Luchar contra el narcisismo infantil en la era del “Yo”

Por Adrián Cordellat

Desde 2009, Jean Twenge, profesora de psicología de la Universidad de San Diego y autora de los libros Epidemia narcisista y Generación Yo, ha escrito sobre el auge de los comportamientos narcisistas en EEUU. El estudio de miles de estudiantes norteamericanos le ha servido para proclamar que estos comportamientos han crecido “al mismo ritmo que la obesidad desde los años ochenta”. Una epidemia que, añade el doctor en medicina molecular y psicólogo Julio Rodríguez, autor de Prevenir el narcisismo (Plataforma), “tiene un alcance mundial”.

Como explica Rodríguez, en niños, e incluso en adolescentes, no se puede hablar de trastornos narcisistas, sino que todavía son rasgos que se pueden y se deben corregir a edades tempranas. ¿Cuáles son esos rasgos?, le preguntamos: “El egoísmo extremo, el vivir siempre de cara a los demás y nunca hacia uno mismo, el bullying (ya que un rasgo es la dominación, la humillación, la manipulación de los demás), el no soportar no ser el centro de atención, la necesidad del niño de exagerar sus habilidades y sus historias para llamar la atención, la no tolerancia a la frustración…”, enumera Rodríguez.

Pero entre esos rasgos sorprende sobre todo uno, la baja autoestima y la inseguridad, que uno nunca asociaría a una persona narcisista. “Parece que no, que esto no va con los narcisistas porque hacia fuera dan siempre una imagen de seguridad, pero no es así. Los narcisistas no se quieren a sí mismos, solo valoran sus cosas buenas, que además sobredimensionan, pero no las malas”.

Prevenir el narcisismo

Para Julio Rodríguez, existen cuatro pilares básicos que como padres podemos reforzar para evitar que nuestros hijos caigan atrapados por las redes del narcisismo: el amor incondicional, el fomento de la empatía, el respeto a los demás y la aceptación completa de uno mismo. “Con estos pilares se va construyendo una autoestima que permitirá a nuestros hijos construir una personalidad sólida. Y esta personalidad, a su vez, les aportará el bienestar psicológico y la estabilidad necesarias para establecer relaciones sociales profundas, sinceras, honestas e igualitarias, que es donde se encuentra el secreto de la felicidad”, explica. Porque el narcisismo, por el contrario, como añade el psicólogo, “es una garantía de infelicidad”.

“Parece que no, que la inseguridad no va con los narcisistas porque hacia fuera dan siempre una imagen de seguridad, pero no es así. Los narcisistas no se quieren a sí mismos, solo valoran sus cosas buenas, pero no las malas”

Explica el experto que los estilos educativos que más se correlacionan con el narcisismo son el hiperelogio y el amor condicionado.

Del primero afirma que hay que evitar expresiones como “eres el mejor”, “eres el más listo del mundo” o similares porque, en su opinión, “al final el niño integra estos mensajes en una idea hipertrofiada de sí mismo”. Por eso recomienda elogiar de una manera más relativa, “poniendo el énfasis en el proceso y en el esfuerzo, fundamental tanto para acotar el sentimiento de superioridad como para educar en el hecho de que conseguir las cosas cuesta”.

Del amor condicionado, que es el cariño o la atención que damos a los niños centrada en los logros, sostiene Rodríguez que pasa como con el hiperelogio, que en la mayoría de ocasiones lo hacemos de forma inconsciente, sin darnos cuenta: “Por culpa de los ritmos vitales que llevamos muchas veces no prestamos la suficiente atención a los niños o solo se la prestamos cuando hacen algo extraordinario. Y con eso, sin querer, estamos fomentando el narcisismo”.

El autor de Prevenir el narcisismo, por último, anima a los padres a enseñar a sus hijos a relativizar. Tanto a nivel de redes sociales: “tenemos que enseñarles que la realidad que ven en las redes sociales es muchas veces ficción, realidad con filtros. Y que basar la autoestima en los likes lleva a la más absoluta inestabilidad emocional”; como cuando hablamos de una competitividad mal entendida: “el que quiere ser el mejor en algo tiene que entender que serlo no te hace mejor a los demás, ni alguien superior, ni con más derechos o privilegios. Simplemente eres bueno en una cosa. Y además ser el mejor en algo es efímero, relativo y circunstancial en el tiempo y en el espacio”, explica.

«Existen cuatro pilares básicos que como padres podemos reforzar para evitar que nuestros hijos caigan atrapados por las redes del narcisismo: el amor incondicional, el fomento de la empatía, el respeto a los demás y la aceptación completa de uno mismo»

En ese sentido, recomienda un ejercicio muy fácil de llevar a la práctica y que consiste en que cuando veamos que nuestro hijo tiene un talento especial lo potenciemos, pero también le invitemos a hacer cosas en las que no es tan diestro. “Hacer algo en lo que no eres muy bueno es un ejercicio interesante, porque así aprendes lo que le cuesta a la gente hacer aquello que para ti es fácil. Y con eso ya estamos trabajando la empatía, el respeto hacia los demás y el quererse a uno mismo en lo bueno y en lo malo, con lo que estamos dando un paso importante para luchar contra el narcisismo”.

Las redes sociales:el nicho perfecto del narcisista

Para Julio Rodríguez, el mercado capitalista, a través de la necesidad que crea de tener siempre lo último, de no conformarse, de querer y aparentar más, está en parte detrás del auge del narcisismo. “Al mercado le interesa el narcisismo. El narcisista es adicto a pequeñas píldoras de felicidad consumista. Son picos de alegría que enganchan”, reflexiona.

Y en ese contexto, para el psicólogo, las redes sociales han supuesto “una ayuda a esta estrategia”,convertidas éstas en la metáfora perfecta, “el nicho perfecto del narcisista”: “En las redes sociales se dan relaciones interpersonales sin empatía, es un lugar en el que compartimos solo la parte buena de nosotros. Una parte buena que encima es mentira, porque retocas las imágenes, las decoras con filtros y haces una especie de teatrillo de tu vida”.

«Tenemos que enseñar a los niños que la realidad que ven en las redes sociales es muchas veces ficción, realidad con filtros. Y que basar la autoestima en los likes lleva a la más absoluta inestabilidad emocional”

A consecuencias de esto, sostiene Rodríguez, empiezan a surgir estudios que demuestran que las redes sociales “afectan negativamente a la gente” porque todos acabamos pensando que el resto personas tienen una vida mejor que la nuestra. “Y aquí hace falta un trabajo de racionalización que cuesta llevar a cabo”, concluye.

Cómo reaccionar cuando las notas no son las esperadas

Se acerca la Navidad y con ella la llegada de las primeras notas del curso. ¿Y si no son las esperadas? La forma en que los padres reaccionen va a afectar a la autoestima y capacidad de superación del niño.

Por Olga Fernández

La decepción ante las primeras notas del curso y la forma en que los padres reaccionen pueden condicionar que el niño remonte en las siguiente evaluaciones o que por el contrario se hunda más. “No es un asunto trivial, ya que la forma en que los padres reaccionan ante las calificaciones de sus hijos puede afectar a su motivación, autoestima, sensación de control sobre su aprendizaje y evolución y actitud ante el estudio”, advierte Pedro Adrados, psicólogo clínico del Hospital Vithas Nuestra Señora de América, en Madrid.

