Claves para fomentar un pensamiento constructivo desde la infancia

La capacidad de elaborar pensamientos constructivos va a marcar cómo afrontamos las malas noticias, los cambios y las decisiones complejas. La infancia es el momento ideal para comenzar a desarrollarla y la familia tiene un importante papel.

 

Por Diana Oliver

 

Si 2020 fue un reto enorme a todos los niveles, 2021 no parece que vaya a ponérnoslo mucho más fácil. La pandemia nos ha obligado a cambiar muchas de nuestras dinámicas familiares, sociales y laborales. También la relaciones con los hijos se han visto afectadas por los vaivenes emocionales y la incertidumbre. En este escenario, nuestra capacidad de elaborar pensamientos constructivos va a marcar cómo afrontamos las malas noticias, los cambios y las decisiones complejas. La familia es el marco idóneo para fomentar este tipo de pensamiento y la infancia un momento fundamental, porque en ella comienza la construcción de nuestras habilidades emocionales y sociales.

 

Ahora bien, ¿qué es el pensamiento constructivo? Verónica Pérez Ruano, psicóloga y fundadora del centro de Raíces psicología, define el pensamiento constructivo como el tipo de construcción mental enfocada a tomar decisiones de la manera más adaptativa posible. “Con este tipo de pensamiento intentamos predecir lo que ocurrirá y nos enfocamos en conseguir nuestros objetivos con éxito. Es la parte del pensamiento que se encarga de analizar las diferentes opciones que tenemos y ayudarnos a decantarnos por una u otra solución a los problemas o conflictos a los que nos enfrentamos, de la manera más acertada posible. El pensamiento constructivo tiene una gran importancia en situaciones sociales porque nos ayuda a resolver conflictos y a manejarnos con el resto de personas de una manera adecuada”, explica.

 

Con este tipo de pensamiento intentamos predecir lo que ocurrirá y nos enfocamos en conseguir nuestros objetivos con éxito.

 

El papel de la familia

 

La familia es el contexto principal para la transmisión de valores pero también la encargada de dotar de herramientas que ayuden a los hijos a gestionar las emociones de forma adecuada a lo largo de la vida. Según la psicóloga Verónica Pérez, en el desarrollo del pensamiento, y específicamente del pensamiento constructivo, debemos tener en cuenta que influyen múltiples factores como son los genéticos, las experiencias previas o el método educativo recibido.

 

Señala también la psicóloga que desde la familia facilitaremos un pensamiento constructivo si permitimos espacios de aprendizaje basados en la reflexión sobre el propio aprendizaje. Por ejemplo, analizar cómo hemos llegado a solucionar un problema, qué tareas hemos tenido que llevar a cabo para ello, en qué otras soluciones habíamos pensado primero y por qué las hemos desechado. “Potenciar esto desde casa es fundamental para facilitar el aprendizaje autónomo, el que provoca verdadera reflexión y aprendizaje. Es lo que podríamos considerar “aprender a aprender”, que es la base del pensamiento constructivo”, señala.

 

Claves para fomentar un pensamiento constructivo

 

La psicóloga Verónica Pérez nos ofrece una serie de claves para el desarrollo de una actitud constructiva que ayude a nuestros hijos e hijas a lo largo de toda su vida.

  • La empatía: ser capaces de ponernos en el lugar de otra persona y entender las causas que le han podido llevar a actuar de una determinada manera. “La empatía se enseña siendo empáticos con los niños y niñas. Si la infancia conoce modelos de relación empáticos en su entorno cercano, muy probablemente comenzará a actuar de una manera más empática hacia el resto de personas que le rodean, lo que se traduce en una mayor capacidad para tomar buenas decisiones”, sostiene la psicóloga.
  • Pensamiento reflexivo: según la fundadora de Raíces Psicología, fomentar desde casa el pensamiento reflexivo ayudará a niños y niñas a analizar de una manera crítica los argumentos e ideas, tanto los suyos propios, como los que vienen del exterior o de otras personas. “Muchas personas cuando tienen una idea preconcebida muestran grandes dificultades para cambiar de opinión, ya que no practican la crítica reflexiva sobre sus propios pensamientos e ideas. El pensamiento constructivo facilita que seamos capaces de contrastar las opiniones de los demás con las nuestras, analizarlas de manera crítica y cambiar de opinión si es necesario”, explica.
  • Valorar diferentes puntos de vista y aceptar que nuestros hijos en ocasiones no estén de acuerdo con nosotros es fundamental para consolidar su pensamiento constructivo. Según Verónica Pérez es muy importante no asumir que nosotros tenemos razón por el hecho de ser adultos. “Muchos niños y adolescentes tienden a inhibir sus opiniones o actuaciones por vergüenza, miedo al ridículo o necesidad de aceptación. Si desde que son pequeños no aceptamos su personalidad, su manera de actuar y las ideas que transmiten, terminarán anulando su capacidad más crítica y reflexiva para adaptarse a las exigencias de las personas que les rodean y, poco a poco, irán apagando ese pensamiento constructivo”, explica.
  • No saturar la mente de información y estimulación. Según la psicóloga, para poder concentrarnos en una tarea de manera profunda y desarrollando un pensamiento constructivo, necesitamos tener una atención plena en dicha tarea. “Será difícil resolver una situación compleja si otras personas nos están hablando, si la tele está puesta, si estamos nerviosos o sentimos temor, si tememos las consecuencias que pueden ocurrir… Está demostrado que en momentos de alta intensidad emocional el pensamiento constructivo se desarrolla peor, por ello es necesario practicarlo en condiciones adecuadas para facilitar que después, en condiciones de estrés, se pueda llevar a cabo”.
  • La sobreprotección es enemiga del pensamiento constructivo: “Sobreproteger no es dar cuidados a la infancia, amar “en exceso” o crear un ambiente cálido y agradable en el hogar. Con sobreproteger nos referimos a tomar decisiones por el niño cuando puede hacerlo él mismo, no dejarle elegir cuestiones que le afectan directamente, no tener en cuenta su opinión por no considerarla válida y tomar nuestra opinión como verdadera por encima de la suya o supervisar y corregir todas sus tareas”, concluye.

Alejandro Rodrigo: “La clave de todo es que a una madre o a un padre “le apetezca” pasar tiempo con su hijo”

Entrevista a Alejandro Rodrigo. Autor de: “Cómo prevenir conflictos con adolescentes” (Plataforma Editorial)

 

Por Gema Eizaguirre

 

Alejandro Rodrigo lleva más de 15 años trabajando mano a mano con padres, madres y adolescentes para ayudarles a mejorar la convivencia en el Gabinete Concordia. Esta experiencia de orientación familiar la plasma en el libro “Cómo prevenir conflictos con adolescentes” (Plataforma Editorial).

 

-¿En estos años ha cambiado mucho el perfil del adolescente?

No, no ha cambiado demasiado. Por supuesto, que las nuevas tecnologías nos han invadido a todos y que hoy en día el teléfono móvil es el elemento estrella que acapara gran parte de los conflictos con los padres, pero la realidad es que el mensaje que el adolescente quiere lanzar, es decir, sus necesidades más profundas siguen siendo las mismas. Un adolescente en términos generales lo que busca es mucha atención, aunque paradójicamente parezca que la rechaza.

-Señala 7 estilos educativos en el libro ¿Hay alguno que predomine más hoy en día?

