21 consejos para educar a los hijos en el consumo

Por Javier Peris

1.APRENDER A ADMINISTRAR EMOCIONALMENTE Y CON CRITERIO LAS COSAS MATERIALES forma parte del proceso de maduración de los niños y es un camino que nunca termina y en el que nunca se deja de aprender. La incitación al consumo nos acompaña toda la vida, pero es en el entorno familiar donde se ponen los pilares de una buena Educación del consumo responsable.

2.COMO EN TODO, SE EMPIEZA POR DAR EJEMPLO, pero no se trata de que los hijos imiten a los padres, porque el consumo infantil es diferente al de los adultos. Más que imponer una lista de cosas a las que no deben aspirar, hay que esforzarse por trasmitir actitudes positivas como la generosidad, la austeridad, el ahorro… Las malas noticias, los ‘noes’, ya vienen solos.

3.COMO EN MUCHOS OTROS CAMPOS DE LA PEDAGOGÍA, TAMBIÉN EN ESTE HAY QUE ELEGIR LAS BATALLAS. Como en otros tiempos ocurría con el yoyó, si algo se pone de moda en el entorno escolar mejor darse por vencido pronto y reservar tiempo y energías para la batalla del móvil, una tarde de compras de ropa o una visita a la oficina de Cáritas de la iglesia del barrio.

4.EL VALOR Y EL PRECIO. Desgraciadamente muchos nos dimos cuenta tarde: los zapatos más baratos no son los que menos cuestan sino los que más duran. Trasmitir esta realidad a los pequeños es difícil porque a su psicología le cuesta considerar el medio plazo; pero al igual que otros consejos que sólo apreciarán con el tiempo, también este hay que repetirlo.

5.“ESTO ES MUY CARO”. No siempre es la mejor respuesta para negar un gasto, y mucho menos cuando se repite con frecuencia. Es preferible preguntarse si es necesario, o comparar con otro posible gasto que, además de satisfactorio, resultará más útil. Y cuidado con abusar del “no nos lo podemos permitir”: crea confusión… y el niño se da cuenta de que hay cosas que los adultos siempre pueden.

6.CUIDAR LO QUE TENEMOS. Los juguetes, la ropa, los gadgets… Contra los mensajes publicitarios que casi nos obligan al recambio constante, el menor sólo percibirá el valor de sus cosas si no son fáciles de conseguir o de cambiar. Y antes de regañar hay que enseñarles a hacerlo: cómo doblar la ropa, limpiar los zapatos, proteger el móvil, guardar los juguetes…

7.‘TODOS LOS NIÑOS LO TIENEN’. Esta frase pone a prueba a los padres más escrupulosos. Nadie quiere que sus hijos se distingan por una carencia, por muy razonada que esté, ni que sean desgraciados o se sientan desplazados por no tener el maldito yoyó. Sea cual fuere la decisión final, el niño debe recibir explicaciones y también dar su opinión.

«La incitación al consumo nos acompaña toda la vida, pero es en el entorno familiar donde se ponen los pilares de una buena Educación del consumo responsable»

8. LA DISCUSIÓN SOBRE LAS ZAPATILLAS -CARÍSIMAS- DE MODA SÓLO ES LA PARTE MÁS VISIBLE DE UNA REALIDAD MÁS PROFUNDA DE LO QUE APARENTA. La ropa tiene un gran impacto sobre el menor a partir de cierta edad porque afecta a su imagen, a su personalidad, al prestigio entre sus iguales. No hay que menospreciar las exigencias ni rehuir el debate, especialmente con los adolescentes.

9.PASARON LOS TIEMPOS DE LA COCA-COLA COMO UN PRODUCTO CASI DE LUJO PARA LOS NIÑOS. La cultura del refresco, los dulces o el snack está presente todos los días y a todas horas. Más allá de las prevenciones dietéticas, esta forma de consumo recreativo produce unas rutinas de gasto inadecuadas en los menores. Y precisamente por recreativo no debería ser habitual.

10.NO HAY QUE PONER LÍMITES A LOS REGALOS… si el niño o la niña son capaces de valorarlos y cuidarlos todos. Pero como eso es imposible, hay que acostumbrar al niño desde pequeño a contar con pocos regalos. Desgraciadamente nos cuesta menos comprar que pensar lo más adecuado y encima luego tener que dar explicaciones. En el peor de lo casos, centrémonos en el día después.

11.PONER FRENO A LA GENEROSIDAD DE LA FAMILIA EXTENSA. Sobre todo en los primeros años los tíos, tías, padrinos… quieren demostrar su cariño con regalos con ocasión y sin ella. Estupendo, pero siempre previa consulta a los padres, que dirán ‘no’ a sus familiares con la misma naturalidad que a sus hijos. Más adelante, los chavales agradecerán más que, de manera excepcional, el tío o la tía les pague una bici, un viaje o unos estudios..

12.LA CULTURA DEL RECICLAJE CONVIVE, SIN APARENTE CONTRADICCIÓN, CON UN CONSUMISMO FEROZ. Asociar el nuevo valor de la sostenibilidad al consumo de cada día no está, sin embargo, suficientemente extendido ni fomentado. Los padres pueden aprovechar este discurso para reforzar los criterios de toda la vida: no dejar comida en el plato, no estropear la ropa, usar sólo el agua necesaria, apagar luces…

13.EL DINERO. A partir de cierta edad es conveniente dar una paga o asignación semanal con el objetivo -más bien la esperanza de que aprendan a administrar el dinero. En opinión de los hijos siempre será insuficiente y, por supuesto, mucho menor que la de sus amigos. Bienvenidos al club. Los padres deben ser rigurosos para cumplir con la paga pero también para resistirse a los extras no justificados.

14.MÁS SOBRE LA PAGA. Se entiende que su uso es recreativo, además de cubrir pagos necesarios como los títulos del trasporte público, y que de los gastos más básicos y onerosos se encargan los padres. Pero entre ambos conceptos hay un mundo que se va agrandando según crecen los hijos.

«La ropa tiene un gran impacto sobre el menor a partir de cierta edad porque afecta a su imagen, a su personalidad, al prestigio entre sus iguales»

 

15.EL NIÑO AHORRA POR UN MOTIVO NO MUY DIFERENTE A LOS ADULTOS QUE AÚN NO PIENSAN EN LA VEJEZ. Tener autonomía para decidir en gastos que, generalmente, dedicamos a nosotros mismos. Es un buen aliciente, pero hay que evitar que caigan en la codicia. Puede ayudar sugerirles que hagan donaciones con su propio dinero o que vacíen su cerdito para hacer un regalo.

16.“CON PAPÁ NUNCA SE HABLABA DE NEGOCIOS EN LA MESA”. Al menos en esto la familia Corleone sí acertaba. Los adultos pensamos con mucha mucha frecuencia en el dinero y es lógico que surja en las conversaciones de la pareja. Pero a los niños no les aporta nada, más bien les confunde. Se puede hablar de dinero delante de ellos pero adaptándose a su edad y sensibilidad.

17.LOS VUELCOS DE LA FORTUNA FAMILIAR SON FRECUENTES EN LOS ÚLTIMOS AÑOS, CREANDO SITUACIONES MUY AMARGAS. Para los padres es un auténtico reto lograr que los hijos no lo paguen con intranquilidad o con menos afectividad. Las vacas flacas son una oportunidad para que los pequeños asocien la felicidad a lo que no cuesta dinero. Y la diversión en familia puede ser muy barata.

18.“PUES SÁCALO DEL CAJERO”. En boca de un niño esta frase resume todo lo que sabe sobre el origen del dinero de los papás. Es el momento de empezar a explicarlo, y que asocie el ‘milagro’ del cajero automático o de la tarjeta de crédito al trabajo duro y responsable, al ahorro, a las pequeñas y grandes renuncias… Puede ser un poco pronto para hablarles también de los jefes o que sepan que su casa, en realidad, es del banco de la esquina..

