Mi hijo hace "pellas"

Hacer “pellas” sigue en auge entre los alumnos españoles. Casi el 25% de los estudiantes de 15 años las ha hecho, según revela el último informe Pisa. Un porcentaje que supera la media de la OCDE (19,7%).
¿La parte positiva? Los datos son mejores que los recogidos en el informe de 2012 y sitúan a España entre los países en donde más se ha reducido el absentismo escolar, con una bajada de tres puntos.
Las comunidades autónomas con mayor índices de absentismo son Andalucía (25,9%), Canarias (27,5%), Murcia (27,1%) y Extremadura (25,6%). En Madrid también han saltado las alarmas: según datos del Ayuntamiento, durante el curso 2015-2016 hubo nada menos que 2.442 casos de niños que no asistieron con regularidad a clase, 24 más que el año anterior.
Dónde está la causa
Las causas pueden ser muchas y muy diversas. Según explica Jesús Ramírez Cabañas, psicólogo educativo, puede deberse a que el alumno esté pasando por un mal momento en sus relaciones sociales y se escude en no asistir al colegio o que haya un examen ese día que no domine y prefiera no hacerlo, “hay alumnos que sistemáticamente no asisten al colegio porque les resulta un lugar aburrido y los temas amorosos también suelen ser culpables”, dice. Otra posible causa a tener muy en cuenta es la mala relación con los compañeros: “El alumno convive durante un importante número de horas con un grupo muy concreto de compañeros. Cuando este micro contexto se vuelve frío, hostil, cuando aparece el temido acoso escolar, la respuesta puede ser, sin duda, la huida de ese entorno”, expone Tomás Asenjo, profesor del Departamento de Educación, Métodos de Investigación y Evaluación de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de Comillas ICAI-ICADE.
Los expertos señalan que se debe distinguir entre hacer “pellas” y absentismo escolar crónico. Las primeras son faltas ocasionales que, según Jesús Ramírez, se suelen solucionar mediante el diálogo con el alumno. Sin embargo, el absentismo escolar crónico se entiende cuando el alumno falta a clase de manera habitual y sus consecuencias van más allá de los malos resultados académicos. Según el informe Pisa, los que se ausentan del colegio de forma generalizada tienen más probabilidades de tener trabajos mal pagados en el futuro, embarazos no deseados, abuso de drogas y alcohol y, por supuesto, abandonar antes la escuela. Algo que confirma Tomás Asenjo: “Hay una correlación evidente entre fracaso escolar y absentismo, pero sobre todo, no hay que olvidar que el absentismo crónico representa un problema sobre el que aumentan los factores de riesgo como la delincuencia juvenil, el paro y la exclusión social”.
Existen programas de prevención y control del absentismo escolar, de manera que los centros escolares informan inmediatamente a los padres si sus hijos no acuden a clase de manera injustificada. “La norma indica que el conserje haga una lista de ausencias pasando por todas las aulas y la entregue en secretaría. Desde aquí se encargan de llamar a las familias para comunicar la ausencia”, explica el psicólogo Ramírez Cabañas. También puede ser detectado por instituciones externas al centro escolar, como Policía Municipal, Servicios Sociales Municipales, ONGs, asociaciones de vecinos, etc. “Si la detección de los casos de absentismo escolar se realiza por parte de la Policía Municipal, cuando se constate la presencia en la calle de menores en edad de escolaridad obligatoria durante el horario lectivo, se solicitarán sus datos personales y el colegio en que están matriculados, así como el motivo o causa de la no asistencia al centro, y posteriormente se informará a la Mesa Local del Municipio”, explica la Consejería de Educación de Madrid.
Una vez detectado, ¿cómo atajar el problema? “Es preciso analizar cada caso en particular porque las causas son muchas y diversas. En nuestro centro, el tutor nos remite un Protocolo de Demanda de Atención al Servicio de Orientación en el que nos cuentan lo que ocurre y en función de la situación, actuamos de una manera u otra”, cuenta el psicólogo Jesús Ramírez. Según detalla este experto, se valora también la relación del alumno con los compañeros y el profesor.
Prevenir el absentismo escolar no es una tarea exclusiva de los colegios, también está en manos de los padres. Para Tomás Asenjo, la comunicación entre padres e hijos es fundamental, “hay que encontrar momentos para cultivar un diálogo sincero con los hijos, y en caso de absentismo, preguntar: ¿por qué lo has hecho? y ¿dónde has estado? A partir de esa búsqueda de soluciones, y de forma coordinada con el centro, establecer un plan de actuación personalizado”.

MEDIDAS CONTRA EL ABSENTISMO ESCOLAR
n La experiencia acumulada en los quince años de recorrido del programa contra el absentismo escolar del Ayuntamiento de Madrid ha revelado que, en la mayor parte de los casos, la falta de asistencia a clase suele ir asociada a una compleja situación familiar que requiere ser abordada desde una perspectiva multidisciplinar: profesionales procedentes de los servicios sociales, de los centros educativos, agentes tutores de la Policía Municipal y entidades y asociaciones sin ánimo de lucro. Las medidas de intervención incluyen la implicación de las madres y de los padres para reducir, en la medida de lo posible, los factores de riesgo de absentismo y del abandono, así como al diseño de estrategias de acogida y de motivación. La implicación de los padres parece clave, ya que en la escuela Mediterrani del barrio de Campclar de Tarragona se ha logrado erradicar el absentismo en las aulas gracias a la aplicación de una nueva metodología de aprendizaje: romper el dualismo profesor–alumno y ampliar el número de actores educativos, involucrando a los padres y a profesores voluntarios.
Uno de los motivos que más pesa en el absentismo escolar tiene que ver con el ámbito escolar. Según un estudio realizado por el Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, cuando se pregunta a los alumnos por los motivos de su absentismo, destacan los relacionados con la institución escolar: prefiero hacer otras cosas 71,88%; no me interesan las clases 56,25%; problemas personales 46,88%; también lo hacen otros compañeros 43,75%; problemas con alguna asignatura 43,75%; evitar alguna actividad del colegio 34,38%; no estudio 25,00%; me llevo mal con algún profesor 21,88%; no hago los deberes 12,50%.

Entre las medidas contra el absentismo escolar destacan:
1Establecer mecanismos de coordinación entre los centros para facilitar la transición entre las etapas, especialmente entre primaria y la secundaria, que faciliten el conocimiento de las características de los alumnos (capacidades, intereses y expectativas, contexto familiar, etc.), así como la detección temprana del riesgo de absentismo.
2En los centros de secundaria muy grandes definir ámbitos educativos más pequeños “escuelas dentro de la escuela” que puedan adaptar el ambiente, las normas, las relaciones, y que hagan más visibles las figuras de referencia.
3Reforzar las relaciones positivas entre alumnos con riesgo de absentismo con otros alumnos y con profesores.
4Fomentar la participación de los alumnos a través de los delegados.
5Fomentar la participación de los alumnos en las clases: trabajo en equipo, grupos cooperativos, trabajo por pares, grupos interactivos, etc.
6Facilitar a los padres la implicación en la supervisión del trabajo escolar (agenda educativa).
7Diseñar protocolos y realizar actividades de acogida al inicio y durante el curso, especialmente para alumnos .
8Comunicar a los padres de modo inmediato las ausencias a clase o al centro de sus hijos.
9Realizar seguimiento de alum­­nos de riesgo y de alumnos absentistas.
10 Acción formativa y de orientación con alumnos y padres de alumnos absentistas: habilidades sociales, mediación, etcétera.
11 Establecer contratos y acuerdos educativos con los alumnos absentistas y sus padres.

