“Por mí y por todos mis compañeros” ONCE lanza un concurso por un recreo inclusivo

La ONCE lanza el concurso “Por mí y por todos mis compañeros”, con el objetivo de abordar un recreo más inclusivo. En esta 35 edición, el premio será de una estancia en un campus de verano en el Parque Nacional del Guadarrama, de Madrid.

Los 20 o 30 minutos que suele durar el recreo en los centros educativos se pueden hacer eternos o ser el momento más feliz del día, según las circunstancias de cada alumno y alumna. Es tiempo suficiente para que un niña o niño se sienta excluido por sus compañeros/as porque puede encontrar dificultades para relacionarse, jugar o participar en sus actividades. En el patio del colegio todos hemos presenciado desigualdades y situaciones discriminatorias por esto, cada vez crece más la necesidad entre la comunidad educativa de crear un plan para abordar el “momento recreo”. Y si, además, a esto sumamos que no hay descrita ninguna recomendación en la Lomce, vemos más urgente si cabe convertir los recreos en “patios dinámicos” haciendo partícipes en el proyecto a toda la comunidad educativa: alumnado, familias y docentes.

La ONCE, con el programa “Por mí y por todos mis compañeros” propone que el alumnado realice un trabajo en equipo en el aula para acabar con las desigualdades y las situaciones discriminatorias: por discapacidad, género, edad… Se trata por tanto de una oportunidad educativa para la inclusión y para reducir la mayoría de estos conflictos.

Según Inma Marín, directora del informe “Los patios de las escuelas: espacios de oportunidades educativas” de la Fundación Jaume Bofill (2009), la mayoría de los patios se componen de canchas de fútbol y baloncesto, son espacios de cemento, casi sin árboles ni otros espacios de juego alternativo. Se trata de patios en los que se fomenta la exclusión, ya que los que no quieren jugar a la pelota no encuentran su espacio y les hace sentirse diferentes y raros. El informe concluye que las 525 horas lectivas que los niños y niñas pasan en el recreo, se deberían abordar como un espacio lúdico educativo en el que todos los alumnos pudieran aprender de forma divertida y fuera un espacio para todos y todas.

El recreo, para la ONCE, no es un simple espacio en el que juegan sino que tiene una importancia en el proceso de aprendizaje, es el espacio donde ellos socializan y donde poner en práctica su educabilidad, ya sea académica o no. Con este concurso, se pretende que los alumnos y alumnas planteen soluciones para acabar con la dictadura del balón y donde no se produzcan situaciones de indefensión, soledad ni aburrimiento.

El recreo, para la ONCE, no es un simple espacio en el que juegan sino que tiene una importancia en el proceso de aprendizaje.

Para ello, los alumnos pueden participar en diferentes categorías, dependiendo del curso y en dos tipos de trabajo. Las categorías de Primaria y Educación Especial competirán por hacer un cartel que reivindique un recreo para todos y todas, incluyendo ideas y pautas para lograr un recreo inclusivo. Y las categorías de ESO, FP Básica, Bachillerato y FP de Grado Medio tendrán que producir un videoclip musical de 1 minuto de duración para exponer cómo sería su recreo perfecto, más inclusivo. En ambos casos, en la web del concurso se pueden encontrar las bases, materiales y el periodo de participación.

2018-10_concursos_ONCE_recreo-inclusivo1_800La ONCE valorará y tendrá en cuenta tanto la dimensión física como social que entran en juego en el recreo. Desde el punto de vista sociológico, el patio de recreo se convierte en un espacio donde poner en práctica juegos y deportes inclusivos, se debe fomentar la igualdad de género y fomentar la empatía y los valores. Además, dentro del espacio escolar, los niños deben desarrollar habilidades sociales para interactuar entre sus compañeros y compañeras. Desde el punto de vista del espacio físico, éste se puede cambiar reflexionando sobre la estructura y morfología del patio. Se deben incorporar espacios verdes y otros también para desarrollar actividades alternativas, como por ejemplo la lectura, los juegos de mesa y los torneos. En definitiva, se deben incluir todo tipo de espacios diversos para niños y niñas diversos, con gustos y habilidades distintas.

Desde el punto de vista sociológico, el patio de recreo se convierte en un espacio donde poner en práctica juegos y deportes inclusivos, se debe fomentar la igualdad de género y fomentar la empatía y los valores.

Los alumnos y alumnas tendrán que tener en cuenta todas estas características para realizar su trabajo, un cartel o un videoclip junto con una audio  descripción, dependiendo de la categoría, para diseñar y crear un recreo más accesible para todos.

Todos los participantes, tanto el profesorado como el alumnado tendrán un premio muy original: un puntero-juego de ingenio que podrán utilizar en el recreo. Los ganadores provinciales recibirán una mochila muy especial en la que podrán recoger las dedicatorias y firmas de sus compañeros de curso. Cada aula ganadora a nivel autonómico será premiada con una actividad para toda la clase, valorada en 400€ y el premio más especial, será a nivel nacional. Las aulas ganadoras disfrutarán de una estancia de 4 días en un Campus de Verano  en elParque Nacional del Guadarrama, en Madrid.

Más de cien mil alumnos y alumnas y cerca de dos mil docentes han participado ya en este concurso, que ya es un referente en educación fomentando actitudes en el alumnado como la solidaridad y el trabajo colaborativo.

Montserrat Domènech: “Faltan herramientas prácticas para tratar el acoso escolar”

Montserrat Domènech ofrece en su libro «Bullying, ¿por qué a mí?» estrategias para detectarlo y combatirlo, dirigiéndose tanto a educadores como a las familias que han podido vivir o viven una situación de acoso en su entorno. Porque el acoso sí es problema de todos.

 

El acoso escolar ha existido siempre. Sin embargo, como apunta Montserrat Domènech, psicóloga y autora de «Bullying, ¿por qué a mí?», actualmente la irrupción de las tecnologías ha provocado que sea más complicado terminar con él. Tampoco existe una fórmula mágica para ponerle fin. Sin embargo, son muchos los profesionales, las escuelas y las familias que trabajan cada día para erradicarlo. Personas como Domènech que con su libro ofrece estrategias para detectarlo y combatirlo, dirigiéndose tanto a educadores como a las familias que han podido vivir o viven una situación de bullying en su entorno. Porque el acoso sí es problema de todos. 

Por Diana Oliver

 

¿Estamos a tiempo de acabar con el drama social que supone el acoso escolar?

Actualmente es más difícil acabar con el acoso escolar por la irrupción de las tecnologías, pero, podemos decir que el acoso de forma más o menos camuflado, ha existido siempre y se han descrito infinidad de casos durante muchos años. Sin embargo, ahora mismo, tenemos muchos expertos trabajando en el tema y muchos colegios que se están implicando muy seriamente para erradicarlo.

 

No sé qué opinas de cómo se trata “en general” en España el tema del acoso escolar, ¿crees que se toma suficientemente en serio?

Durante la elaboración de este libro he podido observar que, en general, hay una máxima preocupación por afrontarlo aunque con pocas herramientas prácticas para tratarlo. Las familias y colegios entrevistados estaban muy concienciados por el tema y mostraban mucha preocupación. Este hecho puede animar a familias y educadores a poner los medios y hacer una labor más efectiva.

 

Hay una máxima preocupación por afrontarlo aunque con pocas herramientas prácticas para tratarlo.

 

Supongo que no existe una fórmula mágica pero qué dirías que debe tener una escuela como herramientas preventivas.

