¿Tus hijos hacen vamping?

Existe un insomnio tecnológico cada vez más extendido entre los adolescentes provocado por la dependencia del uso de las tecnologías.

 

Por Eva Carrasco

El insomnio tecnológico provoca ansiedad y cambios de humor con mayor irascibilidad y frustración que lleva a una mayor hiperactividad e impulsividad. Es lo que se ha denominado vamping (vampire+texting) que reduce las horas de sueño por utilizar los aparatos electrónicos durante la noche. La neuróloga especialista en medicina del sueño de la Clínica Universidad de Navarra, Ángela Milán, advierte de las consecuencias para la salud de nuestros hijos como cansancio, falta de concentración o incluso obesidad.

Daniel Morales, director la Fundación de Orange, impulsora de “Por un uso love de la tecnología”, explica que “el vamping es el uso de dispositivos para relacionarse con otros adolescentes durante la noche, pero los adultos también lo hacemos y somos un mal ejemplo para nuestros hijos en el uso responsable de las tecnologías”.

 

¿Por qué lo hacen?

Muchos lo hacen porque es el momento de intimidad fuera de la vigilancia de padres y profesores para hablar con amigos. Con las actividades diurnas y las restricciones no hay tiempo libre para socializar, entretenerse y relajarse con los aparatos electrónicos. También juega un papel importante la necesidad de integrarse en un grupo y el rol social de trasnochar entre los adolescentes.

 

¿Por qué es tan importante dormir?

El ser humano necesita cumplir unos ciclos de actividad y de descanso tal y como defiende la especialista en trastornos del sueño, Ángela Milán. “Durante el sueño se consolida nuestra memoria y lo que hemos aprendido durante el día, se regulan las emociones y se consigue un estado de relajación. Se sintetizan proteínas y hormonas como la del crecimiento. Se eliminan desechos tóxicos relacionados con el alzheimer. También está relacionado con la regulación de la insulina y de las hormonas de la saciedad y el hambre. Un niño de 13 o 14 años necesita dormir unas 10 u 11 horas y todos sabemos que no llegan y tienen una gran privación de sueño.”

Tenemos ritmos circadianos controlados por nuestro reloj interno que se regulan con la luz. Cuando baja la luz se segrega melatonina inductora del sueño. A las 8 o 9 de la noche se empieza a segregar melatonina y llega al pico a las 12 de la noche.

En la adolescencia es una etapa difícil porque un 15% tiene una fase retrasada del sueño y secretan melatonina dos horas más tarde de lo que debieran, sobre las 3 o las 4 de la mañana. El uso de la tecnología hace que se retrase más.

 

 

La luz azul

La luz azul de onda corta de los dispositivos electrónicos es una luz muy potente que inhibe la producción de la melatonina lo que origina un retraso en el inicio del sueño y un mayor número de despertares nocturnos. El uso de los móviles durante la noche se ha disparado en los últimos 10 años y está directamente relacionado con la salud mental ya que aumenta el riesgo de depresión, la disminución de la autoestima y mecanismos de adaptación. También puede provocar problemas oculares, como fatiga visual o sequedad ocular. El uso del móvil para hacer scrolling provoca hiperalerta e hiperactividad.

La especialista pone de manifiesto que la melatonina no solo controla el sueño sino también el consumo de comida. “La falta de sueño aumenta la hormona del hambre y disminuye la hormona de la saciedad, también provoca fatiga y una vida más sedentaria. Además, sube la adrenalina y provoca mayor estrés y ansiedad “

 

 

Llegar a acuerdos

Para abordar el problema debemos ponernos en su piel y empatizar con ellos, aconseja la doctora Milán. “Conviene conversar para entender sus puntos de vista y por qué lo hacen. A partir de ahí, tenemos que ser flexibles y negociar las horas de uso y explicar las consecuencias a corto y largo plazo en estudios”.

Es conveniente negociar las horas de móvil e intentar buscar horarios anteriores. En los adolescentes hablarlo y si no ir a una consulta de sueño para que con un especialista externo entiendan el problema y pongan solución.

Si le gusta leer por la noche se puede usar el ebook activando el filtro de luz azul y poner en modo nocturno la pantalla. Otra posibilidad es utilizar los dispositivos electrónicos para escuchar audiolibros o podcast y meditaciones o app de relajación para inducir al sueño.

 


 

¿Cómo reconocer el problema?

  • Cansancio durante el día
  • Bostezos frecuentes (siesta)
  • Falta de concentración
  • Dificultad para levantarse por la mañana.

 


Alternativas al móvil antes de dormir

  • Predicar con el ejemplo
  • Juegos de mesa
  • Conversar
  • Lectura o música relajante
  • Baño de agua caliente
  • Masaje
  • Meditación, ejercicios respiración y relajación
  • Dar un paseo

 


Claves para evitar el vamping

  • Dejar los dispositivos electrónicos dos horas antes de dormir.
  • Establecer horarios que no cambien mucho los fines de semana.
  • Ambiente calmado en la habitación sin luz, sin ruidos y sin calor.
  • No hacer ejercicio vigoroso antes de dormir.
  • No tomar bebidas estimulantes.
  • Buena higiene del sueño.
  • Proponer actividades alternativas.
  • Utilizar un filtro de luz azul.

