"Cafarnaúm", cuando los niños son obligados a convertirse en adultos antes de tiempo

 

La libanesa Nadine Labaki estrena una película que cuestiona la educación que ofrecen a sus hijos unos padres desbordados por las circunstancias vitales

Por José María Aresté

Siete años ha tardado la también actriz libanesa Nadine Labaki en volver a dirigir una película, tras ¿Y ahora adónde vamos?, que siguió a su debut Caramel. Y para la ocasión cambia de tono, la luminosidad de sus otros filmes, un aire festivo y de comedia muy característico desaparece, la narración se torna sombría y dura, sólo el hecho de que el protagonista sea un niño, Zain, suaviza algo el reguero de penalidades que se nos cuentan, aunque se trata de un chaval endurecido, obligado a ingresar en la edad adulta antes de tiempo. Cafarnaúm ganó el Premio del Jurado del Festival de Cannes y ha sido nominada al Oscar a la mejor película extranjera.

La película está enmarcada por un juicio, en que Zain, de unos estimados doce años, se encuentra acusado de haber apuñalado a alguien, aunque él a cambio, devuelve la acusación hacia sus padres, para echarles en cara la responsabilidad de haberle traído a este mundo sin estar preparados para ejercer como progenitores. Y seremos testigos de su vida penosa en Cafarnaúm, una simbólica población libanesa, donde Zain es el mayor de una numerosa familia, que vive hacinada en su hogar, y donde todos sus componentes, si su edad lo permite, realizan trabajos en la calle para traer dinero a casa.

Zain resulta sorprendentemente maduro para sus años, detecta situaciones injustas, quién puede querer abusar de su hermana, o los planes de boda de los padres para con ella; y cuando la madre de un niño etíope, casi un bebé, desaparece, se hace cargo de él, busca alimentos, procura que esté lo mejor atendido posible. El mundo de los refugiados, de las ayudas, el sueño de llegar a un país de acogida donde todo sea diferente, asoma en lo que viene a ser una especie de parábola sobre las injusticias del mundo, que recuerda por momentos a Nadie sabe, del japonés Hirokazu Koreeda, aunque el film que nos ocupa transcurre en el bullicio de una gran ciudad degradada gran parte del tiempo. Aunque hay actores profesionales en el reparto, como la propia directora, se ha optado por no profesionales, como es el caso del pequeño Zain Al Rafeea, muy expresivo y presente prácticamente durante toda la película.

La mirada de Labaki y su extenso equipo de guionistas es pesimista, hay en general un actitud condenatoria hacia los adultos, que matan la inocencia de los seres humanos que traen al mundo, sin opciones para que los niños sean ellos mismos, y puedan labrarse una identidad que permita sonreír ante el futuro; es lo que sugiere el último plano del film, que quiere ofrecer un atisbo de esperanza, aunque no sea muy coherente con lo que hemos visto el resto del tiempo.

 

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Capernaum. Líbano-Francia-EE.UU. 2018.

Drama. 120 minutos.

Dirección: Nadine Labaki.

Guión: Nadine Labaki, Khaled Mouzanar.

Intérpretes: Zain Al Rafeea, Yordanos Shiferaw, Boluwatife Treasure Bankole, Kawthar Al Haddad, Fadi Kamel Youssef, Cedra Izam, Alaa Chouchnieh, Nadine Labaki.

 

 

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Entrevista a Nadine Labaki

 

Se nota que Cafarnaúm es un proyecto muy personal, nada más sentarte con Nadine Labaki para hablar de la película. La directora me habla con pasión de una obra que trata problemas muy reales.

 

¿Por qué dio a la película el título Cafarnaúm?

Originalmente Cafarnaúm es una ciudad bíblica, situada en Palestina, y a la que Jesús impreca hablando de su destino, asegurando que descenderá al infierno. Pero en francés, desde el siglo XVIII que yo sepa, se empieza a utilizar literariamente como sinónimo de caos, que creo que a su vez lo tomaba de los escritores árabes. En el colegio era un término que se utilizaba cuando había lío. Jaleo y desorden. Yo lo usaba en mis redacciones escolares.

Pero también, cuando trabajaba con mis coguionistas en las ideas de esta película, cosas que están mal en mi país, me venían a la cabeza desordenadamente. Pensaba en niños maltratados, trabajo infantil, matrimonios concertados de niñas núbiles, el modo en que se trata al servicio doméstico. Eran muchas cosas. Y mi marido me aconsejó que lo fuera anotando todo en una pizarra. Y ahí fui anotando todas esas ocurrencias, y la mejor definición que se me ocurría de todo aquello, es que era un “Cafarnaúm”, un caos.

Así empezó. Empezamos con el título, fue el inicio de todo, antes de tener siquiera un guión.

¿Siempre pensó en una mirada infantil? Para un espectador siempre resulta más fácil empatizar con un niño.

Poco después de tener mi lista en la pizarra, una noche volvía de una fiesta y mi automóvil se detuvo ante un semáforo en rojo. Ahí vi en la acera a una mujer que pedía limosna con un niño de año y medio. Era plena noche. Miré al niño y pensé que lo único que quería la criatura era dormir. Pero no podía. La luz se lo impedía, el ruido del tráfico, su propia madre. Y pensé que ese niño lo único que reclamaba en ese momento era poder dormir, y no se le concedía ese elemental derecho.