La primera medida es la de observar de forma individual el comportamiento de los escolares para detectar situaciones de acoso, incluso en las formas más leves. También es importante dar credibilidad a los alumnos que, en algún momento, manifiestan ser víctimas de bullying y darle apoyo desde el primer momento, analizando en profundidad la situación. Otra manera muy eficaz es tratar el bullying como materia educativa para sensibilizar a los alumnos y evitar que surjan casos.

portada_bullying-por-que-a-mi_montse-domenech_201805221724

¿Influyen las condiciones económicas o materiales de alguna forma en el aumento del riesgo de sufrir acoso escolar o para ejercer acoso?

No suele ser influir tanto por las condiciones sociales sino por las diferencias personales, sobretodo físicas. Los chavales se fijan más en las apariencias, en el peso, en las facciones o en el tipo de ropa.

Normalmente el problema se centra en los niños que son víctimas del bullying pero en el caso de los acosadores, el problema es mayor porque se trata de personas con una problemática compleja, muchas veces con patologías psicológicas que deben tratarse seriamente. Son niños que necesitan ayuda porque no saben discriminar las conductas que hacen. Generalmente son niños que han vivido o viven situaciones difíciles o con carga de violencia en sus casas.

 

El acoso escolar parece a veces un tema “incómodo” y no sé si por eso hemos rehuido hablar de él hasta hace relativamente poco. ¿Dirías que además el problema se ha acrecentado con las nuevas tecnologías o simplemente es que ahora hablamos más de ello que antes?

Es cierto que tanto los niños que sufren bullying como sus familias no quieren afrontar el problema por vergüenza o por miedo a no ser creídos. También ocurre que, en cierto modo, era considerado como algo normal y que con el tiempo se iba a arreglar sin llamar la atención. Con las nuevas tecnologías el problema ha aumentado ya que muestran unos modelos sociales que inciden en marcar mucho más las diferencias y, además, detrás de una pantalla los acosadores se atreven a menospreciar o insultar sin ningún tipo de respeto hacia los demás.

 

Subrayas en el libro que una de las cosas que más perjudica a las víctimas del bullying es su falta de vinculación con el grupo en el que se inscriben. ¿Qué consecuencias tiene estos a medio y largo plazo?

Este problema es como un pez que se muerde la cola. El niño solitario o marginado es más vulnerable a ser acosado y, en consecuencia, cada vez se siente más distanciado del grupo, con pocas posibilidades de incorporarse a él. En este caso es urgente que los educadores pongan medios para que el niño acosado se incorpore al grupo y se sienta parte de él. Es muy difícil que lo consiga por sí mismo.

 

El niño solitario o marginado es más vulnerable a ser acosado y, en consecuencia, cada vez se siente más distanciado del grupo, con pocas posibilidades de incorporarse a él.

 

También hablas de los testigos, esos niños o adolescentes que presencian episodios de acoso pero que no intervienen, entre otros, por el miedo a que también ellos sufran ataques. ¿Cómo evitar estas situaciones?

Generalmente en las aulas se crean grupos en función de roles de popularidad, deporte, estudio… Si en uno de estos grupos hay un acosador, con toda seguridad sus compañeros van a seguirle en su conducta por miedo a ser rechazados o, en el mejor de los casos, van a evadir las responsabilidades. En pocos casos, los compañeros han influido en cortar el acoso a otro niño. Es muy importante trabajar en el aula el comportamiento grupal con técnicas de inteligencia emocional. En el libro describo algunos ejercicios de roll-playing para hacer en clase que pueden ser muy útiles.

 

En cuanto a las familias, ¿cómo deben actuar si su hijo o hija es acosado?

Las familias deben creer al hijo, darle apoyo sin dramatizar para que la situación no les desborde. Y trabajar junto con el colegio para buscar la solución de forma conjunta, nunca tomando medidas por separado para evitar rencores y agravar la situación.

 

Las familias deben creer al hijo, darle apoyo sin dramatizar para que la situación no les desborde.

 

¿Y si ocurre al revés? El caso de que la familia detecte que su hijo o hija es quien acosa, ¿qué deben hacer?

Exactamente lo mismo. Y no reprenderle de inmediato sino hacerle reflexionar sobre lo que está ocurriendo para que de forma conjunta se busque la solución. Es necesario que el niño acosador tenga unas consecuencias que reviertan en un cambio de conducta positivo. Es importante hacerle ver sus cualidades positivas para que las ponga en marcha, se sienta satisfecho de cómo es y no incurra nunca más en un acoso.

Más de 8.000 escolares participaron en 2018 en el Programa de Educación Ambiental de GREFA

Un total de 11.803 personas participaron a lo largo de 2018 en el Programa de Educación Ambiental de GREFA. De esos visitantes, 8.376 (71%) fueron escolares adscritos a colegios y otros centros educativos de la Comunidad de Madrid.

 

El Programa de Educación Ambiental de GREFA es un complemento de los proyectos y acciones en favor de la recuperación y la conservación de las especies silvestres que esta ONG desarrolla desde su Hospital de Fauna Salvaje, con sede en Majadahonda (Madrid).

En estas mismas instalaciones GREFA gestiona el Centro de Educación Ambiental “Naturaleza Viva”, formado por varios recintos diseñados para ser visitados, que albergan animales silvestres que no pudieron ser recuperados para su devolución a la naturaleza. Cada recinto está dedicado a un grupo faunístico y en él se ha recreado el hábitat de las especies que alberga. En todos ellos, unos amplios cristales espía permiten observar sin que los animales se sientan intimidados.

A lo largo del año 2018, de los 8.376 escolares que participaron en el Programa de Educación Ambiental de GREFA, 6.994 de ellos llegaron a visitar el centro «Naturaleza Viva». La mayoría estaba cursando los ciclos de primaria y secundaria, si bien también visitaron el centro jóvenes de bachillerato, universidad, capacitación profesional y educación especial, entre otros.

Los restantes 1.382 escolares que participaron en el Programa de Educación Ambiental de GREFA lo hicieron a través del proyecto «GREFA en las aulas», por el que son los propios educadores ambientales de la ONG quienes se desplazan a los colegios e institutos para desarrollar con los alumnos una serie de juegos y actividades.

Visitas de fin de semana

Las actividades para escolares son desarrolladas a lo largo del año, durante los días lectivos, por el equipo de educadores ambientales de GREFA. Pero esta ONG también organiza visitas guiadas a sus instalaciones para el público en general, para lo cual se reservan los fines de semana y los días festivos. El número total de este tipo de visitantes en 2018 ha sido de 3.427, distribuidos entre familias, asociaciones, empleados de empresas y otros grupos.

Las actividades para escolares son desarrolladas durante los días lectivos por el equipo de educadores ambientales de GREFA. Pero esta ONG también organiza visitas guiadas para el público en general los fines de semana y los días festivos.

Un monitor especializado acompaña en todo momento a los visitantes explicándoles los problemas a los que se enfrentan especies tan emblemáticas como el buitre negro, el águila de Bonelli, el cernícalo primilla, la lechuza y muchas otras. De igual modo, conocen de primera mano cómo funciona un hospital de fauna y cómo actuar si se encuentran alguna cría o polluelo o algún animal salvaje herido o incluso muerto.

“Para fomentar la participación de los visitantes, los grupos son reducidos, de un máximo de veinte personas por monitor, por lo que se suelen llenar con facilidad y se hace necesario reservar con antelación”, indica Fernando Blanca, coordinador del Departamento de Educación Ambiental de GREFA.