 

SOS Mi hijo es perfeccionista

silvia-alava

SILVIA ÁLAVA // PSICÓLOGA //

silviaalava.com

 


 

 

La capacidad de esfuerzo y de querer hacer las cosas bien es algo que todos deseamos inculcar en nuestros hijos y alumnos. Si embargo, el perfeccionismo como rasgo de personalidad, si no está bien reconducido, puede acarrear problema a nivel emocional, como pueden: ser altos niveles de frustración, ansiedad, sentimientos de inferioridad…

 

El perfeccionismo es un rasgo de la personalidad que se caracteriza por querer hacer las cosas de forma impecable, suele ir asociado con niveles de desempeño muy altos y con autoevaluaciones muy críticas de la persona y su realización. Querer hacer las cosas bien no es malo. El esfuerzo perfeccionista está asociado a conseguir resultados, una mayor motivación, capacidad de persistencia… El problema surge cuando los niños y las niñas no están satisfechos con su realización y nunca es suficiente, todo lo que esté por debajo de 10 lo consideran como un fracaso y no se permiten disfrutar de sus méritos ni de sus avances, por un exceso de autocrítica y por la preocupación de ser evaluados negativamente por su entorno, llegando incluso a pensar que para ser queridos y aceptados tienen que hacer todo perfecto.

 

Las causas del perfeccionismo en la infancia pueden ser muy variadas, y conviene hacer un análisis específico de cada caso. No obstante, sabemos que, según los estudios, la genética influye, y en un alto porcentaje de niños y niñas, uno de los dos progenitores también es muy perfeccionista.

 

Además, el estilo educativo puede favorecer la aparición del perfeccionismo en la infancia. Las demandas parentales excesivas lo predicen en muchos casos. Sin olvidarnos de la personalidad del menor, que en ocasiones, se caracteriza por presentar rasgos o ideas obsesivas, una mayor preocupación por hacer las cosas bien, por caer bien, gustar a los demás… En definitiva, los niños desarrollan rasgos perfeccionistas a través de la interacción entre sus características personales y las exigencias de su entorno social. Cuando los padres son “hiperexigentes” respecto a las realizaciones de sus hijos además, podría afectar a la relación paterno/materno-filial y aparecer más problemas en la dinámica familiar.

 

Esto puede tener consecuencias en el correcto desarrollo de los menores. Así a nivel emocional podrían estar más tristes, irascibles, irritables, es más probable que sientan ansiedad, angustia, vergüenza o culpa y puede verse afectada su autoestima, dado que es más probable que se sientan insatisfechos con ellos mismos.

 

Tienden a preocuparse de forma excesiva por su realización y sus resultados, sintiéndose incapaces e incluso inútiles si no consiguen la perfección, lo que les lleva a altos niveles de autoexigencia y a conductas de autocomprobación y de repetición, si algo no consideran que está perfecto…  Pueden, además, desarrollar un menor control emocional, porque los niños con altos niveles de perfeccionismo poseen una menor capacidad para controlar sus emociones durante los momentos en que se percibe el fracaso, se preocupan mucho y esto les impide utilizar otras estrategias más adaptativas como, por ejemplo, la reevaluación de la situación y darle menos importancia tanto al proceso, como al resultado.

 

Si observas en tu hijo o en tu alumno alguno de estos rasgos, debes de saber que, como figura principal de referencia, puedes hacer mucho por ayudarles. Así te aconsejamos:

 

  1. Párate, analiza y observa lo que está ocurriendo. Y no sólo fijándote en lo que hace o dice la niña, el niño o el adolescente, sino en lo que tú contestas y en tus actuaciones. Muchas veces la clave la vamos a tener en cómo nosotros, los adultos, reaccionamos. Cuidado con trasmitir la idea de que el mundo hoy es muy competitivo y que por eso es necesario ser el mejor, valorar más el resultado que el proceso, fomentar la competición, o las comparaciones continúas entre hermanos, familiares o amigos.

 

  1. Permite que identifique las emociones, que sea capaz de entender lo que siente y que le ponga nombre. Si le cuesta, podemos ayudarle. Por ejemplo, con frases del tipo: “Qué no te salga como te gustaría debe de molestar mucho…”, “entiendo que te enfades si no te sale ese ejercicio…”, “lo que sientes se llama frustración…”

 

  1. Valida su emoción, que sienta que es normal sentirse así y que no es malo. Muchas veces les decimos: “no es para tanto”, “no deberías enfadarte por esas cosas”, “no pasa nada… y sin querer estamos haciendo lo contrario. El mensaje implícito es: no deberías sentir lo que sientes, lo que el niño interpretará como, “de nuevo lo hago mal” y no contribuiremos a que desarrolle estrategias y recursos para superarlo.

 

  1. Cuida el modelo que le estamos ofreciendo. Ya sabemos que los niños son especialistas en copiar a sus figuras de referencia. Por eso es importante ser un buen ejemplo de tolerancia a la frustración cuando, para nosotros, algo no está perfecto.

 

  1. Establece objetivos factibles. Poner metas a corto plazo y más sencillas de lograr para él o ella, será fundamental. Por ejemplo, recalcar el esfuerzo que ha hecho por estudiar, y no tanto el resultado.

 

 

¿Cómo influyen los abuelos en la alimentación de sus nietos?

 

Por Diana Oliver

 

La conciliación no existe. Son los abuelos y las abuelas recogiendo a los niños del colegio. Dándoles la merienda. Salvando a los padres cuando el calendario laboral y el escolar siguen caminos muy distintos. Quizás por eso, por el tiempo que muchos niños y niñas pasan con sus abuelos, a muchas familias les preocupa la calidad de las comidas y/o alimentos que comparten. Y no van desencaminadas porque, según diversos estudios que analizan la influencia de los abuelos sobre el comportamiento alimentario de sus nietos, se han encontrado asociaciones en esa línea. Por ejemplo, que a mayor tiempo con los abuelos, mayor consumo de bebidas azucaradas o exposición a dulces, y el uso de determinados alimentos como premios o como una forma de consentir a los más pequeños.