¿Como puedo ayudar a mi hijo a mejorar las notas?

Espacio Dide

 

Se acerca el final de curso y en poco tiempo alumnos y familias recibirán las notas, situación que muchas veces genera incertidumbre, miedos, alegrías y frustraciones.

Normalmente, los alumnos se pueden dividir en tres grupos: niños que sacan buenas calificaciones, a los que es importante reforzar positivamente el buen trabajo realizado. Niños que sacan notas medias, aprobados con 5 o 6, a los que sería importante motivar y observar, por si esas notas correspondiesen a un gran esfuerzo que no llega a dar todos sus frutos. Y los niños que sacan malas notas (suspensos), a los que hay que ayudar y detectar cual está siendo la causa de dichos resultados, para poder actuar sobre ella y conseguir revertir dichos resultados negativos.

Se estima que en torno al 20% de los niños que obtienen malas calificaciones y “fracasan” en la escuela lo hacen por tener dificultades emocionales, comportamentales o del aprendizaje no visibles. La prevención y detección no es sólo cosa de los colegios, sino también de las familias. En esta línea, existen métodos que ponen a disposición de las familias la posibilidad de prevenir y detectar dichas dificultades y ayudar a las familias para que sus hijos superen con éxito la etapa educativa y que las notas dejen de ser una amenaza para su bienestar.

 

Padres y Colegios niños estudio

El método díde ayuda a las familias a comprender mejor a sus hijos y sus circunstancias, por ejemplo existen señales evidenciables en las áreas de estudio, técnica y frecuencia o las referentes a los diferentes tipos de razonamiento o autoestima que pueden estar directamente relacionadas con sus notas. Por ello esta información es muy valiosa tanto para las familias como para los profesores que trabajan con ellos día a día.

 

En ocasiones la comunicación con los colegios o profesores no es tan fluida como se desea y el momento de comunicar las notas a los padres puede crear estrés o tensiones añadidas, en el equipo de profesionales de díde lo sabemos y por ello se configuró para ser una vía de comunicación de las familias con el entorno educativo (díde aporta un informe completo con los resultados y orientación) facilitando la transmisión de información entre ellos.

 

Aunque el curso escolar está llegando a su fin, es importante recordar algunas pautas para realizar las tareas veraniegas de todos los niños, hayan obtenido buenas o malas calificaciones:

 

Recuerda siempre que un ambiente familiar con humor y positivismo es muy bueno para reforzar lazos de confianza, comunicación, seguridad y autoestima.

 

La autonomía y cierta independencia (según la edad) a la hora de realizar sus tareas o estudiar es primordial.

 

Recuérdale que se prepare el material que pueda necesitar antes de empezar la tarea y que en el lugar de estudio no hayan distracciones.

 

Priorizar y ordenar por importancia y dificultad las tareas y el estudio, ayudará a asimilar el aprendizaje y consolidar un buen hábito de estudio.

 

Únete al efecto díde y convierte las diferencias en oportunidades.

 

Más información http://www.educaryaprender.es

 

Dide Familia

Así afectan los amigos al rendimiento escolar

El inicio de curso implica para muchos escolares comenzar un nuevo ciclo, cambiar de colegio o simplemente de grupo de trabajo dentro del aula. Todo ello conlleva conocer nuevos compañeros. Y acertar es crucial. A la hora de conseguir buenos resultados académicos, las compañías se consideran tan importantes como la calidad de los profesores, el tamaño de la clase o las características de la familia, tal y como se plasma en un informe del Instituto Nacional de Evaluación Educativa del Ministerio de Educación en el que se ha hecho una revisión de estudios sobre el tema. “La conducta de los niños y sus capacidades, así como sus resultados, son conceptos que van estrechamente ligados. La conducta de los menores, como la de todas las personas, puede estar determinada o causada por dos tipos de factores: innatos, es decir, biológicos; y adquiridos o aprendidos. Estos últimos sí se pueden ver influenciados por el ambiente que rodea al niño en el aula”, confirma Alexandra Sierra, psicóloga infantil y juvenil de Isep Clinic.
más chicas, positivo
De manera que la composición de los compañeros en el aula va a ser determinante a la hora de obtener buenos resultados en las pruebas de los estudiantes. Los estudios que tienen en cuenta la composición de la clase según el sexo concluyen que una mayor participación femenina en el aula afecta positivamente a los compañeros y aumenta los resultados promedios en las pruebas. Además, puede impactar en la reducción de la violencia en el aula y mejorar las relaciones interpersonales tanto entre los estudiantes como entre los estudiantes y el profesor. “Las afirmaciones que sugieren dichos estudios surgen de las conclusiones de un estudio específico realizado por Ammermueller y Pischke dónde se evaluaba a nivel europeo los efectos de los compañeros en escuelas primarias, concluyendo que variar la composición de la clase varía también los resultados del alumnado de forma significativa”, afirma Alexandra Sierra. Pero no se debe tomar a este factor como único en el efecto positivo –tal y como explica la psicóloga–, hay otros que también pueden influir: cuando en una clase hay estudiantes con muchas habilidades, los estudiantes se benefician entre sí; si los estudiantes de clase tienen considerables habilidades, el profesor puede enseñar mejor en un ambiente desafiante; si los logros académicos de los estudiantes son altos esto puede motivar al resto de estudiantes.
Cómo agrupar alumnos
Los estudios realizados para valorar los efectos más comunes de los compañeros de clase en el rendimiento académico han encontrado factores positivos y negativos. Entre los positivos: cuando en una clase hay estudiantes con muchas habilidades, los estudiantes se benefician entre si; si los estudiantes en una clase tienen considerables habilidades, el profesor puede enseñar mejor en un ambiente más desafiante; si los logros académicos de los estudiantes son altos esto puede motivar al resto de los estudiantes. Entre los negativos: si los estudiantes en un clase son desobedientes y se distraen fácilmente, el profesor presenta mayores dificultades para enseñar; un estudiante más indisciplinado puede perjudicar al resto obteniendo menores resultados académicos; algunos nombres de niños pueden ser un preindicador de un futuro comportamiento indisciplinado: si suenan extraños o femeninos, pueden ser objeto de bromas entre sus compañeros en la escuela, provocando un mayor desorden en el aula y afectando el rendimiento académico de los estudiantes. No hay duda de que el trabajo que se produce en equipo en el aula es un factor importante a tener en cuenta en el aprendizaje de cualquier materia. “El valor de dicho aprendizaje aumenta cuanto más diferente sea este mismo equipo de trabajo (a nivel intelectual, social, de genero…)”, dice la psicóloga. Para conseguirlo, se recomienda que el docente tenga en cuenta ciertos criterios: elaborar grupos de 4 o 5 niños; valorar compatibilidad/ incompatibilidad entre compañeros; mezclar niños y niñas; e incluir en cada grupo alumnos capaces de ayudar a los demás alumnos, alumnos con dificultades de aprendizaje y al resto de alumnos. “De esta forma conseguimos que el profesor sea capaz de explicar el contenido de su materia sabiendo que en cada grupo habrá por lo menos algún alumno que tendrá la capacidad de explicar al resto de su grupo aquello que para el resto de sus miembros no haya quedado claro. Así trabajamos a su vez la cooperación y colaboración entre compañeros, valores que les ayudan a crecer como personas y que una vez aprendidos les servirá de cara a su futuro”, argumenta Alexandra Sierra.
El Ministerio de Educación ofrece información muy útil para el profesorado sobre cómo agrupar a los alumnos en el aula: en grupos heterogéneos, que consiste en crear equipos en los que haya estudiantes con diferentes capacidades, desde aprendices a expertos en un tema específico, o con diferentes niveles de habilidad. Estos equipos pueden realizar tareas en común, de tal manera que aprenden a organizarse, compartir conocimientos y capacidades y llegar a un buen resultado común; agrupamientos flexibles, que consiste en realizar diferentes grupos dentro de la misma aula, en función de la actividad que se proponga (por ejemplo taller de cocina, cerámica, prensa, jardinería, reciclado) y de las afinidades que los alumnos tengan. Los alumnos se relacionan y, además, trabajan a su propio ritmo de aprendizaje, ya que se juntan para realizar una actividad determinada sin necesidad de pertenecer a un mismo nivel educativo, lo que favorece la comunicación y las relaciones interpersonales; y grupos interactivos, que son agrupaciones heterogéneas de cuatro o cinco alumnos o alumnas, tanto en género como a nivel de aprendizaje u origen cultural. Su composición es totalmente flexible y puede variar cada día, pero es importante asegurar la heterogeneidad de los mismos.

