsabilidad públicas de primer orden, la vacunación es un campo sembrado de minas de desprestigio infundado en la red que en algunos países está afianzando la peligrosa tendencia de no vacunar a los niños.

En España, no ha cuajado. Tenemos una “cobertura espectacular” del 90-95% en la vacunación infantil, informa el doctor David Moreno, coordinador del Comité Asesor de Vacunas (CAV) de la Asociación Española de Pedagogía. Pero los padres estamos igual de expuestos a leer cosas en la red como que las vacunas producen cáncer, infertilidad y muerte súbita, que no evitan las enfermedades contra las que están concebidas y que, además, es todo fruto de una conspiración de las farmacéuticas.
En países escandinavos, o en las mismísimas Alemania y Francia, dónde el índice de vacunación desciende al 50- 60% , esas creencias no contrastadas han generado dos convicciones: que las vacunas son inútiles y que son peligrosas.  La tendencia se disparó en los noventa, tras la divulgación de un estudio médico que años después se demostró fraudulento. Su autor, el cirujano inglés Andrew Wakefield, vinculaba la triple vírica con el autismo en una serie de niños. “Fue catastrófico para las vacunas”, admite Moreno. Aunque la Justicia demostró el falseamiento de historias clínicas y el reparto, a medias con los padres de los niños, de las indemnizaciones de sus seguros médicos; aunque el cirujano fue condenado y perdió su licencia; aunque estudios posteriores no han sido concluyentes,“el daño se hizo”.

La tercera causa de no vacunación es la convicción infundada de que es innecesario, arrogancia típica de este primer mundo que ilustra muy bien el doctor Carlos González en su libro En defensa de las vacunas, con la siguiente anécdota: “En una reunión europea sobre lactancia uno de los participantes hizo un comentario contra las vacunas. […] La doctora Sofía Quintero, que durante años trabajó en Mozambique, se indignó y me dijo: “¡Cómo se puede ser tan irresponsable! Estos europeos no han visto nunca morir a un niño de sarampión, de difteria o de tétanos y se atreven a criticar las vacunas!”.
El doctor Moreno reconoce “un punto egoísta” en los padres que esgrimen que, “como los demás se vacunan, no pasa nada porque yo no vacune a los míos”. Es probable que no pase nada, pero si la tendencia aumenta, tendremos un problema, no sólo personal, sino colectivo.
Vacunar a nuestros hijos les evita enfermedades y es un ejercicio de responsabilidad social de alcance mundial. Tanto es así que hasta que no se cuentan “cero casos” de una enfermedad en todo el mundo, no se suprime su vacuna. La movilidad de la población obliga a adoptar esa precaución.

El coordinador del CAV desgrana tres tipos de perfil poblacional que en España no vacunan. Uno de ellos responde al del extranjero del norte de Europa que se asienta en la costa mediterránea con sus hijos y “una mentalidad un poco hippie”, una “ideología” naturalista vinculada al vegetarianismo y al rechazo general a cualquier medicamento.
Otro grupo de riesgo lo encontramos en “bolsas de población marginal”: etnia gitana e inmigrantes del Este. “Ahí es donde se produjeron los brotes de sarampión de hace dos años que nos preocuparon tanto”, puntualiza.

El tercer perfil es el de un español de nivel sociocultural alto, “que cuestiona, con su ciencia y a su modo, la vacunación”, y que acude a pediatras privados. El pediatra incide en que debemos recordar los beneficios globales de la vacunación, más allá de los evidentes en los individuos: “Gracias a las vacunas, el sarampión y la rubeola están prácticamente erradicado; de la polio sólo queda algo en cuatro países de África y Asia. A la viruela ya le dijimos adiós. La tosferina se ha disminuido y la meningitis ha bajado muchísimo”.