 

Para la dietista-nutricionista Melisa Gómez los abuelos pueden tener diversos papeles en la crianza según el tipo de relación que exista, pero en muchos casos pueden tener “un rol bastante protagonista por el tiempo que pasan juntos y que incluirá el compartir muchas comidas, muchos mensajes en torno a las comidas, lo que dejará una huella en los niños pero también en su relación con los alimentos”. Melisa Gómez acaba de publicar junto Juan Llorca, chef de Valencia Montessori School, Leche con galletas (Vergara). En él ofrecen información y recomendaciones relacionadas con la alimentación saludable para que los abuelos puedan acompañar a sus nietos en el camino hacia una mejor alimentación. También recetas: 50 propuestas de comidas, cenas y meriendas para ponérselo fácil a la hora de pensar alternativas a platos o productos menos sanos.

 

Cambios para cuidar la alimentación en la infancia

 

La alimentación en los humanos es mucho más que un acto que nos permite sobrevivir. Tiene mucho de cultural y de emocional. Las costumbres marcan lo que comemos. Quizás por esto los abuelos y abuelas pasan más tiempo en la cocina y, aunque utilizan menos alimentos ultraprocesados, no suelen tener un conocimiento previo de lo que es una alimentación saludable: qué alimentos primar, cuáles evitar.

 

Explica Melisa Gómez que es importante cuidar la alimentación de niños y niñas desde la infancia porque “en estos años se irá educando nuestro paladar, se nos animará a escuchar o no nuestras señales de hambre y saciedad, entre otros aprendizajes de gran relevancia para nuestra alimentación y salud futura”. Según Juan Llorca para ayudar a los abuelos a cuidar más la alimentación de sus nietos y nietas se les puede ofrecer más información a nivel nutricional, ayudarles a cambiar ciertas creencias obsoletas y enseñarles nuevas recetas.

 

Ahora bien, ¿qué debemos evitar decirles para que no se sientan atacados o se resistan a los cambios que les pedimos? Responde el chef que en realidad más que evitar decirles algo, tendríamos que aprender a comunicarnos: “Es una buena idea poder sentarnos alrededor de una mesa, charlar, y hacerles ver lo importante que son para la educación en todos los sentidos de nuestros hijos e hijas. Motivos para cuidar la alimentación de los niños hay muchísimos, pero yo diría que es uno de los pilares fundamentales, junto con el ejército y la salud mental, para prevenir enfermedades futuras a corto, medio y largo plazo. Ese es el mensaje que hay que trasladar”, señala. Melisa cree que es importante adelantarles que en ningún caso queremos que se sientan juzgados, sino que queremos que nos acompañen en la crianza y sean parte de todas las etapas que vamos viviendo. “Tenemos que dejarles claro, con mucho tacto, que ahora tenemos un montón de información a nuestro alcance, por lo que nos ayudaría mucho poderla compartir con ellos. Así, tomando en cuenta su opinión, trazaremos un plan de acción en conjunto. Del mismo modo que ha ocurrido con el sueño o con la seguridad en el coche, todos los cambios de la crianza se fundamentan en datos que se van descubriendo. Tal vez tengamos que ceder nosotros también en algún punto, aunque esto dependerá de lo que decida cada familia”.

 

¿Cómo llevamos a la práctica esa mejora en la alimentación? La dietista-nutricionista responde que, además de cuidando la propia alimentación y dando el ejemplo, brindando recursos para que sientan que pueden consentir igualmente a los nietos  sin perjudicar su salud. “Hay un montón de ideas para consentir sin chuches a los nietos, tanto con tiempo y actividades como con recetas que puedan ser una alternativa mejor frente a ultraprocesados y azucarados. Hay que conversar mucho con los abuelos para que nos sigan ayudando y no crean que les están privando de nada sino todo contrario. Tenemos que ayudarles a que vean que se ganaría mucho al cultivar una buena relación con la comida y crecer practicando buenos hábitos de salud”, sostiene Melisa Gómez.

 

 ¿Pueden ser las recetas saludables y deliciosas?

 

En Leche con galletas sus autores proponen alternativas a los productos ultraprocesados pero también recetas para todos los gustos. ¿Es posible cocinar de forma más saludable sin renunciar a que esa comida sea deliciosa? Para Juan Llorca no hay duda: se puede comer rico y sano. “Una cosa no tiene que estar reñida con la otra. Se pueden comer platos tradicionales prescindiendo de ciertos alimentos que ya sabemos que no son interesantes para la salud, recetas dulces mucho mas atractivas incluso que las originales, y sobre todo descubrir nuevos sabores”.

 

Melisa Gómez cree que nos cuesta hacer cambios en nuestras cocinas porque el día a día a veces nos absorbe y necesitamos tiempo para parar, planificar la receta, la compra… También porque vamos a lo conocido para evitar pasar por la curva de aprendizaje que implica hacer algo nuevo o porque pensemos que no va a salir bien o no les va a gustar. “Los motivos pueden ser muy diversos pero nosotros invitamos a las familias, a los abuelos y abuelas, a que paren y prueben, a su ritmo, recetas saludables que además están ricas y que nos permitirán pasar un rato genial junto a los nuestros”, concluye.

Dotar de naturaleza a los patios escolares tiene beneficios cognitivos, psicológicos y a nivel de salud física para niños y niñas

Madrid acoge los días 12 y 13 de mayo las jornadas gratuitas ‘Renaturalización de Espacios Educativos’, en cuyo amplio programa de actividades se incluyen ponencias, formaciones, presentación de proyectos piloto de renaturalización de escuelas y la inauguración en el Parque de El Retiro de la exposición “Renaturalizar la escuela, naturalizar la ciudad”.