Mi hijo no quiere hacer ninguna extraescolar

Las extraescolares son una buena manera de complementar el currículo escolar y el niño disfruta. Pero en otras no se adapta, quiere dejarlo o no quiere ir ¿Hay que obligarlos?

La mejor manera de enseñar es dando ejemplo. Si queremos enseñar la importancia de valores como la responsabilidad y la constancia, lo correcto sería explicar a nuestros hijos que se han comprometido a realizar una actividad y deberán finalizarla, dándoles la oportunidad de cambiar de actividad al curso siguiente”, recalca Alexandra Sierra, psicóloga infantojuvenil de ISEP Clínic. “En el caso de que cedamos ante el deseo del niño de interrumpir la actividad a mitad del curso escolar, le estamos dando una autoridad para decidir por él mismo en un ámbito que no le corresponde, ya que una cosa es que él tenga opinión a la hora de escoger la actividad y otra es que decida sobre su interrupción. En este caso el niño puede extrapolar esa autoridad a otros ámbitos de decisión, lo que podría ocasionar confusiones en el rol de autoridad”, explica la experta.
Para Carlos Fernández, profesor y director de AEM (Actividades Extraescolares Madrid), si un niño se niega a seguir con una extraescolar o no quiere comenzar ninguna, “habría que estudiar la individualidad de ese niño. Puede haber escolares que no necesiten realizar ninguna, pues siempre se trata de actividades complementarias a su ritmo de vida. No tiene sentido que si el niño va a un colegio bilingüe se le apunte a ese mismo idioma al salir de clase o que si va bien en las notas acuda a refuerzo de algunas asignaturas”.
Es importante que el niño pruebe distintas posibilidades antes de comprometerse con una actividad. A pesar de ello, en los deportes es muy habitual que comiencen una disciplina y la abandonen pasados unos meses, bien porque acuden obligados por sus padres, porque ninguno de sus amigos está apuntado, porque no han encajado o por cansancio tras la jornada escolar.
“Por eso, primero es importante escucharle, atender a sus razones. Si se trata de una actividad que se le impuso desde un principio, la responsabilidad recae sobre los padres. Si se trata de un capricho, será bueno conversar con él sobre su sentido de la responsabilidad y la constancia. La clave está en ver cómo sale el niño al finalizar dicha actividad, ya que es usual que antes de empezar, y tras la jornada escolar, los niños muestren signos de pereza, pero al finalizar, por lo general, lo han pasado bien y salen satisfechos”, detalla la psicóloga Alexandra Sierra.
¿Quién elige?
“Los gustos del niño deben respetarse dentro de las posibilidades familiares”, explica Carlos Fernández. “Nunca hay que llevarlo forzado, porque no pondrá atención, irá enfadado y no aprovechará la clase”, detalla. De hecho, según su experiencia, a partir de Primaria son los propios escolares los que eligen a qué actividades quieren apuntarse. La psicóloga Alexandra Sierra señala: “Hay que tener en cuenta su opinión, aunque, por supuesto, la decisión última es de los padres”. Lo ideal es que si el niño realiza una actividad más lúdica o deportiva sea él quien elija. En el caso de las actividades intelectuales, serían los padres los que deberían decidir en función de las habilidades que deben potenciarse o reforzarse.

Coaching educativo: en qué puede ayudar a mi hijo

Terry Gragera
Problemas tan comunes en los escolares como la falta de autoestima, la mala gestión del tiempo de estudio o la desmotivación pueden ser abordados eficazmente por el coaching educativo. Descubre esta nueva herramienta en ocho claves.
1 ¿Qué es el coaching? En el coaching no se mira al pasado sino al presente, “para fijar las metas y crear un plan de acción para lograr los objetivos de forma específica, medible y alcanzable en un tiempo determinado”, explica Mª Carmen Díaz Cadenas, madre, profesora de Filosofía, formadora de profesores y padres, orientadora familiar y coach educativo.
Llevado al ámbito escolar, el coaching plantea una forma distinta de aprender . “No consiste en enseñar, sino en crear las condiciones necesarias para aprender y crecer. Su finalidad es la mejora del rendimiento, incidiendo en la individualidad escolar”, recalca la experta.
2¿Cómo actúa un coach? “Un coach busca que su cliente sea capaz de descubrir sus objetivos en la vida, es la persona que se encarga de acompañar al cliente y a hacer todo lo necesario para que sus compromisos y metas sean alcanzadas”, aclara Mª Carmen Díaz. El coach educativo se centra en el potencial de cada alumno para hacerlo aflorar, intentando que adquiera más independencia y responsabilidad. Así, puntualiza: “El coach no da consejos sino que ayuda a la persona a descubrir sus recursos para lograr algo”.