[quote]

En ayuda del águila de Bonelli

águila de BonelliLa prioridad otorgada por la Unión Europa para recuperar a una especie tan emblemática y amenazada como el águila de Bonelli ha llevado a GREFA a liderar un ambicioso proyecto internacional de cinco años de duración en favor de esta rapaz: AQUILA a-LIFE. En este proyecto la labor de sensibilización tiene un papel relevante, por lo que GREFA ha incorporado a su programa educativo recursos que permiten trasmitir los objetivos y las acciones que se están llevando a cabo a favor del águila de Bonelli.

GREFA defiende que es fundamental que los más jóvenes sean conscientes de la huella que deja el ser humano en la naturaleza. «Por eso tenemos tanto interés en hablarles de cambio climático o de la presión que ejercemos sobre los ecosistemas, por poner unos ejemplos de un discurso que debería ser parte de una asignatura obligada en los centros escolares», indica Blanca.

[/quote]

Rocío Ramos-Paul: “Muchos padres se dieron cuenta de que no están solos”

Supernanny es la responsable de que términos como límites y normas se mencionaran cada vez más y se aplicaran con mayor frecuencia en las casas españolas. Así es como estos conceptos y la psicóloga que los ha extendido han evolucionado en la última década.

Por Ana Veiga

Seguramente a muchos el nombre de Rocío Ramos-Paul os resulte familiar pero probablemente todos sepáis quién es Supernanny. Este personaje fue durante 8 años el alter ego televisivo de la psicóloga. Hoy en día, Rocío sigue presente en los medios a través de colaboraciones en radio, televisión y prensa escrita pero trabaja principalmente desde las trincheras de su Centro Psicológico en Madrid. Hablamos con ella para ver cómo ha evolucionado su trayectoria y la educación en España desde entonces.

-¿Aún te persigue la fama de Supernanny?

-Sí, pero no me disgusta. Le tengo mucho cariño. Aunque siento que me hace muy responsable de todo lo que digo; a veces pienso ‘como diga una barbaridad… ¡imagínate!’ (risas) pero me encanta porque me ha permitido dar visibilidad a mi trabajo, que es la psicología.

-¿Qué es lo que más ha aportado Supernanny a la conciencia colectiva?

-En aquel momento, le descubrimos a la gente que había profesionales que podían trabajar con ellos las dificultades. Y sobre todo, muchos padres y madres se dieron cuenta de que no estaban solos y de que, por ejemplo, su único no era el único que se ponía hecho un toro cuando le decían que no. Cuando vamos por coles, los profesores nos comentan cómo a raíz del programa cada vez más padres comenzaron a entender las intervenciones que se estaban llevando a cabo en el colegio.

-¿Y qué se ha quedado en los padres a día de hoy?

-Hablan mucho de los límites. Sin embargo, hay que matizar que el programa de Supernanny trabajaba solo la conducta porque yo quise centrarme en eso. En el centro, trabajo también lo cognitivo, la emoción, los pensamientos, lo fisiológico… Pero siempre tuve claro que un programa de tan poca duración solo podía trabajar la conducta, porque lo otro se hubiera quedado a medias. Entonces, en el programa nos centrábamos en los premios y castigos para modificar una conducta. Y creo que es lo que más ha quedado: premios, castigos, normas, límites y hábitos. Luego cuando estás en consulta, trabajas más áreas y más tiempo.

Siempre tuve claro que un programa de tan poca duración solo podía trabajar la conducta, porque lo otro se hubiera quedado a medias.

-¿Cuáles son los casos más comunes que ves en tu centro psicológico?

-Tenemos muchos adolescentes por disminución del rendimiento escolar; a partir de 1º de la ESO hay mucho de falta de motivación al estudio, mucho de normas y límites, mucho de ansiedad… La ansiedad es una sintomatología presente en un montón de casos. Si un chaval es víctima de acoso escolar, tiene ansiedad; si otro está hiperexigido por su padres – que es algo que vemos mucho últimamente -, tiene ansiedad. Si veo que no puedo establecer relaciones de pareja porque tengo problemas de relaciones sociales pues también nos vamos a encontrar con que es ansiedad. La ansiedad no siempre es mala. Es lo que hace que estemos atentos y alerta para empezar a funcionar. Pero cuando nos impide hacer cosas que queremos hacer y nos bloquea, entonces sí que hay que desbloquearla. Además, el ritmo general de vida que tenemos en la sociedad de hoy es ansioso porque es muy activo, al menos en las ciudades. El ritmo de vida que llevamos es muy rápido y transmitimos eso a nuestros hijos. Pero no me gusta culpabilizar a nadie. Este es el ritmo que hay y nosotros como padres y madres tendremos que buscar cómo hacer hueco. Sí es cierto que tenemos que respetar los tiempos de los niños porque son distintos pero si te levantas a las 8 y ya estás gritándole con vamos que tienes que vestirte, corre que hay que ir al cole… quizá no es el ritmo que el niño necesita. ¿Esto es malo? Depende. También hay que respetar la norma de ir al cole y llegar puntual, que también es muy importante.

El ritmo de vida que llevamos es muy rápido y transmitimos eso a nuestros hijos.

-¿Cómo encontrar equilibrio entre normas y respetar sus tiempos?

-Eso es lo más complicado del mundo. Habrá días que habrá que salir corriendo y otros que podemos hacer las cosas más tranquilos. Por ejemplo, podemos intentar que el domingo sea un día para desayunar tranquilo con mis hijos, charlar y contarnos cosas o hacer planes sin tener que correr. Pero de lunes a viernes, hay que acostumbrarse a un horario porque es una norma que hay que cumplir. Lo contrario sería que cada niño entrara a la hora a la que se despierte… pero desgraciadamente esto no facilita la convivencia.

Normas y límites

-¿Son los límites el camino para una mejor convivencia con nuestros hijos?

-Los límites son fundamentales. El mundo de la educación tiene muy clara la necesidad de límites. De hecho, la inmensa mayoría de los padres que recibo en consulta me dicen ‘esto en el colegio no le pasa, pero en casa sí’. Quizá en los padres vemos muchas formas diferentes de educar; en algunos casos pues el niño se pone farruco, te da miedo y por no enfrentarte, no pones el límite… Los dos grandes errores de los padres con respecto a los límites son los extremos: o son muy laxos o ponen demasiados límites. El niño tiene que estar limitado, tiene que aprender ‘puedo llegar hasta aquí, más allá no’, pero a veces los padres no saben cómo ponerlos. En nuestro centro enseñamos a los padres cómo poner límites, porque no ponen o porque ponen muchos. A veces nos encontramos con padres a los que hay que enseñar a relajarse.

-¿Hay que escoger las batallas que libramos?

-Siempre. Sino te conviertes en un ogro… Y más con adolescentes.

-Con adolescentes se complica aún más.

-Con los adolescentes el planteamiento es distinto porque entra la negociación. No te queda otra que negociar. Y para negociar tienes que hacer concesiones, igual que las tiene que hacer tu hijo; y esto los padres lo llevan fatal pero pasa en cualquier negociación. Y ahí sale en los padres la frase de ‘es que cuando a mí mi padre me decía algo, yo no le replicaba’. Ahí les explico que hemos hecho niños más inteligentes y que cuando el niño tenía 3 años, le podías decir que sí pero con catorce no vale el es sí porque sí, necesitan razones.

En realidad, es genial que tu hijo pregunte porque significa que lo has estimulado para que piense y eso es maravilloso. Pero ahora tenemos que negociar y enseñarle a establecer una relación contigo de adulto. Y eso significa: tu cumples tu parte de responsabilidad y yo cumplo la mía de darte el beneficio pactado. Generalmente lo que piden los adolescentes siempre está relacionado con aumentar su autonomía y prepararse para la vida de adulto: salir sin los padres, gestionar su dinero…

Es genial que tu hijo pregunte porque significa que lo has estimulado para que piense y eso es maravilloso.

