Salidas laborales para el Grado en Ingeniería de Sonido e Imagen

Hola, mi nombre es Fátima y me gustaría saber algo más sobre del Grado en Ingeniería de Sonido e Imagen, creo que es una carrera que tiene muchas salidas y me estoy planteando estudiarla el próximo año, cuando vaya a la Universidad. Según he visto en vuestra página web tenéis muy buenas instalaciones para practicar. Gracias.

Fátima (17 años)

Hola Fátima, efectivamente el sector audiovisual cada vez tiene más proyección hoy en día manejar equipos y sistemas se hace imprescindible en un mundo en el que la realidad no es tal hasta que no es vista por millones de personas, permanentemente conectadas.

Por esta razón, en la UAX se imparte el Grado en Ingeniería de Sonido e Imagen, título que habilita para el ejercicio de la profesión de Ingeniero Técnico de Telecomunicación, en lo que respecta al sonido y a la imagen. El perfil de un estudiante que se decanta por esta carrera es de aquel que cuenta con una buena base matemática y física, con vocación por su futura profesión, capacidad de concentración y de estudio, así como para trabajar tanto individualmente como en equipo.

La Universidad Alfonso X el Sabio cuenta con un programa académico que equilibra la teoría con la práctica, en el que los estudiantes comienzan adquiriendo una base sobre las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones para después centrarse en los sistemas de audio y video e incluso acabar realizando prácticas con alguna de las más de 7.500 empresas con las que la UAX mantiene convenios de colaboración.

Esperamos que te haya servido toda esta información para contestar a tus preguntas, pero si necesitas saber más acerca de este grado y de la UAX, puedes llamar al teléfono 918 109 200.

 

Retrato de Malala, heroína de la Educación

Que el acceso a la Educación es un derecho básico del ser humano es una convicción que tiene muy clara la joven Malala Yousafzai (Pakistán, 1997).

Tanto es así que se ha jugado la vida por defender la Educación de las niñas en todo el mundo. La película Él me llamó Malala nos proporciona una visión profunda de la vida de esta extraordinaria joven, desde su estrecha relación con su padre, quien inspiró su amor por la Educación, hasta su apasionado discurso ante las Naciones Unidas, y su vida cotidiana junto a sus padres y hermanos.

Una historia familiar
El prestigioso director Davis Guggenheim, ganador del Oscar por su documental Una verdad incómoda, ofrece una visión honda, emotiva y realista de esta joven estudiante que desde muy joven decidió dedicar su vida a luchar por la justicia y la igualdad. Muestra a una chica normal, a la que le gusta divertirse como a los demás jóvenes de su edad, con un valentía asombrosa y una gran compasión por las necesidades de los demás.

Rodada a lo largo de 18 meses, que Guggenheim pasó con la familia Yousafzai tanto en Reino Unido como viajando por países de África y Oriente Medio, la película da a conocer a Malala, a su padre, Ziauddin, su madre, Toor Pekai, y sus hermanos, Khushal y Atal. Se puede entender así como la historia de una familia que dijo no a la tiranía y las imprevistas consecuencias de un evento demoledor que convirtió a una audaz colegiala en una firme defensora de la Educación, famosa en todo el mundo.

Narrado por medio de entrevistas e imágenes del actual Pakistán, con la inclusión de una original animación, el film se centra sobre todo en la lucha actual de Malala, incansable en su objetivo de hacer ver el poder de la Educación, como medio necesario y configurador de la igualdad entre los géneros e inestimable aliado en contra de cualquier violencia.

Joven extraordinaria
Él me llamó Malala deja muy clara la fortísima unión familiar de los Yousafzai. Fue el padre de Malala –activista y educador– quien decidió ponerle ese nombre a su hija, en honor a Malala de Maiwand, poetisa y heroína pastún del siglo XIX. Malala nació el 12 de julio de 1997 en Mingora, Pakistán. A los 11 años la joven sintió que debía poner voz a las mujeres y denunciar la injusticia en que vivían bajo el régimen talibán. Comenzó un blog para la BBC en donde de forma anónima expresaba sus opiniones acerca de la Educación y la vida en Swat Valley, región en donde los talibanes habían prohibido escuchar música y ver la televisión, y puesto en marcha tremendas restricciones a la Educación de las niñas. Su batalla frente a la opresión y la exclusión educativa tuvo gran repercusión en la opinión pública, y recibió el Premio Nacional de Paz en 2011.

Luego llegó el trágico 12 de octubre de 2012, cuando a sus 15 años Malala fue objeto del fanatismo talibán al ser tiroteada en el autobús escolar donde viajaba. Salvó la vida y dejó claro que seguiría luchando por sus ideales: “Ellos pensaban que la bala nos haría callar. Pero no cambió nada en mi vida excepto esto: la flaqueza, el miedo y la desesperanza murieron. Y nacieron la fuerza, el poder y el coraje”. La repercusión de estos hechos trascendieron todas las fronteras y tal fue su impacto que en 2014 la joven Malala recibió el Premio Nobel de la Paz con solo 17 años.

La opinión del director
“La de Malala es la increíble historia de una chica que arriesgó su vida por alzar la voz por lo que es justo”, dice el director Davis Guggenheim. “Sin embargo –prosigue–, al hacer esta película, mi primera intuición era hablar mucho sobre una familia, sobre el amor de un padre y sobre una chica que siente que tiene poder para hacer cosas increíbles. Hubiera sido fácil contar esta historia de una forma sensacionalista. Pero eso no es lo que a mí me motiva. Lo que me motiva es un padre que vio en su hija a alguien que podría hacer cualquier cosa y que creía en ella. Lo que me motiva es una madre que dijo: ‘Es importante que nuestra hija vaya a la escuela’. Lo que me motiva es una hija que vio a su padre denunciando injusticias y dijo: ‘Yo también quiero hacer eso’. Lo más extraordinario de la historia de Malala es su familia, su relación y las decisiones que tomaron a lo largo de sus vidas”.

“Después de hacer esta película tengo más esperanza”, concluye Guggenheim. “He conocido a una familia que se ha enfrentado a muchísimos obstáculos y, sin embargo, su fuerte convicción en denunciar la injusticia sigue siendo su inspiración. Durante la realización del filme, mucha gente me abordaba y me preguntaba ‘cómo es Malala y cómo podría hacer yo lo que ella hace’. La oportunidad de proporcionar a la gente esa historia fue lo que me motivó”.

La ficha

He Named Me Malala
Año: 2015
País: EEUU, Emiratos Árabes Unidos
Género: Documental biográfico
Duración:88 minutos
Dirección:Davis Guggenheim
Música: Thomas Newman
Fotografía: Erich Roland
Distribuye: Fox
Estreno: 6 noviembre 2015

Pedro Poveda, defensor de la no violencia

Un film retrata la vida del fundador de la Institución Teresiana. Natural de Linares (Jaén), Pedro Poveda, fundador de la Institución Teresiana, canonizado en 2003, destacó por su defensa de la no violencia y por su labor pedagógica, cuando estalló en España la Guerra Civil.