Esto me impactó. Cuando llegué a casa, tomé una hoja de papel y dibujé una cara. La cara de un niño con la boca abierta, gritando, ‘no quiero vivir’, ‘no quiero estar en este mundo’. No soy muy dada a escribir, a llevar un diario, pero no me pude contener, empecé a garabatear, ‘no quiero vivir en este mundo de adultos’, ‘no quiero’.

Aquí fue cuando me decanté porque el protagonista fuera un niño. Pero esto fue hace cuatro años, antes de conocer a Zain [Al Rafeea] para la película. Lo curioso fue que, al ver las fotografías para el casting, me di cuenta de que era el mismo niño que había visto años atrás. Para mí el inicio de todo fue la necesidad de dar voz al niño que vi en la calle, y escuchar lo que tuviera que decir.

Llama la atención la madurez de Zain, realmente parece más adulto que los adultos, y mucho más responsable. ¿Buscó esa inversión de roles, adultos que actúan como críos, un chaval que sabe lo que hace?

Desde luego. Es el dicho de que “la verdad sale de la boca de los niños”. Vivimos en un mundo de locos. Y los niños piensan instintivamente, con una pureza e inocencia primigenias. No están influenciados por los códigos de la sociedad y los políticos, y dicen la verdad espontáneamente, lo que ven, lo que sienten. Los adultos han convertido el mundo en un Cafarnaúm. Estamos destruyendo literalmente lo que tenemos. Y Zain se ha vuelto sabio, porque ha pasado por muchas cosas. Y el niño real que lo interpreta también es así.  Sabe lo que es la violencia. Sus ojos han visto mucho. Y es analítico, reflexiona y utiliza la lógica.

Me viene a la cabeza una comparación, alguien me dijo en una ocasión que los hombres nacen como las mariposas, libres para volar, con el pensamiento abierto a todo tipo de ideas, sin reglas ni códigos, no estamos encasillados. Y mueren como las orugas, hechas un ovillo, encerradas en sí mismas.

Ha habido un sector de la crítica que ha puesto en solfa la película, precisamente por el protagonismo infantil, con el que supuestamente estaría manipulando sentimentalmente al espectador. Los más radicales acuñaron en Cannes el término “pornomiseria”. ¿Qué puede decir al respecto?

Es duro escuchar estas barbaridades cuando intentas hacer algo puro e inocente, y tratar un problema con profundidad. Cuando escuché tal término, ni siquiera imaginé que pudiera existir. ¿Qué significa eso? No lo entiendo. ¿Expresar tus sentimientos, decir lo que piensas, mostrar la realidad, es “pornomiseria”? En Francia se ha puesto de moda la “retenue”, la contención, la idea de reprimir las emociones. Algo te puede doler pero que no se te ocurra exteriorizarlo, tragátelo. Pues lo siento, pero no puede resolver los problemas emocionales de estas personas haciéndoles el seguidismo.

Cuando estás tan comprometido con una obra, no puedes entender que alguien reaccione de este modo. Me parece muy cínico. Sentarte en un café, en Madrid o en París, y negar que un problema existe. Sí que existe. Basta con salir y ver los cinturones de miseria que hay en cualquier ciudad, mirar a derecha e izquierda. La película es muy sobria. No se usa música u otros recursos. Las emociones fluyen de un modo muy natural.

Al principio me dolió escuchar esto, pero luego he terminado alegrándome, porque me ha permitido explicarme y entender que esta historia debía contarse. Y que debo seguir adelante. Hay que gente que no quiere mirar a lo que ocurre y yo quiero mirar. Hay un problema en el mundo real, que debe resolverse. En cualquier caso, no puedes contentar a todos.

La red municipal de Familia e Infancia atiende anualmente a 50.000 familias

En Madrid hay doce centros de Atención a la Infancia (CAI), en los que trabajan más de 200 profesionales especializados, que han atendido a más de 13.800 menores en 2018 y a sus familias.

El pasado 25 de febrero se organizó un encuentro con los medios para dar a conocer el funcionamiento del sistema de detección del riesgo social y protección a la infancia en el Ayuntamiento de Madrid. La alcaldesa de la ciudad, Manuela Carmena, estuvo acompañada de la delegada de Equidad, Derechos Sociales y Empleo, Marta Higueras, y con el pianista británico y activista a favor de la protección de menores, James Rhodes, en el centro de Atención a la Infancia (CAI) de Latina.  Una visita que, para la alcaldesa, tenía un objetivo claro: “Hacer una reflexión sobre el drama que supone la violencia contra la infancia”. Por ello agradeció a Rhodes  su activismo en esta lucha: “Explicar lo que a uno le ha pasado, esas cicatrices que se van a quedar para toda la vida, es de una valentía que hay que reconocer”.