Los 7 estilos educativos que vienen recogidos y desarrollados en el libro, son los que considero más predominantes durante mis años de dedicación profesional a orientar a familias. Lo importante de estos estilos es que no son puros. Me refiero a que todos estamos pensando rápidamente en el estilo “sobre protector” que tan condenado está hoy en día como el más predominante o en el “puntivo” que es ese en el que el padre no para de castigar por ejemplo, pero la realidad es que ningún padre tenemos un estilo puro. Nadie es 100% un estilo. La realidad es que es una mezcla de varios estilos, por eso cada padre y madre tienen un estilo único.

-¿Alguno que destaque?

A mí me gusta mucho señalar al estilo “sacrificante” como uno de los grandes olvidados porque es muy difícil de identificar y, sin embargo, me he tropezado con él en más casos de los que en un principio se podría esperar. Es muy difícil y en ocasiones contraproducente variar un estilo educativo, lo importante como viene explicado en el libro son dos cuestiones: La primera saber identificar las debilidades y fortalezas de cada uno. La segunda, (y aquí adelanto una de las claves del libro) evitar el más dañino de todos los estilos que es el “ausente”.

-Señala la frustración como primer motivo de la agresividad ¿Cómo enseñarles esa tolerancia a la frustración? ¿Cómo gestionarla emocionalmente?

La principal clave para poder enseñar a tolerar esa frustración es “señalar y dar a conocer” esos episodios en los que el adolescente ha perdido el control debido a su bajo nivel de tolerancia a la frustración. Con esto me refiero a que en muchas de las ocasiones es el propio adolescente quien no es consciente de qué le pasa. No puede ver ni entender que no dispone de herramientas para afrontar esos momentos frustrantes. No sabe que se está frustrando. Para empezar esa tremenda tarea de “enseñarles” lo primero es poder “señalar” esos episodios, no desde el reproche sino desde la ayuda para la identificación. Muchas veces debido a múltiples razones, el cansancio quizás la principal de ellas, cuando sucede en casa un episodio así los padres adoptan dos posiciones que no ayudan a largo plazo. La primera suele ser la del reproche. La segunda la del “vacío” es decir, hacer como si no pasara nada. El primer paso, innegociable, es no dejar pasar por alto estas situaciones.

¿Cree que la educación emocional debería estudiarse en todos los colegios y algo también en las carreras de docente?

Todas y cada una de las asignaturas de todos y cada uno de los cursos en la educación actual, desde infantil hasta la universidad, son una maravillosa vía para poder trabajar el importante mundo de la “Educación Emocional”. Pero no solo las asignaturas de música, artística o filosofía. Todas las demás asignaturas, matemáticas, física, lengua extranjera, … todas, lo único que hace falta es un maestro y un centro educativo con la suficiente sensibilidad para entender que además de los contenidos curriculares más teóricos existe un apartado importantísimo del ámbito académico que debe estar centrado en “formar personas”. Según mi humilde punto de vista, este debería ser un axioma innegociable.

¿Cuáles son las claves para poner normas para que sean aceptadas por el adolescente? ¿Se deben consensuar con ellos?

Depende de la norma, depende de la situación, depende de las características del hijo en concreto, depende de cuántas normas hayamos ya consensuado previamente. El abanico de “dependes” es enorme para esta última pregunta. En el libro he intentado explicar que no existe un manual para educar. Es decir, cada familia, cada adolescente y cada contexto requiere unas respuestas concretas. Lo verdaderamente importante es que los padres sean conscientes y estén bien informados de cuáles son los aspectos que deben o pueden negociarse y cuáles no, pero siempre dependiendo de las características concretas. En el libro se desarrollan extensamente todas las claves, pero si debemos quedarnos con una idea, me gustaría que fuese que nadie puede imponer una norma que se sostenga a largo plazo si no es por medio del amor.

 

Lo verdaderamente importante es que los padres sean conscientes y estén bien informados de cuáles son los aspectos que deben o pueden negociarse y cuáles no, pero siempre dependiendo de las características concretas.

 

Siempre se describe al adolescente por lo negativo, pero ¿cuáles son sus mayores cualidades?

Cuando hablo de esta circunstancia siempre me gusta recordar que todos nosotros, todos, hemos sido adolescentes una vez. Muchas veces nos olvidamos de ello. Y por norma general nos acordamos con una media sonrisa en la boca de lo mucho que nos divertimos y recordamos algún que otro momento en el que se lo hicimos pasar mal a nuestras familias. Sin embargo, en nuestro papel de padres nos solemos olvidar y ver a los adolescentes como tipos extraños y con conductas incomprensibles. Lo importante es reconocer que la adolescencia es una etapa de la vida apasionante y normalmente de extremos, para lo bueno y para lo malo. Pero al final, lo que todo adolescente busca como dije al principio de la entrevista es “amor”, pero claro, la manera en que lo escenifica puede parecernos más cercana al hedonismo, es decir al placer por el placer, con una evidente falta de responsabilidad. Bajo mi experiencia estas son conductas disfrazadas para no desenmascarar que lo único que persiguen incansablemente es eso, “amor”. De sus amigos, de sus parejas y sí, de su familia.

-¿Cómo potenciar ese amor incondicional que señala como imprescindible?.

Yo para esta cuestión siempre suelo recomendar la lectura de Erich Fromm “El arte de amar”, porque en apenas un puñado de páginas describe y desarrolla toda una postura filosófica al respecto de “qué es amar”. No sé si somos menos cariñosos o pacientes, supongo que dependerá de cada familia, lo único que sé es que la verdadera clave de todo esto es que a una madre o a un padre “le apetezca” pasar tiempo con su hijo. Esto es un ejercicio que de tan duro que es, siempre recomiendo que se haga en la máxima intimidad. Preguntarse a uno mismo si su hijo le cae bien, si a usted le apetece por encima de otras cosas pasar todo un día con su hijo o hija. Las respuestas sinceras que uno pueda encontrar de sí mismo siempre son sumamente reveladoras.

-La violencia es algo continuo en nuestra sociedad ¿Cómo afrontarlo dentro de la familia?

Bueno, esto es una lástima de situación. Aquí sí me pongo un poco catastrofista. El volumen de ejemplos de violencia al que estamos expuestos es alarmante, según mi opinión, claro. Que yo sepa solo hay dos remedios claramente naturales a los que nos podemos agarrar como factores de protección. El primero es el propio ejemplo que le transmitamos a nuestro hijo en casa, porque cada una de nuestras acciones y conductas es un espejo en el que nuestros hijos se miran. El segundo, son los libros. Sí, así de simple: la cultura. Bueno, perdón, los libros y la música.

-¿Cómo es su valoración del castigo y qué tipo de castigo poner?

Este es uno de los temas “estrella” en los últimos años. Voy a ser breve y contundente. Los castigos son necesarios en casos de extrema gravedad, si no, no son efectivos. En el libro ahondo y exploro las diferencias entre normas y límites; premios y recompensas; castigos y consecuencias. En este sentido, soy partidario de una clara estrategia educativa basada en las “consecuencias” que fundamentalmente tienen su principal característica en la temporalidad, es decir, en adelantarse a la conducta. Pero claro, esto requiere de formación y puesta en práctica, en el libro he puesto todo mi corazón en explicar cuál es mi experiencia sobre este tema tan complejo e importante.

Cómo educar a los conductores del mañana

Los accidentes de tráfico son una de las principales causas de mortalidad infantil. Y los menores que sobreviven a ellos padecen, como mínimo, importantes secuelas psicológicas. Los expertos recomiendan cuatro sencillas medidas de prevención y colaborar en iniciativas para apoyar a las víctimas.

