Ricardo Ibarra: “Los niños españoles sufrieron el confinamiento más largo de Europa”

Por Rodrigo Santodomingo

 

Pocos escuchan la voz de los menores como colectivo. Sin apenas capacidad de influencia, han de confiar la defensa de sus derechos a entidades de adultos como Plataforma de Infancia. Su director, Ricardo Ibarra, apunta al motivo por el que la Educación casi no ha pesado en las decisiones políticas de los últimos meses: genera poco dinero.

 

El curso avanza bajo una triste paradoja: se habla más sobre la escuela que nunca, pero muy poco de Educación.

El foco se centra en las medidas sanitarias, que tememos sean desproporcionadas. Quizá las admininistraciones estén siendo en exceso protectoras, sin tener en cuenta el impacto de sus deciciones sobre la infancia, en parte porque la Educación —a diferencia por ejemplo de la hostelería— no es una actividad económica clave. Se está poniendo demasiado el énfasis en minimizar el riesgo de contagio y no tanto en otras cuestiones: aumento de la desigualdad educativa, calidad de la enseñanza digital…

 

¿Ha quedado relegado a un segundo plano el derecho a la Educación?

Se han adoptado a la ligera medidas restrictivas para los derechos de la infancia, entre ellos a la Educación, pero no solo, también en el ámbito del ocio. Está claro que hay que garantizar el derecho a la salud. Pero hemos de valorar adecuadamente qué grado de riesgo consideramos aceptable. Un debate este muy activo en cuanto al impacto económico de las restricciones y no tanto en aquello que afecta negativamente a la infancia. Es significativo que los niños españoles hayan sufrido, durante la primera ola, el confinamiento domiciliario más largo de Europa.

 

A la vista de cómo actúa el virus entre los menores, ¿hemos pecado de alarmistas? Esas declaraciones de algunos grupos de madres y padres, tipo “nos jugamos la vida de nuestros hijos”. Sin subestimar el papel transmisor de los niños, lo cierto es que, sin patologías previas, parece que el riesgo para su salud es mínimo.

Hablar en esos términos era comprensible en marzo o abril, cuando aún se pensaba que los menores podían ser supercontagiadores o incluso población de riesgo. Tal incertidumbre justificó en su momento el afán protector de los padres, pero poco a poco las hipótesis más preocupantes han quedado desmentidas a la luz la evidencia. Sin embargo, no hemos sido capaces de pasar a hablar con propiedad de la enfermedad en la infancia. Los niños, por desgracia, no tienen la capacidad de defender sus intereses como lo hacen, por ejemplo, los sectores empresariales. Y esta indefensión al final pesa en las decisiones de los gobernantes.

 

En muchos casos, el temor de los padres al contagio de sus hijos viene de que ellos mismos son población de riesgo, por el contacto con los abuelos… ¿Qué opina de las familias que han optado por suspender la escolarización de sus hijos?

Hay situaciones muy dispares, resulta complicado juzgar. Sostenemos que hay padres que, quizá por falta de información, se muestran demasiado cautelosos sin darse cuenta de que la escuela no solo cumple una función académica, sino que es fundamental para la salud mental del menor, su socialización, su actividad física… A lo mejor algunos padres que han tomado esa decisión no están poniendo en valor estas cuestiones.

 

Tanto en cuestiones sanitarias como puramente educativas, las administraciones se han visto en ocasiones desbordadas y han apelado a la autonomía de centros. Muchos ven una oportunidad para que los colegios públicos y concertados profundicen en una oferta pedagógica propia.

Confíamos en que todo este mal que ha provocado la pandemia sirva al menos para poner en valor la educación. Para que las familias aprecien más el trabajo que hacen sus escuelas y se impliquen con mayor intensidad en su día a día, creando entre todos centros con personalidad. Y para que las administraciones confíen más en los auténticos profesionales de la educación, que son los docentes. Reinvindicamos también que la mayor inversión educativa que ha propiciado la pandemia no sea solo un parche y podamos abordar por fin cuestiones de fondo: fracaso escolar, transformación digital…

 

¿Se ha tratado adecuadamente a los alumnos más vulnerables, a las víctimas de la brecha sociodigital?

Partíamos de una situación precaria, con la mayor tasa de abandono escolar temprano de la Unión Europea y altos índices de desigualdad. Al tratar de apoyar a los más desfavorecidos, aquellos que más han sufrido la pandemia, se ha llegado mal y tarde. Las ayudas han sido puntuales y parciales. Durante el confinamiento ha habido niños y niñas que han estado cuatro meses sin ningún contacto educativo. Estamos muy preocupados sobre cómo va a salir de esta situación la infancia más vulnerable.

 

¿Afectará negativamente la semipresencialidad a esos adolescentes que se encuentran al filo del fracaso?

La presencialidad plena es la mejor herramienta para abordar las desigualdades y rescatar a los alumnos que se han desenganchado del sistema. Debería ser una prioridad volver a ella cuanto antes, sobre todo entre grupos en riesgo de exclusión, priorizando alumnado si es necesario. Si no queda otra que continuar durante un tiempo prolongado con la enseñanza a distancia en Secundaria, habría que mejorar mucho la planificación y aumentar la dotación de recursos. Si no damos oportunidades en edades clave, luego no nos sorprendamos de la precariedad laboral o las grandes bolsas de pobreza.

 

Incluso siendo egoistas como sociedad, apostar por las oportunidades educativas puede contribuir a largo plazo a reducir la delincuencia y la conflictividad social.

La pobreza infantil es una cicatriz que marca para toda la vida. El 80% de las personas que han sido pobres en su infancia lo serán en su vida adulta. Los niños y jóvenes pobres ven sus oportunidades reducidas y muchos toman deciciones que no son beneficiosas para ellos: dejan sus estudios, entran en la criminalidad, descuidan su salud. Por desgracia, en España sigue sin considerarse la Educación y la protección de la infancia como verdaderas responsabilidades de Estado.

 

 

 

Abusos en la infancia: ¿Cómo parar la violencia hacia los niños?

La pandemia ha hecho que aumente de forma significativa la violencia a menores tanto en la familia como en el medio digital. Una nueva ley trata de frenarla y prevenirla.