 

La crisis sociosanitaria desatada por la Covid-19 ha acelerado la puesta en marcha de procesos, cambios y estrategias en ámbitos como la educación, la salud o el medio ambiente. Además, ha acrecentado la conciencia política y social de la necesidad de espacios abiertos y del contacto directo con el aire libre. “En la escuela, la ampliación de aulas para conseguir grupos reducidos y estables de alumnos ha obligado a mirar más allá del edificio escolar para sumar metros cuadrados de espacios educativos ganados al patio, a la calle, a la plaza o al parque. Por ello, cada día son más las administraciones autonómicas y locales que apuestan por la revisión de las infraestructuras educativas y su espacio exterior para sumarlo a la infraestructura verde de sus ciudades”, afirma Mamen Artero Borruel, miembro del colectivo de arquitectos El Globus Vermell, cuyo objetivo es empoderar a las personas en la creación de entornos construidos más sanos y sostenibles.

El Globus Vermell, con el apoyo de Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la Consejería de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid y el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, organiza los días 12 y 13 de mayo las jornadas gratuitas ‘Renaturalización de Espacios Educativos’. En el amplio programa de actividades de las jornadas se incluyen ponencias, formaciones y la inauguración en el Huerto de El Retiro de la exposición “Renaturalizar la escuela, naturalizar la ciudad”.

Las jornadas se enmarcan dentro del proyecto divulgativo Patios x el clima, que en línea con los objetivos nacionales para la lucha contra el cambio climático está destinado a potenciar la sostenibilidad y a proporcionar herramientas para su mitigación y adaptación desde los centros educativos a través de la transformación de sus espacios exteriores. “Las evidencias científicas que avalan los beneficios que conlleva el incremento del verde en la ciudad, y más concretamente en los centros educativos, son múltiples. El contacto diario y el desarrollo de la vida en entornos naturalizados permite la conexión de los niños con su naturaleza, lo que conlleva beneficios cognitivos, psicológicos y a nivel de salud física, pero también en materia de igualdad de género y en la toma de conciencia a nivel comunitario y medioambiental”, asegura Artero Borruel.

La arquitecta reconoce que la complejidad de la renaturalización de los espacios educativos “radica en que son proyectos transversales donde están implicadas diversas áreas: educación, urbanismo, medioambiente, etc.”. Sin embargo, señala que ya son “muchos y diversos” los proyectos que se están desarrollando. En ese sentido, destaca como “caso paradigmático” el que está llevando a cabo la Dirección General de Cambio Climático y Educación Ambiental del Gobierno de Aragón: “Inspirada en el programa “Patios x Clima”, Aragón está promoviendo una campaña de sensibilización para fomentar en sus colegios públicos el rediseño de los patios y espacios escolares de manera participativa con el objeto de renaturalizarlos, mejorando su diseño hacia la sostenibilidad; así como su función pedagógica para la mitigación y adaptación de los efectos del cambio climático en los entornos de los colegios”.

Un primer paso para conseguir ciudades más sostenibles

Desde Patios x el Clima se observa a los patios escolares como un primer escalón para conseguir ciudades más sostenibles. “El contacto con la naturaleza y el acceso a la infraestructura verde de la ciudad debería ser considerado un derecho fundamental de la población, al igual que hoy lo es la educación. Estudios varios nos hablan de los beneficios que reporta en materia de salud la presencia de vegetación en nuestras ciudades y la exposición diaria a la misma. Por ello, el conjunto de centros educativos se presenta como una oportunidad para incrementar los metros cuadrados naturalizados de nuestras ciudades”, argumenta Mamen Artero Borruel.

Desde la organización de las jornadas se recuerda que el marco legal que actualmente regula las construcciones educativas en España es el Real Decreto 132/2010, de 12 de febrero, por el que se establecen los requisitos mínimos de los centros que imparten las enseñanzas del segundo ciclo de la educación infantil, la educación primaria y la educación secundaria. En el mismo, se establece que la superficie de los patios de recreo no puede ser en ningún caso inferior a 900 metros cuadrados.

“Esto nos permite presuponer que en la ciudad tenemos una reserva de espacio al aire libre por cada centro escolar, repartida equitativamente según la densidad de población de cada zona y susceptible de convertirse en zona verde al servicio de la comunidad local”, afirma la experta, que considera que si los centros educativos y sus patios se transformaran en pequeños oasis en medio de la ciudad, incrementando el verde urbano a disposición de la ciudadanía, “se podría garantizar el acceso libre y equitativo al verde de toda la población, especialmente de la franja más vulnerable o de renta baja”.

Además de este beneficio evidente, Artero Borruel recuerda que el contacto con el medio natural, social, cultural en el que vivimos es “básico para enriquecer la experiencia educativa y la evolución de nosotros como sociedad”. En ese sentido, en su opinión, en un contexto marcado por los retos derivados de la crisis climática, el contacto directo con entornos verdes puede favorecer la toma de conciencia y la estima de la población hacia la naturaleza.

“Amamos aquello que conocemos, cuidamos aquello que amamos. Podríamos ampliar el concepto “conocer”. Conocemos, aprehendemos aquello que es significativo para nosotros, aquello que experimentamos, olemos, tocamos, sentimos, compartimos… Por eso hay que permitir el desarrollo del ser en entornos naturales llenos de experiencias significativas, lo que implica seguir trabajando desde las administraciones para permitir estos nuevos escenarios”, concluye

Myriam Cabrera: “El sistema judicial no está adaptado a la infancia”

Myriam Cabrera, profesora de Derecho Penal de la Universidad Pontificia Comillas

 

Por Gema Eizaguirre

En los próximos meses se espera la aprobación de la Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia con novedades como la creación en los centros escolares de la figura del coordinador de Bienestar y Protección, la unificación de criterios en protocolos de actuación y el aumento de la prescripción del delito; entre otras. Cabrera destaca el carácter preventivo de la ley y la labor decisiva del docente en detectar los abusos sexuales a menores en el entorno familiar, pero denuncia la falta de visibilidad y apunta un dato: “Solo el 15% de los colegios en los que el niño había revelado los abusos, se lo notificó a las autoridades”.

¿Cuál es la protección legal que tiene un menor en España frente a los abusos sexuales en la familia?

