La actitud de los padres determina cómo se vive el período de adaptación

La Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) ofrece una serie de consejos a padres para informar y orientar sobre el Periodo de Adaptación de los niños y niñas de Educación Infantil al Centro Escolar.

Con inicio del mes de Septiembre la mayoría de las Comunidades Autónomas tienen fijada la “vuelta al cole” en educación Infantil. Durante estos primeros días de asistencia al Centro de Educación Infantil, el niño o niña va a sufrir una serie de cambios ya que hay que tener en cuenta que pasa de estar en un medio en el que él es el principal protagonista, a otro en el que va a tener que convivir, relacionarse y compartir con sus iguales. Además tiene que incorporarse a un nuevo ambiente donde personas, espacios y materiales son desconocidos para él y tiene que separarse de las personas queridas y conocidas. La acogida de los primeros días deja una profunda huella sobre el sentimiento de seguridad, fundamental en la sección de los más pequeños.
En general los niños de corta edad que acuden  a un centro de educación infantil pasan por un proceso de adaptación. Llamamos adaptación al proceso más o menos duradero, mediante el cual los niños y niñas acaban aceptando de buen grado su asistencia al centro, viendo en ello un hecho cotidiano y agradable amoldándose a costumbres, rutinas y tiempos propios de una convivencia en colectividad.

Aunque en educación infantil no hay nada fijo universal e inalterable, los docentes han comprobado que el tiempo de adaptación corto se suele asociar a los padres más tranquilos que ven en la adaptación un hecho inevitable, presumiblemente corto y no demasiado traumático.

Los otros que se van después de dejar a su hijo o hija, reprimiéndose las lágrimas, o se quedan en la puerta escuchando si ha dejado de llorar o no pueden hacer nada en toda la mañana pensando en cómo estará su niño le acaban transmitiendo esta ansiedad y se suele traducir en períodos de adaptación más largos.

Ante la nueva situación los niños suelen reaccionar de distintas maneras:

  • Unos se revelan en el primer momento y sueltan su rabia contenida, en forma de llantos, pataleos o incluso tirar objetos y no querer hacer nada de lo que se le pide; algunos incluso rechazan la comida o comienzan a hacerse pis de nuevo. En fin todo lo que sea con tal de expresar de alguna manera su deseo de volver a la situación anterior. En principio es una reacción normal y que prevé un buen pronóstico de adaptación.
  • Otros el primer día lo llevan “bien” entre comillas y aunque con cara de susto pasan sin llantos la mañana, es el segundo día o el tercero (cuando ven que la situación no es transitoria) cuando sacan la rebeldía con rabia o tristeza. También este caso suele ser habitual e igualmente augura una adaptación correcta y no demasiado prolongada.
  • Por último hay otro grupo  de niños que “parece” también entre comillas, que aceptan la situación pero manifestando actitudes de aislamiento, no lloran, hacen lo que se les dice, colaboran si se les pide pero con una cara triste y resignada; se suelen quedar en un rinconcito observando pasivamente y hablan muy poco.Estos son los peores, los que más preocupan a los educadores y a los que nos suelen dedicar tiempo para que se decidan a sacar al exterior sus sentimientos y estado emocional, porque lejos de pensar que se ha adaptado los profesionales saben que no ha aceptado la situación y que algo tiene que cambiar en él o ella.

 

Aunque el período de adaptación tiene unas características particulares que dependen de la edad del niño o niña, la asistencia anterior al propio Centro o la asistencia anterior a otro Centro de Educación; desde la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) nos dan algunos consejos a padres para que los primeros días de asistencia al centro educativo sea lo menos duro posible tanto para los niños como para sus familias.
  • Lo primero es mantener la calma y mostrar tranquilidad y seguridad. Dependiendo de la actitud de los padres, el niño puede vivir su primer día de cole como una aventura o como una mala experiencia. Así si la madre o el padre viven con dificultad este momento, el niño va a reclamarles con ansiedad y va a vivir la adaptación con inseguridad y miedos.
  • La relación de confianza entre el Centro y la Familia es muy importante. Se pretende conseguir un conocimiento muto entre las partes implicadas: Padres-Niños-Escuela, en el que se establezca una relación de confianza que favorezca y facilite la incorporación del niño al centro.
  • Hay que estar muy alerta ya que cada niño/a exterioriza y expresa las emociones de estos días de diversas formas, pero todos ellos necesitan ayuda por parte de sus padres y educadores.
  • El Centro Educativo debe informar a las familias de lo importante que es respetar el periodo de adaptación, y se recomienda entregar un documento informativo sobre cómo se debe llevar a cabo para que sirva de referencia a ambas partes. Durante la primera reunión con el tutor o tutora de aula, se establecerán los tiempos con los padres hasta llegar a la total permanencia del niño en el centro, atendiendo a la individualidad del mismo, a las necesidades de la familia y sus circunstancias personales.
  • La presencia de las familias en el periodo de adaptación, dependerá la edad de los niños y las características del grupo y los planteamientos de cada centro o educador. Desde el centro se debe plantear como un ofrecimiento, nunca como una imposición, ya que hay que contemplar situaciones familiares en las que resulta imposible acudir con sus hijos ya que en el trabajo no se lo permiten, y en este caso no debemos hacerles sentir culpables, sino ayudar y favorecer todo lo posible para que el periodo de adaptación sea lo menos traumático posible para el niño/a.
  • Si bien lo que se busca durante el periodo de adaptación es que el niño se incorpore a las nuevas rutinas, hay que ser flexible en los primeros días y sobre todo pacientes, ya que los menores deben ir adaptándose  los nuevos horarios.