 

Por Olga Fernández

 

La pandemia ha sacado a la luz muchas sombras. Durante el confinamiento, la violencia a menores se disparó. La Fundación ANAR, a través de sus líneas de ayuda a niños y adolescentes (especialmente el Chat ANAR), atendió un total de 3.803 peticiones de ayuda, de las cuales, la mitad (50%) fueron por violencia. Durante los meses que duró el confinamiento, los casos de maltrato intrafamiliar fueron los más frecuentes, sobre todo violencia doméstica (maltrato físico y psicológico), seguidos de violencia de género, abuso sexual y abandono. En cuanto a la violencia extra familiar, destacó el ciberbullying, el acoso escolar, el grooming o sexting. “Las situaciones de estrés que padecen las familias han aumentado durante la pandemia, bien por la pérdida de familiares, de trabajo o por el propio confinamiento, lo que dificulta la convivencia. A esto hay que añadir que no se han establecido canales de comunicación eficaces para que los niños puedan denunciar estas situaciones”, explica Clara Martínez, directora de la Cátedra Santander de los Derechos del Niño de la Universidad de Comillas ICADE y coordinadora del libro “Abuso y sociedad contemporánea. Reflexiones multidisciplinares”.

Tras el confinamiento, en junio de 2020, se tramitó el Proyecto de Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, cuyo texto deja claro que “la protección de las personas menores de edad es una obligación prioritaria de los poderes públicos, reconocida en el artículo 39 de la Constitución Española y en diversos tratados internacionales, entre los que destaca la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y ratificada por España en 1990”. El texto también aporta datos sobre los entornos donde con más frecuencia se produce este tipo de violencia: “Puede pasar desapercibida en numerosas ocasiones por la intimidad de los ámbitos en los que tiene lugar, tal es el caso de las esferas familiar y escolar, entornos en los que suceden la mayor parte de los incidentes y que, en todo caso, debieran ser marcos de seguridad y desarrollo personal para niños, niñas y adolescentes”. O sobre el perfil de menores más afectados: “Los niños, niñas y adolescentes con discapacidad son sujetos especialmente sensibles y vulnerables a esta tipología de violencia”. Algo que también confirma Clara Martínez: “Las niñas con discapacidad es el colectivo más agredido”.

 

Prevenir la violencia en la familia

La nueva ley se centra en la prevención de la violencia en distintos ámbitos. Un punto clave para conseguirlo reside en el “ejercicio positivo de la parentalidad”: un concepto que se refiere al comportamiento de los padres fundamentado en el interés superior del niño, que cuida, desarrolla sus capacidades, no es violento y ofrece reconocimiento y orientación que incluyen el establecimiento de límites que permitan el pleno desarrollo del niño. “En la familia, es muy importante enseñar a los padres buen trato. Deben sensibilizarse y saber que los hijos son personas que tienen derechos y dignidad. La patria potestad que ejercen no es absoluta, tiene límites. El ejercicio positivo de la parentalidad se basa en dos principios básicos: el interés superior del niño (no se pueden tomar decisiones que vulneren sus derechos) y escuchar a los hijos (no se puede saber qué es lo mejor para él si no es escuchándolo)”, explica Clara Martínez.  La experta apunta también a la “autonomía progresiva de la voluntad”, un concepto que se traduce en no imponer de manera unilateral las decisiones que afecten al niño sin tenerle en cuenta, “sobre todo si es un adolescente”, dice.  “Se trata de erradicar la violencia pero sin renunciar a la disciplina, es decir, que haya formas de disciplina no violentas”, añade.

Recientemente, el Consejo de Europa ha publicado una nueva guía de orientación sobre «Crianza de los hijos en la era digital” que contiene «estrategias de crianza positiva para diferentes escenarios». La guía promueve la idea de que las prácticas parentales positivas, basadas en la comunicación abierta y la confianza, deben extenderse al mundo digital, y proporciona consejos prácticos sobre cómo reaccionar, como padre o cuidador, a situaciones críticas que enfrentan los niños. Del mismo modo, los padres y cuidadores deben vigilar de cerca sus propios comportamientos en el mundo digital (compartiendo imágenes, por ejemplo) o el tiempo de uso de las tecnologías digitales durante el día.
La organización Save the Children resume en 10 consejos lo que es la parentalidad positiva para una educación libre de castigo físico: 1. Los niños y niñas tienen derecho al cuidado y guía apropiados; 2. La parentalidad positiva se basa en : conocer, proteger y dialogar; 3. El vínculo afectivo es determinante; 4. El afecto debe demostrarse abiertamente para que los niños y las niñas se sientan queridos; 5. Las normas y límites son importantes: les dan seguridad; 6. Los niños y las niñas deben participar en el proceso de tomar decisiones y sentirse responsables; 7. Se les puede sancionar cuando se portan mal, pero no de cualquier forma; 8. El cachete, el insulto, la amenaza o los gritos no son eficaces ni adecuados para educar a los niños y las niñas; 9. Los conflictos pueden resolverse sin violencia; 10. Para que los niños y niñas estén bien, los padres tienen que estar bien.

 

Cómo ayudar desde la escuela

Entre las medidas de protección que propone ANAR, la educación es una de ellas. Pues no hay que perder de vista que la escuela viene siendo la institución protectora de la infancia por excelencia, al ser el lugar ideal para ello, así como para la detección. “Si el profesor es capaz de crear un clima de seguridad y confianza en el aula, donde las normas de convivencia están claramente establecidas y rige el respeto, será más fácil gestionar las situaciones de acoso y que la victima se sienta libre para hablar”, apunta Inmaculada Abad, psicóloga infantojuvenil del equipo de ISEP Clínic Barcelona.

El título II de la nueva ley está dedicado a regular el deber de comunicación de las situaciones de violencia. En este sentido, se establece un deber genérico, que afecta a toda la ciudadanía, de comunicar de forma inmediata a la autoridad competente la existencia de indicios de violencia ejercida sobre niños, niñas o adolescentes. Este deber de comunicación se configura de una forma más exigente para aquellos colectivos que tienen encomendada la asistencia, el cuidado, la enseñanza o la protección de personas menores de edad: personal cualificado de los centros sanitarios, centros escolares, y centros de deporte y ocio y establecimientos en los que residan habitualmente niños, niñas o adolescentes. En estos supuestos, establece la obligación de las Administraciones Públicas competentes de facilitar mecanismos adecuados de comunicación e intercambio de información.

Y algo importante: la nueva ley también crea nuevos tipos delictivos para evitar la impunidad de conductas realizadas a través de medios tecnológicos y de la comunicación, de manera que castiga a quienes, a través de estos medios, promuevan el suicidio, la autolesión o los trastornos alimenticios entre personas menores de edad, así como la comisión de delitos de naturaleza sexual contra estas.

 

 

Inmaculada Abad: “Si la violencia se produce en el centro escolar, observaremos que el niño no quiere ir a la escuela”

Hablamos con Inmaculada Abad, psicóloga infantojuvenil del equipo de ISEP Clínic Barcelona.