La contienda sobrevino cuando llevaba 15 años establecido en Madrid, donde este sacerdote trabajaba estrechamente con educadores y los más desfavorecidos. A pesar de los episodios de violencia contra la Iglesia que acontecieron entonces, seguía aferrado a sus principios: «La mansedumbre, la afabilidad, la dulzura, son virtudes que conquistan el mundo». Decidido a dejar testimonio de su fe, aunque le costara la vida, fue detenido el 27 de julio de 1936, por milicianos, en su casa de la calle de La Alameda, cuando acababa de celebrar la Eucaristía. Se dice que no ocultó su identidad, y que afirmó «Soy sacerdote de Cristo». Y que incluso consoló a su hermano, que le acompañó, cuando le separaron de él: «Serenidad, Carlos, serenidad. Se ve que Dios, que me ha querido fundador, también me quiere mártir». A la mañana siguiente, una doctora y una profesora encontraron su cadáver en el actual cementerio de La Almudena.

El biopic, que reconstruye su vida, hace especial hincapié en la fundación de la Institución Teresiana, y en su impulso a la formación femenina, en tiempos en los que no estaba bien visto. El film ha sido dirigido por Pablo Moreno, que ya dio muestras de su habilidad para reconstruir el drama de los mártires de la Guerra Civil, en Un Dios prohibido. Raúl Escudero interpreta al protagonista, si bien en el film destaca la presencia de Elena Furiase, como Pepita Segovia, colaboradora del sacerdote.

Las mejores películas de santos

A lo largo de la historia del cine, han sido muchas las películas que han repasado las vidas de los más ilustres miembros del santoral católico. Repasamos algunos de los títulos más significativos.

En tiempos del cine mudo Carl Theodor Dreyer rodó una de sus obras maestras, La pasión de Juana de Arco, de 1928, que reconstruye el procesamiento de la Doncella de Orleáns. Su figura ha dado lugar a otros títulos, como Juana de Arco, de 1948, de Victor Fleming, con Ingrid Bergman en el papel principal, la versión de 1999, de Luc Besson, con Milla Jovovich, y la televisiva de ese mismo año, de Christian Duguay, con Leelee Sobieski.

Franco Zefirelli condensó la vida de San Francisco de Asís, en Hermano Sol, Hermana Luna, con Graham Faulkner en el papel principal. En La canción de Bernadette, la estrella Jennifer Jones interpretó a Bernadette Soubirous, pastora francesa a la que se le apareció la Virgen María en Lourdes, en 1858.

El incomparable Richard Burton dio vida a Santo Tomás de Canterbury, en Becket. Paul Scofield protagonizó uno de los mejores títulos sobre este tema, Un hombre para la eternidad, de 1966. El actor daba vida a Santo Tomás Moro, que se enfrentó a Enrique VIII por su pretensión de divorciarse de la reina.

Menos conocida, pero interesante, Thérèse, de 1986, de Alain Cavalier, con Catherine Mouchet, reconstruye el periplo de Santa Teresa de Lisieux. Margarethe von Trotta dirigió Visión, sobre Hildegard Von Bingen, que fue la actriz Barbara Sukowa. San Pedro, con Omar Sharif, cuenta la vida del personaje histórico desde la crucifixión de Cristo.

El polaco Kryzstof Zanussi glosó la vida de un ilustre héroe de la II Guerra Mundial en la angustiosa Maximiliam Kolbe. También reconstruyó la vida de otro de sus compatriotas más carismáticos, Juan Pablo II, en De un país lejano. La televisión ofreció el periplo de este último en dos partes Karol, y Karol II: El papa, el hombre.

En España, se ha rodado algún film de interés, como la popular Fray Escoba, de Ramón Torrado, donde René Muñoz fue San Martín de Porres. Concha Velasco encabezó el reparto de la memorable Teresa de Jesús. Ahora llega a las carteleras Poveda, de Pablo Moreno, donde Raúl Escudero interpreta al mártir y fundador de la Institución Teresiana.

El trepidante mundo de la imaginación

Un homenaje al inmenso universo creativo de la mente humana. Eso es El inventor de juegos, cuarta película como director del argentino Juan Pablo Buscarini –Pérez, el ratoncito de los sueños–, especialista en cine para todos los públicos. En este film ofrece un derroche de imaginación y no cabe de duda de que el planteamiento de la historia –adaptación de una novela de Pablo De Santis– es a priori muy atractivo.

La película –coproducida por Argentina, Italia y Canadá– narra las aventuras de Iván Drago, un chaval que no está hecho para la acción. Aunque su padre le empuja a salir de su cuarto, a hacer deporte al aire libre, a él le gustan más los juegos de mesa, la tranquilidad de su habitación. Pero no se crea el espectador que es un niño aburrido: la imaginación de Iván es desbordante. Y gracias a ella resultará ganador de un concurso de invención de juegos entre más de 10.000 participantes. Recibirá por ello el sello de la Compañía de los Juegos Profundos y a partir de ese momento su vida será una continua aventura.

Desde luego, la trama es una verdadera montaña rusa de sucesos. De hecho, hay tantos que en ocasiones cuesta ver hacia dónde nos dirigimos, cuál es el objetivo del protagonista. Destinada claramente a un público familiar, en El inventor de juegos asistimos así a un rocambolesco conjunto de aventuras fantásticas, muy diferentes, según donde tenga lugar cada episodio: en el sórdido colegio, en la enigmática ciudad de Zyl, en los dominios feriales de Morodian, etc.

Sorprende desde luego el universo creado por Buscarini, con una puesta en escena de pura fantasía, aunque sin eliminar nunca el terreno realista y dramático. Por eso, lo mejor del film es seguramente la cuidada ambientación de los escenarios, con unos decorados a la altura de una narración fantástica que traslada el mundo de los juegos infantiles a los objetos reales. El uso de la iluminación y de los colores tiene así mucho protagonismo. En cuanto a las interpretaciones, el chaval debutante David Mazouz hace un brillante trabajo y se le puede augurar un buen futuro, pero también destacan las composiciones del manipulador Joseph Fiennes y del veterano Edward Asner.

Para más información edreamsfactory.es.

Ficha

El inventor de juegos.

Título original: The Games Maker.

País: Argentina, Canadá, Italia.

Año: 2014.

Género: Aventuras

Director: Juan Pablo Buscarini.

Guión: Rudi Rosenberg.

Intérpretes: David Mazouz, Joseph Fiennes, Edward Asner, Megan Charpentier, Tom Cavanagh, Valentina Lodovini, Robert Verlaque, Alejandro Awada, Sean Mathieson.

Duración: 111minutos

Distribuye: European Dreams Factory

La belleza de las matemáticas según el cine

El hombre que conocía el infinito (The Man Who Knew Infinity) es una de esas películas que puede despertar el interés por las matemáticas en más de un chaval. Pues nos habla de la belleza y la armonía, a través de una relación maestro-discípulo, que acabará siendo también de amistad. Se estrena en cines de toda España el 13 de mayo.

La apasionante historia de un genio de las matemáticas, el indio Srinivasa Ramanujan, que sin contar con recursos ni con una Educación ad hoc, se formó de modo autodidacta en Madrás, en la segunda década del siglo XX, hasta plantear complicados teoremas y ecuaciones. Su talento natural llamó la atención del profesor G.H. Hardy, cuando el otro le escribió enviándole parte de sus investigaciones, de modo que se lo trajo al Trinity College en la elitista Universidad de Cambridge, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Aunque contaba con la comprensión de otro colega, Littlewood, las autoridades académicas recibieron a Ramanujan con prejuicios no exentos de connotaciones raciales.