19.HA LLEGADO EL MOMENTO DEL MÓVIL: ¿A QUÉ EDAD? ¿QUÉ MODELO? ¿CON QUÉ PROGRAMAS Y APLICACIONES? En realidad quien decide el momento suele ser el hijo y su entorno, pero el modelo se ajustará a las preferencias paternas. Mucho más importante y costoso – porque hay que dedicar tiempo- es educarles en el buen uso del smartphone. A la escuela hay que pedir – exigir- que nos ayuden en esta tarea.

20.YA TIENEN MÓVIL. Ahora, entre otras muchas precauciones hay que vigilar las compras inadvertidas, las descargas musicales de pago, las suscripciones ‘gratuitas’… Si para los adultos ya es difícil evitar tantos estímulos y sugerencias, los pequeños se encuentran totalmente indefensos ante la agresividad comercial de la red. Aquí no hay recetas mágicas ni software milagroso: vigilar y corregir, vigilar y corregir… .

21.EL NIÑO DEBE SER CONSCIENTE DE QUE ES UN PRIVILEGIADO. Saber de las tribulaciones de tantas familias, de dentro y fuera de España, y conocer a personas y grupos que regalan su tiempo y su dinero para paliar esas situaciones es una enseñanza que nunca olvidarán. Y si queremos que sea eficaz, se trata de algo que no puede delegarse en la escuela.

«Contra los mensajes publicitarios que casi nos obligan al recambio constante, el menor sólo percibirá el valor de sus cosas si no son fáciles de conseguir o de cambiar»

La violencia: Un mal recurso educativo

El pasado septiembre la Audiencia Provincial de Murcia confirmó la sentencia a 56 días de trabajos en beneficio de la comunidad a un padre que golpeó en la cara a su hija porque no quería hacer los deberes. Los expertos dan la razón a la sentencia: la violencia no es un buen recurso educativo en ninguna circunstancia.

Por Adrián Cordellat

El pasado septiembre la Audiencia Provincial de Murcia confirmó la sentencia a 56 días de trabajos en beneficio de la comunidad a un padre que golpeó en la cara a su hija porque no quería hacer los deberes. La sentencia también imponía una orden de alejamiento al progenitor de 200 metros durante dos años. “En ningún caso puede entenderse que el derecho de corrección justifique el que un padre golpee a una hija menor de edad», sostenía el tribunal en sus conclusiones.

La violencia ejercida contra los niños ha estado hasta hace no tanto normalizada como método educativo. La prueba es que ha habido que esperar hasta noviembre de 2018 para que la Asociación Americana de Pediatría hiciese un comunicado anunciando que la nueva actualización de su protocolo tiene entre sus objetivos prioritarios acabar con la violencia física y verbal contra los niños. “La buena noticia es que cada vez menos padres apoyan este tipo de castigos que por desgracia, sin embargo, siguen siendo legales en demasiados estados», se podía leer en el comunicado.

Un cambio de mirada

Para Verónica Pérez, del centro de psicología infantil respetuosa Raíces, “nos resulta fácil recurrir a la violencia con los niños porque es sencillo situarse en una posición de poder sobre ellos y aprovecharse de ello para ejercer violencia”. Algo a lo que, además, sostiene, ha contribuido el hecho de que hasta hace muy poco la sociedad no censurase esta violencia y hasta la justificase en algunas situaciones.

Para la psicóloga, como sociedad, tenemos interiorizado que la violencia no puede justificarse en ningún caso. Sin embargo, considera que parece que ese principio no se aplica cuando estamos hablando de los niños. “Hace no tantos años la violencia hacia las mujeres se justificaba en términos similares a los que ahora se utilizan para justificar la violencia hacia los menores. Por suerte, se ha realizado una gran campaña de concienciación en este sentido y ya nadie se atrevería a mantener, al menos públicamente, argumentos como “es por su bien”, ”es para que aprenda” o “me duele más a mí que a ti””.

Hace no tantos años la violencia hacia las mujeres se justificaba en términos similares a los que ahora se utilizan para justificar la violencia hacia los menores.

En ese sentido, la psicóloga se muestra esperanzada en que el camino mostrado por sentencias como la de la Audiencia Provincial de Murcia (“que permiten que se empiece a nombrar la violencia hacia los hijos como una forma de maltrato”) o decisiones como la de la Academia Americana de Pediatría sean un ejemplo de que “la nueva mirada que empieza a existir hacia la infancia va a permitir que podamos equiparar los derechos de los niños a los del resto de ciudadanos, algo que no estaba ocurriendo hasta ahora”.

El camino, no obstante, será arduo a tenor de los datos del informe Una situación habitual: violencia en las vidas de los niños y los adolescentes, elaborado por Unicef y publicado hace justo un año. Según el mismo, tres de cuatro niños en todo el mundo (300 millones de niños y niñas a lo largo y ancho del planeta) sufren castigos físicos y/o psicológicos por parte de sus cuidadores en el hogar.

Lo peor de todo ello, como sostienen la mayoría de expertos en educación y crianza en Occidente, cuando la ejercen sobre sus hijos consiguen su objetivo. De lo que no son conscientes es de que no se ha generado ningún aprendizaje, sino que han ligado la violencia a actividades cotidianas que los niños tienen que aprender a realizar”, sostiene Verónica Pérez.

Con la violencia no se genera ningún aprendizaje sino que se liga la violencia a actividades cotidianas que los niños tienen que aprender a realizar.

La psicóloga pone como ejemplo la violencia ejercida por un padre para obligar a sus hijos a recoger sus juguetes: “Cuando la persona que ejerce violencia no está delante, los niños no tendrán porqué recoger los juguetes, ya que no hay nadie que les vaya a pegar. En muchas ocasiones, cuando oyen la puerta y saben que llega su padre, recogen rápidamente para evitar que vuelva a existir violencia y esto es lo que algunos padres entienden como disciplina, pero lo que realmente hay debajo es el miedo a la violencia”.

Para Pérez a través de este método de disciplina los niños no entienden “en ningún caso” que los juguetes hay que cuidarlos o que recoger nos ayuda a encontrar las cosas en su sitio. Sin embargo, según la experta, sí que interiorizan “que las necesidades de su padre están por encima de las suyas”.

Perpetuar la violencia

Y además de la ruptura del vínculo y de la instauración del miedo, ¿qué otras consecuencias tiene esta violencia física?, preguntamos a la psicóloga. “Para un niño, que sus padres ejerzan violencia hacia él le coloca en una posición de indefensión total. Le hace normalizar la violencia y asumir que, si alguien hace algo que no consideramos adecuado, la violencia está justificada. También que la persona que tiene más fuerza puede ejercerla contra una persona que está desprotegida, lo que será muy fácilmente replicable en el colegio, con los hermanos o incluso con sus propios padres cuando él crezca y tenga más fuerza”, reflexiona. Y, por supuesto, el reverso de la moneda, que los niños permitan que otras personas ejerzan violencia contra ellos porque la han normalizado, lo que les convierte en víctimas permanentes.

Para un niño, que sus padres ejerzan violencia hacia él le coloca en una posición de indefensión total.

La fundadora del centro Raíces, por último, insta a los padres a pensar en la “gran contradicción” en la que se cae cuando se censura al niño que pega corrigiendo ese comportamiento con una bofetada o un azote. “En este caso el mensaje que se está mandando es absolutamente contradictorio. Y sabemos que cuando hay contradicción entre lo que un padre dice a sus hijos y lo que realmente hace, los niños tienden a imitar y a reproducir los hechos más que las palabras”. Es decir, a perpetuar la violencia.