-Hablamos de límites pero ¿y el premio? ¿Los padres son conscientes de la necesidad de premiar, del refuerzo positivo?

-Hoy en día, se está denostando mucho el premio y el castigo pero yo estoy completamente a favor. Hay que aplicarlos bien, pero aplicarlos. Si no existe un comporta- 8 educar hoy miento, lo tengo que premiar para que aparezca. Luego tendré que retirar el premio y a la larga veremos que se va a motivar él solo pero muy a la larga. La motivación interna es muy posterior pero primero viene la externa. Con el castigo pasa lo mismo. Tengo que aplicar el castigo bien y no solo eso, tengo que mezclarlo con el premio. Es decir tengo que retirar algo que le gusta y para esto el Fortnite es maravilloso (risas). Puedo retirarle tiempo de ese u otro juego que le guste. Y por eso le digo a los padres que es importante saber qué le gusta a su hijo y hablar con ellos, para poder establecer negociaciones. Yo tengo que saber qué le gusta y qué no y hay muchos padres que no saben qué les gusta o qué no.

-¿No lo saben? ¿Notas falta de comunicación?

-Sí, y esto lo trabajamos mucho en nuestro centro. Trabajamos con los padres y les mando una serie de preguntas para que sepan qué les gusta a sus hijos. ¿Les gusta jugar contigo? ¿Qué tipo de juegos les gustan? ¿Les gusta que les des un beso? ¿Qué tipo de materiales les gustan? ¿Qué tipo de música? Hay veces que tienes que enseñar a los padres sobre lo que les gusta a sus hijos.

-¿Cuál es la clave para aplicar bien el premio y castigo?

-Tiene que ser algo en igual en intensidad. No le puedo decir a mi hijo ‘o recoges en 1 minuto o tiro todos los juguetes a la basura’ porque no lo vas a tirar. Ni le puedes decir a un adolescente ‘o te callas o te vas de casa’ porque no se va a ir, le vas a abrir la puerta igual. Tiene que ser lo más próximo posible a la conducta que quiero que disminuya. Por ejemplo, ‘recoge los juguetes o sino los guardo dos días y cuando vuelva a estar la habitación recogida, te los devuelvo’. Igual que no le puedo decir en enero ‘si apruebas todo, en agosto te dejo irte a Irlanda’. Si apruebas esta primera evaluación qué ocurre, en la segunda qué va a ocurrir y ya si apruebas la tercera, entonces hablaremos de Irlanda. Es importante también premiar más el esfuerzo de niño que el resultado del mismo (las notas).

-Hoy en día hay muchas teorías sobre cómo educar. ¿Quizá los padres están más confusos sobre lo que deben o no deben hacer?

-A mí me gusta verlo en positivo y me encanta ver cómo la gente se informa. Creo que hay una preocupación real por ver cómo educamos a nuestros hijos y eso es maravilloso. En la era en la que estamos, tenemos mucho más acceso a la información y por tanto a más teorías. Y en ese sentido yo soy muy respetuosa. ¿Quieres dormir con tu hijo? Duerme con él. ¿Quieres castigarlo o no quieres castigarlo? No lo castigues. Suelo decir que a mi me viene muy bien porque cuando prueban cosas y algunas no funcionan, viene a verme a mi gabinete (risas) y entonces vemos cómo hacemos.

Creo que hay una preocupación real por ver cómo educamos a nuestros hijos y eso es maravilloso.

La relación con los hijos

-¿Además de psicóloga, también eres madre? ¿Cuáles son tus retos personales?

-Sí, tengo un hijo casi adolescente y otro muy pequeño. Pero yo siempre cuento que en casa no soy Supernanny y que, igual que digo a los padres que se tienen que equivocar, yo me equivoco también. Me permito equivocarme las veces que haga falta y me siento a gusto con eso. La ventaja que tengo es que lo veo venir cuando me voy a equivocar (risas) y puedo pensar cómo remonto o incluso pedir consejo a mis compañeras del centro. Lo que es cierto es que el vínculo emocional que tienes con tu hijo no lo tienes con otra persona.

En general, parto de la base de que un padre hace lo que cree que es mejor para su hijo. ¿Se equivoca? Seguramente, y para eso estamos los profesionales de la psicología porque a veces ese amor te vuelve menos objetivo. Hay gente que en su vida profesional es muy capaz pero que se bloquea con la relación con sus hijos. La parte emocional te bloquea.

-¿Entonces tu mayor reto en tu familia es conseguir esa objetividad?

-¡Qué va! Como todo el mundo, mi reto es ser feliz y que mis niños sean felices también.

-¿Te han salido niños fáciles?

-(risas) Mis niños son como todos los niños del mundo. Y eso es maravilloso. No hay nada mejor que la normalidad.

-Y sobre los padres que suelen ir a tu consulta ¿cuál es el reto o preocupación que más te plantean?

-Las normas y límites es uno de los temas que más vemos, especialmente a partir de un año y medio hasta los cuatro o cinco. Con siete u ocho años vuelven a venir por normas y límites porque, dependiendo de cómo hayamos manejado las rabietas en los primeros años, tendremos más o menos dificultades en cómo responden a esta segunda fase. Y con esos ocho años empieza también el tema de los estudios: rendimiento, motivación, dificultades que puedan tener… Con esa edad vemos también mucho a niños sobreprotegidos que son muy miedosos y presentan mucha ansiedad. O niños de padres muy exigentes que también pueden tener bloqueos a nivel académico y social. Tengo también muchos padres de adolescentes que solo vienen un par de consultas para comentar dificultades que están viendo. Yo les digo ‘tienes un adolescente en casa y vas a pasar por determinadas cosas, no te preocupes’.

Es normal enfrentarse con situaciones que quizá no sabemos manejar. Lo importante es ponerse en manos de profesionales para que nos ayuden con pautas. A veces las pautas que se dan a padres de adolescentes son tan fáciles – y difíciles como ‘entra a casa y da las buenas tardes, aunque esté todo tirado, aunque no esté estudiando…’ porque si entras y lo primero que dices es ‘estás hecho un vago’ pues ya se ha liado.

Las normas y límites es uno de los temas que más vemos, especialmente a partir de un año y medio hasta los cuatro o cinco.

-El problema es que a veces es difícil entrar calmado…

-Ahí tienen que preguntarse si, cuando entran a la oficina, lo hacen gritando ‘ya estáis todos mirando al infinito y sin hacer nada’. No, ¿no? Pues no sé por qué lo haces con tu hijo.

La adolescencia: cada vez antes y con más retos

-Antes comentabas que hay cosas a las que te enfrentas ‘cuando tienes un adolescente en casa’. ¿Todos los padres saben que tienen un adolescente en casa?

-No, muchos no lo identifican. Muchas veces las preocupaciones se calman solo explicándoles que es lo habitual, que se es lo que le toca a su hijo el vestirse de otra manera o contestar mal… le corresponde ir con gente que puede no gustarte. Pero está dentro de la normalidad y todos a su edad lo hacíamos también. Otra cosa es que para ti esas situaciones impliquen conflictos a nivel familiar y una dinámica de discusión que quizá no te guste. Muchas veces a los padres de adolescentes hay que recordarles ‘oye que este niño es tu proyecto personal y que también hay que aprender a disfrutarlo’.

-¿Se hacen adolescentes más rápido?