El desconocido Matt Brown escribe y dirige un film que atrapa, a partir de la biografía de Robert Kanigel. Aunque su puesta en escena no sea deslumbrante, tiene entre manos un material magnífico, al que dan alma dos actores magníficos, Dev Patel (que se dio a conocer con Slumdog Millionaire) y, sobre todo, Jeremy Irons, un actor que nunca defrauda, aunque a veces se involucre en películas que no están a la altura de su talento (por fortuna, no es el caso de la que nos ocupa).

La película obra el milagro de que el interés no decaiga, con un tema de entrada tan abstracto como son las matemáticas. Lo consigue no enredándose en mil complejos teoremas, pero al tiempo se arriesga ofreciendo discusiones académicas que pueden herir el ego de los implicados, y alguna sencilla explicación muy pedagógica, como la relativa a las particiones. De modo que entendemos la belleza y la pasión por los números que subyugan al piadoso Ramanujan, que encuentra en ellos a Dios, y que también encandilan al en principio ateo Hardy, que no puede dejar de reconocer algo extraordinario en esa armonía objeto de su estudio, de la que su pupilo es un estudioso asombroso.

Los que saben hacer un buen uso de la curiosidad a la hora de aprender no dejarán de vibrar con un film que recuerda que en la ciencia no basta la intuición, por muy genial que ésta sea, sino que hay cultivar también una metodología que justifique los hallazgos, que no basta simplemente enunciar.

La cuestión profesional convive con la relación humana, aspecto bien trabajado. Lo que podría ser una relación de conveniencia profesor-discípulo va a crecer, gracias también a la calidad humana de Ramanujan, que lo pasa mal lejos de India, sin su esposa, que ha dejado de momento atrás, y con un mentor que se muestra demasiado frío y rigoroso. En tal sentido Littlewood, amigo de Hardy, bien interpretado por Toby Jones, hace de eficaz contrapunto que puede humanizar el trato. Todos los personajes secundarios ofrecen interés, incluido el famoso Bertrand Russell, al que da vida Jeremy Northam. Además se encajan bien en la narración las penalidades de la guerra, la delicada salud del protagonista, y lo que ocurre en la India mientras él está fuera.

Explica Patel sobre su personaje, Ramanujan, que «fue sacado de la oscuridad de la India y traído al Trinity College, Cambridge, una de las mayores instituciones de Gran Bretaña, donde trabajó junto al gran matemático G. H. Hardy, que es interpretado por Jeremy Irons. Ramanujan era muy religioso y pensaba que las matemáticas eran como pintar sin colores; creía que toda ecuación era una expresión de Dios. Hardy, por el contrario, era ateo y creía en la forma práctica de hacer las pruebas para explicar teoremas, que es lo que trató de inculcar en Ramanujan».

Ficha técnica

El hombre que conocía el infinito (The Man Who Knew Infinity)

Drama biográfico. 108 min. 2015. Reino Unido

Dirección y guión: Matt Brown. Intérpretes: Jeremy Irons, Dev Patel, Toby Jones, Jeremy Northam.

Importancia de saber idiomas para estudiar el Grado en Turismo

Hola, me llamo Lucía, estoy terminando 2º de Bachillerato y el próximo año iré a la Universidad. Por eso, estoy buscando información sobre el Grado en Turismo, ya que me encantaría estudiar esta carrera. Se me dan muy bien los idiomas y me gusta mucho viajar, por eso creo que se me puede dar bien. ¿Podríais darme más información sobre cómo lo tiene planteado la UAX? Gracias.

Lucía (17 años)

Hola Lucía, sin duda tu gusto por viajar y tu facilidad para los idiomas son un buen punto de partida para estudiar el Grado en Turismo, pero como bien sabrás no es lo único que se requiere para ello.

En la UAX somos conscientes de que en el mundo globalizado en el que vivimos es fundamental la presencia de estos profesionales, que requieren de una buena formación para poder realizar correctamente el trabajo que se espera de ellos.

El Grado en Turismo de la UAX te preparará para desenvolverte en el sector con absoluta solvencia, recuerda que está en constante evolución, pero podrás integrarte rápidamente gracias a todos los recursos que irás asimilando en este tiempo. A lo largo de los años que estés con nosotros, adquirirás habilidades lingüísticas y empresariales fundamentales para ejercer tu futura profesión.

El plan de estudios -diseñado para conseguir tu inmediata incorporación al mundo laboral-, no es lo único que te ofrece la UAX, además tendrás la posibilidad de hacer tus prácticas en compañías del sector, gracias a los más de 7.500 convenios de colaboración que la Universidad Alfonso X el Sabio mantiene con instituciones y empresas.

Confiamos en haber resuelto tus dudas, no obstante te invitamos a participar en las Jornadas de Puertas Abiertas que se celebran todos los sábados hasta el mes hasta septiembre – excepto el 13 y 20 de agosto-. Si quieres conocer la Universidad y sus instalaciones, ésta es tu oportunidad. Reserva tu cita ya en sabados@uax.es o a través del número 918 109 200

La tiranía de las notas

Llega junio y con él llegan los planes de vacaciones, el fin de curso y… sí, las notas. Es un momento complicado para nuestros hijos, que ven con miedo cómo un número puede traerles nuestra mejor sonrisa o el peor de los castigos. Y aunque nosotros tenemos asumido que esa nota nos dice si nuestro hijo se ha esforzado o no durante el curso, ¿es posible que un número nos diga todo lo que necesitamos saber de nuestro hijo? Y lo que es peor: ¿Y si el hecho de recibir siempre el mismo número hace que él/ella crea que merece recibirlo para siempre?

Por Ana Veiga.

 

[dropcap font=»arial»]E[/dropcap]mpecemos por hacer un apunte: las notas son números. Y aunque parezca algo obvio, a veces olvidamos que es una medición cuantitativa del trabajo de nuestros hijos pero que hay vida más allá del suspenso.

Tendemos a exigir a nuestros hijos aprobados, notables y sobresalientes pensando que eso significa que van por el buen camino, que hacen lo que tienen que hacer y que serán adultos de provecho. Pero ¿es justo medir su trabajo con un número que presupone que todos son lienzos en blanco con las mismas oportunidades, ritmos de aprendizaje y contexto social y familiar?

“Las calificaciones son clasificaciones de los estudiantes en buenos, malos y regulares. Es un mandato que se le ha hecho a la escuela. Ahora bien, el profesor puede reproducir ese mandato tal cual –que no deja de ser una reproducción de las desigualdades sociales– o adaptarlo”, argumenta Ignacio Calderón, doctor en Pedagogía, profesor del Dpto. de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad de Málaga y padre.

Calderón se muestra totalmente convencido de que las notas reflejan las aptitudes del alumno pero también en gran medida su contexto. “Si yo me voy a un barrio, voy a encontrar mayoritariamente un tipo de calificaciones que muchas veces están relacionadas con el nivel socioeconómico. Así que las calificaciones están reproduciendo las desigualdades y convirtiéndolas en un problema individual, que es el expediente; porque la nota te la ponen a ti, no a tu barrio o ciudad”.

Eso acaba provocando exclusiones sistemáticas, como “el fracaso escolar acumulado de personas gitanas o de clase social humilde o de personas con discapacidad”, señala. El pedagogo considera que hay algo en la estructura de las escuelas que, por un lado, está continuamente condenando las diferencias y, por otro, enseña a los niños/as a ser individualistas y competitivos.