Reaccionar con empatía

Aunque a los enfurecidos padres les parezca una contradicción, la recomendación de los especialistas es que se reaccione con empatía. “No siempre es fácil, pero cuando nos mostramos empáticos con nuestros hijos en realidad les estamos diciendo que les entendemos y que respetamos sus necesidades. En general, los padres deben aprender a manejar la frustración, la contrariedad o la decepción que les pueda suscitar este tipo de situaciones y no pasar a la acción a través de castigos poco ponderados y actuaciones exageradas”, aconseja Adrados.

De este modo se contribuye a reforzar su autoestima y motivación y la confianza en su entorno. Según aclara el psicólogo, empatizar no significa consentir o ceder a los caprichos, sino tomar en consideración sus sentimientos y dificultades a la hora de ayudarles. Algo que coincide con la opinión de los psicólogos expertos en educación de ISEP Clínic: “Las malas notas nos indican que el niño puede tener algún problema relacionado con las dificultades de aprendizaje, pautas incorrectas a la hora de afrontar el estudio, problemas emocionales, ausencia de capacidad de esfuerzo, etc. Teniendo en cuenta la multitud de respuestas a este indicador debemos ser lo más cauteloso posible a la hora de afrontar las malas calificaciones, sin caer en charlas banales o discusiones sin sentido, y hacer hincapié en cual puede ser la raíz del problema o la dificultad que hace que el niño saque malas notas”.

Los expertos también recomiendan evitar las comparaciones de calificaciones entre hermanos o amigos, ya que esto afecta a la autoestima de los niños, además de perjudicar las relaciones fraternales o de amistad. Asimismo, tampoco hay que ridiculizar al pequeño en reuniones o comidas familiares por sus malas notas.

Antes de recibir las notas existen indicios que pueden poner a los padres sobre aviso. Los niños pueden expresar señales, incluso de forma no verbal, sobre cómo se sienten o con qué están teniendo problemas. “Hay que prestar atención a su comportamiento, preguntarles directamente cómo se sienten, qué les pasa y qué necesitan. Darles la oportunidad de que se expresen les convierte en participantes activos en su propio desarrollo y aprendizaje”, afirma el psicólogo. Y lo más importante, en palabras del especialista, es que las expectativas siempre estén sujetas a la particularidad de cada individuo, teniendo en cuenta sus dificultades, sus puntos fuertes y sus necesidades. Sobre esto se podrán establecer objetivos y un plan adecuado para alcanzarlos, siempre trabajando de forma conjunta con el niño y el tutor.

Ante unas malas y unas buenas notas…

Los suspensos no siempre son el resultado del poco esfuerzo del niño, existe una gran cantidad de causas que pueden hacer que el niño suspenda. La labor de los padres es encontrar esas causas. ¿Cómo reaccionar?

MALAS NOTAS.

El psicólogo Pedro Adrados recomienda mantener la calma y aplazar la respuesta para que esta sea serena y equilibrada. Ejemplo de ello sería: “Necesito tiempo para pensar lo que quiero decirte. Hablaremos de esto mañana”. Hay que tener en cuenta que, a medida que los niños crecen, las expectativas de aprendizaje cambian y puede ser más difícil alcanzar los objetivos en determinadas materias. Por eso, el psicólogo aconseja hablar con los hijos sobre las diferencias entre asignaturas y los cambios que podrían ayudarle y pedir cita con el tutor o, si el chico tiene edad suficiente, sugerirle que hable con su profesor sobre estrategias que podrían contribuir a su mejora.

BUENAS NOTAS.

Cuando los resultados son positivos, el especialista aconseja evitar comentarios del tipo “¡Sabía que si te esforzabas más mejorarías!”. En opinión de Adrados, la expresión “esforzarse más’” puede que no sea lo correcto, sobre todo si son chicos con dificultades de aprendizaje o atención. Serían más adecuados comentarios del tipo: “¡Muy bien! Parece que usar nuevas estrategias te ha permitido obtener buenos resultados”. Motivación y reconocimiento.

Hiperelogio: La dificultad de tener hijos inteligentes

Dos investigadoras han descubierto que los niños elogiados por su inteligencia tuvieron un empeoramiento de un 25% en sus resultados escolares. Pero aquellos alabados por su esfuerzo mejoraron en un 25%. Hablamos de cómo conducir a los niños más inteligentes.

Por Ana Veiga

“Ay, ¡pero qué listo es mi niño!” es una frase que suele oírse mucho cuando un padre o madre quiere mostrar su orgullo. No es la única. Hay otras como “eres el mejor” o “¡qué inteligente!” que suenan igual de bien; o eso pensamos. No es que estas frases sean negativas. De hecho, es innegable que son halagos e indudable que el objetivo de esos padres henchidos de orgullo es demostrar al mundo la maravilla de progenie que tienen; y, a sus hijos, animarlos para que sigan por ese camino. El problema es cuando lo que decimos no provoca lo que esperamos, sino todo lo contrario.

Carol Dweck -profesora de Psicología social en la Universidad de Stanford y autora de libros como Mentalidad: Cómo puedes realizar tu potencial– y Claudia Mueller – actualmente Profesora Asociada de Cirugía Pediátrica en Stanford University Medical Center- querían saber de qué manera la infancia se ve afectada por las opiniones adultas, aunque sean buenas.

En 1998, Mueller era estudiante de doctorado y Dweck, profesora. Como investigadoras de la Universidad de Columbia, decidieron que estudiarían los efectos de diferentes tipos de elogios en los alumnos de quinto grado. “Como psicólogas, nos interesaba saber cómo piensan los niños y cómo responden al fracaso”, explica Mueller. “Estaba preocupada porque veía que la gente creía que cualquier comentario positivo era bueno para el niño, y tenía la teoría de que no era así”.

Las tres pruebas

Dweck y Mueller consiguieron una muestra de 412 niños de entre 10 y 12 años y dividieron al grupo de menores en dos, haciendo los mismos tres tests a ambos grupos. La primera prueba fue un conjunto de problemas relativamente fácil de resolver; y todos los participantes de los dos grupos fueron elogiados por su cómo lo habían hecho, aunque no de la misma manera. Un grupo recibió elogios que enfatizaron su alta habilidad («¡Lo hiciste muy bien, se nota que eres muy inteligente!»). Mientras, la otra mitad fue elogiada por su gran esfuerzo («¡Lo hiciste muy bien, debes de haber trabajado muy duro!»).

A continuación, a cada estudiante se le dio la prueba dos: una serie de problemas muy difíciles, tan difíciles que pocos estudiantes obtuvieron la respuesta correcta. A todos se les dijo que esta vez lo habían «hecho mucho peor». Finalmente, a cada estudiante se le dio un tercer conjunto de problemas fáciles, tan fácil como lo había sido el primero, para ver cómo tener una experiencia de fracaso afectaría su desempeño.

¿El resultado? Los llamados ‘inteligentes’ sufrieron un empeoramiento del 25% en los resultados obtenidos en la tercera prueba. Cuando se les preguntó por qué no habían podido hacerlo, tendieron a justificar su fallo con cuestiones externas, como alegar que los problemas presentados eran muy difíciles, dándose rápidamente por vencidos. Al contrario, los tildados de ‘trabajadores’ mejoraron sus resultados del tercer test en un 25% en comparación con la primera prueba. Es más: manifestaron creer que antes les había salido peor por no intentarlo suficiente. Y no solo eso sino que además disfrutaron más de la experiencia.