Educar en familia: cuando el número sí importa

Hoy en día el 30% de las familias tiene sólo un hijo, por el 7,2% de familias numerosas ¿Sirven las mismas estrategias para educar a un hijo o a varios? ¿Cómo debemos educar al hijo único sin caer en el sobreproteccionismo? Y, ¿cuáles son los principales errores que cometen los padres de familias numerosas a la hora de educarlos?

A éstas y otras cuestiones contestan varios expertos en este artículo. Tome buena nota.

Cuando hace treinta años se le preguntaba a una pareja cuántos hijos quería tener, las respuestas más habituales eran: “los que vengan”. Tres décadas después, la mayoría de los futuros padres considera que “con uno basta”, aunque también hay quien se atreve a ir por la parejita. Con el cambio de siglo, el hijo único se ha erigido en protagonista de más del 30% de los hogares españoles. Las estadísticas no engañan: según datos del informe Movimiento Natural de la Población e Indicadores demográficos básicos, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística en 2012, en España el indicador de número de hijos por mujer descendió de 1,38 a 1,35, lo cual da a entender que la tendencia se inclina hacia el hijo único. Esto se debe a la crisis y a la disminución de la red familiar. Otro dato significativo es que en los últimos treinta años las familias numerosas han pasado de estar presentes en el 29,1% al 7,3% de los hogares españoles.

Estos datos no hacen sino demostrar que poco tiene que ver la familia del siglo XXI española con la de hace cincuenta años. Y este cambio en la estructura familiar ha provocado a su vez un nuevo modelo de Educación de los hijos. “El primer cambio que hemos observado antropólogos y sociólogos es que desde hace años se ha producido un cambio de funciones tanto en la familia como en la escuela a lo largo de las diferentes etapas de la vida de los niños. Así, a los padres, debido sobre todo a la falta de tiempo por trabajar los dos progenitores, les resulta casi imposible realizar sus funciones de socialización, ocasionando que sean los profeso-res los que han asumido esta tarea. Y en cambio, cada vez más la escuela se ocupa de inculcar a los niños los valores que guiarán sus conductas, tarea que antes realizaban los padres. A la vez, la escuela también desplaza hacia las familias funciones que antes eran competencia de los profesores como son las tareas académicas. Hoy, es frecuente que cada vez más familias ocupen una buena parte del tiempo que dedican a sus hijos para apoyarles en los deberes”, señala María Isabel Jociles Rubio, doctora en Sociología y profesora del departamento de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid.

Lo cierto es que estos cambios de roles tanto en la familia como en la escuela han provocado que se tambaleen los principios sobre los que se basaba la Educación de los hijos. Llegados a este punto cabe plantearse: ¿existen diferencias a la hora de educar a un solo hijo o a tres? Izar Mendía, psicóloga y psicoterapeuta familiar de ISEP Clinic Vitoria-Gasteiz considera que “el número de hijos no es un factor indicativo a la hora de educarlos. Pero, es evidente que a más hijos, menos recursos, menos tiempo personalizado y menos organización en la casa. Además, los hijos de familias numerosas se adaptan a las necesidades que marcan los padres (heredar ropa, libros y juguetes, compartir habitación), en cambio los hijos únicos no saben lo que es compartir hasta que bajan al parque o van a la guardería”. Elisa Chuliá, Profesora de Sociología de la Familia de la UNED va un poco más allá: “El hecho de no tener que competir por los recursos de tiempo y dinero de que disponen los padres, no tener que negociar ni compartir con hermanos prácticamente todo dentro del hogar, seguramente marca el carácter. No me atrevería a afirmar que lo haga en un sentido negativo, ya que también influyen otras variables: como el carácter del niño y de los padres. Pero, en principio, sí cabe suponer que los hijos únicos son más propicios a desarrollar una serie de actitudes y comportamientos más egocéntricos”. Algo parecido señala Aránzazu Ortiz Villalobos, psiquiatra de niños y adolescentes de El Hospital Universitario La Paz de Madrid: “Siempre hay diferencias a la hora de educar a un hijo por las diferentes características de cada hijo y el diferente momento en que llega a esa familia. Además, por mucho que se intenten hacer las cosas igual con dos hijos, es imposible”.
exceso de protección