Así, le otorga a las calificaciones una connotación que quizá se nos había escapado: fomentan la competición en el grupo. “Recibir un ‘sobresaliente’ no tiene sentido si no es porque ‘sobresales frente a otras personas’. Cada calificación tiene sentido en la medida en que hay gente por debajo”.

Compara el sistemas de calificaciones escolares con el típico sueño americano donde te dicen que ‘puedes conseguir lo que tú quieras’. Sin embargo, incide en que no partimos todos de la misma situación y por tanto, la dificultad de alcanzar nuestros objetivos variará. Y lo mismo pasa en el colegio. “Hay niños y niñas con diferentes historias personales, orígenes y capacidades y eso afecta a que obtengan unas calificaciones u otras. Así que calificar puede ser un acto de injusticia o justicia social”. E insiste: “El fracaso escolar sin escuela no existe, es una construcción hecha por los adultos”.

 

Aprender o repetir

Como padre, Calderón conoce la perspectiva de los alumnos/as sobre nuestro modelo educativo. De hecho, cuenta que su hija -actualmente en Quinto de Primaria- le decía mientras estudiaba un examen: “Tengo que estudiar bien lo que está en negrita’. Y esto que parece una frase inocente pone de manifiesto para el pedagogo que “ella ya ha entendido el mensaje: lo importante es lo que vas a tener que reproducir en el examen; pero no se está cuestionando que, aunque apruebe el examen, lo que estudie con simple afán de reproducirlo se le habrá borrado de la mente en dos semanas”.

Según opina, hoy en día no se motiva a los niños a aprender sino a reproducir contenidos para intercambiarlos por una buena nota. “Si no fuese obligatorio ir a clase, veríamos un escenario muy diferente: o niños huyendo despavoridos o profesores estimulándolos para que tengan ansias de saber”.

Bajo su punto de vista, el sistema se ha acomodado y aferrado a esas evaluaciones cuantitativas de final de curso o trimestre, sin incidir en las otras muchas posibilidades que existen, como la autoevaluación, de la que, dice, “las veces que la he aplicado, la gran mayoría de los alumnos universitarios han resultado ser muy justo y creo que se podría aplicar en la etapa escolar como un ejercicio de análisis propio”.

De hecho, Calderón hace un llamamiento al profesorado y les recuerda que “parece que no hay más opción que hacer exámenes pero eso es una creencia; el profesorado puede hacer uso de cualquier herramienta que sirva para entender cómo están funcionando los procesos de enseñanza y cómo se están generando los procesos de aprendizaje”.

Es más, insiste en que cuando hablamos de notas, deberíamos distinguir entre calificar y evaluar. “La evaluación es un proceso enfocado a la mejora y la calificación es un proceso de clasificación. Se está tratando de poner nota a un proceso que es imposible de medir, como es el caso del aprendizaje”.

 

Examen: ¿ángel o demonio?

Ignacio Calderón está convencido de que el examen “no es ni un ángel ni un demonio” y que puede ser de utilidad en determinados momentos, como una herramienta más de evaluación. Sin embargo, cree que el fallo está en ver al examen “como la gran herramienta para evaluar cuando no lo es”, ya que no te permite mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje ni saber si el niño ha conectado sus experiencias con lo aprendido, creando un aprendizaje significativo y relevante.

Tira de filmografía y repasa algunos de los títulos que hablan de problemas en las aulas como Mentes Peligrosas, Diarios de la Calle o El club de los poetas muertos y señala una cosa en común en todas ellas: “Vemos un conflicto en clase que empieza a resolverse cuando el profesor dice ‘cerrad los libros’ o ‘tiradlos a la papelera’. Y es por que hay una ruptura con el mandato de hacer caso a un texto y, de repente, el profesor es capaz de salir de ahí y conectar el nuevo aprendizaje con su vida personal. Ahí es donde se produce el aprendizaje realmente valioso”.

Y añade: “Tenemos la tradición de que el examen es individual y que el maestro tiene que hacer de juez y policía para que la persona no copie. ¡Imagínate qué sinsentido porque hoy en día estamos rodeados de información a la que tenemos acceso!”. Calderón cree que lo interesante no debería ser que el niño/a acumule mucha información sino que sea capaz de acudir a la fuente que le ofrezca la información y saber comprenderla y usarla; pero “seguimos anclados en que no se copie y que lo importante es que tenga la información en su cabeza, repitiendo lo que dicen otros en el libro de texto. Pero ¿qué dices tú?”

En cambio, los trabajos son investigaciones sobre la realidad que permiten al niño indagar, buscar y poner en común lo que ya sabías con lo que has aprendido. “En la medida en que el proceso de calificación se hace más participativo – a través de trabajos, autoevaluaciones o actividades en clase-, empieza a cobrar más sentido. Si yo hago que mi alumnado se ponga a pensar en el proceso de evaluación como parte del proceso formativo, de enseñanza-aprendizaje, ellos le darán sentido a esa evaluación”. Es decir, cuanto más participativa y personal es la evaluación, más significativo es el aprendizaje y mejor se refleja en la nota.

 

Pedagogía Waldorf: ¿un aula sin exámenes?

Uno de los talleres artísticos en la “Escuela Libre Micael”.
Uno de los talleres artísticos en la “Escuela Libre Micael”.

La pedagogía Waldorf es uno de los métodos de enseñanza alternativos, aunque no es nueva. Nació en 1919 de la mano de Rudolf Steiner cuando creó una escuela para los hijos de los trabajadores de la fábrica de cigarrillos Waldorf Astoria, en Stuttgart (Alemania).

Actualmente, disfruta de un gran en auge en España. Cuentan ya con cerca de 40 centros en nuestro país y basan su sistema en la educación integral del menor, desarrollando en el niño todas las cualidades que tiene y las que puede tener, respetando los ritmos de cada niño/a.

Como explica Antonio Malagón, presidente de la Presidente de la Asociación de Centros Educativos Waldorf y profesor en la Escuela Libre Micael, en la metodología Waldorf se tiene en cuenta “el proceso evolutivo del niño, la antropología y el momento en que el niño-adolescente va adquiriendo capacidades diferentes que le ayudan a comprender el mundo de otra manera”, aclara.

Las evaluaciones en los centros Waldorf se hacen en base a tres tipos de pruebas:

Pruebas de estudio cotidianas. Hacen una investigación y la presentan a la clase para trabajar la dicción, hacer un guión y explicar el tema a los demás.

Cuadernos de clase: En base a los conocimientos expuestos por el docente y libros de referencia, los alumnos hacen su cuaderno propio que muestra la construcción de su conocimiento en cada materia y lo que han anotado en cada clase.

Pruebas objetivas, es decir, exámenes. Sin embargo, estos exámenes se elaboran en base a preguntas abiertas como, por ejemplo, construye un esquema sobre la economía de Asia. En esa pregunta, los niños/as tienen que conectar conocimientos y se les incite a elaborar pensar por ellos mismos.

“Nosotros tenemos todas las asignaturas oficiales y además algunas añadidas, que son asignaturas artísticas y de proyectos prácticos para la vida donde se trabajan materiales naturales como cobre, madera o lana así como clases de canto, teatro o canto”. Malagón aclara que estas materias permiten ayudan a “desarrollar habilidades y trabajar la voluntad, como un impulso transversal a lo largo de toda la educación – infantil, primaria y secundaria-”.