 

 

Josep López Romero: “Nuestros hijos adolescentes necesitan nuestro apoyo”

Josep López Romero, periodista y coach de escritura, es el autor de El pequeño libro para mis hijos adolescentes, un libro en el que repasa a través de cartas todo lo que le gustaría que tuvieran en cuenta en el futuro.

Por Terry Gragera

Una tarde de verano, Josep López Romero, periodista y coach de escritura, comenzó a escribirles una carta a sus dos hijos adolescentes. De ahí nació una obra, El pequeño libro para mis hijos adolescentes, en el que repasa a través de cartas todo lo que le gustaría que tuvieran en cuenta en el futuro. Unas reflexiones que pueden ayudar mucho en cualquier hogar con hijos adolescentes.

Dice en su libro que “padres e hijos no estamos acostumbrados a hablar con el corazón en la mano”. ¿Qué nos impide comunicarnos así?

Es una cuestión de agenda. Todos tenemos ganas de comunicarnos, pero el día a día nos hace estar pendientes de otras cosas de logística cotidiana. Pero hay temas de lo más profundo de la vida: el amor, la muerte, las relaciones… que hay que tratar con las condiciones adecuadas y fuera del ritmo frenético del día a día. Hay que crear las circunstancias para que ellos mismos nos lo cuenten. Lo que no funciona es estar encima todo el rato preguntándoles qué les pasa, pues se sienten invadidos, exigidos, y eso no suele funcionar.

Lo que no funciona es estar encima todo el rato preguntándoles qué les pasa, pues se sienten invadidos, exigidos, y eso no suele funcionar.

“Somos seres en proceso”, comenta en el libro. ¿Qué consejos da a los padres para acompañar a sus hijos en el difícil camino de la adolescencia?

-Todos estamos en proceso. Tenemos la crisis de los 40, de los 50, de los 60…, pero la adolescencia es ese momento vital en que intentamos definir quiénes somos, a dónde vamos mientras el entorno nos presiona para decidir a qué nos vamos a dedicar. Mi consejo como padres es no olvidar que también hemos estado ahí, que también intentamos buscar nuestro lugar en el mundo. No hay que tolerarlo todo, pero sí puede ayudar recordar que todos hemos tenidos dudas y hemos probado caminos diferentes. Verlos con comprensión, amor y compasión.

portada___201804060942Destaca en su obra que “los hijos son grandes maestros”. ¿Nos dejamos enseñar los padres?

Habitualmente en el camino de la vida vamos hacia adelante y no miramos atrás, como si pasásemos las pantallas de un videojuego. Ellos nos confrontan con aquello que soñábamos, que no hicimos, con lo que éramos que hemos olvidado. Nos ponen delante de un espejo. Creemos que lo sabemos todo como padres, pero nuestros hijos vienen también con un aprendizaje innato, básico y sencillo que como adultos vamos olvidando porque nos complicamos.

En la adolescencia, los chicos buscan insistentemente el sentido de su existencia, ¿debemos ser los padres su brújula o tienen que explorar solos?

Nuestro lugar va cambiando con el tiempo. De pequeños, los protegemos, los acompañamos, los cuidamos. En la adolescencia tenemos que estar al lado y al final de la adolescencia, detrás, vigilando pero ‘soplando’ para que vuelen, porque si los retenemos no les damos herramientas para que vayan por la vida con soltura y con seguridad.

“Las personas que solo buscan el reconocimiento de los demás viven una vida incompleta”, subraya en su obra. ¿Cómo se conjuga esto en la era de las redes sociales?

Es muy difícil, pero hay que transmitirles que, al final, el éxito en la vida es el que ellos deciden, no el que digan los demás. Aunque parezca que no nos escuchan, hay que decirles determinadas cosas, son semillas que al final consiguen un buen aprendizaje. Los adolescentes tienden a menospreciar a sus padres, pero cuando creces te das cuenta de que muchas de las cosas que escuchaste tenían razón.

Aunque parezca que no nos escuchan, hay que decirles determinadas cosas, son semillas que al final consiguen un buen aprendizaje.

En el mundo de pantallas en el que viven, ¿qué debemos hacer los padres?

Hemos demonizado las pantallas, pero depende de lo que hagan con ellas. Las pantallas no son el gran enemigo, pueden ser un instrumento maravilloso si se comunican con los demás. Otra cosa es que se enganchen a las videoconsolas para huir del mundo e instalarse en una realidad paralela. Yo diferenciaría entre el uso pernicioso y el uso que implica relacionarse con sus iguales.

Y para terminar, si solo pudiera transmitir tres ideas de futuro a sus hijos, cuáles serían?,

Manteneos siempre abiertos a mejorar y aprender; acumular bienes materiales no produce felicidad duradera sino satisfacción momentánea y tened siempre presentes las relaciones con la familia y con los amigos. El entorno laboral no debe hacer que las descuidéis.

“Por mí y por todos mis compañeros” ONCE lanza un concurso por un recreo inclusivo

La ONCE lanza el concurso “Por mí y por todos mis compañeros”, con el objetivo de abordar un recreo más inclusivo. En esta 35 edición, el premio será de una estancia en un campus de verano en el Parque Nacional del Guadarrama, de Madrid.

Los 20 o 30 minutos que suele durar el recreo en los centros educativos se pueden hacer eternos o ser el momento más feliz del día, según las circunstancias de cada alumno y alumna. Es tiempo suficiente para que un niña o niño se sienta excluido por sus compañeros/as porque puede encontrar dificultades para relacionarse, jugar o participar en sus actividades. En el patio del colegio todos hemos presenciado desigualdades y situaciones discriminatorias por esto, cada vez crece más la necesidad entre la comunidad educativa de crear un plan para abordar el “momento recreo”. Y si, además, a esto sumamos que no hay descrita ninguna recomendación en la Lomce, vemos más urgente si cabe convertir los recreos en “patios dinámicos” haciendo partícipes en el proyecto a toda la comunidad educativa: alumnado, familias y docentes.

La ONCE, con el programa “Por mí y por todos mis compañeros” propone que el alumnado realice un trabajo en equipo en el aula para acabar con las desigualdades y las situaciones discriminatorias: por discapacidad, género, edad… Se trata por tanto de una oportunidad educativa para la inclusión y para reducir la mayoría de estos conflictos.

Según Inma Marín, directora del informe “Los patios de las escuelas: espacios de oportunidades educativas” de la Fundación Jaume Bofill (2009), la mayoría de los patios se componen de canchas de fútbol y baloncesto, son espacios de cemento, casi sin árboles ni otros espacios de juego alternativo. Se trata de patios en los que se fomenta la exclusión, ya que los que no quieren jugar a la pelota no encuentran su espacio y les hace sentirse diferentes y raros. El informe concluye que las 525 horas lectivas que los niños y niñas pasan en el recreo, se deberían abordar como un espacio lúdico educativo en el que todos los alumnos pudieran aprender de forma divertida y fuera un espacio para todos y todas.

El recreo, para la ONCE, no es un simple espacio en el que juegan sino que tiene una importancia en el proceso de aprendizaje, es el espacio donde ellos socializan y donde poner en práctica su educabilidad, ya sea académica o no. Con este concurso, se pretende que los alumnos y alumnas planteen soluciones para acabar con la dictadura del balón y donde no se produzcan situaciones de indefensión, soledad ni aburrimiento.

El recreo, para la ONCE, no es un simple espacio en el que juegan sino que tiene una importancia en el proceso de aprendizaje.