 

Por Olga Fernández

Durante el confinamiento aumentó la violencia hacia los niños y adolescentes, incluida la on line. ¿Cómo saber que un niño sufre violencia, qué síntomas de su conducta nos pueden alertar?

Existen cambios que nos pueden hacer sospechar que un niño esta siendo víctima de violencia, uno de los primeros que observamos son los cambios en el rendimiento escolar, se suelen mostrar más apáticos y les cuesta concentrarse.
También podemos observar quejas a nivel somático como dolores de barriga o de cabeza, así como cambios en el apetito y sueño. El niño puede expresar estar cansado porque no duerme bien, decir que no tiene hambre,…

Finalmente, su estado de ánimo también puede ser indicativo de que algo le esta ocurriendo, se puede mostrar triste, sin ganas de participar en las actividades escolares, o bien presentar ansiedad y nerviosismo.

Si la violencia se produce en el centro escolar con frecuencia observaremos que el niño no quiere ir a la escuela y pide quedarse en casa porque no se encuentra bien.

 

Si el profesor detecta estos casos, ¿cuál es el protocolo a seguir?

Los centros escolares tienen protocolos de cómo actuar en los casos de acoso escolar. Es importante que el profesor pida consejo al equipo de  asesoramiento y orientación psicopedagógica (EAP), ellos podrán realizar una evaluación psicológica del niño y derivar o implementar las medidas necesarias.

 

¿Cómo enseñar buen trato a los padres hacia los hijos?

En primer lugar, es absolutamente importante que los padres entiendan que son el primer modelo de comportamiento para sus hijos y por lo tanto debemos comportarnos con la misma conciencia y regulación que les pedimos a ellos. Si queremos que el hogar sea un espacio de comunicación y de confianza, es importante que los niños se sientan siempre escuchados y no únicamente preguntados. Debemos entender que hay momentos en los que estarán más receptivos y respetar los momentos en lo que no.

Los padres también pueden educar las emociones de sus hijos, enseñándoles a tomar conciencia de lo que sienten, a comunicar sus emociones y mostrarles formas para gestionar sus sentimientos y las situaciones de conflicto.

 

 

 

 

Jesús Figuerola: “La competencia lectora nos ayuda a ser más libres”

 

Jesús Figuerola es editor, pero también maestro. Cuatro décadas acompañando a estudiantes en la enseñanza de la lengua avalan su experiencia y sus conocimientos en un tema que ha preocupado especialmente a las últimas generaciones de padres: el fomento de la lectura. Educar en la lectura (Plataforma Editorial) es un compendio de consejos que huye de las recetas mágicas e infalibles para ayudar a las familias a acompañar a sus hijos e hijas en el maravilloso y luminoso camino hacia el placer de la lectura.

 

Por Adrián Cordellat

Desde el principio aclara que quien se acerque a él no va a conseguir necesariamente que sus hijos se aficionen a la lectura. Nos hemos acostumbrado a supuestas recetas milagrosas, pero el hábito y la afición a la lectura no entienden de milagros ni de soluciones rápidas.

Llevo cuarenta años dedicado a la docencia y de repente me he encontrado con chavales que en ambientes absolutamente nefastos son lectores fantásticos, mientras que otros en familias lectoras no leen. Pero en general esto no es así. Sabemos que es lo que funciona y lo que no, aunque no hay recetas mágicas. En este libro tampoco descubro nada nuevo, sino que junto ideas para trazar un camino hacia el fomento de la lectura.

Como dice en la introducción, una cosa es leer, que hoy en día es algo que saber hacer prácticamente todo el mundo, pero otra muy distinta es tener una buena competencia lectora.

Leer leemos todos. La competencia lectora es otra cosa, porque implica saber interpretar críticamente lo que estamos leyendo, saber extraer información para crearte tú mismo tus propias ideas. Esta competencia lectora es importante porque nos ayuda a ser más libres y críticos y a construir conocimiento. Ahora estamos viviendo el fenómeno de las fake news. Sin una buena competencia lectora es difícil diferenciar entre lo que es cierto y lo que no.

El libro está enfocado principalmente a madres y padres. A ellos les pone el ejemplo de la escuela y la tradicional lectura obligatoria. ¿Hay algo que haya hecho más daño a la lectura que la obligación?

Yo defiendo mucho la labor espléndida de los maestros porque sin ellos no tendríamos los índices de lectura que tenemos. Eso es innegable. También que en algunos momentos hay que obligar a leer e imponer lecturas prescriptivas para que los alumnos a lo largo de su recorrido académico lean obras importantes de la literatura universal. Otra cosa es que nos quedemos ahí exclusivamente, porque entonces el niño identifica lectura con obligación y ya vamos mal. Hay que ir más allá y en ese más allá a las escuelas les falta algo: crear animación lectora, convertir las bibliotecas escolares en espacios donde los niños tengan libertad para elegir sus lecturas, dar a los niños la posibilidad de elegir sus libros.

 

 

A mí me ha gustado la idea de no menospreciar el cómic. ¿Por qué tenemos esa tendencia a minusvalorar el cómic cuando es con toda seguridad uno de los géneros que más lectores ha generado?

Es una pregunta que yo también me he hecho muchas veces porque el cómic funciona como una buena puerta de entrada a la lectura. Y no necesariamente como un paso previo hacia la lectura de libros tradicionales, porque en estos momentos el cómic tiene una entidad suficiente para que existan lectores adultos de cómic, es un género literario en sí mismo.

También señala la importancia de no menospreciar los gustos de nuestros hijos y de respetar su criterio lector. ¿Tendemos los padres a forzar sus gustos, a imponer sin casi darnos cuenta lecturas?

Yo creo que sí. Hay de todo, claro, pero sí que tenemos una tendencia a pensar que aquello que a nosotros nos fue bien, les irá bien a nuestros hijos; y a la inversa, ya que aquellos autores que no nos gustan a nosotros no somos capaces de entender por qué les gustan a ellos. La lectura tiene una parte de obligación cuando uno estudia, pero a la vez se trata de crear el gusto por la lectura y eso implica clarísimamente capacidad de elección. Nosotros les podemos conducir, pero al final los gustos lectores son una decisión personal.

Luego dedica un epígrafe a las cosas que sí debemos hacer, entre las que se incluye el ejemplo. ¿De padres lectores es más fácil que broten hijos lectores?

Totalmente. Es la piedra angular. El aprendizaje vicario, aquel que se adquiere no por lo que te dicen, sino por lo que ves, es fundamental. En todo. Y con la lectura no iba a ser menos. Es muy difícil que la lectura por placer anide en unos niños si los padres no tienen una actitud positiva ante la lectura.

En el libro, como decimos, hay muchos consejos para fomentar la lectura, pero si tuviera que quedarse con solo tres, ¿cuáles serían?