Los CAI, junto con los Servicios Sociales de atención primaria, atienden a las familias en las que existen graves disfunciones que colocan a los menores en situación de desprotección, riesgo o desamparo. Su objetivo prioritario es ofrecer ayuda y competencias a estas familias para que puedan prestar un mejor cuidado a sus hijos e hijas y evitar la adopción de medidas de protección que desembocaría en la separación de los menores de su entorno familiar. En los casos en que se produce esta situación, los profesionales trabajan para favorecer su reincorporación a la familia del modo más rápido y adecuado.

La red de atención de la dirección de Familia e Infancia, a través de los CAI y el resto de programas, atiende anualmente a 60.000 menores y a 50.000 familias en sus programas municipales.

Atención especializada

La red municipal de atención especializada en infancia del Ayuntamiento es la única de estas características que existe en España. Actualmente cuenta con doce centros, que atienden a la población de los 21 distritos, en los que trabajan más de 200 profesionales especializados formando un equipo multidisciplinar de expertas y expertos en psicología, trabajo social, educación social, además del personal administrativo. El Área de Equidad, Derechos Sociales y Empleo costean estos centros con 9,1 millones de euros anuales.

La ciudad de Madrid, según el censo de 2018, tiene una población de más de 518.000 menores. El 2,6% han sido atendidos en los CAI que en cifras se desglosa con 13.839 menores y 8.045 familias.

Estos centros cuentan con la colaboración de los centros educativos, los centros de salud, la Policía Municipal, SAMUR Protección Civil, además de otras entidades públicas y del tercer sector. Los profesionales de Atención Social Primaria se coordinan con los profesionales de los CAI en los equipos de trabajo con menores y familias, mediante una reunión semanal en todos los distritos de la ciudad para analizar los casos en los que hay sospechas de desprotección o riesgo de las niñas, niños y adolescentes. Durante 2018 se mantuvieron un total de 746 reuniones en las que se analizaron 6.467 casos.

Situaciones de riesgo

Las situaciones de riesgo que detectan los profesionales en la red municipal son la negligencia de los cuidadores, el abuso sexual, el maltrato y abandono emocional, el maltrato físico, problemas de conducta en los menores o conducta antisocial, complicaciones de salud, discapacidad o adiciones en el menor, absentismo escolar y violencia del menor hacia quienes le cuidan.

Cuando los CAI detectan una situación de desprotección grave, que no se corrige tras trabajar con las familias, se comunica a la Comunidad de Madrid, administración competente en menores, a través de la Comisión de Tutela del Menor.  Durante 2108 se han estudiado 2.509 casos y se han solicitado medidas de protección en el 21% de las situaciones. El 79% de las familias han seguido con la asistencia en los CAI para evitar que tengan que salir de su entorno familiar.

En este sentido, en 2018, el 0,4% de las niñas, niños y adolescentes de la capital han tenido medidas de protección, que se cifra en 1.892 menores de los que el 62,5% están en acogimiento familiar y el 37,5% en residencias o pisos.

Los CAI trabajan con las familias que tienen medidas de protección para que el menor pueda volver a su entorno y en 2018 han pasado por este servicio más de 2.500 familias. También se sigue actuando con las familias en las que no existe desamparo con el fin de mantener la convivencia en el núcleo sin recurrir a las medidas de protección, más de 1.940 familias.

La alcaldesa reclamó tanto la evaluación permanente de las normas para corroborar su eficacia, como  un cambio en el paradigma de las investigaciones judiciales. “Estos procesos a veces profundizan mucho más en las heridas. No se puede abordar estos casos como cualquier otro”. De ahí que abogara por la creación de una comisión permanente de las Cámaras para abordar el problema en su conjunto: “Desde la falta de familias de acogida y el papel protagonista de los abuelos, hasta la reflexión sobre cómo llevar a cabo las investigaciones en los procesos judiciales”.

El grooming o acoso es la mayor preocupación de las familias españolas en Internet

Entre los 5 y los 11 años, el ciberbullying es la principal preocupación de los padres españoles, mientras que a partir de los 12 el grooming (el acoso sexual a menores a través de Internet) crece de forma exponencial. Además, la preocupación porque los niños tengan acceso a contenido pornográfico empieza en España cuando cumplen 9 años, mucho más temprano que en Estados Unidos.

 

Qustodio, la plataforma de seguridad y bienestar digital, ha presentado hoy en una rueda de prensa las conclusiones de su estudio ‘Menores e Internet: la asignatura pendiente de los padres españoles’. El revelador informe incluye más de 2000 entrevistas a madres y padres de toda la geografía nacional y a padres de EEUU, con hijos de entre 5 y 17 años.

“Los resultados de este estudio nos ayudan a entender cuáles son las preocupaciones de los padres en este mundo cada vez más digital”, ha comentado Eduardo Cruz, CEO y co-fundador de Qustodio. “El grooming, la principal preocupación de los padres, así como el ciberbullying y la pornografía se pueden detectar, prevenir y gestionar con la ayuda de Qustodio para una mayor tranquilidad de las familias”.

Según cifras de la Fundación ANAR, el acoso sexual a menores a través de Internet, también conocido como grooming, ha aumentado un 410% en los últimos años. Un dato alarmante en un país en el que casi el 90% de los menores de 10 años dispone de acceso a Internet y 1 de cada 4 tiene un móvil.