El Código Penal sanciona con penas que pueden llegar a ser muy elevadas las agresiones y los abusos sexuales a menores, contemplándose agravaciones para los supuestos de parentesco. En relación con la víctima menor de edad hay disposiciones que tratan de evitar que el procedimiento les genere una victimización secundaria (posibilidad de evitar la confrontación visual con el agresor, de grabar la declaración en ciertas circunstancias, de celebrar el juicio a puerta cerrada…), pero todavía queda mucho por avanzar en esta materia, a fin de evitar que la reacción institucional y la del entorno derive en un trauma adicional.

Hace poco en Francia saltó la alarma de violaciones en la familia por un libro autobiográfico ¿Cree que España se podría equiparar a Francia en número de casos y situación del menor?

Los datos de prevalencia indican que entre el 15-20% de la población ha sido víctima de abusos sexuales en la infancia, si bien la mayor parte de los casos no se denuncia. Se han hecho estimaciones que sitúan entre un 12-15% lo que se denuncia. En la cifra negra de casos que no se denuncian un importante porcentaje corresponderá a supuestos de abusos sexuales intrafamiliares, en los que la revelación se hace más difícil por distintas razones: miedo a la ruptura familiar, dependencia afectiva/económica, culpa, vergüenza, miedo a la reacción de la familia y del entorno, presiones… De los casos en los que se denuncian, la gran mayoría corresponden a abusos perpetrados por familiares o personas conocidas por los niños, no por extraños. Esto nos indica la entidad de este importante problema social y de salud pública, aunque faltan datos al respecto y una mayor sistematización de los mismos.

 

Entre el 15-20% de la población ha sido víctima de abusos sexuales en la infancia.

 

En la actualidad se está tramitando la Ley Orgánica de Protección integral a la Infancia y a la Adolescencia frente a la Violencia. ¿Qué novedades incluye y cuál es su valoración?

Resulta digno de una valoración especialmente positiva el gran peso que tiene en la Ley la prevención. Se aborda la prevención en relación con las distintas formas de violencia y teniendo en cuenta los distintos ámbitos que es necesario implicar en la prevención, detección y adecuada respuesta a los casos de violencia contra la infancia: familiar, educativo, sanitario, servicios sociales, ocio y deporte, nuevas tecnologías, centros de protección… En el ámbito de los centros educativos destaca la creación de la figura del coordinador de Bienestar y Protección y el establecimiento de protocolos de actuación.

Por lo que se refiere al ámbito penal, retrasa la prescripción, entre otros, de los delitos sexuales cometidos, ya que los plazos de prescripción no empezarán a correr hasta que la víctima cumpla los 30 años (en la actualidad comienzan a contar a partir de que cumple los 18).

¿Cuál es la situación actual de los procolos escolares sobre este tema?

En la actualidad la presencia de protocolos en el ámbito educativo es desigual, dependiendo de las comunidades autónomas, de las entidades titulares de los centros y de cada centro en concreto. También hay dispersión en cuanto al alcance de los protocolos (tipo de conductas, ámbito de comisión…) y en cuanto a las pautas de actuación. Por eso es importante la homogeneización de unos criterios mínimos que habrán de cumplir. En el estudio realizado por Save the Children a partir de una revisión de sentencias relativas a delitos sexuales cometidos sobre niños, se concluyó de solo el 15% de los colegios en los que el niño había revelado los abusos, procedió a notificarlo a las autoridades.

¿Qué papel tienen los docentes?

El educativo es un ámbito especialmente privilegiado para prevenir y detectar los abusos, tanto los que se cometen en el centro, como los cometidos fuera del centro en el ámbito intra o extra familiar. Por eso es importante que toda la comunidad educativa  reciba una adecuada formación. En el caso de los niños, importancia de una formación afectivo sexual adecuada a su edad. Importancia de las políticas de salvaguarda de obligado cumplimiento por todos los miembros de las organizaciones, los códigos de conductas que clarifiquen los modos de proceder adecuados, las políticas de contratación del personal que trabaje de forma habitual con niños…

Un docente, como cualquier adulto, ¿tiene obligación de denunciar si sospecha de abusos a un menor?

En la actualidad la Ley Orgánica de Protección jurídica del Menor establece que «toda persona o autoridad y especialmente aquellos que por su profesión o función detecten una situación de maltrato, de riesgo o de posible desamparo de un menor, lo comunicarán a la autoridad o sus agentes más próximos, sin perjuicio de prestarle el auxilio inmediato que precise».

En la futura Ley se establece un deber genérico, que afecta a toda la ciudadanía, de comunicar de forma inmediata  la existencia de indicios de violencia; y también un deber cualificado para aquellos colectivos que, por razón de su cargo, profesión, oficio o actividad tienen encomendada la asistencia, el cuidado, la enseñanza o la protección de personas menores de edad.

¿Son eficaces las denuncias?

Son determinantes a la hora de acabar con la espiral de los abusos y sus graves consecuencias para la víctima. Supone romper el muro de silencio que deja al niño desprotegido y al albur de sus agresores. Pero hay que reconocer que el proceso de denuncia es doloroso, sobre todo cuando el entorno institucional y personal reacciona de manera inadecuada y poco respetuosa con la víctima, sus derechos y su sufrimiento. El sistema de justicia no se encuentra adaptado a la infancia: los niños tienen que contar lo que les ha ocurrido sucesivas veces, los procedimientos se retrasan; en la mayoría de los casos las víctimas tienen que declarar en el acto del juicio; faltan recursos de atención especializada…

La futura ley también contempla avances en esta línea a través de la sensibilización, de la formación, del establecimiento de cauces de ayuda para las víctimas y de la mayor generalización de la prueba preconstituida en el proceso para que las víctimas no tengan que acudir a declarar en el acto del juicio.