 

 

No hay que olvidar que los padres tienen una influencia en este momento que viene determinada por cómo ellos vivan la separación: sus temores, sus expectativas, su ansiedad, su angustia, su seguridad o inseguridad, su grado de confianza en la institución y en las posibilidades de su hijo/a. Todo esto es transmitido y captado por el niño. Así si la madre vive con dificultad este momento el niño va a reclamarla con ansiedad y va a vivir la adaptación con inseguridad y miedos.
Este periodo de adaptación se puede dar por terminado cuando se ha conseguido una cierta estabilidad emocional en el grupo, y son capaces de asumir con más tranquilidad los momentos de separación y reencuentro con las familias, así como la totalidad del tiempo de estancia al centro.

Vuelta al cole: enfermedades y accidentes más comunes en el regreso a las clases

Las incidencias médicas en niños se multiplican en las primeras semanas del nuevo curso escolar. El comparador de seguros Acierto.com recuerda los accidentes y las enfermedades más cotidianos en este regreso a las aulas.

 

 

La vuelta a las aulas trae consigo importantes desembolsos para las familias de toda España: uniformes, material escolar, clases extraescolares… Todos estos elementos se suman para hacer de este regreso a las escuelas una importante cuesta arriba para los padres.

No obstante, hay otros imprevistos que se pueden llegar a dar con más facilidad de la que pudiera parecer. Hablamos de los accidentes escolares y las enfermedades más comunes que contraen los niños en estos primeros días, así como accidentes cotidianos que se producen en las primeras semanas lectivas. El comparador de seguros de salud Acierto.com relata los más frecuentes y cómo prevenirlos.

Los accidentes más cotidianos de la vuelta al cole

A las recurrentes caídas en el recreo hay que sumarles las que se producen en Educación Física, las excursiones o las actividades extraordinarias deportivas. Y precisamente son las caídas y los golpes los percances más comunes en este ambiente, sobre todo en las edades más tempranas.

De hecho, se aprecian diferencias en función de la edad del niño. Por ejemplo, los pequeños de hasta tres años son especialmente propensos a estos incidentes, pues es en esta etapa cuando empieza a adquirir mayor autonomía y se produce un salto importante.

Algo parecido ocurre en la etapa de los tres a los seis, pues se caracteriza por la curiosidad y la movilidad del niño. A partir de los siete años las caídas por prácticas deportivas cobran especial relevancia. Aquí encontramos que las dolencias más comunes de los recreos son los raspones, moretones, esguinces, luxaciones, fracturas y traumatismos en la cabeza.

Por suerte, el seguro escolar se hace cargo de los daños producidos como consecuencia de actividades dentro del centro escolar. Por ejemplo, los que tienen lugar durante la práctica deportiva, la celebración de asambleas, los viajes de fin de curso, e incluso de los que ocurran durante los periodos de descanso diario y los que pasan yendo o volviendo a casa. También se responsabiliza si el niño contrae una enfermedad durante el periodo de vigencia de la póliza y hasta cubre los gastos de medicamentos en caso de internamiento.

Otra de sus prestaciones interesantes es que, en caso de infortunio familiar, permite al estudiante continuar su formación. Y el cobro es compatible con cualquier beca escolar.

Las 3 enfermedades más comunes de la vuelta al cole

El contacto de unos niños con otros produce, irremediablemente, que algunos de ellos caiga enfermo de algunas afecciones menores.

  1. Resfriados: el día a día de guarderías y colegios. Es el fenómeno más común en estos primeros días de colegio, pues se contagia a través del aire y vía oral. Mocos, tos, estornudos y, en algunos casos, hasta destemplanza o fiebre. Los pediatras recomiendan mucha hidratación y la correspondiente prescripción médica para cada caso.
  2. Amigdalitis: es una de las enfermedades más molestas para los pequeños. Se caracteriza por la inflamación de las amígdalas y las placas en la garganta. Producen un fuerte dolor que puede llegar a impedir tragar con facilidad. Suelen dar fiebre y provocar dolor de cabeza. El pediatra recurrirá, probablemente, a antibióticos específicos.
  3. Otitis: se produce un intenso intenso dolor en el oído y viene acompañada de fiebre. De igual modo, el pediatra prescribirá antibióticos aunque hay excepciones. Hasta el 70% de los niños han padecido esta enfermedad (otitis media) en algún momento.

Este tipo de patologías siempre dejan la duda de cuándo consultar al médico. Por norma general, las noches son los momentos más críticos y son comunes las salidas a urgencias para que el niño sea visto por un especialista lo antes posible. Sin embargo, hay seguros de salud que ofrecen asistencia pediátrica telefónica o a través de una aplicación móvil antes de tener que acudir al centro hospitalario. Asimismo, algunas compañías ofrecen servicios de atención primaria en sus pólizas de salud infantil. Para escoger la mejor opción, comparar todas las opciones que ofrecen las aseguradoras.

 

 

La humanización de la asistencia neonatal, “un imperativo social” con un positivo impacto clínico, familiar y económico

La política de puertas abiertas las 24 horas del día, el fomento del contacto ‘piel con piel’ y la lactancia materna, el método de canguro a demanda, la no separación del recién nacido de su madre o el establecimiento de medidas de mejora del macro y microambiente, son algunos de los recursos más innovadores en este ámbito.