A la vista de estos datos, no es de extrañar que el grooming sea lo que más preocupa en Internet a los padres españoles, seguido del ciberbullying y la pornografía. Por rango edad, entre las familias españolas con niños entre 5 y 11 años, el ciberbullying es la máxima preocupación; la inquietud por el consumo de contenido pornográfico que hacen los niños comienza cuando estos cumplen 9 años, mucho antes que, en Estados Unidos, y es a partir de los 12 cuando la preocupación por el grooming crece de forma exponencial hasta ocupar el primer puesto.

Por otro lado, el acceso de los menores a contenido violento ocupa el último puesto en el ranking de preocupaciones en Internet, alcanzando su mayor nivel en el caso de los niños de entre 5 y 8 años.

Supervisión

Según este informe, el uso que hacen los niños de la tecnología sigue siendo una preocupación secundaria para los padres, frente a cuestiones como la educación, la salud y el acoso en España, o el desarrollo psicológico y la comunicación padres e hijos en Estados Unidos.

El nivel de supervisión en el entorno digital viene determinado por la edad de los niños. Así, 6 de cada 10 padres españoles con hijos mayores de 12 años no consideran necesario supervisar el uso que éstos hacen de la tecnología, cifra muy superior a la de las familias estadounidenses (38%). Y eso que el grado de preocupación sobre los riesgos de la tecnología e Internet alcanza su máximo nivel cuando los niños tienen entre 9 y 14 años.

Entre las medidas de control más comunes en España destacan la limitación del tiempo de conexión y la co-presencia durante la conexión del menor. En EEUU optan por medidas como la revisión del historial de búsquedas y el uso de controles parentales. De hecho, el 34% de los padres estadounidenses utiliza alguna de estas herramientas frente al 26% de los padres españoles. En ambos países, su uso es más común en familias con hijos entre 5 y 11 años y disminuye a medida que los niños se van haciendo mayores.

Desde Qustodio, recomiendan a los padres utilizar una herramienta de supervisión y protección que ayude a gestionar el uso que los hijos hacen de Internet y aconsejan hacerlo de forma transparente.

Dispositivos y actividades

Conscientes de que los niños de hoy en día utilizan multitud de dispositivos para acceder a Internet: ordenadores, tablets, móviles, en Qustodio han querido averiguar qué relación existe entre el dispositivo elegido para acceder a Internet con la edad del menor. Así, han observado que el uso de tablets es mayor entre los más pequeños de ambos países. A partir de los 8 años, 11 en el caso de EEUU, su uso comienza a disminuir hasta ocupar el último puesto entre los adolescentes. En el caso de los smartphones, los niños españoles comienzan a utilizarlos de manera habitual mucho antes, a los 12 años frente a los 15 de los estadounidenses.

Si analizamos la actividad de los menores en Internet, YouTube es la primera opción de contenido online para los niños entre 5 y 17 años en EEUU, mientras que en España su consumo presenta una leve disminución a partir de los 14, al ser superado por la utilización de chats y servicios de mensajería instantánea. Además, en España se observa un incremento del uso de Instagram mucho más significativo que en EEUU a partir de los 12 años, haciéndose extensivo durante la adolescencia.

El 92% de los alumnos considera que el aprendizaje activo mejora su motivación y creatividad

 Microsoft y Steelcase impulsan el aprendizaje activo a través de #MicrosoftEDULab, un espacio único e innovador en el que la tecnología, el mobiliario y el espacio se ponen al servicio de la enseñanza.

 

El espacio condiciona el aprendizaje. Más del 75% de las clases incluye algún debate y cerca del 60% comprende algún tipo de trabajo en grupo, sin embargo, la mayoría de las aulas en España aún no están adaptadas al trabajo colaborativo, con lo que el entorno constituye el principal obstáculo a la hora de poder disfrutar de nuevos métodos de aprendizaje más dinámicos basados en la investigación, la experimentación, la colaboración, la participación y la exposición, lo que se conoce como aprendizaje activo.

Pese a que las aulas no se encuentren adaptadas a esta nueva pedagogía, lo cierto es que tanto alumnos como profesores demandan nuevos entornos más flexibles que supongan un estímulo para el aprendizaje y no una barrera. Así, según el estudio “Creatividad y Aprendizaje Activo” realizado por Steelcase, el 92% de los estudiantes reconoce sentirse más motivado en clases en las que se promueve el aprendizaje activo y la experimentación. También nueve de cada diez alumnos considera que disponer de aulas con diseños flexibles aumentaría la creatividad y el nivel de atención y el 84% afirma que las clases innovadoras aumentan las posibilidades de mejorar los resultados académicos, puesto que favorecen la participación activa.

Esta nueva pedagogía supone un estímulo para los estudiantes puesto que el profesor deja de dictar para convertirse en un guía que acompaña a los alumnos en sus descubrimientos. “Poner en práctica los conocimientos que se adquieren o, incluso, descubrirlos por uno mismo, es fundamental para fijar conocimientos porque ayudan a recordar, a resolver problemas, a razonar y a no aceptar enunciados como si fueran un dogma de fe”, afirma Alejandro Pociña, presidente de Steelcase. Y para ello, el diseño del espacio y el mobiliario constituyen una parte fundamental de ese proceso. Un espacio bien diseñado en el que los alumnos puedan moverse libremente sin entorpecer el ritmo de la clase, va a favorecer que los estudiantes colaboren fácilmente y fijen mejor los conceptos adquiridos.