Al contrario, se elimina el contacto con los ordenadores e Internet hasta Secundaria, para aprender a buscar la información con su propio esfuerzo y crear si propio criterio. “Así los chicos son los propios hacedores de su conocimiento porque le damos tiempo para que digieran; porque un conocimiento que se digiere, se convierte en capacidad”.

 

Las notas, para los padres

Es importante resaltar que esta pedagogía no es totalmente libre como sucede con Montessori o Summerhill donde cada niño decide qué asignatura estudiar en cada momento. En Waldorf, se siguen las pautas la enseñanza tradicional y está por supuesto dentro de la Ley de España, es decir, entregan notas a final de curso.

Aunque en algunas escuelas, los niños no lo sepan, como sucede en la Escuela Libre Waldorf Meniñeiros (Lugo) donde Diego Taboada es tutor de Tercero de Primaria y profesor de Educación Física de todo Primaria.

“En Primaria no hay ningún examen del centro porque cualquier maestro sabe cómo va su alumno sin necesidad de examen. Ponemos notas porque lo exige el Ministerio de Educación pero solo lo saben los padres que además reciben informes cualitativos de sus hijos”, explica. Los niños viven sin exámenes tal y como los entendemos en los colegios tradicionales y reciben solo la parte de reporte cualitativo que tiene una parte dedicada exclusivamente para que lean ellos, con un poema sobre lo que tienen que mejorar a nivel individual.

En lo referente a la nota, hace hincapié en que lo importante para ellos no es ese dato numérico sino cómo llegan a ella, teniendo en cuenta su situación y transmitiéndola al niño/a en positivo. Es decir, no se fomenta el miedo a suspender sino que, si no alcanzan el nivel, se le anima a reforzar su conocimientos con un trabajo y a esforzarse en las áreas que son más difíciles para el alumno. “Es una metodología muy comprensiva con los diferentes ritmos de cada niño”, resalta.

Ese fue precisamente uno de los factores que hizo que, tras años de trabajo en escuelas convencionales, Taboada se interesase por las escuelas Waldorf. “No me gustaba lo que veía porque se le hacía mucho daño a los niños enviándolos a refuerzo educativo porque no sabían multiplicar o ‘poniéndoles etiquetas’. Cuando me llamaron para este colegio Waldorf, me gustó el especial respeto que hay hacia al niño y a sus ritmos”.

Reconoce que esta pedagogía “da mucho trabajo porque tienes que crear tu propio material –cada docente construye el libro de texto para su grupo-, tienes muchas reuniones con las familias, en el cole siempre hay muchas actividades… pero merece la pena”.

 

El choque entre pedagogía tradicional y Waldorf

En la metodología Waldorf original, se plantean tres sextenios: siete cursos de infantil, siete  de primaria y siete  de secundaria. En España no se mantiene esto sino que se han adaptado a la Ley de Educación y mantenido las etapas educativas habituales.

Lo que no han querido perder es mantener al mismo tutor en un grupo a través de todos los cursos de una etapa, como es el caso de Taboada, que está con su clase desde Primero de Primaria y estará hasta Sexto. Por eso, conoce muy bien a sus alumnos/as y ha visto las incorporaciones de nuevos niños al grupo.

Como anécdota, Taboada cuenta cómo se vivió en su clase el examen obligatorio que existe en tercero de primaria, al estilo de la antigua reválida. “De 10 niños, vinieron solo dos a hacer la prueba porque los padres no querían meterles esa presión. Por parte de los niños, aquellos que llevan años en esta escuela, querían hacerlo porque no se les ha inculcado ese miedo al examen sino que lo ven como un juego. Pero es llamativo ver que la niña que se ha trasladado este año desde una escuela tradicional, estuvo toda la semana sin dormir y llorando en casa del agobio. Para ella es una tortura”.

De forma general, lo principal que notan en los alumnos que vienen de educación convencional, es que llegan con un comportamiento extremadamente correcto que pierden a los pocos días, cuando entran en una fase de locura; y después se calman y recuperan el equilibrio.

Según Taboada, esto sucede “porque que la norma era algo impuesto y rígido, algo que es así y punto pero porque ellos entiendan el porqué”. Por ejemplo, no se puede pegar  pero no es porque sí, sino porque le haces daño al otro, llora y se siente mal. “Y para entenderlo, alguna vez van a pegar porque se tienen que equivocar y aprender de forma vivencial”, dice el docente, que insiste: “Para nosotros, es la forma de enseñar es primero despertar el interés, segundo manipular lo aprendido para entenderlo y tercero aplicarlo al mundo. Y en la última parte de voluntad es donde fallan más porque están acostumbrados a que les den todo hecho, pero no a hacer”.

 

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El boli verde: subrayando los aciertos.

¿Qué pasaría si, al corregir un examen, marcáramos los aciertos del alumno en vez de los errores? Esto es lo que se ha planteado el sistema del boli verde, que empezó en 2013 una redactora del blog ruso Real Parents de nombre Tatiana Ivanko.

La periodista publicó un post donde explicaba cómo enseñaba caligrafía a su hija, marcando con bolígrafo verde sus aciertos, en vez de utilizar un boli rojo para redondear sus errores. Es decir, aplicando el refuerzo en positivo.

Y se dio cuenta de que su hija se interesaba por aquellas letras que le habían salido mejor y se esforzaba por repetirlas. “La fuente de motivación es completamente diferente: ya no intentamos evitar los errores, sino que nos esforzamos por repetir lo que está bien”, explica Ivanko, que cree que esto muestra un cambio en la estructura del pensamiento.

El método no es nuevo sino que ya se había hablado de algo similar en un libro sobre educación del pedagogo soviético Chalva Amonachvili en 1983. No obstante, incluso en el actual  2016, este método sigue siendo considerado novedoso.

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*Más información:

Libro ‘Fracaso escolar y desventaja sociocultural’, de Ignacio Calderón.

http://colegioswaldorf.org

http://www.escuelamicael.com

http://escuelawaldorf-lugo.org

 

¿Qué hago si mi hijo me pega?

Quiero esas zapatillas o llegar más tarde a casa. Cualquier detalle basta para desatar el infierno. La violencia no es sino un medio para lograr aquello que los chicos consideran que merecen. Son hijos que agreden a los padres. Cada vez son más jóvenes y cada vez hay más casos.

Por: VIRGINIA MADRID

“Es que eres tonta no te dije ayer que necesitaba tener limpios los vaqueros azules para este viernes. Es que no vales para nada”. Con insultos y descalificaciones así empezó todo”, recuerda María Hernández (nombre ficticio) divorciada y madre de un joven de diecisiete años. Esta diseñadora gráfica de 48 años prefiere ocultar su identidad, porque le avergüenza explicar que durante un año su hijo la estuvo agrediendo tanto física como verbalmente. “Cuando miro atrás y recuerdo las cosas que me ha dicho y hecho mi propia hijo no me lo puedo creer. Me gustaría decir que ha sido un mal sueño, pero por desgracia las faltas de respeto, los empujones y los golpes han existido y me han hecho mucho daño a nivel emocional, tanto que estoy yendo a terapia psicológica. Tras buscar ayuda, localicé a un grupo de expertos (psicólogos, trabajadores sociales) con amplia experiencia en este tipo de casos y ahora estamos un poco mejor. Principalmente, porque los psicólogos nos aconsejaron que lo más adecuado era que mi hijo se fuera a convivir con mi ex marido y su nueva familia durante un tiempo para erradicar la violencia del día a día. Desde entonces, mi hijo acude a terapia dos días a la semana y ha mejorado mucho su conducta. Y mi ex marido y yo cada dos semanas acudimos a un grupo de padres e intercambiamos experiencias”.