-Se adelantan las cosas mucho, sí. También se alarga la edad de adolescencia por arriba. Esta es una de las dificultades que más me encuentro. Si están ya consumiendo alcohol con 14 años, no están preparados ni física ni mentalmente. O lo mismo pasa al darles un móvil con 14 años. La incorporación al mundo adulto debería ser a posteriori, cuando haya un mayor autocontrol.

-Por ejemplo, ¿qué edad es la recomendable para darle un móvil?

-Los chavales siempre van a pedir beneficios: salir hasta más tarde, tener dinero, un móvil… En todas estas cuestiones siempre planteo lo siguiente: ‘no lo hagas si no ha cumplido antes con una responsabilidad que le has indicado’ y puede ser la que tú quieras: una hora de estudio, el orden la habitación, el cuidado de sus hermanos pequeños… cualquier cosa. Pero si cumple con su parte, me demuestra que es responsable y, si lo es, puede serlo para llevar a cabo el beneficio que me ha pedido. Si tú das un móvil sin más, luego vienen los padres y dicen ‘es que está todo el día con el móvil’ y yo les pregunto ‘¿pero quién le ha dado el móvil?’. Antes de dárselo hay que evaluar si es responsable, si podrá usarlo bien y qué normas tiene que cumplir para tenerlo. Y pensemos qué pasará si lo usa mal o qué castigo tendrá si lo pierde.

-¿Los padres se plantean estas cuestiones cuando ya es tarde?

-Nunca es tarde. Simplemente, es más fácil establecer normas y límites antes de darles el móvil que no ponerlas, dárselo y luego quitárselo si lo usan mal. Quitárselo es una lucha. Si hay que hacerlo, se hace; que no se preocupen. Todo se puede hacer pero hay etapas donde se hace mejor que en otras.

-Para los padres que se estén planteando acudir a tu centro, ¿cómo es el proceso?

-Primero vemos siempre a los padres a solas. Una vez que se hace la primera sesión con los padres, el psicólogo va decidiendo cuándo y cómo se harán las siguientes. Normalmente si son muy pequeños (de dos a cuatro años) los vemos poco porque el trabajo para el cambio de actitud se hace con los padres. Cuando son más mayores, sí que empiezan a venir sistemáticamente. También trabajamos con coles, a veces para ver cómo está el niño en clase o para hablar con profesores y orientadores. En www.rocioramos-paul.com tienen toda la información. El centro está en Madrid aunque también hacemos sesiones online para personas que residen lejos.

Unos hábitos saludables desde la infancia podrían prevenir casos de cáncer

Adquirir unos hábitos saludables durante la infancia puede ayudar a prevenir el desarrollo de algunos casos de cáncer en la edad adulta.

Cada 4 de febrero se celebra el Día Mundial contra el Cáncer, una enfermedad con una elevada prevalencia que cada vez nos preocupa más. Solo en 2019 se calcula que se alcanzarán los 277.700 diagnósticos de esta patología por lo que la prevención se vuelve fundamental.

Los malos hábitos alimentarios, el tabaquismo, el consumo de alcohol y el propio envejecimiento incrementa el riesgo de sufrirlo. Por ello, la prevención, detección precoz y un tratamiento adecuados resultan cada vez más eficaces, y es aquí donde la alimentación resulta importante: comer bien podría ayudar a prevenir en hasta un 40% el riesgo de sufrir algunos tipos de cáncer -mama, colon, recto, riñón, esófago y otros-. Algo que cobra todavía más importancia durante la infancia: unos hábitos sanos desde pequeños les convertirá en unos adultos más sanos y, consecuentemente, con un posible menor riesgo de padecer esta enfermedad.

No existen los alimentos ni las dietas «anticáncer»

Julio Basulto, dietista-nutricionista, y Juanjo Cáceres, historiador experto en alimentación, afirman en el libro ‘Dieta y cáncer’ que no existen las dietas ni los alimentos anticancerígenos. Señalan, eso sí, que es posible reducir las posibilidades de padecerlo: «El factor que más determina padecer un cáncer se llama edad; porque tus células van mutando. Y precisamente como es una enfermedad que se desarrolla con la edad, lo cierto es que si tú estás durante un año siguiendo un buen estilo de vida, habrás disminuido muy poco las posibilidades de padecer un cáncer, pero si estás 40 años de tu vida manteniendo esos hábitos saludables probablemente habrás reducido mucho tus posibilidades».

Así, la alimentación saludable desde la infancia, además de unos hábitos adecuados en el hogar, contribuyen a que a futuro nuestros hijos los mantengan y gocen de una mejor salud. Como siempre, el ejemplo de los padres se vuelven fundamental para que haya mayores posibilidades de que se repitan esos patrones. Y aunque parezca algo sin importancia a priori, lo cierto es que el ejemplo que damos nuestros hijos tiene un efecto enorme en ellos a futuro ya que es en nosotros en los que los pequeños encuentran su mejor fuente de aprendizaje.

 [quote]

Ideas para mejorar nuestros hábitos familiares

Muchas veces pensamos que en realidad no comemos tan mal. O que hacemos suficiente ejercicio. O que nuestros hábitos en general son los más adecuados. Sin embargo nunca está de más revisarlos de cara a ver si tienen margen de mejora. Algunas ideas:

  • Elegir caminar en lugar de el coche siempre que se pueda.
  • Practicar algún deporte juntos al menos una vez a la semana: jugar a la pelota, al pin pon, ir a la piscina a nadar…
  • Reducir el consumo de ultraprocesados y de azúcar en todas las comidas y sustituir bollería o zumos por fruta fresca.
  • Aumentar el consumo de productos frescos, verduras y frutas.
  • Hacer una compra más saludable convirtiendo a los más pequeños en detectives de supermercado: aprender a leer con ellos las etiquetas, elegir productos frescos y analizar qué alimentos son más saludables.

[/quote]

¿Tímido? No, mutismo selectivo

Vaya, ¿te ha comido la lengua el gato?”. El mutismo en un menor no suele causar reacciones más graves que ésta, o si el problema persiste se le augura con facilidad una rápida mejora: “Sólo es una fase; ya se le pasará”.

 

Por Javier Peris

Pero si el niño o la niña sigue sin hablar en determinados entornos o ante personas concretas, la situación puede agravarse hasta derivar en una fobia social si el problema no lo trata un profesional. La psicóloga Patricia Díaz Seoane es una de las primeras psicólogas en España que tratan el mutismo selectivo: “Son niños normales que por alguna causa, seguramente una mala experiencia, responden con el silencio ante un ambiente o grupo de personas, generalmente en el ámbito escolar pero también con miembros de la familia extensa, vecinos y en otras circunstancias muy variadas”. La reacción habitual -y comprensible- es atribuir estos silencios a la timidez propia de la edad. La familia y los maestros aplican entonces al menor una sobreprotección (se promueve, por ejemplo, que otros respondan por él) que en realidad sólo consigue consolidar el comportamiento del niño y aplazar la resolución del problema.

La reacción habitual -y comprensible- es atribuir estos silencios a la timidez propia de la edad.

El papel del profesor

El mutismo selectivo puede aparecer en cualquier edad, también en adolescentes y jóvenes, pero es más habitual en el ámbito escolar y en la etapa de Infantil. “El pronóstico es bueno -explica Díaz Seoane- si se actúa a tiempo, y aquí es fundamental el papel de los profesores. En general, la atención del profesorado en estas etapas tan tempranas suele ser tan adecuada como intensa; el problema surge cuando el docente no sabe a lo que se enfrenta”. Un inconveniente añadido es que el adulto -la familia, el maestro- muchas veces es incapaz de detectar la ansiedad que produce en el menor una situación o un entorno concreto. Lo que parece trivial para un adulto, en la mente de un niño puede ser dramático.