Precisamente, con ese espíritu se ha creado #MicrosoftEDULab, un espacio único e innovador en España, en el que la tecnología, el mobiliario y  el espacio se fusionan para fomentar el aprendizaje activo de los estudiantes. Este aula, ubicada en la sede de Microsoft en Pozuelo de Alarcón (Madrid), ha sido diseñada con el objetivo de servir de centro de experimentación para que profesores y alumnos comprueben por sí mismos la eficacia de contar con un aula flexible. En el #MicrosoftEDULab se comprobará los beneficios del aprendizaje colaborativo e inclusivo, que integra los elementos clave de un entorno educativo de éxito: pedagogía, tecnología, espacio flexible y entorno de colaboración.

El aula, que cuenta con el certificado como Future Classroom Lab del consorcio de Ministerios de Educación europeos -European SchoolNet- muestra cómo integrar debidamente los tres elementos claves de un entorno de aprendizaje de éxito: pedagogía, tecnología y espacio.

“Con #MicrosoftEDULab queremos compartir con la comunidad educativa -centros, profesores, padres y alumnos- cómo aprovechar la revolución tecnológica para responder a las necesidades actuales de los alumnos de forma más eficaz, colaborativa, personalizada y desarrolladora. Gracias a nuestro acuerdo con Steelcase hemos desarrollado un espacio flexible que incrementa la productividad y el  aprendizaje en las aulas”, señala Ainhoa Marcos, responsable de Educación Pública en Microsoft Ibérica.

 

'La enseñanza basada en el apego', un libro sobre la capacidad del alumno para aprender

Las relaciones de apego seguro no solo garantizan nuestro bienestar general, sino que también optimizan el aprendizaje al mejorar la motivación, regular la ansiedad y dar lugar a la neuroplasticidad.

 

 

Louis Cozolino es licenciado en filosofía, teología y psicología clínica, y actualmente da conferencias por todo el mundo sobre el desarrollo del cerebro, la evolución y la psicoterapia, y tiene un consultorio clínico en Los Ángeles. Ahora acaba de publicar La enseñanza basada en el apego, un libro en el que da algunas pistas para mejorar la educación de las nuevas generaciones a través de los conocimientos actuales en neurociencia social. Conocimientos que hablan de la importancia de un apego seguro también en el aula.

«Los datos procedentes de la neurociencia social, de la antropología cultural y de la bioquímica apoyan la teoría de que nuestros cerebros evolucionaron para aprender de los profesores cariñosos y compasivos que nos conocen bien y que se concentran en nuestro bienestar. ¿De qué modo puede estimular un aula los instintos sociales primitivos, la neuroplasticidad y el aprendizaje? Al estudiar las comunidades tribales que existen hoy en día, hemos aprendido que la vida social está moldeada por la cooperación, por la igualdad y por el liderazgo basado en el servicio (…) La igualdad y la sensación de justicia dentro de una tribu hacen que cada miembro se sienta valioso, al tiempo que aumenta su compromiso con la tribu», cuenta Cozolino en el libro.

Y es que, los cerebros humanos son sociales. La capacidad de un alumno para aprender está influenciada profundamente por la calidad de su apego a los profesores y a los compañeros. Las relaciones de apego seguro no solo garantizan nuestro bienestar general, sino que también optimizan el aprendizaje al mejorar la motivación, regular la ansiedad y dar lugar a la neuroplasticidad.

 

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Más información:

 

Louis Cozolino

Licenciado en filosofía, teología y psicología clínica

‘La enseñanza basada en el apego’

ISBN 9788433030313

Año de publicación: 2019

288 páginas

Editorial DESCLÉE

 

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La tecnología puede mejorar el rendimiento cognitivo de los niños con Síndrome de Down

Un estudio de la Universidad Camilo José Cela evidencia que el uso de las nuevas tecnologías puede ser un gran aliado para la estimulación y mantenimiento del funcionamiento cognitivo de la población con Síndrome de Down.

 

Vía IberianPress

 

La Facultad de Educación y Salud de la Universidad Camilo José Cela ha publicado en el British Journal of Educational Technology la investigación Los beneficios de la tecnología en el procesamiento visual-espacial en niños con Síndrome de Down. El estudio evidencia que el uso de las nuevas tecnologías puede ser un gran aliado para la estimulación y mantenimiento del funcionamiento cognitivo de la población con Síndrome de Down, más concretamente, en la intervención en personas que requieren de una estimulación guiada.

En el estudio se ha realizado con la colaboración del Centro Privado de Educación Especial María Corredentora y se ha utilizado la plataforma educativa Smile and Learn®, que desarrolla juegos educativos diseñados específicamente para potenciar determinadas habilidades cognitivas de forma lúdica e interactiva.

Los hallazgos también establecen que estas mejoras en el manejo, retención y razonamiento visoespacial lo desarrollan a través del uso autónomo que hacen de los juegos interactivos.