Si insistimos en alabar su inteligencia en vez del esfuerzo, los niños concluirán que ésta es una cualidad que no se aprende y que no requiere de un trabajo

No, los ‘inteligentes’ no tenían mayor que capacidad que los ‘esforzados’ sino que todos eran niños de la misma edad, de entornos similares y de capacidad dentro de la media. ¿Cómo es posible entonces que las palabras alzaran a unos y hundieran a otros siendo, además todas positivas? Debido a esos halagos, los dos grupos interpretaron la dificultad de formas diferentes. Frente a la adversidad, los “inteligentes” dudaron de su capacidad más rápido que aquellos a quienes se les presuponía trabajo duro. “El estudio demostró que alabar su habilidad fue peor que alabar su esfuerzo”, concluye Mueller.

Las valoraciones que recibimos de padres y profesores cuando somos pequeños influye en la construcción de nuestra personalidad y en la percepción sobre nuestras habilidades- Cuando decimos a nuestro hijo ‘qué listo eres’, implícitamente le decimos que ha nacido así, que son cualidades que tienes o no, pero que no puede aprender.

Cómo contar a un niño la versión adulta de los Reyes Magos

Cuando hay niños en casa para celebrar la Navidad, la magia y la fantasía están aseguradas. Sin embargo, aunque descubran la realidad adulta de los Reyes Magos, la ilusión y la alegría no tienen por qué desaparecer.

Por Eva R. Soler

“Mamá, papá, hoy un niño me ha dicho que los Reyes sois los padres, ¿es verdad?”. Tarde o temprano llega la temida pregunta y muchos padres no saben cómo reaccionar. ¿Se lo digo ya? ¿No se lo digo? ¡Qué pena! ¡Se va a acabar la magia de la Navidad! ¿Está preparado? ¿No lo está? Y yo, ¿estoy preparado para contarle la verdad? Las dudas al respecto hacen acto de presencia y no sabemos si es el momento de desvelar de donde salen, en realidad, los regalos navideños. En este sentido, es importante entender cómo funciona el cerebro de un niño según su edad y comprobar qué grado de madurez tiene nuestro hijo. Si seguimos las recomendaciones que dan los psicólogos para afrontar ese momento se puede salir, no sólo airoso de la situación, sino también fortalecido. Y los valores que fomentan esta tradición, como el afecto, la generosidad, la alegría y la ilusión, no tienen por qué desaparecer si lo hacemos bien.

La psicóloga y orientadora educativa Adriana Morón explica cómo funciona la mente de un niño en los primeros años de vida: “El pensamiento mágico es una etapa que va desde los dos a los siete años. En este periodo, la mente de los niños no es capaz de distinguir bien entre la realidad y la ficción. En su mundo no existen imposibles: poder volar, los dragones, el Ratoncito Pérez o los Reyes Magos. Los límites entre realidad y ficción están desdibujados”. Es una etapa de pensamiento muy creativa, asombrosa y necesaria, añade Morón y opina que mantener la creencia en tradiciones mágicas como los Reyes la refuerza de una forma muy positiva.

Sin embargo, cuando los niños van creciendo empiezan a cuestionarse el mundo, buscan respuestas y aparece la pregunta: “A veces se enteran a través de compañeros, pillan a los adultos en alguna conversación que los delata, lo descubren en medios tecnológicos y otras, simplemente, por criterio propio. Es porque su pensamiento está madurando y se cuestionan el mundo y sus incoherencias. Las explicaciones dadas hasta el momento no les convencen”, explica Morón. Pero la psicóloga considera que “es importante tener claro que más que una mentira es un secreto que por motivos culturales, religiosos o personales mantenemos para permitir emociones como el afecto o la ilusión” y así debemos explicárselo.

“Es importante tener claro que más que una mentira es un secreto que por motivos culturales, religiosos o personales mantenemos para permitir emociones como el afecto o la ilusión”

Aunque por regla general es entre los siete y los once años cuando los niños se cuestionan la existencia de los Reyes Magos (y de otros personajes ficticios como el Ratoncito Pérez, etc.) hay que tener en cuenta cuál es el grado de madurez emocional qué tiene nuestro hijo y actuar en consecuencia: “No existe un momento concreto para contarles la verdad. Por lo general, entre los seis y los ocho años es cuando el pensamiento mágico va desapareciendo. El razonamiento abstracto se va formando desde los ocho hasta los once años. Este último intervalo es la etapa más propicia para comunicarles a nuestros hijos la realidad sobre los Reyes Magos”.

No es una tarea fácil

“Los expertos coinciden en que no hay que marcar una fecha en el calendario sino mantener la tradición con su magia y su fantasía y estar atento a las señales que va dando el niño respecto a sus dudas. Si aparece la pregunta y por su madurez emocional crees que ha llegado el momento de decirle la verdad las siguientes recomendaciones que proporciona Adriana Morón al respecto pueden ser muy útiles:

-No mentir si aparece la pregunta. Es un momento delicado y hay que ser cuidadosos porque se está rompiendo su mundo imaginario. Es bueno ofrecer una respuesta coherente y no volver a mentir. Es importante diferenciar que ha sido un secreto y no una mentira, para no romper la confianza.

-No contarlo en Navidad.Y mucho menos en el momento de entrega de los regalos. Es una información que hay que cuidar y contar en otro momento para no romper de forma brusca esas buenas sensaciones.

-El mejor momento, cuando plantee sus dudas de forma natural. Podéis pensar una respuesta con anterioridad para evitar nervios si, de pronto, aparece la pregunta.

“No existe un momento concreto para contarles la verdad. Por lo general, entre los seis y los ocho años es cuando el pensamiento mágico va desapareciendo. El razonamiento abstracto se va formando desde los ocho hasta los once años. Este último intervalo es la etapa más propicia para comunicarles a nuestros hijos la realidad sobre los Reyes Magos”

-Una buena respuesta. En la respuesta que se dé tiene que quedar claro los valores que explican porque se ha hecho. Es una tradición llena de amor, gratitud, ilusión y afecto. A pesar de que son sentimientos que están presentes todo el año, esta tradición ayuda a expresarlos al máximo.

-Ellos son ahora responsables de guardar el secreto. Como es una etapa de descubrimiento, deberemos explicarles que ahora que ellos lo saben, deben ayudar a mantener el secreto delante de otros niños. Entender que ahora ellos también juegan y mantienen la ilusión, pero de otra forma. Hay que ser cuidadosos y permitir que los niños descubran la realidad por ellos mismos

-Si sienten un poco de enfado o decepción es normal.En este caso, hay que mostrarles nuestra comprensión, transmitirles que les entendemos porque es una ilusión estupenda. La tradición no va a cambiar porque la hayan descubierto y los valores de ilusión y afecto seguirán estando presentes.

Nuestra propia carta de los Reyes Magos

El psicólogo Iván Pico recomienda decirles a los niños la verdad sobre los Reyes Magos con nuestras propias palabras, no utilizar un lenguaje técnico, ni términos extraños. En definitiva, ser directo y sencillo: “Los niños son más listos de lo que creemos y seguro que si usamos nuestras propias palabras en el momento adecuado lo entenderán todo sin problema.”.

Este psicólogo propone una alternativa muy ingeniosa, escribirles una carta para decírselo: “Se trata de escribir un texto a mano o en ordenador, que también puede enviarse por correo, como si procediese de los Reyes Magos. Para escribirla puedes guiarte por el texto de ejemplo que propone este psicólogo en su blog, aunque también circulan versiones por la red.

Orientación y familias: el trabajo conjunto como receta de éxito

La orientación educativa evoluciona y las familias no pueden quedarse atrás. La orientación es mucho más que atender a un alumno con graves problemas, es acompañar en el proceso educativo a todos los alumnos y a sus familias.