El primero, sin duda, el valor del ejemplo que acabamos de comentar. El segundo es que haya libros en casa. Existen estudios que relacionan de forma directa el nivel lector de los niños con la cantidad de libros que tienen en su casa. Evidentemente esos libros no tienen que estar a juego con el sofá, si no ser libros que estén vivos, que estén en contacto con los padres y los niños. Por último, destacaría la importancia de que los niños vivan los espacios donde la literatura y los libros tienen actividad, como los cuentacuentos, los teatros, las librerías o las bibliotecas. Todas estas actividades, que además suelen ser gratuitas o muy baratas, son una forma muy sencilla de acercar a los niños al universo del libro.

Ha citado la importancia de tener libros en casa. A la que yo añadiría el tenerlos a mano de los niños, aunque no sean de su edad.

Es que los libros no son jarrones chinos, sino objetos de uso. Las bibliotecas suelen decir que es interesante que los libros se estropeen, porque eso quiere decir que se están usando. No deberíamos tener miedo de que los niños abran nuestros libros y los hojeen. Y si en algún momento rompen una página tampoco pasa nada, no me parece que sea algo trascendental. Lo es mucho más que los niños estén en contacto con los libros, que puedan abrirlos, tocarlos, experimentarlos.

 

22 consejos educar en la curiosidad

 

Una de las innumerables situaciones en que los hijos nos obligan a salir de la zona de confort es cuando nos obligan a satisfacer su curiosidad. Y seguramente son las que más valen la pena. La curiosidad es un estado de la mente que no tiene una correspondencia directa con el rendimiento académico y sí, en cambio, con la felicidad.

Por Javier Peris

  1. ¿Soy curioso? Si el papá y la mamá no son curiosos, mal asunto. Aunque nunca se sabe. Vamos a hacer, una vez más, como si de verdad influyéramos decisivamente en la formación del carácter de nuestros hijos y hagamos el esfuerzo de interesarnos por todo lo que nos rodea, de saber más, de sorprendernos ante las novedades y descubrir enseñanzas insospechadas del pasado. Y disimular, al mismo tiempo, el hastío que a estas alturas nos producen algunas o muchas cosas.

 

  1. Yo también dudo. Para Aristóteles el asombro es el estado previo de la filosofía. Haz visible tu asombro, tu sorpresa ante lo que no conoces o comprendes. Transmite a los hijos tus propias dudas, perplejidades, preguntas. La actitud de los padres constituye, también en este asunto, el principal recurso educativo de los hijos. Para bien o mal, durante los primeros años los pequeños aprenden casi todo de papá y mamá.

 

  1. Etapa preguntona. Es la primera prueba de la buena disposición de los padres para fomentar la curiosidad de los pequeños. Empiezan a preguntar por todo. Podemos limitarnos a responder lo justito antes de que cambien de tema, o bien ir un poco más allá; incluso más allá de lo que sean capaces de comprender a esa edad. Si, por ejemplo, les explicamos cómo funciona la televisión con una sencilla metáfora de enanitos verdes, agostaremos su curiosidad tecnológica.

 

  1. No hay temas tabú. No evitar ninguna cuestión que les interese, desde el origen de la familia hasta cómo funciona la televisión. No debe haber temas tabú en la conversación con los hijos, y si nos acostumbramos a ello desde el principio después no nos sentiremos incómodos por tonterías. Y tan importante como lo que se dice es la disposición con que se dice. Si perciben que sus padres siempre responden -aunque no tengan respuesta- nunca dejarán de contar con ellos.

 

  1. Ahí fuera. La visita al zoo puede limitarse a buscar a Simba, Pumba y Timón, o bien convertirse en una fuente de intereses sobre la naturaleza. Lo mismo una visita al veterinario con la mascota para iniciarse en la anatomía animal. O en una iglesia, para escuchar por primera vez los conceptos e historias que levantaron tantos templos como ese. Los objetos de la curiosidad están, sobre todo, ahí fuera y no tanto -aunque también sirven- en los formatos audiovisuales.

 

  1. Los otros. Las personas son otra fuente de curiosidad, y más vale que los niños aprendan pronto que la vida no se acaba en el propio hogar, en la propia familia. Hablar a los pequeños sobre terceros es delicado, porque tendemos a juzgarlos. Hablarles bien de la gente -con motivo- es tremendamente educativo porque les ofrece otros modelos positivos además del parental. Por desgracia es más frecuente que caigamos en la tentación de querer reforzar los vínculos familiares a base de criticar a los de fuera.

 

  1. Curiosidad vital y curiosidad intelectual. La curiosidad no es completa -y hasta puede resultar insana- si no se dirige a unos cuantos temas variados. No es malo que se interesen por los videojuegos, por ejemplo, siempre que además les motive la naturaleza o la pintura. O que la música les obsesione pero al mismo tiempo que la literatura o los comics. Hay que estar prevenidos contra las obsesiones excluyentes que hacen despreciar todo lo demás.

 

  1. Sí que entienden. No hay que subestimar la capacidad de comprensión de los niños y jóvenes. A veces basta con trasmitir la complejidad del asunto, o situarlo en el contexto adecuado, o darle la importancia que tiene, ni más ni menos. O empatizar con la curiosidad del hijo y buscar juntos una respuesta. Y en todos los casos, no conformarse con encontrar una explicación adecuada a su edad: hay que ir -repetimos- siempre un poco más allá.

 

  1. Prejuicios para siempre. Mala cosa es evitar los temas por incómodos, pero aún es peor liquidarlos apresuradamente con juicios simplistas o maniqueos. El niño conservará ese prejuicio durante mucho tiempo, quizá para siempre. En la sociedad actual, tan ecléctica, tan poliforme, adentrarse en todos y cada uno de los temas que se debaten puede resultar agotador, pero no hay que menospreciar ninguno y de todos hay que sacar alguna idea o conclusión más o menos sensata.

 

  1. La discusión es muy productiva. Especialmente con adolescentes y jóvenes el esfuerzo por seguir la lógica (a veces tremendamente ilógica) de sus argumentos les proporciona puntos de vista que, terminada la discusión, formarán parte de sus debates interiores. Lo más probable es que no lo manifiesten en el momento (si te dicen ‘papá, me has hecho pensar’, preocúpate), pero es casi seguro que más tarde o más temprano tus palabras acudirán a su memoria.

 

  1. Un instrumento maravilloso. Aprovecha los medios de conocimientos actuales. Más allá de los datos, que no hay que despreciar, Internet nos ofrece interpretaciones para todos los gustos, incluidas las que nos gustan. Supera la pereza que nos impide hacer búsquedas sin prisas, discrimina las fuentes útiles de las superficiales o engañosas, y comparte con los hijos tus descubrimientos.