Vergüenza y culpabilidad

LO cierto es que el caso de María no es un hecho aislado. Según datos de la Fiscalía General del Estado, las agresiones de hijos a padres han aumentado considerablemente en los últimos años. En 2006 se cuantificaron en nuestro país 2.000 casos y en 2013 un total de 4.760. Pero en realidad, hay más casos insisten los expertos. “No es fácil denunciar a tu propio hijo. Los padres sienten vergüenza, se sienten culpables e incluso consideran que han fracasado como educadores y otros también tienen miedo a sufrir una nueva agresión. Es muy duro reconocer que tienes un hijo que te golpea, te humilla y te insulta”, afirma Javier Urra, Presidente de la Comisión Rectora del Programa RecURRA- GINSO. Pero hay más cifras significativas. Se estima que el 13% de los hijos ejercen violencia física contra los progenitores, el 70% de los agresores son varones, y el 100% de víctimas son mujeres (madres), mientras que padres varones lo son en un 50%.

Estadísticas que manejan con frecuencia el gran equipo de expertos que trabajan a diario con los menores ingresados voluntariamente en el centro terapéutico RecURRA-GINSO (www.recurra.com / Teléfono: 900- 65-65-65) especializado en adolescentes que ejercen violencia filio-parental y situado en la localidad madrileña de Brea de Tajo. El Director del centro Campus Unidos RecURRA-GINSO, Eduardo Atarés, señala el perfil de los chicos que agreden a sus progenitores: “Son menores inmaduros, a los que les cuesta tolerar la frustración, porque están acostumbrados a conseguir lo que desean sin tener que luchar por ello, algo que a la vez les hace ser dependientes de sus padres y que les hace tener una baja autoestima, ya que en seguida abandonan sus retos. Además, no están acostumbrados a las rutinas diarias y realizan un consumo habitual de cannabis y alcohol”. Una de las particularidades de este centro privado en el que los chicos continúan con sus estudios y asisten a terapias individuales, en grupo y con los padres, es que durante los diez meses que dura el tratamiento, los chicos no tienen acceso ni a teléfonos móviles ni a redes sociales. Además, realizan con frecuencia actividades de ocio y todos los días practican deporte, porque fomenta la vida saludable, el valor del esfuerzo y la labor en equipo. En el centro RecURRA-GINSO, que cuenta con 96 plazas y que tiene un porcentaje de éxito del 70%, los expertos trabajan no solo con los hijos, sino también con los padres, porque ambos deben aprender a cambiar su actitud y conducta para lograr una convivencia respetuosa y recuperar la relación entre ellos.

Señales de alarma

Lo evidente son los empujones, golpes e insultos de hijos a padres, pero este proceso  comienza mucho antes y se va gestando poco a poco a lo largo del tiempo. Magdalena Mayorga, Subdirectora del programa RecURRA-GINSO en la sede central, apunta las señales de alarma que indican que se debe buscar ayuda profesional cuanto antes: “Las pequeñas desobediencias y faltas de respeto (como es que tu eres tonta o llegar tarde a casa continuamente), el chantaje emocional (si no me compras estas zapatillas, no estudio), las amenazas constantes, las faltas de asistencia al colegio. En definitiva, percibir que la jerarquía de la familia ha ido cambiando y ahora son los hijos los que ejercen la autoridad y los padres bailan al son de los menores. Lo que sucede es que en la mayoría de los casos, los padres no le dan la importancia a este tipo de actitudes, porque piensan que esos arrebatos de ira o esos cambios de carácter pasarán y lo que suele suceder es que el problema se agrava. Y cuando se animan a llamarnos suele ser, porque ya están desesperados y la relación está muy deteriorada a causa de la violencia”.  En cuanto a las causas que se esconden tras la violencia filio parental son multifactoriales. “Cada familia tiene una problemática. Pero los motivos que pueden desencadenar que un hijo pueda agredir a sus padres pueden pasar desde por un duelo y un divorcio conflictivo, pasando por ser víctima de acoso escolar en el colegio hasta las malas compañías y el consumo de drogas” apunta Eduardo Atarés. Y, ¿cómo se logra que estos chicos salgan de la espiral de violencia que ejercen contra sus padres? La trabajadora social Magdalena Mayorga lo tiene claro: “Es fundamental restablecer el diálogo entre padres e hijos. Debe haber algo más que el “dame, dame, dame o el quiero, quiero, quiero tan frecuente en los chicos del siglo XXI. Pero esto es una labor de hijos y padres. Los hijos deben realizar cambios respecto a su conducta en casa y deben aprender a respetar las normas, y los padres también deben modificar su comportamiento. Es esencial establecer una nueva dinámica familiar”.

Para concluir, uno de los más de cuatrocientos menores que han pasado por el Campus Unidos, y que ejerció la violencia contra sus padres, explica cómo superó su problema gracias a su estancia de nueve meses en este centro terapéutico: “Recuerdo que llegué al centro muy enfadado y descolocado, porque me separaron de mis amigos y la calle. Además, no tenía el menor interés por los estudios, me sentía muy distanciado de mi familia y no estaba dispuesto a cumplir ninguna norma. Hoy, superado el tratamiento de nueve meses, me siento satisfecho del trabajo que hemos realizado mi familia y yo durante este tiempo. Especialmente, destaco lo unidos que estamos, cómo ha cambiado la forma de hablar entre nosotros y sobre todo que he aprendido a cumplir horarios y normas y me siento bien. Me siento muy orgulloso de haber recuperado la relación y el respeto hacia mis padres”.

javier-urraENTREVISTA AL EXPERTO.

Javier Urra, Presidente de la Comisión Rectora del Programa RecURRA- GINSO y ex Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid

“Hay padres que creen que decir No a su hijo les puede crear un trauma y lo que provoca problemas es no ponerles límites.

  • ¿La violencia de hijos a padres sigue siendo una realidad oculta?
  • Es un secreto que suele quedar en el ámbito en la familia. Cuando se da el paso de contarlo es porque ya están desbordados y las agresiones son considerables. Para los padres provoca mucha vergüenza y sentimiento de culpa esta difícil situación que ha ido en aumento con el paso de los años. A pesar de la gravedad de la situación, son pocos los progenitores que dan el paso de denunciar a sus hijos.
  • ¿Qué lleva a un chico a agredir verbal o físicamente a sus padres?

Somos conscientes de que los pequeños dictadores no nacen, se hacen. Hay padres que creen que decir que no a su hijo cuando es pequeño les crearía un trauma y es un grave error, porque lo que provoca problemas es no ponerles límites. No debemos olvidarnos del popular  “aquí y ahora” una de las exigencias infantiles que no suele encontrar confrontación y que es necesaria para la aceptación de la frustración. A nivel social, es evidente que existe una pérdida de referentes de autoridad menoscabando la de los maestros, policías o ciudadanos cuando en defensa de la convivencia, reprenden a sus hijos.