Por Estrella Martínez

España atraviesa un proceso de transición en lo que a la orientación se refiere. Atrás quedaron los tiempos en que un alumno solo acudía al orientador cuando tenía un problema serio, como podía ser una dislexia. La realidad se dirige a normalizar esta figura educativa y necesaria para todos los alumnos, aunque todavía queda camino por recorrer. Un camino en el que las familias desempeñan un papel fundamental, pues la orientación no es solo una cuestión de alumno y orientador.

“Afortunadamente cada vez más las familias saben que pueden contar con los orientadores para problemas más extremos, como detectar necesidades especiales, atender procesos de divorcios, problemas emocionales o trastornos de conducta, pero también saben que estamos ahí para asuntos menos extremos e incluso para resolver situaciones cotidianas como ayudar en las técnicas de estudio, elección de optativas, etc.”, explica Ana Cobos, presidenta de Copoe, Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España.

En esta línea Luis Martínez- Abarca, director del Área de Colegios CEU, cree que todavía no existe la deseable implicación familiar en los procesos de orientación, “probablemente la causa esté en el desconocimiento de los beneficios que tiene la orientación para sus hijos. Beneficios que van más allá de lo puramente académico” llegando al terreno afectivo y social. Martínez-Abarca defiende cómo la orientación en todos los alumnos mejora su autoconocimiento y seguridad en sí mismos, del mismo modo que desarrolla las conocidas como habilidades blandas o soft skills.

«Existe un desconocimiento de los beneficios que tiene la orientación para los niños, beneficios que van más allá de lo puramente académico”

Por tanto, la orientación ideal va más allá de acudir al orientador ante un problema serio y exige la implicación familiar. “Aunque el mundo educativo español está cambiando de manera acelerada, hay aspectos en los que todavía vivimos en una ‘normalidad acomodada’ en la que la orientación educativa, escolar o familiar es para corregir los defectos o excesos, por lo que la mayoría queda desatendida”, prosigue Martínez-Abarca.

Y al hablar de educación personalizada, ahora tan en boga, hay que tener presente que “cada niño necesita la intervención de todos los agentes educativos si queremos potenciar su desarrollo”. Las familias tienen que tener información, pero también compromiso para conocer esas capacidades y dificultades que tienen sus hijos. Esta es la clave para que los padres puedan compensar dichas dificultades y potenciar las capacidades. “Egixe, por tanto, dedicación y coordinación, no solo delegación y confianza”, continua Martínez-Abarca.

De este modo resulta fundamental, por ejemplo, que los padres estén presentes en los itinerarios académicos de sus hijos. “El hijo decide, pero nosotros como padres podemos evitar, por ejemplo, que cojan pequeñas fobias a asignaturas”, apunta Josu Ahedo, director del Máster Universitario en Orientación Educativa Familiar de UNIR. “Los padres tienen que conocer las necesidades educativas de sus hijos, así como sus puntos fuertes y débiles, y no que dejamos muchas veces esa responsabilidad a las escuelas. El papel de los padres es fundamental para que los hijos puedan elegir correctamente en su itinerario académico”, completa Ahedo.

“Los padres tienen que conocer las necesidades educativas de sus hijos, así como sus puntos fuertes y débiles. El papel de los padres es fundamental para que los hijos puedan elegir correctamente en su itinerario académico”

Por ello es interesante que los padres, de la mano de los orientadores, pongan los medios para conocer las capacidades y límites de sus hijos, sus intereses o maneras de aprender, algo que va más allá de apuntar a un hijo a una actividad extraescolar de música o deportiva porque al niño le gusta. “Es necesario poner a las familias en esta nueva visión de la orientación que busca el máximo desarrollo individual de sus hijos, potenciando y armonizando sus talentos, intereses, ritmos y estilos de aprendizaje para un desarrollo integral y excelente”, añade Martínez-Abarca.

Como dice Josu Ahedo, existe un cierto miedo a la hora de que unos padres lleven a su hijo al psicólogo, y esto se extiende a la figura del orientador. Esto es algo que no sucede en otros países, donde la orientación en la escuela está más normalizada. “Y es que la orientación familiar es algo normal, no tiene que ser extraño el querer dejarnos ayudar”, defiende Ahedo.

Ana Cobos apuesta también por la necesidad de este trabajo compartido entre orientadores y familias. “Trabajando todos coordinados se beneficiará toda la comunidad educativa y especialmente nuestros niños y niñas, cuyo bienestar es nuestro objetivo compartido”. Cobos explica que las familias que sí se implican en la orientación de sus hijos “dejan que se produzca de modo natural, dejan fluir la naturaleza e identidad de cada persona, acompañando, siempre con amor y autoridad, y dejando bien claros los límites para poder manejarse en la vida con autonomía y bondad”.

El papel de los orientadores es el de proporcionar la ayuda técnica y especializada que se precisa durante el proceso de educar, explica Cobos. “La implicación de los profesionales de la orientación es clave para guiar a las familias y no solo en los momentos más delicados”, sino también como sistema de prevención y disfrute de todo el desarrollo educativo. Este paso más que implica la colaboración entre orientadores y familias y que va más allá de las distintas necesidades, dificultades de aprendizaje o altas capacidades para convertirse en eje de la educación personalizada es el que “todavía no está reconocido por la mayoría de las familias, incluso por muchos equipos docentes”, se queja Luis Martínez-Abarca.

«Existe un cierto miedo a la hora de que unos padres lleven a su hijo al psicólogo, y esto se extiende a la figura del orientador, algo que no sucede en otros países, donde la orientación en la escuela está más normalizada»

Ana Cobos añade que, “desgraciadamente no somos suficientes orientadores, pues la ratio de orientador por estudiante triplica en España la recomendada por Unesco y por Copoe. La situación ideal sería que hubiera un orientador por cada 250 alumnos en un centro y que se trabajara por departamentos que abarcaran a los centros de Infantil, Primaria, Secundaria y postobligatorios para atender a las familias a lo largo de toda la escolarización”.

Pesadillas infantiles: consejos prácticos para superarlas

Son frecuentes y muy normales en la infancia, pero si son recurrentes y persisten en el tiempo es preciso consultar con un especialista. En la mayoría de los casos, si conocemos y atajamos las causas e incorporamos hábitos saludables de sueño, irán remitiendo hasta que desaparezcan.

Por Eva R. Soler

“Has tenido una pesadilla mientras dormías, pero ya ha pasado todo”. Si tu hijo o tu hija se despierta después de haber tenido una pesadilla y le dices una frase de este tipo, de una forma tranquila y con una voz suave, estarás dando un primer gran paso para que consiga superarlas. Son episodios molestos pero que, por lo general, obedecen a procesos normales que se dan durante el crecimiento y tienen un carácter transitorio ¿Qué pueden hacer los padres al respecto? Natalia García Campos del Centro de Psicología y Psiquiatría para niños, adolescentes y sus familias Psikids proporciona una serie de consejos para actuar en estos casos, aunque recalca que cada niño es diferente y no todos sufren las pesadillas de la misma forma, por lo que siempre conviene tener muy en cuenta la peculiaridad de cada uno.

1.IDENTIFICA LAS CAUSAS: “A veces, los contenidos de los sueños que tienen los niños están relacionados con algo que han visto o que los ha sucedido durante el día, pero otras veces no. No se puede generalizar. Si es verdad que, en ocasiones, pueden coincidir con épocas de mayor estrés para los niños o de más agitación diurna. Es importante señalar que estas emociones no siempre están provocadas por acontecimientos negativos, sino que los niños se pueden mostrar nerviosos ante cualquier cambio, situación novedosa o altamente estimulante. En ocasiones, las menos, cuando son pesadillas repetitivas o terrores nocturnos pueden tener un origen orgánico, en respuesta a un tratamiento farmacológico o trastornos de la respiración durante el sueño, por ejemplo.