Patricia Díaz resalta la improcedencia de la presión excesiva que, lejos de paliar el problema, lo agrava siempre. La psicóloga cuenta el caso de un profesor de inglés que, seguramente con la mejor de las intenciones, presionó a una chica de 6 años a decir al menos ‘goodbye’ si quería salir de la escuela… La niña acabó yéndose a casa a las 8 de la tarde y sin abrir la boca. Con frecuencia se atribuye el comportamiento a la expresión silenciosa de una rebeldía de origen incierto; otras veces se deriva al alumno al otorrino por si el mutismo se debe a problemas de deglución o a experiencias de entubamiento. Aunque el diagnóstico más recurrente se suele resumir con el “son cosas de la edad” y el tratamiento con una apelación a la paciencia.

Con frecuencia se atribuye el comportamiento a la expresión silenciosa de una rebeldía de origen incierto; otras veces se deriva al alumno al otorrino por si el mutismo se debe a problemas de deglución o a experiencias de entubamiento.

La colaboración de la escuela es, en fin, fundamental, y “afortunadamente -asegura Díaz Seoane- los psicólogos empiezan a manejar el mutismo selectivo en sus diagnósticos diferenciales”. Y a partir de ahí, el tratamiento. ¿Cómo ayudarles? Para Patricia Díaz el modelo más idóneo en este caso es el cognitivo conductual: “A mis pacientes les resulta muy eficaz jugar; y al incentivo de la diversión se suma un premio. Pero no debo proponer una actividad que el menor no quiera hacer”.

Existen otras propuestas de tratamiento, un tanto aparatosas, como la filmación trucada. Se graba por separado al profesor y al alumno que no le habla, y se montan las imágenes de forma que parezca una conversación entre ellos. El propósito es hacer ver al niño que esa relación es posible, natural e inocua. “El problema -opina la psicóloga Díaz Seoane- es que la eficacia de esta terapia depende del éxito del engaño, y esto sólo es posible en edades no superiores a los tres años, cuando todavía es difícil identificar un mutismo selectivo”.

Diagnosticar a tiempo

Paula tiene ahora quince años y padece fobia social pese a habérsele detectado un problema de mutismo selectivo en Primaria. “Mientras se aplicó un refuerzo positivo las cosas evolucionaron bien -recuerda su madre-, pero un desafortunado cambio de profesores torció el asunto. Le llegaron a decir que no sería nada en la vida si no hablaba, que sería una fracasada”.

Para evitar que se repitan historias como la de la Paula, su madre y otras familias que sufren el mismo problema impulsan desde hace pocos meses la Asociación Española de Mutismo Selectivo y Ansiedad (AMSTA). Son ya casi medio centenar sus asociados, pese a que “en España apenas se conoce este trastorno; sí, en cambio, en muchos países de Latinoamérica, y se contempla desde hace años en el National Health Service británico”.

Y ése es precisamente el primer muro que hay que derribar: “En las escuelas españolas el mutismo selectivo sigue siendo un gran desconocido, que se asocia sin más a la timidez. Hay que tratarlo a tiempo porque si no acabará en una fobia social, mucho más difícil de curar”.

[quote]

Lo que no se debe hacer

La Asociación Española de Mutismo Selectivo y Ansiedad resume esta serie de prevenciones en el trato con los niños afectados. Esto es justo lo que NO se debe hacer:

Realizar comentarios que hagan referencia a que el chico o chica no habla, incluso en positivo (“ha hablado en clase”; “ha cantado en música”), o justificarle ante otras personas cuando no responde a preguntas (“es que es muy tímido”).

Hacer comparaciones con otros hermanos, compañeros o niños.

Reñirle, anticiparle consecuencias negativas o amenazar con castigos.

Forzarle a hablar en situaciones sociales que le pongan nervioso.

Mostrar ansiedad, preocupación o enfado ante su comportamiento.

[/quote]

"Cafarnaúm", cuando los niños son obligados a convertirse en adultos antes de tiempo

 

La libanesa Nadine Labaki estrena una película que cuestiona la educación que ofrecen a sus hijos unos padres desbordados por las circunstancias vitales

Por José María Aresté

Siete años ha tardado la también actriz libanesa Nadine Labaki en volver a dirigir una película, tras ¿Y ahora adónde vamos?, que siguió a su debut Caramel. Y para la ocasión cambia de tono, la luminosidad de sus otros filmes, un aire festivo y de comedia muy característico desaparece, la narración se torna sombría y dura, sólo el hecho de que el protagonista sea un niño, Zain, suaviza algo el reguero de penalidades que se nos cuentan, aunque se trata de un chaval endurecido, obligado a ingresar en la edad adulta antes de tiempo. Cafarnaúm ganó el Premio del Jurado del Festival de Cannes y ha sido nominada al Oscar a la mejor película extranjera.

La película está enmarcada por un juicio, en que Zain, de unos estimados doce años, se encuentra acusado de haber apuñalado a alguien, aunque él a cambio, devuelve la acusación hacia sus padres, para echarles en cara la responsabilidad de haberle traído a este mundo sin estar preparados para ejercer como progenitores. Y seremos testigos de su vida penosa en Cafarnaúm, una simbólica población libanesa, donde Zain es el mayor de una numerosa familia, que vive hacinada en su hogar, y donde todos sus componentes, si su edad lo permite, realizan trabajos en la calle para traer dinero a casa.

Zain resulta sorprendentemente maduro para sus años, detecta situaciones injustas, quién puede querer abusar de su hermana, o los planes de boda de los padres para con ella; y cuando la madre de un niño etíope, casi un bebé, desaparece, se hace cargo de él, busca alimentos, procura que esté lo mejor atendido posible. El mundo de los refugiados, de las ayudas, el sueño de llegar a un país de acogida donde todo sea diferente, asoma en lo que viene a ser una especie de parábola sobre las injusticias del mundo, que recuerda por momentos a Nadie sabe, del japonés Hirokazu Koreeda, aunque el film que nos ocupa transcurre en el bullicio de una gran ciudad degradada gran parte del tiempo. Aunque hay actores profesionales en el reparto, como la propia directora, se ha optado por no profesionales, como es el caso del pequeño Zain Al Rafeea, muy expresivo y presente prácticamente durante toda la película.

La mirada de Labaki y su extenso equipo de guionistas es pesimista, hay en general un actitud condenatoria hacia los adultos, que matan la inocencia de los seres humanos que traen al mundo, sin opciones para que los niños sean ellos mismos, y puedan labrarse una identidad que permita sonreír ante el futuro; es lo que sugiere el último plano del film, que quiere ofrecer un atisbo de esperanza, aunque no sea muy coherente con lo que hemos visto el resto del tiempo.

 

[quote]

cartel_cafarnau_m_oscar_bafta_7799

 

Capernaum. Líbano-Francia-EE.UU. 2018.

Drama. 120 minutos.

Dirección: Nadine Labaki.

Guión: Nadine Labaki, Khaled Mouzanar.

Intérpretes: Zain Al Rafeea, Yordanos Shiferaw, Boluwatife Treasure Bankole, Kawthar Al Haddad, Fadi Kamel Youssef, Cedra Izam, Alaa Chouchnieh, Nadine Labaki.