Estas evidencias tienen especial relevancia tanto en el ámbito educativo como en el de intervención psicoeducativa. La población con Síndrome de Down cuenta con un gran potencial de desarrollo y manejo de sus habilidades cognitivas, siendo especialmente hábiles en tareas vinculadas a aspectos no verbales. Aunque este síndrome se encuentra asociado a la existencia de discapacidad intelectual, existen mecanismos que permiten potenciar el manejo y la optimización del desarrollo de habilidades cognitivas básicas.

El estudio se realizó con una muestra de 26 niños y adolescentes con Síndrome de Down y diagnosticados previamente con “discapacidad moderada de inteligencia”. Se usaron tres aplicaciones en períodos de al menos una hora, tres veces por semana. Cada participante usó su propia tablet y eligió el juego al que quería dedicar ese tiempo: burbujas (atención selectiva), parejas (memoria visual-espacial a corto plazo) o tangram (procesamiento visual-espacial).

El objetivo principal del estudio es comprobar el efecto que producía el uso de determinados juegos en la plataforma Smile and Learn® en tareas relacionadas con la atención selectiva, la memoria operativa visoespacial –entendida como atención visual– y el razonamiento visoespacial –entendida como atención espacial–. Los resultados indican que el uso de esta tecnología, si bien produce mejoras en el razonamiento espacial y en la atención visual, no producen el mismo efecto en atención selectiva. Esto probablemente sea debido a que la tarea escogida para atención selectiva tiene un gran componente de velocidad de procesamiento, habilidad en la que la población con Síndrome de Down presenta dificultades.

También se planteó un segundo objetivo: analizar en qué medida los resultados obtenidos en tareas relacionadas con la atención selectiva y con la atención visual podían llegar a explicar los resultados en tareas de atención espacial. Los resultados muestran que la atención espacial depende en un alto porcentaje de la capacidad de la atención visual con la que cuente el usuario.

Escuela de padres 3.0 – Educar en el asombro

Decía Antonio Gaudí que “La originalidad consiste en el retorno al origen; así pues, original es aquello que vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones” sentencia que podría resumir todo lo que Catherine L’Ecuyer defiende en su libro “Educar en el asombro”. Volver a lo básico, a lo sencillo, a lo esencial, al ritmo natural, al asombro…

Por Elisa Sal, de Planeta Mamy

 

Dice L’Ecuyer que el asombro es el deseo para el conocimiento. Ver las cosas con ojos nuevos permite quedarnos prendados ante su existencia, deseando conocerlas por primera vez o de nuevo. Los niños pequeños se asombran porque no dan el mundo por supuesto, sino que lo ven como un regalo. El asombro es un mecanismo innato en el niño. Nace con él. Pero para que el asombro pueda funcionar bien, el niño debe encontrarse en un entorno que lo respete.

Es normal, desde la publicidad, a los padres nos bombardean constantemente con que el mundo digital es lo mejor para que sean más inteligentes y contra más pequeños mejor, todo es “educativo”, todo es “más fácil, más visual”, serán personas “multitarea” y si, al final tienen una capacidad visual brutal, pero pierden la capacidad lingüística y auditiva, también la social porque no interactúan con nadie, solo miran y reciben información sin estar centrados completamente en nada, porque la multitarea no existe, solo son pequeños focos de atención alterna, con lo cual todo se queda realmente a medias.

Dan Siegel, experto mundial en neurociencia de la Universidad de California en Los Ángeles, nos da la clave: “La sobreproducción de conexiones sinápticas durante los primeros años de vida es suficiente en sí para que el cerebro pueda desarrollarse adecuadamente […]. El proceso se inicia desde dentro del niño y se realiza a través de la experiencia con lo que le rodea, principalmente a través de las relaciones humanas”.

Acabamos de leer que el proceso de aprendizaje del niño se realiza desde dentro a través de la experiencia con lo que le rodea, especialmente a través de las relaciones humanas y entre ellas la más importante es la que experimenta con su principal cuidador, es decir, con nosotros los padres. Es importante que ese vínculo sea fuerte porque el niño necesita saber que cuenta con nosotros, con la seguridad de tenernos a su lado para lanzarse a explorar su entorno y, sobre todo, para enseñarnos todo lo que descubre. Según L’Ecuyer, la curiosidad del niño se despliega a través de la interacción social que se establece con su principal cuidador. Nuestros hijos no necesitan que nos convirtamos en animadores de ludoteca.

Los expertos cada vez abogan más por el juego libre y no estructurado, vamos, dejar que jueguen a su aire, como mucho poniendo a su disposición cosas sencillas y materiales que sabemos que les van a ayudar a liberar su imaginación. De nuevo, nada más sencillo que pensar en cómo nos divertíamos de pequeños.

Según L’Ecuyer, no se conocen estudios que justifiquen el éxito de la estimulación temprana con niños sanos y normales. Es más, existen estudios que confirman que la clave a la hora de tener una mejor preparación para el proceso cognitivo reside en la calidad de la relación que el niño tiene con su principal cuidador durante los primeros años de vida.