Los hijos únicos conviven con el sambenito de ser mimados, consentido y egoístas, pero no tiene por qué ser cierto. Lo que sí es verdad es que una infancia en solitario marca e imprime un determinado carácter. “Hay muchos tópicos y prejuicios en torno a los hijos únicos que hay que romper. Su desarrollo depende de la formación de los padres a la hora de transmitir los valores y de facilitarles la socialización”, cuenta Izar Mendía, psicóloga y psicoterapeuta familiar de ISEP Clinic Vitoria-Gasteiz. Y, ¿cómo son los hijos únicos? “Suelen ser niños seguros, con buena autoestima e inteligentes, ya que el trato con adultos favorece el desarrollo verbal y cognitivo. Además, son creativos, porque el hecho de jugar solos, sin hermanos, les potencia la imaginación y la fantasía y acostumbrados a ser el centro de atención, es habitual que sean los líderes del grupo”, afirma Izar Mendía, psicóloga de ISEP Clinic Vitoria-Gasteiz. Sin embargo, a los hijos únicos les cuesta compartir, son impacientes, porque están acostumbrados a obtener lo que quieren de de forma inmediata y les cuesta relacionarse en grupos grandes. Pero hay más. La baja tolerancia a la frustración de los hijos únicos debido a la sobreprotección de los padres es otro de sus rasgos característicos. “Una excesiva protección de los padres hacia el hijo, bien por el sentimiento de culpabilidad por no ampliar la familia bien por el miedo exagerado a que le suceda algo malo, puede provocar que el hijo no sepa medir sus propios límites o tomar decisiones sin la aprobación continua de sus padres”, apunta Gabriel Dávalos, psicólogo y profesor de Psicología en la Universidad CEU de Madrid.

Es fácil caer en la tentación de mimar o proteger en exceso a los hijos, sean únicos o no. Por eso, conviene tener en cuenta una serie de recomendaciones que ayudan a que su integración en la sociedad sea lo más natural posible y que la sobreprotección no suponga un problema, sino una ayuda que les reporte seguridad. Ahora bien, ningún consejo supera al de aplicar el sentido común en todas las situaciones. Además, la relación con otros niños es primordial. Los niños deben compartir tiempo y juegos con otros niños para que se divierta, compita, se pelee y discuta.

En definitiva, “lo más importante es que los padres queramos y aceptemos a los hijos tal y como son. No hay nada peor que pretender que los hijos sean como nosotros los hemos idealizado. Debemos intentar que desarrollen sus propias capacidades, que los permita su adaptación al entorno de manera flexible, buscando su autonomía e independencia de cara a su vida adulta”, concluye Aránzazu Ortiz Villalobos, psiquiatra de Niños y Adolescentes de El Hospital Universitario La Paz de Madrid.

Motivos no académicos

Según informaba la Cadena SER el pasado 24 de abril, la jornada escolar continua ya ha sido adoptada por un 62% de los colegios públicos españoles de infantil y primaria, lo que supone un aumento de 15 puntos respecto al 2009.

Si se confirman estos datos, sería la primera vez que este tipo de jornada es mayoritaria en las primeras etapas educativas.

Por comunidades autónomas, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cantabria, Galicia y La Rioja han sido las que más se han inclinado hacia esta opción en los últimos años. Andalucía, Canarias, Extremadura y Murcia llevan aplicándola mayoritariamente desde hace tiempo. Por su parte, las Comunidades más reacias a la jornada continua son Cataluña, País Vasco, Navarra, Aragón y Valencia, aunque en estas dos últimas se ha abierto recientemente un importante debate sobre la cuestión.