 

 

[/quote]

 

 

cafarnaum-37966-g6

Entrevista a Nadine Labaki

 

Se nota que Cafarnaúm es un proyecto muy personal, nada más sentarte con Nadine Labaki para hablar de la película. La directora me habla con pasión de una obra que trata problemas muy reales.

 

¿Por qué dio a la película el título Cafarnaúm?

Originalmente Cafarnaúm es una ciudad bíblica, situada en Palestina, y a la que Jesús impreca hablando de su destino, asegurando que descenderá al infierno. Pero en francés, desde el siglo XVIII que yo sepa, se empieza a utilizar literariamente como sinónimo de caos, que creo que a su vez lo tomaba de los escritores árabes. En el colegio era un término que se utilizaba cuando había lío. Jaleo y desorden. Yo lo usaba en mis redacciones escolares.

Pero también, cuando trabajaba con mis coguionistas en las ideas de esta película, cosas que están mal en mi país, me venían a la cabeza desordenadamente. Pensaba en niños maltratados, trabajo infantil, matrimonios concertados de niñas núbiles, el modo en que se trata al servicio doméstico. Eran muchas cosas. Y mi marido me aconsejó que lo fuera anotando todo en una pizarra. Y ahí fui anotando todas esas ocurrencias, y la mejor definición que se me ocurría de todo aquello, es que era un “Cafarnaúm”, un caos.

Así empezó. Empezamos con el título, fue el inicio de todo, antes de tener siquiera un guión.

¿Siempre pensó en una mirada infantil? Para un espectador siempre resulta más fácil empatizar con un niño.

Poco después de tener mi lista en la pizarra, una noche volvía de una fiesta y mi automóvil se detuvo ante un semáforo en rojo. Ahí vi en la acera a una mujer que pedía limosna con un niño de año y medio. Era plena noche. Miré al niño y pensé que lo único que quería la criatura era dormir. Pero no podía. La luz se lo impedía, el ruido del tráfico, su propia madre. Y pensé que ese niño lo único que reclamaba en ese momento era poder dormir, y no se le concedía ese elemental derecho.

Esto me impactó. Cuando llegué a casa, tomé una hoja de papel y dibujé una cara. La cara de un niño con la boca abierta, gritando, ‘no quiero vivir’, ‘no quiero estar en este mundo’. No soy muy dada a escribir, a llevar un diario, pero no me pude contener, empecé a garabatear, ‘no quiero vivir en este mundo de adultos’, ‘no quiero’.

Aquí fue cuando me decanté porque el protagonista fuera un niño. Pero esto fue hace cuatro años, antes de conocer a Zain [Al Rafeea] para la película. Lo curioso fue que, al ver las fotografías para el casting, me di cuenta de que era el mismo niño que había visto años atrás. Para mí el inicio de todo fue la necesidad de dar voz al niño que vi en la calle, y escuchar lo que tuviera que decir.

Llama la atención la madurez de Zain, realmente parece más adulto que los adultos, y mucho más responsable. ¿Buscó esa inversión de roles, adultos que actúan como críos, un chaval que sabe lo que hace?

Desde luego. Es el dicho de que “la verdad sale de la boca de los niños”. Vivimos en un mundo de locos. Y los niños piensan instintivamente, con una pureza e inocencia primigenias. No están influenciados por los códigos de la sociedad y los políticos, y dicen la verdad espontáneamente, lo que ven, lo que sienten. Los adultos han convertido el mundo en un Cafarnaúm. Estamos destruyendo literalmente lo que tenemos. Y Zain se ha vuelto sabio, porque ha pasado por muchas cosas. Y el niño real que lo interpreta también es así.  Sabe lo que es la violencia. Sus ojos han visto mucho. Y es analítico, reflexiona y utiliza la lógica.

Me viene a la cabeza una comparación, alguien me dijo en una ocasión que los hombres nacen como las mariposas, libres para volar, con el pensamiento abierto a todo tipo de ideas, sin reglas ni códigos, no estamos encasillados. Y mueren como las orugas, hechas un ovillo, encerradas en sí mismas.

Ha habido un sector de la crítica que ha puesto en solfa la película, precisamente por el protagonismo infantil, con el que supuestamente estaría manipulando sentimentalmente al espectador. Los más radicales acuñaron en Cannes el término “pornomiseria”. ¿Qué puede decir al respecto?

Es duro escuchar estas barbaridades cuando intentas hacer algo puro e inocente, y tratar un problema con profundidad. Cuando escuché tal término, ni siquiera imaginé que pudiera existir. ¿Qué significa eso? No lo entiendo. ¿Expresar tus sentimientos, decir lo que piensas, mostrar la realidad, es “pornomiseria”? En Francia se ha puesto de moda la “retenue”, la contención, la idea de reprimir las emociones. Algo te puede doler pero que no se te ocurra exteriorizarlo, tragátelo. Pues lo siento, pero no puede resolver los problemas emocionales de estas personas haciéndoles el seguidismo.

Cuando estás tan comprometido con una obra, no puedes entender que alguien reaccione de este modo. Me parece muy cínico. Sentarte en un café, en Madrid o en París, y negar que un problema existe. Sí que existe. Basta con salir y ver los cinturones de miseria que hay en cualquier ciudad, mirar a derecha e izquierda. La película es muy sobria. No se usa música u otros recursos. Las emociones fluyen de un modo muy natural.

Al principio me dolió escuchar esto, pero luego he terminado alegrándome, porque me ha permitido explicarme y entender que esta historia debía contarse. Y que debo seguir adelante. Hay que gente que no quiere mirar a lo que ocurre y yo quiero mirar. Hay un problema en el mundo real, que debe resolverse. En cualquier caso, no puedes contentar a todos.

La red municipal de Familia e Infancia atiende anualmente a 50.000 familias

En Madrid hay doce centros de Atención a la Infancia (CAI), en los que trabajan más de 200 profesionales especializados, que han atendido a más de 13.800 menores en 2018 y a sus familias.

El pasado 25 de febrero se organizó un encuentro con los medios para dar a conocer el funcionamiento del sistema de detección del riesgo social y protección a la infancia en el Ayuntamiento de Madrid. La alcaldesa de la ciudad, Manuela Carmena, estuvo acompañada de la delegada de Equidad, Derechos Sociales y Empleo, Marta Higueras, y con el pianista británico y activista a favor de la protección de menores, James Rhodes, en el centro de Atención a la Infancia (CAI) de Latina.  Una visita que, para la alcaldesa, tenía un objetivo claro: “Hacer una reflexión sobre el drama que supone la violencia contra la infancia”. Por ello agradeció a Rhodes  su activismo en esta lucha: “Explicar lo que a uno le ha pasado, esas cicatrices que se van a quedar para toda la vida, es de una valentía que hay que reconocer”.

Los CAI, junto con los Servicios Sociales de atención primaria, atienden a las familias en las que existen graves disfunciones que colocan a los menores en situación de desprotección, riesgo o desamparo. Su objetivo prioritario es ofrecer ayuda y competencias a estas familias para que puedan prestar un mejor cuidado a sus hijos e hijas y evitar la adopción de medidas de protección que desembocaría en la separación de los menores de su entorno familiar. En los casos en que se produce esta situación, los profesionales trabajan para favorecer su reincorporación a la familia del modo más rápido y adecuado.

La red de atención de la dirección de Familia e Infancia, a través de los CAI y el resto de programas, atiende anualmente a 60.000 menores y a 50.000 familias en sus programas municipales.