Para ello, los alumnos pueden participar en diferentes categorías, dependiendo del curso y en dos tipos de trabajo. Las categorías de Primaria y Educación Especial competirán por hacer un cartel que reivindique un recreo para todos y todas, incluyendo ideas y pautas para lograr un recreo inclusivo. Y las categorías de ESO, FP Básica, Bachillerato y FP de Grado Medio tendrán que producir un videoclip musical de 1 minuto de duración para exponer cómo sería su recreo perfecto, más inclusivo. En ambos casos, en la web del concurso se pueden encontrar las bases, materiales y el periodo de participación.

2018-10_concursos_ONCE_recreo-inclusivo1_800La ONCE valorará y tendrá en cuenta tanto la dimensión física como social que entran en juego en el recreo. Desde el punto de vista sociológico, el patio de recreo se convierte en un espacio donde poner en práctica juegos y deportes inclusivos, se debe fomentar la igualdad de género y fomentar la empatía y los valores. Además, dentro del espacio escolar, los niños deben desarrollar habilidades sociales para interactuar entre sus compañeros y compañeras. Desde el punto de vista del espacio físico, éste se puede cambiar reflexionando sobre la estructura y morfología del patio. Se deben incorporar espacios verdes y otros también para desarrollar actividades alternativas, como por ejemplo la lectura, los juegos de mesa y los torneos. En definitiva, se deben incluir todo tipo de espacios diversos para niños y niñas diversos, con gustos y habilidades distintas.

Desde el punto de vista sociológico, el patio de recreo se convierte en un espacio donde poner en práctica juegos y deportes inclusivos, se debe fomentar la igualdad de género y fomentar la empatía y los valores.

Los alumnos y alumnas tendrán que tener en cuenta todas estas características para realizar su trabajo, un cartel o un videoclip junto con una audio  descripción, dependiendo de la categoría, para diseñar y crear un recreo más accesible para todos.

Todos los participantes, tanto el profesorado como el alumnado tendrán un premio muy original: un puntero-juego de ingenio que podrán utilizar en el recreo. Los ganadores provinciales recibirán una mochila muy especial en la que podrán recoger las dedicatorias y firmas de sus compañeros de curso. Cada aula ganadora a nivel autonómico será premiada con una actividad para toda la clase, valorada en 400€ y el premio más especial, será a nivel nacional. Las aulas ganadoras disfrutarán de una estancia de 4 días en un Campus de Verano  en elParque Nacional del Guadarrama, en Madrid.

Más de cien mil alumnos y alumnas y cerca de dos mil docentes han participado ya en este concurso, que ya es un referente en educación fomentando actitudes en el alumnado como la solidaridad y el trabajo colaborativo.

Montserrat Domènech: “Faltan herramientas prácticas para tratar el acoso escolar”

Montserrat Domènech ofrece en su libro «Bullying, ¿por qué a mí?» estrategias para detectarlo y combatirlo, dirigiéndose tanto a educadores como a las familias que han podido vivir o viven una situación de acoso en su entorno. Porque el acoso sí es problema de todos.

 

El acoso escolar ha existido siempre. Sin embargo, como apunta Montserrat Domènech, psicóloga y autora de «Bullying, ¿por qué a mí?», actualmente la irrupción de las tecnologías ha provocado que sea más complicado terminar con él. Tampoco existe una fórmula mágica para ponerle fin. Sin embargo, son muchos los profesionales, las escuelas y las familias que trabajan cada día para erradicarlo. Personas como Domènech que con su libro ofrece estrategias para detectarlo y combatirlo, dirigiéndose tanto a educadores como a las familias que han podido vivir o viven una situación de bullying en su entorno. Porque el acoso sí es problema de todos. 

Por Diana Oliver

 

¿Estamos a tiempo de acabar con el drama social que supone el acoso escolar?

Actualmente es más difícil acabar con el acoso escolar por la irrupción de las tecnologías, pero, podemos decir que el acoso de forma más o menos camuflado, ha existido siempre y se han descrito infinidad de casos durante muchos años. Sin embargo, ahora mismo, tenemos muchos expertos trabajando en el tema y muchos colegios que se están implicando muy seriamente para erradicarlo.

 

No sé qué opinas de cómo se trata “en general” en España el tema del acoso escolar, ¿crees que se toma suficientemente en serio?

Durante la elaboración de este libro he podido observar que, en general, hay una máxima preocupación por afrontarlo aunque con pocas herramientas prácticas para tratarlo. Las familias y colegios entrevistados estaban muy concienciados por el tema y mostraban mucha preocupación. Este hecho puede animar a familias y educadores a poner los medios y hacer una labor más efectiva.

 

Hay una máxima preocupación por afrontarlo aunque con pocas herramientas prácticas para tratarlo.

 

Supongo que no existe una fórmula mágica pero qué dirías que debe tener una escuela como herramientas preventivas.

La primera medida es la de observar de forma individual el comportamiento de los escolares para detectar situaciones de acoso, incluso en las formas más leves. También es importante dar credibilidad a los alumnos que, en algún momento, manifiestan ser víctimas de bullying y darle apoyo desde el primer momento, analizando en profundidad la situación. Otra manera muy eficaz es tratar el bullying como materia educativa para sensibilizar a los alumnos y evitar que surjan casos.

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¿Influyen las condiciones económicas o materiales de alguna forma en el aumento del riesgo de sufrir acoso escolar o para ejercer acoso?

No suele ser influir tanto por las condiciones sociales sino por las diferencias personales, sobretodo físicas. Los chavales se fijan más en las apariencias, en el peso, en las facciones o en el tipo de ropa.

Normalmente el problema se centra en los niños que son víctimas del bullying pero en el caso de los acosadores, el problema es mayor porque se trata de personas con una problemática compleja, muchas veces con patologías psicológicas que deben tratarse seriamente. Son niños que necesitan ayuda porque no saben discriminar las conductas que hacen. Generalmente son niños que han vivido o viven situaciones difíciles o con carga de violencia en sus casas.

 

El acoso escolar parece a veces un tema “incómodo” y no sé si por eso hemos rehuido hablar de él hasta hace relativamente poco. ¿Dirías que además el problema se ha acrecentado con las nuevas tecnologías o simplemente es que ahora hablamos más de ello que antes?

Es cierto que tanto los niños que sufren bullying como sus familias no quieren afrontar el problema por vergüenza o por miedo a no ser creídos. También ocurre que, en cierto modo, era considerado como algo normal y que con el tiempo se iba a arreglar sin llamar la atención. Con las nuevas tecnologías el problema ha aumentado ya que muestran unos modelos sociales que inciden en marcar mucho más las diferencias y, además, detrás de una pantalla los acosadores se atreven a menospreciar o insultar sin ningún tipo de respeto hacia los demás.

 

Subrayas en el libro que una de las cosas que más perjudica a las víctimas del bullying es su falta de vinculación con el grupo en el que se inscriben. ¿Qué consecuencias tiene estos a medio y largo plazo?

Este problema es como un pez que se muerde la cola. El niño solitario o marginado es más vulnerable a ser acosado y, en consecuencia, cada vez se siente más distanciado del grupo, con pocas posibilidades de incorporarse a él. En este caso es urgente que los educadores pongan medios para que el niño acosado se incorpore al grupo y se sienta parte de él. Es muy difícil que lo consiga por sí mismo.

 

El niño solitario o marginado es más vulnerable a ser acosado y, en consecuencia, cada vez se siente más distanciado del grupo, con pocas posibilidades de incorporarse a él.

 

También hablas de los testigos, esos niños o adolescentes que presencian episodios de acoso pero que no intervienen, entre otros, por el miedo a que también ellos sufran ataques. ¿Cómo evitar estas situaciones?

Generalmente en las aulas se crean grupos en función de roles de popularidad, deporte, estudio… Si en uno de estos grupos hay un acosador, con toda seguridad sus compañeros van a seguirle en su conducta por miedo a ser rechazados o, en el mejor de los casos, van a evadir las responsabilidades. En pocos casos, los compañeros han influido en cortar el acoso a otro niño. Es muy importante trabajar en el aula el comportamiento grupal con técnicas de inteligencia emocional. En el libro describo algunos ejercicios de roll-playing para hacer en clase que pueden ser muy útiles.