¿Se pueden prevenir esos abusos? ¿Cómo?

Sí, con grandes campañas de concienciación sobre las características de los abusos, las cifras, falsas creencias, indicadores que deben llevar a sospechar, cauces de denuncia, actuaciones adecuadas e inadecuadas. En las familias se busca promover la cultura del buen trato y la parentalidad positiva, el establecimiento de vínculos seguros y de relaciones que confianza que impidan la aparición de casos y, que, en caso de haberlos, faciliten la revelación por parte del niño o la detección precoz y una adecuada reacción.

¿Qué dice la Ley sobre los centros educativos?

La futura Ley establece que “las administraciones educativas regularán los protocolos de actuación contra el acoso escolar, ciberacoso, acoso sexual, violencia de género, violencia doméstica, suicidio y autolesión, así como cualquier otra manifestación de violencia comprendida en la ley».

«Dichos protocolos deberán ser aplicados en todos los centros educativos e iniciarse cuando el personal docente o educador de los centros educativos, padres o madres del alumnado o cualquier miembro de la comunidad educativa, detecten indicios de violencia o por la comunicación de los hechos por parte de los niños, niñas o adolescentes».

 

Claves para una buena comunicación en familia

¿Hablamos? es un libro escrito por Ferrán Ramón Cortes y Alex Galofré. Su objetivo es facilitar espacios de comunicación en la familia, en la pareja, en los equipos de empresa… Los autores recalcan, para Padres y Colegios, las bases para fomentar conversaciones que potencien el entendimiento entre todos los miembros de la familia.

 

Por Eva R. Soler

 

“Como familia necesitamos conocernos mejor, ser capaces de decirnos lo que nos une o lo que nos separa, alinear preferencias o visiones, deshacer malentendidos, resolver conflictos, compartir vivencias o borrar creencias. Y lo tenemos que hacer hablando”, sostienen Ferrán Ramón Cortés y Alex Galofré  en ¿Hablamos? (tirant editorial) y nos aconsejan las siguientes dinámicas para crear espacios de comunicación en casa:

 

Establecer unas reglas

Es la base para que la comunicación fluya sin reparos y sin miedos. Entre todos podemos construir un decálogo de funcionamiento que aborde cuestiones como: ¿Qué está permitido decir? ¿Son importantes la sinceridad y el respeto? ¿Qué nos falta para abrirnos? ¿Qué nos sobra? ¿Qué es importante que pase a partir de ahora? Es fundamental que para la elaboración de estas reglas participen todos los miembros de la familia sin excepción.

 

Hablar en primera persona para evitar los juicios y los ataques

Cada uno habla de lo que le pasa sin atacar y sin juzgar al otro. Es decir: “Tú no me estás faltando al respeto, sino que yo no me siento respetado”. Hablo de lo que a mí me está ocurriendo, no de lo que tú me estás haciendo. Esto parece un cambio muy pequeño, pero es radical para que las conversaciones puedan funcionar.

 

Hacer uno mismo lo que le gustaría que hicieran los demás

Si tú quieres que tu hijo haga algo, hazlo tú mismo. La valentía es un ingrediente fundamental para una buena comunicación y nos toca a los padres ponerla encima de la mesa. “Si yo me abro con mi hija y le cuento mis preocupaciones, es posible que le esté dando un ejemplo para que ella haga lo mismo. Si simplemente le pregunto ¿cómo estás? lo más seguro es que se me cierre en banda”, afirma Ferrán.

 

Entender que los conflictos son positivos

“Que se genere un conflicto es una buena noticia porque significa que nos estamos atreviendo a hablar y a dar nuestra opinión”, sostiene Alex. Nuestra opinión no siempre va a coincidir con la del otro por lo que tenemos que aprender a debatir y a discutir para llegar a una acción que nos ayude a un entendimiento final. “Por el contrario, tapar conflictos es crear un enrarecimiento del ambiente que degrada la convivencia de forma alarmante”, añade Ferrán. Podemos utilizar las reglas de comportamiento para resolver los conflictos.

 

Promover una mirada de los rasgos positivos de todos

Podemos organizar una sesión que recupere para cada miembro de la familia algo que apreciemos y que nos gusta de él. Es el momento de propiciar una mirada limpia, una mirada nueva para mirarnos no desde la inercia de siempre, sino desde una revisión con ojos nuevos para mirarnos como somos ahora, en este momento. A este ejercicio, lo llaman el redescubrimiento: Se trata de que todos los miembros de la familia nos digamos: “Es verdad que… seguido de un reconocimiento: “Es verdad que eres muy ordenado o muy generoso”. Recuperemos una mirada positiva de los otros en vez de centrarnos en lo que no soportamos y que nos hace olvidar lo bueno que cada uno aporta en el marco de la familia.

 

¿Qué necesitamos los unos de los otros?

Después de ese ejercicio, nos podemos pedir entre nosotros lo que necesitamos unos de otros. ¿Qué necesitamos de María, por ejemplo, para el bien de la familia? Y que entre todos podamos decirla: Para que la familia funcione necesitamos que tú hagas… Y así, con todos los miembros de la familia. Esto nos ayuda a alinearnos, a sincronizarnos como equipo y a potenciar el valor que tiene cada uno.

 

Los padres tienen que ser uno más

A la hora de elaborar reglas, de realizar esos ejercicios, de iniciar una conversación…los padres tienen que ser uno más, porque a la que sale la autoridad paterna, todo se va al traste. Es decir, los padres tenemos que saber estar y ser capaces de escuchar y recibir el feedback de lo que le está molestando a un hijo nuestro. No puede salir ese punto de autoridad: yo soy tu padre y sé por qué hago esto. El hijo de ocho años o el adolescente tiene que tener la misma fuerza y la misma voz que los padres porque si no, difícilmente, se van a sentir identificados y no van a querer conversar, ni participar en lo que propongamos”.