 

  1. Receta universal. Hay niños que nacen o se crían con esa predisposición a saber, a cuestionar. El esfuerzo se centrará entonces en dirigir esa permanente inquietud hacia intereses sanos, útiles o placenteros. Por el contrario, los hay que parece que no se interesan por nada. Es falso; sólo hay que esforzarse un poco en averiguar qué les motiva. Y si fracasamos, no importa, porque acabarán descubriéndolo por sí mismo.

 

  1. Curiosidad malsana. A veces la curiosidad del niño va en sentido contrario de lo que se le propone en la escuela o en la familia. Antes de juzgarla como una distracción inútil e intentar modificarla, considerar si vale la pena fomentar esos intereses, gustos o preferencias. Si aun así lo tienes claro, la solución fácil es hacer todo lo posible por desanimarle, no dejarle tiempo para seguir con su dudosa afición. La difícil, implicarte y compartirla para poder sacar de ella algo positivo o encaminarla por otros derroteros.

 

  1. Sin miedo a destacar. Por el contrario, es maravilloso cuando descubres que el niño siente curiosidad por los conceptos y contenidos que le proporciona el aprendizaje reglado, por lo que aprende en la escuela. No dejes que caiga en la tentación de no distinguirse de los compañeros; ayúdale a seguir profundizando y cuenta, si es posible, con la complicidad del profesor o del tutor.

 

  1. Padres bajo la lupa. Mamá, ¿cuál es tu historia? ¿En qué piensas, papá? Los padres constituyen una fuente de curiosidad natural que se puede manifestar más o menos, pero cuando se expresa nunca debe evitarse. La biografía de los padres enseña, mejor que cualquier libro de historia, que apenas hay algo nuevo bajo el sol, que las relaciones humanas son básicamente las mismas, y enseña a los jóvenes que sus miedos, ilusiones y problemas no son tan especiales.

 

  1. Jugar sin parar. Los juegos cada vez ocupan más espacio en la primera etapa de la Educación reglada pero aún está por desarrollar entre los mayores, para los que el deporte en equipo es el principal sucedáneo. Y es una pena porque jugar consigue, entre otras cosas, incentivar el conocimiento, disfrutar con la novedad, aspirar a mejorar. En el hogar los juegos no deben desaparecer tras la primera infancia, sólo deben cambiar.

 

  1. Hacen pensar. ¿Es bueno cuestionarlo todo? De entrada, sí, aunque algunas preguntas parezcan absurdas y otras, además, lo sean. Las que tienen difícil respuesta (¿por qué tengo que hacer caso a mis padres?) pertenecen a etapas poco duraderas y no hay que preocuparse en exceso. Otras son pertinentes aunque suenen a impertinentes. Con frecuencia los hijos nos obligan a dedicar un ratito a pensar por qué creemos en lo que creemos, por qué esto es bueno y aquello malo.

 

  1. Chicos y chicas. La curiosidad por el otro sexo no hace falta estimularla. Viene de fábrica. La tarea de orientarla de manera sana -realista- debe comenzar muy pronto y alargarse durante toda la crianza. Incluso cuando el joven o la joven parece saberlo todo y rechazan todo lo que viene de los padres, hay que arreglárselas para que escuchen buenos consejos y reflexiones sensatas, y que conozcan modelos atractivos de sexualidad equilibrada.

 

  1. Constancia, sudor. Saber se consigue con esfuerzo. Los libros de texto, en papel o en pantalla, no son un capricho de los educadores ni una treta de las editoriales. El estudio y el trabajo consiste en algo más que adquirir unas destrezas; cada actividad, cada campo de conocimiento contienen una sabiduría propia que se adquiere dedicándoles tiempo y esfuerzo.

 

  1. A cierta edad la curiosidad se vuelve más cercana. El joven empieza a leer y escuchar sobre impuestos, pensiones, sexo queer, ley Celaá, ¡franquismo!, cosas de las se habla poco o nada en la escuela y mucho menos entre los amigos. En fin, un auténtico reto para los padres, una vez más enfrentados a la ardua tarea de ser tan precisos como ecuánimes. Ya sabemos que sólo lo entenderán a medias… Pues eso que llevan adelantado.

 

  1. Cara a cara. Los buscadores de Internet se han cargado las discusiones sobre los datos, pero eso no significa que en Internet esté todo. Quien ha seguido durante los últimos 50 años los avatares de la familia real británica puede explicar mejor su historia que cualquier entrada de Wikipedia. Contextualizar, proporcionar y hasta juzgar son funciones más propias de la relaciones interpersonales, en la escuela y en la familia.

 

  1. Contra la apatía. A cualquier edad, desde los 7 años hasta los 107, el ser humano está expuesto al aburrimiento, el desinterés, la falta de motivos para luchar y crecer. Mantener viva la curiosidad contribuye a conjurar este peligroso estado de ánimo. Descubrir significa ampliar los puntos de vista, plantearse nuevas preguntas y, en definitiva, salir de uno mismo.

 

 

Y TRES PELÍCULAS

Educando a Rita (1983)

Basada en una obra de teatro con solo dos personajes, es la historia de una mujer que decide que su vida no puede ser solo trabajo y los viernes por la noche ir al karaoke. Un profesor borrachín y hastiado de la vida académica es la otra cara de la moneda. Hasta que no se cruza con la mujer no se da cuenta de la enorme riqueza que atesora y que está dilapidando.

Figuras ocultas (2016)

Para aquellas chicas, que aún quedan, que piensan que su sexo les obliga -o sugiere- ir por determinados caminos y evitar otros. Estas mujeres trabajaron nada menos que en la NASA de los Apolos, y además eran de raza negra. Podían haberse rendido, pero la pasión por su trabajo y la sed de descubrimientos les hizo superar los prejuicios de jefes y compañeros.

2001 Odisea en el espacio (1968)

El universo, la materia, el homo sapiens… ¿Hay misterios más apasionantes por los que interesarse? La obra maestra de Kubrick propone, junto a ordenadores a los que se les va la olla, un universo poblado por algo más que pedruscos: el tiempo, el espacio, las leyes -incompletas- de la física…

 

 

 

Javier Urra: “Los adolescentes me caen muy bien y yo les caigo muy bien a ellos”

Su último libro “Déjame en paz” y dame la paga” es un manual dirigido a padres en el que recoge la forma de abordar los problemas de los adolescentes de hoy en día bajo una mirada positiva. “Si les respetamos a ellos, conseguiremos, a la vez, su respeto”,  aconseja Urra desde su amplia experiencia.