3 ¿Cuándo puede resultar útil? Hay muchas situaciones susceptibles de ser trabajadas mediante el coaching educativo. Entre ellas: bajo rendimiento escolar, falta de responsabilidad e independencia, creencias limitantes, baja autoestima y autoconcepto, escasa flexibilidad mental, problemas con las relaciones interpersonales, mala gestión del tiempo, desmotivación, inseguridad…

4 ¿Cuáles son los problemas más comunes? Según detalla la experta, los problemas que con más frecuencia aborda el coaching educativo en Primaria y Secundaria son la mala gestión del tiempo, seguidos de la baja autoestima, la poca seguridad y el bajo rendimiento escolar, sobre todo en la adolescencia, mientras que en Bachillerato es la falta de seguridad ante los exámenes. No obstante, “cada vez hay más niños con dificultades para controlar el estrés desde Primaria”, advierte.
5 ¿Se trabaja de forma individual? El coaching educativo se suele hacer de forma individual con el niño, con la intervención puntual de padres o profesores si fuera necesario, aunque también puede haber procesos grupales.

6 ¿Quién marca los objetivos? Los objetivos deben ser marcados por el niño. “Si él no está motivado y concienciado, el proceso puede salir mal”, explica la experta.

7 ¿En cuántas sesiones se trabaja? El coaching tiene una duración limitada de 6-8 sesiones en las que se trabaja sobre el objetivo para alcanzar la meta. Son procesos cortos con un seguimiento.

8 ¿Qué sucede si hay una patología? “Cuando hay una patología lo mejor es acudir a un profesional de salud mental. Sin embargo, cuando se trata de un reto, una dificultad de desarrollo personal, de toma de decisiones o ciertos bloqueos, la figura del coach es muy apropiada”, aclara Mª Carmen Díaz.

Hacia una nueva relación entre familia y escuela

EVA CARRASCO
Tan sólo un 4% de los profesores sienten que su trabajo está valorado en la sociedad. Al contrario que ocurre en otros países, en España el trabajo del profesor tiene poca relevancia social. Sin embargo, según el estudio realizado por la Universidad Rey Juan Carlos junto con la compañía BlinkLearning, cerca del 55% de los docentes están muy motivados y les encanta su trabajo. Opiniones encontradas que vienen a poner de manifiesto una realidad, que es el cambio de rol que el profesor está experimentando. El acceso masivo a la información está terminando con las clases magistrales y el docente debe esforzarse en motivar y hacer participar al alumnado. Teorías como la pirámide de aprendizaje de Edgar Dale cambian por completo la dinámica de las clases.
Al contrario de lo que pudiera parecer, el respeto a la figura del profesor aumenta a medida que aumenta la edad del alumno. En las primeras etapas de infantil y primaria la sobreprotección de algunos padres lleva a poner en duda cualquier decisión del maestro. Mientras que llegados a la adolescencia las injerencias paternas disminuyen y se valora más la capacidad del profesor de ganarse a los alumnos.
Sin embargo cuando hablamos de alumnos mayores el asunto empieza a cambiar. Moisés Lorente, profesor de tecnología y matemáticas en secundaria en el colegio Reggio Explora de Madrid sí considera que el profesorado recibe un respeto por parte de la sociedad. “Hay que tener en cuenta el material con el que estamos trabajando y lo que tenemos entre manos. La sociedad sí que es consciente de que cualquier decisión que toma un profesor en el aula es relevante. Yo personalmente sí noto que las familias y los docentes remamos en la misma dirección. Lo que ocurre es que muchas veces la imagen que se da de cara a medios de comunicación y redes sociales se focaliza más en los problemas.”
Realmente, como afirma David Calle, Fundador de Unicoos (un canal de Youtube que ofrece clases de ciencias de Secundaria y Bachillerato), “el principal reto al que nos enfrentamos al dar clases es el de motivar a nuestros alumnos y que la figura del profesor adquiera el respeto y la relevancia que se merece”. Ambos pasan por la transición que está viviendo la docencia hacia nuevos canales de comunicación y nuevas maneras de relacionarse con el alumnado. Los códigos están cambiando y se está rompiendo la barrera que existía entre profesor y alumno. “Estamos en un proceso de cambio y puede haber todavía un poco de descompensación entre lo que entendemos por vieja escuela, y una generación de alumnos, que debido a los cambios tan acelerados de la sociedad, tienen otra manera de acceder a la información y tienen otra manera de entender el conocimiento y el aprendizaje”, explica Moisés Llorente. “La autoridad la seguimos teniendo pero tenemos que adaptarnos un poco al perfil de alumnos que tenemos en estos momentos.
Esos códigos de comunicación y relación profesor alumno están cambiando con la misma rapidez con la que está cambiando la sociedad.”
Motivar a los alumnos
La relación con los alumnos ya no basa el respeto hacia el profesor en el miedo o el castigo, sino en el grado de motivación que consigue entre los chavales. “Nuestro papel –Afirma Llorente- está más encaminado a encontrar las vías para que nuestros alumnos estén motivados y encuentren un sentido a su aprendizaje. De esta manera también es una forma de encontrar una manera de tener el control de aula.”
El profesor ya no tiene que ser entendido como la persona que transmite el conocimiento. El conocimiento hoy en día llega por muy diferentes fuentes. El profesor tiene que ser más el facilitador, la persona que crea un caldo de cultivo aprovechando todos los elementos que hoy en día hay en un aula, que son muchos. Ya sean tecnológicos o no. “La tecnología puede ser una aliada de la educación siempre que no se utilice como un sustitutivo, ya que nada puede suplir la labor de un ser humano”, explica Luz Rello, fundadora de Change Dyslexia. La tecnología permite al profesorado generar contenido que si es atractivo, dinamiza y ameniza las clases. Permite formar críticamente al alumnado respecto a la información que recibe de Internet. Pero al final hay que hacer al alumno responsable, más que de aprender conocimientos, de aplicar todo ese conocimiento que está alrededor.
Rocío Moreno, comienza esta labor con los más pequeños. “Como herramientas hay que tratar de acompañar y orientar al alumno a que construya sus conocimientos a partir de sus experiencias previas, de la interacción en su grupo y con su medio social y natural. El alumno es un sujeto activo y es a través de su propia investigación y trabajo en grupo como aprende” . Venimos de un sistema basado en la memorización y al final el uso memorístico de la información desemboca en que los alumnos no encuentran sentido en aquello que aprenden. Simplemente que lo tienen que aprender para aprobar un examen pero no van más allá de eso. De lo que se trata es de encontrar elementos y metodologías como el aprendizaje basado en proyectos que facilita mucho esa tarea. Tienen que poder aplicar todos esos conocimientos a situaciones lo más parecido posible a la vida real.
Un dilema que se encuentran en el aula a la hora de controlar y motivar a la clase es el fomentar la cooperación o la competencia entre los alumnos. Hay un tipo de alumnos más competitivo que les motiva más el tema de resultados, rankings o puntuaciones y luego hay un perfil de alumno más social que su motivación pasa por el intercambio de ideas con los compañeros, el ayudarse los unos a los otros.
Al final la clave está en encontrar el equilibrio. El punto medio en el que el profesor pueda desarrollar actividades que tengan un poco de todo pensando en los diferentes tipos de alumnos, según nos explica el profesor del colegio “Reggio Explora”.
Atender a la diversidad
Para llegar a las necesidades de todos los alumnos el docente debe trabajar a través de metodologías activas. “Si tú enfocas tu clase a la clase magistral, al maestro, al profesor que está explicando mientras los demás escuchan. Estás lanzando un mensaje único para toda la clase durante un tiempo muy prolongado, es muy difícil atender a la diversidad. Primero porque si estás todo el tiempo explicando queda muy poco tiempo para estar con los alumnos a nivel individual, y segundo, si tu lanzas un mensaje único para todos, realmente no te estas adaptando al nivel de la clase.”, así ve el problema Moises Llorente.
La clave es desarrollar metodologías activas en las que el alumno es parte activa en el aula y el profesor adopta un rol de mediador que propone la actividad, que propone unas metas y objetivos. En el momento que se libera de estar todo el tiempo explicando ya sí que tiene la posibilidad de atender realmente a cada uno de tus alumnos. Así es mucho más fácil que cada uno pueda trabajar a su ritmo.