 

El avance científico y tecnológico en Medicina en las tres últimas décadas ha sido espectacular, especialmente en las Unidades de Asistencia Neonatal, con una clara mejoría en la supervivencia y calidad de vida de los pacientes. Paralelamente, sin embargo, la atención a las necesidades humanas y emocionales de los pacientes, de sus familias y de los profesionales que trabajan en dichas unidades han quedado en muchos casos relegadas a un segundo plano, por detrás de los progresos técnicos.

“Este desequilibrio entre progresión científica y tecnológica y la atención a las necesidades emocionales de pacientes, familias y profesionales ha llevado a reivindicar la necesidad de atender los aspectos relacionados con el estado de las personas y su dimensión humana”, destaca la Dra. Isabel Izquierdo Macián, jefa del Servicio de Neonatología del Hospital Universitari i Politècnic La Fe, quien pone como ejemplo de esta tendencia el trabajo desarrollado en la última década en la Comunidad Valenciana y, más específicamente, en el Hospital La Fe, considerando que “es un ejemplo a seguir”.

 

Un referente

Desde hace más de una década se tienen en cuenta en los planes de salud de las distintas Comunidades Autónomas aspectos de humanización de la atención sanitaria, “aunque cada una a su ritmo, según las circunstancias”, matiza la Dra. Izquierdo, que forma parte de la candidatura “Juntos por la SENeo” para presidir próximamente la Sociedad Española de Neonatología (SENeo).

En el caso de la Comunitat Valenciana, en cada uno de los planes de salud de la Conselleria de Sanitat, siempre se contempla la Humanización. En noviembre del 2018 se presentó específicamente el plan de humanización de Unidades de Críticos, donde se incluye Neonatología (“Plan de Mejora de la Humanización en las Unidades Asistenciales de Pacientes Críticos”: Mh+UAC), “lo que nos ha situado a la vanguardia a nivel nacional en este ámbito”, afirma esta experta.

Al margen de estas iniciativas más generales, la Dra. Izquierdo resalta especialmente la apuesta que se está haciendo por la humanización de la asistencia en partos y cuidados neonatológicos que ofrece el Hospital Universitari i Politècnic La Fe. Entre otras acciones, enumera, “se ha establecido una política de puertas abiertas las 24 horas del día, para que el padre/madre que lo desee pueda permanecer con su hijo/a el tiempo que considere o pueda; se fomenta y apoya el parto natural, así como el contacto ‘piel con piel’ de la madre y/o del padre con su hijo/a el mayor tiempo posible; se intenta la no separación del recién nacido de su madre, favoreciendo en caso de necesidad de ingreso por patología poco grave el ingreso conjunto de la madre con el niño en la maternidad”.

En el ámbito específico de la Neonatología, el Hospital Universitari i Politècnic La Fe apuesta por la instauración de medidas para mejorar el macro y microambiente donde se desarrollan los recién nacidos ingresados. “Cuidamos el macroambiente con la instalación de medidores del nivel de ruido y control de la luz y, actualmente estamos “ humanizando” el entorno de la Unidad; además, respetamos el microambiente del recién nacido, mejorando el confort con sistemas de contención y control del dolor”, apunta al Dra. Isabel Izquierdo, quien también valora positivamente la instauración de medidas tales como el “método de canguro a demanda”, la participación de los padres en los cuidados de su hijo/a cuando está clínicamente estable, la existencia de una “Casa Ronald Mac Donald”  dentro del recinto hospitalario  que permite el hospedaje de las familias desplazadas o la disponibilidad de una salita de estar específica para madres lactantes.

El fomento y apoyo a la lactancia materna y el Banco de Leche Materna Regional son otras medidas y recursos a destacar. Además, añade la responsable del Servicio de Neonatología, “hemos creado una Comisión clínico-técnica de Atención Materno-Neonatal multidisciplinar, formada por neonatólogos, enfermeras/os, obstetras, matronas, pediatras de Atención Primaria y directivos de Salud Pública, entre otros”. Con todo, subraya, “pretendemos seguir mejorando y, sobre todo, actualmente estamos trabajando en conseguir mayores espacios y llegar a la hospitalización madre-hijo en habitaciones individuales dentro de la Unidad Neonatal. Otro de nuestros objetivos es conseguir la acreditación IHAN (Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia).

 

Beneficios clínicos, sociales y económicos

La eficacia y el rendimiento de todas estas medidas ofrece destacados beneficios en diferentes ámbitos. Según resume la Dra. Isabel Izquierdo, “las medidas de humanización de la asistencia neonatológica logran, por ejemplo, que las madres y padres se sienten mejor y tengan menos ansiedad, mejoran la calidad del vínculo con el hijo/a y la calidad de la interacción, optimizan el grado de satisfacción de su experiencia en la Unidad Neonatal, aportan a las familias facilidad para cuidar de su hijo/a durante el ingreso y en su hogar, facilitan la práctica del método canguro (que conlleva efectos de mejora en la estabilidad metabólica y hemodinámica del recién nacido, la lactancia natural y su duración, el desarrollo psicomotor y neurosensorial, la analgesia y la disminución del llanto y las infecciones). Es más, apostilla, “también mejora la relación, comunicación y colaboración de las familias con los/as profesionales”.

En general, según admite esta experta, “todo esto supone una mejora asistencial, menos complicaciones durante todo el proceso de desarrollo del recién nacido y, por tanto, supone una mejoría en la calidad de vida, que paralelamente repercute en menor coste a medio y largo plazo”.