 

Por Eva R. Soler

 

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, más de 180.000 menores de 18 años mueren al año en todo el mundo por culpa de los siniestros viales, lo que supone una muerte cada tres minutos. En España, esta cifra también es preocupante. El último informe de la Dirección General de Tráfico (DGT) revela que en 2019 murieron en accidentes de tráfico 19 niños de entre 0 y 14 años, seis más que el año anterior.

 

“Cuando se produce un accidente de tráfico, los niños son siempre los que salen peor parados. Si sobreviven al siniestro, pueden sufrir lesiones y/o traumas para cuya recuperación necesitan un fuerte apoyo”, declara Francisco Valencia, director general de Línea Directa.

La aseguradora, en su lucha contra los accidentes de tráfico, ha creado una fundación con su mismo nombre. El objetivo de la Fundación Línea Directa es reducir a cero el número de víctimas en accidentes de tráfico y promover hábitos responsables al volante. Entre las últimas iniciativas de la Fundación destaca la edición y publicación de un libro solidario infantil para la educación vial de los más pequeños, cuyos beneficios van destinados al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo.

 

En la presentación de esta obra intervino el ministro del interior, Fernando Grande Marlaska que destacó que “la iniciativa de Línea Directa encaja en la política de su departamento que considera la educación vial una herramienta para prevenir riesgos, accidentes y lesiones relacionados con el tráfico porque favorece el desarrollo de la persona, del colectivo y del medio ambiente mediante la adquisición de conocimientos, procedimientos, actitudes y valores que construyen, además, una movilidad más segura”.

 

En la misma línea se decanta Pere Navarro, director general de Tráfico, que también participó en el acto y que, además, es el autor del prólogo del cuento. “Lo que los niños aprendan de pequeños marcará sus hábitos como adultos. Entre los retos que figuran para que los menores se adapten al mundo que les rodea destaca la adquisición de una autonomía segura en sus desplazamientos. Parece sencillo, pero detrás hay una labor educativa esencial, la de crear una cultura vial, una conciencia cívica que se logra a través de muy diversas iniciativas”, sostiene Navarro.

 

Francisco Valencia apunta que la educación vial de los niños continúa siendo una asignatura pendiente: “Los accidentes de tráfico, en general, y en los que hay involucrados menores, en particular, representan un problema que debemos afrontar como sociedad”, denuncia el director general de Linea Directa.

 

En este sentido, como padres y madres, podemos poner en práctica, desde ya, estas sencillas recomendaciones:

 

Lo primero, dar ejemplo

Nuestras acciones al volante cuentan y forman parte de la educación vial que estamos transmitiendo a los conductores del mañana. Cada vez que subimos al coche y no nos ponemos el cinturón de seguridad (“Total, si vamos aquí al lado”), no utilizamos el intermitente para cambiar de carril, excedemos “un poquito” el límite de velocidad o aparcamos en segunda fila cuando vamos a recoger a los niños al colegio…podemos preguntarnos:¿qué mensajes les estamos transmitiendo a nuestros hijos? Son detalles que parecen no tener importancia, pero sabemos, perfectamente, que no son correctos. En este sentido, desde la Asociación Nacional de Seguridad Infantil, afirman que la sociedad en general fomenta y valora las clases de educación vial que los menores reciben en su etapa formativa y que incluye valores como el respeto, la convivencia y la conciencia social: “Sin embargo, aunque todos conocemos las normas establecidas, pocos las cumplimos. De forma inconsciente, nuestras prioridades se encaminan más hacia objetivos personales que hacia los educativos. Debemos ser conscientes de que aquello que los adultos decimos y enseñamos debe alinearse con lo que hacemos para conseguir la cultura preventiva que se persigue”.

En el mismo sentido, Pere Navarro, director general de la DGT, apunta: “Además de los mensajes lanzados desde las instituciones y los colegios, es muy importante la labor de seguridad vial que realizan los padres. Si un padre o madre utiliza el cinturón de seguridad, su pequeño lo usará y le será imprescindible cada vez que suba a un vehículo, un hábito que habrá conseguido interiorizar y que, en ocasiones, le salvará de una lesión o de una muerte en caso de accidente”.

 

Mejorar la percepción del riesgo

 

Francisco Valencia alerta de un peligro constante que no mejora con el tiempo y que no es tan difícil de corregir: “Es cierto que en seguridad vial han mejorado las cifras durante los últimos años, se invierte en mantenimiento de carreteras (aunque esta inversión se redujo en la anterior crisis) y las medidas de seguridad de los vehículos cada vez son mejores. Sin embargo, hay un indicador que siempre está pendiente de mejorar que es la percepción del riesgo de los conductores. Ese “a mí no me va a pasar”, ese exceso de confianza es lo que hay que mejorar, señala Valencia.

 

Ser conscientes de las consecuencias que sufren los menores tras un accidente de tráfico

 

“Dar luz a las consecuencias que sufren los menores tras un accidente de tráfico es una buena manera de concienciar a la sociedad y de reducir ese umbral de la percepción del riesgo que mencionaba antes”, sostiene el director de Línea Directa. “En algunos casos que vemos de cerca, las circunstancias resultan escalofriantes, como el fallecimiento de los padres o un niño gravemente herido que se convierte en tetrapléjico”.

De hecho, los accidentes de tráfico son las principales causas de las lesiones medulares. Un análisis estadístico realizado en el Hospital Nacional de tetrapléjicos de Toledo refleja que casi un 70% de los pacientes que entran en su hospital han sufrido un accidente de tráfico durante el fin de semana. Desde el Hospital explican que una lesión medular provoca la pérdida del movimiento voluntario y de la sensibilidad. Además, se producen otras complicaciones como trastornos neurovegetativos, alteraciones de la función vesícular e intestinal, del sistema cardiovascular, de la función sexual… “Sus consecuencias repercuten tanto en el paciente como en la familia, por lo que un equipo multidisciplinar aborda los aspectos clínicos sin olvidar los psicológicos, sociales, educativos, familiares, etc. Todo lo que ayude a normalizar la vida del paciente”, declaran desde el centro.

 

Por otra parte y respecto a las consecuencias psicológicas que sufren los menores involucrados en un accidente de tráfico, Francisco Valencia añade que, incluso en accidentes donde no ha habido fallecidos, o “sólo” ha habido lesionados leves, también pueden quedar secuelas importantes en los más pequeños: hermetismo, irritabilidad, bajo rendimiento académico, sentimiento de culpa… son algunos de los síntomas que presentan muchos de ellos.

 

 

Uso adecuado de los sistemas de retención infantil

 

“Aquí se produce otro suspenso en la asignatura de seguridad vial para los niños, pues la mayoría de los padres no utiliza, o no utiliza adecuadamente, los sistemas de retención infantil (SRI)”, declara Valencia. Los datos de la DGT avalan esta afirmación: Los accidentes de tráfico son una de las principales causas de muerte entre los menores de 14 años y aunque el uso de sistemas de retención infantil reduce en un 75% las muertes y en un 90% las lesiones, el 40% de los niños fallecidos en accidentes de tráfico viajaba sin ningún sistema de seguridad.

Por esta razón, desde la DGT alientan a extremar las precauciones cuando conduzcamos con niños, pues siempre serán los que saldrán peor parados en caso de accidente y recuerdan algunas reglas de oro que debemos cumplir a rajatabla:

 

*No llevar nunca al niño en brazos, ni suelto, ni compartir cinturón con él. La velocidad máxima a la que un adulto es incapaz de impedir que un niño salga lanzado hacia delante en caso de impacto es sólo de 5 km por hora. A 50 km por hora el impacto puede ser brutal.