2.DIFERENCIA ENTRE PESADILLAS Y TERRORES NOCTURNOS: Hay que saber diferenciar entre ambas, comenta García Campos. En este sentido, la psicóloga explica que aunque las dos se engloban dentro de lo que se conoce como parasomnias su expresión es diferente. Las pesadillas implican, normalmente, despertares provocados por sueños de contenidos terrorífico, que dejan recuerdos vividos una vez que el niño o la niña se despierta. Al despertarse, recupera rápidamente el estado de vigilia y no se muestra desorientado. “Lo ideal en este caso, es acudir a tranquilizar al niño, que sienta que está en un ambiente protegido y que comprenda que sólo ha sido un mal sueño”, aconseja la experta. En el caso de los terrores nocturnos, en cambio, el niño se despertará de manera brusca, con frecuencia gritando de angustia y con sintomatología de activación fisiológica como, por ejemplo, taquicardia o sudoración. “No responde igual que en el caso de las pesadilla cuando se le intenta tranquilizar (pues no está consciente) y a la mañana siguiente, no recuerda el episodio”, explica la responsable de psicología de Psikids.

3.ESTABLECE UNA BUENA RUTINA DE SUEÑO COMO FORMA DE PREVENCIÓN: Los niños deben tener una rutina que les permita ir apagándose de manera progresiva, por lo que no es conveniente que utilicen tecnología antes de irse a dormir y mucho menos, una vez metidos en la cama. “Hay que evitar también las discusiones familiares o peleas entre hermanos antes de irse a dormir”, apunta. Además, el dormitorio tiene que tener una temperatura media, haberse ventilado durante el día y que no haya ruidos.

4.SI TU HIJO ES INTROVERTIDO, AYÚDALE A EXPRESAR SUS PROBLEMAS Y EMOCIONES: “Hay rasgos de personalidad que tienen una predisposición a padecer este tipo de alteraciones. Son aquellos niños a los que les cuesta exteriorizar sus problemas y las emociones que llevan asociados. Los niños herméticos que no son capaces de expresarse y canalizar el malestar que les puede generar los problemas cotidianos son más vulnerables a que estas emociones emerjan en forma de malos sueños. “Cuando identifiquemos estos rasgos en un niño tenemos que ayudarle a externalizar sus conflictos y a expresar las emociones de una forma asertiva”.

5.NO EXPONGAS A TUS HIJOS A CONTENIDOS QUE NO SABES CÓMO LES VAN A AFECTAR: Los niños dependiendo de la edad y de su madurez emocional no están preparados para digerir algunos contenidos. Hay que tener cuidado en festividades como Halloween o el Día de todos los Santos. Si en Halloween quiere disfrazarse y celebrarlo fenomenal pero si les angustia la idea no hay que obligarles porque creamos que se lo van a pasar bien. Lo mismo ocurre con Todos los Santos que aunque no tenga que ver tanto con el folklore, conecta con los mismos conceptos, si bien tamizados con creencias religiosas que pueden ayudar a que los niños lo vivan de una manera menos angustiosa aunque no siempre es así, ya que les pueden despertar una serie de dudas que tal vez no sepamos contestar y generen incertidumbres y temores, opina García Campos.

6.SI SON REPETITIVAS, INTERFIEREN EN EL SUEÑO Y EN EL DESCANSO DEL NIÑO O DE LA NIÑA, LO IDEAL ES CONSULTAR A UN ESPECIALISTA. “Aunque algunos estudios realizados por investigadores en el Reino Unido indican que si las pesadillas o los terrores nocturnos ocurren con regularidad persisten en el tiempo y a lo largo de los años pueden ser signo de enfermedad mental, Natalia García Campos tranquiliza en este sentido y comenta que esto suele ser poco frecuente. No obstante, puntualiza que las pesadillas sí pueden ser un síntoma común en los trastornos post-traumáticos, consecuencias de experiencias negativas, pero en sí mismas, de manera independiente, no conforman el cuadro. Hay veces que forman parte de la sintomatología de trastornos afectivos y del ánimo. En estos casos suelen ser repetitivas y altamente interferentes en el sueño y, por ende, en el descanso del niño. “En estos casos lo ideal es consultar a un especialista”, puntualiza.

21 consejos para educar a los hijos en el consumo

Por Javier Peris

1.APRENDER A ADMINISTRAR EMOCIONALMENTE Y CON CRITERIO LAS COSAS MATERIALES forma parte del proceso de maduración de los niños y es un camino que nunca termina y en el que nunca se deja de aprender. La incitación al consumo nos acompaña toda la vida, pero es en el entorno familiar donde se ponen los pilares de una buena Educación del consumo responsable.

2.COMO EN TODO, SE EMPIEZA POR DAR EJEMPLO, pero no se trata de que los hijos imiten a los padres, porque el consumo infantil es diferente al de los adultos. Más que imponer una lista de cosas a las que no deben aspirar, hay que esforzarse por trasmitir actitudes positivas como la generosidad, la austeridad, el ahorro… Las malas noticias, los ‘noes’, ya vienen solos.

3.COMO EN MUCHOS OTROS CAMPOS DE LA PEDAGOGÍA, TAMBIÉN EN ESTE HAY QUE ELEGIR LAS BATALLAS. Como en otros tiempos ocurría con el yoyó, si algo se pone de moda en el entorno escolar mejor darse por vencido pronto y reservar tiempo y energías para la batalla del móvil, una tarde de compras de ropa o una visita a la oficina de Cáritas de la iglesia del barrio.

4.EL VALOR Y EL PRECIO. Desgraciadamente muchos nos dimos cuenta tarde: los zapatos más baratos no son los que menos cuestan sino los que más duran. Trasmitir esta realidad a los pequeños es difícil porque a su psicología le cuesta considerar el medio plazo; pero al igual que otros consejos que sólo apreciarán con el tiempo, también este hay que repetirlo.

5.“ESTO ES MUY CARO”. No siempre es la mejor respuesta para negar un gasto, y mucho menos cuando se repite con frecuencia. Es preferible preguntarse si es necesario, o comparar con otro posible gasto que, además de satisfactorio, resultará más útil. Y cuidado con abusar del “no nos lo podemos permitir”: crea confusión… y el niño se da cuenta de que hay cosas que los adultos siempre pueden.

6.CUIDAR LO QUE TENEMOS. Los juguetes, la ropa, los gadgets… Contra los mensajes publicitarios que casi nos obligan al recambio constante, el menor sólo percibirá el valor de sus cosas si no son fáciles de conseguir o de cambiar. Y antes de regañar hay que enseñarles a hacerlo: cómo doblar la ropa, limpiar los zapatos, proteger el móvil, guardar los juguetes…

7.‘TODOS LOS NIÑOS LO TIENEN’. Esta frase pone a prueba a los padres más escrupulosos. Nadie quiere que sus hijos se distingan por una carencia, por muy razonada que esté, ni que sean desgraciados o se sientan desplazados por no tener el maldito yoyó. Sea cual fuere la decisión final, el niño debe recibir explicaciones y también dar su opinión.