 

Realizar una ITV familiar

La familia está viva y en continuo movimiento así que, ¡ojo! porque a lo mejor en un momento dado funciona bien la comunicación, pero si nos acomodamos, las complicidades pueden caducar y pasado un tiempo, nos convertimos en perfectos desconocidos. Por eso, es importante revisar que lo que creemos y percibimos del otro sigue siendo así. En este sentido, funciona bien la dinámica de las creencias: Por ejemplo: “Tengo la creencia de que te molesta que te de feedback y por eso, no lo hago tanto como antes”. A partir de la confirmación o el desmentido podemos volver al camino de la complicidad.

 


 

HERRAMIENTA VISUAL SHIKKONA

Porque una imagen vale más que mil palabras y porque puede ayudar a expresar mejor lo que sentimos, los autores han diseñado una herramienta que utilizan en sus dinámicas con familias, parejas y equipos de empresa: “A través de las imágenes se multiplica la comunicación, accedemos a rincones del cerebro, que no llegamos con la palabra. En este sentido, hemos elaborado un set con 102 imágenes muy sugestivas que se acompañan de un manual de dinámicas (disponible en www.institutodecom.com) para según lo que se quiera trabajar se haga desde la sugestión de la imagen y no desde la técnica pregunta-respuesta que, a veces, puede resultar muy agresiva”.

 

 

 

 

 

 

 

 

Ni premios ni castigos

Los premios y los castigos no son educativos ni ayudan al crecimiento de nuestros hijos. ¿Qué podemos hacer para sustituirlos?

 

Eva R. Soler

 

Up to You es una fundación que imparte formación a profesionales de la educación y a familias. Tres formadores de esta fundación explican en el webinar “Ni premios, ni castigos. Entonces, ¿qué hacemos?”, qué problemas implica utilizar ambos como forma de educación de nuestros hijos y por qué los podemos sustituir. Os lo contamos resumido en forma de consejos.

 

Antes de premiar o castigar, pregúntate: ¿en qué ayudan a crecer a mi hijo?

¿Por qué los premios y los castigos no son una forma correcta de educación? ¿Qué decir a quienes opinan que un cachete a tiempo nunca viene mal? Ante estas preguntas, Miriam Canoz, formadora y responsable de Talleres Up to You, invita a reflexionar con otra pregunta. Si consideramos que educar es ayudar a crecer, después de dar un cachete, un castigo o un premio, la pregunta que los educadores debemos hacernos es: ¿Ayuda alguna de estas cosas a crecer a nuestro hijo? “¿En qué ha ayudado a crecer ese cachete, ese castigo, ese premio? Esa pregunta cambia la perspectiva. No se trata de justificar si nosotros, en su momento, aprendimos con los premios y castigos, sino de plantearnos en qué ayuda eso que estamos haciendo. Porque con el premio y con el castigo, nuestros hijos no sólo aprenden a seguir adelante en la vida, sino una forma de relacionarse con sus educadores (padres o maestros). Si les planteamos: “Si estudias, juegas a la play” o “Si suspendes, te quedas sin salir el fin de semana”, ellos pueden pensar: “Y a ti, ¿qué te importa? ¿Te importa mi vida? ¿Te importa que apruebe? ¿O te importa mi comportamiento? ¿Qué pasa que yo soy mi comportamiento?”. Se empieza a generar una vivencia que va más allá del hecho en sí. No sólo es el premio o el castigo, sino lo que está viviendo la persona: “Si hago lo que tú quieres (apruebo, me porto bien, comparto con mi hermano) todo va bien en nuestra relación, pero si no lo hago hay problemas”. Esto hace que aparezca la distancia en la relación y se convierta en una relación condicionada, que no es gratuita, sino que está mediada por el comportamiento que nosotros esperamos que tenga nuestro hijo.

 

No echar más leña al fuego

¿Cómo corregir los comportamientos inadecuados sin castigar? David Urtasun, padre, profesor y responsable titular del Colegio La Caridad en Cádiz, responde desde su experiencia y afirma que cuando sus hijos o sus alumnos tienen comportamientos inadecuados o no hacen lo correcto, él lo primero que trata de hacer es no echar más leña al fuego. “Si uno de mis hijos se enfada con su hermano cuando están jugando, grita, da un portazo… yo pienso: ¡uy, la cosa está mal! Si yo, ahora, a todo esto, añado un castigo por mal comportamiento (“A tu cuarto, estás castigado”) sólo añado más mal a la situación. En cambio, puedo preguntarme: ¿Por qué se expresa así mi hijo? ¿Qué es lo que le lleva actuar de esa forma? No es tan necesario hacerle ver que está mal, si él ya lo está experimentando así.

 

¡Cuidado con el refuerzo positivo porque puede convertirse en una exigencia!

¿Qué hay detrás del refuerzo positivo, de esa palmada en la espalda cuando sacan buenas notas, recogen la cocina…? Debora Bezares, madre y responsable de diseño educativo, confiesa que para enseñar a su hijo a hacer pis en el water recurrieron al refuerzo positivo con caramelos: cada vez que lo hacía bien, un Lacasito. ¿Qué pasó? Pues que, al ir creciendo, su hijo aprendió que cada vez que hacía algo bien podía pedir algo a cambio. “De esta forma, les estamos haciendo adictos a la recompensa social, adictos al reconocimiento y desaparece, totalmente, la gratuidad. Y nos perdemos la oportunidad de ir a la causa, saber por qué está haciendo eso, qué es lo que está viviendo. Por ejemplo, ¿por qué pega a sus hermanos? Nos estamos perdiendo esa conversación”.