 

Eva R. Soler

 

Si alguien sabe de adolescentes en España ese es Javier Urra. Doctor en Psicología, doctor en Ciencias de la Salud, profesor en Pedagogía Terapéutica, psicólogo en excedencia voluntaria de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y de los Juzgados de Menores de Madrid, embajador de la Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídica, profesor de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, académico de número de la Academia de Psicología de España, patrono de la Fundación Pequeño Deseo, presidente de la Comisión Rectora del programa recURRA-GINSO para padres e hijos en conflicto, presidente de honor de la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-parental (SEVIFIP), escritor, contertulio en medios de comunicación. Fue el primer Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, es colegiado de honor en Psicología y le concedieron la Cruz de San Raimundo de Peñafort por el Ministerio de Justicia. En su último libro “Déjame en paz y dame la paga” nos invita a descubrir el mundo adolescente con una mirada positiva. Un manual que ayudará a los padres a comprender a sus hijos en esta etapa de cambio y crecimiento. Con respeto y capacidad de escucha, es posible que nos abran la puerta de su cuarto y de sus emociones.

 

A pesar del título que puede implicar cierta connotación negativa, Déjame en paz y dame la paga supone una mirada positiva al mundo adolescente, ¿por qué este título?

 

Es un título atractivo. Que un adolescente te diga “Déjame en paz” entra dentro de lo normal y “dame la paga”, porque ellos viven mucho la relación con sus iguales. Además, la portada es la puerta de un hotel con el cartel de “No pase” (mensaje sustituido por el título del libro). Pretende reflejar el sentido que tienen los adolescentes de su habitación: todo es de todos, pero su habitación es sólo de ellos y esto no quiere decir que el chico o la chica tengan un problema. He trabajado toda mi vida con adolescentes. Cuando yo tenía 18 años, empecé a trabajar en un campamento en la sierra de Madrid para tratar con adolescentes de educación especial. Era el año 1983 y supuso toda una novedad. Actualmente, presido RecUrra-Ginso, una residencia para tratar adolescentes en conflictos. He trabajado en la fiscalía de Menores, he sido Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid… Conozco muy bien a los adolescentes y he visto los cambios que se han ido produciendo en las distintas generaciones. Los adolescentes me caen muy bien y yo les caigo muy bien a ellos. A veces se produce esa profecía autocumplida de relacionar la adolescencia con una etapa horrorosa, porque es verdad que es una etapa de cambio donde se producen conflictos con uno mismo, pero no es una justificación para las faltas de respeto. Yo consigo el respeto de los adolescentes, ¿cómo? No permitiendo sus tonterías si las hacen, pero mostrando también yo respeto hacia ellos.

 

¿Por qué los adultos tememos tanto esta etapa y relacionamos a los adolescentes con personas a las que cuesta llegar?

Primero porque es verdad que la mayoría de las veces es una etapa de conflicto. Segundo, porque los padres lo que quieren es cuidar, pero esta ya no es la etapa de llevarle al pediatra, de llevarle al colegio, de vivir para el niño. La tendencia del adulto (padre o madre) es estar encima del niño, pero los adolescentes quieren que les dejen en paz y esto a los padres les crea una pérdida de rol. Hasta ahora le ha estado diciendo (a su hijo/a) lo que tiene que hacer y ahora él hace las cosas sin contar con sus progenitores. También hay conflictos en relación con los horarios de llegada y con el consumo de alcohol. Respecto a estos dos asuntos y desde un punto de vista institucional, no es fácil ser padre en un país como el nuestro (donde los horarios se alargan y hay permisividad con el consumo de alcohol). Y, por otra parte, hay padres inmaduros que actúan como adolescentes y esto es nefasto, porque el adolescente necesita un adulto en el que apoyarse y con el que chocar. En la Fiscalía de menores, he escuchado a un adolescente decir que él a sus padres no les importa, porque haga lo que haga, no le dicen nada. Esto es terrible. Un chaval va a chocar con su padre si le dice que su hora de llegada son las doce de la noche y él quiere volver a las cuatro de la mañana, pero, en el fondo, sabe que ese es su papel y eso le normaliza, aunque le enfade. Luego hay gente que no le cae bien los adolescentes porque dejaron de ser ellos adolescentes. Les da envidia y algunas generaciones creen que cualquier época pasada fue mejor.

 

La pandemia incide en esa visión negativa que a veces les estigmatiza y les hace responsables del aumento de contagios

En la pandemia hay adolescentes que se han comportado con mucha ternura, han ayudado en casa, se han preocupado por los abuelos, han visto a sus padres agobiados por la pérdida económica…Aunque los adolescentes no lo han pasado nada mal en el confinamiento porque estaban en contacto con sus amigos por videoconferencia y nadie salía. Ahora, en cuanto ya han podido salir y la responsabilidad es individual empieza el conflicto. El contacto, la sexualidad, el verano, la piscina, el pueblo… Si a eso le añades mensajes como “hemos vencido al virus” o que a los jóvenes el coronavirus apenas les afecta, (cuando no es verdad, porque estamos viendo cuatro meses después, jóvenes asintomáticos que han desarrollado enfermedades renales, hepáticas, neurológica), el adolescente se siente invulnerable. Para que les lleguen los mensajes de lo que en realidad puede suponer una enfermedad como el coronavirus habría que utilizar personas que a ellos les parezcan creíbles. Un buen ejemplo sería Rafa Nadal. También hay que inculcarles e incidir en el respeto intergeneracional: deben de cuidar a sus abuelos y tienen que reflexionar si es lógico que se hayan producido tantas muertes de ancianos.

 

Otro problema que aborda en el libro es el de las redes sociales

Sí. Esto a los padres les genera mucha inquietud porque los adolescentes pasan mucho tiempo conectados y ellos (los padres) no saben lo que están haciendo y con quien están. Estamos viendo que niños y niñas de trece años entran en contacto con pornografía muy violenta. Después, la sociedad se pregunta por qué se están produciendo abusos sexuales en grupo y es porque confunden el amor con el sexo, el querer con el poseer. Se confunde todo.

 

 

Volviendo a la importancia de esa relación intergeneracional, en el libro afirma que es bueno que los adolescentes hablen con los abuelos de la adolescencia de sus padres.

Sí, es muy bueno que los niños hablen con sus abuelos. Mira tu madre o tu padre cuando era adolescente hacía esto. Esto también entra dentro de ese respeto intergeneracional que me parece importante. Los abuelos generan mucha ternura y sensibilidad, nos ayudan a ponernos en el lugar del otro. Hay que hablar de valores, de virtudes, de lo que es esencial en la vida… Eso es lo que nos preguntamos al final de la vida y eso los abuelos los trasladan muy bien y es muy importante. Esta es otra dificultad de la pandemia, no poder ir a ver a los abuelos para garantizar su salud.