 

En cuanto a las familias, ¿cómo deben actuar si su hijo o hija es acosado?

Las familias deben creer al hijo, darle apoyo sin dramatizar para que la situación no les desborde. Y trabajar junto con el colegio para buscar la solución de forma conjunta, nunca tomando medidas por separado para evitar rencores y agravar la situación.

 

Las familias deben creer al hijo, darle apoyo sin dramatizar para que la situación no les desborde.

 

¿Y si ocurre al revés? El caso de que la familia detecte que su hijo o hija es quien acosa, ¿qué deben hacer?

Exactamente lo mismo. Y no reprenderle de inmediato sino hacerle reflexionar sobre lo que está ocurriendo para que de forma conjunta se busque la solución. Es necesario que el niño acosador tenga unas consecuencias que reviertan en un cambio de conducta positivo. Es importante hacerle ver sus cualidades positivas para que las ponga en marcha, se sienta satisfecho de cómo es y no incurra nunca más en un acoso.

Más de 8.000 escolares participaron en 2018 en el Programa de Educación Ambiental de GREFA

Un total de 11.803 personas participaron a lo largo de 2018 en el Programa de Educación Ambiental de GREFA. De esos visitantes, 8.376 (71%) fueron escolares adscritos a colegios y otros centros educativos de la Comunidad de Madrid.

 

El Programa de Educación Ambiental de GREFA es un complemento de los proyectos y acciones en favor de la recuperación y la conservación de las especies silvestres que esta ONG desarrolla desde su Hospital de Fauna Salvaje, con sede en Majadahonda (Madrid).

En estas mismas instalaciones GREFA gestiona el Centro de Educación Ambiental “Naturaleza Viva”, formado por varios recintos diseñados para ser visitados, que albergan animales silvestres que no pudieron ser recuperados para su devolución a la naturaleza. Cada recinto está dedicado a un grupo faunístico y en él se ha recreado el hábitat de las especies que alberga. En todos ellos, unos amplios cristales espía permiten observar sin que los animales se sientan intimidados.

A lo largo del año 2018, de los 8.376 escolares que participaron en el Programa de Educación Ambiental de GREFA, 6.994 de ellos llegaron a visitar el centro «Naturaleza Viva». La mayoría estaba cursando los ciclos de primaria y secundaria, si bien también visitaron el centro jóvenes de bachillerato, universidad, capacitación profesional y educación especial, entre otros.

Los restantes 1.382 escolares que participaron en el Programa de Educación Ambiental de GREFA lo hicieron a través del proyecto «GREFA en las aulas», por el que son los propios educadores ambientales de la ONG quienes se desplazan a los colegios e institutos para desarrollar con los alumnos una serie de juegos y actividades.

Visitas de fin de semana

Las actividades para escolares son desarrolladas a lo largo del año, durante los días lectivos, por el equipo de educadores ambientales de GREFA. Pero esta ONG también organiza visitas guiadas a sus instalaciones para el público en general, para lo cual se reservan los fines de semana y los días festivos. El número total de este tipo de visitantes en 2018 ha sido de 3.427, distribuidos entre familias, asociaciones, empleados de empresas y otros grupos.

Las actividades para escolares son desarrolladas durante los días lectivos por el equipo de educadores ambientales de GREFA. Pero esta ONG también organiza visitas guiadas para el público en general los fines de semana y los días festivos.

Un monitor especializado acompaña en todo momento a los visitantes explicándoles los problemas a los que se enfrentan especies tan emblemáticas como el buitre negro, el águila de Bonelli, el cernícalo primilla, la lechuza y muchas otras. De igual modo, conocen de primera mano cómo funciona un hospital de fauna y cómo actuar si se encuentran alguna cría o polluelo o algún animal salvaje herido o incluso muerto.

“Para fomentar la participación de los visitantes, los grupos son reducidos, de un máximo de veinte personas por monitor, por lo que se suelen llenar con facilidad y se hace necesario reservar con antelación”, indica Fernando Blanca, coordinador del Departamento de Educación Ambiental de GREFA.

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En ayuda del águila de Bonelli

águila de BonelliLa prioridad otorgada por la Unión Europa para recuperar a una especie tan emblemática y amenazada como el águila de Bonelli ha llevado a GREFA a liderar un ambicioso proyecto internacional de cinco años de duración en favor de esta rapaz: AQUILA a-LIFE. En este proyecto la labor de sensibilización tiene un papel relevante, por lo que GREFA ha incorporado a su programa educativo recursos que permiten trasmitir los objetivos y las acciones que se están llevando a cabo a favor del águila de Bonelli.

GREFA defiende que es fundamental que los más jóvenes sean conscientes de la huella que deja el ser humano en la naturaleza. «Por eso tenemos tanto interés en hablarles de cambio climático o de la presión que ejercemos sobre los ecosistemas, por poner unos ejemplos de un discurso que debería ser parte de una asignatura obligada en los centros escolares», indica Blanca.

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Rocío Ramos-Paul: “Muchos padres se dieron cuenta de que no están solos”

Supernanny es la responsable de que términos como límites y normas se mencionaran cada vez más y se aplicaran con mayor frecuencia en las casas españolas. Así es como estos conceptos y la psicóloga que los ha extendido han evolucionado en la última década.

Por Ana Veiga

Seguramente a muchos el nombre de Rocío Ramos-Paul os resulte familiar pero probablemente todos sepáis quién es Supernanny. Este personaje fue durante 8 años el alter ego televisivo de la psicóloga. Hoy en día, Rocío sigue presente en los medios a través de colaboraciones en radio, televisión y prensa escrita pero trabaja principalmente desde las trincheras de su Centro Psicológico en Madrid. Hablamos con ella para ver cómo ha evolucionado su trayectoria y la educación en España desde entonces.

-¿Aún te persigue la fama de Supernanny?

-Sí, pero no me disgusta. Le tengo mucho cariño. Aunque siento que me hace muy responsable de todo lo que digo; a veces pienso ‘como diga una barbaridad… ¡imagínate!’ (risas) pero me encanta porque me ha permitido dar visibilidad a mi trabajo, que es la psicología.

-¿Qué es lo que más ha aportado Supernanny a la conciencia colectiva?

-En aquel momento, le descubrimos a la gente que había profesionales que podían trabajar con ellos las dificultades. Y sobre todo, muchos padres y madres se dieron cuenta de que no estaban solos y de que, por ejemplo, su único no era el único que se ponía hecho un toro cuando le decían que no. Cuando vamos por coles, los profesores nos comentan cómo a raíz del programa cada vez más padres comenzaron a entender las intervenciones que se estaban llevando a cabo en el colegio.

-¿Y qué se ha quedado en los padres a día de hoy?

-Hablan mucho de los límites. Sin embargo, hay que matizar que el programa de Supernanny trabajaba solo la conducta porque yo quise centrarme en eso. En el centro, trabajo también lo cognitivo, la emoción, los pensamientos, lo fisiológico… Pero siempre tuve claro que un programa de tan poca duración solo podía trabajar la conducta, porque lo otro se hubiera quedado a medias. Entonces, en el programa nos centrábamos en los premios y castigos para modificar una conducta. Y creo que es lo que más ha quedado: premios, castigos, normas, límites y hábitos. Luego cuando estás en consulta, trabajas más áreas y más tiempo.

Siempre tuve claro que un programa de tan poca duración solo podía trabajar la conducta, porque lo otro se hubiera quedado a medias.

-¿Cuáles son los casos más comunes que ves en tu centro psicológico?