Las necesidades de contacto y comunicación, de confort, el tratamiento del estrés ambiental, del estrés profesional, la adecuación de horarios, los cuidados a los profesionales, la atención psicológica a las familias, los cuidados al final de la vida,….preocupa y ocupa a los profesionales, sociedades científicas, familiares, pacientes e instituciones. “La humanización en la asistencia neonatal surge como un imperativo social, como una exigencia con la que comprometer a los poderes públicos en la respuesta a las necesidades de salud y como un mecanismo eficaz con el que garantizar el ejercicio real de los derechos constitucionales de los pacientes y sus familias”, afirma la Dra. Isabel Izquierdo, quien recuerda que “en los programas de humanización, la atención centrada en la familia tiene una relevancia excepcional en el caso de las Unidades Neonatales”.

Los Cuidados Centrados en el Desarrollo y en la Familia están orientados a mantener el entorno natural de desarrollo del recién nacido y, a su vez, a favorecer la implicación y responsabilidad de las madres y padres en los cuidados de sus hijos/as, así como a incrementar su confianza y seguridad en la participación en estos cuidados, de forma que el ingreso del/de la niño/a en una Unidad Neonatal impacte lo menos posible en el desarrollo de las interacciones y vínculos familiares.

“Es importante la implantación de la humanización en la asistencia neonatal transformando los centros hospitalarios ‘Hospitales amigos de las familias’, fomentando la humanización de la asistencia al nacimiento, la protección, promoción y apoyo a la lactancia natural y el alojamiento conjunto que permita que las madres/padres y sus recién nacidos permanezcan juntos las 24 horas del día”, defiende la Dra. Izquierdo.

La defensa de las medidas de humanización de la asistencia neonatal forma parte esencial del programa de gobierno que defiende la candidatura ‘Juntos por la SENeo’, que lidera el Dr. Manuel Sánchez Luna y donde se incluye como vicepresidenta la Dra. Isabel Izquierdo, que considera éste como “un punto de gran importancia, proponiendo, entre otras muchas medidas específicas, la puesta en marcha de actividades formativas para los profesionales, así como actividades de formación y apoyo específico a la familia (madres, padres y hermanos) en la patología del neonato”.

 

 

Vuelve CyberOlympics, las Olimpiadas de Ciberseguridad para centros educativos

Los alumnos de Educación Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional de toda España pueden participar en la competición que constará de una fase online y otra final de retos presenciales, que se disputará el 29 de noviembre en Valencia. Los equipos pueden inscribirse hasta el 14 de octubre a las 13.00h.

 

El Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), entidad dependiente del Ministerio de Economía y Empresa a través de la Secretaría de Estado para el Avance Digital, ha abierto el plazo de inscripción para participar en la quinta edición de las Olimpiadas de Ciberseguridad para centros educativos (CyberOlympics), cuya final se celebrará en el marco de CyberCamp 2019, el gran evento de ciberseguridad que se celebrará del 27 al 30 de noviembre en Valencia.

Centros de Enseñanza Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional de toda España podrán participar en esta competición por equipos donde se pondrá a prueba las habilidades técnicas del alumnado en distintos campos de la seguridad en Internet y en las nuevas tecnologías. Una de las finalidades de este tipo de competiciones es concienciar e inspirar a futuros expertos hacia una carrera profesional orientada a las TIC con el fin de contribuir a construir un ciberespacio más seguro, promover el talento en materia de ciberseguridad y ensalzar el potencial existente en las aulas. Para formar parte de esta competición sólo se requiere motivación, curiosidad, ganas, capacidad de aprendizaje y habilidad en el uso de Internet, además de algunos conocimientos adicionales en informática, programas y redes.

El campeonato se desarrollará en dos fases. En la fase online, que se disputará del 21 al 31 de octubre, los equipos deberán resolver una serie de retos de habilidad en modo war game, en un tiempo concreto y siguiendo unas instrucciones específicas. Los diez mejores centros de esta fase se clasificarán para la fase presencial, que se celebrará el 29 de noviembre en CyberCamp 2019, y podrán optar a diversos premios. Asimismo, todos los participantes que lleguen a la fase final aspirarán a formar parte de la selección nacional en los European Cyber Security Challenge, el mayor campeonato técnico a nivel europeo en materia de ciberseguridad.

 

 

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El año pasado, un total de 232 centros educativos y 1.631 alumnos, de edades comprendidas entre los 14 y los 18 años, de toda España, se inscribieron en estas Olimpiadas de Ciberseguridad. Los equipos pueden inscribirse hasta el 14 de octubre a las 13.00h a través de la web.

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‘Tengo un niño o una niña con cardiopatía en el aula’, una guía para docentes de La Fundación Menudos Corazones

 

Este útil recurso, disponible para su solicitud o descarga en la página web de la entidad, ha sido editado gracias a la colaboración de Sham (Grupo Relyens) y la Fundación Quaes, así como a pequeñas aportaciones económicas de un reto deportivo solidario.

 

 

La Fundación Menudos Corazones publica una nueva edición actualizada de su guía para el profesorado con el objetivo de informar sobre la atención y los cuidados especiales que el alumnado con cardiopatía puede necesitar. Al tratarse de la enfermedad congénita más frecuente en España, es muy probable que cualquier docente, a lo largo de su vida profesional, haga suyo el título de este recurso: Tengo un niño o una niña con cardiopatía en el aula.