  • Con frecuencia se relaciona la violencia filioparental con familias desestructuradas. ¿Qué hay de cierto en ello?
  • La visión que se tiene de que este tipo de violencia solo ocurre en familias desestructuradas, en el umbral de la pobreza o en riesgo de exclusión social, no es real. Esto sucede en las mejores familias, en hogares donde o bien el padre, la madre o ambos, tienen una licenciatura universitaria y buenos puestos de trabajo. Se trata de una patología social que cada vez va a más y por eso debemos concienciar a la ciudadanía y a las administraciones para reducirla.
  • ¿Qué se puede hacer desde las instituciones para prevenir y solucionar la violencia filio parental?
  • Esta denominada patología del amor, este tsunami relacional, demanda no solo una mayor implicación de la Justicia, sino también de los Organismos de salud mental, así como su inclusión en los seguros médicos.
  • Para concluir, ¿Hay esperanza para poner freno a este problema social?
  • Si enseñamos a sentir y decir gracias; si variamos actitudes; si reequilibramos el cuerpo social donde antes muchos padres eran autoritarios, mientras que ahora son autoritarios muchos hijos; si intervenimos con prontitud, criterio y sin miedo ante las faltas de respeto y los desafíos; si partimos de que ser víctima o victimario es un estado pasajero, no un carácter inalterable y crónico; si los profesionales apoyamos, empoderamos y exigimos y si trasladamos a los padres la convicción de que ellos también tienen derechos. Sí, hay esperanza.

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DECÁLOGO PARA LOS JÓVENES DEL SIGLO XXI

Javier Urra, Presidente de la Comisión Rectora del Programa RecURRA- GINSO, apunta una serie de claves vitales para los chicos de las nuevas generaciones.

  1. Lo importante no es el Yo, sino el Tú.
  2. Aprende a la aceptar la crítica y la sanción cuando la mereces.
  3. La vida te vencerá. La clave es levantarse y tirar adelante.
  4. No olvides que el respeto y el deber son esenciales.
  5. Es fundamental que aprendas a respetar la autoridad de los padres, los profesores y demás adultos con los que convives a diario.
  6. Es fundamental aprender a tolerar la frustración. No siempre se consigue todo lo que uno desea y no pasa nada.
  7. Procura realizar actividades en contacto con la naturaleza. Una excusión por la montaña, un paseo en bicicleta por el campo son solo dos opciones.
  8. Practica deporte varias veces a la semana. Los deportes en equipo fomentan el compañerismo, el esfuerzo y el respeto.
  9. Incorpora el sentido del humor a tu vida cotidiana. Tomarse la vida con alegría y buen humor es una estupenda vacuna contra la frustración y el desánimo.
  10. Aprende de quien de verdad lo necesita. Visitar a enfermos de Alzheimer o a niños enfermos te enseña a cambiar las prioridades y lo esencial de la vida.

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Objetivo: desengancharse del móvil en verano

Los niños y los adolescentes cada vez usan más y desde antes los teléfonos móviles. Lo que podría haber sido una perfecta herramienta de comunicación está convirtiéndose en un problema para muchos, debido a una adicción que no pueden controlar. El objetivo es desengancharse cuanto antes. Y el verano, aunque parezca lo contrario, puede ser la época perfecta.

POR: TERESA ALONSO

Es una escena habitual a la salida de cualquier centro escolar: los adolescentes revisan con ansiedad su móvil en el mismo instante en que cruzan la puerta del colegio o del instituto. Dentro no pueden utilizarlo, pero parecen movidos por una especie de urgencia inaplazable en cuanto están fuera del centro. Algunos de ellos sufrirán una adicción al móvil, un problema creciente que afecta a menores, pero también a adultos. De hecho, la Policía Nacional reconoce que en los últimos tiempos ha aumentado el número de intervenciones motivadas por llamadas de los padres que no pueden controlar la ira de sus hijos cuando se les retira el teléfono. Los pediatras también se han hecho eco de la gran impronta que los dispositivos electrónicos están teniendo en los niños y en el XXII Congreso de la Sociedad de Medicina de la Adolescencia se puso de manifiesto cómo el uso intensivo de estos aparatos está provocando la activación de determinadas zonas del cerebro en perjucio de otras como la memoria o la capacidad organizativa.

Las tres motivaciones principales de los menores para conectarse al móvil son: acceder a redes sociales, escuchar música y buscar información relacionada con los deberes. Ya a mayor distancia están revisar el correo electrónico, buscar información de interés personal, ver series de televisión o películas, jugar y hacer compras. Mientras que las chicas oyen música, ven series de televisión, realizan compras y consultan información que les servirá en sus estudios, los chicos se conectan principalmente para jugar, buscar información personal (no de estudios) y ver fotos y otros archivos.

Aunque sociedades médicas, como la Sociedad Americana de Pediatría, alertan de los peligros de que los menores de tres años se expongan de manera habitual a pantallas electrónicas, los niños se inician cada vez con mayor precocidad en ellas. Así, en España, la edad media en que los bebés comienzan a usar TICs (tecnologías de la información y la comunicación) está en el año de edad.

Nativos digitales vs inmigrantes digitales

Por primera vez en la historia, los niños se han convertido en los maestros de sus padres en un ámbito: el de las nuevas tecnologías. Ellos son nativos digitales, mientras que sus progenitores deben conformarse con ser inmigrantes digitales. Esta es la situación, pero a pesar de todo, los padres deben seguir manteniendo el control. Los adultos deben formarse y acercarse al mundo de sus hijos para instruirlos en el buen uso y advertirlos de sus peligros. “Debe haber un diálogo entre padres e hijos. Darles confianza y saber en qué redes sociales están; como padres debemos conocer su lenguaje y hablar con ellos abiertamente acerca de su mundo digital. Como padre debo tener la confianza plena de que mi hijo esté bien educado en lo digital para que acuda a mí enseguida si tiene un problema en este ámbito”, destaca Pere Cervantes, responsable policial y provincial de un grupo de delitos tecnológicos y coautor, junto con Oliver Tauste, de Internet Negro (Ed. Temas de Hoy) y Tranki pap@s (Ed. Oniro).

¿Cuándo hay adicción al móvil?

Los estudios revelan que los niños que más abusan del móvil tienen entre 12 y 16 años. “La adicción al móvil es una adicción sin sustancia, pero es una adicción en cualquier caso. Cualquier actividad que provoca satisfacción en nuestra vida diaria puede convertirse en una conducta adictiva si se pierde el control sobre su uso, si nos hace perder la libertad, sin nos hace opacos, nublados ante lo que ocurre a nuestro alrededor”, destaca José Antonio Luengo Latorre, psicólogo, vicesecretario del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Camilo José Cela de Madrid.

Un menor con adicción al móvil muestra “inquietud, impaciencia e irritabilidad, especialmente cuando no puede tener acceso a sus dispositivos. También hay una disminución significativa en la comunicación con las personas con las que convive y el deterioro de estas relaciones, olvido o descuido de tareas o responsabilidades esenciales, abandono de actividades que eran corrientes y dejan poco a poco de serlo, o cambios de hábitos básicos de alimentación o sueño”, explica el experto.