-Tenemos muchos adolescentes por disminución del rendimiento escolar; a partir de 1º de la ESO hay mucho de falta de motivación al estudio, mucho de normas y límites, mucho de ansiedad… La ansiedad es una sintomatología presente en un montón de casos. Si un chaval es víctima de acoso escolar, tiene ansiedad; si otro está hiperexigido por su padres – que es algo que vemos mucho últimamente -, tiene ansiedad. Si veo que no puedo establecer relaciones de pareja porque tengo problemas de relaciones sociales pues también nos vamos a encontrar con que es ansiedad. La ansiedad no siempre es mala. Es lo que hace que estemos atentos y alerta para empezar a funcionar. Pero cuando nos impide hacer cosas que queremos hacer y nos bloquea, entonces sí que hay que desbloquearla. Además, el ritmo general de vida que tenemos en la sociedad de hoy es ansioso porque es muy activo, al menos en las ciudades. El ritmo de vida que llevamos es muy rápido y transmitimos eso a nuestros hijos. Pero no me gusta culpabilizar a nadie. Este es el ritmo que hay y nosotros como padres y madres tendremos que buscar cómo hacer hueco. Sí es cierto que tenemos que respetar los tiempos de los niños porque son distintos pero si te levantas a las 8 y ya estás gritándole con vamos que tienes que vestirte, corre que hay que ir al cole… quizá no es el ritmo que el niño necesita. ¿Esto es malo? Depende. También hay que respetar la norma de ir al cole y llegar puntual, que también es muy importante.

El ritmo de vida que llevamos es muy rápido y transmitimos eso a nuestros hijos.

-¿Cómo encontrar equilibrio entre normas y respetar sus tiempos?

-Eso es lo más complicado del mundo. Habrá días que habrá que salir corriendo y otros que podemos hacer las cosas más tranquilos. Por ejemplo, podemos intentar que el domingo sea un día para desayunar tranquilo con mis hijos, charlar y contarnos cosas o hacer planes sin tener que correr. Pero de lunes a viernes, hay que acostumbrarse a un horario porque es una norma que hay que cumplir. Lo contrario sería que cada niño entrara a la hora a la que se despierte… pero desgraciadamente esto no facilita la convivencia.

Normas y límites

-¿Son los límites el camino para una mejor convivencia con nuestros hijos?

-Los límites son fundamentales. El mundo de la educación tiene muy clara la necesidad de límites. De hecho, la inmensa mayoría de los padres que recibo en consulta me dicen ‘esto en el colegio no le pasa, pero en casa sí’. Quizá en los padres vemos muchas formas diferentes de educar; en algunos casos pues el niño se pone farruco, te da miedo y por no enfrentarte, no pones el límite… Los dos grandes errores de los padres con respecto a los límites son los extremos: o son muy laxos o ponen demasiados límites. El niño tiene que estar limitado, tiene que aprender ‘puedo llegar hasta aquí, más allá no’, pero a veces los padres no saben cómo ponerlos. En nuestro centro enseñamos a los padres cómo poner límites, porque no ponen o porque ponen muchos. A veces nos encontramos con padres a los que hay que enseñar a relajarse.

-¿Hay que escoger las batallas que libramos?

-Siempre. Sino te conviertes en un ogro… Y más con adolescentes.

-Con adolescentes se complica aún más.

-Con los adolescentes el planteamiento es distinto porque entra la negociación. No te queda otra que negociar. Y para negociar tienes que hacer concesiones, igual que las tiene que hacer tu hijo; y esto los padres lo llevan fatal pero pasa en cualquier negociación. Y ahí sale en los padres la frase de ‘es que cuando a mí mi padre me decía algo, yo no le replicaba’. Ahí les explico que hemos hecho niños más inteligentes y que cuando el niño tenía 3 años, le podías decir que sí pero con catorce no vale el es sí porque sí, necesitan razones.

En realidad, es genial que tu hijo pregunte porque significa que lo has estimulado para que piense y eso es maravilloso. Pero ahora tenemos que negociar y enseñarle a establecer una relación contigo de adulto. Y eso significa: tu cumples tu parte de responsabilidad y yo cumplo la mía de darte el beneficio pactado. Generalmente lo que piden los adolescentes siempre está relacionado con aumentar su autonomía y prepararse para la vida de adulto: salir sin los padres, gestionar su dinero…

Es genial que tu hijo pregunte porque significa que lo has estimulado para que piense y eso es maravilloso.

-Hablamos de límites pero ¿y el premio? ¿Los padres son conscientes de la necesidad de premiar, del refuerzo positivo?

-Hoy en día, se está denostando mucho el premio y el castigo pero yo estoy completamente a favor. Hay que aplicarlos bien, pero aplicarlos. Si no existe un comporta- 8 educar hoy miento, lo tengo que premiar para que aparezca. Luego tendré que retirar el premio y a la larga veremos que se va a motivar él solo pero muy a la larga. La motivación interna es muy posterior pero primero viene la externa. Con el castigo pasa lo mismo. Tengo que aplicar el castigo bien y no solo eso, tengo que mezclarlo con el premio. Es decir tengo que retirar algo que le gusta y para esto el Fortnite es maravilloso (risas). Puedo retirarle tiempo de ese u otro juego que le guste. Y por eso le digo a los padres que es importante saber qué le gusta a su hijo y hablar con ellos, para poder establecer negociaciones. Yo tengo que saber qué le gusta y qué no y hay muchos padres que no saben qué les gusta o qué no.

-¿No lo saben? ¿Notas falta de comunicación?

-Sí, y esto lo trabajamos mucho en nuestro centro. Trabajamos con los padres y les mando una serie de preguntas para que sepan qué les gusta a sus hijos. ¿Les gusta jugar contigo? ¿Qué tipo de juegos les gustan? ¿Les gusta que les des un beso? ¿Qué tipo de materiales les gustan? ¿Qué tipo de música? Hay veces que tienes que enseñar a los padres sobre lo que les gusta a sus hijos.

-¿Cuál es la clave para aplicar bien el premio y castigo?

-Tiene que ser algo en igual en intensidad. No le puedo decir a mi hijo ‘o recoges en 1 minuto o tiro todos los juguetes a la basura’ porque no lo vas a tirar. Ni le puedes decir a un adolescente ‘o te callas o te vas de casa’ porque no se va a ir, le vas a abrir la puerta igual. Tiene que ser lo más próximo posible a la conducta que quiero que disminuya. Por ejemplo, ‘recoge los juguetes o sino los guardo dos días y cuando vuelva a estar la habitación recogida, te los devuelvo’. Igual que no le puedo decir en enero ‘si apruebas todo, en agosto te dejo irte a Irlanda’. Si apruebas esta primera evaluación qué ocurre, en la segunda qué va a ocurrir y ya si apruebas la tercera, entonces hablaremos de Irlanda. Es importante también premiar más el esfuerzo de niño que el resultado del mismo (las notas).

-Hoy en día hay muchas teorías sobre cómo educar. ¿Quizá los padres están más confusos sobre lo que deben o no deben hacer?

-A mí me gusta verlo en positivo y me encanta ver cómo la gente se informa. Creo que hay una preocupación real por ver cómo educamos a nuestros hijos y eso es maravilloso. En la era en la que estamos, tenemos mucho más acceso a la información y por tanto a más teorías. Y en ese sentido yo soy muy respetuosa. ¿Quieres dormir con tu hijo? Duerme con él. ¿Quieres castigarlo o no quieres castigarlo? No lo castigues. Suelo decir que a mi me viene muy bien porque cuando prueban cosas y algunas no funcionan, viene a verme a mi gabinete (risas) y entonces vemos cómo hacemos.

Creo que hay una preocupación real por ver cómo educamos a nuestros hijos y eso es maravilloso.