 

*El niño debe ocupar los asientos traseros del coche. Recuerda, el asiento trasero central es el más seguro. Y el más peligroso, el del copiloto.

 

*Los niños deben viajar en sentido contrario a la marcha hasta los cuatro años, si su estatura se lo permite.

 

*EL SRI debe ir perfectamente anclado sin moverse. Es recomendable el sistema isofix.

 

*La cabeza del niño nunca debe asomar por encima del respaldo de retención (si esto ocurre debe pasarse a un sistema de un grupo superior)

 

*Los mayores de cuatro años deben usar cojines con respaldo que reducen la gravedad de lesiones en la cabeza por colisiones laterales.

 

*Si la silla ha recibido algún impacto por una colisión o accidente, nunca se debe reutilizar. Hay que usar una nueva.

 

*Los arneses o el cinturón no deben ir retorcidos

 

Más información:

www.dgt.es En la web encontraréis, La silla que cuida, un recurso didáctico interactivo dirigido principalmente a madres y padres con información relevante sobre el uso de los sistemas de retención infantil.

 


 

 

UN LIBRO SOLIDARIO PARA CONCIENCIAR A LOS MÁS PEQUEÑOS

Con el objetivo de fomentar la educación vial infantil, la Fundación Línea Directa ha puesto en marcha una iniciativa solidaria: la edición y publicación de un libro con dos relatos: “Una palabra mágica” y “La primera estrella de la noche”. La recaudación íntegra que se consiga con su venta irá destinada al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, centro de referencia en el tratamiento y recuperación de las víctimas de accidentes de tráfico en España. Como explica Francisco Valencia, director general de Línea Directa, con este proyecto buscamos, además de prevenir y concienciar a los más pequeños sobre la importancia de ser responsables en el ámbito de la seguridad en carretera, la solidaridad y normalización de la situación de los niños víctimas de lesiones medulares y ayudarles en su recuperación, tanto física como psicológica, de las profundas secuelas que deja un accidente de tráfico. Las historias han sido escritas por dos autores de gran prestigio dentro de la literatura infantil: Roberto Santiago, creador de la popular colección Los futbolísimos y Andrés Guerrero, ganador del Premio Gran Angular. En la presentación del libro participaron el Ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska y el director general de la DGT, quien es además autor del prólogo. La obra se puede adquirir online en la web de la Casa del Libro y, físicamente, en la librería de la calle Gran Vía de Madrid perteneciente a la cadena.

 

LOS BUENOS DATOS DEL TRANSPORTE ESCOLAR

Un informe realizado por la Fundación Línea Directa sobre el transporte escolar destaca que este es el primer colectivo de la seguridad vial que logra alcanzar el objetivo de cero muertes en accidente de tráfico. El transporte escolar que realiza cada año 247 millones de desplazamientos con niños, lleva desde 2012 sin registrar un solo fallecido en accidente de tráfico. “Sin embargo, pese a tener 11 veces menos siniestralidad que el vehículo privado en los mismos trayectos y transportar diariamente a 630.000 niños en España, la percepción de su seguridad por parte de los padres es errónea y muy limitada, ya que sólo le otorgan una nota de 3 sobre 5, muy por debajo del coche privado o del trayecto a pie”, señala el estudio. Otra amenaza es el COVID-19, el 60% de los padres no quieren que sus hijos lo utilicen por miedo al contagio.

 

A LA CAZA DE BUENOS Y MALOS HÁBITOS

Para concienciar a la sociedad, en general, y a las familias, en particular, de la necesidad de adquirir hábitos viales seguros para educar en la prevención a los más pequeños, la Asociación Nacional de Seguridad Infantil (www.seguridadinfantil.org ) ha puesto en marcha la campaña #CruzaEnVerde. Se trata de compartir en las redes sociales imágenes dónde se actúe adecuadamente (acompañadas de un semáforo en verde) e imágenes para denunciar malos hábitos (con un semáforo en rojo)

 

 

 

Lola Álvarez: “Por muy preparado que estés, la adolescencia siempre es una caja de sorpresas”

Licenciada en pedagogía y con una gran experiencia como psicoterapeuta de niños y adolescentes en el Reino Unido, Lola Álvarez Romano es un referente por su conocimiento de la adolescencia. De ese caudal de información que ofrece el trato directo con jóvenes surge Pero ¿qué te pasa? Diez claves para entender la adolescencia en positivo (Planeta), un libro repleto de sentido común del que uno saca un mensaje claro que vale para la adolescencia y para todas las etapas de la vida: la importancia de la comunicación entre padres e hijos.

 

Por Adrián Cordellat

 

Voy a empezar por el epílogo, porque durante esta pandemia quizás nos hemos preocupado mucho por los niños pequeños, pero hemos olvidado a los adolescentes. Pasar una pandemia (con sus confinamientos y sus medidas de distanciamiento social) no debe ser fácil cuando estás en la época de compartir tiempo y espacio con tus iguales.

Desde luego. Todas las edades han sufrido en la pandemia, aunque creo que los adolescentes, en cierto modo, estaban mejor equipados porque ya eran muy ágiles en el uso de redes sociales, que al final constituyen una buena parte de su vida social. Lo que sí les faltó durante el confinamiento fue el aspecto más de contacto físico, que también es muy necesario para ellos.

A la vez, además de una etapa de compartir tiempo con iguales, la adolescencia también es una época de toma de distancia con la familia más cercana. Verse obligados a convivir tanto tiempo con padres y hermanos, ¿cree que ha podido afectar especialmente a los adolescentes?

Eso también ha sido muy difícil de gestionar. Al final es una edad en la que les interesa mucho romper con el entorno familiar para explorar cosas nuevas. Eso, claro, se ha visto muy afectado y ha creado ambientes muy tensos en algunas familias. Hemos visto que ha aumentado la violencia doméstica de padres a hijos y de hijos a padres. En una familia cada uno tiene su propio espacio fuera de casa, pero de golpe todo eso tuvo que centralizarse en un ambiente físico reducido. Y claro, eso no puede acabar bien. La adaptación ha sido muy dura para muchas familias que han visto cómo sus hogares se convertían en una olla a presión.

“Ser padres no es fácil; sentirse buen padre (o buena madre) es todavía más difícil”, escribe en la introducción. ¿Es más difícil aún ser/sentirse buen padre/madre con llegada la adolescencia de nuestros hijos?

Sí. Y lo es posiblemente porque de golpe los padres se enfrentan a una realidad: que sus hijos dejan de idealizarlos. Cuando son pequeños los hijos piensan que los padres lo saben todo, pero llegados a la adolescencia se dan cuenta de que igual no saben tanto, de que son seres humanos que hacen lo que pueden. Esto, de todas formas, es una cosa temporal que necesitan hacer para abrirse al mundo y encontrar sus propios caminos, su propia individualidad. Pensar que pueden salir adelante sin sus padres (aunque en el fondo sepan que los necesitan) es sano, porque es lo que les impulsa a crecer, a hacerse adultos y a consolidar su personalidad.

¿Qué papel podemos jugar los padres en esta etapa de cambio y transición?

Yo a veces utilizo la metáfora de la pared de frontón, que está allí quieta y recibe pelotazos y pelotazos. Los padres tienen que ser un poco así: estar allí y esperar a que pase el oleaje manteniéndose firmes y sin alterarse demasiado, porque de lo contrario es muy agotador y se crean muchas tensiones en las familias.