Sin vuelta a trás

Esta tendencia puede ser definitiva, pues el cambio hacia la jornada continua ha demostrado ser irreversible allí donde se ha producido. En los institutos de secundaria, que ya hace tiempo adoptaron el horario continuo, hoy en día resulta casi implanteable volver a la jornada partida, y algunos expertos creen que lo mismo puede ocurrir con las etapas primaria e infantil: si el profesorado público hace del horario continuo un “derecho adquirido”, las administraciones se enfrentarán a un muro en caso de que pretendan dar marcha atrás. Por eso, sociólogos y pedagogos recomiendan abordar esta cuestión de manera sosegada, con una perspectiva que vaya más allá de los problemas a corto plazo.
Sin embargo, esto no resulta sencillo cuando las necesidades económicas acucian. Aunque no hay datos para comprobarlo, se piensa que una de las principales razones en el cambio hacia la jornada continua es la mengua, en número y cuantía, de las becas de comedor.
A su vez, la falta de empleo hace que aumente el número de hogares donde uno de los padres puede hacerse cargo de los niños por la tarde, sin tener que recurrir a actividades extraescolares. Da la impresión de que los padres están apoyando la jornada continua más por cuestiones económicas que pedagógicas; mientras tanto, los sindicatos de profesores aprovechan el momento para conseguir una de sus viejas reivindicaciones.

Promesas incumplidas

Las campañas favorables a la jornada continua ha ido asociado a ciertas promesas que luego no han resultado ciertas, según sus críticos. Una de ellas, quizá la principal, es que el horario continuo aumentaría el tiempo real de aprendizaje, pues eliminaría las horas de la tarde, poco efectivas en su opinión. Sin embargo, la tendencia comprobada es que cuando la jornada ocupa toda la mañana se suele acortar la duración de las clases hasta los 45 o 50 minutos.

Otra promesa habitual era que al eliminar las clases de la tarde los profesores tendrían más tiempo para las tutorías con los padres, y para su propia formación. Sin embargo, según los defensores del horario partido, no se ha comprobado que estos efectos se produzcan realmente. Más bien, las tutorías tienden a concentrarse en las primeras horas de la tarde, unas horas difíciles para los padres.
Tampoco parece haberse cumplido la promesa de que aumentaría la participación de los niños en actividades extraescolares, entre otras las deportivas, importantes en un país con alta tasa de obesidad infantil. Lo observado hasta ahora sugiere una relación inversamente proporcional entre jornada continua y participación en este tipo de actividades. En cambio, según los testimonios de muchos padres, aumenta claramente el consumo de televisión, ya que muchos niños están solos en casa hasta bien entrada la tarde, cuando sus padres regresan del trabajo. La promesa de que el horario de mañana fomentaría la convivencia familiar no se cumple en la práctica.
Por otro lado, aunque el cambio a la jornada continua suele exigir como condición el mantenimiento de los comedores escolares, frecuentemente este servicio acaba languideciendo o desapareciendo, con lo que se pierde una opción muy demandada por familias donde trabajan los dos padres.

Asociaciones de padres

Las familias tienen un papel decisivo en el proceso de cambio de jornada escolar. Aunque es el Consejo Escolar del centro quien lo inicia, el proyecto tiene que ser discutido y aprobado por una mayoría de padres, más o menos numerosa según la regulación de cada comunidad autónoma. Por tanto, se puede decir que la expansión de la jornada continua solo ha sido posible gracias a la anuencia de los padres.
Contrasta, por ello, la férrea oposición de las asociaciones mayoritarias de de padres de alumnos, Ceapa (en la pública) y Concapa (en la concertada y privada): alegan que la jornada continua es una reivindicación laboral de los profesores vendida como si se tratara de una ventaja pedagógica. Sin embargo, explican, la poca investigación que se ha hecho sobre la materia indica que los niños tienen menos bajones de concentración en la jornada partida.
En un informe2 que la OCDE realizó para la comunidad canaria, se mencionaba que, según algunos estudios, comenzar las clases a una hora demasiado temprana –el informe habla de las 8 de la mañana, la hora fijada en la mayor parte de los colegios canarios– puede convertir estas primeras clases en “cuidado infantil prolongado”, pues los niños todavía no están preparados para aprender. Los autores señalan que el ritmo biológico de los adolescentes recomienda, de manera aun más clara que en el caso de los niños, la jornada partida.