Entrenando la empatía

GEMA EIZAGUIRRE
Cultivar y mejorar esta capacidad de ponerse en el lugar del otro, saber lo que siente y llegar a sentirlo, es una meta difícil pero alcanzable. Así lo afirma en su libro “La Empatía es posible” (Ed. Desclée) Anna Carpena, educadora y especialista en Educación Emocional desde los últimos 20 años.
En esta labor de generar empatía, el ejemplo y labor de los padres es esencial ya desde los primeros minutos de vida del pequeño: “Desde que el niño nace su cerebro se está formando, según la empatía de quien lo está cuidando. Según se les trata ya se están desarrollando o no estructuras cerebrales que se relacionarán con la empatía”, cuenta Carpena. Después, con los años varía la disposición de los menores a “ponerse en los zapatos del otro”: “En la etapa infantil los niños empiezan a reconocer los diferentes signos emocionales de las otras personas, independientemente de cuáles sean sus sentimientos, aunque no tengan la clase de empatía que les permita identificarse con ellas o experimentar sus mismos sentimientos. Alrededor de los seis años empieza la capacidad de ver las cosas desde la perspectiva de otro. Hacia los ocho años pueden empezar a sentir lo que siente otra persona, es decir, empieza la verdadera empatía, comprender y sentir a otro. A partir de los once años la empatía puede llegar hasta personas y colectivos con los que nunca se han visto ni conocido, ya que tienen capacidad para imaginarse a sí mismos teniendo las experiencias y los sentimientos asociados a la vida de otro sujeto. En la adolescencia se distorsiona al volver a hacerse el “yo” centro de gravedad, para luego recuperar el equilibrio a los 20”.
¿Pero cómo llegar a conseguir esa sensibilidad y esa apertura al otro? Los expertos señalan que hay una labor previa que debemos ejercitar nosotros mismo, los padres y educadores; porque para enseñar algo nosotros también tenemos que saberlo. Y esto requiere el conocimiento personal y gestión de nuestras emociones. La empatía es una de las cinco competencias de la Educación Emocional, según Daniel Goleman, padre de la Educación Emocional. La sentencia griega «Conócete a ti mismo», atribuida a Sócrates, ya indica la necesidad de autoconocimiento del ser humano para su crecimiento personal.
educación emocional
La Educación Emocional, que empieza a introducirse en la aulas, “proporciona recursos para la vida en la escuela, para ayudar a los niños a superar frustraciones, a motivar en los estudios y a sostener relaciones sociales sanas, coherentes y justas, pero no solo en la escuela si no que se forman estrategias de vida que formarán parte de su ser adulto”, describe la experta.
Inmersos en una sociedad de contraste y contradicciones, mientras que tenemos la palabra “pienso” en la boca de forma permanente -es uno de los verbos más empleados del diccionario- no se presta demasiada atención a lo que “siento” y a la gestión de eso que sentimos, a las emociones “Ha calado el que hay que ignorar las emociones porque si no nos pueden; y es una extrema equivocación porque están igualmente aunque las neguemos. Tenemos que aprender a gestionarlas porque no somos libres mientras ellas nos gobiernen”.
La Neurociencia ha descubierto que no hay momento de no emoción; sino que tenemos siempre el cerebro emocional en funcionamiento. Aunque Carpena lamenta que “el ‘pienso luego existo’ siga tan vigente. “Siempre se está hablando que hay que razonar, aprender a pensar; sin embargo los valores no se construyen desde el razonamiento”. “Pensando valores, como “tengo que ser tolerante” con eso no hago nada; los valores se construyen a través de los sentimientos, tengo que sentir la tolerancia, que va acompañada del sentimiento de empatía, de compasión y de amor”, asegura esta experta que fue la primera en introducir la Educación Emocional en España, con su libro «Educación socioemocional en la etapa de Primaria».
La adquisición de habilidades socio emocionales, como el auto conocimiento y la empatía, es algo que empieza a ser centro de investigaciones que ya indican su relevancia para el bien estar del menor y para mejorar el rendimiento escolar. Incluso expertos de Recursos Humanos, como responsables de Randstad Reseach, alertan del peligro de un sistema educativo donde lo único relevante sea la adquisición de conocimientos, y muestran necesario el aprendizaje de habilidades sociales y empatía, en particular, como esencial para formar a los profesionales del futuro.
Un enemigo en casa
En la sociedad actual encontramos un enemigo a combatir para poder ser más empáticos, y es la gran carga de violencia que nos rodea. “Hay mucha violencia aceptada por la sociedad en general como valor lúdico y de entretenimiento (videojuegos, dibujos animados, películas)”, indica Carpena, y advierte de que la Neurociencia ha descubierto que “sólo con ver imágenes y acciones el cerebro se predispone a ejecutar eso que ve. Porque tenemos un cerebro que aprende viendo, mirando e imitando”. Una medida para paliar esto es tomar partido. “Intentar primero cambiar valores, como exigir que en horario infantil no haya películas violentas de ninguna clase. No podemos decir a los niños que sean empáticos cuando viven en una sociedad que no lo es; sino que muestra como ventajosa la ley del más fuerte”.
Una consecuencia del efecto de la violencia en los niños es el aumento de los casos de acosos escolar y el bullying. Un tema preocupante cuyos últimos datos apuntan a un incremento del 20%, entre mayo de 2016 y 2017, según el Observatorio para España de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras.
Carpena es asesora del programa de convivencia escolar “En sus zapatos: un espacio de empatía activa”, que este curso escolar llegará a centros Primaria de la Comunidad de Madrid y Extremadura, y va dirigido a niños de 11-12 años, a sus padres y profesores. Este programa de la asociación Teatro de Conciencia (www.teatrodeconciencia.org) se sostiene en tres ejes: Gestión Emocional, Resolución Positiva del Conflicto y Empatía activa, con una metodología propia, denominada Teatro de Conciencia, que personifica las emociones. “Que se imparta a padres, niños y profesores es imprescindible. Si todos van en la misma línea se está creciendo, y además es un crecimiento a la vez de niños y padres, porque los adultos, en general, no están formados. Esta formación enriquece la convivencia y también el propio bienestar con uno mismo”, destaca como novedoso de “En sus zapatos”.