La relación con los hijos

-¿Además de psicóloga, también eres madre? ¿Cuáles son tus retos personales?

-Sí, tengo un hijo casi adolescente y otro muy pequeño. Pero yo siempre cuento que en casa no soy Supernanny y que, igual que digo a los padres que se tienen que equivocar, yo me equivoco también. Me permito equivocarme las veces que haga falta y me siento a gusto con eso. La ventaja que tengo es que lo veo venir cuando me voy a equivocar (risas) y puedo pensar cómo remonto o incluso pedir consejo a mis compañeras del centro. Lo que es cierto es que el vínculo emocional que tienes con tu hijo no lo tienes con otra persona.

En general, parto de la base de que un padre hace lo que cree que es mejor para su hijo. ¿Se equivoca? Seguramente, y para eso estamos los profesionales de la psicología porque a veces ese amor te vuelve menos objetivo. Hay gente que en su vida profesional es muy capaz pero que se bloquea con la relación con sus hijos. La parte emocional te bloquea.

-¿Entonces tu mayor reto en tu familia es conseguir esa objetividad?

-¡Qué va! Como todo el mundo, mi reto es ser feliz y que mis niños sean felices también.

-¿Te han salido niños fáciles?

-(risas) Mis niños son como todos los niños del mundo. Y eso es maravilloso. No hay nada mejor que la normalidad.

-Y sobre los padres que suelen ir a tu consulta ¿cuál es el reto o preocupación que más te plantean?

-Las normas y límites es uno de los temas que más vemos, especialmente a partir de un año y medio hasta los cuatro o cinco. Con siete u ocho años vuelven a venir por normas y límites porque, dependiendo de cómo hayamos manejado las rabietas en los primeros años, tendremos más o menos dificultades en cómo responden a esta segunda fase. Y con esos ocho años empieza también el tema de los estudios: rendimiento, motivación, dificultades que puedan tener… Con esa edad vemos también mucho a niños sobreprotegidos que son muy miedosos y presentan mucha ansiedad. O niños de padres muy exigentes que también pueden tener bloqueos a nivel académico y social. Tengo también muchos padres de adolescentes que solo vienen un par de consultas para comentar dificultades que están viendo. Yo les digo ‘tienes un adolescente en casa y vas a pasar por determinadas cosas, no te preocupes’.

Es normal enfrentarse con situaciones que quizá no sabemos manejar. Lo importante es ponerse en manos de profesionales para que nos ayuden con pautas. A veces las pautas que se dan a padres de adolescentes son tan fáciles – y difíciles como ‘entra a casa y da las buenas tardes, aunque esté todo tirado, aunque no esté estudiando…’ porque si entras y lo primero que dices es ‘estás hecho un vago’ pues ya se ha liado.

Las normas y límites es uno de los temas que más vemos, especialmente a partir de un año y medio hasta los cuatro o cinco.

-El problema es que a veces es difícil entrar calmado…

-Ahí tienen que preguntarse si, cuando entran a la oficina, lo hacen gritando ‘ya estáis todos mirando al infinito y sin hacer nada’. No, ¿no? Pues no sé por qué lo haces con tu hijo.

La adolescencia: cada vez antes y con más retos

-Antes comentabas que hay cosas a las que te enfrentas ‘cuando tienes un adolescente en casa’. ¿Todos los padres saben que tienen un adolescente en casa?

-No, muchos no lo identifican. Muchas veces las preocupaciones se calman solo explicándoles que es lo habitual, que se es lo que le toca a su hijo el vestirse de otra manera o contestar mal… le corresponde ir con gente que puede no gustarte. Pero está dentro de la normalidad y todos a su edad lo hacíamos también. Otra cosa es que para ti esas situaciones impliquen conflictos a nivel familiar y una dinámica de discusión que quizá no te guste. Muchas veces a los padres de adolescentes hay que recordarles ‘oye que este niño es tu proyecto personal y que también hay que aprender a disfrutarlo’.

-¿Se hacen adolescentes más rápido?

-Se adelantan las cosas mucho, sí. También se alarga la edad de adolescencia por arriba. Esta es una de las dificultades que más me encuentro. Si están ya consumiendo alcohol con 14 años, no están preparados ni física ni mentalmente. O lo mismo pasa al darles un móvil con 14 años. La incorporación al mundo adulto debería ser a posteriori, cuando haya un mayor autocontrol.

-Por ejemplo, ¿qué edad es la recomendable para darle un móvil?

-Los chavales siempre van a pedir beneficios: salir hasta más tarde, tener dinero, un móvil… En todas estas cuestiones siempre planteo lo siguiente: ‘no lo hagas si no ha cumplido antes con una responsabilidad que le has indicado’ y puede ser la que tú quieras: una hora de estudio, el orden la habitación, el cuidado de sus hermanos pequeños… cualquier cosa. Pero si cumple con su parte, me demuestra que es responsable y, si lo es, puede serlo para llevar a cabo el beneficio que me ha pedido. Si tú das un móvil sin más, luego vienen los padres y dicen ‘es que está todo el día con el móvil’ y yo les pregunto ‘¿pero quién le ha dado el móvil?’. Antes de dárselo hay que evaluar si es responsable, si podrá usarlo bien y qué normas tiene que cumplir para tenerlo. Y pensemos qué pasará si lo usa mal o qué castigo tendrá si lo pierde.

-¿Los padres se plantean estas cuestiones cuando ya es tarde?

-Nunca es tarde. Simplemente, es más fácil establecer normas y límites antes de darles el móvil que no ponerlas, dárselo y luego quitárselo si lo usan mal. Quitárselo es una lucha. Si hay que hacerlo, se hace; que no se preocupen. Todo se puede hacer pero hay etapas donde se hace mejor que en otras.

-Para los padres que se estén planteando acudir a tu centro, ¿cómo es el proceso?

-Primero vemos siempre a los padres a solas. Una vez que se hace la primera sesión con los padres, el psicólogo va decidiendo cuándo y cómo se harán las siguientes. Normalmente si son muy pequeños (de dos a cuatro años) los vemos poco porque el trabajo para el cambio de actitud se hace con los padres. Cuando son más mayores, sí que empiezan a venir sistemáticamente. También trabajamos con coles, a veces para ver cómo está el niño en clase o para hablar con profesores y orientadores. En www.rocioramos-paul.com tienen toda la información. El centro está en Madrid aunque también hacemos sesiones online para personas que residen lejos.

Unos hábitos saludables desde la infancia podrían prevenir casos de cáncer

Adquirir unos hábitos saludables durante la infancia puede ayudar a prevenir el desarrollo de algunos casos de cáncer en la edad adulta.

Cada 4 de febrero se celebra el Día Mundial contra el Cáncer, una enfermedad con una elevada prevalencia que cada vez nos preocupa más. Solo en 2019 se calcula que se alcanzarán los 277.700 diagnósticos de esta patología por lo que la prevención se vuelve fundamental.

Los malos hábitos alimentarios, el tabaquismo, el consumo de alcohol y el propio envejecimiento incrementa el riesgo de sufrirlo. Por ello, la prevención, detección precoz y un tratamiento adecuados resultan cada vez más eficaces, y es aquí donde la alimentación resulta importante: comer bien podría ayudar a prevenir en hasta un 40% el riesgo de sufrir algunos tipos de cáncer -mama, colon, recto, riñón, esófago y otros-. Algo que cobra todavía más importancia durante la infancia: unos hábitos sanos desde pequeños les convertirá en unos adultos más sanos y, consecuentemente, con un posible menor riesgo de padecer esta enfermedad.