«La incitación al consumo nos acompaña toda la vida, pero es en el entorno familiar donde se ponen los pilares de una buena Educación del consumo responsable»

8. LA DISCUSIÓN SOBRE LAS ZAPATILLAS -CARÍSIMAS- DE MODA SÓLO ES LA PARTE MÁS VISIBLE DE UNA REALIDAD MÁS PROFUNDA DE LO QUE APARENTA. La ropa tiene un gran impacto sobre el menor a partir de cierta edad porque afecta a su imagen, a su personalidad, al prestigio entre sus iguales. No hay que menospreciar las exigencias ni rehuir el debate, especialmente con los adolescentes.

9.PASARON LOS TIEMPOS DE LA COCA-COLA COMO UN PRODUCTO CASI DE LUJO PARA LOS NIÑOS. La cultura del refresco, los dulces o el snack está presente todos los días y a todas horas. Más allá de las prevenciones dietéticas, esta forma de consumo recreativo produce unas rutinas de gasto inadecuadas en los menores. Y precisamente por recreativo no debería ser habitual.

10.NO HAY QUE PONER LÍMITES A LOS REGALOS… si el niño o la niña son capaces de valorarlos y cuidarlos todos. Pero como eso es imposible, hay que acostumbrar al niño desde pequeño a contar con pocos regalos. Desgraciadamente nos cuesta menos comprar que pensar lo más adecuado y encima luego tener que dar explicaciones. En el peor de lo casos, centrémonos en el día después.

11.PONER FRENO A LA GENEROSIDAD DE LA FAMILIA EXTENSA. Sobre todo en los primeros años los tíos, tías, padrinos… quieren demostrar su cariño con regalos con ocasión y sin ella. Estupendo, pero siempre previa consulta a los padres, que dirán ‘no’ a sus familiares con la misma naturalidad que a sus hijos. Más adelante, los chavales agradecerán más que, de manera excepcional, el tío o la tía les pague una bici, un viaje o unos estudios..

12.LA CULTURA DEL RECICLAJE CONVIVE, SIN APARENTE CONTRADICCIÓN, CON UN CONSUMISMO FEROZ. Asociar el nuevo valor de la sostenibilidad al consumo de cada día no está, sin embargo, suficientemente extendido ni fomentado. Los padres pueden aprovechar este discurso para reforzar los criterios de toda la vida: no dejar comida en el plato, no estropear la ropa, usar sólo el agua necesaria, apagar luces…

13.EL DINERO. A partir de cierta edad es conveniente dar una paga o asignación semanal con el objetivo -más bien la esperanza de que aprendan a administrar el dinero. En opinión de los hijos siempre será insuficiente y, por supuesto, mucho menor que la de sus amigos. Bienvenidos al club. Los padres deben ser rigurosos para cumplir con la paga pero también para resistirse a los extras no justificados.

14.MÁS SOBRE LA PAGA. Se entiende que su uso es recreativo, además de cubrir pagos necesarios como los títulos del trasporte público, y que de los gastos más básicos y onerosos se encargan los padres. Pero entre ambos conceptos hay un mundo que se va agrandando según crecen los hijos.

«La ropa tiene un gran impacto sobre el menor a partir de cierta edad porque afecta a su imagen, a su personalidad, al prestigio entre sus iguales»

 

15.EL NIÑO AHORRA POR UN MOTIVO NO MUY DIFERENTE A LOS ADULTOS QUE AÚN NO PIENSAN EN LA VEJEZ. Tener autonomía para decidir en gastos que, generalmente, dedicamos a nosotros mismos. Es un buen aliciente, pero hay que evitar que caigan en la codicia. Puede ayudar sugerirles que hagan donaciones con su propio dinero o que vacíen su cerdito para hacer un regalo.

16.“CON PAPÁ NUNCA SE HABLABA DE NEGOCIOS EN LA MESA”. Al menos en esto la familia Corleone sí acertaba. Los adultos pensamos con mucha mucha frecuencia en el dinero y es lógico que surja en las conversaciones de la pareja. Pero a los niños no les aporta nada, más bien les confunde. Se puede hablar de dinero delante de ellos pero adaptándose a su edad y sensibilidad.

17.LOS VUELCOS DE LA FORTUNA FAMILIAR SON FRECUENTES EN LOS ÚLTIMOS AÑOS, CREANDO SITUACIONES MUY AMARGAS. Para los padres es un auténtico reto lograr que los hijos no lo paguen con intranquilidad o con menos afectividad. Las vacas flacas son una oportunidad para que los pequeños asocien la felicidad a lo que no cuesta dinero. Y la diversión en familia puede ser muy barata.

18.“PUES SÁCALO DEL CAJERO”. En boca de un niño esta frase resume todo lo que sabe sobre el origen del dinero de los papás. Es el momento de empezar a explicarlo, y que asocie el ‘milagro’ del cajero automático o de la tarjeta de crédito al trabajo duro y responsable, al ahorro, a las pequeñas y grandes renuncias… Puede ser un poco pronto para hablarles también de los jefes o que sepan que su casa, en realidad, es del banco de la esquina..

19.HA LLEGADO EL MOMENTO DEL MÓVIL: ¿A QUÉ EDAD? ¿QUÉ MODELO? ¿CON QUÉ PROGRAMAS Y APLICACIONES? En realidad quien decide el momento suele ser el hijo y su entorno, pero el modelo se ajustará a las preferencias paternas. Mucho más importante y costoso – porque hay que dedicar tiempo- es educarles en el buen uso del smartphone. A la escuela hay que pedir – exigir- que nos ayuden en esta tarea.

20.YA TIENEN MÓVIL. Ahora, entre otras muchas precauciones hay que vigilar las compras inadvertidas, las descargas musicales de pago, las suscripciones ‘gratuitas’… Si para los adultos ya es difícil evitar tantos estímulos y sugerencias, los pequeños se encuentran totalmente indefensos ante la agresividad comercial de la red. Aquí no hay recetas mágicas ni software milagroso: vigilar y corregir, vigilar y corregir… .

21.EL NIÑO DEBE SER CONSCIENTE DE QUE ES UN PRIVILEGIADO. Saber de las tribulaciones de tantas familias, de dentro y fuera de España, y conocer a personas y grupos que regalan su tiempo y su dinero para paliar esas situaciones es una enseñanza que nunca olvidarán. Y si queremos que sea eficaz, se trata de algo que no puede delegarse en la escuela.

«Contra los mensajes publicitarios que casi nos obligan al recambio constante, el menor sólo percibirá el valor de sus cosas si no son fáciles de conseguir o de cambiar»

La violencia: Un mal recurso educativo

El pasado septiembre la Audiencia Provincial de Murcia confirmó la sentencia a 56 días de trabajos en beneficio de la comunidad a un padre que golpeó en la cara a su hija porque no quería hacer los deberes. Los expertos dan la razón a la sentencia: la violencia no es un buen recurso educativo en ninguna circunstancia.

Por Adrián Cordellat

El pasado septiembre la Audiencia Provincial de Murcia confirmó la sentencia a 56 días de trabajos en beneficio de la comunidad a un padre que golpeó en la cara a su hija porque no quería hacer los deberes. La sentencia también imponía una orden de alejamiento al progenitor de 200 metros durante dos años. “En ningún caso puede entenderse que el derecho de corrección justifique el que un padre golpee a una hija menor de edad», sostenía el tribunal en sus conclusiones.

La violencia ejercida contra los niños ha estado hasta hace no tanto normalizada como método educativo. La prueba es que ha habido que esperar hasta noviembre de 2018 para que la Asociación Americana de Pediatría hiciese un comunicado anunciando que la nueva actualización de su protocolo tiene entre sus objetivos prioritarios acabar con la violencia física y verbal contra los niños. “La buena noticia es que cada vez menos padres apoyan este tipo de castigos que por desgracia, sin embargo, siguen siendo legales en demasiados estados», se podía leer en el comunicado.