Además de ser una pared de frontón, ¿algún otro consejo?

Desde mi punto de vista es muy importante saber qué batallas luchar, saber elegir por qué temas vale la pena o no discutir. Y una vez que los has elegido, pegarles una bronca no es muy adecuado. Yo recomiendo emplazarles a dar un paseo para hablar tranquilamente, promoviendo el diálogo, mostrándole tu interés por ayudar y diciéndole lo que tú piensas. Pero de forma tranquila. Y, como último consejo, no dejarse provocar por el “a todos mis amigos les dejan menos a mí”. Los padres tienen que mantenerse firmes en sus creencias.

Siempre que hablo de adolescentes me surge la misma duda: Teniendo en cuenta que todos hemos sido adolescentes, ¿por qué tememos tanto a la adolescencia?

Porque es una época de ruptura de esquemas, porque el adolescente hace un cambio físico muy radical y visible en muy poco tiempo, y porque además hay un desarrollo cerebral y hormonal muy importante que les hace comportarse de formas muy diferentes a como lo venían haciendo de manera muy repentina. Así que por muy preparados que estén unos padres, cuando llega la adolescencia siempre es una caja de sorpresas que no sabes por dónde va a salir.

Le hacía la pregunta anterior porque tengo la sensación de que cada generación de padres piensa que la generación de adolescentes a la que pertenecen sus hijos es peor que la anterior.

Es que hay muchos padres que se olvidan de su propia adolescencia o que recuerdan las trastadas que hacían, pero no cómo se sentían o la confusión mental que experimentaban. También es cierto que desde la llegada de internet el salto generacional es mucho mayor. Esto quizá es lo que cambia respecto a otras generaciones, que los adolescentes están en un mundo que los padres no conocen tanto. Lo que no quiere decir, por cierto, que se puedan lavar las manos. Tienen que hacer lo mismo que antes: poner límites, escuchar, estar presentes, guiar.

Ante esa incertidumbre de la adolescencia usted siempre receta el mismo fármaco: la comunicación.

Es que es fundamental. Desde la infancia tienes que hablar con tus hijos de todo, de lo que les pasa y de lo que piensan para contrastar ideas, para que tengan confianza contigo y acudan a ti si lo necesitan… Cuando llega la adolescencia esa comunicación puede verse reducida, porque igual ellos son menos comunicativos, pero los padres podeos seguir demostrando que nos interesa lo que hacen, lo que piensan o lo que les gusta. Tener una buena comunicación es lo que más nos puede ayudar a los padres a sentir que pisamos un terreno firme durante la adolescencia; y también a nuestros hijos, porque sabrán que pueden acudir a nosotros ante cualquier duda o problema.

Por qué es necesario crear una cultura digital familiar desde que los niños son pequeños

Auto-regulación emocional en el entorno digital

 

Por Diana Oliver

 

La tecnología forma parte de nuestras vidas. Esta es ya una realidad tan obvia que seguramente no haga falta recordarla. Seguramente tampoco hace falta recordar que, en general, nos preocupa la relación que tienen nuestros hijos e hijas con la tecnología. Casi el 70% de los niños y jóvenes de entre 10 y 15 años tiene un móvil propio y la mayoría al llegar a esta edad ya han tenido contacto con las pantallas. ¿Hasta cuándo debemos retrasar el uso de estos dispositivos? ¿Puede generar un mayor deseo o prácticas de riesgo en este sentido la prohibición de este tipo de aparatos? Para María Zabala, periodista especializada en alfabetización digital y fundadora del proyecto iWomanish, es interesante verlo como veríamos que hagan motocross en el campo. “Seguramente a algunas familias les parece peligroso que un niño de 11 años lo practique, y a otras familias en las que este deporte sea casi una tradición no les parecerá mal, especialmente si hay una cultura familiar sobre acceso gradual, medidas de seguridad, sobre adultos que acompañan en los inicios, sobre motos adaptadas a la edad, sobre entornos en los que practicar esa actividad… Cuando un preadolescente o un adolescente empiezan a utilizar el móvil lo más importante no es la edad, sino el tipo de niño que sea, la manera en que ese móvil esté configurado y el tipo de actividad que se vaya a hacer con el dispositivo”, señala.

 

Independientemente de la edad, Zabala considera importante que el niño o adolescente no tenga libertad total de descargas o datos ilimitados para una conexión permanente. “Hay muchas formas de “dar un móvil a un menor”. Un niño de 10 años no necesita un móvil de última generación con acceso a redes sociales o buscadores. Y un adolescente de 15 no puede estar encerrado en una burbuja por miedo a que el móvil provoque problemas, como si él no tomara sus propias decisiones”, explica.

 

Enseñar a auto-regularse en el uso de móviles y tablets

 

Cuando un niño o adolescente se estrena como individuo autónomo en el uso de móviles y/o tablets surge la preocupación del buen uso pero también del tiempo de uso: ¿debemos enseñarles previamente a que regulen por sí mismos el tiempo que pasan frente a este tipo de dispositivos? En opinión de María Zabala, la auto-regulación en el uso de la tecnología es un concepto complejo porque no existe una medida que dicte qué significa uso equilibrado, suficiente, excesivo o escaso. “Para cada persona puede tratarse de una medida de tiempo, atención o actividad distinta. Puedes estar dos horas utilizando un móvil o una tablet para tareas productivas o dedicar las mismas dos horas a perder el tiempo; puedes usar el móvil para insultar a alguien o para buscar consuelo en una situación difícil. Puedes usar el móvil y estar atravesando un momento fantástico o uno catastrófico. Así que esa auto-regulación la inculcaría primero en la vida general del niño o el adolescente”, sostiene.

 

Aunque Sonia Martínez Lomas, psicóloga y directora de los centros Crece Bien, sí ve positivo dar una orientación de tiempo a las familias para que tengan una referencia (“El contacto con las pantallas no debería superar el 30% del tiempo libre y de ocio. Si un niño tiene 3 horas de ocio por la tarde, no debería estar más de 1 hora frente a las pantallas; las otras dos debería dedicarlas a realizar actividades sin pantalla”), también cree que no debería agobiarles tanto el tiempo como la auto-regulación emocional en el entorno digital: “Si ven que sus hijos o hijas se relacionan, hacen sus tareas, utilizan internet para aprender, se conectan con amigos o amigas y no priorizan el uso del móvil a otras actividades no deben de preocuparse. Es importante mantener actividades de ocio y tiempo libre libres de dispositivos y darles apoyo emocional para manejar su enfado, su frustración o tristeza cuando no pueden utilizarlos. Ayudarles a conocer las emociones y manejarlas, reflexionar juntos, les ayudará a no aplacarlas con los dispositivos; de modo que no se dañen a sí mismos ni a los demás”.

 

Es importante mantener actividades de ocio y tiempo libre libres de dispositivos y darles apoyo emocional para manejar su enfado, su frustración o tristeza cuando no pueden utilizarlos.

 

Para María Zabala es muy importante crear una cultura digital familiar sana desde que los niños son pequeños: que se hable de la tecnología de manera natural, sin idealizarla ni demonizarla. “Es fundamental que se generen hábitos, que la autonomía digital sea progresiva, que se les escuche cuando quieren contar qué juegos o aplicaciones o redes o influencers les interesan. Luego ya estaría la auto-regulación emocional: cómo comportarse en el entorno digital. De este se habla mucho menos que del tiempo de pantalla y la realidad es que esa falta de autocontrol en conducta social digital genera también muchos problemas (y no tiene que ver con el móvil en sí mismo)”, apunta.