Ante esta realidad, es habitual que surjan muchos interrogantes: ¿cómo debo reaccionar frente a posibles episodios derivados de su patología?; ¿cómo afectan las operaciones a su ritmo escolar?; ¿qué tratamiento siguen?; ¿es recomendable que realicen ejercicio físico?; ¿cómo ayudo a niños y niñas con cardiopatía que sufran acoso escolar en el aula? La guía responde a estas y otras preguntas, a la vez que propone ideas para favorecer que el alumno o la alumna con cardiopatía viva su escolaridad con normalidad y la máxima integración posible.

“Las niñas y los niños con problemas de corazón son más vulnerables frente al acoso escolar y la exclusión” reconoce Amaya Sáez, directora de Menudos Corazones. “Los profesionales de la enseñanza tienen un papel decisivo a la hora de evitar este tipo de conductas. Con esta guía, pueden ser más conscientes de sus necesidades y potenciar sus talentos, aprender a tratar con naturalidad su cardiopatía y las circunstancias que la rodean, sensibilizar a la clase y fomentar valores como la empatía y la convivencia”, valora.

La cuarta edición actualizada de este recurso, publicado por primera vez en 2002, está disponible para descargar o solicitar en la página web de la entidad (https://www.menudoscorazones.org/cardiopatias-congenitas/recursos/tengo-un-nino-con-una-cardiopatia-en-el-aula/). Los contenidos se agrupan en cuatro bloques: qué saber sobre las cardiopatías congénitas, cómo pueden afectar al niño o a la niña en el colegio, de qué manera apoyar al alumnado con esta patología crónica durante sus hospitalizaciones y, por último, cómo abordar las posibles situaciones de acoso.

Tengo un niño o una niña con cardiopatía en el aula ha contado con la colaboración económica de Sham (Grupo Relyens), que apoyó mayoritariamente el reto deportivo solidario liderado por Jesús Golderos a favor de Menudos Corazones, al que se sumaron otras aportaciones individuales; y de la Fundación Quaes, a través de sus becas destinadas a proyectos desarrollados por entidades de pacientes.

 

Escuela de Padres 3.0: Sobreprotección, educar a niños autónomos

Protegerles es instintivo; constituye un aspecto vital dado que el respeto, el cariño y la seguridad que les proporcionemos determinará su salud psicológica y emocional. La sobreprotección, sin embargo, se define como el exceso de cuidado y/o protección de los hijos por parte de los padres que va más allá de lo razonable; una sobre indulgencia que termina incapacitándolos para su vida futura. En consecuencia, lejos de favorecer su autonomía e independencia, motivamos una personalidad débil.

 

Por Marta Prado Bullido y Óscar González.

Muchos de nosotros arrastramos falsas creencias y tendemos a confundir sobreprotección con amor, lo que obstaculiza nuestra labor de educarles para la vida. No nos damos cuenta de que “sobreprotegiendo” al niño no le estamos ayudando en absoluto sino, más bien, todo lo contrario: la sobreprotección es la desprotección más absoluta. Asimismo, el miedo a que algo pueda sucederles y nuestra resistencia a aceptar los cambios que se van produciendo en sus distintas etapas de desarrollo, también nos lleva a actuar de esta manera.

Como padres, debemos permitirles tomar sus propias decisiones, equivocarse y gestionar su propia vida desde el conocimiento y la responsabilidad. Allanarles continuamente el camino justificando una -desmesurada- protección tiene efectos contraproducentes. Veamos algunos de ellos:

  • Favorece la dependencia.
  • Produce una baja tolerancia a la frustración.
  • No alienta a la madurez personal.
  • Crea problemas de autoestima.
  • Incita a la violencia física y/o verbal.
  • Dificulta las relaciones sociales.

Está claro que proteger a nuestros pequeños sin pasar el límite resulta complicado, por lo que debemos tomar conciencia y tratar de buscar el equilibrio. Una buena manera de comenzar es enseñarles a valerse por sí mismos desde edades tempranas y permitirles enfrentarse a diversas situaciones, aceptando el error como una valiosa oportunidad de aprendizaje. Tenemos que enseñarles a crecer, y crecer -queramos o no- implica desprenderse de nosotros.

Los padres hemos de ser conscientes de que educamos para ayudarlos a crecer y sobre todo para ayudarlos a partir. Deben aprender a ser lo suficiente autónomos para que llegue un momento en que no nos necesiten…

Anne Bacus en su libro 100 ideas para que tus hijos sean autónomos plantea algunas cuestiones que todos nos deberíamos hacer:

  • ¿Sigue siendo pequeño a tus ojos? ¿Sigue siendo “tu bebé” con diez años?
  • ¿Cómo te sientes cuando tu hijo gana autonomía? ¿Orgulloso por él y por ti mismo o más bien triste por el papel que pierdes?
  • ¿Sientes nostalgia cuando lo recuerdas más pequeño, y por tanto, más dependiente?

Nuestro objetivo debe ser educar en la responsabilidad. El niño al que le enseñamos a valerse por sí mismo crece con la seguridad de que puede seguir avanzando con la ayuda y supervisión de los adultos que le impulsamos a crecer y mejorar pero no a depender de nosotros.