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Fomentar la lectura

Todos sabemos de la importancia de fomentar la lectura en nuestros hijos y lo difícil que es que prefieran leer un libro frente a la batería de estímulos que ofrece un ordenador, una televisión o un videojuego, pero debemos de intentarlo. Como dice L’Ecuyer, antes de dejarse llevar por el picoteo adictivo del mundo virtual y por la pantalla que les hace enmudecer haciéndolo todo por ellos, nuestros hijos deben consolidar sus hábitos de lectura. Leer, para tener interioridad, capacidad crítica, de reflexión, de contemplación, de asombro… y disfrutar el silencio. En definitiva, yo sé que estaréis pensando, como yo, que lo hemos estado haciendo todo mal, que el mundo que nos ha tocado vivir va muy en contra de todo lo que reza la filosofía de “educar en el asombro”. Pero, por suerte, basta con, por lo menos, intentar con la frecuencia que nos sea posible, despertar esa capacidad de asombrarse, de maravillarse…

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Escolarización por edad: El año que marca la diferencia

En los primeros años de escolarización, la diferencia entre mayores y pequeños de las clases es tan grande que incluso ha provocado un aumento de diagnósticos de TDAH entre los menores.

 

Por Ana Veiga

 

Ser el más pequeño de la clase puede tener inconvenientes. Según un estudio de la Escuela de Medicina de Harvard, publicados en The New England Journal of Medicine, los niños más pequeños de la clase tienen más de probabilidades de recibir un diagnóstico de TDAH que sus compañeros. De hecho, la tasa de diagnósticos de TDAH entre los niños de Estados Unidos ha aumentado dramáticamente en los últimos 20 años. Solo en 2016, más del 5% de los niños fueron tratados activamente con medicamentos para el TDAH. Los expertos creen que el aumento se debe a una combinación de factores, que incluyen un mayor reconocimiento del trastorno, un verdadero aumento de la incidencia de la enfermedad y, en algunos casos, un diagnóstico inadecuado.

“Un gran número de niños reciben un diagnóstico excesivo de TDAH porque son relativamente inmaduros en comparación con sus compañeros mayores durante los primeros años de escuela primaria», explica el autor principal del estudio, Timothy Layton, profesor asistente de salud Política de atención en el Instituto Blavatnik de la Escuela de Medicina de Harvard.

Así, los investigadores decidieron comparar la diferencia en el diagnóstico de TDAH en función del mes de nacimiento entre más de 407,000 niños de escuelas primarias nacidos entre 2007 y 2009, a los que se siguieron hasta finales de 2015. Según el análisis, en los estados que utilizan el 1 de septiembre como fecha límite para la inscripción escolar, los niños nacidos en agosto tuvieron un 30% más de probabilidades de tener un diagnóstico de TDAH que los niños nacidos en septiembre.

De todas formas, tanto si usamos el sistema español como el estadounidense citado, ambos sistemas provocan que, en una misma clase, haya niños que se lleven hasta casi 1 año. Y tener cinco o seis puede suponer una diferencia. “El niño más pequeño podría haber es más difícil quedarse quieto y concentrarse durante largos períodos de tiempo en clase. Esa inquietud adicional puede llevar a una derivación médica para el TDAH”, señaló Layton.

Así, el mes de nacimiento puede dar lugar a distintos niveles madurativos en una misma clase y es en Infantil y Primaria donde más se nota las diferencias. Para mitigar el efecto ‘mes de nacimiento’ en los primeros años de escolarización, los expertos coinciden en que la flexibilidad y el respeto al ritmo biológico de cada niño.

Juan Sánchez Muliterno, presidente de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE), se muestra conforme con este estudio, del que, dice “constata un hecho que los maestros veíamos todos los días”. El educador insiste en que “no es lo mismo un niño de apenas 3 años que uno que ya va a cumplir 4; en este primer año, las diferencias son muy grandes”. De hecho añade que se está incluso debatiendo sobre “si las familias de los niños prematuros deberían poder escoger en que año los escolarizan… y apenas hay dos o tres meses de distancia con sus compañeros”.

Para ser conscientes de lo que suponen las diferencias de edad en la primera infancia el presidente de AMEI-WAECE insta a que imaginemos un niño de 10 meses y un recién nacido y veremos la gran distancia entre ellos, a pesar de llevarse menos de un año. “Con el paso de tiempo esta diferencia se va difuminando pero en el primer ciclo de la Educación Infantil se nota mucho”.

¿Cómo gestionar esta diferencia madurativa? Con el trato personalizado. “Un educador infantil tiene que adaptarse a cada niño, a sus intereses y ritmos”, sentencia. Además, opina que la actual división de etapas no es la mejor para los pequeños. Según indica, la división entre Educación Infantil y Primaria “sería mejor a los 4 años y no a los 3 años actuales porque se notaría menos la diferencia” entre los mayores y pequeños de la clase.

Aunque para muchos padres y madres el cambio sería casi imperceptible dado que muchos de ellos no tienen clara la edad de cada curso. “El 95% de los niños de 3 años ya están escolarizados. Entonces, está claro que para conseguir plaza en Primaria hay que estar ya escolarizado en Infantil de ese centro. Ello ha llevado a que la mayoría de los padres crean que la enseñanza obligatoria empieza a los tres años”, explica Sánchez Muliterno que, aunque denuncia la desinformación de padres y madres sobre la edad obligatoria de escolarización, aboga en cambio por que sea temprana. “Los niños deberían ser escolarizados desde el momento que empiezan a relacionarse con otros niños, esto es de 12 a 18 meses”. “Las investigaciones han demostrado que un niño que asiste a una escuela infantil tiene más posibilidades de superar con éxito su tránsito por la escuela Primaria”, advierte.