 

 ¿Hasta qué punto es importante el ejemplo de los adultos?

 

Para Sonia Martínez Lomas el ejemplo de los adultos es importante, pero no debe ser una excusa para el niño o adolescente. “Sería muy positivo que en casa haya espacios y tiempos sin dispositivos, espacios para la lectura, hablar en familia o realizar un plan en familia, sin que los aparatos puedan atraer nuestra atención. Si en casa los dispositivos son un medio y no un fin, será un ejemplo que le ayudará mucho a corto y a largo plazo”.

 

Si en casa los dispositivos son un medio y no un fin, será un ejemplo que le ayudará mucho a corto y a largo plazo

 

Concluye María Zabala que debemos ser conscientes de que la tecnología no es neutra y está diseñada en gran medida para captar nuestra atención y para darnos un tipo de placer que haga que la usemos cada vez más. Sin embargo, según la experta, siguen primando las decisiones que tomemos cada uno cuando la utilizamos. “Nos hablan de salud digital como si eso fuera equivalente a no usar tecnología. Nos hablan de dar buen ejemplo digital a nuestros hijos como si eso solo fuera posible si no nos ven usar el móvil. Pero el mundo digital puede darnos alternativas para educar en valores, compartir ocio en familia o disfrutar de grandes conversaciones. Tenemos que centrarnos en informarnos bien y en normalizar la tecnología e incorporarla al resto de la educación que damos a nuestros hijos, en función de nuestros valores y nuestras circunstancias”.

 

 

 

María Campo: "Están acostumbrados a tener todo lo que piden y la vida no es así"

María Campo, profesora del Máster en Orientación Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja

 

Por Eva Carrasco

A veces los adultos suplimos nuestra falta de tiempo con los niños satisfaciendo sus caprichos o bajo la premisa de que si se lo puedo comprar ¿por qué no? María Campo, profesora del Máster en Orientación Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja, pone de manifiesto, en esta entrevista, el flaco favor que se le hace a los niños de cara a su desarrollo emocional.  Señala los beneficios de educar a los más pequeños en un consumo responsable y en la gratitud y propone estrategias para ayudarles a manejar la frustración y aprender a diferenciar lo que necesitan de lo que desean.

 

¿Cómo le explicamos a los niños que están acostumbrados a tener todo lo que quieren que no siempre se puede, ni se debe?

Debemos procurar que tengan conocimiento de situaciones diferentes a las que ellos viven para que sean conscientes de que hay niños que tienen necesidades. Algo muy característico del momento de la sociedad actual no solo es que tienen todo lo que quieren, sino que además lo tienen de manera inmediata. Esto genera una aceleración constante en el hecho de querer hacer más y tener más y llega un momento que exigen tenerlo. No agradecen, no valoran, y piensan es que lo normal y lo natural tener todo eso. Es importante que ellos sean conscientes de que hay que dar gracias por lo que tengo porque podría no tenerlo.

 

¿Sería una buena opción algo de voluntariado acorde a su edad? A veces sencillamente es que los niños no son conscientes de que existen otras realidades

Visitar personas necesitadas o salir del barrio o del pueblo donde viven a otros entornos o conocer ONGs que trabajan con personas con necesidad, les puede permitir darse cuenta de que existen otras realidades fuera de su pequeña burbuja de su barrio o su familia. Algo en lo que se implican mucho es cuando apadrinan a un niño, porque pueden compartir lo que tienen y hacerles conscientes de que su realidad no es la misma que la del niño apadrinado que está en otro país. Es una manera de ver a través de las cartas y las fotos la necesidad que tienen otras personas y hacerles valorar lo que ellos tienen y ser agradecidos.

Es importante también educar en la necesidad. No porque podamos comprar algo, lo vamos a tener que comprar siempre. Se trata de educar en la tolerancia a la frustración, porque hay niños que quieren algo y como no lo consiguen se frustran, montan una buena pataleta y entonces los padres acaban dándoselo y tienen que aprender a no tener siempre lo que quieren y a aceptar que esto es así. Hay muchos valores detrás.

 

Puede que algunos padres piensen, si se lo puedo comprar, se lo compro y ¿qué mal le hago? Esa es una frase que muchos padres dicen, pero no es cuestión de poder o no poder, es cuestión de que hay que enseñarles a los niños a que no todo lo que quieran en esta vida lo van a tener. A lo mejor le pueden dar materialmente todo, pueden satisfacer todos los deseos de su hijo, pero es que va a llegar un momento en que nada les va a hacer ilusión. A lo largo de la vida habrá cosas no materiales que no podrán tener y que realmente les genere una frustración increíble y un problema emocional y de crecimiento personal porque no están acostumbrados a luchar por las cosas ni a recibir un no por respuesta. Están acostumbrados a tener todo lo que piden y la vida no es así.

 

¿Este año lo han descubierto?

Claro, estamos en una situación en la que nos gustaría a todos hacer miles de cosas que no podemos hacer y la vida nos ha dicho “mira lo siento, pero no puedes” y es verdad que aquellas personas que están acostumbradas a hacer todo lo que quieran les ha afectado mucho más esto. Entonces, es un aspecto educativo, no solo es una cuestión de comprar todo lo que quiera porque puedo, sino ser conscientes de que eso les implica una serie de complicaciones a nivel emocional y desarrollo personal.

 

¿El querer tenerlo todo aquí y ahora es una insatisfacción continua? porque en el momento que tienen una cosa ya quieren otra.

Efectivamente, nunca va a estar feliz con lo que tiene. Es cierto que los niños necesitan cambiar constantemente y esto está asociado a su desarrollo cognitivo y de atención. Por eso hay veces que están jugando con una cosa y enseguida pasan a jugar con otra. Hay que estar con ellos y acostumbrarles a que alarguen más los tiempos, que no vayan dejando las cosas, sino que después de jugar con una cosa la guarden antes de pasar a otra y que cuiden los juguetes. Pero siendo conscientes que cambiar les motiva, también es interesante poder guardar unos juguetes que tengamos y no tenerlos todos a mano de tal manera que de vez en cuando sacamos uno y les parece que es nuevo. Es una forma de valorar lo que tenemos, porque aquellas personas que piensan constantemente en lo que no tienen están insatisfechos y no son felices.

 

Esto significa criarles a contracorriente ¿Cómo les influye la presión del grupo?

¿Cómo les ayudamos a ser el diferente?

Es muy complicado, pero todos los educadores estamos viendo la importancia que tiene en el desarrollo humano el hacer bien estas cosas. En las sesiones de orientación familiar insisto mucho a los padres para que tengan muy claro lo que quieren para sus hijos, con independencia de lo que la sociedad marque. Es difícil, pero de ahí salen personalidades fuertes que saben qué es bueno para ellos y que saben decir que no a muchas cosas en la sociedad y esto es muy importante

Hay etapas más complicadas, como la adolescencia, pero si lo hemos hecho bien desde pequeños y están acostumbrados a que eso es así, será más fácil. Desde luego, aquellos que están acostumbrados a tener todo lo que quieren van a tener más conflictos durante la adolescencia porque tienen mayor insatisfacción.

 

¿Qué importancia tiene el ejemplo que damos los padres?

En la educación de los hijos los padres somos modelos para todo. Lo que no puede ser es que les digamos que ellos no pueden tener el juguete de moda y que a casa estén llegando todos los días paquetes de tiendas online. También tienen que ver que hay cosas que te gustaría tener pero que no lo compras porque ahora no es momento o realmente no lo necesitas. Hay que hablarlo con normalidad y no significa que no se tengan cosas, no se trata de que nos vayamos a los extremos.