Como destaca Maite Vallet: “A lo largo de la infancia, para crecer, el niño necesitará asumir constantes desprendimientos: el parto, el destete, el paso de alimento líquido a sólido, el ser alimentado a utilizar los cubiertos; de ser bañado y vestido a bañarse y vestirse…”

 

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Ayudarles a partir

Educamos para ayudarlos a partir. Ayudamos a nuestros hijos a que sean responsables y autosuficientes, en una palabra, lo bastante autónomos como para que no nos necesiten. Vivir la infancia junto a un progenitor inquieto y ansioso predispone al niño al mismo temperamento. La visión de un mundo peligroso frenará su impulso y, por tanto, su constante crecimiento. Para conseguirlo debemos permitir que el niño se enfrente a las dificultades:

  • Que aprenda a pensar por sí mismo. Para ello debemos preguntarle el porqué de las cosas, qué es lo que cree él…
  • Que realice actividades con otros niños.
  • Practicar algún deporte o tarea que requiera de esfuerzo, constancia y rutina.
  • Permitirles adquirir autonomía dejándoles hacer las cosas aunque se equivoquen. Los errores también son una oportunidad para aprender.

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Disciplina positiva para que las mañanas no sean un caos

Durante el curso escolar las mañanas pueden convertirse en un auténtico caos. Cuesta sacar a los niños y niñas de la cama -sí, aunque el fin de semana a las 7.00 h. estén en pie­–, cuesta desayunar a tiempo y cuesta que se vistan. Analizamos cómo se puede simplificar este proceso.

 

Por Diana Oliver

 

Sobre cómo afrontar las mañanas para que no se conviertan en un auténtico caos hay muchos textos escritos. Basta con teclear el asunto en la barra de Google para que aparezca un listado con más de un millón de entradas. La cuestión es que pocas veces se repara en cómo afecta este caos matutino a la relación que cada día estamos construyendo con nuestros hijos e hijas, qué herramientas –reales– tenemos a nuestro alcance para que el clima familiar sea el más agradable posible y qué tenemos que cambiar para que esas herramientas tengan –de verdad– alguna utilidad. Es en este sentido es en el que trabaja la Disciplina positiva: una metodología que facilita herramientas siempre que haya habido un cambio previo en la mirada a la infancia. “Como personas adultas tenemos que tomar perspectiva y tener en cuenta los factores propios del desarrollo evolutivo de las niñas y niños, pero también su necesidad de adultos de referencia que muestren su amor incondicional para generar un vínculo afectivo de calidad”, explica Arantxa Arroyo, maestra de Educación Infantil certificada como Educadora de Aula y Familias en Disciplina Positiva.

Emociones, capacidad de resolución de conflictos y autocuidado

Recuerda Arantxa Arroyo que la regulación emocional depende del nivel madurativo de las niñas y niños pero, a medida que van creciendo, también dependerá de las estrategias que les enseñemos. “La regulación emocional en la primera infancia es un proceso de corregulación: su estado dependerá del nuestro”. Esto se produce, según Arroyo, por las neuronas espejo que, como su propio nombre indica, copian los estados emocionales del otro. Es por ello que la experta incide en que debido a que nosotros, como adultos, ya tenemos esa madurez biológica somos quienes debemos poder gestionar un conflicto. “Si entramos en una “lucha de poder”, las relaciones transversales se desvanecen y llegan las jerárquicas en las que uno, por supervivencia, intentará sobreponerse de una forma u otra”, explica.

Lo anterior viene a decir algo sabido cuesta asimilar: para poder enseñar a nuestros hijos, antes debemos aprender nosotros. Es decir, que si nuestra regulación emocional es deficiente es probable que nos cueste poder ayudarles a regular sus propias emociones. No siempre es fácil. Influyen nuestras propias mochilas pero también otro buen número de factores: el estrés, las dificultades económicas, la ausencia de conciliación, las expectativas… Un cóctel que, sin que sirva de excusa, no se lo pone nada fácil ni a las familias más concienciadas e implicadas.

Lo sabe Arantxa Arroyo, quien afirma que seguramente nos lleguemos a plantear: “Vale, yo todo esto ya lo sé pero al final acabo gritando”. Para la educadora hay un elemento clave que en nuestra lista de prioridades vamos relegando al último lugar: el autocuidado. “Debemos tatuarnos que la persona más importante en nuestra vida somos nosotras mismas y que todo lo demás depende del tiempo que dediquemos a cuidar nuestra salud física y emocional. Dedicarnos tiempo mejorará nuestras relaciones familiares y sociales”, señala.

Herramientas para que las mañanas no se conviertan en una batalla

Si nos centramos en las mañanas, que suele ser el momento más conflictivo del día, es sabido que hay premisas que pueden hacerlas más fáciles. Entre ellas, mantener una buena rutina de sueño –lo que implica cenar antes y acostarnos pronto– o dejar todo preparado la noche anterior. En esto último ayuda mucho dejar la mesa del desayuno lista, pensar el desayuno, elegir la ropa del día siguiente y preparar las mochilas así como nuestros propios bártulos. Pero hay más. Hay algunas herramientas “extras” que pueden hacer mucho más fácil ese tránsito de casa hacia el colegio. Herramientas, todas, que pasan ineludiblemente por ese cambio necesario de mirada a la infancia.