Basándose en este y otros estudios, las principales asociaciones de padres han denunciado que los sindicatos de profesores, al reclamar la jornada continua, no están pensando en los beneficios pedagógicos sino en sus propias condiciones laborales.
Además, señalan que frecuentemente estos sindicatos ejercen una forma de presión sobre los padres y los alumnos, especialmente donde el profesorado tiene más capacidad para monopolizar la opinión pública en cuestiones educativas. Por otra parte, las discusiones generadas en el seno de los propios centros han deteriorado la convivencia dentro de la comunidad educativa, enfrentando a los padres con los alumnos o con los profesores.

Jornada en la concertada

Un riesgo añadido del paso a la jornada continua es, según sus detractores, el ensanchamiento de la brecha social. Algunas familias, que no pueden o no quieren permitirse una tarde de actividades extraescolares para sus hijos pero sí tienen recursos para pagar el servicio de comedor, pueden acabar por escolarizarlos en la escuela concertada, que mayoritariamente tiene jornada partida. Así, aumentaría la brecha socio-económica que existe entre ésta y la pública. Una brecha de la que, esta vez, no se puede culpar a la Administración, sino más bien a los propios profesores.

Estudiar el Grado en Diseño Industrial

Estudio 2º de Bachillerato de Ciencias Tecnológicas. Dudaba si estudiar por la rama Artística porque me gusta mucho la creatividad y el diseño, y he visto que puedo cursar la especialidad de Diseño Industrial. ¿Qué salidas profesionales tiene esta titulación de grado? ¿Ofrece formación artística?
Celia (18 años)

Hola Celia,
El Grado en Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo de Producto, antiguo título de Ingeniero Técnico en Diseño Industrial, permite combinar aspectos estéticos relacionados con la forma, funcionales relacionados con el uso, constructivos relacionados con la fabricación, y logísticos relacionados con la distribución y retirada de objetos fabricados industrialmente.
Los futuros graduados en Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo de Producto podrán desarrollar su profesión en empresas de todos los sectores industriales (mobiliario, iluminación, cerámica, automoción, envase y embalaje, juguete, transformados plásticos y metálicos, etc.) en los departamentos técnicos, de diseño, de investigación o de proyectos y desarrollo de nuevos productos, gestionando también la comunicación técnica y comercial que los productos requieran.

Quiero estudiar un doble grado con ADE

Soy estudiante de bachillerato por la rama de Ciencias Sociales. Tengo muy claro que quiero estudiar un Grado en Administración y Dirección de Empresas, y he visto que actualmente existe la posibilidad de cursar en un año más un doble grado. ¿Qué titulaciones podría estudiar con ADE?
Andrés (17 años)

Hola Andrés,
Las dobles titulaciones universitarias de grado con Administración y Dirección de Empresas permiten a los estudiantes que lo cursen obtener los dos títulos académicos en un periodo de cuatro o cinco años. Esta doble titulación, además de reducir considerablemente el tiempo necesario para la obtención de los referidos títulos, combina adecuadamente los estudios de ambas carreras para que se adquieran las competencias y conocimientos de las dos titulaciones.
Por ejemplo, tienes la posibilidad de cursar el doble grado de ADE + Turismo, con una vocación más orientada hacia la Administración y dirección global de las organizaciones; doble grado de ADE + Dirección Comercial y Marketing, para aquellos estudiantes que deseen adquirir un conocimiento integral de las organizaciones, de su gestión y dirección; doble grado de ADE + Derecho, dirigido a estudiantes con un mayor interés por el mundo de la administración y dirección empresarial que, sin embargo, también atribuye una gran importancia a los conocimientos jurídicos para el adecuado desempeño de su acti