Atención especializada

La red municipal de atención especializada en infancia del Ayuntamiento es la única de estas características que existe en España. Actualmente cuenta con doce centros, que atienden a la población de los 21 distritos, en los que trabajan más de 200 profesionales especializados formando un equipo multidisciplinar de expertas y expertos en psicología, trabajo social, educación social, además del personal administrativo. El Área de Equidad, Derechos Sociales y Empleo costean estos centros con 9,1 millones de euros anuales.

La ciudad de Madrid, según el censo de 2018, tiene una población de más de 518.000 menores. El 2,6% han sido atendidos en los CAI que en cifras se desglosa con 13.839 menores y 8.045 familias.

Estos centros cuentan con la colaboración de los centros educativos, los centros de salud, la Policía Municipal, SAMUR Protección Civil, además de otras entidades públicas y del tercer sector. Los profesionales de Atención Social Primaria se coordinan con los profesionales de los CAI en los equipos de trabajo con menores y familias, mediante una reunión semanal en todos los distritos de la ciudad para analizar los casos en los que hay sospechas de desprotección o riesgo de las niñas, niños y adolescentes. Durante 2018 se mantuvieron un total de 746 reuniones en las que se analizaron 6.467 casos.

Situaciones de riesgo

Las situaciones de riesgo que detectan los profesionales en la red municipal son la negligencia de los cuidadores, el abuso sexual, el maltrato y abandono emocional, el maltrato físico, problemas de conducta en los menores o conducta antisocial, complicaciones de salud, discapacidad o adiciones en el menor, absentismo escolar y violencia del menor hacia quienes le cuidan.

Cuando los CAI detectan una situación de desprotección grave, que no se corrige tras trabajar con las familias, se comunica a la Comunidad de Madrid, administración competente en menores, a través de la Comisión de Tutela del Menor.  Durante 2108 se han estudiado 2.509 casos y se han solicitado medidas de protección en el 21% de las situaciones. El 79% de las familias han seguido con la asistencia en los CAI para evitar que tengan que salir de su entorno familiar.

En este sentido, en 2018, el 0,4% de las niñas, niños y adolescentes de la capital han tenido medidas de protección, que se cifra en 1.892 menores de los que el 62,5% están en acogimiento familiar y el 37,5% en residencias o pisos.

Los CAI trabajan con las familias que tienen medidas de protección para que el menor pueda volver a su entorno y en 2018 han pasado por este servicio más de 2.500 familias. También se sigue actuando con las familias en las que no existe desamparo con el fin de mantener la convivencia en el núcleo sin recurrir a las medidas de protección, más de 1.940 familias.

La alcaldesa reclamó tanto la evaluación permanente de las normas para corroborar su eficacia, como  un cambio en el paradigma de las investigaciones judiciales. “Estos procesos a veces profundizan mucho más en las heridas. No se puede abordar estos casos como cualquier otro”. De ahí que abogara por la creación de una comisión permanente de las Cámaras para abordar el problema en su conjunto: “Desde la falta de familias de acogida y el papel protagonista de los abuelos, hasta la reflexión sobre cómo llevar a cabo las investigaciones en los procesos judiciales”.

El grooming o acoso es la mayor preocupación de las familias españolas en Internet

Entre los 5 y los 11 años, el ciberbullying es la principal preocupación de los padres españoles, mientras que a partir de los 12 el grooming (el acoso sexual a menores a través de Internet) crece de forma exponencial. Además, la preocupación porque los niños tengan acceso a contenido pornográfico empieza en España cuando cumplen 9 años, mucho más temprano que en Estados Unidos.

 

Qustodio, la plataforma de seguridad y bienestar digital, ha presentado hoy en una rueda de prensa las conclusiones de su estudio ‘Menores e Internet: la asignatura pendiente de los padres españoles’. El revelador informe incluye más de 2000 entrevistas a madres y padres de toda la geografía nacional y a padres de EEUU, con hijos de entre 5 y 17 años.

“Los resultados de este estudio nos ayudan a entender cuáles son las preocupaciones de los padres en este mundo cada vez más digital”, ha comentado Eduardo Cruz, CEO y co-fundador de Qustodio. “El grooming, la principal preocupación de los padres, así como el ciberbullying y la pornografía se pueden detectar, prevenir y gestionar con la ayuda de Qustodio para una mayor tranquilidad de las familias”.

Según cifras de la Fundación ANAR, el acoso sexual a menores a través de Internet, también conocido como grooming, ha aumentado un 410% en los últimos años. Un dato alarmante en un país en el que casi el 90% de los menores de 10 años dispone de acceso a Internet y 1 de cada 4 tiene un móvil.

A la vista de estos datos, no es de extrañar que el grooming sea lo que más preocupa en Internet a los padres españoles, seguido del ciberbullying y la pornografía. Por rango edad, entre las familias españolas con niños entre 5 y 11 años, el ciberbullying es la máxima preocupación; la inquietud por el consumo de contenido pornográfico que hacen los niños comienza cuando estos cumplen 9 años, mucho antes que, en Estados Unidos, y es a partir de los 12 cuando la preocupación por el grooming crece de forma exponencial hasta ocupar el primer puesto.

Por otro lado, el acceso de los menores a contenido violento ocupa el último puesto en el ranking de preocupaciones en Internet, alcanzando su mayor nivel en el caso de los niños de entre 5 y 8 años.

Supervisión

Según este informe, el uso que hacen los niños de la tecnología sigue siendo una preocupación secundaria para los padres, frente a cuestiones como la educación, la salud y el acoso en España, o el desarrollo psicológico y la comunicación padres e hijos en Estados Unidos.

El nivel de supervisión en el entorno digital viene determinado por la edad de los niños. Así, 6 de cada 10 padres españoles con hijos mayores de 12 años no consideran necesario supervisar el uso que éstos hacen de la tecnología, cifra muy superior a la de las familias estadounidenses (38%). Y eso que el grado de preocupación sobre los riesgos de la tecnología e Internet alcanza su máximo nivel cuando los niños tienen entre 9 y 14 años.

Entre las medidas de control más comunes en España destacan la limitación del tiempo de conexión y la co-presencia durante la conexión del menor. En EEUU optan por medidas como la revisión del historial de búsquedas y el uso de controles parentales. De hecho, el 34% de los padres estadounidenses utiliza alguna de estas herramientas frente al 26% de los padres españoles. En ambos países, su uso es más común en familias con hijos entre 5 y 11 años y disminuye a medida que los niños se van haciendo mayores.

Desde Qustodio, recomiendan a los padres utilizar una herramienta de supervisión y protección que ayude a gestionar el uso que los hijos hacen de Internet y aconsejan hacerlo de forma transparente.

Dispositivos y actividades

Conscientes de que los niños de hoy en día utilizan multitud de dispositivos para acceder a Internet: ordenadores, tablets, móviles, en Qustodio han querido averiguar qué relación existe entre el dispositivo elegido para acceder a Internet con la edad del menor. Así, han observado que el uso de tablets es mayor entre los más pequeños de ambos países. A partir de los 8 años, 11 en el caso de EEUU, su uso comienza a disminuir hasta ocupar el último puesto entre los adolescentes. En el caso de los smartphones, los niños españoles comienzan a utilizarlos de manera habitual mucho antes, a los 12 años frente a los 15 de los estadounidenses.

Si analizamos la actividad de los menores en Internet, YouTube es la primera opción de contenido online para los niños entre 5 y 17 años en EEUU, mientras que en España su consumo presenta una leve disminución a partir de los 14, al ser superado por la utilización de chats y servicios de mensajería instantánea. Además, en España se observa un incremento del uso de Instagram mucho más significativo que en EEUU a partir de los 12 años, haciéndose extensivo durante la adolescencia.