 

  1. Medir el tiempo: La maestra de Educación Infantil y experta en Disciplina Positiva Arantxa Arroyo opina que lo primero que debemos hacer es asimilar que el concepto “tiempo” es algo que para niñas y niños pequeños es totalmente abstracto. “La comprensión del paso del tiempo es un proceso muy complejo que hace falta una madurez cerebral para ello”, explica. Para ayudarles a interpretarlo recomienda hacernos con diferentes relojes de arena para que de manera muy visual los niños y niñas ver la cantidad de tiempo que ha pasado y qué tiempo les queda. “Será un elemento externo el que les va marcando el transcurso de la mañana y no nuestra voz”, apunta.
  1. Establecer rutinas: Otra herramienta que la educadora ve útil es la de tener unas rutinas establecidas para hacer más sencillo el tránsito del tiempo entre que se levantan y llegan al colegio. “Se trata de una tabla temporal en la que encontramos las diferentes acciones (en forma de pictograma, dibujo o foto) que hay que hacer en un periodo de tiempo, y que ayudan en la autonomía de las niña y niños externalizando el recordatorio materno/paterno de lo que toca hacer a continuación”, explica.
  1. Escuchar a nuestros hijos e hijas: De nada sirve lo anterior si no se trata de una actividad familiar en la que se le pregunte al niño o la niña cuáles son las acciones necesarias en la mañana y en qué orden. “A veces el momento “vestirse” es una verdadera odisea y he podido comprobar como muchas familias después de preguntar a su peque en qué momento querían hacerlo y éste decidirlo, la vestimenta dejaba de ser un problema. Al contar con ellos, preguntarles y tenerles en cuenta a la hora de tomar decisiones estaremos fomentando su sentimiento de pertenencia e importancia en la familia, algo fundamental para su desarrollo físico y emocional”, insiste Arantxa Arroyo.
  1. Acompañar emocionalmente una situación conflictiva: Durante las mañanas, y pese a haber establecido todas las herramientas anteriores, pueden aparecer situaciones conflictivas. Para enfrentarnos a ellas Arroyo aconseja emplear la fórmula RePeSA: Reconocer el sentimiento (“Te has enfadado mucho porque no encontramos la goma que te gusta”), Permitirlo (“Yo también me frustro cuando no encuentro algo que estoy buscando”) y Proponer Soluciones Aceptables (“¿Quieres respirar conmigo para calmarnos o prefieres salir del baño para despejarte?”). “Esto no quiere decir que el conflicto se disipe de manera inmediata, pero seguramente ayudará a rebajar tensión y la niña o niño se sentirá comprendido, lo que mejorará la situación”, cuenta.
  1. Tener en cuenta sus necesidades fisiológicas: Por último, debemos tener en cuenta que en emociones como la frustración a menudo influye que las necesidades fisiológicas estén cubiertas. “Si el niño o la niña ha dormido mal o tiene hambre tenemos que tenerlo muy presente y entender que es prácticamente imposible que pueda abordar de manera racional estas situaciones, puesto que es tanto biológica como fisiológicamente imposible”, nos recuerda la experta en Disciplina Positiva.

Siesta en el cole: ¿Es necesaria?

Muchos niños acostumbrados a dormir la siesta tienen que prescindir de ella cuando llegan al colegio. ¿Qué repercusiones puede tener esto sobre su salud y sobre su rendimiento? ¿En qué casos es necesaria?

 

Por Terry Gragera

“La siesta es un periodo de sueño esencial para el buen desarrollo del sistema nervioso central del preescolar”, apunta el doctor Gonzalo Pin Arboledas, coordinador del Grupo de Sueño y Cronobiología de la Asociación Española de Pediatría (AEP). “No todos los niños maduran a la misma velocidad y, por ello, no todos los niños dejan de necesitar el periodo de la siesta a la misma edad. La recomendación actual es que es necesario dar la oportunidad de dormir la siesta al preescolar hasta al menos los cuatro o cinco años de edad. Retirarla de manera brusca a todos los niños por igual a determinada edad sería equivalente a exigir que todos los niños anduvieran perfectamente a los 12 meses de edad”, advierte el experto.

Sin embargo, lo más habitual es que la siesta se mantenga en los centros escolares en el primer año de Educación Infantil, cuando el niño cuenta con tres años, pero que luego se retire definitivamente en segundo, con cuatro años.

¿Qué aporta la siesta?

Un estudio reciente publicado en The Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) destaca los beneficios de la siesta para los niños de entre tres y cinco años. Así, se ha constatado cómo los niños que duermen siesta a esta edad aumentan su rendimiento académico, ya que hay una mejora de la capacidad de recordar. Cuando el sueño se distribuye entre varios periodos, alguno de ellos corto, como la siesta, hay una mejor consolidación de la memoria a corto plazo, que es más limitada cuando los niños son pequeños.

Apoya esta tesis el doctor Pin Arboledas: “La siesta permite al preescolar asimilar lo que ha aprendido, controlar mejor sus impulsos y su conducta, así como prepararle cognitivamente y conductualmente para lo que queda de día, mejorando su capacidad de aprendizaje y su conducta el resto de la jornada”.

Los niños que a esta edad tienen déficit de sueño pueden manifestar distintos problemas como “alteraciones conductuales, mal humor, más berrinches, inquietud motriz, falta de atención o de concentración… hasta trastornos físicos. En este sentido podemos concluir que existe una cierta relación, en determinados casos, entre el fracaso escolar y un mal dormir”, explica Sonia Esquinas, especialista en Psicología conductual infantil del Instituto de Investigaciones del Sueño (IIS), de Madrid.

La siesta y un buen descanso nocturno no están reñidos, aunque a veces se crea lo contrario. Así lo explica el representante de la Asociación Española de Pediatría: “La relación siesta-descanso nocturno va en dos direcciones. Aquellos niños que necesitan la siesta, pero a los que se impide realizarla, tienen un sueño de peor calidad por la noche, pues hay menos tiempo de sueño profundo. Una siesta adecuada en tiempo y momento en el niño que la necesite mejora la conducta al final del día y la calidad de su sueño”.