Si la adicción es grave, estar en contacto con el móvil se convierte en la forma de aliviar la sensación de inquietud y malestar que supone no permanecer en línea.

Tal como advierte el psicólogo, “cada vez son más frecuentes las consultas a especialistas por situaciones de este tipo. Chicos y chicas que dejan de hacer cosas que antes hacían en el domicilio familiar, que apenas salen de sus habitaciones, que se muestran esquivos, con pocas ganas de relacionarse o tensos e inquietos cuando tienen que hacer otro tipo de actividades”.

Los adolescentes, más vulnerables a las adicciones

La posibilidad de presentar adicción al móvil no es exclusiva de los menores, pero los adolescentes sí tienen algunos riesgos añadidos derivados de esa etapa del desarrollo en que se sienten invulnerables, tienen necesidad de intimar con otros jóvenes de su edad y no son conscientes de los riesgos.

Las nuevas tecnologías les permiten vivir en un mundo confeccionado a su medida, donde prima la fantasía y no lo real, y donde pueden presentarse como les gustaría ser y no como son verdaderamente. Además, participando del mundo on line sienten que forman parte de la comunidad de sus iguales y pueden establecer relaciones sin perder su anonimato y sin contacto directo, lo que resulta muy atractivo a estas edades para expresar sus ideas sin sentirse juzgados. Igualmente, el teléfono les permite acceder a información ilimitada y estar en contacto con sus amigos, escapando del control paterno.

Del Phubbing al Vampig pasando por la nomofobia

Según destaca el psicólogo José Antonio Luengo, “algunos comportamientos recientes nos sitúan a adolescentes y adultos en la frontera de conductas que podrían llegar a ser claramente adictivas en relación a las nuevas tecnologías de la información”. Así, entre los nuevos fenómenos están los siguientes:

  • Phubbing: “menosprecio con el que tratamos a las personas con las que estamos físicamente, al dar prioridad a las relaciones que mantengo a través de mi dispositivo móvil”.
  • Alone togheter: “juntos, pero ausentes de lo que pasa a nuestro alrededor”.
  • Nomofobia: “ansiedad que pasan los usuarios de teléfonos móviles cuando se quedan sin acceso a este dispositivo, sin cobertura o sin conexión a Internet”.
  • FOMO: “miedo a perderse algo, a desengancharse de los grupos con los que mantengo contacto”.
  • Vamping: “uso de aparatos electrónicos durante la noche, reduciendo las imprescindibles horas de sueño”.

 

Pautas para un verano controlado

“El verano es el momento del año en que la luz nos permite más contacto con la naturaleza y con otros seres humanos. Es el momento propicio para iniciar una buena pauta de uso de dispositivos electrónicos”, insiste Pere Cervantes. Sus propuestas son:

  • “No dejar al niño con el móvil o la tableta mientras yo hago otra cosa. Cuando son pequeños debemos estar hombro con hombro con ellos para vigilar lo que ven y compartir ese espacio digital con ellos. La supervisión continuará hasta que el niño demuestre madurez suficiente”.
  • “Poner nuevos límites en el uso de los dispositivos electrónicos, aplicándolos a toda la familia y empezando por los padres”.
  • “No hacer reducciones drásticas del consumo de dispositivos; no son eficaces. Funcionan mejor las medidas progresivas”.
  • “Fomentar el diálogo entre padres e hijos, educándolos en el buen uso de la tecnología desde los 5-6 años (a los 16 ya es tarde), advirtiendo a los hijos sobre la importancia de la biografía digital que vayan creando y concienciándolos de los riesgos del mundo on line”.

Por su parte, José Antonio Luengo recalca la necesidad de que los padres sean “reflexivos y responsables, por ejemplo, a la hora de afrontar qué dispositivos y herramientas están dispuestos a poner en sus manos y a qué edad. No deberían valer excusas sobre si se trata de regalos familiares o si nuestro hijo puede ser el único que no tenga en sus manos determinado dispositivo”. Además, insiste en la importancia de que haya “coherencia entre lo que pedimos a nuestros hijos y lo que nosotros representamos” y en la “capacidad de influencia que tengamos para orientar y supervisar lo que hacen, cómo y cuándo lo hacen”. Igualmente destaca que se debe “procurar el equilibrio entre actividades, evitando el uso excesivo de estas tecnologías e incluyendo actividades físicas al aire libre, cuidar el sueño de nuestros hijos, fomentar la lectura y programar actividades familiares libres de móviles y dispositivos”. En definitiva, “los padres deberían proporcionar orientación, supervisión, diálogo y experiencias compartidas desde el ejemplo y el modelo”.

 

wikipedia-1La “Generación Wikipedia”

“Los adolescentes de hoy conforman lo que yo llamo la Generación Wikipedia: se creen que todo lo que sale en la Wikipedia es real, que está certificado por un notario digital. Y la realidad es que en Internet todo el mundo miente. Por eso, cuando se ven envueltos en un delito como el grooming (un adulto se hace pasar por menor para entablar a través de la Red contacto o relaciones sexuales con niños), ellos siguen pensando que es un error y que se trata de un niño como ellos, aunque les demuestres lo contrario”, advierte Pere Cervantes.

“Además, los niños y los adolescentes de hoy viven en la cultura de la instantaneidad; no hay tiempo para la reflexión. En este sentido, los adultos debemos luchar contra esa cultura enseñando a nuestros hijos a pararse y pensar lo que van a hacer antes de comprar objetos por Internet o mandar fotos comprometidas”, destaca el policía y escritor.

 

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Educación digital: una asignatura pendiente

Los menores dominan las funcionalidades de la Red, pero no suelen ser conscientes de su peligro. Para Pere Cervantes, esto ocurre, en gran medida, debido a la falta de una verdadera educación digital. “La tecnología avanza a un ritmo mucho más rápido que nuestra educación digital. Cuanto más conectados estamos, más vulnerables somos nosotros y nuestros hijos. Sin embargo, hay cierta dejadez paterna, los padres deberían conocer los peligros de la Red y cómo evitarlos y no sucede así. El español suele pensar ‘a mí no me va a pasar’ o ‘eso no sucede en mi ciudad’, pero si los padres pudieran venir un día a una comisaría de delitos tecnológicos cambiaría su forma de actuar”, apunta.

Uno de los riesgos más dañinos de las nuevas tecnologías es el ciberbullying (acoso entre menores a través de Internet). Además, está el grooming, las amenazas, el chantaje, la suplantación de personalidad, ataques a la intimidad, pérdida de privacidad, pérdida del control de la propia imagen, acceso a contenidos inadecuados…

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Formación desde el colegio

“Aunque en los últimos años en los centros educativos se ha incrementado la demanda de conferencias acerca de los peligros de Internet, la realidad es que la afluencia de personas que asisten a estas charlas sigue siendo muy escasa, y donde debía haber 500 padres hay 50. Esto asusta, proque en otros países como los nórdicos, la presencia de padres sería casi absoluta”, reflexiona Pere Cervantes.

Para José Antonio Luengo, desde los centros educativos “se debe trabajar con acciones específicas en el marco de la acción tutorial y con el protagonismo del alumnado”. En este sentido cita la iniciativa Alumnos Ayudantes TIC, como un modelo de trabajo en los centros educativos en los que son los propios alumnos los que enseñan a sus compañeros el buen uso y los riesgos del mundo digital.