 


 

LOS MIEDOS DE LOS PADRES

El consumo de drogas, el que el adolescente pueda atentar contra su salud o su vida, la desafección emocional, los problemas de conducta graves, la violencia filio-parental, las conductas que se escapan al control parental (sectas o bandas), el perder al hijo que fue… Estos son, según Urra, los mayores miedos que muestran los padres respecto a sus hijos adolescentes. “Déjame en paz y dame la paga” aborda la forma de encarar estas preocupaciones de frente y propone soluciones para todos ellos.

 

LAS VIRTUDES DE LOS ADOLESCENTES

A veces, los defectos de los adolescentes nos impiden ser conscientes de sus virtudes: lealtad a sus amigos, ilusión, fuerza por querer mejorar el mundo, el afecto (escondido a veces tras una capa de distanciamiento y dureza emocional), la búsqueda de identidad… Tenerlas en cuenta mejorará nuestra relación con ellos.

 

PROGRAMA RECURRA-GINSO

Javier Urra es presidente de RecURRA-GINSO. Un programa que lleva tratando desde hace diez años adolescentes que tienen conflictos de alimentación, de violencia filio parental, de adicciones… Cuenta con un centro en Madrid y una residencia terapéutica por donde ya han pasado más de 835 adolescentes. Más información: www.recurra.es consulta@recurra.com teléfonos: 900 656 565—91 442 03 39

Claves para saber si un niño está preparado para tener su propio smartphone

Según la psicóloga Sonia Martínez Lomas, consensuar y hablar de compromisos en vez de normas es “fundamental” para un uso seguro de las pantallas por parte de niños y adolescente.

 

 

La Navidad suele ser una época en la que niños y adolescentes, aprovechando la magia de Papá Noel y los Reyes Magos, reciben como regalo sus primeros smartphones o tabletas, sus primeras pantallas propias con las que se asoman al mundo 2.0. Sin embargo, lo que es un regalo ilusionante, puede acabar convirtiéndose en un dolor de cabeza y en motivo de discusiones familiares, como ya estarán comprobando en sus propias carnes muchas familias en este primer mes del año. Por eso, los psicólogos de los Centros Crece Bien de Madrid recalcan la importancia de “consensuar” una serie de compromisos a cumplir de forma previa a la compra del dispositivo tecnológico.

“Consensuar no significa que las opiniones del niño tengan el mismo estatus a la hora de llevarse a la práctica que las de los padres (recordemos que aún no son adultos), pero sí que les dejaremos participar en ellas, ya sea proponiendo o eligiendo entre distintos compromisos. En nuestros centros, por ejemplo, en cuanto un niño entra por la puerta consensuamos con él las normas que tendremos en común, aunque hemos decidido cambiar la palabra norma por la palabra compromiso, ya que el compromiso motiva más al niño, le compromete y le responsabiliza”, afirma Sonia Martínez, psicóloga y directora de los Centros Crece Bien, pioneros en la enseñanza y el desarrollo de Habilidades Emocionales, Sociales y de Aprendizaje.

Para la experta, esos compromisos deben abarcar al menos tres aspectos clave para un buen uso de las pantallas:

  • Los horarios del uso de los aparatos electrónicos, que en todo caso no deberán superar el 30% del tiempo libre.
  • El lugar donde dejar en reposo los dispositivos antes de dormir, a la hora de comer o en los tiempos en los que estamos en familia.
  • Las consecuencias de no cumplir los compromisos: por ejemplo, qué pasara si no dejan el móvil antes de dormir o si no cumplen los horarios estipulados.

Además de estos, la psicóloga también considera “fundamental” dejar claro que la supervisión de los padres “es necesaria y que se irá reduciendo según vayan viendo que el menor hace un uso responsable del dispositivo”; así como hablar de los peligros que acarrea el uso de un teléfono inteligente, poner ejemplos de qué podría pasar y cómo evitar o reaccionar antes esas situaciones. ““Si les explicamos a los niños que la red es como una ciudad, con zonas más seguras que otras o con desconocidos, es más fácil que vean que lo que no harían de forma física (facilitar datos o enviar fotos a desconocido o no insultar o acosar a amigos y compañeros) tampoco lo hagan en la red”, explica.

Cómo saber si un niño está preparado para tener su propio smartphone

Uno de los consejos más habituales ante el auge de las pantallas y los dispositivos electrónicos es no obsequiar con uno de estos aparatos a un niño o adolescente hasta que no lo veamos preparado para manejarlo. Pero, ¿cómo podemos saber que lo está? Para Sonia Martínez, las familias deberían tener en cuenta tres aspectos para evaluar esa preparación.

  1. Si vemos que muestra prudencia. Si estando a su lado y manejando nuestro dispositivo, vemos que sabe dónde entrar y dónde no, qué aceptar y qué no; si conoce los peligros y pregunta antes de tomar la iniciativa en participar en algo que no conoce.
  2. Si la tecnología provoca mayor bienestar que malestar. “Si el niño o niña usa los dispositivos de su madre o padre para aprender, divertirse, estar con los amigos y, antes, durante y después de su uso, el bienestar es mayor al malestar, es que está preparado para tener su smartphone. Sin embargo, si hay frustración o enfado por no tenerlo a mano o al terminar el tiempo de uso estipulado y si provoca grades disgustos, las familias no deberían dar este paso, ya que eso significa que el menor aún no está preparado para regular el tiempo para utilizarlo y tampoco para usarlo como una herramienta más”, argumenta la psicóloga.
  3. Si en familia hemos dedicado tiempos a hablar de cómo utilizarlo y vemos que sus respuestas son acertadas, que conoce los riesgos y consecuencias que pueden tener determinadas acciones, ·entonces es un buen momento para confiar y comprar el móvil.

Para la directora de los Centros Crece Bien, este último aspecto es “especialmente importante”. En su opinión, con la tecnología deberíamos tomar las mismas precauciones que tomamos antes de dejar a un niño ir solo al colegio. “En este último caso, solemos explicar a nuestros hijos que tengan cuidado con determinadas situaciones y les acompañamos hasta que les vemos preparados. Con la tecnología, sin embargo, al ver que los niños muestran gran competencia en el uso de los aparatos electrónicos, les dejamos que los utilicen solos, cuando en realidad deberíamos acompañarlos, ya que están solos en un mundo virtual que desconocen y necesitan un guía hasta que estén preparados”, concluye.

'Pieza a pieza', la historia del niño que construyó una prótesis funcional para su brazo derecho con piezas de Lego

David Aguilar, con tan solo 17 años, construyó una prótesis funcional para su brazo derecho con piezas de Lego, su juguete favorito desde la infancia. Poco después, su historia daría la vuelta al mundo.