 

En estos momentos, muchas familias que están pasando por momentos difíciles ¿como afrontan con los niños el bombardeo consumista?

He tenido la experiencia de ver familias que lo están pasando muy mal, que no pueden pagar apenas los gastos mensuales y que siguen dándoles a sus hijos lo que piden, porque no quieren que sus hijos sufran. Están en un bucle del que no saben como salir. Son situaciones en las que realmente hay que hablar con los niños. No se trata de angustiar a los niños, sino de darles la información a su medida ya que no tienen la madurez de un adulto para encajar las cosas, pero no les podemos abstraer de la verdad. Esto es una oportunidad muy grande para que los niños maduren y aprendan lo que realmente es importante en la vida. En estos momentos, lo positivo es que si lo hacemos bien nuestros pequeños que están viviendo esta pandemia van a valorar muchas cosas cuando se pase. Todos podemos aprender mucho si lo hacemos bien.

 

La vida nos ha demostrado que no podemos garantizar una vida sin problemas a nuestros hijos. De repente todo cambia.

Lo que necesitan los niños es el amor de sus padres y el tiempo y es algo que ha estado durante mucho tiempo carente. Ahora hay muchas familias que se han quedado sin trabajo y que ahora tienen la oportunidad de estar más tiempo con sus hijos y darles cariño y atención, afecto, tranquilidad y al final eso es lo importante y lo que queda.

Tenemos que centrar la atención en lo importante.

 

 


Estrategias para el día a día

Manejar la frustración de un niño que quiere algo y lo quiere ya

Aprender a aceptar el no. Es lo que denominamos terapia de choque. Se trata de crear situaciones en las que el niño realmente se de cuenta que no le queda otro remedio que aceptar el no, que a pesar de que él esté deseando una cosa determinada, sus padres le van a decir que no.

Pensar muy bien lo que les concedemos. Que el niño desee cosas y que tenga ilusión por las cosas es bonito. Pero sabiendo que no lo va a obtener en el momento, sino que va a tener que esperar y para eso le tenemos que hacer esperar.

Evitar compensaciones económicas: Hay que intentar evitar dar compensaciones económicas por aquello que hacen bien, que es algo en lo que se está cayendo mucho hoy en día. Efectivamente hay que reforzar el comportamiento positivo, pero no es necesario algo material.

Hacerle ver que tiene muchas cosas y muchas que no utilizan. Porque como tienen tanto no juegan con nada. “Si realmente quieres esto, pues todo lo demás que tienes lo vamos a regalar porque hay niños que lo necesitan y tú no lo estás utilizando. Hacerle ver que quizás tiene que jugar más con lo que tiene.

Acostumbrarles día a día que no pueden pedir constantemente cosas porque no se les va a dar. Las pueden tener como ilusiones, pero sabiendo que las tendrán cuando toque, que será en momentos especiales.

Alargar las necesidades. Es decir, por un lado, valorar si es necesario o no, y si es necesario igual hay que comprarlo, pero a veces también podemos esperar. Hay necesidades que a veces hay que saber alargar un poquito para vivir con un poquito de austeridad y no tener todo perfecto en el momento en que queremos.

Son estrategias para que el niño vaya sintiendo que tiene que aprender a negar sus impulsos y sus necesidades. El niño se va a enfadar los primeros días cuando le decimos que no, pero en el momento que vea que es así y que es inamovible, los niños son muy inteligentes y no van a malgastar esfuerzos. Ellos lo intentan siempre.

 

Las emociones en el cuerpo

Por Ana María Ávila Muñoz, maestra de educación primaria y facilitadora de “En Sus Zapatos”.

Maestros, familias y niños cada mañana se ponen rumbo hacia un mismo lugar: el colegio. Para unos es su centro de trabajo, para otros el lugar en el que dejan su tesoro más preciado, y para los últimos el entorno en el que están la mayor parte de su día con sus compañeros de vida y sus maestros, que intentarán guiarlos y acompañarlos en la maduración y aprendizaje.

Cuando las familias se marchan, los hijos se convierten en alumnos/as que quedan en el colegio. En ese momento somos los docentes quienes acogeremos a los niños/as en su aula, entorno que debe ser de seguridad y confianza para cada uno de ellos/as y para cada uno de nosotros/as.

Así que, para bien acogerles, lo primero que haremos será observarles. Observar atentamente qué nos cuenta acerca de ellos a través de sus cuerpos.

El cuerpo es el receptor de las emociones y el emisor de las conductas

El cuerpo es el receptor de las emociones y el emisor de las conductas, por ello no debemos perder de vista las pistas que nos va a ir proporcionando sobre cómo se sienten nuestros alumnos/as en el día de hoy.

A continuación, a través de cuatro ejemplos, podremos analizar cómo observamos en los cuerpos de nuestros alumnos y alumnas cuando están sintiendo cada una de las cuatro emociones. Se procede a realizar la revisión de las cuatro emociones básicas: rabia, miedo, alegría y tristeza.

  1. Una alumna sentada con los puños apretados, si no fuera por la mascarilla te darías cuenta de que tiene la mandíbula casi tan apretada como sus puños, se llama Rai. Mueve una de sus piernas insistentemente, y golpea con su lápiz de forma impaciente y ruidosa. Sus ojos están abiertos como platos y suspira todo el rato. En cuanto preguntas si quieren contarte algo levanta la mano, al no ser la primera grita, hace movimientos con la mano, golpea la mesa con los puños, y se cruza de brazos. Ya no quiere hablar. No hay manera de que exprese verbalmente lo que siente, pero si observamos bien su cuerpo y su comportamiento, ya se está expresando: siente rabia. Al descubrirlo anotamos mentalmente que Rai necesitará que le proporcionemos una oportunidad para calmarse.
  2. Mirando una mesa más hacia la derecha de Rai, vemos que hay un niño mordiéndose las uñas, con la vista baja y la capucha puesta, que la mira de reojo se llama Diemo. Antes de que alguien pueda conectar visualmente con él, baja la vista. Escuchamos que respira de forma entrecortada, y que cuando pedimos que te cuenten que tal se sienten, se tapa aún más con la capucha, y notamos que si puede se metería debajo de la mesa. Su postura muestra que no está totalmente sentado en la silla, tiene un pie hacia delante, parece que en cualquier momento va a echar la mano a la mochila y huir: siente miedo. Tenemos claro, que Diemo necesita confianza y seguridad.
  3. Un par de mesas por delante se sienta Ialgare, irradia color, bien sentada, y su mascarilla esconde una sonrisa que sus ojos delatan. Espalda recta, gesto corporal preparado para comenzar. El cuaderno, el estuche todo colocado, los bolígrafos preparados para comenzar la clase. Pedimos colaboración y enseguida levanta la mano esta vez no le toca ser la primera, entonces ella baja la mano, y de nuevo pide la palabra. Su voz es alta, clara, algo rápida y cuenta que la tarde anterior estuvo con sus primos. Sus compañeros levantan la mirada, la dirigen hacia ella, les roba una fugaz sonrisa. Observamos que Ialgare está tranquila, se siente ‘’bien’’, como diría ella, es decir, la emoción que siente es la alegría. Que has visto de forma fugaz como durante una milésima de segundo ha contagiado un poco a los demás, eso es esperanzador.
  4. Tezatris es amigo de Ialgare, le observamos porque nos preocupan sus hombros caídos, su mirada baja, y que apoya su cabeza cansada en la mano, hoy no pide la palabra… Al principio podíamos creer que estaba cansado, pero nos damos cuenta de que no es cansancio, sino que le envuelve el halo de la tristeza. Recordamos entonces que Ialgare nos explicó que el perro de Tezatris estaba enfermo. Hoy comenzaremos a tratar el tema de los mamíferos en naturales… prestaremos atención para guiar los contenidos para acompañar a Tezatris en su dolor.