 

El acompañamiento y las consecuencias naturales de los actos, alternativa a los premios y castigos

Como explica Miriam Canoz, un premio o un castigo es añadir algo artificial a lo que se ha hecho, pero lo que se hace, tiene de por sí, consecuencias naturales. Es decir: Si no estudias, suspendes. Si ensucias, limpias. De estudiar no se deduce que te aparezca una tablet o una bicicleta, como de suspender no se deduce el no salir el fin de semana. Si tú tiras los papeles, no se recogen solos, no es una consecuencia natural, pero proviene de la necesidad de que el espacio esté limpio.

Tampoco hay que demonizar los premios o castigos, porque detrás de quien premia o castiga, hay una buena intención. Si un padre, una madre, un profesor… ponemos un premio o un castigo es porque intentamos conseguir algo bueno en nuestro hijo. Pero es importante reflexionar sobre la necesidad que tenemos de replantearnos muchas cosas. Por ejemplo, si reflexionamos sobre las consecuencias naturales, habremos dado un paso. Ya no premiamos, ya no castigamos, ya no tenemos una relación condicionada, pero necesitamos dar más pasos y el siguiente paso es acompañar a nuestro hijo: Decirles “Los papeles no los tiras al suelo, los recoges”, no es lo mismo que decirles: “Has tirado los papeles al suelo, los recoges y yo te ayudo”. No sólo queremos que nuestro hijo tenga un determinado comportamiento (que recoja, que no grite…) sino que encuentre sentido a las cosas que está haciendo. Eso es educar. Sustituimos premios y castigos por consecuencias naturales. No quiero que mi hijo tenga un determinado comportamiento y que los papeles vuelvan al sitio donde tienen que estar, sino que quiero que mi hijo crezca como persona, que adquiera unas capacidades. Hay una vida interior del niño que me interesa y eso también lo estamos trabajando. Por su parte, se trata de que no vean recoger los papeles como un castigo, sino como una tarea que hay que hacer y nosotros les acompañamos. Por la nuestra, no se trata de cambiar una técnica por otra, sino de reconocer a la persona que tenemos delante.

 

Felicítale por sí mismo, no cuando actúan bien

Igual que se puede corregir sin castigar, se puede felicitar y agradecer sin premio. Es muy diferente decirle a nuestro hijo: “Te quiero, estoy muy orgulloso de ti”, en el contexto de ir caminando por la calle sin más, a decírselo después de ver las buenas notas que ha obtenido. Es muy diferente si esa expresión de alegría va ligada al hecho de hacer algo o si es gratuita y no está condicionada por no haber hecho nada. Se puede felicitar, agradecer, sin premiar. La clave es en qué momento y de qué manera lo estamos haciendo, no ligándolos a comportamientos o a hechos concretos.

 

Enséñale a obedecer como señal de confianza

Es posible obedecer sin recompensas, sostiene David Urtasun. La clave es ver qué está viviendo la persona para ver por qué se comporta de una determinada manera y darle valor a las cosas que hace por sí mismas. Dar valor a la persona por sí misma y por ser quien es. ¿Quiero que mis hijos y mis alumnos hagan caso a lo que yo digo, que no lo discutan o quiero que me obedezcan como una señal de confianza? Si confían en mí, puede ser una expresión natural de esa relación que vivimos. Necesitamos ir a ver qué está viviendo esa persona en su interior. Un niño que grita o que pega, ¿qué está viviendo para que se exprese de esa manera? Eso es lo que tenemos que atender poco a poco, ser sensibles a esa realidad que tenemos delante en los demás.

 

Si un niño trata mal a sus compañeros o a sus propios padres, ¿cómo se corrige esta actuación?

Hay que ver la dinámica que está viviendo ese niño: ¿por qué trata mal a sus compañeros o a sus padres? Es verdad que hay que corregir, pero si lo vemos como un problema (pega, grita, trata mal…) aplicaremos soluciones, es como apagar fuegos, queremos arreglar el problema, aquí y ahora y eso es muy tentador. Pero hay otra manera de ver la situación (pega, grita, trata mal…) que es como una oportunidad. Tenemos delante una oportunidad de poder ayudar a nuestro hijo y a que descubra por qué trata mal. ¿Por qué para decir eso con lo que no está de acuerdo pega al otro? ¿Por qué se expresa de ese modo y de qué otra forma lo podría hacer? Tenemos una auténtica oportunidad de descubrirlo juntos, es una experiencia con la que la relación se intensifica. Y si uno en un determinado momento castiga, no juzgamos, pero abrimos interrogantes que nos ayuden. Si a uno no se le ocurre otra cosa, pues se va con tarea a la cama, a pensar qué es lo que ha pasado en su propia vida, qué necesita, en qué puede ayudar a crecer a ese hijo. Se va con tarea, por tanto, es una oportunidad para uno mismo.

 


 

LAS SANCIONES TAMPOCO SON NECESARIAS EN CLASE

En los reglamentos de los centros escolares, muchas veces, aparece el castigo o las penalizaciones por malos comportamientos. ¿Cómo hay que actuar en el aula? ¿Son necesarias las sanciones o penalizaciones? David Urtasun, padre, profesor y responsable de del Colegio La Caridad de Cádiz responde: “Creo que las sanciones que aparecen en los reglamentos no consiguen un fin educativo. Si una alumna actúa incorrectamente, ponemos un parte de expulsión, se rompe la relación con el chico durante unos días para ver si recapacita. Creo que, muchas veces, estamos más centrados en recuperaciones académicas que en recuperaciones de la persona. Si estas sanciones fueran eficaces, los chicos no reincidirían, pero la experiencia indica lo contrario. Entonces, hay que repensar cuál es nuestra intención educativa al respecto y tiene que ir más relacionada al interior de la persona, a por qué llegamos a esas situaciones. Ellos mismos son conscientes de que no estamos atendiendo a su interior, sino dando solución a un problema puntual. Una sanción no cambia el interior de una persona”.