Eso sí, es necesario que la siesta se produzca siguiendo algunas normas. “Si realizamos la siesta en un momento inadecuado del día, más tarde de las 17 horas, podemos retrasar o dificultar el inicio del periodo de sueño nocturno”, aclara el doctor Pin Arboledas. En cuanto a la duración, “no debe sobrepasar las dos horas”, aconseja Sonia Esquinas. “Nos daremos cuenta de que nuestros hijos no están teniendo un sueño adecuado si necesitan dormir más siesta que la indicada”.

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¿Se puede exigir la siesta en el colegio?

Los colegios tienen su propia organización y es difícil, como padres, poder intervenir en la misma. Por este motivo, en países como Portugal se está intentando regular desde el parlamento la posibilidad de que todos los preescolares puedan acceder a la siesta.

En España aún es preciso un cambio de mentalidad. “Es necesario que los centros educativos sean conscientes de que la siesta es una necesidad fisiológica fundamental para el buen desarrollo presente y futuro de su alumno, tan necesario como un menú saludable” y no solo en las escuelas infantiles, apunta el Dr. Gonzalo Pin Arboledas, coordinador del Grupo de Sueño y Cronobiología de la Asociación Española de Pediatría (AEP). “El primer paso sería información y formación. No son necesarias grandes instalaciones; a veces es más complicado cambiar las ideas que buscar espacios”, puntualiza el especialista.

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Francia es el destino más elegido para viajar en familia por primera vez fuera de España

Fabulist Travel, la plataforma de viajes para familias, ha elaborado el informe ‘Europa & Familia’, que analiza la forma en la que viajan las familias españolas por el Viejo Continente. Una de las principales conclusiones del informe son los principales países elegidos por las familias, con Reino Unido, Alemania y Francia ocupando las tres primeras posiciones.

Mención aparte merecen los parques de atracciones europeos, que se encuentran entre las actividades preferidas por las familias. De hecho, el 66,22% de ellas se decanta por viajes que incluyen parques temáticos frente a un 33,78% que los descarta. Durante 2019, los estudios Warner Bros de Harry Potter de Londres se han coronado como el parque temático más visitado por las familias españolas, con un 17% sobre el total. Le siguen de cerca los alemanes Legoland (15%), Europa Park (11%) y Playmobil FunPark (10%).

La familia viajera estándar está compuesta por cuatro miembros, padres con dos hijos. Si bien es cierto que cada vez son más las familias numerosas (tres hijos o más) las que se animan a salir fuera de España, éstas lo hacen en un porcentaje muy inferior. La organización del viaje corre a cargo de las madres en un porcentaje muy superior (78%) frente a los padres sobre los que cae la responsabilidad de organizar las vacaciones familiares.

El verano sigue siendo la estación favorita de las familias para viajar. Los meses de junio a septiembre acaparan un 63,43% del total. Agosto es el mes rey con diferencia, con un 33,33% por ciento de los datos y destaca también el periodo vacacional de Navidad, con un 19,3%.

Los progenitores contratan el viaje de media con poco más de dos meses de antelación a su fecha de inicio. Sin embargo, hay que destacar que los viajes que tuvieron lugar en enero fueron los que se contrataron en la mitad de tiempo, mientras que las familias que viajaron juntas en junio fueron más previsoras, al superar los tres meses de antelación. En cuanto al tiempo medio de decisión de compra de un viaje familiar por Europa, desde que éste se solicita, ronda los 11 días. Este espacio de tiempo se va reduciendo ostensiblemente en los meses de abril y mayo, previos a la temporada alta.

La duración media de los viajes familiares por Europa ha sido de 3,97 días. Las estancias más cortas han tenido lugar en febrero (2,5 días) y las más largas en agosto (5,5 días).

En cuanto al tipo de alojamiento y transporte, las familias viajeras optan por la comodidad de un hotel family-friendly frente al clásico apartamento. De igual forma, el transfer privado gana al coche de alquiler por un ajustado 57,9% frente a un 42,1%.

Motivaciones para viajar

Según el informe Europa & Familia de Fabulist Travel, la principal motivación para viajar con niños fuera de España es divertirse y pasarlo bien en familia (50,1%), mientras que la segunda razón para animarse a coger las maletas es que los niños aprendan otras culturas (26,4%). Otras causas que nos empujan a viajar son la de desconectar (19,9%) y que los niños practiquen otro idioma (0,6%).

Sobre los idiomas, en ningún caso éstos suponen una barrera para animarse a viajar por Europa. Solo el 16,7% de los encuestados asegura que alguna vez ha desechado un destino por no hablar la lengua local del país.

En cuanto a sus preferencias, las actividades a realizar en el destino son clave para decantarse por un viaje en un 39,9% de los casos. El destino en sí motiva al 32,3%, mientras que un itinerario asequible es esencial para un 15,4% de las familias.

El destino europeo más habitual que eligen las familias cuando viajan por primera vez a Europa es Francia (53%). Le siguen Inglaterra (13%), Alemania (9%), Portugal (8%) e Italia (8%).

Sobre la hospitalidad, casi la mitad de las familias encuestadas aseguran que en el destino se han sentido igual de acogidas que en España (45,8%), que han sido más hospitalarios (9,7%) y peores anfitriones (7,3%).