A partir de esta breve observación del cuerpo y las acciones de los alumnos/as de nuestra clase, podemos descubrir que están sintiendo. Después podemos poner en marcha estrategias que les ayudarán a gestionar dichas emociones.

Nosotros los docentes tenemos que mantenernos con los sentidos despiertos y muy presentes en el aula, para poder observarlos y a partir de ahí actuar, puesto que nuestro objetivo es el desarrollo integral del alumnado y por lo tanto un desarrollo de su bienestar.

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Desde la Asociación Teatro de Conciencia, y desde «En Sus Zapatos», queremos seguir facilitando la alfabetización emocional de adultos y niños, en este caso sin teatro–como lo hacemos habitualmente, pero sí con otros recursos. Puedes sugerirnos temas escribiendo a: info@teatrodeconciencia.org
Si quieres formarte en nuestro método de alfabetización emocional,  te pueden interesar nuestros cursos y el  Postgrado en Educación Emocional con Teatro de Conciencia. Método «En Sus Zapatos»Puedes informarte aquí

 

La Fundación Unoentrecienmil impulsa un tratamiento pionero para curar la leucemia infantil

La Fundación destina 590.000 euros a financiar los dos primeros años de este ensayo para la acreditación de los laboratorios del Hospital Niño Jesús de Madrid y el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona.

 

 

La investigación para la curación de la leucemia linfoblástica aguda ha alcanzado en España un techo difícil de superar sin el apoyo internacional. La Fundación Unoentrecienmil, en su compromiso por conseguir la curación plena de la enfermedad, anuncia ahora la financiación con 590.000 euros del proyecto ALL Together en España. Este proyecto, liderado por la Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátricas (SEHOP), permite por primera vez la participación de la investigación española en un ensayo clínico europeo sobre la Leucemia Linfoblástica Aguda (LLA), abriendo las puertas a nuevos tratamientos en primera línea.

ALL Together es un ensayo clínico que actualmente agrupa a 14 países europeos – Bélgica, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Francia, Alemania, Holanda, Islandia, Irlanda, Lituania, Noruega, Portugal, Suecia y Reino Unido – con el objetivo de presentar un protocolo único internacional, por el cual los niños enfermos de leucemia linfoblástica aguda puedan recibir un tratamiento personalizado y adaptado a las características de su enfermedad.

Con esta financiación, Unoentrecienmil facilitará el trabajo para la acreditación de los laboratorios del Hospital Niño Jesús de Madrid y del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona con el objetivo de que puedan responder a los estándares de calidad fijados para formar parte del proyecto. Tras los dos años de duración de esta fase, se prevé que sea en 2023 cuando los más de 40 centros hospitalarios de España con unidad de Oncología/Hematología pediátrica puedan participar del mismo. Así, todos los niños que son diagnosticados con Leucemia Linfoblástica Aguda en España podrán acceder a tratamientos personalizados lo más cerca posible de su domicilio, recibiendo desde el primer momento aquel que combata su situación con la mayor precisión posible.

En España, los avances en la investigación de esta enfermedad han alcanzado un techo difícil de superar y las cifras de curación se han estancado debido a que la muestra disponible en nuestro país es relativamente pequeña. Sin embargo, este ensayo clínico internacional ofrece la posibilidad de acceder a una muestra mayor de niños que padecen la enfermedad y, por tanto, poder hacer subgrupos más amplios de la misma, lo cual dará lugar a la obtención de información precisa acerca de la respuesta de los niños ante un tratamiento u otro. Porque es necesario ser más eficientes a la hora de reaccionar ante esta enfermedad.

Elena Huarte-Mendicoa, directora general de Unoentrecienmil, afirma que “la investigación española, necesita hoy más que nunca, nuestra colaboración para que el mundo no se pare. Según una investigación de la Fundación realizada durante los meses de abril y mayo de 2020, los proyectos españoles en este campo se han visto retrasados entre seis meses y un año debido a la Covid-19. Con esto en mente, desde Unoentrecienmil trabajamos de forma continua en proyectos innovadores como ALL Together, cuyo impacto en la vida de las familias y en los peques será mayúsculo: tratar a estos niños de forma personalizada hará que se reduzca su exposición a tratamientos como la quimioterapia intensiva, lo que se traduce en la disminución de los efectos secundarios a los que están expuestos. Es una situación difícil para todos y poder anunciar este gran proyecto nos motiva y nos da esperanza para seguir avanzando en esta batalla en la que mejorar la calidad de vida los niños deben ser lo más importante”.

Unoentrecienmil prosigue en su empeño por trabajar con los proyectos más innovadores, teniendo siempre en mente mejorar la calidad de vida de los peques, que, con este ensayo, podrán recibir un tratamiento individualizado. De esta forma, aquellos que necesiten una menor dosis de fármacos, podrán recibir una solución menos agresiva y adaptada a su enfermedad y, por tanto, reducir el riesgo de desarrollar efectos secundarios. Porque se puede curar más para curar con menos.

Un proyecto tan importante y con tanto impacto como es ALL Together favorecerá el progreso de la investigación de la LLA y abrirá la expectativa nacional al acceso a nuevos tratamientos o a que otros ya existentes se implementen en una fase más temprana. Haber sido invitados a participar en él y poder hacerlo con la ayuda de la Fundación Unoentrecienmil es un honor para nosotros. Estamos convencidos de que es un paso adelante y que pronto podremos seguir ayudando a los niños y las familias que se ven afectados por la leucemia linfoblástica aguda en España”, afirma Ana Fernández-Teijeiro Álvarez, presidente de la SEHOP.

Susana Rives, hematóloga del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona y coordinadora del Grupo de leucemias de la SEHOP, ha declarado: “ALL Together es la oportunidad que tenemos los investigadores españoles de trabajar en primera línea en un ensayo clínico que nos permitirá mejorar el tratamiento de la LLA en niños. Podremos, por ejemplo, implementar tratamientos como la inmunoterapia en fases más tempranas o que los niños reciban un tratamiento de quimioterapia adaptado a su enfermedad. En definitiva, dispondremos de una cantidad de información mayor para personalizar el fármaco y el tratamiento de cada niño de forma que no se vean expuestos a un nivel de toxicidad que no necesitan. Se trata de curar más para curar con menos, es decir, curar mejor”.

ALL Together es el resultado de la constancia de los profesionales que trabajan en la investigación para conseguir la cura de la leucemia infantil y que no sería posible sin las donaciones de particulares, entidades y empresas. Además, Unoentrecienmil consigue fondos a través de proyectos propios, como Los Cordones Dorados, cada pack de 5€ de cordones dorados se convierte en 16 minutos de investigación, o La Vuelta al Cole, en la que estudiantes de colegios españoles corren a favor de la cura contra la leucemia. Porque Unoentrecienmil estaba comprometida desde el principio con las familias afectadas por esta enfermedad, está a su lado en cada paso del camino y estará siempre buscando nuevas oportunidades de investigación que ayuden a derrotar a un enemigo común, el cáncer infantil.