Un cambio de mirada

Para Verónica Pérez, del centro de psicología infantil respetuosa Raíces, “nos resulta fácil recurrir a la violencia con los niños porque es sencillo situarse en una posición de poder sobre ellos y aprovecharse de ello para ejercer violencia”. Algo a lo que, además, sostiene, ha contribuido el hecho de que hasta hace muy poco la sociedad no censurase esta violencia y hasta la justificase en algunas situaciones.

Para la psicóloga, como sociedad, tenemos interiorizado que la violencia no puede justificarse en ningún caso. Sin embargo, considera que parece que ese principio no se aplica cuando estamos hablando de los niños. “Hace no tantos años la violencia hacia las mujeres se justificaba en términos similares a los que ahora se utilizan para justificar la violencia hacia los menores. Por suerte, se ha realizado una gran campaña de concienciación en este sentido y ya nadie se atrevería a mantener, al menos públicamente, argumentos como “es por su bien”, ”es para que aprenda” o “me duele más a mí que a ti””.

Hace no tantos años la violencia hacia las mujeres se justificaba en términos similares a los que ahora se utilizan para justificar la violencia hacia los menores.

En ese sentido, la psicóloga se muestra esperanzada en que el camino mostrado por sentencias como la de la Audiencia Provincial de Murcia (“que permiten que se empiece a nombrar la violencia hacia los hijos como una forma de maltrato”) o decisiones como la de la Academia Americana de Pediatría sean un ejemplo de que “la nueva mirada que empieza a existir hacia la infancia va a permitir que podamos equiparar los derechos de los niños a los del resto de ciudadanos, algo que no estaba ocurriendo hasta ahora”.

El camino, no obstante, será arduo a tenor de los datos del informe Una situación habitual: violencia en las vidas de los niños y los adolescentes, elaborado por Unicef y publicado hace justo un año. Según el mismo, tres de cuatro niños en todo el mundo (300 millones de niños y niñas a lo largo y ancho del planeta) sufren castigos físicos y/o psicológicos por parte de sus cuidadores en el hogar.

Lo peor de todo ello, como sostienen la mayoría de expertos en educación y crianza en Occidente, cuando la ejercen sobre sus hijos consiguen su objetivo. De lo que no son conscientes es de que no se ha generado ningún aprendizaje, sino que han ligado la violencia a actividades cotidianas que los niños tienen que aprender a realizar”, sostiene Verónica Pérez.

Con la violencia no se genera ningún aprendizaje sino que se liga la violencia a actividades cotidianas que los niños tienen que aprender a realizar.

La psicóloga pone como ejemplo la violencia ejercida por un padre para obligar a sus hijos a recoger sus juguetes: “Cuando la persona que ejerce violencia no está delante, los niños no tendrán porqué recoger los juguetes, ya que no hay nadie que les vaya a pegar. En muchas ocasiones, cuando oyen la puerta y saben que llega su padre, recogen rápidamente para evitar que vuelva a existir violencia y esto es lo que algunos padres entienden como disciplina, pero lo que realmente hay debajo es el miedo a la violencia”.

Para Pérez a través de este método de disciplina los niños no entienden “en ningún caso” que los juguetes hay que cuidarlos o que recoger nos ayuda a encontrar las cosas en su sitio. Sin embargo, según la experta, sí que interiorizan “que las necesidades de su padre están por encima de las suyas”.

Perpetuar la violencia

Y además de la ruptura del vínculo y de la instauración del miedo, ¿qué otras consecuencias tiene esta violencia física?, preguntamos a la psicóloga. “Para un niño, que sus padres ejerzan violencia hacia él le coloca en una posición de indefensión total. Le hace normalizar la violencia y asumir que, si alguien hace algo que no consideramos adecuado, la violencia está justificada. También que la persona que tiene más fuerza puede ejercerla contra una persona que está desprotegida, lo que será muy fácilmente replicable en el colegio, con los hermanos o incluso con sus propios padres cuando él crezca y tenga más fuerza”, reflexiona. Y, por supuesto, el reverso de la moneda, que los niños permitan que otras personas ejerzan violencia contra ellos porque la han normalizado, lo que les convierte en víctimas permanentes.

Para un niño, que sus padres ejerzan violencia hacia él le coloca en una posición de indefensión total.

La fundadora del centro Raíces, por último, insta a los padres a pensar en la “gran contradicción” en la que se cae cuando se censura al niño que pega corrigiendo ese comportamiento con una bofetada o un azote. “En este caso el mensaje que se está mandando es absolutamente contradictorio. Y sabemos que cuando hay contradicción entre lo que un padre dice a sus hijos y lo que realmente hace, los niños tienden a imitar y a reproducir los hechos más que las palabras”. Es decir, a perpetuar la violencia.

 

 

Josep López Romero: “Nuestros hijos adolescentes necesitan nuestro apoyo”

Josep López Romero, periodista y coach de escritura, es el autor de El pequeño libro para mis hijos adolescentes, un libro en el que repasa a través de cartas todo lo que le gustaría que tuvieran en cuenta en el futuro.

Por Terry Gragera

Una tarde de verano, Josep López Romero, periodista y coach de escritura, comenzó a escribirles una carta a sus dos hijos adolescentes. De ahí nació una obra, El pequeño libro para mis hijos adolescentes, en el que repasa a través de cartas todo lo que le gustaría que tuvieran en cuenta en el futuro. Unas reflexiones que pueden ayudar mucho en cualquier hogar con hijos adolescentes.

Dice en su libro que “padres e hijos no estamos acostumbrados a hablar con el corazón en la mano”. ¿Qué nos impide comunicarnos así?

Es una cuestión de agenda. Todos tenemos ganas de comunicarnos, pero el día a día nos hace estar pendientes de otras cosas de logística cotidiana. Pero hay temas de lo más profundo de la vida: el amor, la muerte, las relaciones… que hay que tratar con las condiciones adecuadas y fuera del ritmo frenético del día a día. Hay que crear las circunstancias para que ellos mismos nos lo cuenten. Lo que no funciona es estar encima todo el rato preguntándoles qué les pasa, pues se sienten invadidos, exigidos, y eso no suele funcionar.

Lo que no funciona es estar encima todo el rato preguntándoles qué les pasa, pues se sienten invadidos, exigidos, y eso no suele funcionar.

“Somos seres en proceso”, comenta en el libro. ¿Qué consejos da a los padres para acompañar a sus hijos en el difícil camino de la adolescencia?

-Todos estamos en proceso. Tenemos la crisis de los 40, de los 50, de los 60…, pero la adolescencia es ese momento vital en que intentamos definir quiénes somos, a dónde vamos mientras el entorno nos presiona para decidir a qué nos vamos a dedicar. Mi consejo como padres es no olvidar que también hemos estado ahí, que también intentamos buscar nuestro lugar en el mundo. No hay que tolerarlo todo, pero sí puede ayudar recordar que todos hemos tenidos dudas y hemos probado caminos diferentes. Verlos con comprensión, amor y compasión.

portada___201804060942Destaca en su obra que “los hijos son grandes maestros”. ¿Nos dejamos enseñar los padres?