Cómo afrontar 21 situaciones de primeros auxilios con niños

EVA R. SOLER
Es frecuente ver en los servicios de urgencias de los Hospitales, como en el de el Niño Jesús, a padres que no saben cómo actuar ante algunos accidentes infantiles (quemaduras, golpes, intoxicaciones, atragantamientos…). Esto motivó a los pediatras Juan Casado y a Raquel Jiménez a elaborar esta guía. “Saber qué hacer en una situación de urgencia y hacerlo correctamente es tan importante como saber lo que no hay que hacer, tanto que puede salvarle la vida a un niño”, sostienen Juan Casado y Raquel Jiménez, autores del manual.
Los accidentes son la primera causa de mortalidad infantil. La guía aporta ayuda para afrontar estas y otras situaciones de emergencia más frecuentes como traumatismos, convulsiones, hemorragias, asfixias… Además, también aconseja qué hacer en otros casos más cotidianos como vómitos, diarreas, fiebre alta o sangrado nasal pero que generan ansiedad y preocupación en los padres.
Por otra parte, en el Hospital también se imparten cursos de primeros auxilios presenciales dirigidos a padres y cuidadores y de ocho horas de duración. Con videos, talleres y ejemplos prácticos los pediatras del Hospital informan, desmitifican y enseñan a valorar las situaciones facilitando pautas concretas y directas.

1Atragantamiento. Si es una obstrucción leve (el niño está consciente y con tos fuerte, puede respirar, hablar o llorar y tiene buen color de labios), colócale en posición incorporada, debes estimularle para que siga tosiendo y vigila si tiene síntomas de dificultad para respirar o tragar, arcadas continuas, tos persistente, afonía o babeo…
En caso de obstrucción grave (el niño está consciente pero la tos es débil, no puede respirar o hablar y se pone azul), pide ayuda, mira la boca y sólo si el objeto es visible y accesible sácalo con el dedo en posición de gancho de atrás hacia delante. En caso de que no se vea, si el bebé es menor de un año, da cinco golpes en la zona media de la espalda con el talón de la mano. Si el niño es mayor de una año puedes realizar la maniobra de Heimlich (comprimir el abdomen desde atrás) hasta que el niño expulse el objeto y pueda respirar.

2Parada Cardiorespiratoria. Un niño que está en parada cardiorespiratoria está insconsciente, no respira y no tiene signos de vida (no responde a ningún estímulo, está muy pálido o morado, no se mueve, no tose, no hace nada), por lo que hay que iniciar inmediatamente maniobras de reanimación cardiopulmonar mediante el boca a boca y comprensiones torácicas.
Para reanimar al niño hay que abrir la vía aérea inclinándole la cabeza hacia atrás y comprobar si respira (mueve el pecho, se oye o siente el aire…). Si no respira, dar dos insuflaciones boca-boca en niños o boca-boca/nariz en bebés. Si sigue sin mostrar signos de vida, hay que realizar compresiones torácicas: presionar fuerte y rápido en el centro del pecho hasta hundirlo (4 cm en bebés y 5 cm. en niños). Completar un ciclo de 30 compresiones y dos instalaciones hasta que el niño responda o llegue la ambulancia.

3Fiebre. Si hay temperatura mayor de 38º, hay que retirar la ropa, colocar al niño en un lugar fresco y alternar cada cinco minutos paños con agua templada y fría en cabeza, ingles y axilas. Los baños con agua tibia también ayudan a reducir la fiebre y es conveniente que beba líquidos con frecuencia. Hay que administrar antitérmicos (paracetamol, ibuprofeno, meta mizol) según la dosis recomendada por el pediatra. La fiebre no es peligrosa. Si el niño está contento y activo podéis estar tranquilos. Hay que acudir al médico si es un bebé menor de tres meses; si el niño está adormilado, decaído o muy irritable; tiene dolor de cabeza intenso; vomita de forma repetida; respira con dificultad o tiene manchas rojas en la piel.

4Sarpullido, Exantema, Petequias. El exantema o sarpullido son manchas rojizas en la piel producidas por infecciones leves o alergias y suelen picar. Desaparecen al estirar la piel con los dedos o al presionar con un vaso transparente. Si el niño tiene fiebre o muestra decaimiento, hay que consultar al médico. Las petequias se diferencian del exantema con la prueba del vaso: si al ponerlo encima de la mancha y apretar no desaparece, es que son petequias. Pueden ser graves (infección grave o trastorno de la coagulación) por lo que hay que consultar al médico con urgencia.

5Vómitos. Tras el vómito no hay que comer ni beber nada durante 20-30 minutos. Transcurrido este tiempo, hay que dar suero hiposódico (de venta en farmacias) en pequeña cantidades y con frecuencia: 5-10 ml (una o dos cucharadas) cada diez minutos durante una hora e ir aumentando progresivamente la cantidad si no vuelve a motivar. Cuando tolere los líquidos, puede empezar a ingerir comida en pequeñas cantidades pero sin forzarle. No administrar medicamentos para cortar los vómitos sin prescripción médica. Es importante vigilar los signos de deshidratación (boca seca o pegajosa, llanto sin lágrimas, ojos hundidos. En los bebés, pañales secos por falta de orina). Hay que acudir al médico si los vómitos son persistentes, de color verde o con sangre, si tiene fuerte dolor de cabeza o de abdomen.
6Diarrea. Cuando las deposiciones son blandas o líquidas y más frecuentes de lo habitual, lo más importante es mantener una hidratación adecuada con suero hiposódico (de venta en farmacias). Hay que acudir al médico si hay signos de deshidratación, episodios numerosos de diarrea abundante, dolor fuerte de abdomen, diarrea con sangre, heces de color blanco o negro intenso o vómitos de bilis de color verdoso o con sangre.

7Dificultad para respirar. Hay que incorporar al niño y mantenerlo erguido y en reposo. Si es un bebé, mantener la nariz limpia de mucosidad. Los alimentos deben ofrecerse en tomas pequeñas y frecuentes. Hay que evitar los ambientes con humos. En el caso de que el médico lo haya recetado, administrar tratamiento con inhalador. Hay que acudir al médico si el niño tiene mal estado general, está agitado o somnoliento, se cansa mucho con las tomas, se pone morado o pálido, la respiración es muy rápida o se le marcan las costillas, el abdomen o el hueco por encima del esternón.