 

La historia de David Aguilar, ahora conocido alrededor del mundo como HAND SOLO, es un relato emotivo, fascinante y sobre todo inspirador. Una historia de amor y de superación. David Aguilar, con tan solo 17 años, construyó una prótesis funcional para su brazo derecho con piezas de Lego, su juguete favorito desde la infancia. Poco después, su historia daría la vuelta al mundo. David nació con el síndrome de Poland. Sus padres, Ferran y Nathalie, así como su hermana Naia, lo han acompañado en todos sus proyectos. Con tan solo nueve años construyó su primera prótesis y desde entonces no ha parado de crear y evolucionar. Ferran, por su parte, no ha escatimado esfuerzo en dar a conocer la historia de su hijo, con la seguridad de que, algún día, inspiraría al mundo entero.

Esta familia andorrana se ha convertido recientemente también en protagonista de un documental, Mr. Hand Solo, en el que comparten su historia de superación. Pieza a pieza supone la última muestra de su empeño en participar en un sinfín de proyectos solidarios con los que luchar contra el estigma de la discapacidad y el bullying, así como reivindicar un mundo más humano, solidario e inclusivo. Todo el eco de la historia de David empieza ya en su infancia, cuando por costumbre ocultaba su brazo fruto de sufrir bullying por su condición física. A los nueve años de edad, y con lo que inicialmente tenía que ser un barco de Lego, sorprendió a todo el colegio y en redes con su primera prótesis hecha con las piezas más básicas. La euforia y alegría duró poco, pronto volvió la normalidad. Sus experiencias negativas acumuladas a lo largo del tiempo, se sumarían a su primera gran decepción en plena adolescencia, cuando fue rechazado por una chica por no tener brazo. Poco después, David se encierra en su habitación durante una semana para transformar un helicóptero de Lego Technic que había construido con once años. Deshace sus piezas y construye su primera prótesis funcional. David, inquieto, emprendedor y aventurero, ha creado su propia marca con el alias con el que se ha dado a conocer y en breve, lanzará su pagina web HANDSOLO.COM con la ambición de crear una gran marca de superación personal con la que ayudar en diversas causas solidarias.

 

 

El proyecto “libro”, nace de la visita de Ferran a Isabel, una agente literaria de Barcelona, en un momento de salud complicado de la vida del padre de David, al que tienen que intervenir quirúrgicamente en cuatro ocasiones. Viendo cómo la vida de David inspira, motiva e influye en la de tanta gente, gracias al mensaje que transmite y difunde mediante sus conferencias, publicaciones alrededor del mundo y proyectos, deciden llevar su historia a otro nivel.

Pieza a pieza es una historia de amor y sobre todo de unión familiar. Un anecdotario de momentos difíciles y mejores, siempre llenos del empeño que caracteriza a David por dejar de ser distinto, o, mejor aún, por ser simplemente él.

 

#StopAbusoMenores, una campaña de sensibilización de INCIBE sobre el abuso y explotación sexual contra menores en Internet

En el marco del proyecto europeo 4NSEEK, se lanza esta campaña de concienciación enfocada hacia público en general, menores, familias y educadores.

 

El Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) ha lanzado una nueva campaña de concienciación, #StopAbusoMenores, para frenar y evitar el abuso y explotación sexual contra menores en Internet. Esta campaña ha sido desarrollada junto a un grupo de expertos en el marco del proyecto europeo 4NSEEK (Forensic Against Sexual Exploitation of Children), de cuyo consorcio INCIBE es coordinador y se trata de la materialización de uno de los objetivos del proyecto.

La campaña cuenta con diversos materiales de difusión, como entradas de blog, infografías, gráficos y vídeos, además de una guía dirigida fundamentalmente a profesionales del ámbito del menor, y una actividad didáctica para trabajar en las aulas. Están distribuidos en cuatro bloques por públicos: visión general, menores, familias y educadores y disponibles en español e inglés, como compromiso dentro del proyecto europeo, aunque posteriormente se podrían traducir a otros idiomas.

Contenidos para cada público objetivo de la campaña

En el primero de los bloques se detalla la problemática de la coacción y extorsión sexual contra los menores y se complementa con un monográfico que recoge un análisis para entender y afrontar esta problemática desde una perspectiva amplia, aunque accesible.

El bloque de menores está enfocado a sensibilizar a los jóvenes, con el fin de promover su apoyo mutuo ante este tipo de situaciones, detectar el problema a tiempo en su entorno y pedir ayuda cuando una situación en Internet les haga sentir mal.

Por otro lado, las familias tienen a su disposición diferentes recursos para ayudarles a identificar señales que sugieran la existencia de algún problema en línea, así como orientarles en la manera de afrontar con sus hijos una situación de posible abuso a través de Internet.

El último bloque nos lleva a las aulas educativas y cómo luchar desde ellas contra el abuso, abordando la educación digital de los menores en cuanto a la afectividad, la sexualidad y las relaciones saludables.  Así, se pone a su disposición una actividad didáctica para que los jóvenes aprendan a detectar solicitudes de alto riesgo en Internet, y se impliquen apoyando a sus compañeros cuando se enfrenten a estas situaciones.

Monográfico ‘Abuso y explotación sexual de menores en Internet: un análisis de 4NSEEK’

Este monográfico analiza la problemática del abuso y explotación sexual contra menores de edad en el contexto de Internet, con el objetivo de ayudar a los diferentes profesionales que trabajan en el ámbito de niños, niñas y adolescentes a entender cómo se producen las situaciones de abuso y explotación sexual a través de Internet, dado que pueden afectar a cualquier menor de edad. También a mejorar sus capacidades de prevención, detección y respuesta ante la diversidad de situaciones de abuso existentes, y contribuir a extender este conocimiento en la sociedad.

En el desarrollo del monográfico y del resto de los materiales de la campaña #StopAbusoMenores han participado, junto a INCIBE, los miembros del grupo de trabajo del proyecto: la Asociación Portuguesa de Apoyo a las Víctimas (APAV); Guardia Civil a través del EMUME Central – Unidad Técnica de Policía Judicial; el Cuerpo Nacional de Policía; Policía de Malta; EUROPOL – European Cybercrime Centre (EC3); UNICEF España; la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil (FAPMI) ECPAT España y EU KIDS ONLINE, grupo de investigación referente en el estudio de menores y nuevos medios de la Universidad del País Vasco.

Todos los recursos de la campaña sobre abuso y explotación sexual contra menores de edad están disponibles en www.incibe.es/stop-abuso-menores.