Habitualmente en el camino de la vida vamos hacia adelante y no miramos atrás, como si pasásemos las pantallas de un videojuego. Ellos nos confrontan con aquello que soñábamos, que no hicimos, con lo que éramos que hemos olvidado. Nos ponen delante de un espejo. Creemos que lo sabemos todo como padres, pero nuestros hijos vienen también con un aprendizaje innato, básico y sencillo que como adultos vamos olvidando porque nos complicamos.

En la adolescencia, los chicos buscan insistentemente el sentido de su existencia, ¿debemos ser los padres su brújula o tienen que explorar solos?

Nuestro lugar va cambiando con el tiempo. De pequeños, los protegemos, los acompañamos, los cuidamos. En la adolescencia tenemos que estar al lado y al final de la adolescencia, detrás, vigilando pero ‘soplando’ para que vuelen, porque si los retenemos no les damos herramientas para que vayan por la vida con soltura y con seguridad.

“Las personas que solo buscan el reconocimiento de los demás viven una vida incompleta”, subraya en su obra. ¿Cómo se conjuga esto en la era de las redes sociales?

Es muy difícil, pero hay que transmitirles que, al final, el éxito en la vida es el que ellos deciden, no el que digan los demás. Aunque parezca que no nos escuchan, hay que decirles determinadas cosas, son semillas que al final consiguen un buen aprendizaje. Los adolescentes tienden a menospreciar a sus padres, pero cuando creces te das cuenta de que muchas de las cosas que escuchaste tenían razón.

Aunque parezca que no nos escuchan, hay que decirles determinadas cosas, son semillas que al final consiguen un buen aprendizaje.

En el mundo de pantallas en el que viven, ¿qué debemos hacer los padres?

Hemos demonizado las pantallas, pero depende de lo que hagan con ellas. Las pantallas no son el gran enemigo, pueden ser un instrumento maravilloso si se comunican con los demás. Otra cosa es que se enganchen a las videoconsolas para huir del mundo e instalarse en una realidad paralela. Yo diferenciaría entre el uso pernicioso y el uso que implica relacionarse con sus iguales.

Y para terminar, si solo pudiera transmitir tres ideas de futuro a sus hijos, cuáles serían?,

Manteneos siempre abiertos a mejorar y aprender; acumular bienes materiales no produce felicidad duradera sino satisfacción momentánea y tened siempre presentes las relaciones con la familia y con los amigos. El entorno laboral no debe hacer que las descuidéis.

“Por mí y por todos mis compañeros” ONCE lanza un concurso por un recreo inclusivo

La ONCE lanza el concurso “Por mí y por todos mis compañeros”, con el objetivo de abordar un recreo más inclusivo. En esta 35 edición, el premio será de una estancia en un campus de verano en el Parque Nacional del Guadarrama, de Madrid.

Los 20 o 30 minutos que suele durar el recreo en los centros educativos se pueden hacer eternos o ser el momento más feliz del día, según las circunstancias de cada alumno y alumna. Es tiempo suficiente para que un niña o niño se sienta excluido por sus compañeros/as porque puede encontrar dificultades para relacionarse, jugar o participar en sus actividades. En el patio del colegio todos hemos presenciado desigualdades y situaciones discriminatorias por esto, cada vez crece más la necesidad entre la comunidad educativa de crear un plan para abordar el “momento recreo”. Y si, además, a esto sumamos que no hay descrita ninguna recomendación en la Lomce, vemos más urgente si cabe convertir los recreos en “patios dinámicos” haciendo partícipes en el proyecto a toda la comunidad educativa: alumnado, familias y docentes.

La ONCE, con el programa “Por mí y por todos mis compañeros” propone que el alumnado realice un trabajo en equipo en el aula para acabar con las desigualdades y las situaciones discriminatorias: por discapacidad, género, edad… Se trata por tanto de una oportunidad educativa para la inclusión y para reducir la mayoría de estos conflictos.

Según Inma Marín, directora del informe “Los patios de las escuelas: espacios de oportunidades educativas” de la Fundación Jaume Bofill (2009), la mayoría de los patios se componen de canchas de fútbol y baloncesto, son espacios de cemento, casi sin árboles ni otros espacios de juego alternativo. Se trata de patios en los que se fomenta la exclusión, ya que los que no quieren jugar a la pelota no encuentran su espacio y les hace sentirse diferentes y raros. El informe concluye que las 525 horas lectivas que los niños y niñas pasan en el recreo, se deberían abordar como un espacio lúdico educativo en el que todos los alumnos pudieran aprender de forma divertida y fuera un espacio para todos y todas.

El recreo, para la ONCE, no es un simple espacio en el que juegan sino que tiene una importancia en el proceso de aprendizaje, es el espacio donde ellos socializan y donde poner en práctica su educabilidad, ya sea académica o no. Con este concurso, se pretende que los alumnos y alumnas planteen soluciones para acabar con la dictadura del balón y donde no se produzcan situaciones de indefensión, soledad ni aburrimiento.

El recreo, para la ONCE, no es un simple espacio en el que juegan sino que tiene una importancia en el proceso de aprendizaje.

Para ello, los alumnos pueden participar en diferentes categorías, dependiendo del curso y en dos tipos de trabajo. Las categorías de Primaria y Educación Especial competirán por hacer un cartel que reivindique un recreo para todos y todas, incluyendo ideas y pautas para lograr un recreo inclusivo. Y las categorías de ESO, FP Básica, Bachillerato y FP de Grado Medio tendrán que producir un videoclip musical de 1 minuto de duración para exponer cómo sería su recreo perfecto, más inclusivo. En ambos casos, en la web del concurso se pueden encontrar las bases, materiales y el periodo de participación.

2018-10_concursos_ONCE_recreo-inclusivo1_800La ONCE valorará y tendrá en cuenta tanto la dimensión física como social que entran en juego en el recreo. Desde el punto de vista sociológico, el patio de recreo se convierte en un espacio donde poner en práctica juegos y deportes inclusivos, se debe fomentar la igualdad de género y fomentar la empatía y los valores. Además, dentro del espacio escolar, los niños deben desarrollar habilidades sociales para interactuar entre sus compañeros y compañeras. Desde el punto de vista del espacio físico, éste se puede cambiar reflexionando sobre la estructura y morfología del patio. Se deben incorporar espacios verdes y otros también para desarrollar actividades alternativas, como por ejemplo la lectura, los juegos de mesa y los torneos. En definitiva, se deben incluir todo tipo de espacios diversos para niños y niñas diversos, con gustos y habilidades distintas.

Desde el punto de vista sociológico, el patio de recreo se convierte en un espacio donde poner en práctica juegos y deportes inclusivos, se debe fomentar la igualdad de género y fomentar la empatía y los valores.

Los alumnos y alumnas tendrán que tener en cuenta todas estas características para realizar su trabajo, un cartel o un videoclip junto con una audio  descripción, dependiendo de la categoría, para diseñar y crear un recreo más accesible para todos.

Todos los participantes, tanto el profesorado como el alumnado tendrán un premio muy original: un puntero-juego de ingenio que podrán utilizar en el recreo. Los ganadores provinciales recibirán una mochila muy especial en la que podrán recoger las dedicatorias y firmas de sus compañeros de curso. Cada aula ganadora a nivel autonómico será premiada con una actividad para toda la clase, valorada en 400€ y el premio más especial, será a nivel nacional. Las aulas ganadoras disfrutarán de una estancia de 4 días en un Campus de Verano  en elParque Nacional del Guadarrama, en Madrid.

Más de cien mil alumnos y alumnas y cerca de dos mil docentes han participado ya en este concurso, que ya es un referente en educación fomentando actitudes en el alumnado como la solidaridad y el trabajo colaborativo.