En la posición opuesta se encuentra Antonio Malagón, presidente de la Asociación de Centros Educativos Waldorf en España, que no solo ve esas diferencias entre mayores y pequeños de la clase sino que lamenta la temprana inscripción de los niños en los colegios y la división de los mismos por edades. “Antiguamente, los niños que habían nacido a partir de julio, se quedaban un año más en Infantil. ¿Por qué no esperamos a que maduren?”, se pregunta y agrega: “Acelerar por acelerar sin tener en cuenta el momento madurativo del niño es un error”.

¿Bajo rendimiento escolar? Cómo aumentarlo con terapia visual

Muchos casos de fracaso escolar se deben a un defecto visual. Al margen de la miopía o la hipermetropía, existen otros problemas más sutiles que pasan desapercibidos y que afectan al rendimiento.

 

Por Olga Fernández

 

Los problemas visuales que afectan al rendimiento escolar de los niños pueden ser fundamentalmente la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo, según datos del Instituto Oftalmológico Fernández Vega (Oviedo), uno de los más prestigiosos en este campo. Pero al margen de estos problemas, puede haber otros más sutiles que pasan desapercibidos para padres y profesores.

De hecho, según datos obtenidos del estudio “El Estado de la Visión Infantil en España”, realizado en 2016, uno de cada cinco niños podría tener un problema visual no detectado. La mala ortografía, la baja velocidad o comprensión lectora y la dificultad a la hora de copiar o memorizar textos pueden esconder problemas de percepción y eficacia visual. Para mejorar estas funciones existe la terapia visual, un tratamiento novedoso.

Uno de cada cinco niños podría tener un problema visual no detectado.

“La terapia visual, también conocida como rehabilitación visual, entrenamiento visual o tratamiento ortóptico, es una secuencia de actividades o programa específico de ejercicios individualmente prescritos y monitorizados por un óptico–optometrista, con la finalidad de desarrollar eficazmente y potenciar al máximo las habilidades del sistema visual y su procesamiento para integrarlas con el resto de los sentidos, y en consecuencia, mejorar el rendimiento escolar/ laboral y deportivo”, explica Elena Santolaria Sanz, optometrista del Hospital Vithas Nisa Rey Don Jaime.

Se indica tras realizarle al niño un examen optométrico, de percepción y procesamiento de la información visual. “Se basa en la repetición y con ella se consigue automatizar e integrar los cambios en el paciente de manera prácticamente definitiva”, explica Santolaria.

¿Qué eficacia tiene? “Depende del caso a tratar. La terapia visual no es la solución por sí sola en todos los casos. La mayor parte de la evidencia científica existente en la actualidad se centra en el uso de la terapia visual en la insuficiencia de convergencia. Para otras anomalías binoculares no estrábicas, la terapia visual puede no ser la primera opción de tratamiento”.

 

Detectar el punto débil

El optometrista valora una serie de funciones de la capacidad visual, como son la oculomotricidad (evaluación de los movimientos del ojo), cuya buena integración aporta rapidez y precisión al leer, al cambiar del texto a la pizarra, al jugar o realizar deportes, al mantener la atención o la fijación continua; la acomodación, que es la capacidad de enfocar para ver bien de cerca: “Para tener un buen rendimiento visual es necesario enfocar rápida y automáticamente, este enfoque se relaciona con la capacidad de mantener la atención”, señala Elena Santolaria.

También son valoradas las habilidades visuo-motoras (capacidad para coordinar la información visual recibida con una respuesta del sistema motor, por ejemplo la coordinación ojo–mano necesaria para una escritura eficiente y sin esfuerzo). “Una disfunción en las habilidades visuo-motoras dificulta el copiado en la pizarra, produce mala ortografía, mal dibujo, borrado en exceso y clara dificultad en la expresión escrita comparada con la oral, además de dificultad en el cumplimiento de los tiempos para finalizar tareas para su edad y también dificultad en la escritura en columna, por ejemplo operaciones matemáticas”, detalla la optometrista.

 

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Ejercicio visual para practicar en casa con los hijos

“Uno de los ejercicios más simples y sencillos para trabajar la acomodación, la fijación y la motilidad ocular a la vez, es el seguimiento de un puntero de lápiz”.

Primero se trabaja de manera monocular (con un ojo tapado) moviendo el palo de derecha a izquierda, de esta manera se trabaja la fijación al mirar el detalle (letra) y el movimiento ocular de seguimiento. “Si en lugar de mover el palito en horizontal lo movemos hacia nosotros, acercándolo/alejándolo, trabajaríamos entonces la acomodación”, dice la especialista.

En segundo lugar, hacer lo mismo de manera binocular (con los dos ojos). Moviendo el palo en horizontal se trabajan los movimientos conjugados y la convergencia y la divergencia.

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