8Convulsiones. Pueden producirse por fiebre o también por bajada de azúcar, algunas medicinas o tóxicos, golpes en la cabeza, enfermedades neurológicas o infecciones. Hay que colocar al niño tumbado de lado con una almohada o toalla bajo la cabeza. Si en dos minutos la convulsión continúa, hay que administrar medicación si la ha recetado el médico. No hay que sujetar al niño intentando impedir el ataque, no hay que introducirle nada en la boca, ni darle de comer o de beber hasta que esté consciente. Hay que acudir al médico si es la primera vez que le ocurre, la crisis ha sido muy larga, el niño tiene dolor de cabeza intenso, ha sufrido un golpe en la cabeza o no se ha recuperado adecuadamente (está dormido, decaído o irritable).

9Desmayos y Lipotimias. Suele estar provocado por cambios en la circulación que hacen que momentáneamente disminuya la cantidad de sangre que llega al cerebro. Es frecuente que vayan acompañados de otros síntomas como sensación previa de mareo, palidez, sudación fría, visión borrosa, nauseas… Una buena forma de prevención es beber mucho líquido si se prevén situaciones de riesgo (ver sangre, lugares calurosos…). Si el niño pierde el conocimiento y se desploma inconsciente hay que tumbarle con las piernas en alto y comprobar que en menos de un minuto recupera la consciencia. Si el niño no ha perdido la consciencia, puede sentarse con la cabeza entre las rodillas. Si el desvanecimiento ha durado más de un minuto, ha sucedido mientras realizaba ejercicio físico, con convulsiones, tiene dolor en el pecho, o se ha producido por un fuerte golpe en la cabeza, hay que ir al médico.

10Reacción Alérgica. Pueden ser desencadenadas por alimentos, medicinas, picaduras de insectos, pólenes y otras sustancias. Las leves provocan ronchas o enrojecimiento en la piel, moqueo nasal, estornudos, picor o hinchazón muy leve. Las graves (anafilaxia) se manifiestan con lesiones en la piel (habones o ronchas, hinchazón de labios o lengua, picor) junto con dificultad en la respiración, sensación de hinchazón en la garganta, mareos, desvanecimientos, vómitos o dolor abdominal. Los síntomas suelen progresar rápidamente por lo que hay que actuar de inmediato. si es leve, administrad un antihistamínico por boca y observar la progresión de los síntomas. Si es grave, retirad la sustancia que ha provocado la alergia y nunca provocar el vómito. Si disponéis de un autoinyector de adrenalina recetado por el médico, administrarlo

11Mordeduras y Arañazos de Animales. Si sangra abundantemente, hay que aplicar presión con una gasa o toalla limpia hasta que deje de sangrar. A continuación, limpiar la herida con agua y jabón, dejarla bajo el chorro de agua durante unos minutos y cubrirla. Es conveniente identificar si es un animal desconocido o salvaje o si tiene dueño para conocer su estado vacunal. Acudid al médico si no son sólo erosiones superficiales, ya que puede el niño necesite tomar antibióticos o una dosis de refuerzo de la vacuna antitetánica.

12Picaduras. De Abeja y Avispa. Cuando pican suelen dejar el aguijón que contiene el veneno. Si se ve, hay que extraerlo raspando con una tarjeta u objeto de borde recto. No utilizar pinzas, pues se puede exprimir la vesícula venenosa e inyectar el veneno. Después, hay que limpiar la herida con agua y jabón y aplicar un paño con hielo, pomada corticoide, amoniaco rebajado o producto específico para las picaduras.
De Medusa. Produce dolor, ardor, inflamación y enrojecimiento de la zona. Hay que retirar los tentáculos con una toalla (No tocad sin protección). Después hay que enjuagar la zona con agua de mar o suero salino fisiológico, nunca con agua dulce. Por último, aplicad compresas con amoniaco rebajado o pomadas contriciones.
De Garrapata. Utilizad una pinza pequeña para agarrar la garrapata por la cabeza o por la boca, cerca de la piel. Hay que tirar de manera continua y firme de la garrapata, sin girar las pinzas, hacia el exterior hasta que se desprenda de la piel.

13Dolor. Para calmar el dolor de los lactantes se puede recurrir al chupete y a las caricias y en niños mayores un masaje o analgésicos según la dosis recomendada por el pediatra. Si persiste el dolor, hay que consultar al médico, no tanto para tratarlo sino para conocer su causa. En el caso del dolor de cabeza, suele producirse por fiebre, estrés, tensión escolar o catarros.

14Accidentes Infantiles. Antes de atender al niño accidentado hay que asegurarse de que no existe peligro para él o para ti. Esto es muy importante en incendios, explosiones, accidentes de tráfico, grandes corrientes de agua o electrocución. Realice una llamada de alerta a los servicios médicos manteniendo la calma, comunicando la dirección exacta del suceso explicando qué ha ocurrido y el número de heridos. Es muy recomendable enseñar a los niños a utilizar el número de teléfono de emergencias (112).

15Intoxicación y Envenenamiento. Lo primero, intenta identificar si hay restos del producto en la piel o en la ropa, si desprende un olor raro, si tiene quemaduras alrededor de la boca o si aparecen síntomas como dificultad para respirar, vómitos, dolor en el abdomen, somnolencia o alteraciones en el comportamiento. Llama a toxicología (91 562 04 20), no intentéis, provocar el vómito, ni neutralizar el tóxico con leche o aceite.

16Quemaduras. En quemaduras eléctricas, aseguraos antes de tocad al niño de que no está en contacto con la fuente eléctrica. Quitadle inmediatamente la ropa caliente (excepto la que está pegada a la piel). Enfriad la zona con agua corriente durante 15-20 minutos, excepto si la quemadura está producida por gasolina y después cubridla con un paño limpio. No aplicar pomadas, ni romper las ampollas. Para aliviar el dolor de las quemaduras se puede administrar un analgésico (paracetamos o ibuprofeno). Si la quemadura afecta a la cara, las manos, los pies o lo genitales, acudid al médico.
17Traumatismo en la Cabeza. Si es leve aplica frío en el lugar del hematoma y observa al niño durante las siguientes 24 horas. En el caso de que sea un bebé menor de tres meses, que el niño sea mayor pero tiene herida abierta que precisa puntos, le ha salido un chichón muy grande, ha perdido la consciencia (aunque sea por pocos minutos), tiene vómitos, dolor de cabeza, hace movimientos raros con los ojos o le sale sangre o líquido mucoso por las orejas o la nariz, acudid al médico.