No existen los alimentos ni las dietas «anticáncer»

Julio Basulto, dietista-nutricionista, y Juanjo Cáceres, historiador experto en alimentación, afirman en el libro ‘Dieta y cáncer’ que no existen las dietas ni los alimentos anticancerígenos. Señalan, eso sí, que es posible reducir las posibilidades de padecerlo: «El factor que más determina padecer un cáncer se llama edad; porque tus células van mutando. Y precisamente como es una enfermedad que se desarrolla con la edad, lo cierto es que si tú estás durante un año siguiendo un buen estilo de vida, habrás disminuido muy poco las posibilidades de padecer un cáncer, pero si estás 40 años de tu vida manteniendo esos hábitos saludables probablemente habrás reducido mucho tus posibilidades».

Así, la alimentación saludable desde la infancia, además de unos hábitos adecuados en el hogar, contribuyen a que a futuro nuestros hijos los mantengan y gocen de una mejor salud. Como siempre, el ejemplo de los padres se vuelven fundamental para que haya mayores posibilidades de que se repitan esos patrones. Y aunque parezca algo sin importancia a priori, lo cierto es que el ejemplo que damos nuestros hijos tiene un efecto enorme en ellos a futuro ya que es en nosotros en los que los pequeños encuentran su mejor fuente de aprendizaje.

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Ideas para mejorar nuestros hábitos familiares

Muchas veces pensamos que en realidad no comemos tan mal. O que hacemos suficiente ejercicio. O que nuestros hábitos en general son los más adecuados. Sin embargo nunca está de más revisarlos de cara a ver si tienen margen de mejora. Algunas ideas:

  • Elegir caminar en lugar de el coche siempre que se pueda.
  • Practicar algún deporte juntos al menos una vez a la semana: jugar a la pelota, al pin pon, ir a la piscina a nadar…
  • Reducir el consumo de ultraprocesados y de azúcar en todas las comidas y sustituir bollería o zumos por fruta fresca.
  • Aumentar el consumo de productos frescos, verduras y frutas.
  • Hacer una compra más saludable convirtiendo a los más pequeños en detectives de supermercado: aprender a leer con ellos las etiquetas, elegir productos frescos y analizar qué alimentos son más saludables.

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¿Tímido? No, mutismo selectivo

Vaya, ¿te ha comido la lengua el gato?”. El mutismo en un menor no suele causar reacciones más graves que ésta, o si el problema persiste se le augura con facilidad una rápida mejora: “Sólo es una fase; ya se le pasará”.

 

Por Javier Peris

Pero si el niño o la niña sigue sin hablar en determinados entornos o ante personas concretas, la situación puede agravarse hasta derivar en una fobia social si el problema no lo trata un profesional. La psicóloga Patricia Díaz Seoane es una de las primeras psicólogas en España que tratan el mutismo selectivo: “Son niños normales que por alguna causa, seguramente una mala experiencia, responden con el silencio ante un ambiente o grupo de personas, generalmente en el ámbito escolar pero también con miembros de la familia extensa, vecinos y en otras circunstancias muy variadas”. La reacción habitual -y comprensible- es atribuir estos silencios a la timidez propia de la edad. La familia y los maestros aplican entonces al menor una sobreprotección (se promueve, por ejemplo, que otros respondan por él) que en realidad sólo consigue consolidar el comportamiento del niño y aplazar la resolución del problema.

La reacción habitual -y comprensible- es atribuir estos silencios a la timidez propia de la edad.

El papel del profesor

El mutismo selectivo puede aparecer en cualquier edad, también en adolescentes y jóvenes, pero es más habitual en el ámbito escolar y en la etapa de Infantil. “El pronóstico es bueno -explica Díaz Seoane- si se actúa a tiempo, y aquí es fundamental el papel de los profesores. En general, la atención del profesorado en estas etapas tan tempranas suele ser tan adecuada como intensa; el problema surge cuando el docente no sabe a lo que se enfrenta”. Un inconveniente añadido es que el adulto -la familia, el maestro- muchas veces es incapaz de detectar la ansiedad que produce en el menor una situación o un entorno concreto. Lo que parece trivial para un adulto, en la mente de un niño puede ser dramático.

Patricia Díaz resalta la improcedencia de la presión excesiva que, lejos de paliar el problema, lo agrava siempre. La psicóloga cuenta el caso de un profesor de inglés que, seguramente con la mejor de las intenciones, presionó a una chica de 6 años a decir al menos ‘goodbye’ si quería salir de la escuela… La niña acabó yéndose a casa a las 8 de la tarde y sin abrir la boca. Con frecuencia se atribuye el comportamiento a la expresión silenciosa de una rebeldía de origen incierto; otras veces se deriva al alumno al otorrino por si el mutismo se debe a problemas de deglución o a experiencias de entubamiento. Aunque el diagnóstico más recurrente se suele resumir con el “son cosas de la edad” y el tratamiento con una apelación a la paciencia.

Con frecuencia se atribuye el comportamiento a la expresión silenciosa de una rebeldía de origen incierto; otras veces se deriva al alumno al otorrino por si el mutismo se debe a problemas de deglución o a experiencias de entubamiento.

La colaboración de la escuela es, en fin, fundamental, y “afortunadamente -asegura Díaz Seoane- los psicólogos empiezan a manejar el mutismo selectivo en sus diagnósticos diferenciales”. Y a partir de ahí, el tratamiento. ¿Cómo ayudarles? Para Patricia Díaz el modelo más idóneo en este caso es el cognitivo conductual: “A mis pacientes les resulta muy eficaz jugar; y al incentivo de la diversión se suma un premio. Pero no debo proponer una actividad que el menor no quiera hacer”.

Existen otras propuestas de tratamiento, un tanto aparatosas, como la filmación trucada. Se graba por separado al profesor y al alumno que no le habla, y se montan las imágenes de forma que parezca una conversación entre ellos. El propósito es hacer ver al niño que esa relación es posible, natural e inocua. “El problema -opina la psicóloga Díaz Seoane- es que la eficacia de esta terapia depende del éxito del engaño, y esto sólo es posible en edades no superiores a los tres años, cuando todavía es difícil identificar un mutismo selectivo”.

Diagnosticar a tiempo

Paula tiene ahora quince años y padece fobia social pese a habérsele detectado un problema de mutismo selectivo en Primaria. “Mientras se aplicó un refuerzo positivo las cosas evolucionaron bien -recuerda su madre-, pero un desafortunado cambio de profesores torció el asunto. Le llegaron a decir que no sería nada en la vida si no hablaba, que sería una fracasada”.

Para evitar que se repitan historias como la de la Paula, su madre y otras familias que sufren el mismo problema impulsan desde hace pocos meses la Asociación Española de Mutismo Selectivo y Ansiedad (AMSTA). Son ya casi medio centenar sus asociados, pese a que “en España apenas se conoce este trastorno; sí, en cambio, en muchos países de Latinoamérica, y se contempla desde hace años en el National Health Service británico”.

Y ése es precisamente el primer muro que hay que derribar: “En las escuelas españolas el mutismo selectivo sigue siendo un gran desconocido, que se asocia sin más a la timidez. Hay que tratarlo a tiempo porque si no acabará en una fobia social, mucho más difícil de curar”.

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Lo que no se debe hacer

La Asociación Española de Mutismo Selectivo y Ansiedad resume esta serie de prevenciones en el trato con los niños afectados. Esto es justo lo que NO se debe hacer:

Realizar comentarios que hagan referencia a que el chico o chica no habla, incluso en positivo (“ha hablado en clase”; “ha cantado en música”), o justificarle ante otras personas cuando no responde a preguntas (“es que es muy tímido”).

Hacer comparaciones con otros hermanos, compañeros o niños.

Reñirle, anticiparle consecuencias negativas o amenazar con castigos.

Forzarle a hablar en situaciones sociales que le pongan nervioso.

Mostrar ansiedad, preocupación o enfado ante su comportamiento.

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