18Golpes. En las extremidades: Aplicar frío sobre la zona golpeada comprimiendo durante diez minutos para evitar hematoma y después poner en alto para evitar hinchazón. Si existe deformidad inmovilizar con férulas, maderas o cartones duros y acudid a un centro médico.
En la boca y en los dientes. Si sangra el frenillo, comprimir el labio superior durante 6-8 minutos. Si se sale por completo un diente que no es de leche debe reimplantarse. Guardad el diente en suero salino, leche, agua para que el dentista lo reimplante cuanto antes mejor. Lo óptimo es antes de 30 minutos.
En el pecho. Si el dolor es intenso o dificulta la respiración o si se produce expectoración con sangre, hay que ir al médico.
En el abdomen: Si después del golpe aparecen vómitos repetidos, aumento o hinchazón del abdomen, palidez de la piel o los labios, dolor intenso en el abdomen u orina con sangre, acudid a un centro médico.

19Heridas. Lavaos las manos con agua y jabón antes de curar al pequeño. Haced lo mismo con la herida y aclarar con un chorro de agua. Para detener la hemorragia, se presiona la herida con una gasa o paño limpio. Después, elevad la parte dañada. Si aparecen signos de infección, la herida no deja de sangrar o es muy profunda, acudir al médico.

20Sangrado Nasal. Suele ser escandaloso pero benigno. Puede producirse por sequedad ambiental, catarro o por introducción del dedo en la nariz. Transmitid tranquilidad al niño y colocarle en posición sentada, hacia delante y nunca tumbado. Comprimir el orificio sangrante a modo de pinza durante 8 y 10 minutos. Si después de diez minutos continúa sangrando, acudid al médico.

21Ahogamiento. Sáquelo del agua lo más rápido posible. Si respira, quítadle la ropa mojada, acuéstelo de lado y tapadlo para evitar que se enfríe. No intentéis dar golpes en el estómago o pecho para sacar agua. Si no respira, iniciad las maniobras de resucitación cardiopulmonar.

Mi ADN te echa de menos

ana veiga
Cualquier padre puede intuir que estar en la vida de sus hijos es importante. Aunque quizá no haya tantos que crean que esta importancia tiene que ver no solo con su desarrollo emocional sino también con sus genes.
Según un estudio de la American Academy of Pediatrics publicado a mediados de 2017, cuando un niño pierde a su padre durante la infancia, puede tener también consecuencias negativas a niveles que no habías sospechado. Estamos hablando de su ADN, es decir, el ácido nucleico que codifica su información genética y determina cómo es el niño.
El ADN y sus efectos
El estudio fue realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Princeton. Se hizo en 2007 analizando el ADN de 2.420 niños -entonces de 9 años. Después, repitieron el proceso cuando los menores tenían 15 años. Para determinar los cambios en el ADN de los niños que habían vivido la ausencia de su padre, midieron diferencias físicas visibles a través de la longitud de los telómeros en los genes relacionados con la señalización de la serotonina y dopamina – dos sustancias muy importantes por su influencia en el comportamiento y personalidad del niño-. De hecho, la longitud del telómero (LT) se ha asociado en muchos estudios con el estrés crónico de diversos orígenes tanto en niños como en adultos.
El experimento mostró que los niños que habían vivido la pérdida de su padre, tenían los telómeros significativamente más cortos (media de 14% de reducción) que los niños que siguen teniendo a su padre presente. Es decir, que tienen menos serotonina y, por tanto, más tendencia a depresión o una respuesta desadaptativa ante las exigencias del ambiente.
“Pensamos que la separación o la pérdida de un padre sería un evento significativamente estresante en la vida de un niño pequeño. Y planteamos la hipótesis de que la pérdida del padre estaría asociada con la deserción de los telómeros, y ese resultó ser el caso”, reconoce Notterman.
Mientras se plantean cómo analizar eso, nos cuentan en su estudio que sí pudieron ver si los efectos de la ausencia paterna son diferentes en niños y niñas. La respuesta fue sí: Los efectos son un 40% mayores para los niños que para las niñas.
En general, ha confirmado que el impacto en el ADN varía según el motivo de la ausencia. Por ejemplo, la muerte paterna tiene el mayor impacto, con un 16% de reducción. El segundo nivel es el encarcelamiento del progenitor (impacto del 10%) y, en tercer lugar, la separación y/o divorcio (6%).
Notterman considera que sus hallazgos “subrayan la importancia del padre en la vida de sus hijos” y que “un rol central para el padre es óptimo para el bienestar de su hijo”, una información que creen debe “incluirse en las políticas públicas para brindar apoyo a las familias cuando el padre, por una razón u otra, está lejos de sus hijos”.
otros impactos
Tras hablar de los efectos genéticos en el niño, no podemos obviar los emocionales. Los sociólogos Sara McLanahan (Universidad de Princeton) y Daniel Schneider ( Universisad de Berkeley) se unieron a la investigadora en el Departamento de Análisis y Gestión de Políticas de Universidad de Cornell, Laura Tach, para examinar las consecuencias de la falta del padre en el desarrollo emocional del niño. Lo hicieron en el informe Los efectos causales de la ausencia del padre, en el que revisaron y resumieron 50 estudios realizados en nueve países. Así, vieron que en el área académica, la ausencia del padre no tuvo efectos consistentes en los tests cognitivos hechos a los niños aunque sí existen evidencias de que la ausencia del padre redujo el nivel educativo de los niños evaluados. Referente a su salud mental, cuatro de los seis análisis más relevantes incluidos en el estudio demuestran “un efecto negativo del divorcio de los padres sobre la salud mental de los adultos”. Por otro lado, cinco de cada seis estudios también sugieren que la ausencia del padre afecta a la probabilidad de que sus hijos consuman tabaco, alcohol o drogas ilegales.

EL SÍNDROME DEL PADRE AUSENTE
Hemos estado viendo cómo afecta la ausencia del padre. Pero ¿y la ausencia presente? Virgina de la Iglesia, psicóloga especialista en familia tóxica, alta sensibilidad y dependencia emocional, habla del síndrome del padre ausente en su web Psicología y Consciencia.
n “El síndrome del padre ausente consiste en percibir a nuestro padre como emocionalmente distante e inaccesible”, explica De la Iglesia, que lo contextualiza como habitual “en generaciones anteriores donde los roles dentro de la familia eran mucho más estructurados y se suponía que el padre tenía que salir de casa a producir para que su familia estuviera bien atendida económicamente”.
n Eso provocaba que “muchos padres se centraran en esta función y no se implicaban en atender las demandas de carácter más emocional”. Además, si a ese rol le sumamos que “muchos hombres por su Educación tienen enormes dificultades para conectar con sus emociones, nos encontramos con futuros padres que poseen verdaderas carencias a la hora de atender emocional y afectivamente a sus hijos”.
n De ese tipo de relación padre-hijo, pueden derivar problemas durante la edad adulta de los niños como “dificultad para seguir las normas, incapacidad de generar una estructura sólida para realizar sus proyectos, indisciplina y falta de voluntad, conductas abusivas con los demás o dificultades para ejercer la propia autoridad así como falta de sinceridad e integridad”, advierte.
n De la Iglesia anima a aquellos padres que sientan que cumplen ese perfil de padre ausente para que activen “su padre amoroso”. Esta figura es un “líder o ejemplo honorable a seguir que ejerce disciplina pero predicando con el ejemplo.